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<strong>El</strong> habla del niño<br />
<strong>Jerome</strong> <strong>Bruner</strong><br />
Cognición<br />
y desarrollo humano<br />
Paidós
Título original: Child's Talk. Leaming te Use Language<br />
Publicado en inglés por W W. Norton, Nueva York y Londres<br />
Traducción de Rosa Premat<br />
Supervisión de Ignasi Vila<br />
Cubierta de Ferran Caries<br />
1.a edición, 1986<br />
3 * reimpresión, 1995<br />
© 1983 by <strong>Jerome</strong> <strong>Bruner</strong><br />
© de todas las ediciones en castellano,<br />
Ediciones Paidós Ibérica. S.A.,<br />
Mariano Cubí, 92 - 08021 Barcelona<br />
y Editorial Paidós, SAICF,<br />
Defensa, 599 - Buenos Aires<br />
ISBN: 84-7509-373-6<br />
Depósito legal: B-28.678/1995<br />
Impreso en Hurope, S. L ,<br />
Recaredo, 2 - 08005 Barcelona<br />
Impreso en España - Printed in Spain
Para R om án Jakobson,<br />
un ser venido del fu tu ro
Indice<br />
P ró lo g o ............................................................................................................... 11<br />
1. In tro d u c c ió n ............................................................................................. 19<br />
2. D e la com unicación al h a b la ............................................................... 23<br />
3. Jugar, juegos y lenguaje....................................................................... 45<br />
4. <strong>El</strong> crecim iento de la referen c ia.......................................................... 65<br />
5. <strong>El</strong> desarrollo de la petición.................................................................. 89<br />
6. A prendiendo a hablar............................................................................ 117<br />
Indice de nom bres........................................................................................... 133<br />
Indice analítico................................................................................................ 137
Prólogo<br />
O riginalm ente este volum en tenía la intención de ser una selección<br />
de artículos escogidos escritos en la década siguiente a 1972. <strong>El</strong> plan o riginal<br />
era trabajar en ellos y reescribirlos p o r separado para crear un libro<br />
de ensayos. En ese proceso, esos prim eros artículos fueron absorbidos<br />
en una estructura más general, aunque todavía pueden encontrarse<br />
algunas trazas de ellos. Se convirtieron en un libro unitario. Sus temas<br />
se refieren a la form a en que el niño pequeño adquiere los usos de<br />
su lenguaje nativo y cóm o, com enzando a usar el lenguaje sólo para fines<br />
lim itados, finalm ente llega a reconocer sus usos más eficaces y p ro <br />
ductivos. Su énfasis está en la pragm ática, en aprender «cómo hacer c o <br />
sas con palabras», según la feliz frase de A ustin, y, en especial, cóm o<br />
lograr una atención recíproca y el m anejo de acciones en com ún con<br />
otra persona p o r m edio del uso del lenguaje.<br />
N o com encé a estudiar intensam ente el lenguaje hasta 1972, cuando<br />
me trasladé a O xford. La lingüística experim ental del desarrollo de la<br />
década precedente sin duda me había interesado, pero sólo com o espectador.<br />
Estaba dom inada p o r un interés en la sintaxis y su dom inio,<br />
pero era am pliam ente form alista en espíritu. N o me tentó. Me parecía<br />
que le faltaba fuerza funcional. <strong>El</strong> foco de la estructura gram atical que<br />
se encontraba en este estilo de lingüística evolutiva parecía im pedirle explorar<br />
las funciones que el lenguaje cubría en diferentes contextos y la<br />
form a en que esas funciones se desarrollaban.<br />
Pero alrededor de la década de los setenta el estudio de la adquisición<br />
deí lenguaje com enzó a cam biar hacia un énfasis más funcional.5<br />
1. Ausrin, J ,: H o w to do things w ith u ’ords. O xford, O xford Univ. Press, 1962. fTraducción<br />
casreltana: Cóm o hacer tosas con palabras, Barcelona, Paidós, 1982.]
Fue entonces cuando mi interés pasó de ser el de un espectador a ser<br />
el de un participante. C orrespondería decir algo sobre esa cam biante escena.<br />
¿Q ué es lo que la produjo?<br />
A pesar de afirm aciones anteriores en sentido contrario, se hizo cada<br />
vez más evidente que el niño tenía que tener algún conocim iento del<br />
m undo «real» antes de que pudiera desenm arañar con efectividad los<br />
m isterios de la sintaxis. En efecto, el niño usaba su prim era sintaxis para<br />
describir cosas que tenían alguna im portancia para él. Ese fue el planteam<br />
iento que alcanzó su prim era expresión im portante en el magistral<br />
trabajo de Roger B row n A First Language, publicado en 1973,2 Y se<br />
hizo más evidente aún en los trabajos de Lois Bloom , de Patricia G reenfield,<br />
d e jo h n D o re ,3 todos los cuales insistieron en una «interpretación<br />
rica» del lenguaje del niño. U n a interpretación rica im plicaba el uso del<br />
contexto y de la función com unicativa en la evaluación de la sintaxis<br />
del niño. U n nuevo funcionalism o estaba atenuando el form alism o de<br />
la década anterior.<br />
En O xford encontré una atm ósfera dom inada por la teoría del acto<br />
de habla. Ya conocía este enfoque p or el trabajo de Jo h n A ustin y por<br />
un artículo tem prano de Joanna R yan4 sobre su vinculación con la psicología<br />
del lenguaje. Se enfatizaba firm em ente sobre el uso y la función,<br />
en una fuerza ilocutiva tanto com o en una form a locutiva. En poco tiem <br />
po mis estudiantes, mis jóvenes colegas de O xford y yo m ism o, quedam<br />
os atrapados en las implicaciones psicológicas de los actos de habla.<br />
N o m ucho después me encontré colaborando con los filósofos de<br />
O xford en la supervisión de los estudiantes de doctorado, en plena<br />
em ergencia del nuevo enfoque (eran mis colegas Peter Straw son, A n<br />
th o n y K enney y R om H arré). Los encontré tan interesados en los temas<br />
psicológicos com o yo lo estaba en los filosóficos.<br />
En 1974 mi am igo N ík o Tinbergen ganó la Z w am m erdam M edal, y<br />
una de las obligaciones de tal honor era organizar un sem inario en Amsterdam<br />
com o parte de la cerem onia de entrega. M uy am ablem ente me<br />
invitó a presentar un trabajo en «su» sem inario Zw am m erdam . Tinber-<br />
2. Brow n, R .: A fir u language. C am bridge. M ass., H arvard Univ. Press, L973.<br />
3. B loom , L.; O ne -mord at a time, La H aya, M outon, 1973. Greenfield, P. y Smith,<br />
j . H .: The structure o f com m tim cation in early Ltngtíage developm ent. N ueva York,<br />
Academic Press, 1976. D ore, J .: «A pragm atic description of earlv language developm<br />
e n t Journal o f PsycholingHÍstic Research. 1974, 343-350.<br />
4. R yan, J .: «Early language develcroment». En M, P. M. Richards (com p.), The m -<br />
tegrauon vt a child into a social world. C am bridge, C am bridge Univ. Press. 1974.
gen estaba apasionadam ente interesado en la biología de la com unicación,<br />
pero era cauteloso con la «lingüística gram atical», com o una vez<br />
la llamó. Pensé que sería una buena ocasión para hablar con él de los<br />
actos de había. Yo usaría la oportunidad de transm itirle mis agitados<br />
pensam ientos sobre los actos de habla y su desarrollo, resultado de un<br />
año de observación prelim inar de niños en los prim eros dieciocho m e<br />
ses de vida y de una gran cantidad de lectura y discusión. Ese fue el<br />
com ienzo de este volum en, un trabajo sobre «ontogénesis de los actos<br />
de habla», que apareció en 1974.<br />
<strong>El</strong> trabajo de observación continuó, y tam bién io hizo la discusión.<br />
P ronto se hizo necesario poner un poco de orden para aclarar el laberinto<br />
de tem as que aparecieron en el sem inario de Zw am m erdam . A l<br />
gunos escriben para llegar a saber qué es lo que piensan. Yo entre ellos.<br />
Y así apareció un segundo articulo, el paso siguiente en el camino hacia<br />
este volum en, «From C om m unication to Language», que apareció en<br />
Cognition en la celebración del ochenta aniversario de Rom án Jakobson.<br />
A su vez, ese artículo sufrió una revisión y el resultado fue otro<br />
artículo presentado en París en el verano de 1975: «A Preíace to the D e-<br />
velopm ent of Speech».5 E ra el plan de juegos del procedim iento a u tilizar<br />
para el trabajo em pírico que había de seguir. Para entonces yo había<br />
decidido que la adquisición del lenguaje se puede estudiar sólo en<br />
casa, in vivo, no en el laboratorio, in vitro. Los temas de la sensibilidad<br />
del contexto y del form ato de la interacción m adre-hijo, ya me habían<br />
llevado a abandonar el elegantem ente equipado pero artificial laboratorio<br />
de video en South Parks R oad a favor del desorden de la vida de<br />
hogar. Fuim os hacia los niños en lugar de hacerlos venir hacia nosotros.<br />
<strong>El</strong> trabajo intelectual tiene una historia natural, un poco com o la<br />
de todo lo que crece. Y con cada artículo sucesivo mis propios enfoques<br />
cam biaron y crecieron.<br />
Y así fue. U n libro es un producto, no sólo de un autor (y de sus<br />
estudiantes), sino de determ inados tiem pos y lugares. N o fue sólo O x<br />
ford v los años setenta. Tam bién fue un m undo en el cual m uchas<br />
corrientes intelectuales estaban convergiendo, com o las filosóficas y las<br />
5, <strong>Bruner</strong>, J. S ,: «The ontogénesis of speech acts». Journal o f C hild Langnage> 1975,<br />
2, 1-19. B runer, j. S .: «From com m unication to language», Cognition, 1975, 3 (3),<br />
255-287. [Traducción castellana: «De la com unicación al lenguaje». M onografías de I n <br />
fancia y A prendizaje, 1981, 1, 133-163.] <strong>Bruner</strong>, J. S .: «A preíace to the developm ent<br />
of speech». En G . O lero n (com p.), V A n n e e Psychologique: Momage a Paul Fraisse.<br />
Presses U niversites de Trance, 1977.
lingüísticas ya m encionadas, pero tam bién trabajos de psicología y antropología<br />
relacionados con la contextuahzación de pensam iento y habla<br />
y reglas culturales. Fue una década rica para to d o el que trabajara<br />
el cam po de la pragm ática. La parte final de este volum en refleja el período<br />
y sus lugares, así com o la investigación sobre la que está basado<br />
el m ism o.<br />
<strong>El</strong> libro com ienza con dos capítulos sobre los problem as teóricos que<br />
m otivaron el trabajo. A éstos siguen tres capítulos em píricos que tra <br />
tan, respectivam ente, de los «juegos del lenguaje» y del crecim iento de<br />
la referencia y de la petición. La referencia y la petición son los dos<br />
usos más im portantes del lenguaje sobre los que se centra la investigación<br />
em pírica. Pero el capítulo sobre el papel de los juegos en la adquisición<br />
del lenguaje es propedéutico para la com prensión de estos<br />
usos, «juegos de lenguaje», en el sentido clásico de W ittgenstein, no es<br />
sólo una m etáfora.<br />
<strong>El</strong> capítulo sobre «juegos» debe m ucho a la colaboración de Virginia<br />
Sherw ood, Eíleen C audill y N ancy Ratner. <strong>El</strong> capítulo sobre la referencia<br />
está fuertem ente vinculado al trabajo realizado en conjunto con<br />
A nat N inio cuando en 1977-1978 era una visitante proveniente de la H e-<br />
brew U niversíty de Jerusalén que trabajaba en O xford. N ancy Ratner<br />
y Eileen C audill tam bién ayudaron m ucho en este trabajo. <strong>El</strong> capítulo<br />
sobre la ontogénesis de la petición fue realizado en colaboración con<br />
C arolyn Roy y N ancy R atner.6<br />
<strong>El</strong> capítulo final de este volum en es, nuevam ente, un relato de sucesivas<br />
transform aciones. Pasó por un largo período de gestación. U na<br />
versión em brionaria fue expuesta en form a de W itkin Lectures en Princeton<br />
en 1980. Extensiones y revisiones fueron presentadas en el otoño<br />
de 1981 en la Sixth Boston C hild Language Conference y luego en la<br />
D elaw are C onference. En la prim avera de 1982, algunas variantes posteriores<br />
fueron lanzadas en B row n y en Pennsylvania.<br />
Este volum en fue llevando una m uy buena vida viajera, y le estoy<br />
agradecido1a la m ucha gente que nos dio hospitalidad durante esos años,<br />
6. Ratner. N . y B runer, J. S.: -C arnes, social exchangc and die ¿cquUition of Unguage».<br />
Journal of C hild Language, 197S, 5, 391-431. N inio, A. y <strong>Bruner</strong>, J. S .: «The<br />
aehievem ent and antecedents oí U b e\lin g ^Jo u rn a l oí C hild Language, 1978. 5. 1- í 5.<br />
<strong>Bruner</strong>, |. S., C audill, L. y N inio, A .: «Language and cxpcrienee». En R, S. Peters<br />
(com p.), John D e u e y reconsidered, Londres, R outledge y Régan Paul, 1977. <strong>Bruner</strong>, J.<br />
S., Ratner, N . y Roy, C .; «The beginníng of request». En K, N elson (com p.), Children’s<br />
language. vol. IV, N ueva Y ork, G ardner Press, 1982.
