JIMÉNEZ URE ANTE LA CRÍTICA (REVISIÓN 2019) SELECCIÓN DE MOISÉS CÁRDENAS
Críticos venezolanos y extranjeros opinan sobre la obra literaria del escritor Alberto Jiménez Ure. Críticos venezolanos y extranjeros opinan sobre la obra literaria del escritor Alberto Jiménez Ure.
envilecimiento producto de la estupidez y los conformismos grupales. Lo que verdaderamente mata y acorrala al hombre es su cobardía para decidir por sí mismo, en medio de un mundo cuyos habitantes sólo desean yantar: dormir y cohabitar a placer con la vulgaridad nacional. Por supuesto, estos seres no se atreven a pensar ni mucho menos actuar. El hombre que piensa es señalado por la sociedad como peligroso, como enemigo del común denominador de la masa. Es por fuerza un tipo desconfiable porque no podrá seguir ninguna línea de solidaridad grupal, como esas que estilan en épocas de «crisis» y «terror moral». El joven JIMÉNEZ URE vive en el filo del pensamiento y es «culpable de delito capital» en medio de la especie ambigua que le rodea. No es fácil para él la comunicación, y, como fiera maltratada, se acerca a los rincones humanos para husmear alguna «tesis» que explique la eterna degradación del hombre. Por ejemplo, esa que le hace decir: «El Hombre es doble cobarde porque se adapta y, además, claudica» (p. 41 de Pensamientos Dispersos/1978- 1987/«Gobernación del Estado Mérida») Alberto es terrible porque se adelanta a su tiempo, y a la gente que le rodea. Tiene un sentido de la
«relación humana» que no cala con su manera simple y justa de ver las cosas. No pretende ser lo que no puede ser. No busca nada por la vía de la «falsedad política», y tiene el juicio demasiado lúcido para comprender las formas blandas y sucias de la maldad oculta que le rodea. Y «anota», «registra» o «recuerda». Podría escribir argumentos de varias novelas en ese diario trajinar por las calles y los café: desechando lo vulgar, seleccionando, enhebrando sus pensamientos que afloran a la hora de su lucha con las palabras, con esos párrafos claros y certeros que golpean como un mazo. Tiene la cualidad JIMÉNEZ URE de atrapar al lector y de sugerir ideas con pocas palabras. He leído más de una vez (y con ganas de añadir mis propios pensamientos a sus ideas) su libro Pensamientos Dispersos. Lo que más admiro del Hombre es saber agradecer, y esta es una cualidad que Alberto posee en gran medida. El Hombre que sabe agradecer es implacable consigo mismo y con tipos traidores. Y cuando un hombre sabe agradecer conoce muchas penas y pasa por el túnel precisamente de las grandes ingratitudes, y sobre ellas forja su manera de ser. No se hace muchas ilusiones con esas solidaridades que suelen proclamar los grupos humanos, y, sin embargo, concede la más amplia
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envilecimiento producto de la estupidez y los<br />
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Lo que verdaderamente mata y acorrala al hombre<br />
es su cobardía para decidir por sí mismo, en medio<br />
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nacional. Por supuesto, estos seres no se atreven a<br />
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no podrá seguir ninguna línea de solidaridad<br />
grupal, como esas que estilan en épocas de «crisis»<br />
y «terror moral». El joven <strong>JIMÉNEZ</strong> <strong>URE</strong> vive en<br />
el filo del pensamiento y es «culpable de delito<br />
capital» en medio de la especie ambigua que le<br />
rodea. No es fácil para él la comunicación, y,<br />
como fiera maltratada, se acerca a los rincones<br />
humanos para husmear alguna «tesis» que<br />
explique la eterna degradación del hombre. Por<br />
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cobarde porque se adapta y, además, claudica» (p. 41<br />
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Alberto es terrible porque se adelanta a su tiempo,<br />
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