1-Soy el numero Cuatro - Pittacus Lore

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econforta saber que Henri todavía estará viajando con nosotros, que mirará la ruta antes de salir de un pueblo, como hemos hecho tantas veces antes los dos. Cargamos nuestras pertenencias en la parte trasera de la camioneta. Además de mis cosas y las de Seis, Sam también ha cargado dos mochilas suyas. Al principio eso me choca, pero entonces me doy cuenta de que Seis y él han hecho algún tipo de pacto para que nos acompañe. Y me alegro de que sea así. Sarah y yo volvemos a la habitación del hotel. En cuanto la puerta se cierra detrás de
nosotros, ella me coge la mano y me acerca hacia ella. —Se me rompe el corazón —me dice—. Intento ser fuerte para ti en este momento, pero la idea de que te vayas me está matando por dentro. Le doy un beso en la cabeza y le digo: —A mí ya se me ha roto el corazón. En cuanto tenga una dirección que darte, te escribiré. Y haré todo lo posible por llamar cuando vea que no hay peligro. Seis asoma la cabeza por la puerta. —Tenemos que irnos —dice.
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VINIMOS NUEVE A LA TIERRA. Tenemos
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Pittacus Lore Soy el número Cuatro
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Título original: I am number Four
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ADVERTENCIA. EXISTEN OTRAS CIVILIZA
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momento. Ambos levantan la cabeza p
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Tierra, atraviesa la puerta y se hu
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Los crujidos se acercan. El muchach
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Alcanza el otro lado y da tumbos en
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urlona. Levanta la espada, la únic
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CAPÍTULO UNO AL PRINCIPIO ÉRAMOS
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Se la veía frenética y triste. Te
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izquierdo, formada cuando se conjur
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Minnesota. La segunda cicatriz lleg
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perteneciente a los padres del chic
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grabándose. El tercero de los sím
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empapado para ver las cicatrices. A
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columnas de madera que la sostienen
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ahora? —Sí. ¿Quieres hacerla t
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—Lo sé. —Estas islas no eran u
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dormíamos. —Encárgate de los ap
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hablar nunca con ellos. Y ellos nun
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olsa de patatas. Arranca el motor y
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izquierda, el golfo; en esencia, se
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carne y macarrones con queso (que e
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tener una vida normal, si puede ser
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eflejos, puedo dominar la mayoría
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úsquedas por Internet para poner a
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mayoría de ellas tienen adornos de
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paso a lo largo del camino de entra
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—Pues sí, es como un paraíso
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devuelve el contrato y los tres ent
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usque a su hija en el instituto, qu
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mañana por la mañana. Pero si qui
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localidad pequeña, un centro peque
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—Y no hagas daño a nadie. Tú er
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hijo. Le sonrío. Tiene cincuenta a
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parte tapado por las nubes. Tambié
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proteger la lente. Con mi cara, pod
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llamar mi atención. A la chica le
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caliente, como si tuvieras fiebre o
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sheriff del pueblo, y él es la est
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ayuda a impedir que me sigan la pis
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terminar el proyecto en el que est
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me parecen horas mientras repasa ca
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acogerte en ella. —Gracias. El se
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una cadena que lleva alrededor del
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equilibrio, me mantengo de pie. Una
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luego, y las palabras de Henri resu
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—Ya decía yo —le digo, y sigo
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mayor. Mark James, que está sentad
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los demás. Pero ¿qué puede haber
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Cuarenta, treinta y nueve. Ahora si
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atrás y me doy la vuelta. Mark est
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pensarán que soy un cobarde por ir
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todavía refulge, de forma intermit
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dedos. Entonces, la puerta empieza
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el exterior de la casa. Estoy tan c
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—¿Señor Smith? ¿Va todo bien?
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el pasillo. —Tienes que caminar l
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cuarto oscuro para que se le haya p
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oja de lo que creía, y los ojos un
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—Una espera larga de la mierda. P
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—¡Ya era hora! —digo. El cofre
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media allí. ¿Cómo has podido ten
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No sé ni cómo se mantiene en pie
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—Nunca te he visto tan cansado. D
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Bajo el brazo y me toco las tres ci
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estamos haciéndonos más fuertes,
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elevado por encima de las copas de
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marca las 11.36. Llevamos en Ohio p
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los veinticinco y los treinta y cin
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noto distinto de antes. —¿Te ha
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—Sí, seguramente después de un
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de inclinar la balanza a mi favor.