en los dos C am bridge, en M oscú, Budapest, N ueva Y ork, N ijm egen,<br />
T oronto, Bristol, Lovaina.<br />
H ay dos hilos que unen las ideas y los datos que com ponen este libro.<br />
<strong>El</strong> prim ero es «exterior»: cóm o la com unidad lingüística arregla<br />
los encuentros de habla de m anera que a los jóvenes aspirantes al habla<br />
se les ocurra cóm o hacer claras sus intenciones com unicativas y cóm o<br />
penetrar en las intenciones de los otros. <strong>El</strong> vehículo principal de este<br />
apoyo es el form ato, las situaciones pautadas que perm iten al adulto y<br />
al niño cooperar para «seguir adelante» en el lenguaje.7 <strong>El</strong> segundo hilo<br />
es más «interior» y de procedim iento. Se refiere a cóm o el intento com<br />
unicativo es sucesivam ente transform ado, a través de la negociación,<br />
en procedim ientos lingüísticos crecientem ente poderosos. Los dos hilos<br />
son, realm ente, com o la urdim bre y la tram a del argum ento del libro.<br />
N o he intentado «cubrir» la vasta literatura con la cual conecta este<br />
libro. N o quiere decir que sea una revisión ni una crítica. Mi propósito,<br />
más bien, era usar la investigación de O xford para desarrollar un enfoque<br />
sobre cóm o los niños pequeños son apoyados para dom inar el<br />
lenguaje que están adquiriendo. En esa em presa m uy pro n to se hace claro<br />
que el niño disfruta de un acceso privilegiado al lenguaje, que su entrada<br />
en él está sistem áticam ente arreglada por la com unidad lingüística.<br />
Es igualm ente claro que los niños, al intentar usar el lenguaje para<br />
lograr sus fines, hacen m ucho más que sim plem ente dom inar un código.<br />
Están negociando procedim ientos y significados y, al aprender a hacer<br />
eso, están aprendiendo los cam inos de la cultura, así com o los cam<br />
inos de su lenguaje. C oncentré mi atención en aquellos autores que<br />
se ocupaban de esos tem as más que en la literatura sobre la adquisición<br />
del lenguaje en general. En efecto, algunos de los autores que más atrajeron<br />
mi atención están apenas representados en las referencias bibliográficas,<br />
principalm ente porque no estaban activam ente interesados en<br />
el lenguaje del niño com o tal o en el lenguaie en sí mismo. Clifford<br />
G eertz y Dan SperberKson buenos ejem plos: am bos están preocupados<br />
por la m anera en la cual se adquiere la cultura, a través de la negociación<br />
antes que a través del agotam iento de un código. E ncontré su tra<br />
7. <strong>Bruner</strong>, J . S .: «Form ats of language acquisition». American Journal o f Semiotics,<br />
1982, I (3), 1-16. [Traducción castellana: Los form atos de la adquisición del lenguaje.<br />
En j . L. Linaza (com p.), Acción, pensam iento y lenguaje, M adrid, Alianza, 1984.]<br />
8. G eertz, C .: The lnterpretation o f Cultures: Selected Essavs, N ueva Y ork, Basic<br />
Books, 1973. Sperber, O .: R ethinking Sym bolism , C am bridge, C am bridge Univ.<br />
Press, 1973.
ajo enorm em ente sugestivo, a pesar de que no está m encionado en el<br />
texto del libro. M i aparente olvido de la literatura especializada no proviene<br />
de una falta de respeto sino de una concentración en un objetivo<br />
específico. Siento m ucho placer en expresar un cálido agradecim iento<br />
al am istoso y revoltoso círculo de estudiantes y colegas que me dieron<br />
tanto estím ulo y tanta satisfacción durante mis años en O xford. Jo h n<br />
C hurcher, C athy U rw in, R oy Pea, A lison G arton, Paul Bam borough,<br />
C hristopher P ratt, A rde D enkel, Alan e Ian Leslie, Andy M cltzoff, Susan<br />
Sugarm an, Alison G opnik y José Linaza, todos com prom etidos en<br />
el com bate. A nat N inio, M agda Raim ar, A idan M acfarlane y Michael<br />
Scaife eran com pañeros del posdoctorado. Los com pañeros visitantes<br />
hicieron enorm es aportes: D avid O lson de T o ronto, R obert Grieve de<br />
St. A ndrew s, K atherine N elson de Yale, C laudia de Lemos de C am piñas,<br />
y V irginia V olterra de Rom a. K athleen D anaher Sylva com enzó<br />
conm igo el trabajo sobre problem as de la referencia, pero nuestra colaboración<br />
se diversificó hacia otros temas que tenían que ver con el desarrollo<br />
y el cuidado del niño. R eñirá H uxley se nos unió, pero su breve<br />
participación en el trabajo term inó desgraciadam ente con su triste y<br />
prem atura m uerte. <strong>El</strong> «seminario del alm uerzo de los viernes» fue una<br />
fuente estable de sostenim iento, y la lista de participantes es dem asiado<br />
larga para m encionarla. Pero deseo agradecer particularm ente a Barbel<br />
Inhelder, R ichard C rom cr, A drián Fourcin, N atalie W aterson, G areth<br />
Evans, M aureen Shields y C harles T aylor por sus contribuciones, y a<br />
A lison G opnik p o r su talento en m anejar los debates.<br />
E ntre mis colegas de O xford, quiero dar mis gracias particularm ente<br />
a Isaiah Berlin, N ik o T inbergen, R om H arré, Jonathan C ohén, A n<br />
thony K enney, D onald B roadbent, Peter B ryant. H arry Judge y R oy<br />
H arris. F ueron de gran ayuda.<br />
Para transcribir los protocolos se deben usar muchas horas de labor<br />
paciente e inteligente. Meg Penning-Row sel! fue una especial ayuda en<br />
esto, com o lo fue mi secretaria, M egan Kenyon.<br />
Viejos am igos y colegas dieron ayuda y consejo: G eorge M iller y Roger<br />
B row n, Pim Levelt y Eric W anner, M argaret D ortaldson y H enri<br />
Tajfel, A nnette K arm iloff-Sm ith y <strong>El</strong>ena Lievcn, entre otros. D urante<br />
un año sabático en el N etherlands Institute for Advanced Studv, en Flolanda,<br />
me beneficié particularm ente con las discusiones con D avid O í-<br />
son, M elissa B ow erm an, C laudia de Lem os, M anny Schegloff, Patricia<br />
G reenfield, y nuestros colegas en el M ax-Planck Institute for Psvcholinguistics.
Rita W atson me ayudó en la selección y la corrección prelim inar. Estov<br />
en deuda con ella, no sólo p o r el trabajo detallado que significa esa<br />
tarea, sino tam bién p o r su buen juicio y su infalible buen hum or. La<br />
corrección final de este volum en fue hecha en colaboración con m i colega<br />
C arol Fleisher Feldm an, con quien tuve el privilegio de una correspondencia<br />
de varios años m ientras se desarrollaba el trabajo. Su contribución<br />
fue una ayuda inconm ensurable para mí.<br />
Todavía existen editores de la «vieja escuela», para gran beneficio de<br />
autores y lectores. D onald Lam m es uno de ellos y se debe elogiar tam <br />
bién a la nueva generación de la vieja raza, particularm ente a D onald<br />
Fusting.<br />
Y finalm ente, este volum en está dedicado a R om án Jakobson. <strong>El</strong> m u<br />
rió durante la etapa final de su redacción. Fue el lingüista más p ro fu n <br />
do de su generación y un hom bre de una intensa generosidad com o<br />
m aestro y com o am igo. M antuve la form a de la dedicatoria original en<br />
lugar de cam biarla p o r «a la m em oria de...». <strong>El</strong> distinguido lingüista soviético<br />
Ivanov dijo de Jakobson que era «un ser venido del futuro», y<br />
yo pedí prestada esa frase para agregarla a mi dedicatoria.<br />
N ueva York<br />
Febrero 1983<br />
JE R O M E B R U N E R
Introducción1<br />
<strong>El</strong> sim ple hecho de tener delante la evidencia no es suficiente para aprender [el<br />
lenguaje]... Se debe determ inar qué es necesario para hacer funcionar el sistema.<br />
N oam C hom skv<br />
C uando se dice que un niño está adquiriendo el «lenguaje», se dan,<br />
al m enos, tres form as de entender esa afirmación. La prim era se refiere<br />
a la corrección de la form a: el niño o la niña están adquiriendo las condiciones<br />
para form ular expresiones orales congruentes con las reglas gramaticales.<br />
Se trata de un tem a cargado de interrogantes. ¿C óm o aprende<br />
el niño? Para em pezar, ocurre con frecuencia que las reglas gram a<br />
ticales del niño no son las mismas que usan los adultos que lo rodean.<br />
La im itación es una explicación poco convincente. E incluso en el caso<br />
1. <strong>El</strong> epígrafe está en M assim o Piattelli-Palm arini (com p.), Language and Learning:<br />
The D ebate betw een Jean Piaget and N oam C hom sky, C am bridge, M ass., H arvard<br />
Univ. Press, 1980, pág. 262. Basado en las trascripciones del debate sostenido en octubre<br />
de 1975 en la A bbaye de R oyalm ont. Los siguientes libros serán de particular ayuda<br />
para u n conocim iento general de los diferentes contactos con el estudio de la adquisición<br />
del lenguaje: A ustin, J .: H oiu to do Things w ith Words. O xford, O xford Univ.<br />
Press, 1962. [Traducción castellana: C óm o hacer cosas con palabras, Barcelona, Paidós,<br />
1982.] Bates, E .: Language in Context: The Acquisition o f Pragmatics, N ueva Y ork,<br />
Academic Press, 1976. Beilen, H . : Studies in the Cognitive Bctsis o f Language D evelopment.<br />
N ueva Y ork, Academic Press, 1975. Bever, T. G .: «The cognitive basis for<br />
linguistic structures». En J. R. H ays (com p.), Cognition and the D evelopm ent o f Language.<br />
N ueva Y ork, W iley, 1970. B ickerton, D .: Roots o f Language. A nn A rbor,<br />
Mich., Karom a Publishers, 1981. C hom sky, N . : A speas o f the Theory o f Syntax. C am <br />
bridge, M ass., M IT Press, 1975. [Traducción castellana: Aspectos de la teoría de la sintaxis.<br />
México, Siglo X X I.] C lark, H . H . y C lark, E. V .: Psychology and Language: An<br />
Introduction to Psycholinguistics. N ueva Y ork, H arcourt Brace J ovanovich, 1977. C romer,<br />
R .: «The developm ent of language and cognition: T he cognition hypothesis». En<br />
B, Foss (com p.), N e w Perspectives in C hild D evelopm ent. H arm ondsw orth, Inglaterra,<br />
Penguin, 1974. [Traducción castellana: «<strong>El</strong> desarrollo del lenguaje y la cognición: la hipótesis<br />
cognitiva». En B. Foss (com p.): N uevas perspectivas en el desarrollo del niño,<br />
M adrid, Fundam entos, 1978.] C rom er, R .; «Rcconceptualizing language acquisition and
de que el niño utilice una gram ática del tipo de la de los adultos, es<br />
m uv dudoso que haya estado en contacto con suficientes m odelos de<br />
tales reglas com o para haberlas aprendido por inducción. H ay algo poco<br />
plausible en la m ayoría de los enfoques sobre la adquisición de la gramática,<br />
ya sean las opiniones de los em piristas que piensan que la gramática<br />
se aprende com o cualquier otra cosa, o los puntos de vista de<br />
aquellos que afirm an que hay una suerte de disposición innata que predestina<br />
a los seres hum anos a ser «adquirentes» de lenguaje. P or otra<br />
parte, a la luz de nuestro conocim iento actual, parccc m uy im probable<br />
que los niños aprendan gram ática por el placer de aprenderla. Su dominio<br />
parece siem pre un factor instrum ental para hacer algo con palabras<br />
en el m undo real, aunque sólo sea atribuir significado a algo.<br />
Este es el segundo aspecto del lenguaje: su capacidad de referencia y<br />
de significado. P o r un lado, se da el caso de que se pueden construir<br />
enunciados que están sintácticam ente bien form ados pero que no «quieren<br />
decir» nada, pero es raro que hagamos esto siendo niños o hablantes<br />
m aduros. ¡C ó m o aprende el niño a referirse y a significar, y a hacerlo,<br />
además, usando un habla léxico-gram atical? La respuesta no es<br />
en absoluto obvia. P orque es poco claro a qué se refiere y qué quiere<br />
decir cualquier expresión si se abstrae de los contextos y condiciones<br />
en las cuales se enuncia. Incluso (o especialmente) las expresiones de<br />
cognitive developm ent». En R. L, Schiefetbusch y D. Brickcr: Early Language: Acquiíition<br />
and Intervention. Baltim ore, M d.. U niversity Parle Press, 1981. D e Laguna, G-:<br />
Speech: Its Function and D evelopm ent. N ew H avcn, ''['ale Univ. Press, 1927. D e Vílliers.<br />
j . y D e Villiers, P .: Language Acqutsition. C am bridge, Mas?., H arvard Univ.<br />
Press, 1978. G recnfield, P ,; «Structural parallels betw een language and aetion in developm<br />
ent». En A. Loek ( c o m p . 'Aetion, Gestare and Sym bol. Londres, Aeadcmic Press,<br />
1978, K arm iloff-Sm iih, A .: A Functional Approach to C hild Language: .4 Study oj Determ<br />
in en and Referenee. C am bridge, C am bridge U niv. Press, 1979. M cNeill, D .:<br />
The A cquiútion o f Language. N ueva Y ork, H arper y K cw , 1970. M cN eill, D .: The<br />
Conceptual Basi< oí Language. H illsdalc, N , |. : Erlbaum Publishcrs, 1979. Pinker, S.:<br />
■Forma! modcls oí language Icarning*. Cognition. 1979, 7, 217-283. Scarle, ).: Speech<br />
A n Essay in the Pbilosophy o f Language. C am bridge, Cam bridge Univ. Press,<br />
1969. [Traducción castellana: Actos de habla. M adrid. C átedra, 198C.] Sinclair-de-<br />
Zw.irt, H .: «Language acquisition and cognitive developm ent» En T. F.. M oore<br />
(com p.), C ognitive D evelopm ent and the Acquisition of Language. N ueva Y ork, Academia<br />
Press, 1973, Slobin. D .: «Cognitive prcrcquisites íor the levelopm ent of grammar».<br />
En C. A. Ferguson y D. Slobin (com ps.), Sludtes of C hild Language D evelopm<br />
em . N ueva Y ork, H o lt, R in e h a rty W inston, 1973. T revarthen, C .: «The fuundations<br />
of intersubjectívity: D eveiopm ent of m terpersonal cooperative understanding in m-<br />
fants». En D. O lson (com p.), The SocialFoundations o} Language and Thought. N u e<br />
va Y ork, N o rto n , 19SC.
