1-Soy el numero Cuatro - Pittacus Lore
al principio, pero enseguida me doy cuenta de que no es así. Hay algo que reconozco en su forma de trotar, en el sonido de su respiración. Y es entonces cuando él entra en el claro. Bernie Kosar. Sonrío, pero mi sonrisa se desvanece al momento. Aunque yo esté condenado, no hay necesidad de que él también muera. «No, Bernie Kosar. No puedes estar aquí. Tienes que irte, tienes que correr como el viento, tienes que alejarte tanto como puedas. Haz como si hubiéramos terminado nuestra carrera matutina al instituto y fuera tu hora de volver a
casa». Bernie Kosar me mira mientras se acerca a mí. «Estoy contigo —parece decir—. Ahora estoy contigo, y resistiré a tu lado». —No —digo en voz alta. Sin embargo, él se detiene el tiempo suficiente para darme un lametón de consuelo en la mano y mirarme con sus grandes ojos marrones. «Vete, John —oigo en mi mente—. Aunque sea a rastras, pero vete ahora de aquí». La pérdida de sangre está provocándome alucinaciones. Bernie parece estar comunicándose conmigo. ¿Está aquí
- Page 1040 and 1041: pueda llegar a hacerle. —¡Seis,
- Page 1042 and 1043: aplastarle, Henri desaparece. El pu
- Page 1044 and 1045: mecen por el efecto de una suave br
- Page 1046 and 1047: doy la vuelta y no veo nada al prin
- Page 1048 and 1049: pequeño puñal. Veo el proyectil t
- Page 1050 and 1051: más brillante en este nuevo mundo.
- Page 1052 and 1053: distancia que nos separaba con un p
- Page 1054 and 1055: horas entrenando en el patio con He
- Page 1056 and 1057: desafiante, se lleva una mano detr
- Page 1058 and 1059: árboles. Ya lo comprendo: es el ar
- Page 1060 and 1061: como si me hubiera caído un rayo e
- Page 1062 and 1063: medida que se acerca. Intento desvi
- Page 1064 and 1065: muerte blanca viene certera hacia m
- Page 1066 and 1067: primero. Espero que no sea el últi
- Page 1068 and 1069: esperando que el cañón me parta e
- Page 1070 and 1071: los que ya estaban aquí. Así que
- Page 1072 and 1073: No damos ni cinco pasos antes de qu
- Page 1074 and 1075: nuevo contra el suelo. El rostro. A
- Page 1076 and 1077: luna solitaria. Ni un solo soplo de
- Page 1078 and 1079: otra? No necesito saberlo. Echo a c
- Page 1080 and 1081: Entro en el estadio, atravieso a la
- Page 1082 and 1083: todavía siento su presencia, y me
- Page 1084 and 1085: los ojos se me abren de par en par
- Page 1086 and 1087: hacia delante hasta que ya no puedo
- Page 1088 and 1089: terminados en garras de rapaz, capa
- Page 1092 and 1093: siquiera, o eso también me lo esto
- Page 1094 and 1095: CAPÍTULO TREINTA Y DOS DESPUÉS DE
- Page 1096 and 1097: desayunaba. ¿Cuánto tiempo debe d
- Page 1098 and 1099: afilados, cuernos enroscados como l
- Page 1100 and 1101: patas traseras, y Bernie Kosar tien
- Page 1102 and 1103: hacer nada para impedirlo. Y yo no
- Page 1104 and 1105: como ha llegado. En este momento, s
- Page 1106 and 1107: invadido por algún tipo de dolor.
- Page 1108 and 1109: manos son demasiado grandes y la ho
- Page 1110 and 1111: partes trozos de cerebro, carne y c
- Page 1112 and 1113: CAPÍTULO TREINTA Y TRES LA IMAGEN
- Page 1114 and 1115: que le he visto coger del cofre ló
- Page 1116 and 1117: —¿Están todos bien? —pregunto
- Page 1118 and 1119: —Estaba en la nave con nosotros.
- Page 1120 and 1121: decía que nos quedaba poco tiempo.
- Page 1122 and 1123: Unas ramitas chasquean detrás de n
- Page 1124 and 1125: magullados, y sin más armas que nu
- Page 1126 and 1127: delante de nosotros, y allí es don
- Page 1128 and 1129: más fuerte. «Así que este es el
- Page 1130 and 1131: aterra. Pero Henri está conmigo, y
- Page 1132 and 1133: siento en ella la rabia ni la malic
- Page 1134 and 1135: estia a actuar, pero esta vacila fr
- Page 1136 and 1137: mujeres y niños. Los mogadorianos.
- Page 1138 and 1139: Caigo de bruces sobre el césped. A
al principio, pero enseguida me doy<br />
cuenta de que no es así. Hay algo que<br />
reconozco en su forma de trotar, en <strong>el</strong><br />
sonido de su respiración. Y es<br />
entonces cuando él entra en <strong>el</strong> claro.<br />
Bernie Kosar.<br />
Sonrío, pero mi sonrisa se<br />
desvanece al momento. Aunque yo<br />
esté condenado, no hay necesidad de<br />
que él también muera. «No, Bernie<br />
Kosar. No puedes estar aquí. Tienes<br />
que irte, tienes que correr como <strong>el</strong><br />
viento, tienes que alejarte tanto como<br />
puedas. Haz como si hubiéramos<br />
terminado nuestra carrera matutina al<br />
instituto y fuera tu hora de volver a