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CAPÍTULO SIETE ME DESPIERTO ANTES
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naturales, como piedras preciosas y
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opa un día de estos. Él asiente y
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Él suspira y menea la cabeza. —N
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—Gracias. Vuelvo al pasillo, pero
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se pone de pie y se acerca al grupo
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Por la forma en que se le arruga el
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sigue allí. Meneo la cabeza, contr
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Cuando entro, todos dirigen la mira
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—¿Qué te cuentas, corredor? He
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de cómo son los marcianos. Cuerpos
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escasez de alimentos… Llegó un m
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terminen todas. La primera mitad de
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de la cabeza. El proyectil le ha ll
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constitución de un futbolista de l
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Kevin, señor Johnson —le dice Ma
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del director. El señor Harris est
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—Esa lengua —le riñe el señor
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distraído limpiándose. Pero me im
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hace mucha ilusión. —Muy bien. V
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—No quiero volver a veros por aqu
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corazón desbocado. Por favor, que
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me quita un trozo seco del pelo.
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Intento romper el primer huevo pero
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Yo me río, y le contesto: —Sufro
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Caminamos en silencio algunos pasos
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empieza a recorrerme el cuerpo. Mis
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para ayudarme: apenas me conoce. Pe
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CAPÍTULO OCHO ENCUENTRO A HENRI AP
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carretera—. He tenido que conduci
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compromiso que en cualquier otra co
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—Creo que estoy más impaciente p
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—El candado sólo se abre si esta
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—Todavía no. Dentro hay cosas qu
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que algunas veces deseaba que no lo
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silencio, a excepción de alguna qu
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del sol sobre la cara, llegado de n
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superficie del río. Los animales l
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persiguiéndola. Asciendo más alto
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aeronaves diferentes, todas ellas s
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Henri, pero no le veo por ningún l
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en que sabían que seríamos más v
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desaparece. Tiene algo que me resul
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Pasa a través de mí, pero se llev
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transcurrido casi una hora. Estoy s
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encendidos, y visiones difusas de L
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instante, hace una profunda inspira
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de mi corazón en el pecho. Mis ded
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he tenido. Todavía oigo los gritos
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—Bernie Kosar —leo, y el perro
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comprendido lo que significaba hast
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emprender acciones drásticas. Henr
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ojos. —¿Sabes cuál es el segund
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—Pero no creo que estén interesa
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—Diría que tenemos una nueva mas
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para asegurarme de que Mark James n
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CAPÍTULO DIEZ CUANDO ME DESPIERTO,
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nosotros, y entonces se para y se s
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—Sí. —¿Móvil? —Sí. —¿C
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muy distinto a como me lo imaginaba
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puerta y entro sin esperar su respu
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aire confuso. —Sí. El señor Har
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opción? Estoy en minoría, y mi ú
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llenando y Sam se sienta otra vez a
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Saturno. Sam saca un folio y empiez
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haya hecho jamás. Miro a Sam. Nunc
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codos, con aspecto larguirucho a pe
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—Nueve minutos y cincuenta y cuat
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vuelven a borbotones las imágenes
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dos personas. —¡Smith! ¿Qué ha
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población entera? Sam se encoge de
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enormes bestias. —¿Eso no es com
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segundos, mejor que la última vez
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—Unos diez minutos de mi incompar
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mejor que los demás. También empe
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me pregunta si estoy bien, y yo fin
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CAPÍTULO ONCE LAS IMÁGENES SE PRE
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cristal lórico por cada uno de mis
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ponerse a los buceadores. Me habla
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extendiendo el efecto repelente con
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casa definitivamente, sin poder par
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iendo otra vez. Las bestias más pe
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Nuestras naves no utilizaban la com
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de metros del suelo, pero entonces
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fuego y el rayo caen sobre él, aco
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manejarlos. Nuestra función no era
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lágrimas brotan de mis ojos, aunqu
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Está concentrándose en pensar, co
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La mano derecha se me ilumina, no t
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—A veces van llegando en un plazo
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eso me da la sensación de que me e
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conociera los detalles del plan, o
