REVISTA MUNDO PLURAL NOVIEMBRE

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26.11.2019 Views

Mundo Plural Reunión de Five Eyes en agosto de 2018. El Ministro de Asuntos Interiores, Peter Dutton, el Ministro de Seguridad Pública de Canadá, Ralph Goodale, el Ministro de Justicia de Nueva Zelanda, Andrew Little, el Ministro del Interior británico, Sajid Javid, y el Secretario de Seguridad Nacional de los Estados Unidos, Kirstjen Nielsen, en Gold Coast.. En una declaración conjunta, los ministros dijeron que los gobiernos extranjeros, los actores y sus representantes estaban involucrados en “actividades coercitivas, engañosas y clandestinas” para “sembrar la discordia, manipular el discurso público, sesgar el desarrollo de políticas o perturbar los mercados”. De una “desconocida seguridad” a un mundo incierto El mundo bipolar que se inició poco después de finalizada la Segunda Guerra Mundial y que se extendió hasta 1991 se caracterizó por ser un período dominado por el potencial enfrentamiento bélico entre las superpotencias, Estados Unidos y la Unión Soviética, y por la amenaza nuclear. Sin embargo, fue un periodo de la historia en el que los escenarios internacionales podían ser previsibles. El fin de la bipolaridad derivó en un mundo que tendió hacia una alta complejidad que no había sido prevista. Emergieron amenazas que se constituyeron en los principales temas de observación por parte de los organismos de seguridad y de inteligencia a escala global a partir de 1991. Se trata de amenazas que, en general, no provenían de otro Estado sino amenazas causadas por actores no estatales nacionales o transnacionales: terrorismo, narcotráfico, proliferación de armas livianas, de armas químicas o biológicas, de crimen organizado, etc. A estas cuestiones preocupantes se suman las ―guerras comerciales‖ y la puja entre globalismo y nacionalismo, lo que ha invertido la tradicional posición de los actores: Estados Unidos, presidido por Donald Trump se manifiesta contrario al globalismo, mientras que Rusia y China se constituyen como defensores del internacionalismo. El considerado fin de la Guerra Fría de ninguna manera ha significado el fin de los conflictos y mucho menos de la incertidumbre. Por el contrario, los conflictos se incrementaron, sobre todo los regionales y los intraestatales Quien ha puesto más en evidencia la fragilidad y la volatilidad de nuestra sociedad actual fue el sociólogo polaco Zygmunt Bauman, particularmente al introducir el concepto de modernidad líquida. En su libro Modernidad Líquida explica que la diferencia entre los líquidos y los sólidos es que los primeros no conservan fácilmente una forma durante mucho tiempo y están continuamente dispuestos a cambiarla. Para los líquidos lo que cuenta es el flujo del tiempo y no el espacio que ―como los sólidos― puedan llegar a ocupar. Considera que la ―era de la modernidad sólida‖, con sus certezas, ha llegado a su fin. Bauman se vale de esta metáfora de la liquidez para explicar la fase actual de la modernidad, caracterizada por la desregulación, la flexibilización, la liberalización de todos los mercados, la disolución de lo público en favor de lo privado, en síntesis, la inestabilidad. Bauman continuó su elucidación con lo que podemos considerar más relevante desde la inteligencia: ―La planificación del futuro desafía nuestros hábitos y costumbres, las capacidades que aprendimos para superar los escollos del camino‖. Nos encontramos ante una encrucijada y se hace difícil encontrar el camino a seguir ante un sinnúmero de alternativas que se nos presentan pero que no sabemos hacia dónde nos llevarán. De ahí que Bauman considera importante debatir acerca de la siguiente cuestión: ―¿Cómo restablecer el equilibrio entre política y poder? Porque ahora la política es local y el poder global‖.