una sola palabra son difíciles de interpretar. La palabra fuego, por ejem <br />
plo, ¿es una advertencia, una expresión referencial a algo que se ha visto,<br />
o una solicitud para encender un cigarrillo? D e ahí que al decir que<br />
un niño está adquiriendo el lenguaje debam os dar razón de otro aspecto<br />
de lo que está siendo adquirido, es decir, su función o intento de com<br />
unicación, o «cóm o conseguir que se hagan cosas con palabras». En<br />
este caso, el criterio para juzgar los progresos en la adquisición no es<br />
tanto la form a correcta o el sentido y la referencia, sino algo más parecido<br />
a la efectividad. ¿Puede el niño pedir, indicar, recom endar o p ro <br />
m eter o apoyar o m ostrar respeto p or el uso de medios com unicativos?<br />
¿Y puede satisfacer las condiciones que la cultura atribuye a los hablantes<br />
que cum plieran con estas cosas: condiciones de preparación, sinceridad,<br />
esencialidad y asociación?<br />
Estas tres facetas del lenguaje que el niño debe dom inar para llegar<br />
a ser un «hablante nativo» — la sintaxis, la sem ántica y la pragm ática<br />
del lenguaje—, obviam ente no son, y lógicam ente no pueden ser, aprendidas<br />
independientem ente una de otra. Probablem ente la sintaxis es la<br />
más m isteriosa, ya que sin entrar en 1a elaboración del tem a, constituye<br />
una red m uy intrincada e interdependiente en todas las lenguas. Pero<br />
aun así, los otros dos aspectos no son m enos sorprendentes en su com <br />
plejidad. Y si uno observa los procesos de la vida cotidiana, los tres aspectos<br />
del lenguaje parecen ser aprendidos en form a interdependiente.<br />
Este libro trata de la interdependencia. Parte del punto de vista de<br />
que las tres facetas m encionadas son inseparables en el proceso de adquisición,<br />
de que son necesariamente inseparables. Más específicamente,<br />
la adquisición del lenguaje «com ienza» antes de que el niño exprese<br />
su prim er habla léxico-gram atical. C om ienza cuando la m adre y el niño<br />
crean una estructura predecible de acción recíproca que puede servir<br />
com o un m icrocosm os para com unicarse y para constituir una realidad<br />
com partida. Las transacciones que se dan dentro de esa estructura constituyen<br />
la entrada o «inpttt» a partir de la cual el niño conoce la gram á<br />
tica, la form a de referir y de significar, y la form a de realizar sus intenciones<br />
com unicativam ente.<br />
Pero el niño no podría lograr estos prodigios de adquisición del lenguaje<br />
si al mismo tiem po no tuviera una única y predispuesta capacidad<br />
para el aprendizaje del lenguaje, algo sem ejante a lo que N oam<br />
C hom sky ha llam ado M ecanism o de A dquisición del Lenguaje (LAD)."'<br />
* L A D : Language A cquisition Device, [T.]
Pero este m ecanism o no podría funcionar en el niño sin la ayuda dada<br />
por el adulto, que se incorpora, ¡unto con él, a una dim ensión transaccional.<br />
Esta dim ensión, que al com ienzo controla el adulto, pro p o rcio <br />
na un Sistema de A poyo de la A dquisición del Lenguaje (LASS),* sistem<br />
a que enm arca o estructura la entrada de lenguaje e interacción en<br />
el m ecanism o de adquisición del niño, de m odo que im plique «hacer<br />
funcionar el sistema». En una palabra, la interacción entre LA D y LASS<br />
es lo que hace posible que el niño entre en la com unidad lingüística y,<br />
al mismo tiem po, en la cultura a la cual el lenguaje le perm ite acceder.<br />
<strong>El</strong> resto del libro es una am pliación sobre cóm o funciona este p ro <br />
ceso en relación con dos de las funciones com unicativas — referir y requerir—<br />
en dos niños de habla inglesa en sus dos prim eros años de vida.<br />
H e elegido el estudio del período de transición entre ¡a com unicación<br />
prelingüística y el prim er habla léxico-gram atical, porque creo que es<br />
el que m ejor m uestra algunos de los procesos cruciales y de los acontecim<br />
ientos fundam entales que se requieren para lograr el dom inio del<br />
lenguaje en sus tres aspectos.<br />
LASS; Language A cquisition Support System. [T.J
2 De la comunicación al habla<br />
Si vam os a considerar la transición de la com unicación prelingüística<br />
al lenguaje, especialm ente con relación a una posible continuidad, será<br />
m ejor que com encem os hablando, tan profundam ente com o podam os,<br />
de la llam ada «facultad original» de los seres hum anos. ¿Esa facultad<br />
puede afectar la adquisición y el uso tem prano del lenguaje? N o me refiero<br />
sim plem ente a los precursores prelingüísticos de la gram ática o a<br />
una «capacidad innata» para el lenguaje. La cuestión debe ser más general.<br />
¿Q ué es lo que predispone al ser viviente a usar el lenguaje y a<br />
cam biar a través de su uso? Supongam os que adm itim os que hay cierta<br />
capacidad innata para dom inar el lenguaje com o un sistema sim bólico,<br />
tal com o lo planteaba N oam C h o m sk y ,1 o aunque se está predispuesto<br />
hacia distinciones lingüísticas particulares, com o recientem ente p ro p o <br />
nía U ereck B ickerton.2 ¿P or qué se usa el lenguaje? Después de todo,<br />
los chim pancés tienen algunas de las mismas capacidades y no las usan.<br />
<strong>El</strong> difícil dilema, que rebosa de preguntas sobre la naturaleza original<br />
y el posterior desarrollo de las facultades hum anas, es inherente a<br />
la naturaleza única de la aptitud hum ana. Porque la aptitud hum ana es<br />
biológica en sus orígenes, y cultural en los m edios con los que se expresa.<br />
M ientras la capacidad para las acciones inteligentes tiene p rofundas<br />
raíces biológicas y una evolución histórica discernible, el ejercicio<br />
1, C hom sky, N ,: Reflections o f Language, N ueva Y ork, Random H ousc, 1975.<br />
[Traduc. castellana: Reflexiones acerca del lenguaje. M éxico.Trillas, 1981.] C hom sky,<br />
N .: R eview o f Verbal Bebavior de B. F. Skinner. Language, 1959, 35, 26-58.<br />
2. Bickerton, D .: Roots o) Language. A nn A rbon, M ich., Karom a Publishers,<br />
1981.
de esa capacidad depende de la apropiación que haga el hom bre de m o<br />
dos de actuar y de pensar que no existen en sus genes sino en su cultura.<br />
O bviam ente, hay algo en la «mente» o en la «naturaleza hum ana»<br />
que m edia entre los genes y la cultura y que hace posible que esta últim<br />
a sea un recurso protético para la realización de la prim era.<br />
C uando nos preguntam os sobre las dotes de los seres hum anos, la<br />
pregunta que form ulam os debe ser doble. Tenem os que preguntarnos<br />
no sólo p o r las capacidades, sino tam bién p o r cóm o los seres hum anos<br />
son ayudados al expresar aquéllas en el medio de la cultura. Las dos preguntas<br />
son inseparables, ya que la capacidad intelectual evoluciona, necesariam<br />
ente, para perm itir al hom bre utilizar los m ecanism os protéticos<br />
que la cultura desarrolla para capacitar a sus m iem bros.<br />
H ay cierta justificación al estudiar las capacidades hum anas tem pranas<br />
y su desarrollo en laboratorios aparentem ente no culturales, com o<br />
si fueran simples expresiones de las dotes y de las disposiciones biológicas<br />
del hom bre. P ero tenem os que tener presente tam bién que la realización<br />
de estas dotes depende de las herram ientas de la cultura, más<br />
allá de lo que resolvam os hacer en el laboratorio. La tendencia más im <br />
portante del últim o cuarto de siglo ha sido observar, cada vez más, los<br />
contextos que perm iten a los seres hum anos actuar com o lo hacen. H e <br />
m os visto, cada vez con m ayor frecuencia, la inutilidad de considerar a<br />
la naturaleza hum ana com o un conjunto de disposiciones autónom as.<br />
Puedo esbozar fácilm ente lo que me parece que son las «facultades<br />
originales infantiles» en la llamada esfera cognitiva. Pero para hacerlo<br />
de form a coherente debo enfocar aquellos aspectos que perm iten, y quizás<br />
im pulsan, a los seres hum anos a operar en una determ inada cultura.<br />
P orque yo creo que el requerim iento de usar la cultura com o una forma<br />
necesaria de m anejo es lo que fuerza al hom bre a dom inar el lenguaje.<br />
<strong>El</strong> lenguaje es el m edio de interpretar y regular la cultura. La interpretación<br />
y la negociación com ienzan en el m om ento en que el niño<br />
entra en la escena hum ana. Es en este período de interpretación y de<br />
negociación cuando se realiza la adquisición del lenguaje. En consecuencia,<br />
m iraré las «facultades originales» desde el punto de vista de su<br />
form a de equipar al niño para que entre en escena a adquirir los medios<br />
que le perm itan ocupar su lugar en la cultura.3<br />
3. Para una discusión más com pleta de estos puntos véase: <strong>Bruner</strong>, J, S.: «N ature<br />
and uses of ¡m m aturity». En K. J. C onnolly y J. S. B runer (com ps,), The G roistb o f<br />
Competencc. L ondres y N ueva Y ork, A cadem ic Press, 1974.
Las facultades originales cognitivas en la situación inicial<br />
Voy a com enzar to n algunas conclusiones más o m enos «firmes» sobre<br />
la percepción, habilidad y solución de problem as en el niño prelingüístico,<br />
y a considerar en qué m edida se puede concebir que predispongan<br />
al niño a adquirir «cultura» a través del lenguaje.<br />
Ld prim era de estas conclusiones es que muchos de los procesos rogm<br />
tivos que se dan en la infancia aparecen actuando en apoyo de actividades<br />
en relación a un objetivo. D esde el com ienzo el niño es activo en<br />
la búsqueda de regularidad en el m undo que lo rodea. <strong>El</strong> niño es activo<br />
de una form a únicam ente hum ana, convirtiendo la experiencia en estructuras<br />
con fines determ inados típicas de su especie. Voy a com enzar<br />
con el im probable ejem plo de la succión no alimenticia.<br />
<strong>El</strong> niño, com o los m am íferos en general, posee una variedad de m e<br />
canismos biológicos que le aseguran su nutrición inicial, su vínculo inicial<br />
con quien !o cuida, su contacto sensible inicial con el m undo, to <br />
dos m uy bien regulados para evitar que el niño tenga sobrerreacciones.<br />
La succión no alim enticia, que es un ejem plo de uno de estos m ecanismos<br />
regulados, tiene el efecto de relajar grupos de m úsculos largos, de<br />
calmar los m ovim ientos intestinales, de reducir el núm ero de los m o<br />
vimientos del ojo que se da com o respuesta a un campo visual excesivamente<br />
trabajado y, en general, de asegurar el m antenim iento de un<br />
nivel de respuesta m oderado en el rostro, incluso frente a un entorno<br />
exigente. Probablem ente, está «altam ente determ inado»,<br />
Pero ese tipo de succión pro n to queda bajo el control del niño m ismo.<br />
H em os com probado que niños de sólo cinco o seis semanas son<br />
muy capaces de chupar un chupete para conseguir enfocar una representación<br />
visual borrosa, aum entando su ritm o de succión m uy por encima<br />
del básico cuando el foco de la imagen está supeditado a la velocidad<br />
de succión. P or otra parte, succionar y m irar son actividades coordinadas<br />
para obtener una buena visión. C uando los bebés chupan para<br />
obtener claridad, chupan m ientras m iran, y aprenden rápidam ente a desviar<br />
la m irada cuando se detienen. C uando en una sesión posterior la<br />
succión produce una imagen borrosa, chupan m ientras desvían la m irada<br />
de la imagen borrosa que produce su succión, y dejan de chupar<br />
m ientras m iran la figura. (Debem os hacer notar, por cierto, que a los<br />
niños no les gustan las imágenes borrosas.) 4<br />
+■ Kalnins, I. y bruner, J. S .: «The cuordination of visual observation and instrumental<br />
behavior in early infaney». Perception, 1971, 2, 307-314.
