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Gramática Didáctica del latín por Agustín Ayuso

Gramática latina que toma sus ejemplos de la obra del poeta Marco Valerio Marcial y es el complemento de la aplicación informática "Initio verbum". https://www.youtube.com/channel/UCzd5_Iau6qXuiuR9BYjYaXA?view_as=subscriber&pbjreload=101 Actualización 1: el modo en latín en https://issuu.com/pyrgopolinices/docs/subjuntivo_actualizaci_n_

Gramática latina que toma sus ejemplos de la obra del poeta Marco Valerio Marcial y es el complemento de la aplicación informática "Initio verbum".
https://www.youtube.com/channel/UCzd5_Iau6qXuiuR9BYjYaXA?view_as=subscriber&pbjreload=101
Actualización 1: el modo en latín en https://issuu.com/pyrgopolinices/docs/subjuntivo_actualizaci_n_

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generalmente por vía erudita o científica para acabar algunos de ellos trascendiendo al

lenguaje común (etcétera, a priori, idem…). Las citas en latín de autores de la

antigüedad con carácter de sentencias o máximas se denominan aforismos latinos.

El siguiente artículo de Marcial Suárez, editado por el semanal del diario “El País” en

1991, en vísperas de la Expo de Sevilla, de la capitalidad europea de Madrid y de los

Juegos Olímpicos de Barcelona (todo ello en 1992), ilustra sobre el uso de latinismos en

la lengua española:

EL TROPIEZO DEL LATÍN

Marcial Suárez

El desprecio del castellano empieza por el desprecio del latín, según el autor del artículo, que cita

numerosos ejemplos del mal uso de este idioma. Añade que no son muchos los escritores a quienes

interesa el latín, y demasiados los que acuden a citas latinas para ilustrar sin conocer ni la primera

declinación.

El lenguaje de un pueblo es la creación

más alta de su cultura. Y la más constante. Y la

más viva. La capitalidad de la cultura que para

el año 92 se cierne sobre nosotros requiere

como medida primordial que nos propongamos

acabar con el mayor disparate de nuestra vida

cultural: el desprecio del lenguaje.

Que entre nuestros escritores haya unos

que conocen el castellano mejor que otros es

tan inevitable como que haya señores bajos y

otros bajitos. Pero ahora centraremos nuestra

atención en los escritores, porque a ellos parece

corresponder el más atento ejercicio de los

cuidados que todos debemos al castellano.

Y, antes de nada, bueno será señalar que el

desprecio del castellano empieza por el

desprecio del latín, aunque este desprecio se

vaya disimulando como se pueda. Todos

sabemos que no son muchos los escritores

españoles a quienes interesa el estudio del latín,

y son demasiados los que acuden a citas latinas

para ilustrar sus textos, sin conocer, en muchos

casos, ni la primera declinación. ¿Y cómo

puede alguien sentir la necesidad de expresar o

de ilustrar su pensamiento mediante citas de un

idioma que no conoce? Es difícil de

comprender. ¿Por qué tropezamos con tantas

citas en latín, en las que quienes primero

tropiezan, realmente, son los que las hacen?

Seguramente, porque obedecen al deseo de

adornarse y de arrimar un poco de prestigio al

texto. Son las Divinas Palabras de Valle Inclán.

Y así nuestras publicaciones de todo género nos

apedrean con latinajos (latinicos los llamó

Cervantes) como urbi et orbe (debe escribirse

urbi et orbi), sensu strictu (sensu stricto), motu

propio (motu proprio), in dubium pro reo (in

dubio pro reo), introibo ad altare Dei (introibo

ad altarem Dei), veni, vidi, vincit (veni, vidi,

vici), simul similibus curantur (similia

similibus curantur), corpus dogmaticus

(corpus dogmaticum), morituri te salutam

(morituri te salutant), etcétera.

Pero ésos son sólo unos pocos de los más

frecuentes. Hay otros casos más graves,

precisamente por su excepcionalidad. Los

latinicos, cuanto más desconocidos, más

prestigiosos suenan y más respeto infunden.

Somos muchos los que hemos aprendido en

Ortega la procedencia del término snob, pero

Ortega escribe correctamente sine nobilitate, y

sólo puede escribir sine nobilitatis quien ignore

que la preposición sine rige ablativo, y no

genitivo. Es posible que nobilitatis parezca a

ciertos oídos más latín que nobilitate, pero el

latín no es sólo cuestión de oído. Hay

intelectuales que hacen gala de la inseguridad

de sus ideas, porque el no mostrarse seguro de

nada es un buen recurso para poder tildar de

dogmáticos a los otros. Pero esos mismos

intelectuales abandonan su inseguridad cuando

más falta les hace y se muestran seguros

cuando no deben, porque ni siquiera sería

necesario conocer esas cosillas elementales a

que nos hemos referido. Les bastaría el simple

temblor de una duda para sentirse empujados a

acudir a Ortega y recordar mejor:”Es el

hombre sin la nobleza que obliga –sine

nobilitate- snob.” Y en nota a pie de página:

“Éste es el origen de la palabra snob”

EXTRAÑO ERROR

En una edición crítica de una novela de Ramón

Pérez de Ayala, aparece un extraño error.

Muchos capítulos de la novela están titulados

en latín, con la traducción a pie de página, pero

el título Amari aliquid se traduce

erróneamente: ser amado por algo. Se toma

amari como presente de infinitivo de voz pasiva

de amare, cuando en realidad es el genitivo

neutro de singular del adjetivo amarus-a-um,

de modo que, en lugar de ser amado por algo,

la traducción correcta es algo de amargo, o,

más libremente, un poco de amargura.

…Son muy numerosos –creo que llegan a

constituir un cierto ambiente cultural– los

ejemplos que podrían agregarse, desde el

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