1-Soy el numero Cuatro - Pittacus Lore
No damos ni cinco pasos antes de que el viento empiece a ulular, a echarnos hacia atrás, y llega acompañado de una lluvia torrencial que nos aguijonea la cara. Enseguida nos quedamos empapados, tiritando de frío. Pero, si tiemblo, es que estoy vivo. Sam apoya una rodilla en el suelo y después se tumba panza abajo para evitar que se lo lleve el viento hacia atrás. Yo le imito. Con los ojos entrecerrados, miro hacia las nubes, pesadas, oscuras, amenazantes, que se arremolinan en pequeños círculos concéntricos y, en el centro, en el ojo de la tormenta que intento alcanzar
desesperadamente, empieza a formarse una cara. Es un rostro anciano, curtido, barbudo, de aspecto sereno, como si durmiera. Un rostro que parece más anciano que la propia Tierra. Las nubes empiezan a descender, a acercarse lentamente hacia el suelo mientras lo engullen todo, lo envuelven todo en unas tinieblas tan oscuras e impenetrables que es difícil imaginar que en alguna parte todavía pueda existir el sol. Otro rugido, un rugido de rabia y perdición. Intento ponerme en pie, pero el viento es tan fuerte que enseguida me aplasta de
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No damos ni cinco pasos antes de<br />
que <strong>el</strong> viento empiece a ulular, a<br />
echarnos hacia atrás, y llega<br />
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que nos aguijonea la cara. Enseguida<br />
nos quedamos empapados, tiritando<br />
de frío. Pero, si tiemblo, es que estoy<br />
vivo. Sam apoya una rodilla en <strong>el</strong><br />
su<strong>el</strong>o y después se tumba panza abajo<br />
para evitar que se lo lleve <strong>el</strong> viento<br />
hacia atrás. Yo le imito. Con los ojos<br />
entrecerrados, miro hacia las nubes,<br />
pesadas, oscuras, amenazantes, que<br />
se arremolinan en pequeños círculos<br />
concéntricos y, en <strong>el</strong> centro, en <strong>el</strong> ojo<br />
de la tormenta que intento alcanzar