Apologeticum06
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
Testimonios
6
El Demonio es Protestante:
“Al principio fue el Verbo”
Testimonio de mi Conversión al Catolicismo
Recuerdo vívidamente los primeros movimientos de rabia
que tuve al leer un artículo en esta Revista que ahora
aprecio tanto, como es la que me honra publicando este
trabajo. Yo encontraba que la nota era demasiado radical
en sus afirmaciones, demasiado rotunda para lo que yo
estaba acostumbrado a leer.
No me dejaba muchos ‘flancos’ descuidados por donde
atacar. O refutaba el centro del asunto o no tenía sentido
desmenuzar tres o cuatro aspectos como se me había
enseñado a realizar de forma automática e inconsciente.
Generalmente los católicos tienen como que una cierta
vergüenza por mostrar todas las cartas sobre la mesa, y
como no muestran todo con claridad, es muy fácil prender
fuego a sus tiendas de campaña, porque dejan demasiados
lados flojos.
En lo personal nunca recurrí a lo que ahora entiendo
como “leyendas negras”, porque me parecía que era
inconducente debatir basándome en miserias personales
o grupales sin haber derribado la propia lógica de su
existencia. Eso hice con algunas sectas o con temas como
la evolución o algunos derechos humanos según se les
entiende normalmente.
Reconozco que muchos de los que en ese momento eran
mis hermanos caen en ese error, tratando de derribar
moralmente al “adversario” diciéndole cosas aberrantes
sobre su fe. Pero basta un buen argumento, y bien
plantado, para que uno se vea obligado a retirarse a las
trincheras de la Biblia y no querer salir de allí hasta que el
temporal que iniciamos se calme al menos un poco. Pero
no nos funciona a todos el mismo esquema. Muchos no se
Por Luis Miguel Boullón
“El Demonio es protestante”, fue la primera frase que pronuncié, tras mi conversión, a quienes me escucharon por
más de doce años como su pastor. El escándalo fue mayúsculo. Algunos ya habían notado que mis vacaciones fueron
demasiado precipitadas y quizá hasta exageradamente prolongadas. Fueron unas vacaciones raras incluso para mi
familia, que me veía reticente a las prácticas habituales en casa, como la lectura y explicación de la Biblia. Ya habíamos
tenido demasiadas rencillas a causa de mis nuevos pensamientos.
rigen tanto por la razón como por el placer de vencer en
cualquier contienda.
El artículo en cuestión me obligaba a pensar sólo con
ideas, porque de eso trataba. Mi manual con citas bíblicas
para cada ocasión me servía poco. Cualquier cosa que
dijera sería respondida con otra. No era ese el camino.
Creo haber estado meditando en el problema unas cinco
o seis semanas. Hasta que resolví acudir a la parroquia
católica que quedaba cerca de mi templo. El sacerdote
del lugar se deshacía en atenciones cada vez que nos
encontrábamos. La verdad es que él estuvo siempre
mucho más ansioso de verme que yo de verle a él. En
ocasiones nos veíamos forzados a encontrarnos en
público por obligaciones propias del pueblo. Pero de
ordinario no nos encontrábamos. Era lo que ahora se
llama un “cura nuevo”, con una permanente guitarra en
las manos y muchas ganas de acercarse a mí.
Primera confesión de mala fe
Yo aprovechaba –Dios me perdone– de sacarle
afirmaciones que escandalizaban a mis feligreses. El
pobre nunca entendió que el ecumenismo muchas veces
sirve más para rebajar a los católicos que para acercar a
los separados. Uno tiene la sensación de que si la Iglesia
puede ceder en cosas tan graves y que por siglos nos
separaron, entonces realmente no le importaba tanto
como a nosotros, que jamás cambiaríamos una sola jota
de la doctrina.
Otra cosa que solía hacer –me avergüenzo al recordarla– era
tirar a mis chicos a discutir con los de la parroquia. Los pobres
parroquianos se veían en serios apuros en esas ocasiones.