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e todo para un siglo en el que se incrementarán<br />
las demandas de energía como así los<br />
niveles de autoayuda o de capacidades mayores<br />
de los Estados.<br />
Según el Power Reactor Information System<br />
(PRIS), en el mundo en 2019 hay 449 centrales<br />
nucleares operando y 54 en construcción.<br />
Estados Unidos, Francia, China, Japón y Rusia<br />
son los países con mayor cantidad de centrales.<br />
Cabe aclarar que un número importante<br />
de centrales tienen más de 40 años.<br />
En cuanto a las armas nucleares, según datos<br />
del Institutos de Estudios para la Paz de Estocolmo<br />
(SIPRI), en el mundo hay actualmente<br />
14.465 armas nucleares.<br />
En relación específicamente con Rusia, el reciente<br />
incidente nuclear forma parte de casi<br />
una secuencia de episodios. Cabe preguntarnos,<br />
entonces, si los mismos no están siendo<br />
señales de límites y resquebrajamiento de un<br />
país con serias dificultades en su estructura<br />
económica-tecnológica, o acaso más apropiadamente,<br />
en su falta de modernización.<br />
Básicamente, lo que pretendemos preguntarnos<br />
es si los incidentes en Rusia no se deben<br />
a déficits de seguridad mayor como consecuencia<br />
de dichas dificultades. Y aquí aparece<br />
otro acontecimiento del pasado: el incidente<br />
del submarino nuclear “Kursk”, cuya explosión<br />
se habría debido a cuestiones asociadas con<br />
la falta de mantenimiento en un contexto de<br />
desplome de las capacidades de la otrora gran<br />
Flota del Mar Septentrional (que en su mejor<br />
hora llegó a concentrar 180 submarinos).<br />
Es indiscutible el hecho de que hoy Rusia no<br />
es la Rusia de los años previos a aquella tragedia<br />
ocurrida en agosto de 2000. Es una Rusia<br />
que se ha ordenado hacia dentro y ha logrado<br />
capacidad de deferencia desde fuera.<br />
Pero no es del todo un buen síntoma cuando<br />
Rusia hace alarde de su poder nuclear y de la<br />
posesión de armas de potencia nunca experimentada.<br />
Suena a debilidad, a pesar de tratarse<br />
de Rusia, que nunca dejó de ser superpotencia<br />
en el segmento nuclear.<br />
Por ello, el verdadero triunfo de Vladimir Putin<br />
no tiene lugar en las elecciones presidenciales.<br />
Su verdadero triunfo radicará en si es capaz<br />
de colocar a Rusia en un curso de modernización<br />
irreversible de su estructura económica<br />
que la convierta en una potencia cabal, es<br />
decir, completa en cuanto a ser capaz de proyectar<br />
poder en todos los segmentos, no solo<br />
en el estratégico-militar.<br />
Finalmente, ¿están saliendo las potencias nucleares<br />
mayores del equilibrio nuclear?<br />
Nos encontramos ante una situación inquietante,<br />
pues los grandes poderes atómicos, Estados<br />
Unidos y Rusia, han abandonado tratados<br />
capitales para la estabilidad entre los Estados<br />
en su segmento más crítico: el de las<br />
armas de exterminio masivo.<br />
El reciente retiro de Estados Unidos del tratado<br />
INF rehabilita a ambos a proseguir desarrollando<br />
este tipo de armas letales. El tratado<br />
prohibía el desarrollo de misiles con base en<br />
tierra de rango de 500 a 5.550 Kilómetros, una<br />
categoría de armas muy peligrosa por el escaso<br />
tiempo en el que alcanzan sus objetivos,<br />
dando un tiempo muy limitado para advertencias<br />
e incrementando el margen de errores de<br />
cálculo por parte del que sufre el primer golpe,<br />
como advierte en un reciente trabajo el especialista<br />
Lori E. Murray.<br />
Pero antes, en 2002, Estados Unidos abandonó<br />
el ABM, que era fundamental para que los<br />
dos países no desarrollaran complejos sistemas<br />
misilísticos de defensa. Este tratado había<br />
sido firmado en 1972, precisamente como<br />
consecuencia de la carrera de sistemas defensivos<br />
que los dos países realizaron en los<br />
años sesenta. Una carrera muy peligrosa porque<br />
se podía llegar a neutralizar el propio<br />
equilibrio de terror.<br />
Hoy existe una situación similar pero doblemente<br />
peligrosa porque los actores estratégicos<br />
desarrollan sistemas de defensa cada vez<br />
más invulnerables, pero también se encuentran<br />
desarrollando armas con capacidades para<br />
eludir sistemas de defensa, como el sistema