Zoraida Ceballos -Arte y Literatura
“Graffiti abstracto” es un concepto a priori contradictorio, al menos, en lo que se refiere a la pintura mural. En el momento en el que una representación, pintada con spray en una pared, abandona las letras como pauta creativa, pierde automáticamente su etiqueta de graffiti para pasar a ser considerado arte urbano o muralismo.
“Graffiti abstracto” es un concepto a priori contradictorio, al menos, en lo que se refiere a la pintura mural. En el momento en el que una representación, pintada con spray en una pared, abandona las letras como pauta creativa, pierde automáticamente su etiqueta de graffiti para pasar a ser considerado arte urbano o muralismo.
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ARTE Y
LITERATURA
“Graffiti abstracto” es un concepto a priori contradictorio,
al menos, en lo que se refiere a la pintura mural. En el
momento en el que una representación, pintada con spray
en una pared, abandona las letras como pauta creativa,
pierde automáticamente su etiqueta de graffiti para pasar
a ser considerado arte urbano o muralismo. Sin embargo,
durante los últimos años hemos visto aparecer una serie
de actuantes que consiguen balancearse a través del
afilado filo que separa tajantemente los dos conceptos.
Son los escritores de graffiti abstractos y su interesante
trabajo es digno de examen.
Nos gusta pensar que la abstracción en las manifestaciones
artísticas urbanas es un concepto muy novedoso, pero lo
cierto es que existe desde los inicios mismos del graffiti.
ALGUNOS DE LOS MÁS INTERESANTES
ESCRITORES DE GRAFFITI ABSTRACTOS
Recordad si no el legendario wholecar de Futura 2000 pintado
de 1980, un vagón entero cubierto de pintura que, en plena
apogeo de la guerra de estilos neoyorquina, omite por
completo la presencia de letras. Inexplicablemente este
wholecar, lejos de marcar un tendencia masiva, ha quedado en
la historia como un precedente singular que tampoco causó un
impacto revolucionario.
Ya entrados en el nuevo milenio y con la aparición del llamado
“arte urbano”, la abstracción cristalizaría como un estilo válido
dentro del amplio abanico de fórmulas que se desarrollarían
en las paredes. A día de hoy las composiciones abstractas son
el camino estético de muchísimos artistas urbanos. Pero es
precisamente la ausencia de formas y, en concreto la ausencia
de letras, lo que nos impide poder etiquetarlo como “graffiti”,
a excepción de puntuales intervenciones que se realizan en
trenes y metros, como las que ya vimos en este reportaje
sobre París.
Si bien ciertos tipos de wildstyle pueden ser considerados abstractos por
todo aquel que no consiga leerlos, sabemos que su idea originaria parte de
unas letras concretas. Así que, al margen de interpretaciones subjetivas,
vamos a echar un vistazo exclusivamente sobre el trabajo de algunos
escritores de graffiti que, a pesar de abandonar la forma de las letras,
conservan en sus obras ciertos matices estructurales que siguen remitiendo
al graffiti.
Casos como el de Eliote son un ejemplo perfecto. Es su rechazo de
elementos tan fundamentales en las piezas como el trazo, lo que transforma
sus trabajos en verdaderas obras abstractas que, sin embargo, no pierden la
esencia de lo que consideramos graffiti.
Por otro lado tenemos, el trabajo de Spheo, que se
retuerce en una dirección muy concreta. Utilizando
técnicas de difuminado dignas de las piezas “model pastel”
sus trabajos juegan con las texturas de las paredes,
generando efectos de relieve que, a pesar de ser
ininteligibles, siguen pareciendo representar piezas de
graffiti.
La apasionante obra de L’outsider presenta una
abstracción mas técnica que figurativa, ya que en sus
trabajos no es difícil apreciar el estudio tipográfico en el
que se basan. A pesar del resultado expresivamente
artístico, no sólo la importancia de las letras mantienen su
obra anclada a las ideas más básicas del graffiti; sus
herramientas y colores son los propios de los escritores
callejeros: MADMAXXX, plata y negro.
