LP marzo 2019 (1)

Comé petiscos, la
versión portuguesa
de las tapas
“Los petiscos son una forma increíble
de acceder rápidamente a la cultura
culinaria portuguesa”, explica André
Apolinário, cofundador de Taste Porto
Food Tours, mientras consulta el menú
en Tascö, un restaurante escondido en
una sombreada calle lateral. “Es como
viajar en el tiempo a la forma en que se
comía antiguamente. Esta comida
podría ser un almuerzo, una cena o algo
entre medio – lo importante es que estás
con tus amigos y que compartís”. Los
platos comienzan a emerger del interior
tenuemente iluminado – primero el
pica-pau, una versión deconstruida del
famoso sándwich de carne francesinha
de la ciudad, que se come con
palillos de cóctel. A continuación,
lomo de cerdo cocido en vino blanco y
servido con pickles, y bacalao salado
frito y crocante. Cada porción es
generosa y tiene un sabor simple – es
comida preparada para fomentar la
bebida y la conversación.
Hay mucho de ello en la Taberna do
Largo, detrás de una puerta roja sin
nombre sobre una calle comercial y
peatonal, la Rua das Flores. Las
pequeñas mesas del restaurante
cubren la vereda, donde las parejas ven
pasar a la gente con un trago en su
mano. Pido vino tinto y la especialidad
de la casa, chouriço, cocinado en la
mesa bajo las llamas. En Cantina 32, se
enorgullecen de preparar los petiscos
algo diferentes. La tradición de la
comida para compartir armoniza con la
obsesión por los platos pequeños del
restaurante moderno. Aquí, el cemento
a la vista, las bombitas de luz sin
pantallas y las bicicletas colgadas de las
paredes marcan que es territorio hípster.
Pido chips de mandioca, que llegan
pareciendo enormes virutas de madera
salidas de un banco de carpintero.
Los petiscos (pequeñas
porciones) tienen un toque
artístico en Cantina 32.
Opuesto, arriba izquierda:
la decoración del
restaurante incluye bicicletas
colgadas de las paredes.
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Marzo 2019