1-Soy el numero Cuatro - Pittacus Lore
de mi corazón en el pecho. Mis dedos aprietan con fuerza el trozo de madera aún ardiendo. Una ráfaga de aire irrumpe por la puerta, y el fuego baila alrededor de mi mano y me trepa por la muñeca. No hay nadie fuera. De repente, Henri relaja el cuerpo y ríe entre dientes, bajando la vista a sus pies. Allí, mirándole desde el suelo, está el mismo beagle que vi ayer en el instituto. El perro empieza a menear la cola y rascar el suelo con las patas delanteras. Henri se agacha y le acaricia, pero entonces el perro le deja atrás y trota hacia la casa con la lengua colgando.
—¿Qué hace aquí este perro? — pregunto. —¿Lo conoces? —Lo vi en el instituto. Ayer me estuvo siguiendo después de que me dejaras allí. Dejo el trozo de madera y me froto la mano en los pantalones, donde dejo un rastro de cenizas negras. El perro se sienta a mis pies y me mira con expectación, batiendo el suelo de madera dura con el rabo. Me siento en el sofá y observo los dos fuegos, que siguen ardiendo. Ahora que ha pasado la emoción del momento, mis pensamientos regresan a la visión que
- Page 194 and 195: me quita un trozo seco del pelo.
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—¿Qué hace aquí este perro? —<br />
pregunto.<br />
—¿Lo conoces?<br />
—Lo vi en <strong>el</strong> instituto. Ayer me<br />
estuvo siguiendo después de que me<br />
dejaras allí.<br />
Dejo <strong>el</strong> trozo de madera y me<br />
froto la mano en los pantalones, donde<br />
dejo un rastro de cenizas negras. El<br />
perro se sienta a mis pies y me mira<br />
con expectación, batiendo <strong>el</strong> su<strong>el</strong>o de<br />
madera dura con <strong>el</strong> rabo. Me siento<br />
en <strong>el</strong> sofá y observo los dos fuegos,<br />
que siguen ardiendo. Ahora que ha<br />
pasado la emoción d<strong>el</strong> momento, mis<br />
pensamientos regresan a la visión que