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que estás pidiendo es que seáis i
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pero en mi memoria no hay nada de e
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—Sí. No tenía que visitarnos mu
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CAPÍTULO DOCE EL SÁBADO, CASI DOS
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parece darle mucha importancia al d
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ellas lleva a Mark y a algunos de s
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que vendría conmigo pero que tiene
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extraterrestres? Las provocan para
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—¿Sabía que las pirámides egip
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alienígenas si los que crean los c
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nada puede vivir en el centro de la
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Henri sigue sin saber qué respuest
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Sam me mira y hace una mueca. —Ve
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—Cuando pasas tanto tiempo mintie
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pensado en consultar panfletos cons
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con un gran cartel que dice: ¡UN P
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—Hola. Ha estado bien. Creo que m
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de Colorado que quedó destruido el
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Justo entonces, sobre el hombro de
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el otro día en el instituto y no s
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—Lo dudo mucho. Mark se retira ha
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CAPÍTULO TRECE LOS NIÑOS CORREN,
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a su lado, y yo me siento en él.
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cada vez más tenue del crepúsculo
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entonces. —Buena suerte con los b
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—Un poco. Pero sigo sin tener ni
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Él mira al grupo y asiente, y ento
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y la de Sarah una sonrisa de perple
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de diez minutos. Según el folleto,
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—¡Qué bien! Dentro de unos cinc
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insistir: —No va a pasar nada.
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demasiado —bromea, señalándome
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—Venga —le dice Sarah, haciénd
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comento. —Será porque está loqu
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oscuridad de forma intermitente dur
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Cuando se ha bajado el último de l
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y también Sam. Yo tropiezo, caigo
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hojas. Me quedo ahí parado unos se
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llegar a caer. Lanzo un puñetazo a
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CAPÍTULO CATORCE KEVIN SALE DE ENT
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que pueda ponerse en pie. Cuando ca
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pero me desprendo de él y le levan
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encender mis luces, y sólo entonce
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temperatura es de sólo siete u och
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—Te juro que te parto la espalda
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suelo. —Vamos —digo a Sam, y de
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sombras. —Vaya, vaya, vaya —dic
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de sus amigos, más corpulentos que
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que su codo me golpea la cara y me
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Sam está sentado en la roca a su l
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comparado con lo que te va a pasar.
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nada. Apenas hemos dado cinco pasos
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silencio, y rezo por que pesen más
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toda prisa. Se le ve muy impactado.
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siento capaz de tenerme en pie. —
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CAPÍTULO QUINCE LA PRIMERA NEVADA
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punto en el que estamos ahora, marc
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empeñado en sacar este poder de la
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—Sigamos intentándolo. Acto segu
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preocupado por mis avances o si es
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levanta la vista de su plato except
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contemplar las estrellas. —Algo v
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—Y eso no es todo —añade Henri
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Henri señala las estrellas. —Ah
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cosas si te acordaras. —Pero no m
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—Ya estoy enamorado. Y lo seguir
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Después de ver la peli, Henri y yo
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un motivo que trasciende la mera su
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legado para poder activarlo. Despu
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no puede ser a escala porque, en re
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ella, y en el núcleo mismo de la e
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espiración de Henri. —¿Qué has
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Asiento y miro el punto que está s
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llegado muy lejos. —Si no pudo ha
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hemos traído desde allí todavía
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Cuando empieza a retorcerse para so
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desesperado por echarle un ojo a la
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una cama grande cubierta por un edr
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hacia él, me está apuntando con u
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—¡Dímelo! ¿Qué eres? Pongo lo
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empeñas en creer estas cosas? Él
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Él sonríe, diciendo: —A la gent
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casa, y es de suponer que está a p
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creería? Abro la revista para busc
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QUIERE DOMINAR LA TIERRA La raza al
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—Pero trátalo con cuidado. Tres
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—Eran de mi padre. Me quito las g
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ser verdad? —me pregunta tras uno
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segundo y añade—: Tenía miedo d
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las abducciones alienígenas son al
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mesa, observando los periódicos co
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de otros artículos de la revista y
