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Mundo Plural<br />
Reflexiones Navideñas.<br />
Ubicado en la cima de mis años de vida acumulados,<br />
observo alrededor que todo ha cambiado.<br />
Al iniciar mi reflexión me inquieta vivir<br />
en un nuevo siglo que presenta interrogantes<br />
vitales para la humanidad.<br />
Con sorpresa repaso los avances científicos y<br />
tecnológicos producidos en los últimos tiempos<br />
y me pregunto si el hombre ha evolucionado<br />
al ritmo de estas mejoras.<br />
Mi estado de ánimo varía tan rápido al cambiar<br />
de enfoque como lo hace la brisa de primavera<br />
al cambiar de dirección.<br />
La Solidaridad ante el padecimiento del prójimo<br />
florece por doquier como retoños regados<br />
con abundante amor.<br />
Como contrapeso de la balanza percibo que<br />
las ansias de poder y riqueza se incuban en<br />
grupos sociales sin escrúpulos. La violencia<br />
cobra vidas inocentes y se propaga como una<br />
plaga originada en los albores de la humanidad.<br />
A pesar de todo, hoy sigo contemplando absorto<br />
el fantástico misterio de la “Navidad”.<br />
Me pregunto cómo puede ser que un pequeño<br />
niño nacido hace más de dos mil años<br />
pueda soportar sobre sus delicados hombros<br />
el tremendo peso de mantener viva la Esperanza<br />
en la tierra.<br />
Probablemente la respuesta sea que sus enseñanzas<br />
fueron puestas en práctica por él<br />
mismo durante su corta vida como hombre.<br />
Dio el ejemplo y nos proporcionó la herramienta<br />
más poderosa: la Fe.<br />
Como hijo de Dios su entrega fue total. Jesús<br />
no nos pide un sacrificio extremo como el que<br />
realizó, pero si reclama un profundo compromiso<br />
con el desposeído, con el enfermo, los<br />
niños y los ancianos deben ser el blanco de<br />
nuestra atención, nos enseña a dar sin esperar<br />
recibir nada a cambio.<br />
El vértigo de la vida actual, especialmente en<br />
las grandes ciudades, nos hace perder el verdadero<br />
tesoro que se escurre de las manos<br />
sin darnos cuenta, es la vida misma, que con<br />
muchos de nuestros actos despreciamos cotidianamente.<br />
Recuerdo que de niño la Navidad era para mí<br />
sinónimo de regalos y reunión familiar. Algo<br />
totalmente comprensible. Esa nostálgica imagen<br />
me llevó a pensar que para los adultos<br />
tiene que ser algo más que aprovechar un<br />
feriado para reunirse alrededor de la mesa y<br />
hacer feliz a los pequeños tan sólo por una<br />
noche. Algo efímero sin duda.<br />
Es necesario tomar conciencia de que ese<br />
día se renueva la Esperanza de un mundo<br />
mejor y la única manera de que ello ocurra es<br />
con nuestra participación activa. Y esta tarea<br />
se realiza durante el resto del año, sin prisa<br />
pero sin pausa, cada día de nuestras vidas.<br />
Los cambios me provocan cierta incertidumbre<br />
que prefiero no enfrentar, pero de manera<br />
contradictoria siempre arde en mi interior la<br />
llama de la Esperanza de que algo cambie<br />
para que en la tierra reine definitivamente la<br />
Paz.