1-Soy el numero Cuatro - Pittacus Lore
de la cabeza. El proyectil le ha llenado el pelo y los hombros de trozos de carne y de salsa de espagueti, y una parte me ha salpicado a mí. Cuando empiezo a limpiarme, otra albóndiga vuela por los aires y me da en toda la mejilla. Se oyen algunas exclamaciones en el comedor. Me pongo de pie y me limpio la cara con una servilleta, mientras la ira empieza a adueñarse de mí. En este momento dejo de preocuparme por mis manos. Por mí, como si brillan más fuerte que el sol, aunque Henri y yo tengamos que irnos esta misma tarde si hace falta. Pero ni de coña
voy a dejar pasar esto. Por la mañana había decidido olvidarme del asunto… pero ya no. —No vayas —dice Sam—. Si empiezas una pelea, nunca más te dejarán en paz. Me pongo a caminar. El silencio se apodera del comedor. Cien pares de ojos están pendientes de mí. Mi cara se contrae por el enfado. En la mesa de Mark James hay siete personas sentadas, todos tíos. Los siete se levantan cuando me acerco. —¿Tienes algún problema con nosotros? —me pregunta uno de ellos. Es muy corpulento, con la
- Page 126 and 127: —¡Ya era hora! —digo. El cofre
- Page 128 and 129: media allí. ¿Cómo has podido ten
- Page 130 and 131: No sé ni cómo se mantiene en pie
- Page 132 and 133: —Nunca te he visto tan cansado. D
- Page 134 and 135: Bajo el brazo y me toco las tres ci
- Page 136 and 137: estamos haciéndonos más fuertes,
- Page 138 and 139: elevado por encima de las copas de
- Page 140 and 141: marca las 11.36. Llevamos en Ohio p
- Page 142 and 143: los veinticinco y los treinta y cin
- Page 144 and 145: noto distinto de antes. —¿Te ha
- Page 146 and 147: —Sí, seguramente después de un
- Page 148 and 149: de inclinar la balanza a mi favor.
- Page 150 and 151: CAPÍTULO SIETE ME DESPIERTO ANTES
- Page 152 and 153: naturales, como piedras preciosas y
- Page 154 and 155: opa un día de estos. Él asiente y
- Page 156 and 157: Él suspira y menea la cabeza. —N
- Page 158 and 159: —Gracias. Vuelvo al pasillo, pero
- Page 160 and 161: se pone de pie y se acerca al grupo
- Page 162 and 163: Por la forma en que se le arruga el
- Page 164 and 165: sigue allí. Meneo la cabeza, contr
- Page 166 and 167: Cuando entro, todos dirigen la mira
- Page 168 and 169: —¿Qué te cuentas, corredor? He
- Page 170 and 171: de cómo son los marcianos. Cuerpos
- Page 172 and 173: escasez de alimentos… Llegó un m
- Page 174 and 175: terminen todas. La primera mitad de
- Page 178 and 179: constitución de un futbolista de l
- Page 180 and 181: Kevin, señor Johnson —le dice Ma
- Page 182 and 183: del director. El señor Harris est
- Page 184 and 185: —Esa lengua —le riñe el señor
- Page 186 and 187: distraído limpiándose. Pero me im
- Page 188 and 189: hace mucha ilusión. —Muy bien. V
- Page 190 and 191: —No quiero volver a veros por aqu
- Page 192 and 193: corazón desbocado. Por favor, que
- Page 194 and 195: me quita un trozo seco del pelo.
- Page 196 and 197: Intento romper el primer huevo pero
- Page 198 and 199: Yo me río, y le contesto: —Sufro
- Page 200 and 201: Caminamos en silencio algunos pasos
- Page 202 and 203: empieza a recorrerme el cuerpo. Mis
- Page 204 and 205: para ayudarme: apenas me conoce. Pe
- Page 206 and 207: CAPÍTULO OCHO ENCUENTRO A HENRI AP
- Page 208 and 209: carretera—. He tenido que conduci
- Page 210 and 211: compromiso que en cualquier otra co
- Page 212 and 213: —Creo que estoy más impaciente p
- Page 214 and 215: —El candado sólo se abre si esta
- Page 216 and 217: —Todavía no. Dentro hay cosas qu
- Page 218 and 219: que algunas veces deseaba que no lo
- Page 220 and 221: silencio, a excepción de alguna qu
- Page 222 and 223: del sol sobre la cara, llegado de n
- Page 224 and 225: superficie del río. Los animales l
voy a dejar pasar esto. Por la mañana<br />
había decidido olvidarme d<strong>el</strong> asunto…<br />
pero ya no.<br />
—No vayas —dice Sam—. Si<br />
empiezas una p<strong>el</strong>ea, nunca más te<br />
dejarán en paz.<br />
Me pongo a caminar. El silencio se<br />
apodera d<strong>el</strong> comedor. Cien pares de<br />
ojos están pendientes de mí. Mi cara<br />
se contrae por <strong>el</strong> enfado. En la mesa<br />
de Mark James hay siete personas<br />
sentadas, todos tíos. Los siete se<br />
levantan cuando me acerco.<br />
—¿Tienes algún problema con<br />
nosotros? —me pregunta uno de <strong>el</strong>los.<br />
Es muy corpulento, con la