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inclusivo y digno - esto es una educación de<br />
calidad sin excluidos que se complemente con<br />
un ingente financiamiento para los más postergados<br />
-, se encuentran en falta para la mayoría<br />
de los colombianos. El caso emblemático<br />
de Dylan Cruz, el joven asesinado por la policía,<br />
abarcaba ambas premisas: falleció protestando<br />
porque le habían negado un crédito – el<br />
cual a futuro seguramente le sería realmente<br />
difícil pagarlo, con un PBI per cápita promedio<br />
de US$6.500 al año -, para acceder a la universidad.<br />
Ahora hay que lidiar con las muertes. Por ello,<br />
el presidente Duque, en un halo de desesperación<br />
que replica lo ocurrido con Moreno en<br />
Ecuador o Piňera en Chile, quiere dialogar de<br />
lo que sea y con quien sea de cualquier tema<br />
de agenda que lo libere indemne de esta situación:<br />
eliminar las propuestas previas de flexibilización<br />
laboral y recorte a las pensiones, brindar<br />
mayores fondos para la educación pública,<br />
dar marcha atrás con la privatización de empresas<br />
estratégicas (como por ejemplo Ecopetrol),<br />
comprometerse radicalmente a terminar<br />
con los altos niveles de corrupción, dar cumplimiento<br />
integral del acuerdo de paz con las<br />
FARC, o proponer con firmeza el cese definitivo<br />
de los asesinatos de líderes sociales, indígenas<br />
y excombatientes. En definitiva, un<br />
completo menú a la carta bajo el agobiado<br />
marco de una „necesaria conversación nacional‟.<br />
Eso sí, tarde, siempre tarde.<br />
El vaciamiento institucional descripto que aplica<br />
a Latinoamérica toda, tuvo como consecuencia<br />
primaria convertirnos en la región más<br />
desigual del mundo. Y la inequidad es el principal<br />
factor disparador de las tensiones sociales.<br />
Cuando la pobreza es homogénea, y dada<br />
que la capacidad de análisis de los más humildes<br />
se vincula directamente con lo visual y la<br />
inmediatez, el no procesar escenarios adversos<br />
diluye la posibilidad de reacción. Por ello,<br />
la ignorancia y la mentira han sido el antídoto<br />
aplicado ante la menguante represión física.<br />
Simplemente porque esta „mal visto‟, no porque<br />
los poderes de turno reflexionen sobre la<br />
falta de ética de lo cotidiano.<br />
Sino pregúntenle al Secretario General de la<br />
ONU, Antonio Guterres, que lo primero que<br />
verbalizó ante los escenarios de reclamos fue<br />
su “preocupación por los incidentes de violencia<br />
y vandalismo en los países de la región”.<br />
Cuidado con hacer tambalear el statu-quo,<br />
pensarán en voz alta desde Washington y<br />
otras potencias con intereses en la región, a<br />
través de los legalistas y moralistas Organismos<br />
Internacionales. Mismo el Banco Mundial,<br />
que en un informe del 10 de Octubre pasado,<br />
focalizaba los problemas de Colombia en la<br />
recepción del flujo masivo y acelerado de migrantes<br />
venezolanos (casi 1.500.000 hasta<br />
Septiembre de 2018), mientras alababa el historial<br />
de „gestión macroeconómica y fiscal prudente‟<br />
de los sucesivos gobiernos colombianos.<br />
Los „mejores alumnos‟, como lo solemos<br />
conocer por estos lares.<br />
Sin embargo, y a pesar de que algunos prefieren<br />
mirar para otro lado y poner el foco en la<br />
estrategia de desprestigiar y deslegitimar la<br />
protesta social - argumentando que quienes<br />
reclaman no tienen razón en sus demandas y<br />
son parte de una conspiración castro-chavista<br />
internacional o miembros del subversivo Foro<br />
de Sao Paulo -, estas últimas semanas hemos<br />
observado esencialmente tres elementos disruptivos<br />
comunes en los países al sur del Rio<br />
Bravo.