<strong>El</strong> pediatra checo H anus Papousek ha inform ado sobre la m ism a capacidad<br />
de coordinación de la acción en el terreno del giro de la cabeza.3<br />
Les enseñó a bebés de seis a diez semanas de edad a girar sus cabezas<br />
a la derecha (o a la izquierda) con el ftn de poner en actividad un<br />
atractivo conjunto de luces interm itentes. Los bebés aprendieron muy<br />
pronto cuál era la respuesta requerida y, ciertam ente, se les pudo enseñar<br />
a girar dos veces para cada lado para conseguir las luces que deseaban.<br />
C on el dom inio de la acción, sus reacciones se hicieron muy económ<br />
icas: giraban justo lo necesario para encender las luces. Pero lo que<br />
es más interesante aún, en la m edida que el experim ento progresaba y<br />
el despliegc de luces se hizo familiar, los bebés las m iraban m uv rápidam<br />
ente, bastaba una m irada para confirm ar que las luces funcionaban<br />
com o se esperaba (después de la cual con frecuencia aparecía una sonrisa),<br />
y luego com enzaban a explorar visualm ente los otros com ponentes<br />
de la situación. Finalm ente, el pronóstico acertado parecía ser el rasgo<br />
com pensatorio de la situación. C on el hábito, la actuación se redujo<br />
(y el pronóstico dejó de ser interesante).<br />
La cuestión no es que los bebés sean más inteligentes de lo que pensábamos<br />
antes. A hora bien, lo que ocurre es que desde los inicios en<br />
adelante su conducta está guiada por la disponibilidad d e medios activos<br />
para el logro de fines y p o r la búsqueda. Para decirlo de otra forma,<br />
más de acuerdo con nuestro enfoque general, el niño, desde el com<br />
ienzo, está adaptado a los requerim ientos coordinados de la acción.<br />
Parece capaz de apreciar, por decirlo de alguna manera, la estructura de<br />
la acción y, particularm ente, la form a en que deben com binarse los m e<br />
dios y los fines para lograr resultados satisfactorios, aun cuandt<br />
sean m edios tan arbitrarios com o chupar para producir cambios en el<br />
m undo visual. A dem ás, parece ser sensible a los requerim ientos del p ro <br />
nóstico v, si se tom a en serio la interpretación de Papousek sobre «la<br />
sonrisa del placer profetizado», parece lograr, en el pronóstico acertado,<br />
un placer activo. T odo el que se haya preocupado de considerar el<br />
placer que los niños obtienen del logro de predicciones repetitivas, seguras,<br />
podrá apreciar este punto.<br />
Es banal decir que los niños son tam bién «sociales». Están adaptados<br />
a contestar a la voz hum ana, al rostro hum ano, a las acciones y ios<br />
gestos hum anos. Su disponibilidad de m edios se coordina fácil y rápi-<br />
5. Papousek, H .; «<strong>El</strong>aborations of conditioned hcad-turning», Infonne presentado<br />
en el simposio sobre Lcarning of H um an Infants, Londres, ¡969.
dam ente con las acciones de las personas que los tienen a su cargo. <strong>El</strong><br />
trabajo pionero de D aniel Stern, B erry B razelton y sus colegas6 subraya<br />
qué tem prano y qué fácilm ente los bebés son activados por los adultos<br />
con los cuales tienen una relación recíproca, y cuán rápidam ente la<br />
estructura de sus m edios abarca las acciones de otro. La principal<br />
«herram ienta» que tiene el bebé para lograr sus fines es otro ser hum a<br />
no familiar. E n este sentido, los niños parecen tener una capacidad de<br />
interacción social m ayor que cualquiera de los m onos más evolucionados,<br />
quizás de la m ism a form a que los m onos más evolucionados son<br />
más socialm ente interactivos que los m onos del Viejo o del N uevo M undo,<br />
y ésta puede ser una función de su form a de inm adurez, prolongada<br />
y singularm ente dependiente, tal com o he sostenido en otro trabajo.7<br />
En una palabra, los niños están adaptados para entrar en el m undo<br />
de las acciones hum anas. P or obvio que parezca, verem os que esto tiene<br />
enorm es consecuencias para lo que estam os tratando. Lleva directamente<br />
a la segunda conclusión sobre las «facultades originales» del niño.<br />
Es obvio que una gran parte de la actividad del niño durante el -primer<br />
año y m edio de vida es extraordinariam ente social y comunicativa.<br />
La interacción social parece ser, a la vez, auto-im pulsada y auto-recom<br />
pensada.<br />
M uchos estudiosos de la conducta infantil, com o Tom Bower," han<br />
determ inado que el más poderoso estím ulo que se puede usar en las experiencias<br />
ordinarias de aprendizaje es la respuesta social. Y que una respuesta<br />
social negativa a las iniciativas del niño es una de las cosas más<br />
perjudiciales que se le pueden hacer. (Por ejem plo, un rostro que no responde<br />
producirá lágrim as m uy p ro n to .) En las prim era semanas de vida,<br />
incluso, el bebé tiene capacidad de im itar gestos manuales y faciales<br />
(como ha m ostrado A ndrew M eltzoff)^ responden con congoja si la<br />
6. Stern, D .; The First Relationsbip: In fa n t and M other. C am bridge, M ass., H ar<br />
vard U niv. Press, 1977. Brazelton, T. B .; K ozlow skí, B. y Main, M .: «The origins of<br />
reciprocity: The early m other-infanr m teraction». En M. Lewis y L. R osenblum<br />
(com ps.), The E ffect o f the In fa n t on its Caregiver. N ueva Y ork, W iley, 1974.<br />
7. <strong>Bruner</strong>, J . S .: «N ature and uses of im m aturity». En K. J. C onnolly y j . S. <strong>Bruner</strong><br />
(com ps.), The G row th o f Competence. L ondres y N ueva Y ork, Academic Press, 1974.<br />
[Traducción castellana: «La inm adurez: su naturaleza y usos». En J . L. Linaza (com p.),<br />
Acción, Pensam iento y Lenguaje. M adrid, Alianza, 1984.]<br />
8. Bower, T, G. R .: Perceptual W orld o f the Child. C am bridge, M ass., H arvard<br />
Univ. Press, 1973.<br />
9. M eltzoff, A. y M oore, M. K .: «Im itation of facial and manual gestures by h u <br />
man neonates. Science, 1977, 198, 75-78.
m adre no es visible durante la alim entación; y expresan una sensibili<br />
dad respecto a la expresión de la m adre utilizando los turnos de intervención<br />
en la vocalización, cuando están m oderadam ente despiertos, y<br />
la expresión sim ultánea cuando lo están en m ayor grado.<br />
M ientras el vínculo del niño con la m adre o cuidadora"' está asegurado<br />
desde un com ienzo p or una serie de pautas de respuestas innatas,<br />
m uy p ro n to se desarrolla una reciprocidad que el niño anticipa y con<br />
la que cuenta. P o r ejem plo, si durante el juego la m adre asume una expresión<br />
inm óvil, seria, el niño m uestra m enos sonrisas y gira la cabeza<br />
alejándola de la m adre con más frecuencia que cuando la m adre responde<br />
más socialm ente, com o Edw ard T ronick y sus colegas nos han<br />
dem o strad o .lc La existencia de una reciprocidad de este tipo, apoyada<br />
p or la cada vez m ayor capacidad de la m adre de diferenciar las «razones»<br />
para llorar del niño, así com o la capacidad del niño de anticipar<br />
estos acuerdos, crea m uy p ro n to una form a de atención m utua, una arm<br />
onía de la «intersubjetividad» de la que hablarem os más adelante.<br />
Sea com o fuere, la pauta de respuestas sociales iniciales congénitas<br />
en el niño, producidas por una am plia variedad de signos efectivos de<br />
la m adre — sus latidos cardíacos, la configuración visual de su rostro y<br />
particularm ente sus ojos, su o lo r característico, el sonido y los ritm os<br />
de su voz— , se convierte p ro n to en un sistema de unión anticipatorio<br />
m uy com plejo que convierte el vínculo biológico inicial entre la m adre<br />
y el niño en algo más sutil y más sensible a las idiosincracias individuales<br />
y a las form as de práctica cultural.<br />
La tercera conclusión es que muchas de las prim eras acciones infantiles<br />
tienen lugar en situaciones fam iliares restringidas, y m uestran un<br />
sorprendente alto grado de orden y «sistematicidad».n Los niños pasan<br />
la m ayor parte de su tiem po haciendo un núm ero m uy lim itado de co<br />
10. Tronick, E. (com p.); SocialInterchange in Irtfancy: A ffect, Cognition and C om -<br />
munication. Baltim ore, M d., U niversity Park Press, 1982.<br />
11. Para una discusión de la estructura de las prim eras acciones, véase: <strong>Bruner</strong>, J.<br />
S. y B runer, B. M .: «O n voluntary action and its hierarchical structure». International<br />
Journal o f Psychology, 1968, 3 (4), 239-253. <strong>Bruner</strong>, J. S .: -T he organization of earlv<br />
skilled action». C hild D evelopm ent, 1973, 44, 1-11. Piaget, J . : Structurahsm. Londres,<br />
R oudedge y Kegan Paul, 1971. Piaget, J .: The Construction o f Reality in the Child.<br />
Londres, R outledge y Kegan Paul, 1937. Werner» H . : C om parative Psychology o f M ental<br />
D evelopm ent. N ueva Y ork, Science Editions. 1961. N ueva Y ork, International U niversities<br />
Press, 1948.<br />
* <strong>El</strong> autor utiliza de form a sinónim a los térm inos m adre y adulto, excepto en los<br />
casos en que se refiere a la m adre biológica de los niños del estudio que presenta. [T.]
sas. Se pasan largos períodos alcanzando y tom ando, golpeando y m i<br />
rando, etc. D entro de cada una de estas restringidas esferas hay una im <br />
pactante «sistem aticidad». <strong>El</strong> juego del objeto nos da un ejem plo. U n<br />
solo acto, com o golpear, se aplica sucesivam ente a un am plio cam po de<br />
objetos. Es golpeado todo aquello sobre lo cual el niño puede poner<br />
sus m anos. O el niño prueba en un salo objeto todas las rutinas m o<br />
toras de la que es capaz: agarrar el objeto, golpearlo, tirarlo al suelo,<br />
ponerlo en la boca, ponerlo encim a de su cabeza, haciéndole recorrer<br />
todo el repertorio.<br />
N adie ha caracterizado esta sistem aticidad m ejor que Jean Piaget. <strong>El</strong><br />
viejo enfoque que m ostraba al niño «azaroso» en sus acciones y veía al<br />
crecim iento com o un hecho que consistía en llegar a ser «coordinado»,<br />
no puede m antenerse frente a la evidencia. Si están dados los lím ites del<br />
radio de acción del niño, lo que sucede dentro de ese radio es tan o r<br />
denado y sistem ático com o en la conducta adulta. Puede haber muchas<br />
diferencias de opinión respecto a las «reglas» que gobiernan esta conducta<br />
ordenada, pero no puede haber discusión sobre su sistematicidad.<br />
A la luz de los problem as más generales, es irrelevante que se adopte<br />
el enfoque sobre el tem a que tiene Piaget o alguno más vinculado a otras<br />
teorías, com o el de H einz W erner.<br />
A la luz de esta conclusión, no es en absoluto sorprendente que el<br />
niño entre al m undo del lenguaje y de la cultura con una preparación<br />
para encontrar, o inventar, form as sistemáticas de relación con los requerim<br />
ientos sociales y las form as lingüísticas. <strong>El</strong> niño reacciona «culturalm<br />
ente» con hipótesis características sobre lo que se necesita, y entra<br />
en el lenguaje con una buena disposición para el orden. Por supuesto,<br />
tendrem os m ucho más que decir sobre esto más adelante.<br />
D e todo ello surgen dos im portantes implicaciones. La prim era es o b <br />
via, aunque no recuerdo haberla encontrado nunca planteada. Se trata<br />
que desde el com ienzo el niño se adapta rápidam ente a «hacer m ucho<br />
a partir de m uy poco» p o r m edio de la com binación.12 Es típico su tra-<br />
12. Para una discusión de la estructura com binatoria de los prim eros juegos, véase:<br />
Kozlowski, B. y B runer, J. S .: «Learning to use a lever». C hild D evelopm ent, 1972, 43<br />
(3)» 790-799. B runer, j . S.: «The organization of early skilled action», C hild D evelopment,<br />
1973, 44, 1-11. W eir, R .: Language in the Crib. La H aya, M outon, 1962. Bowerman,<br />
M .: «The acquisition of w ord m eaning: An investigation into some current<br />
conflicts». En 'N, W aterson y C . Snow (com ps. )» The D evelopm ent o f Comm unication.<br />
Nueva Y ork, W iley, 1978. <strong>El</strong> debate sobre la «interpretación rica» del habla tem prana<br />
se ve en: Greenficld, P. y Sm ith, J . H . : The Structure o f C om m unication in Early Language<br />
D evelopm ent. N ueva Y ork, Academic Press, 1976.