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Tierra, igual que hicieron con Lori
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se estén retrasando, nada más. Cr
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que eso acelere la transformación
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corriendo a tope. Bernie Kosar se q
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matutino. Me quito la mochila, abro
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pistola y le apunto con ellos. —
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—Qué bien —dice ella, sonriend
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quedo mirándolo—. Vale, vale. He
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sonríe. —Sí —dice, y hace una
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CAPÍTULO DIECIOCHO DESPUÉS DE PAS
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esta palabra. —Eres consciente de
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ni una pizca que viaje a Athens mie
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Es un día largo. Uno de esos en lo
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fallaría en algo así. Me meto en
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Al ver toda su ropa, me siento más
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me pongo en marcha. Corro bordeando
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eso muy largo. Respiro profundament
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esarte después —le susurro. Ella
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Verlos me hace desear que Henri y y
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—Le acabo de llamar. Dice que…
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tiempo. Me preguntan sobre mi pasad
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autobús, pero tardaría demasiado.
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con expresión perpleja. Está boqu
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delicadeza. Espero que no sea por
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ella. Vuelvo a entrar. Miro fijamen
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desencadenan los legados. Seguro qu
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Dejo caer la esquirla y salgo pitan
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ella, trazando un arco con la mano
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necesito ayuda. Otro silencio, y en
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una macetilla con planta junto a la
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sudor. Echa un vistazo en derredor
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—Anda ya —dice. Niego con la ca
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—¿Era el artículo sobre los mog
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—¿Y por qué no llamas a la poli
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Yo respondo negando con la cabeza.
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—Ocho años. ¿Y por qué no debe
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qué esperar cuando lleguemos. Y, s
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de metros por detrás y finjo estar
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hierba cortada hace mucho. Sam enci
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años. Está exactamente igual. —
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poquito a poco. Luego, cierro la pu
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—Y… allá… vamos —anuncia,
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—Y yo. —¿Tienes algún plan pa
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otado de entre los árboles. A la m
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—Un kilómetro o así. —¿Quier
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espondo, y miro a Bernie Kosar—.
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para venir aquí. De hecho, ya le h
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las 11.12 de la noche. Llamo a Henr
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tulipanes en la mano, como si se lo
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Sam se gira y mira al hombre, que y
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profunda inspiración, cierro los o
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lado de la puerta, una escalera asc
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—Estoy buscando a un amigo. Ha ve
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hombre baja otro escalón. Sólo no
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diferencia de los pósteres de Sam,
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tocándole. No le llega el aire, y
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Le echo los brazos hacia atrás, lo
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atadas tras él, y los tobillos anu
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—No había otra forma. —¿En qu
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y retrocedo un paso. Me planteo usa
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—Pero ¿qué…? Aprovechando que
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alivio en su voz que casi espero ve
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Sam. Y es entonces cuando le oímos
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mientras el silencio invade mis oí
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escalera da media vuelta y hace ade
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insiste Sam, suplicándonos con una
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Mogador. Arrasaron Lorien en busca
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verdad. —Vaya… —dice Sam, y s
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subimos a la buhardilla. El hombre
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atrapado a Sam en el aire, sé que
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esa misma noche. —¿Qué aspecto
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antes. —¿Cómo sabes que eran mo
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que nos llamó ya no volvió a cont
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su voz se apaga—. Pero en el mism
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—Tenían dos cosas parecidas a co
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Sam sigue a mi lado, intentando asi
Page 670 and 671:
—No tengo ni idea. Ya os he dicho
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«Superpoblación» «Recursos de l
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Asiento y miro de nuevo el papel. O
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—¿Qué? —Dijeron que estarían
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seguramente quedaremos al descubier
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ajo nosotros, y gente caminando por
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la camioneta de Henri porque lo má
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—No, no puedo volar. Soy inmune a
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hacer es guardarnos el secreto. Si
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camioneta. Tenemos que irnos de aqu
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pero los que lo han hecho bastan. H
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Tengo quince años. Ya no soy un ni
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No pienso irme. No pienso huir. Me
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mi vida entera está consagrada a m
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CAPÍTULO VEINTIDÓS EL INVIERNO LL
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levantar más de una cosa a la vez.
