1-Soy el numero Cuatro - Pittacus Lore
El árbol muerto tiene un aspecto fantasmagórico, con la silueta de sus ramas artríticas recortadas contra el telón blanco que tiene detrás. Cierro los ojos. No podré contener la respiración mucho más. La impotencia y la ira empiezan a acumularse, alimentadas por el fuego y la incomodidad de la ropa, y por las tareas que quedan por cumplir. Me centro en la rama más grande e intento separarla del árbol, pero no se rompe. Aprieto los dientes y arrugo la frente hasta que finalmente un fuerte chasquido resuena en el aire como un disparo de escopeta, y la rama sale
volando hacia mí. La atrapo con las manos y la sujeto por encima de mi cabeza. «Que arda», pienso. Debe de tener más de cinco metros de largo. Cuando al fin prende fuego, la levanto en el aire diez o quince metros por encima de mí y, sin tocarla, la clavo directamente en el suelo a modo de reafirmación, como haría un espadachín de antaño en la cumbre de una colina después de haber ganado la guerra. La rama, humeante, se tambalea adelante y atrás, con las llamas bailando a lo largo de su mitad superior. Abro la boca e inspiro instintivamente, y el fuego se precipita
- Page 660 and 661: antes. —¿Cómo sabes que eran mo
- Page 662 and 663: que nos llamó ya no volvió a cont
- Page 664 and 665: su voz se apaga—. Pero en el mism
- Page 666 and 667: —Tenían dos cosas parecidas a co
- Page 668 and 669: Sam sigue a mi lado, intentando asi
- Page 670 and 671: —No tengo ni idea. Ya os he dicho
- Page 672 and 673: «Superpoblación» «Recursos de l
- Page 674 and 675: Asiento y miro de nuevo el papel. O
- Page 676 and 677: —¿Qué? —Dijeron que estarían
- Page 678 and 679: seguramente quedaremos al descubier
- Page 680 and 681: ajo nosotros, y gente caminando por
- Page 682 and 683: la camioneta de Henri porque lo má
- Page 684 and 685: —No, no puedo volar. Soy inmune a
- Page 686 and 687: hacer es guardarnos el secreto. Si
- Page 688 and 689: camioneta. Tenemos que irnos de aqu
- Page 690 and 691: pero los que lo han hecho bastan. H
- Page 692 and 693: Tengo quince años. Ya no soy un ni
- Page 694 and 695: No pienso irme. No pienso huir. Me
- Page 696 and 697: mi vida entera está consagrada a m
- Page 698 and 699: CAPÍTULO VEINTIDÓS EL INVIERNO LL
- Page 700 and 701: levantar más de una cosa a la vez.
- Page 702 and 703: presencia mi entrenamiento. —¿Cu
- Page 704 and 705: —Si te agobias, lánzate sobre la
- Page 706 and 707: como si estuviera flotando. Me aden
- Page 708 and 709: impulso el cuerpo hacia delante y d
- Page 712 and 713: hacia mi interior; una instantánea
- Page 714 and 715: Tumbado en la nieve, miro los finos
- Page 716 and 717: sujeta una especie de sello con una
- Page 718 and 719: metal de algún tipo y diversas her
- Page 720 and 721: la levanto del suelo y la hago gira
- Page 722 and 723: Cojo su equipaje y entramos juntos
- Page 724 and 725: eso en la mejilla. Después, me aca
- Page 726 and 727: cintura. Noto sus finos contornos b
- Page 728 and 729: mundo. De repente, la puerta del sa
- Page 730 and 731: hubierais dicho —dice Sarah, con
- Page 732 and 733: parándonos de vez en cuando para b
- Page 734 and 735: Me encojo de hombros. —No lo sé.
- Page 736 and 737: sentimientos profundos hacia Sarah,
- Page 738 and 739: estábamos en este planeta con much
- Page 740 and 741: a Sarah. Pienso en lo que me ha dic
- Page 742 and 743: ojo y verde. Empiezan siendo fuegos
- Page 744 and 745: de pie en la puerta, con los ojos f
- Page 746 and 747: cubierto de sudor, mugre y sangre.
- Page 748 and 749: de bombas, los grandes destellos de
- Page 750 and 751: en el fondo y empieza a guiar a los
- Page 752 and 753: a mí. Los ojos se me abren como po
- Page 754 and 755: salió después de nosotros. Vi que
- Page 756 and 757: jugaba en el jardín de la casa de
- Page 758 and 759: —Bueno, ¿y adónde se fueron? ¿
volando hacia mí. La atrapo con las<br />
manos y la sujeto por encima de mi<br />
cabeza. «Que arda», pienso. Debe de<br />
tener más de cinco metros de largo.<br />
Cuando al fin prende fuego, la levanto<br />
en <strong>el</strong> aire diez o quince metros por<br />
encima de mí y, sin tocarla, la clavo<br />
directamente en <strong>el</strong> su<strong>el</strong>o a modo de<br />
reafirmación, como haría un<br />
espadachín de antaño en la cumbre de<br />
una colina después de haber ganado la<br />
guerra. La rama, humeante, se<br />
tambalea ad<strong>el</strong>ante y atrás, con las<br />
llamas bailando a lo largo de su mitad<br />
superior. Abro la boca e inspiro<br />
instintivamente, y <strong>el</strong> fuego se precipita