ajo de variar un pequeño m ontaje de elem entos para crear un campo<br />
de posibilidades m ayor. La observación de la conducta en los prim eros<br />
juegos y de los esfuerzos de com unicación del niño confirm an, ciertam<br />
ente, este «empuje» hacia la productividad, hacia los esfuerzos com <br />
binados y variables. En efecto, el clásico estudio de R uth W eir sobre el<br />
habla espontánea del niño cuando está solo en su cuna, después de d o r<br />
mir, nos dice m ucho sobre esta capacidad com binatoria, com o tam bién<br />
lo hace Melissa B ow erm an cuando habla de los errores en el habla espontánea<br />
de ios niños.<br />
La segunda im plicación tiene un carácter más social. La adquisición<br />
de la com unicación lingüística y prelingüística tiene lugar, fundam entalm<br />
ente, en el m arco altam ente restringido al que nos estam os refiriendo.<br />
En estas situaciones, el niño y su cuidadora rápidam ente com binan<br />
elem entos para extraer significados, asignar interpretaciones e inferir<br />
intenciones.<br />
U na década atrás se dio un im portante debate entre los lingüistas del<br />
desarrollo sobre si al escribir la «gramática» del habla infantil se debía<br />
usar un m étodo de «interpretación rica», tom ando en cuenta no sólo el<br />
habla real del niño, sino las acciones en curso y otros elem entos del contexto<br />
en el cual está teniendo lugar el habla. A ctualm ente se da por descontado<br />
que se debe hacer así. P orque precisam ente la com binación de<br />
elem entos, de todos ellos, en las situaciones restringidas (lo m ism o el<br />
hablar que el no hablar), es lo que proporciona un cam ino hacia la efectividad<br />
de la com unicación. Es por esta razón que pondré un fuerte énfasis<br />
en el rol de los «form atos» en la entrada del niño en el lenguaje.<br />
Una cuarta conclusión sobre la naturaleza de las facultades originales<br />
cognitivas del niño, es que el carácter sistemático de las mismas es sorprendentem<br />
ente abstracto. D urante el prim er año de vida, los niños parecen<br />
tener reglas para sus relaciones con el espacio, el tiem po y aun<br />
con la causalidad. U n objeto en m ovim iento al que se le cam bia la<br />
apariencia m ientras se m ueve detrás de una pantalla, produce sorpresa<br />
cuando reaparece con un nuevo aspecto,1J Los objetos que parecen ser<br />
im pulsados p o r m edios que nosotros vem os com o no naturales (por<br />
ejemplo, sin haber sido tocados p o r un objeto que se acercaba), tam-<br />
13. Un ejem plo de la «reacción de sorpresa» producida p o r los objetos que han cambiado<br />
en la reaparición, se encuentra en; G ardner, J .: ■íThe developm ent oí object ídentity<br />
in the first six m onths of hum an infartey». Tesis doctoral, D epartm ent of Social<br />
Relations. H arvard U niversity, 1971,
ien producen reacciones de sorpresa aun en un niño de tres m eses.14<br />
A lgunos objetos explorados sólo con el tacto son reconocidos más ta r<br />
de sólo con la vista. <strong>El</strong> m undo perceptivo del niño, lejos de ser una brillante<br />
y zum badora confusión, está m uy ordenado y organizado p o r lo<br />
que parecen ser reglas sum am ente abstractas.<br />
N uevam ente fue Piaget quien más llamó nuestra atención sobre esta<br />
«abstracción», describiendo la estructura lógica de la búsqueda del niño,<br />
búsqueda de invariabilidad en su m undo, búsqueda de lo que perm a<br />
nece sin cam biar bajo el cam bio superficial de la apariencia, Y de nuevo<br />
no es im portante si la «lógica» que atribuye a su acción sistem ática es<br />
correcta o no lo es.<br />
Lo que es evidente es que, ya sea que las reglas lógicas de Piaget caractericen<br />
la «conducta operacional» tem prana, o que puedan ser descritas<br />
m ejor p or algún sistem a lógico más general, tanto desde el punto<br />
de vista cognitivo com o del de la com unicación hay, desde el com ienzo,<br />
una capacidad para «seguir» reglas abstractas.15<br />
N o es el caso que el lenguaje, cuando se encuentra y después se usa,<br />
sea la prim era instancia en el seguim iento de reglas abstractas. N o es el<br />
lenguaje solam ente donde el niño hace distinciones tales com o las que<br />
se establecen entre específico y no específico, entre estados y procesos,<br />
entre actos «puntuales» y actos recurrentes, entre acciones causales y<br />
no causales. Estas distinciones abstractas se tom an con im presionante<br />
velocidad en la adquisición del lenguaje, y tienen analogías en la form a<br />
que posee el niño de ordenar su m undo de experiencia. <strong>El</strong> lenguaje servirá<br />
para especificar, am plificar y expandir algunas distinciones que el<br />
niño ya tiene respecto al m undo. Pero estas distinciones ya están presentes,<br />
aun sin el lenguaje.16<br />
Estas cuatro «facultades originales» cognitivas — disponibilidad de<br />
14. La sorpresa producida p o r la causalidad «no natural» se analiza en: Leslie, A .:<br />
«The representation of perceived causal connecdon in infaney. Tesis doctoral, D epartm<br />
ent o f Experim ental Psychology, O xford U niversity, 1979.<br />
15. La base «amodal» o trasm odal para el reconocim iento de objetos es analizada<br />
por: Bryant, P .; Jones, P .; C laxton V. y Perkins, G .: «Recognition of shapes across m o-<br />
dalities by infants». S u tu re . 1972, 240 (5379), 303-304. M eltzoff, A .: «Im itation, interm<br />
odal coordination and representation in carly infaney». E n G. B utterw orth (com p.),<br />
Infaney and Epiitem ology. Londres, H arvester Press, 1981. Piaget, J .: Structurahsm.<br />
L ondres, R oütledge y Kegan Paul, 1971.<br />
16. Estas distinciones (p o r ejem plo, entre específico y no específico, etc.) están discutidas<br />
por: Bickerton, D .: Roots o f Language. A nn A rbor, M ich., K arom a Publishers,<br />
1981.
m edios, transaccionalidad, sistem aticidad y abstracción— proporcionan<br />
mecanism os básicos que ayudan al niño en la adquisición del lenguaje.<br />
N inguna de ellas «genera» lenguaje, ya que el lenguaje im plica un conjunto<br />
de reglas y máximas fonológicas, sintácticas, semánticas e ilocutivas<br />
que por sí mismas constituyen un problem a de espacio. Pero las<br />
hipótesis lingüísticas o com unicativas dependen de estas dotes com o<br />
condiciones habilitantes. <strong>El</strong> lenguaje no «crece?? de un conocim iento<br />
previo protofonológico, protosintáctico, protosem ántico o protopragm<br />
áñco. Requiere una sensibilidad especial a un sistema pautado de sonido,<br />
a com pulsiones gram aticales, a requerim ientos referenciales, a intenciones<br />
de com unicación, etcétera. Esa sensibilidad crece en el p ro <br />
ceso de cum plir ciertas funciones generales, no lingüísticas: previendo<br />
el medio am biente, interactuando en form a transaccional, logrando fines<br />
con la ayuda de otro, y otras semejantes. Estas funciones se cum <br />
plen prim ero prim itivam ente, si bien en form a abstracta, por medios de<br />
com unicación prelingüísticos. Sostengo en este libro que estos procedim<br />
ientos prim itivos deben alcanzar niveles requeridos de funcionam<br />
iento antes que cualquier M ecanism o de A dquisición del Lenguaje (innato<br />
o adquirido) pueda em pezar a producir «hipótesis lingüísticas».17<br />
Entrada en el lenguaje<br />
A hora podem os ocuparnos del desarrollo del lenguaje en sí mismo.<br />
<strong>El</strong> aprendizaje de la lengua nativa es una realización que se sitúa dentro<br />
de los dom inios de cualquier niño, aunque el descubrir cóm o lo hacen<br />
se ha escapado a generaciones de filósofos y lingüistas, San A gustín<br />
creía que era simple. Supuestam ente recordando su propia infancia dijo:<br />
«C uando ellos nom braban alguna cosa, y m ientras hablaban se daban<br />
17. <strong>El</strong> M ecanism o de A dquisición del Lenguaje se analiza en: C hom sky, N . : Review<br />
of Verbal Bebavior por F. B. Skinncr. Language, 1959, J5, 26-58. C hom sky, N . :<br />
Aspects o f a Tbeory o f Syntax. C am bridge, M ass., M IT Press, 1965. [Traducción castellana:<br />
Aspectos de la teoría de la sintaxis. México, Siglo X X L ] Chom sky, N , ; «Expíanatory<br />
m odels in linguístics». En E. N ageL, P. Suppes y A. Tarski (com ps.), Logic, M e-<br />
thodology a n d Pbilosophy o f Science. Stanford, C alifornia, Staníord U niv. Press, 1962.<br />
La crítica de esta idea aparece en un interesante artículo de; Levelt, W . J, M, «W hat<br />
became of L A D r». En U t videam : Contribuíions to an Understanding o f linguistics.<br />
Festschrift fu r Pieter V crburg, con m otivo de su 70 aniversario. Lisse, T he N etherlands,<br />
Peter de R idder Press, 1975. San A gustín: Confessions. Baltim ore, M d ., Penguin<br />
Books, 1961. [V ersión castellana: Confesiones, Barcelona. Brugucra. S.A ., 1984.]
vuelta hacia ella, yo veía y recordaba que ellos nom braban lo que uno<br />
hubiera indicado con el nom bre que ellos pronunciaban... Y así, escuchando<br />
constantem ente palabras, com o aparecían en diversas oraciones,<br />
fui gradualm ente deduciendo a qué se referían, y m i boca intervenía<br />
con estos signos, por lo cual pude expresar mi deseo». Pero al contem <br />
plar cóm o los niños adquieren realm ente el lenguaje nos dam os cuenta<br />
que San A gustín estaba m uy, m uy lejos del objetivo. Pero tuvo un poderoso<br />
efecto, tanto en sus seguidores com o en los que se propusieron<br />
refutarlo.18<br />
La lingüística del desarrollo está pasando por tiem pos difíciles, que<br />
se pueden rem ontar a San A gustín tanto com o a las reacciones elaboradas<br />
contra él. Q uiero volver a contar una pequeña historia. <strong>El</strong> enfoque<br />
de San A gustín prevaleció durante largo tiem po, quizá porque había<br />
m uy poca búsqueda sistem ática sobre la adquisición del lenguaje<br />
com o para poder refutarlo. Este enfoque fue incluso vestido con ropas<br />
m odernas. Su más reciente «new lo o k» fue bajo la form a de una «teoría<br />
del aprendizaje» conductista. D entro de este enfoque, no es necesario<br />
decir nada particularm ente lingüístico sobre el lenguaje. <strong>El</strong> lenguaje,<br />
como cualquier o tra conducta, puede ser «explicado» con otro conjunto<br />
de respuestas. Sus principios y sus paradigm as de investigación no<br />
derivan del fenóm eno del lenguaje, sino de la «conducta general». Las<br />
tareas de aprendizaje, p or ejem plo, se eligieron para construir teorías<br />
de aprendizaje, así com o para asegurar que quien estudiara no tuviera<br />
conocim iento o predisposición hacia el m aterial que se iba a estudiar.<br />
Todo era com o si, ab initio, la transferencia de respuesta de un estím u<br />
lo al otro estuviera asegurada p o r la semejanza entre los estím ulos. <strong>El</strong><br />
aprendizaje del lenguaje fue asum ido com o si en gran parte fuera algo<br />
similar, digam os, al aprendizaje de sílabas sin sentido, excepto que en<br />
este caso podía apoyarse en la im itación: el sujeto del aprendizaje puede<br />
im itar la actuación del «m odelo», siendo así reforzado para una actuación<br />
correcta. Su énfasis recaía sobre las «palabras» más que sobre<br />
la gramática.<br />
C om o consecuencia, dejaba de lado la relación con el efecto com binatorio<br />
y generativo de tener una sintaxis que haga posible la construc<br />
18, La transform ación del aprendizaje agustiniano en la m oderna vestim enta de imitación<br />
y refuerzo, está más am pliam ente discutida en: B runer, J. S,: «The role of dialogue<br />
in language acquisition». En A. Sinclair, R. J Jarvella y W . J . M. Levelt (com ps.),<br />
The Childs ConceptioH o f Language. Berlín, Springer-Verlag, 1978.
