Apologeticum06
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General
¿Martín Lutero Tenía Razón?
Por José Miguel Arráiz
Desde hace ya algún tiempo se ha hecho costumbre escuchar de altos prelados de la Iglesia reconocimientos y
elogios a la figura de Lutero. Se ha dicho de todo, desde loas moderadas en donde se admite que pudo estar movido
por una buena y recta intención, a alabanzas desmesuradas en donde se le sitúa como parte de la gran Tradición de
la Iglesia o hasta se admite que tuvo razón en lo referente a la doctrina de la justificación. Desde la perspectiva de
un laico quiero en este artículo compartir lo que considero acertado y desacertado de estos elogios políticamente
correctos en la época actual sobre la figura y doctrina de Lutero.
Sobre las buenas intenciones de Martín Lutero
Conocer a ciencia cierta cuáles eran las intenciones de
Lutero para actuar como lo hizo en tiempos de la reforma
protestante es imposible, pues como todos sabemos,
el fuero interno solo lo conoce Dios. Lo que sí podemos
es formarnos una opinión aproximada y falible evitando
caer en juicio temerario en base a lo que el propio Lutero
admitía y el estudio objetivo de los hechos históricos.
Desde esta perspectiva en el mejor de los casos lo máximo
que se podría admitir, como mera posibilidad, es que
Lutero pudo haber actuado con lo que se conoce como
conciencia recta aunque errónea.
Tal como se nos ha enseñado tradicionalmente, actúa en
conciencia recta quien juzga de la bondad o malicia de
un acto con fundamento y prudencia, a diferencia de la
conciencia falsa, que juzga con ligereza y sin fundamento
serio. Actúa en cambio con conciencia verdadera aquél
que además de actuar en conciencia recta, acierta en
su juicio y actúa de acuerdo al orden moral objetivo. No
debe confundirse la conciencia recta con la verdadera.
Una persona puede actuar con conciencia recta cuando
con sus limitaciones ha puesto todo el empeño en actuar
correctamente independientemente de que acierte
(conciencia verdadera) o se equivoque por algún error
especulativo (conciencia errónea). Actúa en conciencia
recta invenciblemente errónea quien luego de haber
hecho todo lo posible por actuar correctamente, aún así
erra pero actuando de acuerdo a lo que su conciencia
le dicta, conciencia que en este caso, estaría formada
deficientemente.
En los propios escritos de Lutero le encontramos
admitiendo que sufrió una intensa lucha interior
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en donde le atormentaba pensar que podía haber
obrado equivocadamente, pero que finalmente quedó
convencido de que actuaba para la gloria de Dios. Escribió
Lutero a este respecto:
“Una vez (el diablo) me atormentó, y casi me estranguló
con las palabras de Pablo a Timoteo; tanto que el corazón
se me quería disolver en el pecho: ‘Tú fuiste la causa de que
tantos monjes y monjas abandonasen sus monasterios’. El
diablo me quitaba hábilmente de la vista los textos sobre
la justificación... Yo pensaba: ‘Tú solo eres el que ordenas
estas cosas; y, si todo fuese falso, tú serías el responsable de
tantas almas que caen al infierno’. En tal tentación llegué a
sufrir tormentos infernales hasta que Dios me sacó de ella
y me confirmó que mis enseñanzas eran palabra de Dios y
doctrina verdadera” (Martín Lutero, Tisch. 141 I 62-63.)
“Antes de todo, lo que tenemos que establecer es si nuestra
doctrina es palabra de Dios. Si esto consta, estamos ciertos
de que la causa que defendemos puede y debe mantenerse, y
no hay demonio que pueda echarla abajo... Yo en mi corazón
he rechazado ya toda otra doctrina religiosa, sea cual fuere,
y he vencido aquel molestísimo pensamiento que el corazón
murmura: ‘¿Eres tú el único que posees la palabra de Dios?
¿Y no la tienen los demás?’... Tal argumento lo encuentro
válido contra todos los profetas, a quienes también se les
dijo: ‘Vosotros sois pocos, el pueblo de Dios somos nosotros’”
(Martín Lutero, Tisch. 130 I 53-54)
Parece ser que Lutero nunca se libró de la duda y a lo
largo de los años volvía a él un persistente remordimiento
de conciencia al que identificaba como tentaciones
del demonio. En el año 1535, a la ya avanzada edad de
52 años, admite que todavía encuentra el argumento