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presencia mi entrenamiento. —¿Cu
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—Si te agobias, lánzate sobre la
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como si estuviera flotando. Me aden
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impulso el cuerpo hacia delante y d
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El árbol muerto tiene un aspecto f
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hacia mi interior; una instantánea
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Tumbado en la nieve, miro los finos
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sujeta una especie de sello con una
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metal de algún tipo y diversas her
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la levanto del suelo y la hago gira
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Cojo su equipaje y entramos juntos
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eso en la mejilla. Después, me aca
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cintura. Noto sus finos contornos b
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mundo. De repente, la puerta del sa
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hubierais dicho —dice Sarah, con
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parándonos de vez en cuando para b
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Me encojo de hombros. —No lo sé.
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sentimientos profundos hacia Sarah,
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estábamos en este planeta con much
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a Sarah. Pienso en lo que me ha dic
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ojo y verde. Empiezan siendo fuegos
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de pie en la puerta, con los ojos f
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cubierto de sudor, mugre y sangre.
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de bombas, los grandes destellos de
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en el fondo y empieza a guiar a los
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a mí. Los ojos se me abren como po
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salió después de nosotros. Vi que
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jugaba en el jardín de la casa de
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—Bueno, ¿y adónde se fueron? ¿
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voz, aunque ya conozco la respuesta
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nosotros, en la nave espacial, just
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cabeza, como lo sería para cualqui
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Durante la segunda mitad de la llam
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tenemos once días de vacaciones po
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árboles. Sarah lleva unas orejeras
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sobrevuela, graznando con fuerza.
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—Pues ven a darme calor — conte
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pregunta Sarah. —No lo sé. Es un
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encima del hombro de Henri. —¿Qu
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—Eso es. No es que no quisiera ha
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—Que tengas un buen día. No te m
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mueca—. Mi tía me ha obligado a
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qué hacer con las manos. Pero ahor
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—Creo que a Sam le gusta Emily Kn
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Henri está esperándome cuando sue
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Argentina. —Por cierto, Sam ha tr
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sea. La expectación que me produce
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vista hacia mí. —¿De quién es
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temperaturas superiores a diez grad
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mira, pestañeando al acercarse. Si
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entrada y coge la carretera, y al c
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este momento, en cualquier caso.
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—Portaos bien, chicos —dice la
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—Porque hace sólo tres meses, el
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Emily está en la otra punta del sa
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—No te olvides de hacerle algún
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de ellos (no sé cuál) echa la pot
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palabra, por lo que apenas sé nada
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—No me machaco. —Bueno, pues no
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en un rincón de la sala. Los jugad
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Llegan otros más subiendo por la e
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Desesperado. —Déjalo —le digo
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de nosotros. Sólo entonces se toma
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de ella surge una densa humareda ne
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—¿Dónde está Sarah? —le preg
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CAPÍTULO VEINTISÉIS NADIE HABLA.
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ladrar. Pero no cesan, y para él c
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del chasquido y el zumbido de las l
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en el suelo, y de la sorpresa abro
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directamente las llamas sin que me
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abertura que necesitamos. Miro a Sa
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va a parar a la oreja. Me siento en
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El bosque es espeso. Todavía brill
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—Sígueme. —¿Adónde vamos?
