LP marzo 2019 (1)

BELGRANO, BUENOS AIRES
Muy cerca y muy variado
Texto y fotos LORENA LÓPEZ
La bardana hace un gran
maridaje con la mayonesa de
zanahoria. Te preguntarás,
claro, qué demonios es la
bardana. Pues bien, es una
planta considerada una
maleza pero cuyas raíces con
riquísimas, en especial fritas y
en forma de bastón. Luego
de esta entrada vienen el
baingan bharta, un plato a
base de berenjenas asadas, y
el dhal de arvejas, todo
acompañado con chapati, un
pan ultrafino y sin levadura.
Este sorprendente menú de origen
indio lo ofrecen en Puilquén una
posada agroecológica donde también
podrás aprender sobre permacultura,
huerta orgánica, colectores solares y
pluviales y volver a la infancia en la
EcoLudoteca, pensada para que lo
grandes se reconecten con el juego.
Estamos en General Belgrano, pueblo a
180 km de Buenos Aires, y donde también
están las conocidas Termas del Salado, un
complejo que te hace sentir en el Caribe
gracias a sus aguas cálidas y casitas de
paja donde se puede ir a tomar un trago
mientras cae la tarde.
Lo que tiene de bueno Belgrano es que
está a dos horas de auto y a un poco más
con la combi que sale de Puerto Madero y
que en un rato estás en pleno pueblo y
pleno campo, con una tranquilidad de esas
que anhelas un miércoles en pleno subte a
las 6 de la tarde. Por empezar, hay
balnearios sobre el río Salado donde ir a
tomar sol, pescar, comer algo rico, andar
en botes a pedal y hasta hacer una
pequeña travesía en kayak. También por
precios muy accesibles podés ir a la pileta
municipal y hospedarte en el camping, a
metros del río.
El paraje Chas, de casi 50 habitantes, se
ubica a 19 kilómetros por tierra del centro
de Belgrano. La hora ideal es hacia las 5 de
la tarde, con la idea de ir a tomar una
merienda agreste (te tenés que llevar todo
porque no hay lugar donde comprar). Ya el
viaje en sí mismo es el viaje: el camino te
obliga a ir lento y en ese devenir verás
pájaros, cielo, silencio, más pájaros. El aire
se respira en profundidad y una vez que
llegás no sabés bien dónde has llegado.
Verás la que fue la estación Chas de tren,
construida en 1875, la capilla al frente (al
entrar probablemente te reciban aleteos de
palomas) y a un costado y literalmente
comido por la naturaleza, el hotel del
ferrocarril, de 1880, y abandonado hace
muuuuchos años. Eso es todo, pero va a
tener toda la sensación de estar metido en
una historia como escrita entre Quiroga y
Lovecraft. No es poco.
Para la noche tenés dos opciones fabulosas.
Una, en el centro de Belgrano. Se trata
de una hermosa esquina llamada El
almacén, un restaurante con tarros
antiguos, carteles de chapa y fotos de
Mirtha Legrand joven, con platos caserísimos
y de gran porte donde se destaca el
Pollo Kincón (allá te contarán la historia).
Hacelo realidad
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loscardales (pastas caseras)
26 Marzo 2019