1-Soy el numero Cuatro - Pittacus Lore
Él suspira y menea la cabeza. —No hagas ninguna estupidez. Estaré aquí mismo cuando terminen las clases. —Descuida —respondo. Salgo de la camioneta y Henri se va. Dentro, los pasillos son un hervidero de actividad. Los estudiantes se agolpan frente a las taquillas, charlando y riendo. Algunos me miran y susurran. No sé si es por lo del enfrentamiento o por lo del cuarto oscuro. Lo más probable es que estén cuchicheando sobre las dos cosas. Es un instituto pequeño, y en los sitios pequeños hay pocas cosas que no se
sepan al instante. Cuando llego a la entrada principal, giro a la derecha y me voy hacia mi taquilla. Está vacía. Tengo quince minutos antes de que empiece la clase de redacción de segundo. Paso al lado del aula para asegurarme de que sé dónde está y luego me dirijo hacia secretaría. Cuando entro, la secretaria me sonríe. —Hola —digo—. Ayer perdí mi móvil, y me preguntaba si alguien lo habría dejado en objetos perdidos… —No, lo siento, pero no han dejado ningún teléfono —contesta ella, negando con la cabeza.
- Page 106 and 107: atrás y me doy la vuelta. Mark est
- Page 108 and 109: pensarán que soy un cobarde por ir
- Page 110 and 111: todavía refulge, de forma intermit
- Page 112 and 113: dedos. Entonces, la puerta empieza
- Page 114 and 115: el exterior de la casa. Estoy tan c
- Page 116 and 117: —¿Señor Smith? ¿Va todo bien?
- Page 118 and 119: el pasillo. —Tienes que caminar l
- Page 120 and 121: cuarto oscuro para que se le haya p
- Page 122 and 123: oja de lo que creía, y los ojos un
- Page 124 and 125: —Una espera larga de la mierda. P
- Page 126 and 127: —¡Ya era hora! —digo. El cofre
- Page 128 and 129: media allí. ¿Cómo has podido ten
- Page 130 and 131: No sé ni cómo se mantiene en pie
- Page 132 and 133: —Nunca te he visto tan cansado. D
- Page 134 and 135: Bajo el brazo y me toco las tres ci
- Page 136 and 137: estamos haciéndonos más fuertes,
- Page 138 and 139: elevado por encima de las copas de
- Page 140 and 141: marca las 11.36. Llevamos en Ohio p
- Page 142 and 143: los veinticinco y los treinta y cin
- Page 144 and 145: noto distinto de antes. —¿Te ha
- Page 146 and 147: —Sí, seguramente después de un
- Page 148 and 149: de inclinar la balanza a mi favor.
- Page 150 and 151: CAPÍTULO SIETE ME DESPIERTO ANTES
- Page 152 and 153: naturales, como piedras preciosas y
- Page 154 and 155: opa un día de estos. Él asiente y
- Page 158 and 159: —Gracias. Vuelvo al pasillo, pero
- Page 160 and 161: se pone de pie y se acerca al grupo
- Page 162 and 163: Por la forma en que se le arruga el
- Page 164 and 165: sigue allí. Meneo la cabeza, contr
- Page 166 and 167: Cuando entro, todos dirigen la mira
- Page 168 and 169: —¿Qué te cuentas, corredor? He
- Page 170 and 171: de cómo son los marcianos. Cuerpos
- Page 172 and 173: escasez de alimentos… Llegó un m
- Page 174 and 175: terminen todas. La primera mitad de
- Page 176 and 177: de la cabeza. El proyectil le ha ll
- Page 178 and 179: constitución de un futbolista de l
- Page 180 and 181: Kevin, señor Johnson —le dice Ma
- Page 182 and 183: del director. El señor Harris est
- Page 184 and 185: —Esa lengua —le riñe el señor
- Page 186 and 187: distraído limpiándose. Pero me im
- Page 188 and 189: hace mucha ilusión. —Muy bien. V
- Page 190 and 191: —No quiero volver a veros por aqu
- Page 192 and 193: corazón desbocado. Por favor, que
- Page 194 and 195: me quita un trozo seco del pelo.
- Page 196 and 197: Intento romper el primer huevo pero
- Page 198 and 199: Yo me río, y le contesto: —Sufro
- Page 200 and 201: Caminamos en silencio algunos pasos
- Page 202 and 203: empieza a recorrerme el cuerpo. Mis
- Page 204 and 205: para ayudarme: apenas me conoce. Pe
sepan al instante.<br />
Cuando llego a la entrada<br />
principal, giro a la derecha y me voy<br />
hacia mi taquilla. Está vacía. Tengo<br />
quince minutos antes de que empiece<br />
la clase de redacción de segundo.<br />
Paso al lado d<strong>el</strong> aula para asegurarme<br />
de que sé dónde está y luego me dirijo<br />
hacia secretaría. Cuando entro, la<br />
secretaria me sonríe.<br />
—Hola —digo—. Ayer perdí mi<br />
móvil, y me preguntaba si alguien lo<br />
habría dejado en objetos perdidos…<br />
—No, lo siento, pero no han<br />
dejado ningún t<strong>el</strong>éfono —contesta<br />
<strong>el</strong>la, negando con la cabeza.