El graffiti experimental de Xpome muestra también, en
algunas de sus infinitas variantes, recursos que arrastran
sus letras puntualmente a cierta abstracción artística. No
obstante, su cualidad más destacable es la abstracción
conceptual la cual le lleva a hacer de cada pieza un
universo completamente diferente, aíslalo de un estilo o
tendencia concreta.
Por último, merece la pena también destacar el trabajo de
Risote. Fiel al graffiti más puro de todos, el tagging, la
experimentación extrema a la que somete su firma le lleva
a reproducir indescifrables combinaciones de trazos rectos
que juegan con diferentes formas de simetría. Una técnica
tan personal como interesante.
MUSEO ALEMÁN ADQUIERE OBRA
DE EXILIO "CAÍN O HITLER EN EL
INFIERNO"
El Museo Histórico de Berlín (DHM) adquirió la obra “Caín o Hitler en el Infierno“, pintada por George
Grosz en el exilio en 1944, informó a través de un comunicado dicha institución.
El museo informó que el cuadro de Grosz, quien huyó de los nazis, fue adquirido en 2019 con el apoyo
del gobierno federal y la Fundación Cultural de los Estados Federados alemanes y que será presentado
próximamente para formar luego parte de la exposición permanente.
La obra está considerada como una de las creaciones más destacadas de artistas exiliados desde 1933.
El cuadro estuvo en posesión de la familia del pintor desde su creación.
Grosz es uno de los artistas políticos más importantes de la
República de Weimer. Emigró a Estados Unidos poco antes de
que los nacionalsocialistas llegaran al poder.
Después de 1938, la Segunda Guerra Mundial y el
nacionalsocialismo lo inspiraron a crear en el exilio obras
comprometidas con el tema.
Cabe destacar que en 1932, cuando el nazismo estaba en auge
en Alemania, los trabajos realizados por el pintor pasa a ser
interpretada como modelo del arte degenerado, y Grosz
recibió el inquietante título, por parte de algún ideólogo nazi,
de “bolchevique cultural número uno“.
El propio Grosz describió a “Caín o Hitler en el infierno” como
una representación de “Hitler como monstruo fascista o como
bestia apocalíptica”. Su obra muestra un escenario
escalofriante donde el dictador en el devil’s cueva, se
encuentra rodeado por muertos y esqueletos a sus pies así
como claramente sintiendo la infernal, eterno calor.
“TIEMPOS RECIOS” DE VARGAS LLOSA GANÓ
EL PREMIO FRANCISCO UMBRAL AL LIBRO DEL
AÑO
La novela “Tiempos recios”, de Mario Vargas Llosa, ganó
este miércoles 29 de enero el Premio Francisco Umbral al
Libro del Año, según el fallo del jurado hecho público.
Se trata del noveno año consecutivo en que la Fundación
Francisco Umbral convoca este premio, dotado con 12.000
euros y al que pueden concurrir libros escritos en
castellano y editados en 2019.
Vargas Llosa se mostró muy contento por este premio,
según María España, viuda de Francisco Umbral y
presidenta de la Fundación Francisco Umbral, que otorga
el galardón.
La última novela del Premio Nobel de Literatura fue
galardonada por mayoría del jurado tras varias votaciones,
según explicaron sus componentes en una rueda de prensa
celebrada en la Fundación Ortega y Gasset-Gregorio
Marañón.
Una novela que, según el jurado, es “redonda”, en sintonía con “La fiesta del Chivo”, de tal forma que el
autor “regresa a uno de los escenarios que más conoce”.
Fernando R. Lafuente, miembro del jurado, recalcó que Vargas Llosa retomó “el pulso” con este libro y
volvió a “estar en primera línea”, algo que tiene un mérito especial para un ganador de un Premio Nobel:
“es encomiable”.
En “Tiempos recios”, publicada el pasado mes de octubre por Alfaguara, el escritor relata el golpe militar
que acabó en 1954 con un gobierno democrático en Guatemala, auspiciado por Estados Unidos a través de
la CIA.
La Fundación Francisco Umbral nació el 12 de enero de 2009 con el objetivo de promocionar la obra
literaria y periodística de Francisco Umbral y fomentar la cultura literaria y al periodismo en todo el mundo
de habla hispana.