Apologeticum06
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Actualidad
Si la Sagrada Escritura no es palabra de Dios, escrita por un
hombre, y asegurada por la asistencia del Espíritu Santo
para evitar ningún error doctrinal.
Si Jesús no está presente donde dos o más se reúnen en
su nombre, y la Tradición de la Iglesia es simplemente
una moda del pasado, no una regla de orientación en
nuestra vida cristiana desde el origen de la Iglesia hasta la
consumación de los tiempos.
Si el Magisterio de la Iglesia es tan sólo la ocurrencia de
algún Obispo y no la concreción del mandato del Señor.
Si todo esto es así, como lo enseña este error, pues entonces
hoy podemos creer en Cristo y mañana da lo mismo creer
en Buda, en Mahoma o en Napoleón, es lógica pura.
Todo es un invento humano y la Iglesia sería tan sólo una
asociación benéfica para que estemos un poco mejor,
una sociedad filantrópica, un club de amigos pero no el
Cuerpo Místico de Cristo.
Dejaría de ser por lo tanto la Iglesia fundada por el mismo
Dios, para ser una congregación creada por hombres para
que los hombres nos encontremos y seamos felices aquí
y ahora.
Por eso tenemos inmediatamente estos dos errores:
2. “Por lo que se refiere a la doctrina de la fe, se dice
que las fórmulas dogmáticas están sometidas
a una evolución histórica, hasta el punto que el
sentido objetivo de las mismas sufre un cambio”.
3. “El Magisterio ordinario de la Iglesia, sobre todo el
del Romano Pontífice, a veces hasta tal punto se
olvida y desprecia, que prácticamente se relega al
ámbito de lo opinable”.
Si no hay una verdad revelada, si simplemente esto es
una congregación de hombres, tampoco hay verdades
inmutables, no pueden existir dogmas, las verdades se
deben ir adecuando a los cambios que se dan en la historia,
deberían ser como explicaciones positivas adecuadas al
común sentir de las personas hoy día.
Por lo tanto el Magisterio Ordinario de la Iglesia debería ser
tan sólo una especie de moderador para una convivencia
pacífica.
Nunca pueden aceptar estos noveleros que la Iglesia
como Madre y Maestra enseñe LA VERDAD revelada
por Nuestro Señor Jesucristo, porque eso implicaría que
deberían adecuar sus pensamientos, sus costumbres, sus
vidas a lo que marca esa enseñanza, es decir, convertirse.
Por eso a ellos les dice nuevamente el Señor: “¿Cómo es
que ustedes desobedecen el mandato de Dios para seguir
sus propias enseñanzas?” 5
Termino este primer artículo con un comentario que hacía
el P. Leonardo Castellani más o menos así: al pie de la cruz
los judíos le dicen a Jesús baja de la cruz y creeremos en ti y
Jesús desde la Cruz les está diciendo crean en mí, entonces
bajaré de la Cruz.
Hoy también los modernos fariseos y saduceos quieren
que Jesús, que su Iglesia, baje de la cruz que se haga
una más del montón para aceptarla porque no puede
soportar el testimonio de Cristo vivo en Su Iglesia Santa
y que desde el madero santo de la Cruz sigue atrayendo
hacia sí a todos los corazones de buena voluntad.
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Notas:
[1] Pelagianismo: herejía defendida y sostenida por el monje bretón
Pelagio, de quien recibió el nombre, difundida en Sicilia, África y
Palestina por Celso, y sistematizada por el obispo de Campania,
Juliano, esta herejía aparecida en los primeros años del siglo V minó
al cristianismo por la base.
Sostenía la capacidad natural del hombre para conseguir la salvación;
bastaba para ello el uso de la razón y de la libertad sin la intervención
sobrenatural de Dios; negaba, al mismo tiempo la sustancia y las
consecuencias del pecado original, y la absoluta necesidad de la
gracia para realizar obras sobrenaturales (mercaba.org)
[2] http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/
documents/rc_con_cfaith_doc_19660724_epistula_sp.html
[3] Cábala: “La Cábala (termino hebreo que significa tradición) mala
se funda en el cambio puro. El cambio no se encontraría en la creatura
sino en el creador. Dios se haría con el universo y con el hombre, Dios
sería historia... El hombre ejerce una acción predominantemente
transitiva y transformadora, buscando la utilidad práctica de las cosas.
La creatura humana tiene la insolencia de levantarse hasta Dios, y, por
su propio esfuerzo, obtener la divinización. No es Dios quien salva al
hombre en Jesucristo, sino que es el hombre quien completa y termina
a Dios” P. Meinvielle. “De la Cábala al Progresismo” Edt. Calchaquí, Salta,
1970
[4] Lucas 10,16
[5] Mateo 15, 3
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