ción rutinaria de frases que nunca se hubieran oído antes y que no existen<br />
en el habla adulta para ser im itadas. U n buen ejem plo es la clase<br />
P ivot-O pen, P (O ), construcción del habla in fan til19 en la cual una palabra<br />
o frase com ún se com bina en form a productiva con otras palabras,<br />
com o en no-está m am á, no-está m anzana, e incluso no-está adiós<br />
(cuando la m adre y la tía se deciden finalm ente a poner fin a una p ro <br />
longada despedida).<br />
U no de los m isterios de los paradigm as científicos de K uhn es el hecho<br />
de que este enfoque em pirista de la adquisición del lenguaje p ersista<br />
en la psicología (aunque no en filosofía, donde fue m odificado por<br />
Frege y W ittgenstein), desde su prim er enunciado hecho p o r San A gustín<br />
hasta el más reciente en Verbal Behavior, de B. F. Skinner. Sería razonable<br />
decir que la persistencia de la descabellada versión conductista<br />
agustiniana llevó, finalm ente, a una disposición, incluso una disposición<br />
tem eraria, para librarse de ella. P orque no era solam ente una presentación<br />
inadecuada, sino que desalentaba la búsqueda con su dom inio del<br />
«sentido com ún». Estableció la base para la revolución de C hom sky.<br />
Fue N oam C hom sky quien resueltam ente proclam ó la bancarrota de<br />
la vieja em presa. En su lugar, ofreció una desafiante —-si bien antiintuitiva—<br />
hipótesis basada en el nativism o. A firm aba que la adquisición<br />
de la estructura del lenguaje dependía del LA D que tiene com o base<br />
una gram ática universal o una «estructura lingüística profunda» que los<br />
hum anos saben de form a innata y sin aprendizaje previo. <strong>El</strong> LA D fue<br />
program ado para reconocer en la estructura superficial de cualquier lenguaje<br />
natural que se encuentre su estructura profunda o gram ática universal,<br />
en virtud de la afinidad entre la gram ática universal innata y la<br />
gram ática de cada uno y de todos los lenguajes naturales. <strong>El</strong> L A D p erm<br />
itió abstraer las reglas de realización gramatical del lenguaje local, y<br />
19. La construcción P(O ) fue prim eram ente introducida por: Brame, M . D. S .: «The<br />
ontogeny of English phrase structure: T he first phase». Language, 1963, 39, 1-13. Su<br />
status sintáctico fue puesto en duda por: Bloom , L .: Language D evelopm ent: Form and<br />
Function in Em ergtng G ru m m a n . C am bridge, M ass., M IT Press, 1970. Bowerm an M .:<br />
Learnm g to Talk: A Cross-Linguistic Study o f Early Syntactic D evelopm ent w ith Special<br />
Referenee to Finnish. C am bridge, C am bridge U niv. Press, 1973. Brow n, R .: A<br />
First Language. C am bridge, M ass., H arvard U niv. Press, 1973. Véase: Skinner, B. F .:<br />
Verbal Behavior. N ueva Y ork, A p p leton-C entury-C rofts, 1957. [Traducción castellana:<br />
Conducta Verbal. M éxico, Trillas, 1981.] C hom sky, N .: Revieva of Verbal Behavior<br />
p o r B. F. Skinner. Language, 1959, 35, 26-58. C hom sky, N .: Syntactic Structures.<br />
La H aya, M outon, 1957. [Traducción castellana: Estructuras sintácticas M adrid,<br />
Siglo X X I, 1975.]
de esta form a perm itió que el aspirante a hablar generara potencialm ente<br />
todas las expresiones bien form adas que fuera posible en el lenguaje,<br />
y no aquellas que estuvieran mal form adas. Las categorías de la gram á<br />
tica universal que program aba el L A D estaban en la estructura innata<br />
de la m ente. N o era necesario un conocim iento previo no lingüístico<br />
del m undo, así com o tam poco se requería una com unicación privilegiada<br />
con o tro hablante. La sintaxis era independiente del conocim iento<br />
del m undo, del significado sem ántico y de la función com unicativa.<br />
T odo lo que el niño necesitaba era una exposición al lenguaje, por fragmentarias<br />
y sin contexto que fueran las pruebas. O , más correctam ente,<br />
la adquisición de la sintaxis podía ser concebida com o un proceso que<br />
progresaba con la ayuda del m ínim o conocim iento del m undo o de la<br />
com unicación privilegiada que dem ostraran ser necesarios. La única lim<br />
itación en el ritm o del desarrollo lingüístico eran las lim itaciones psicológicas<br />
de la realización: la atención lim itada pero creciente del niño,<br />
la duración de la m em oria, etcétera. La competencia lingüística estaba<br />
allí desde el com ienzo, lista para expresarse cuando las lim itaciones de<br />
la realización se am pliaran p or el crecim iento de las habilidades que se<br />
requerían.<br />
Era un enfoque extrem o. Pero de un golpe liberó a una generación<br />
de psicolingüistas del dogm a de asociación-im itación-refuerzo. G iró la<br />
atención al problem a del aprendizaje de las reglas, aunque se concentraba<br />
sólo en las reglas sintácticas. Al declarar m uerta la teoría del aprendizaje<br />
com o explicación de la adquisición del lenguaje (una de las necronologías<br />
más prem aturas de nuestro tiem po), abrió el cam ino para<br />
un nuevo concepto.<br />
G eorge M iller lo expuso perfectam ente.25 A hora tenem os dos teorías<br />
de la adquisición del lenguaje: una de ellas, el asociacionism o empirista,<br />
era im posible. La otra, el nativism o, era m ilagrosa. Pero el hueco<br />
entre lo im posible y lo m ilagroso iba a ser llenado pronto, aunque<br />
en form a desordenada y parcial.<br />
Para com enzar, los niños tenían y necesitaban tener un conocim iento<br />
operativo del m undo antes de que adquirieran el lenguaje. Ese conocim<br />
iento les daba objetivos sem ánticos, por decirlo así, que «correspondían»,<br />
de alguna m anera, a las distinciones que adquirían en el len<br />
20. <strong>El</strong> concepto de M iller está analizado en: <strong>Bruner</strong>, J. S .: «A cquiring the uses of<br />
Language». Canadian Journal o f Psychology/R eview o f Canadian Psycbology, 1978,<br />
32, 204-218.
guaje. U n conocim iento del m undo, apropiadam ente organizado en térm<br />
inos de un sistem a de conceptos, podía darle indicios al niño de hasta<br />
dónde se podía esperar que se dieran distinciones en el lenguaje, e incluso<br />
alertarlo con respecto a las distinciones. H ubo nuevos esfuerzos<br />
para desarrollar una sem ántica generativa, a p artir de la cual, presum i<br />
blem ente, el niño pudiera derivar hipótesis sintácticas. E n un planteam<br />
iento extrem o, la sem ántica generativa podía argum entar que el m u n <br />
do estaba organizado con conceptos que eran los m ism os que organizaban<br />
el lenguaje. P ero aun así, las distinciones lingüísticas todavía tenían<br />
que ser dom inadas. Estas no se referían al m undo, sino a la m orfología<br />
o la sintaxis, o a cualquier otra cosa que caracterizara el código<br />
lingüístico.<br />
<strong>El</strong> problem a de saber si las reglas de la gramática pueden ser deducidas<br />
o generalizadas a partir de la estructura de nuestro conocim iento<br />
sobre el m undo, es un asunto m uy oscuro. La form a fuerte de presentación<br />
del problem a insiste en que la sintaxis puede ser derivada directam<br />
ente de categorías no lingüísticas del conocim iento. Q uizá la m ejor<br />
presentación que puede hacerse corresponde a la gram ática del caso.<br />
E stá basada en la razonable apelación de que los conceptos de acción<br />
son innatos y prim itivos. <strong>El</strong> aspirante a aprender el lenguaje ya conoce<br />
los llam ados argum entos de acción: quién realizó la acción, con qué o b <br />
jeto, hacia quién, dónde, con qué instrum ento, etcétera. En expresión<br />
de Charles F illm ore, «los significados están relacionados con contextos»,<br />
y esto im plica una «asignación de perspectiva».21 D eterm inadas expresiones<br />
im ponen una perspectiva al entorno y, por lo tanto, una elección<br />
de frase es una elección de perspectiva. Si, por ejemplo, el agente<br />
de la acción está — desde el p unto de vista de la perspectiva— destacado<br />
por algún m edio gram atical, com o estar colocado delante encabezando<br />
la producción, la colocación del nom inal que representa al agente<br />
debe ser la de «sujeto profundo» de la oración. Esto deja m uchas preguntas<br />
sin contestar sobre cóm o el niño deviene capaz de poner juntas<br />
oraciones que asignan a los contextos las perspectivas de sus acciones<br />
proyectadas.<br />
P o r tanto, hacía falta una explicación semántica. R oger Brow n seña<br />
21. Véase: Fillm ore, C .: «The case for case». En E. Bach y R. T. H arm s (com ps.),<br />
Universal in Lm gnistic Theory. N ueva Y ork, H o lt, R inehart y W inston, 1968. Fillm o<br />
re, C .: «The case for case reopened». En P. C o le y J . M. Seadock (com p,), Syntax and<br />
Semantics, vol. 3: Speech Acts. N ueva Y ork, Academic Press, 1968.
laba, p or ejem plo, que en el estadio de dos palabras de la adquisición<br />
del lenguaje, más de las tres cuartas partes de los enunciados de los niños<br />
abarcan solam ente m edia docena de relaciones semánticas que son,<br />
básicam ente, relaciones de casos o sim ilares: A gente-A cción, Acción-<br />
O bjeto, A gente-O bjeto, Posesión, etcétera.22 ¿G eneran estas relaciones<br />
semánticas la gram ática del lenguaje? Fillm ore nos dice que nociones<br />
de casos de este tipo «com prenden un conjunto de conceptos universales,<br />
presum iblem ente innatos, que identifican ciertos tipos de juicios<br />
que los hum anos son capaces de hacer sobre los hechos que están sucediendo<br />
a su alrededor... quién lo hizo, a quién le sucedió, y qué cam <br />
bió». Se alega que las estructuras básicas son estos argum entos de acción,<br />
y circulan diferentes lenguas haciéndolas realidad en form as diferentes:<br />
p o r m edio de palabras funcionales, por m orfem as inflexionales<br />
com o en las term inaciones de casos del latín, p or mecanismos sintácticos,<br />
tales com o la pasivización, y otros. Las form as gramaticales pueden<br />
ser, entonces, las estructuras superficiales del lenguaje, dependiendo<br />
para su adquisición de una com prensión previa de los conceptos de<br />
acción sem ánticos profundos y aun protosem ánticos.<br />
Patricia G reenfield intentó m ostrar que las prim eras expresiones de<br />
una palabra, bien interpretadas en su contexto, tam bién podían ser explicadas<br />
com o realizaciones de conceptos del tipo-caso.23 Más recientem<br />
ente, K atherine N elson enriqueció el argum ento de que los niños<br />
adquieren el lenguaje ya equipados con conceptos relacionados con la<br />
acción24: «<strong>El</strong> M odelo Funcional de N úcleo (FC M )* planteaba básicam<br />
ente que el niño llegaba al lenguaje con una reserva de conceptos familiares<br />
de gente y de objetos, que estaban organizados alrededor de<br />
las experiencias del niño con esas cosas. C om o la experiencia del niño<br />
era activa, los aspectos dinám icos eran la parte más fuerte de lo que el<br />
niño llegaba a conocer sobre las cosas experim entadas. Se podía esperar<br />
que el niño organizara el conocim iento sobre lo que él podía hacer con<br />
las cosas y sobre lo que las cosas podían hacer. En otras palabras, el<br />
22. B row n, R .: A First Language. C am bridge, Mass., H arvard U niv. Press, 1973.<br />
23. Véase: G reenfield, P. y Smith, J. H . : The Structure o f Comrnuv.ication in Early<br />
Language D evelopm ent. N ueva Y ork, Academic Press. 1976.<br />
24. N elson, K .: «C oncept, w ord and sentence: Interrelations in acquisition and development».'<br />
Psychological R eview , 1974, 81 (4), 267-285. N elson, K. y G ruendel, J .:<br />
«Generalized event representations: Basic building blocks of cognitive developm ent».<br />
En A. Brow n y M. Lam b (com ps,), A dvances in D evelopm ental Psychology, vol. 1.<br />
F C M : Functional C ore M odel. [T.J
conocim iento del m undo sería funcionalm ente organizado desde el p u n <br />
to de vista del niño». N elson ha agregado ahora a este prim er enfoque<br />
una dim ensión tem poral, el dom inio p or parte del niño de «scripts*<br />
correspondientes a estructuras de sucesos repetitivos», una estructura<br />
secuencial de «actos causal y tem poralm ente relacionados con los actores<br />
y los objetos especificados en la form a más general». Estos scripts<br />
proveen al niño de un conjunto de form atos sintagm áticos que le perm<br />
iten organizar consecuentem ente sus conceptos en formas de tipo oracional,<br />
tales com o las que enunciaba Roger B row n. La capacidad de hacerlo<br />
se apoya sobre una form a básica de representación que el niño<br />
usa desde el com ienzo y que elabora gradualm ente. En efecto, es esto<br />
lo que guía la form ación de enunciados con posterioridad al nivel de<br />
una palabra.<br />
<strong>El</strong> papel del conocim iento del m undo en la generación o apoyo de<br />
la adquisición del lenguaje está siendo objeto de un estudio intensivo.23<br />
Pero ahora se ha agregado un nuevo elem ento, el pragm ático. Es la incursión<br />
más nueva en el hueco que se da entre las teorías «imposible»<br />
y «milagrosa» de la adquisición del lenguaje. En este enfoque, la idea<br />
central es el intento com unicativo: nos com unicam os teniendo alguna<br />
finalidad en la m ente, alguna función que cubrir. Pedim os o indicam os<br />
o prom etem os o am enazam os. En un com ienzo, tai funcionalism o constituía<br />
una línea im portante de la lingüística, pero fue dejado de lado por<br />
el predom inio de! estructuralism o, que, después del trabajo m onum ental<br />
de Ferdinand de Saussure, se convirtió en la m oda dom inante.<br />
N uevos hechos revivieron el funcionalism o. <strong>El</strong> prim ero fue en la filosofía<br />
del lenguaje encabezada p o r Ludw ig W ittgenstein, en su teoría<br />
del significado basada en el uso, form ulada en Philosophical Investigar<br />
tions, y luego fue la introducción del acto de habla en Hovn to D o Tbings<br />
w ith Words, de A ustin. <strong>El</strong> argum ento de A ustin (como ya se ha señalado)<br />
era que un enunciado no puede ser analizado fuera del contexto<br />
25. Respecto a las prim eras discusiones sobre el papel del «conocim iento del m undo»<br />
en la adquisición del lenguaje, véase: O lson, D. R .: «Language and T hought; Aspcecs<br />
of a cognitive th eo ry of sem antics». Psycboiogkal Rtrview, 1970, 77(4), 257-273;<br />
y M acN am ara, J . : «The cognitive basis of language acquisition in infam s». Psychological<br />
Reviem , 1972, 79, 1-13. D e Saussure, F .: Conrse in General U nguistía. N ueva<br />
Y ork, Philosophical Library, 1955. W ittgenstein, L .: Pbüosophical Investtgations. O x <br />
ford, Blackwell, 1953. A ustin, J .: H o w lo do Things xcith Words. O xford, O xford U niv.<br />
Press, 1962. [Traducción castellana: C óm o hacer cosas con palabras. Barcelona, Paidós,<br />
1982.]<br />
■ C orresponde al concepto elaborado por Schank y Abelson. [T J
de su uso y su uso debe incluir la intención de quien habla y la interpretación<br />
de esa intención p o r parte del receptor a la luz de las convenciones<br />
de com unicación. <strong>El</strong> que habla puede hacer una dem anda por<br />
rnedio de m uchos m edios lingüísticos alternativos, siem pre que respete<br />
las convenciones de su com unidad lingüística. Puede usar la construcción<br />
interrogativa («¿Q ué hora es?»), o usar la form a declarativa («Me<br />
pregunto qué hora es»).<br />
R oger B row n com enta un caso interesante respecto a este tem a.26 En<br />
los protocolos de A dam encontró que la m adre de Adam usaba el interrogativo<br />
en dos form as diferentes, una com o petición de una acción,<br />
otra com o petición de inform ación: «¿Por qué usted n o ... (por ejem <br />
plo, juega ahora con su pelota)?» y «¿Por qué está usted jugando con<br />
su pelota?». A unque A dam contestó las preguntas por qué de inform a<br />
ción diciendo porque, no se dio en ningún caso la situación de que confundiera<br />
una pregunta por qué relacionada con la acción con otra dirigida<br />
a obtener inform ación. D esde el com ienzo, A dam evidentem ente<br />
reconoció, y en form a m uy adecuada, los diferentes propósitos de las<br />
dos form as de expresión. Sin duda, tuvo que haber estado aprendiendo<br />
los actos del habla antes que, sim plem ente, las formas interrogativas<br />
por qué.<br />
Esto plantea diversas preguntas sobre la adquisición. C oloca la pragmática<br />
en el centro de las cosas. ¿Está siendo el propósito descifrado<br />
por el niño? Parecería que sí. Pero la lingüística generalm ente define su<br />
campo com o «yendo del sonido al sentido». Pero, ¿qué es «sentido»?<br />
En los hechos, ¿vam os del sonido a la intención, tal com o Jo h n Searle<br />
nos proponía?27 U n a segunda pregunta tiene que ver con presupuestos<br />
com partidos o convencionales. Si los niños están adquiriendo nociones<br />
sobre cóm o interpretar las intenciones codificadas en los enunciados,<br />
tienen que tener en cuenta no sólo la estructura del enunciado sino tam <br />
bién la naturaleza de las condiciones que prevalecen en el m om ento en<br />
que el enunciado se hace. Los actos del habla tienen, por lo m enos, tres<br />
clases de condiciones que afectan su conveniencia o «form a feliz»: una<br />
condición preparatoria (que establece una base apropiada para el enunciado);<br />
una condición esencial (que encuentra las condiciones lógicas<br />
26. Brow n, R .: «Introduction». En Snow y Ferguson (com ps.), Talking to Children:<br />
Language Input and Acquisition. Cam bridge, C am bridge Univ. Press, 1977.<br />
27. Searle, J .: Speecb Acts: A n Essay in tbe Philosophy o f Language. Cam bridge,<br />
C am bridge U niv. Press, 1969. [Traducción castellana: Actos de habla, M adrid, C átedra,<br />
1980.]