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quedarme, o de no tener que pagar l
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dice. —Sí. La miro a los ojos, d
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ocurre. La casa se ha desplomado so
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incendio. Había saltado desde la v
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¿Tengo pinta de haber estado en un
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tampoco la he salvado a ella ni a l
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mano, mientras marco el número de
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ebido más de la cuenta —digo, di
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—¿Me llamarás cuando llegues a
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dice, y se vuelve hacia mí, estudi
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ojos abiertos de par en par. A las
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—¿Cómo tienes la cabeza? —Dol
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demás. —No volví a entrar —le
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el pecho, ni lo que pueda traer el
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Henri sigue en su habitación, con
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mejor. No entré en esa casa. No te
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quiero, él me quiere, y no deseo d
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mundo puede apañarse sin mí, sin
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de catarsis, pero no se produce. S
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coches en el aparcamiento, y dentro
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para mal. Él abre los ojos un inst
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Pero él no me presta atención. Co
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casa. La prueba está aquí, en mis
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es donde quiero estar y aquí es do
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enseguida le veo como lo que es. El
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dice algo detrás de mí. Saludo a
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cuanto ha llegado. En ese momento,
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dentro. Miro otra vez la hoja que t
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A través de la ventana veo abrirse
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preocupación, una mirada que dura
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Sarah debe de haber puesto el pudí
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mi derecha las aulas desdibujadas.
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figura se gira hacia mí, y aprieto
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que he llegado yo. Tu padre lo ha l
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Haciendo caso omiso de su pregunta,
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—¿Qué está pasando aquí? —
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habitación. Henri deja de intentar
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vaya del instituto. Pero mi móvil,
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vehículos solitarios. La entrada d
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desde lejos por el pasillo. Tomo ai
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oírse unos ruidos extraños por lo
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Debe de saber que soy yo el que ha
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algún punto lejano del pasillo, un
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pesada oscuridad. Los dos lo vemos
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concentración bajo presión, de to
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intentando recordar el plano del ed
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con mucho sigilo y el pasador encaj
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Nos encontrarán, y cuando lo hagan
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oigan. Cierro los ojos y acerco len
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del fulgor de mis manos veo la cara
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que mataron a Tres —dice—. Pero
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eso, no hace falta andarse con disi
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aminoran, dejan atrás la salida, g
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seguro de lo que me está pidiendo.
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y me paraliza, dejándome clavado d
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lo que experimentó cuando miró a
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alguien intentara abrirla por la fu
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En los ojos de este hay una mirada
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evuelve otros cajones y, tras sacar
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sobre la herida. Henri se acerca al
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desgarrón en el traje. —¿Qué e
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hay fuera. «Espero que no sea nada
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uscándoos —dice Seis. —¿Dónd
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apunta con ella. —Es hora de devo
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en una montaña hueca de Virginia O
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estamos desarrollando nuestras habi
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muerte y aniquilación. ¿Por qué
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CAPÍTULO TREINTA EL VIENTO IRRUMPE
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destrozando algo. —¿Qué está p
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calma, conservando la sangre fría
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—¿Qué pasa, si se puede saber?
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aparcamiento y se alejan a toda vel
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acertado; la trampilla del escenari
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tirón al cargador, mirando a Sarah
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pesada. —No nos queda más remedi
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vacío. Bernie Kosar ya ha llegado
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Lo levanta en el aire para volver a
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prenda de ropa interior sucia. Mark
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indicándome que no lo sabe. —Vay
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como puedo. Las paredes y el suelo
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a un lado y luego al otro para cerc
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a un rastreador al que no hemos vis
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fuerza en la garganta, con los ojos
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al rastreador más cercano hasta qu
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—Tienes que llevar a Sarah al ins
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vida. —Yo también te quiero —s
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se han retirado y un tercero está
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nosotros. —¿Qué es? —le pregu
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así cómo viajan, con semirremolqu
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haya sentido antes. Suelto quejidos
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suspira con un gesto casi desespera
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CAPÍTULO TREINTA Y UNO OTRO RUGIDO
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escapar si permanecemos invisibles.
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unos gemidos leves pero agudos, com
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se separan y dan un salto desde uno
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pueda llegar a hacerle. —¡Seis,
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aplastarle, Henri desaparece. El pu
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mecen por el efecto de una suave br
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doy la vuelta y no veo nada al prin
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pequeño puñal. Veo el proyectil t
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más brillante en este nuevo mundo.