En su libro La Sociedad Poscapitalista, Peter F. Drucker también hace referencia a las profundas transformaciones del mundo actual y vaticina, entre otras cosas, que esa será una ―sociedad de grandes organizaciones‖, tanto oficiales como privadas, que necesariamente operarán en virtud del flujo informativo. En este contexto de incertidumbres, han tenido lugar una suma de acontecimientos que no fueron percibidos con anterioridad por los servicios de inteligencia. Entre ellos pueden mencionarse el derrumbe del Muro de Berlín por parte de los alemanes (1989) ―parece impropio hablar de ―caída‖ y aún más cuando lo hacemos desde la inteligencia―, la implosión de la Unión Soviética (1991), los ataques del 11 de septiembre (11-S) en Washington y Nueva York (2001), los atentados del 11 de marzo (11-M) en España (2004), la crisis de las hipotecas subprime o ―hipotecas basuras‖ ―que terminó detonando en 2008 con consecuencias de alcance global―, por citar algunos ejemplos. En esta ―sociedad de grandes organizaciones‖ —como la ha definido Peter Drucker—, las correspondientes a la inteligencia han debido repensar sus funciones, reorganizarse, reestructurarse y adecuarse a la multiplicidad de actores que hoy se encuentran en la mira de las mismas. Parafraseando a Bauman, para la inteligencia, el mundo de la Guerra Fría ―si se considera su final con la implosión de la Unión Soviética, visión que no es compartida por el autor de este trabajo― era de una ―realidad sólida‖ y el posterior de una ―realidad líquida‖. A modo de conclusión En el presente estudio se ha podido observar como la Inteligencia y las Relaciones Internacionales son dos disciplinas que desde la antigüedad han estado interactuando, a veces una sobre la otra, conforme a los escenarios mundiales que se fueron dando a lo largo de la historia. Los ejemplos brindados no dejan duda que ambas disciplinas se entrelazan desde sus orígenes y ha sido así desde entonces, aunque en la actualidad la inteligencia y particularmente la inteligencia estratégica deben considerarse como esenciales en un mundo complejo, diverso e incierto. Para ello, seguramente, deberá considerarse que los servicios tendrán que recurrir a la obtención de información por medios propios en mayor medida, quizás disminuyendo el porcentaje dedicado a las fuentes abiertas. Un buen servicio de inteligencia debe anticiparse a los hechos a los efectos de evitar las sorpresas, por lo que puede ayudar a evitar que un conflicto escale y derive en una guerra o evitar un ataque terrorista. Incluso durante el transcurso de una guerra, la inteligencia también ayuda a minimizar los riesgos en vidas y en pérdidas materiales. La historia nos da muchos ejemplos de ello. De ahí que debe ser ponderada por cada Estado que desee brindar seguridad y protección para sus ciudadanos, así como mantener intacta su soberanía nacional. En la época de Sherman Kent la inteligencia parecía limitarse a la reunión de información, pero ya desde fines del siglo XX la inteligencia comenzó a poner el peso en el análisis. Para ello debe recurrir a lo que se denomina ―comunidad ampliada de inteligencia‖, concepto por el cual los servicios de inteligencia deben incorporar para sus propósitos a los think tank, para lo que deberán constituir organismos que deberían trabajar como intermediarios entre ellos y esos centros de pensamiento académico, de modo tal de no mostrarse abiertamente en estas actividades. Las relaciones internacionales y los diversos actores del escenario mundial presentan en la actualidad un dinamismo como nunca antes se ha visto. Los actuales virajes en ciertas posiciones que han sido tradicionales coadyuvan a un incremento de la incertidumbre. Es evidente que los nuevos escenarios, nacionales, regionales y mundiales, harán aún más