para realizar un acto del habla, com o, por ejem plo, estar desinform ado<br />
com o condición para pedir inform ación relacionada con un asunto); y<br />
una condición de sinceridad (que desea tener la inform ación que se está<br />
pidiendo). Pero tam bién tienen que cum plirse las condiciones de asociación:<br />
respetar la asociación o relación entre el que habla y el que escucha,<br />
tal com o pedir en lugar de exigir, cuando el interlocutor no está<br />
obligado.<br />
Paradójicam ente, el aprendizaje de los actos del habla puede ser más<br />
fácil y m enos m isterioso que el aprendizaje tanto de la sintaxis com o<br />
de la semántica. R aram ente los errores sintácticos del niño son seguidos<br />
por una reacción correctora, y la realim entación sem ántica con frecuencia<br />
es floja. P ero los actos del habla, por el contrario, no sólo logran<br />
una realim entación inm ediata sino tam bién una corrección. N o es<br />
sorprendente, pues, que los actos com unicativos prelingüísticos precedan,<br />
en su aparición, al habla léxico-gram atical. N o es sorprendente,<br />
pues, que pautas tan prim itivas de los «actos del habla» puedan servir<br />
com o una especie de m atriz en la cual los logros léxico-gramaticales<br />
pueden ser sustituidos por tem pranos procedim ientos vocales o gesticulares.<br />
En este enfoque, entrar en el lenguaje es entrar en la conversación,<br />
que requiere am bos m iem bros de un diálogo dispuestos a interpretar<br />
una com unicación y su propósito. A prender un lenguaje, entonces, consiste<br />
en aprender no sólo la gramática de una lengua particular, sino en<br />
aprender tam bién a lograr los propios propósitos con el uso apropiado<br />
de esa gramática.<br />
U na acentuación pragm ática del intento requiere un rol m ucho más<br />
activo por parte del adulto que ser sim plem ente un «m odelo» al ayudar<br />
al niño en la adquisición del lenguaje. Requiere que el adulto sea un<br />
com pañero transigente que está dispuesto a negociar con el niño. P ro <br />
bablem ente, la negociación tiene m enos que ver con la sintaxis, algo<br />
más que ver con el cam po sem ántico del léxico del niño, y tiene mucha<br />
relación con ayudar a hacer claros los propósitos y lograr su expresión,<br />
lo que responde a las condiciones y los requerim ientos de la «com unidad<br />
hablante». Es decir, la cultura.<br />
La investigación de los últim os años, gran p an e de la cual está sintetizada<br />
por C atherine Snow y Charles Ferguson en Talking to Childreñ,<br />
indica, realm ente, que los padres juegan un papel m ucho más activo<br />
en la adquisición del lenguaje que lo que sería, sim plem ente, m o<br />
delar el lenguaje y proporcionar una entrada a un M ecanism o de A d
quisición del L enguaje.28 Se lo llama corrientem ente «sincronización».<br />
Los padres hablan en un nivel en el que sus niños pueden com prenderlos<br />
y se m ueven con una acentuada sensibilidad respecto a los progresos<br />
de sus niños. <strong>El</strong> dilem a es, tal com o R oger B row n lo plantea, cóm o<br />
se le enseña al niño a hablar hablando con él el habla del bebé en un<br />
nivel que ya pueda entender. Y la respuesta ha llegado a ser que lo im <br />
portante es m antener la com unicación con el niño, porque haciéndolo<br />
así se le perm ite que aprenda cóm o extender el habla que tiene a nuevos<br />
contextos, cóm o satisfacer las condiciones de los actos del habla,<br />
cómo m antener los diversos tem as a través de giros, cóm o saber sobre<br />
qué vale la pena hablar: cóm o, en verdad, regular el uso del lenguaje.<br />
De este m odo, podem os ahora determ inar dos form as de llenar el vacío<br />
entre una im posible posición em pirista y una m ilagrosa posición nativista.<br />
<strong>El</strong> niño debe dom inar la estructura conceptual del m undo que<br />
el lenguaje va a cubrir: el m undo social tanto com o el físico. Tam bién<br />
debe dom inar las convenciones para que sus propósitos sean claros a<br />
través del lenguaje.<br />
Apoyo para la adquisición del lenguaje<br />
<strong>El</strong> desarrollo del lenguaje, entonces, incluye la intervención de dos<br />
personas. F.l niño no se encuentra con el lenguaje de grado o por fuerza;<br />
éste está m odelado para hacer que la interacción com unicativa sea<br />
efectiva y arm ónica. Si es que hay un M ecanism o de A dquisición del<br />
Lenguaje, la entrada a éste no es una avalancha de lenguaje hablado,<br />
sino una estructura altam ente interactiva, com o va hem os hecho notar<br />
con anterioridad, delineada por un Sistema de A poyo de A dquisición<br />
del Lenguaje adulto.<br />
Después de una larga investigación sobre o tro sistema «innato», la<br />
conducta sexual, se sabe bien que es necesario m ucho estím ulo experimental<br />
antes que las respuestas sexuales innatas puedan ser producidas<br />
par hechos am bientales «apropiados*. Los animales aislados tienen senos<br />
retardos. P or la m ism a razón, el reconocim iento y la producción<br />
de universales gram aticales pueden depender, igualm ente, de experiencias<br />
previas sociales y conceptuales. La continuidad entre la com unicación<br />
prelingüistica y el habla posterior del tipo al que he aludido antes,<br />
28. Snow, C , y Ferguson, C . : Talking to Cbildren: Language Input a n d Acquisition.<br />
C am bridge. C am bridge U niv. Press, 1977,
puede necesitar una entrada «arreglada» de! habla adulta si el niño va a<br />
usar com o guías para el uso del lenguaje su creciente dom inio de las disunciones<br />
conceptuales y de las funciones com unicativas. C reo que este<br />
«arreglo» de la interacción del habla tem prana requiere m arcos rutinarios<br />
y familiares para que el niño pueda com prender lo que está pasando,<br />
dada su lim itada capacidad para procesar inform ación. Estas rutinas<br />
constituyen lo que califico com o Sistema de A poyo de la A dquisición<br />
del Lenguaje.<br />
H ay p or lo m enos cuatro form as a través de las cuales el Sistema de<br />
A poyo de la A dquisición del Lenguaje ayuda a asegurar la continuidad<br />
de la com unicación prelingüística a la lingüística. C om o se da una gran<br />
concentración en los m arcos transaccionales rutinarios y familiares, para<br />
el interlocutor adulto se hace factible realzar aquellos rasgos del m undo<br />
que para el niño ya son destacados y que tienen una form a gramatical<br />
básica o simple. Slobin ha sugerido, por ejem plo, que hay ciertas formas<br />
prototípicas en las cuales el niño experim enta el m undo; por ejemplo,<br />
«un suceso transitivo prototípico» en el cual «un agente animado<br />
es visto efectuar voluntariam ente... un cam bio físico y perceptible en el<br />
estado y la ubicación de un paciente por m edio de un contacto directo<br />
con el cuerpo», C om o verem os, ios hechos de este tipo son un rasgo<br />
m uy frecuente de las estructuras m adre-hijo, y no es de poco interés<br />
que en una variedad de lenguas «estén codificados en form as gram aticales<br />
consistentes a los dos años», com enta Slobm, que tam bién nos<br />
ofrece la interesante hipótesis «de que estas situaciones prototípicas están<br />
codificadas en las formas gramaticales más básicas de que dispone<br />
una lengua». E ncontrarem os formas construidas alrededor de juegos y<br />
de tareas que incluyen tanto las estructuras prototípicas de m edios com o<br />
las formas lingüísticas ortodoxas, que parecen sobre todo destinadas a<br />
ayudar al niño a seleccionar las correspondencias referenciales entre esos<br />
enunciados y esos hechos,<br />
T om ando o tro ejem plo, B ickerton ha planteado que los niños están<br />
«bioprogram ados» para percibir ciertas distinciones en los hechos del<br />
m undo real, y para seleccionar (o incluso inventar) las distinciones lingüísticas<br />
correspondientes con el fin de com unicar sobre ellas.29 Sus candidatas<br />
son las distinciones entre a) sucesos específicos y no específicos,<br />
b) estado y proceso, c) hechos «puntuales» y continuos y d) ac-<br />
29. Bickerton, D .: Roots o f Language. A nn A rbon, M ich., Karom a PubJishers<br />
1981.
