1-Soy el numero Cuatro - Pittacus Lore
todavía refulge, de forma intermitente. Empiezo a sentir pánico. Me siento en el suelo. Los ojos me pican por el sudor, y las dos manos me duelen muchísimo. Sabía que un día obtendría mis legados, pero no tenía ni idea de que el proceso sería así. Abro las manos. La derecha emite un intenso brillo, a medida que la luz empieza a concentrarse. La izquierda parpadea de forma tenue, pero la quemazón es casi insoportable. Ojalá Henri estuviera aquí. Espero que esté en camino. Cierro los ojos y me rodeo el cuerpo con los brazos. Me balanceo
adelante y atrás en el suelo, paralizado por el dolor. No sé cuánto tiempo pasa. ¿Un minuto? ¿Diez? Suena el timbre que señala el comienzo de otra clase. Oigo a gente hablando al otro lado de la puerta. Esta se sacude un par de veces, pero está cerrada con pestillo y nadie puede entrar. Sigo balanceándome, con los ojos cerrados con fuerza. Empiezan a oírse más golpes en la puerta. Y unas voces amortiguadas que no llego a entender. Abro los ojos y veo que el fulgor de mis manos ha iluminado el cuarto entero. Aprieto los puños para que la luz cese, pero se filtra entre mis
- Page 60 and 61: —Pues sí, es como un paraíso
- Page 62 and 63: devuelve el contrato y los tres ent
- Page 64 and 65: usque a su hija en el instituto, qu
- Page 66 and 67: mañana por la mañana. Pero si qui
- Page 68 and 69: localidad pequeña, un centro peque
- Page 70 and 71: —Y no hagas daño a nadie. Tú er
- Page 72 and 73: hijo. Le sonrío. Tiene cincuenta a
- Page 74 and 75: parte tapado por las nubes. Tambié
- Page 76 and 77: proteger la lente. Con mi cara, pod
- Page 78 and 79: llamar mi atención. A la chica le
- Page 80 and 81: caliente, como si tuvieras fiebre o
- Page 82 and 83: sheriff del pueblo, y él es la est
- Page 84 and 85: ayuda a impedir que me sigan la pis
- Page 86 and 87: terminar el proyecto en el que est
- Page 88 and 89: me parecen horas mientras repasa ca
- Page 90 and 91: acogerte en ella. —Gracias. El se
- Page 92 and 93: una cadena que lleva alrededor del
- Page 94 and 95: equilibrio, me mantengo de pie. Una
- Page 96 and 97: luego, y las palabras de Henri resu
- Page 98 and 99: —Ya decía yo —le digo, y sigo
- Page 100 and 101: mayor. Mark James, que está sentad
- Page 102 and 103: los demás. Pero ¿qué puede haber
- Page 104 and 105: Cuarenta, treinta y nueve. Ahora si
- Page 106 and 107: atrás y me doy la vuelta. Mark est
- Page 108 and 109: pensarán que soy un cobarde por ir
- Page 112 and 113: dedos. Entonces, la puerta empieza
- Page 114 and 115: el exterior de la casa. Estoy tan c
- Page 116 and 117: —¿Señor Smith? ¿Va todo bien?
- Page 118 and 119: el pasillo. —Tienes que caminar l
- Page 120 and 121: cuarto oscuro para que se le haya p
- Page 122 and 123: oja de lo que creía, y los ojos un
- Page 124 and 125: —Una espera larga de la mierda. P
- Page 126 and 127: —¡Ya era hora! —digo. El cofre
- Page 128 and 129: media allí. ¿Cómo has podido ten
- Page 130 and 131: No sé ni cómo se mantiene en pie
- Page 132 and 133: —Nunca te he visto tan cansado. D
- Page 134 and 135: Bajo el brazo y me toco las tres ci
- Page 136 and 137: estamos haciéndonos más fuertes,
- Page 138 and 139: elevado por encima de las copas de
- Page 140 and 141: marca las 11.36. Llevamos en Ohio p
- Page 142 and 143: los veinticinco y los treinta y cin
- Page 144 and 145: noto distinto de antes. —¿Te ha
- Page 146 and 147: —Sí, seguramente después de un
- Page 148 and 149: de inclinar la balanza a mi favor.
- Page 150 and 151: CAPÍTULO SIETE ME DESPIERTO ANTES
- Page 152 and 153: naturales, como piedras preciosas y
- Page 154 and 155: opa un día de estos. Él asiente y
- Page 156 and 157: Él suspira y menea la cabeza. —N
- Page 158 and 159: —Gracias. Vuelvo al pasillo, pero
ad<strong>el</strong>ante y atrás en <strong>el</strong> su<strong>el</strong>o, paralizado<br />
por <strong>el</strong> dolor. No sé cuánto tiempo<br />
pasa. ¿Un minuto? ¿Diez? Suena <strong>el</strong><br />
timbre que señala <strong>el</strong> comienzo de otra<br />
clase. Oigo a gente hablando al otro<br />
lado de la puerta. Esta se sacude un<br />
par de veces, pero está cerrada con<br />
pestillo y nadie puede entrar. Sigo<br />
balanceándome, con los ojos cerrados<br />
con fuerza. Empiezan a oírse más<br />
golpes en la puerta. Y unas voces<br />
amortiguadas que no llego a entender.<br />
Abro los ojos y veo que <strong>el</strong> fulgor de<br />
mis manos ha iluminado <strong>el</strong> cuarto<br />
entero. Aprieto los puños para que la<br />
luz cese, pero se filtra entre mis