1-Soy el numero Cuatro - Pittacus Lore
habitación. Henri deja de intentar caminar. Se queda en silencio, observándome con una mirada de dolor en sus ojos, una mirada que me hace sentir peor que nunca. Tengo que desviar la vista. Cuando llego a mi puerta, nuestras miradas se cruzan otra vez. Tiene los hombros caídos, con los brazos a los lados, como si no supiera qué hacer consigo mismo. Me mira sin más, con una expresión cercana al llanto. —Lo siento —digo. Me he proporcionado el tiempo suficiente para escapar. Me doy la vuelta y entonces entro en mi
habitación a toda velocidad, saco de la cómoda una navaja con la que limpiaba pescado cuando todavía vivíamos en Florida y salto por la ventana para correr hacia el bosque. Me sigue el ladrido de Bernie Kosar, nada más. Corro un kilómetro y me detengo en el gran claro donde Sarah y yo dibujamos ángeles de nieve. Nuestro claro, como lo llamó ella. El claro donde haríamos picnic en verano. Siento una punzada de dolor en el pecho al pensar que no estaré aquí en verano, un dolor tan grande que me doblo, apretando los dientes. Ojalá pudiera llamarla y decirle que se
- Page 872 and 873: —¿Cómo tienes la cabeza? —Dol
- Page 874 and 875: demás. —No volví a entrar —le
- Page 876 and 877: el pecho, ni lo que pueda traer el
- Page 878 and 879: Henri sigue en su habitación, con
- Page 880 and 881: mejor. No entré en esa casa. No te
- Page 882 and 883: quiero, él me quiere, y no deseo d
- Page 884 and 885: mundo puede apañarse sin mí, sin
- Page 886 and 887: de catarsis, pero no se produce. S
- Page 888 and 889: coches en el aparcamiento, y dentro
- Page 890 and 891: para mal. Él abre los ojos un inst
- Page 892 and 893: Pero él no me presta atención. Co
- Page 894 and 895: casa. La prueba está aquí, en mis
- Page 896 and 897: es donde quiero estar y aquí es do
- Page 898 and 899: enseguida le veo como lo que es. El
- Page 900 and 901: dice algo detrás de mí. Saludo a
- Page 902 and 903: cuanto ha llegado. En ese momento,
- Page 904 and 905: dentro. Miro otra vez la hoja que t
- Page 906 and 907: A través de la ventana veo abrirse
- Page 908 and 909: preocupación, una mirada que dura
- Page 910 and 911: Sarah debe de haber puesto el pudí
- Page 912 and 913: mi derecha las aulas desdibujadas.
- Page 914 and 915: figura se gira hacia mí, y aprieto
- Page 916 and 917: que he llegado yo. Tu padre lo ha l
- Page 918 and 919: Haciendo caso omiso de su pregunta,
- Page 920 and 921: —¿Qué está pasando aquí? —
- Page 924 and 925: vaya del instituto. Pero mi móvil,
- Page 926 and 927: vehículos solitarios. La entrada d
- Page 928 and 929: desde lejos por el pasillo. Tomo ai
- Page 930 and 931: oírse unos ruidos extraños por lo
- Page 932 and 933: Debe de saber que soy yo el que ha
- Page 934 and 935: algún punto lejano del pasillo, un
- Page 936 and 937: pesada oscuridad. Los dos lo vemos
- Page 938 and 939: concentración bajo presión, de to
- Page 940 and 941: intentando recordar el plano del ed
- Page 942 and 943: con mucho sigilo y el pasador encaj
- Page 944 and 945: Nos encontrarán, y cuando lo hagan
- Page 946 and 947: oigan. Cierro los ojos y acerco len
- Page 948 and 949: del fulgor de mis manos veo la cara
- Page 950 and 951: que mataron a Tres —dice—. Pero
- Page 952 and 953: eso, no hace falta andarse con disi
- Page 954 and 955: aminoran, dejan atrás la salida, g
- Page 956 and 957: seguro de lo que me está pidiendo.
- Page 958 and 959: y me paraliza, dejándome clavado d
- Page 960 and 961: lo que experimentó cuando miró a
- Page 962 and 963: alguien intentara abrirla por la fu
- Page 964 and 965: En los ojos de este hay una mirada
- Page 966 and 967: evuelve otros cajones y, tras sacar
- Page 968 and 969: sobre la herida. Henri se acerca al
- Page 970 and 971: desgarrón en el traje. —¿Qué e
habitación a toda v<strong>el</strong>ocidad, saco de la<br />
cómoda una navaja con la que<br />
limpiaba pescado cuando todavía<br />
vivíamos en Florida y salto por la<br />
ventana para correr hacia <strong>el</strong> bosque.<br />
Me sigue <strong>el</strong> ladrido de Bernie Kosar,<br />
nada más. Corro un kilómetro y me<br />
detengo en <strong>el</strong> gran claro donde Sarah<br />
y yo dibujamos áng<strong>el</strong>es de nieve.<br />
Nuestro claro, como lo llamó <strong>el</strong>la. El<br />
claro donde haríamos picnic en<br />
verano. Siento una punzada de dolor<br />
en <strong>el</strong> pecho al pensar que no estaré<br />
aquí en verano, un dolor tan grande<br />
que me doblo, apretando los dientes.<br />
Ojalá pudiera llamarla y decirle que se