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Apologeticum06

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Actualidad

¿Por Qué los Católicos Están Tan

Mal Formados?

Por Bruno Moreno Ramos

Es frecuente oír la queja de que los católicos están muy

mal formados en lo referente a la fe, la Escritura, la historia

de la Iglesia, la moral, la liturgia y un largo etcétera. Una

queja frecuente y más que comprensible. Esa ignorancia se

hace especialmente evidente si uno visita Hispanoamérica

y observa los millones de católicos que se han hecho (y

se están haciendo) protestantes debido en buena parte a

que nunca tuvieron una formación adecuada y no sabían

responder a acusaciones contra el catolicismo que, en

realidad, no tienen fuerza ninguna o están basadas en

malentendidos. Lo mismo podría decirse de España, con la

diferencia de que los católicos mal formados dejan la Iglesia

en dirección al agnosticismo más que al protestantismo.

Como es lógico no basta constatar esta terrible situación

(que es como para echarse a llorar), sino que lo importante

es responder a la pregunta fundamental: ¿por qué sucede

esto? Sólo conociendo las causas de un problema es

posible solucionarlo. En lugar de lanzarme a intentar

responder a la cuestión, voy a contar una sencilla anécdota

que me parece muy reveladora.

No hace mucho, fui a Misa a una parroquia a la que nunca

había asistido anteriormente y cuyo nombre omitiremos.

Era un templo grande y había mucha gente en él. Coincidió

que el sacerdote que celebraba la Misa no era el párroco

ni un adscrito a la parroquia, sino que estaba haciendo un

favor al párroco, que estaba ocupado ese día.

No voy a hablar de la homilía (que fue excelente, sencilla

y al grano), sino solamente de un pequeño detalle que

me encantó. Se rezó el credo “corto”, es decir, el Credo

Apostólico y, al llegar al final del mismo, los fieles, con la

seguridad que proporcionan años de práctica, dijeron

como un solo hombre “creo en la resurrección de los

muertos”, en lugar de “creo en la resurrección de la carne”.

Ante eso, el sacerdote se tomó dos minutos después

del credo para explicar sencillamente y con tranquilidad

que, en ese credo, se habla de la resurrección de la carne

y el sentido de ese artículo de fe. Después de indicar

que probablemente el error venía en origen de haber

mezclado el credo “corto” y el “largo”, explicó que no

sólo nuestra alma viviría para siempre, sino que nuestro

mismo cuerpo había de resucitar y ser glorificado como

el de Cristo. Los católicos comemos de la Eucaristía,

que es medicina de inmortalidad como la llamaron los

Padres de la Iglesia, de modo que sabemos que nuestro

cuerpo mortal participará de la victoria de Cristo sobre la

muerte. Por eso el cuerpo es templo del Espíritu Santo y

no podemos abusar de él.

La explicación fue seguida con gran atención por toda

la asamblea, que, hasta donde pude ver, la comprendió

y aceptó con naturalidad. Por mi parte, sentí ganas de

vitorear a aquel sacerdote y sólo me contuve porque no

me pareció apropiado aplaudirle en medio de la liturgia.

Aún más meritorio fue el gesto teniendo en cuenta que

sólo estaba de visita y podía haberse limitado a hacer lo

mínimo necesario.

Ya sé que sólo es un detalle aparentemente sin

importancia, pero lo que me llamó la atención

fue darme cuenta de que esos fieles llevaban

probablemente décadas proclamando mal el credo

sin que nadie se hubiera molestado en decírselo y en

explicarles ese artículo de fe. Uno o probablemente

varios sacerdotes les habían oído equivocarse al recitar

el resumen de la enseñanza católica cientos de veces y

no habían sido capaces de tomarse dos minutos para

ayudarles a comprender mejor la fe en la resurrección.

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