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parecen tener memoria de la política de poder,<br />
la autoayuda, la geopolítica, etc., pero sí son<br />
atentos a "nuevos temas" como medio ambiente,<br />
derechos humanos, misiones de prevención,<br />
migraciones, etc., el desafío implica<br />
prácticamente un renacimiento estratégico en<br />
clave realista: tanto Rusia, terrorismo, "guerras<br />
híbridas", etc., no son "gestionables" desde<br />
una "diplomacia de buena voluntad" o desde el<br />
"modelo jurídico-institucional".<br />
Rusia y China, por caso, son dos cuestiones<br />
que para Europa implican más oportunidades<br />
que desafíos, particularmente la segunda. Para<br />
ambos, el enfoque de Europa debe ser centralmente<br />
europeo, no un enfoque inficionado<br />
por los conflictos que Estados Unidos mantiene<br />
con esos países.<br />
Un enfoque propiamente europeo frente a Rusia,<br />
es decir, en base al "interés europeo primero",<br />
implicaría "desactivar" la cuestión Ucrania,<br />
esto es, abandonar toda idea relativa con<br />
perseguir que este país de Europa del este<br />
sea parte de la cobertura política, económica y<br />
(sobre todo) militar de Occidente. En paralelo,<br />
al realismo geopolítico debe acompañarlo del<br />
esfuerzo de una diplomacia que encause el<br />
conflicto en los procesos "Minsk".<br />
El propósito debería apuntar a una Ucrania<br />
que comprenda el sitio geopolítico en el que<br />
se encuentra (muy difícilmente exista otra opción),<br />
y que mantenga relaciones tanto con<br />
Occidente como con Rusia.<br />
¿Implicaría ello una victoria de Rusia sobre<br />
Occidente? Tal vez, pero ante todo implicaría<br />
el triunfo de la sensatez geopolítica, precisamente<br />
la gran ausente en este conflicto mayor,<br />
pero la clave de bóveda para salir de él.<br />
En buena medida, la superación de este conflicto<br />
permitiría a Europa concentrarse en<br />
aquello que le está exigiendo y más le exigirá:<br />
definiciones propias en relación con la proyección<br />
de China en base a su emprendimiento<br />
geopolítico, geoeconómico y geoenergético<br />
que es la ruta centroasiática desde China a<br />
Europa que, quizá, implique una nueva configuración<br />
internacional. Como decía Raymond<br />
Aron en su siempre indispensable "Paz y guerra<br />
entre las naciones", "Todos los órdenes<br />
mundiales han sido órdenes territoriales".<br />
Finalmente, Europa tendrá que definirse en<br />
relación con el actor geopolítico clave de la<br />
OTAN: Turquía, un actor que ha construido<br />
poder. Pues si Europa deja que predomine el<br />
enfoque estadounidense en cuanto a este<br />
país, posiblemente se acabe "perdiendo" a<br />
Turquía.<br />
En breve, la característica de "anomalía internacional"<br />
de la OTAN finalmente se está enfrentando<br />
a realidades propias de un mundo<br />
que está cambiando y que exige a sus<br />
"jugadores" definiciones en base a sus conveniencias.<br />
En estos términos, la condición de<br />
"vasallaje estratégico" implica<br />
para Europa no solo pérdida de oportunidades<br />
y dificultades para ser protagonista en la futura<br />
configuración entre Estados, sino incremento<br />
de peligros.<br />
Alberto Hutschenreuter<br />
Doctor en Relaciones Internacionales. Posgrado en Control<br />
y Gestión de Políticas Públicas. Fue profesor en la<br />
UBA. Es profesor titular de Geopolítica en la Escuela Superior<br />
de Guerra Aérea.