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distancia que nos separaba con un p
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horas entrenando en el patio con He
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desafiante, se lleva una mano detr
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árboles. Ya lo comprendo: es el ar
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como si me hubiera caído un rayo e
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medida que se acerca. Intento desvi
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muerte blanca viene certera hacia m
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primero. Espero que no sea el últi
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esperando que el cañón me parta e
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los que ya estaban aquí. Así que
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No damos ni cinco pasos antes de qu
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nuevo contra el suelo. El rostro. A
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luna solitaria. Ni un solo soplo de
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otra? No necesito saberlo. Echo a c
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Entro en el estadio, atravieso a la
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todavía siento su presencia, y me
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los ojos se me abren de par en par
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hacia delante hasta que ya no puedo
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terminados en garras de rapaz, capa
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al principio, pero enseguida me doy
Page 1092 and 1093:
siquiera, o eso también me lo esto
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CAPÍTULO TREINTA Y DOS DESPUÉS DE
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desayunaba. ¿Cuánto tiempo debe d
Page 1098 and 1099:
afilados, cuernos enroscados como l
Page 1100 and 1101:
patas traseras, y Bernie Kosar tien
Page 1102 and 1103:
hacer nada para impedirlo. Y yo no
Page 1104 and 1105:
como ha llegado. En este momento, s
Page 1106 and 1107:
invadido por algún tipo de dolor.
Page 1108 and 1109:
manos son demasiado grandes y la ho
Page 1110 and 1111:
partes trozos de cerebro, carne y c
Page 1112 and 1113:
CAPÍTULO TREINTA Y TRES LA IMAGEN
Page 1114 and 1115:
que le he visto coger del cofre ló
Page 1116 and 1117:
—¿Están todos bien? —pregunto
Page 1118 and 1119:
—Estaba en la nave con nosotros.
Page 1120 and 1121:
decía que nos quedaba poco tiempo.
Page 1122 and 1123:
Unas ramitas chasquean detrás de n
Page 1124 and 1125:
magullados, y sin más armas que nu
Page 1126 and 1127:
delante de nosotros, y allí es don
Page 1128 and 1129:
más fuerte. «Así que este es el
Page 1130 and 1131:
aterra. Pero Henri está conmigo, y
Page 1132 and 1133: siento en ella la rabia ni la malic
Page 1134 and 1135: estia a actuar, pero esta vacila fr
Page 1136 and 1137: mujeres y niños. Los mogadorianos.
Page 1138 and 1139: Caigo de bruces sobre el césped. A
Page 1140 and 1141: ligeramente abiertos; cada respirac
Page 1142 and 1143: oca. —Venir aquí, a Paradise, no
Page 1144 and 1145: cañones, y sus sonidos y luces tra
Page 1146 and 1147: propio ser empezara a desvanecerse.
Page 1148 and 1149: ojos, está Sarah. Deja caer el cuc
Page 1150 and 1151: los casos, trae una negrura impenet
Page 1152 and 1153: prolonga con el alocado abandono de
Page 1154 and 1155: digo. Unos ojos luminosos y amables
Page 1156 and 1157: cae rodando por un lado de la cara.
Page 1158 and 1159: —¿Dónde estamos? —pregunto.
Page 1160 and 1161: de la cama y después me agacho par
Page 1162 and 1163: fue difícil. Sólo teníamos como
Page 1164 and 1165: la mano suavemente sobre su cabeza.
Page 1166 and 1167: lo llevas? Ella asiente y contesta:
Page 1168 and 1169: —Y el mío te pertenece a ti. Atr
Page 1170 and 1171: pudiéramos; después, vinimos aqu
Page 1172 and 1173: —¿Cómo te sientes? —me pregun
Page 1174 and 1175: hubieran pegado ojo. Mark está det
Page 1176 and 1177: darme una paliza sin esfuerzo, te h
Page 1178 and 1179: tumbado el cadáver de Henri, encim
Page 1180 and 1181: Pienso llevarte de vuelta. De algú
Page 1184 and 1185: Asiento, y Seis cierra la puerta. S
Page 1186 and 1187: acerco a Mark y le estrecho tambié
Page 1188 and 1189: se para y pone la primera. Mark y S
show all

1-Soy el numero Cuatro - Pittacus Lore

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