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CESARE BECCARIA - De los delitos y de las penas-YUMPU

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Prólogo

El segundo principio es el formulado categóricamente por Beccaria

con otra máxima sumamente expresiva: «no hay libertad cuando

las leyes permiten que en algunas circunstancias el hombre deje de

ser persona y se convierta en cosa» 8 ; que es la no menos célebre

máxima recuperada por Immanuel Kant como fundamento de su

moral categórica 9 .

Generalmente, las dos fórmulas se consideran opuestas 10 .

Expresan, puede decirse, los dos principios o postulados de las dos

principales y divergentes corrientes de la filosofía moral. Por lo demás,

sobre la base de la segunda fórmula, anticipada por Beccaria,

Kant desarrolló su durísima crítica a todo utilitarismo moral 11 . En el

8

C. Beccaria, De los delitos y de las pena, cit., § XX, p.185.

9

I. Kant, Die Metaphysik der Sitten, (1797), trad. cast. de A. Cortina

Orts y J. Conill Sancho, La metafísica de las costumbres, Tecnos, Madrid,

1989, Primera parte, § 49, E, p.166: «el hombre nunca puede ser

manejado como medio para los propósitos de otro ni confundido entre

los objetos del derecho real». Y más adelante: «el hombre no puede ser

utilizado únicamente como medio por ningún hombre (ni por otros, ni

siquiera por sí mismo), sino siempre a la vez como fin, y en eso consiste

precisamente su dignidad (la personalidad)». (Ibid, Segunda parte, § 38,

pp. 335336).

10

Philippe Audegean recuerda las numerosas críticas dirigidas a Beccaria, en

relación con el carácter contradictorio de las dos fórmulas, o al menos de la

incongruente asociación del utilitarismo contractualista heredado de Hobbes

y expresado en la primera fórmula, y el moralismo categórico expresado en

la segunda (Introduction a Des délits et des peine, cit., pp. 97-100).

11

«La pena judicial [...] no puede nunca servir simplemente como medio

para fomentar otro bien, sea para el delincuente mismo sea para la sociedad

civil, sino que ha de imponérsele solo porque ha delinquido; porque

el hombre nunca puede ser manejado para los propósitos de otro ni

confundido entre los objetos del derecho real; frente a esto le protege su

personalidad innata, aunque pueda ciertamente ser condenado a perder

la personalidad civil. Antes de que se piense en sacar de esta pena algún

provecho para él mismo o para sus ciudadanos tiene que haber sido

juzgado digno de castigo. La ley penal es un imperativo categórico y ¡ay

de aquél que se arrastra por las sinuosidades de la doctrina de la felicidad

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