Mundo Plural<br />

Reunión de Five Eyes en agosto de 2018. El Ministro<br />

de Asuntos Interiores, Peter Dutton, el<br />

Ministro de Seguridad Pública de Canadá, Ralph<br />

Goodale, el Ministro de Justicia de Nueva Zelanda,<br />

Andrew Little, el Ministro del Interior británico,<br />

Sajid Javid, y el Secretario de Seguridad<br />

Nacional de los Estados Unidos, Kirstjen Nielsen,<br />

en Gold Coast.. En una declaración conjunta,<br />

los ministros dijeron que los gobiernos extranjeros,<br />

los actores y sus representantes estaban<br />

involucrados en “actividades coercitivas,<br />

engañosas y clandestinas” para “sembrar la<br />

discordia, manipular el discurso público, sesgar<br />

el desarrollo de políticas o perturbar los mercados”.<br />

De una “desconocida seguridad” a un mundo<br />

incierto<br />

El mundo bipolar que se inició poco después<br />

de finalizada la Segunda Guerra Mundial y que<br />

se extendió hasta 1991 se caracterizó por ser<br />

un período dominado por el potencial enfrentamiento<br />

bélico entre las superpotencias, Estados<br />

Unidos y la Unión Soviética, y por la amenaza<br />

nuclear. Sin embargo, fue un periodo de<br />

la historia en el que los escenarios internacionales<br />

podían ser previsibles.<br />

El fin de la bipolaridad derivó en un mundo<br />

que tendió hacia una alta complejidad que no<br />

había sido prevista. Emergieron amenazas<br />

que se constituyeron en los principales temas<br />

de observación por parte de los organismos de<br />

seguridad y de inteligencia a escala global a<br />

partir de 1991. Se trata de amenazas que, en<br />

general, no provenían de otro Estado sino<br />

amenazas causadas por actores no estatales<br />

nacionales o transnacionales: terrorismo, narcotráfico,<br />

proliferación de armas livianas, de<br />

armas químicas o biológicas, de crimen organizado,<br />

etc.<br />

A estas cuestiones preocupantes se suman<br />

las ―guerras comerciales‖ y la puja entre globalismo<br />

y nacionalismo, lo que ha invertido la tradicional<br />

posición de los actores: Estados Unidos,<br />

presidido por Donald Trump se manifiesta<br />

contrario al globalismo, mientras que Rusia y<br />

China se constituyen como defensores del internacionalismo.<br />

El considerado fin de la Guerra Fría de ninguna<br />

manera ha significado el fin de los conflictos<br />

y mucho menos de la incertidumbre. Por el<br />

contrario, los conflictos se incrementaron, sobre<br />

todo los regionales y los intraestatales<br />

Quien ha puesto más en evidencia la fragilidad<br />

y la volatilidad de nuestra sociedad actual fue<br />

el sociólogo polaco Zygmunt Bauman, particularmente<br />

al introducir el concepto de modernidad<br />

líquida. En su libro Modernidad Líquida<br />

explica que la diferencia entre los líquidos y<br />

los sólidos es que los primeros no conservan<br />

fácilmente una forma durante mucho tiempo y<br />

están continuamente dispuestos a cambiarla.<br />

Para los líquidos lo que cuenta es el flujo del<br />

tiempo y no el espacio que ―como los sólidos―<br />

puedan llegar a ocupar. Considera que<br />

la ―era de la modernidad sólida‖, con sus certezas,<br />

ha llegado a su fin. Bauman se vale de<br />

esta metáfora de la liquidez para explicar la<br />

fase actual de la modernidad, caracterizada<br />

por la desregulación, la flexibilización, la liberalización<br />

de todos los mercados, la disolución<br />

de lo público en favor de lo privado, en síntesis,<br />

la inestabilidad.<br />

Bauman continuó su elucidación con lo que<br />

podemos considerar más relevante desde la<br />

inteligencia: ―La planificación del futuro desafía<br />

nuestros hábitos y costumbres, las capacidades<br />

que aprendimos para superar los escollos<br />

del camino‖.<br />

Nos encontramos ante una encrucijada y se<br />

hace difícil encontrar el camino a seguir ante<br />

un sinnúmero de alternativas que se nos presentan<br />

pero que no sabemos hacia dónde nos<br />

llevarán. De ahí que Bauman considera importante<br />

debatir acerca de la siguiente cuestión:<br />

―¿Cómo restablecer el equilibrio entre política<br />

y poder? Porque ahora la política es local y el<br />

poder global‖.

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