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CESARE BECCARIA - De los delitos y de las penas-YUMPU

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Luigi Ferrajoli

pero el de hombre a hombre es fatal y fecundo en delitos. Los esclavos

son más voluptuosos, más desenfrenados, más crueles que los

hombres libres» 20 .

El eje que sostiene el modelo es, sobre todo, el principio de

legalidad. De este principio Beccaria formula dos versiones, una

formal y otra sustancial: el principio de mera legalidad, en virtud del

cual «solo las leyes pueden establecer las penas correspondientes a los

delitos, y esta potestad no puede residir más que en el legislador» 21 ,

y el principio de estricta legalidad, que se resume en el principio de

lesividad, por cuya virtud «la única y verdadera medida de los delitos

es el daño hecho a la nación» 22 . Merced al primer principio, nadie

puede ser castigado sino por un hecho previsto en la ley como delito;

conforme al segundo, la ley, a su vez, no puede prever como delitos

hechos que no produzcan algún daño a terceros 23 .

En fin, en el proceso penal, la claridad y la simplicidad de las leyes

es el principal factor de limitación del arbitrio punitivo, y, por tanto,

la principal garantía de la libertad y de la dignidad de los ciudadanos.

«Donde las leyes son claras y precisas», escribe Beccaria, «el oficio de

un juez no consiste más que en comprobar un hecho» 24 . Naturalmen-

20

Ibid., § XLI, p. 263.

21

Ibid., § III, p. 117.

22

Ibid., § VII, p. 133.

23

Ambos principios, por cuya virtud la legalidad es al mismo tiempo condicionante

y condicionada, se encuentran enunciados en el artículo 5 de la

Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789: «La

ley no puede prohibir más que las acciones dañosas para la sociedad. Todo

lo que no esté prohibido por la ley no puede ser impedido, y nadie puede

ser obligado a hacer lo que ésta no ordene».

24

Ibid., § XIV, p. 159. El texto prosigue: «Si para buscar las pruebas de un

delito se requiere habilidad y destreza, si al presentar el resultado se necesita

claridad y precisión, para juzgar del resultado mismo no se precisa más que

un simple y ordinario buen sentido, menos falaz que el saber de un juez

habituado a querer hallar culpables, y que todo lo reduce a un sistema

facticio prestado por sus estudios». De forma aún más explícita, Pietro

Verri atribuía al juez «la verificación de los hechos: él debe encontrar la

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