clones causativas y no causativas. Y en la m edida en que la «sincronización»<br />
de la interacción del adulto con el niño se concentra en estas<br />
distinciones — tanto en !a realidad com o en el habla— se ayuda al niño<br />
a m overse de su expresión conceptual a una apreciación de su representación<br />
lingüística apropiada. N uevam ente, las encontrarem os con frecuencia<br />
en los form atos de niños que verem os con detalle.<br />
U na segunda form a a través de la cual el adulto ayuda al niño en su<br />
form ación, es estim ulando y m odelando sustitutos lexicográficos y fraseológicos<br />
para los recursos gesticulares y vocales necesarios para efectuar<br />
diversas funciones com unicativas. Este es un rasgo del dom inio gradual<br />
del niño de la m anera de pedir, que analizarem os en un capítulo<br />
posterior.<br />
H .P . Grice tom a com o un sello de m adurez de lenguaje el que el hablante<br />
no sólo tenga intención de com unicar, sino que tam bién haya<br />
convencionahzado los medios «no naturales» para expresar su intenció<br />
n .^ En un enfoque, el hablante presupone que su interlocutor<br />
aceptará sus m edios de com unicación v, a partir de elios, inferirá su intención.<br />
<strong>El</strong> interlocutor presupone lo m ism o respecto al hablante. G rice,<br />
relacionado con adultos, asum e que todo esto es m uy consciente,<br />
aunque im plícito.<br />
N o puede decirse que un niño, en su com ienzo prelingüístico, p articipe<br />
en un ciclo griceano consciente, cuando usa signos convencionales<br />
en los juegos con su m adre. Esa gran autoconciencla parece im probable.<br />
Pero verem os en ios capítulos siguientes que la m adre actúa com o<br />
si fuera así. <strong>El</strong> niño, a su vez, pro n to com ienza a actuar con una especie<br />
de versión juvenil del ciclo griceano, esperando que la m adre «entienda*<br />
su señalización.<br />
En el enfoque de K atherine N elson, el niño pequeño pronto adquiere<br />
una pequeña biblioteca de scripts, y procedim ientos com unicativos<br />
para m overse con ellos.31 <strong>El</strong>los le proporcionan una estructura estable<br />
en la cual aprende con efectividad, a fuerza de realim entaciones interpretables,<br />
cóm o hacer ciaras sus intenciones com unicativas. C uándo llega<br />
a ser «consciente» en un nivel suficiente com o para decir que está<br />
30. G rice, H . P .: «Logic and conversation». En P. Colc y J . M organ (com ps.).<br />
Syntax and Sem antus, vol. 3. Londres, A cadenm Press, 1975.<br />
31. N elson, K. y G ruendel, J . ; «Generalized cvcnt representations: Basic building<br />
blocks of cognitive developm ents». I£n A. Brown y M . Lamb (com ps.), Advances in<br />
Developmental Psycbology, yol. 1.
operando en un ciclo griceano, es, para mí, una pregunta tonta.<br />
Lo que es im pactante es cuán tem pranam ente el niño desarrolla m e<br />
dios para señalar su foco de atención y su pedido de asistencia, para señalarlos<br />
por m edios convencionales en el lim itado m undo de los form<br />
atos familiares. O bviam ente, él ha tom ado el fondo de la señalización<br />
«no natural» o convencional de sus intenciones antes de haber dom i<br />
nado los elem entos form ales del habla léxico-gramatical. C reo que el<br />
lector estará de acuerdo, cuando lea los próxim os capítulos, con que<br />
el arm azón funciona) de la com unicación inicia al niño en su cam ino<br />
hacia el lenguaje propio.<br />
En tercer lugar, es característico del form ato de los juegos que están<br />
particularm ente form ados por «hechos» estipulados o constitutivos que<br />
son creados p o r el lenguaje y luego recreados en la dem anda p or medio<br />
del lenguaje. Más tarde, estos form atos asum en el carácter de situaciones<br />
«pretendidas». C onstituyen una rica fuente de oportunidades para<br />
el aprendizaje y el uso del lenguaje y, nuevam ente, echarem os una m i<br />
rada más am plia a todo ello en un capítulo posterior,<br />
Finalm ente, una vez que la m adre y el niño entran en form atos ru <br />
tinarios, se ponen en juego varios procesos psicológicos y lingüísticos<br />
que se generalizan de un form ato al otro. N om brar, p o r ejem plo, aparece<br />
prim ero en form atos indicativos y luego se transfiere a form atos<br />
de petición. En efecto, la noción m ism a de encontrar paralelos lingüísticos<br />
para distinciones conceptuales se generaliza de un form ato a otro,<br />
Tam bién se da con ideas «abstractas» com o segm entación, roles intercambiables,<br />
m edios sustitutivos, tanto en la acción com o en el habla.<br />
Estos son los hechos y los procedim ientos m undanos que constituyen<br />
un Sistema de A poyo de la A dquisición del Lenguaje, junto con<br />
los elem entos de sintonización que incluyen los intercam bios con el «habla<br />
del bebé».<br />
D icho todo esto, podem os pasar a los detalles.<br />
32. Para el análisis de la «entrada- del niño en el cielo griceano, véase; Denkel, A .:<br />
■'Communication and M eaning». Tesis doctoral, D epartm ent of Philosophv, O xford<br />
U niversity, 1977.
3 Jugar, juegos y lenguaje<br />
H ace varios años realicé un estudio sobre la evolución de la n atu raleza<br />
y los usos de la inm adurez en varias especies de prim ates,1U na co n <br />
clusión im portante de ese trabajo fue que «una cosa que acom paña al<br />
cambio [evolutivo] es la declinación de las pautas fijas de introducción<br />
en el grupo. H ay m ucho m enos de lo que puede ser llam ado entrenam<br />
iento por am enaza de los adultos o castigo, por parte de los adultos,<br />
de un joven que haya violado una pauta típica de la especie. La_.pra,-<br />
longada. interacción m adre-hijo incluye ahora un elem ento.de juego m u<br />
cho m ás am plio entre ellos, que con frecuencia está iniciado p o r la m a<br />
dre y con frecuencia es usado para distraer al bebé de alguna situación<br />
frustrante que está apareciendo>L En ese m om ento com enté las diversas<br />
e im portantes funciones que cum ple el juego entre los m iem bros inm a<br />
duros de las especies más altas de prim ates: m inim iza la gravedad de las<br />
consecuencias de alguna acción, ofrece una oportunidad de intentar<br />
«com binaciones de la conducta que no se podrían intentar nunca bajo<br />
una presión funcional»; y, en general, distendiendo o «disociando» re<br />
1. <strong>El</strong> estudio de la naturaleza y el uso déla inm adurez se analiza en: B runer, J. S .:<br />
«N ature and uses of im m atunty». En K. J. C onnolly y j . S. <strong>Bruner</strong> (com ps.), The<br />
G row th o f Competence, L ondres y N ueva Y ork, Academic Press, 1974. [Traducción<br />
castellana: «La inm adurez: su naturaleza y sus usos». En j . L. Linaza (com p.), Acción,<br />
Pensamiento y Lenguaje. M adrid, A lianza, 1984. J U na discusión más amplia sobre esos<br />
juegos de la infancia y sus im plicaciones lingüísticas puede encontrarse en: <strong>Bruner</strong>, J.<br />
S. y Sherw ood, V .: «Early rule stnicture: The case of «peekaboo». En R. H arre (com p.),<br />
Life Sentences: Aspects o f tbe Social Role o f Language. N ueva York y Londres, W i-<br />
ley, 1976. Y: Ratner, N . y B runer, J. S .; «Games, social exchange and the acquisition<br />
of language». Journal o f C hild Language, 1978, 5, 391-401.
laciones fijas que podían haber existido entre los fines y los medios de<br />
una conducta instrum ental. U na conclusión im portante de ese estudio<br />
fue que el dom inio creciente dej juego duran te la inm adurez en tre los<br />
grandes m onos y los hom ínidos, sirvió com o preparación para. 1a vida<br />
técnico-social que constituye la cultura hum ana.<br />
«Pero en ninguna parte, por debajo del H om bre, se encuentran los<br />
«juegos» de la infancia y la niñez, que son el elem ento básico y el deleite<br />
de la inm adurez hum ana; las variantes del cu-cú, el juego del arrearre<br />
caballito, y otros. Ya que to dos ellos dependen, en alguna m edida,<br />
del uso y del intercam bio del lenguaje. H ay juegos que están constituidos<br />
por el lenguaje y que sólo pueden existir donde el lenguaje está<br />
presente.j<br />
\Esqs juegos hacen algunas otras contribuciones distintivas a la inm a<br />
durez hum ana. C on frecuencia ofrecen la .prirnera ocasión para el uso<br />
sistem ático del lenguaje del niño con. el adullQ. Perm iten que se dé la<br />
prim era oportunidad de ver que con palabras se consiguen cosas hechas.<br />
^Porque las palabras del juego son, virtualm ente, sólo ejecutivas.<br />
Lo m ism o que sus ancestrales prim ates, el niño puede explorar sin sufrir<br />
consecuencias serias, puede hacerlo dentro de un cam po lim itado<br />
para actividades com binatorias, lo que tam bién le perm ite disociar m e<br />
dios y fines, en el sentido de que hay varias form as de alcanzar los objetivos.<br />
\C om o la palabra juegos hecha fam osa p o r Ludwig W ittgenstein<br />
en su Philosophical Investigations, cada uno de los juegos que realizan<br />
los niños y sus padres es una «form a de vida» con un contenido p ro <br />
pio. E n una palabra, los juegos son un form ato idealizado, cerradam ente<br />
circunscrito^<br />
Los llam o «idealizados» por varias razones, En prim er lugar, son<br />
constitutivos y autónom os, com o ya he com entado. Su fin, incluso, está<br />
constituido por el juego m ism o: la reaparición de un rostro desde atrás<br />
de una pantalla al que acom paña una voz boo!, no tiene significado funcional<br />
fuera de la «form a de vida» que es el juego del cu-cú. En este<br />
sentido, un juego es virtualm ente sintáctico: su objeto es estar bien fo r<br />
m ado. A dem ás, es com pletam ente convencional y «no natural». Incluso<br />
si la fuerza del cu-cú dependía de la incertidum bre del niño sobre la<br />
perm anencia del objeto (io que puede m uy bien ser), sin em bargo está<br />
com puesto por elem entos com pletam ente inventados, artificiales, vinculados<br />
por un conjunto de regías sólo ligeram ente negociables./Y, por<br />
supuesto, está com puesto, precisam ente, p o r una serie de actos constitutivos,<br />
que están form ados siguiendo un orden particular y tran sfo r
mados tam bién teniendo en cuenta las reglas. P or otra parte, el form ato<br />
del juego puede ser concebido com o si tuviera una «estructura p ro fu n <br />
da» y u n conjunto de reglas de realización con las cuales se m aneja la<br />
superficie del juego. La estructura profunda del cu-cú es la desaparición<br />
y reaparición controlada de un objeto o de una persona. La estructura<br />
superficial (tal com o verem os) puede ser construida con el uso<br />
de pantallas, vestidos o chucherías, variando el tiem po y la acción entre<br />
la desaparición y la aparición, variando los enunciados que se usan, variando<br />
quién o qué se va a hacer desaparecer, etcétera. La idealización,<br />
en efecto, hace que el form ato sea casi «tipo-lenguaje».<br />
Estos juegos tam bién incluyen otro rasgo del lenguaje: la asignación<br />
de papeles intercam biables* en los turnos de un diálogo. H ay uno que<br />
esconde y un escondido, un actor y un experim entador. Esto puede ser<br />
intercam biado de un juego a otro. <strong>El</strong> «significado» o valor señalizado<br />
de cada acto o enunciado en el juego depende de dónde sucede y quién<br />
lo hace. Así, el luego es una pequeña protoconversación.<br />
! Y finalm ente (y no es un p unto m enor), los juegos dan una o p o rtu <br />
nidad de distribuir la atención sobre una ordenada secuencia de hechos.<br />
<strong>El</strong> juego es un asunto respecto al cual cada uno de los m ovim ientos puede<br />
ser considerado un com entario. Y algunos com entarios, verdaderamente,<br />
no son aceptables para el niño: algunas variantes que «em pujan»<br />
al juego más allá de los lím ites de sus reglas, serán objetadas. Los<br />
elem entos específicos del juego están siendo constantem ente evaluados<br />
en térm inos de su relación con la secuencia más amplia que «lleva» el<br />
juego, y esto tam bién es m uy «tipo-lenguaje».!<br />
Y (¡cóm o si fuera necesario decirlo!) los niños am an jugar y, a la tierna<br />
edad a la que nos estam os refiriendo, aman jugar con juegos definidos.<br />
Parece existir el m ism o Fynktionslust, palabra que Karl Buhler2<br />
usa para el placer que produce la actividad en sí, jugando ese tipo de<br />
juegos que con las prim eras expresiones del habla... sea lo que fuere, lo<br />
que produce ese proceso de placer, le sirve bien al niño para m antenerse<br />
en él.<br />
¿En él? ¿En qué? En una actividad sorprendentem ente com pleja,<br />
com o verem os inm ediatam ente.<br />
2. Buhler, K .: Sprachtheories: D ie D arstellungsfunktion dsr Sprache. Jcna, Fisher,<br />
1934.<br />
* Turn taking. F.l sentido de esta expresión se corresponde al uso que se hace de<br />
ella para describir la situación de diálogo entre dos adultos, en el que uno tom a la palabra<br />
v el otro escucha y viceversa. [R.]
Dos estudios de casos: Richard y Jonathan<br />
Richard y Jonathan, el desarrollo de cuyo lenguaje será el centro de<br />
nuestra atención en lo que resta del libro, fueron estudiados en casa una<br />
vez cada quince días. A lguna vez se hacía con más frecuencia, cuando<br />
las cosas se aceleraban o cuando los padres habían notado algo que<br />
creían que teníam os que ver. C om enzam os las observaciones cuando R i<br />
chard tenía cinco meses y Jo n ath an tres. C ada quincena, nosotros, uno<br />
o dos observadores y yo, o los otros dos juntos, visitábam os sus hogares<br />
durante cerca de una hora y grabábam os m edia hora de cintas de<br />
video y de audio de la m adre y el niño jugando a lo que en ese m o<br />
m ento resultaba ser su actividad recreativa. Esas visitas continuaron hasta<br />
que Richard tuvo veinticuatro meses y Jonathan dieciocho.<br />
Los niños pertenecían a hogares de clase m edía. Sus padres eran uno<br />
m aestro y el otro físico, sus m adres amas de casa que no habían asistido<br />
a la universidad. Establecim os una relación am istosa con las familias<br />
durante ese año o más de asociación, y aunque estábam os en segundo<br />
plano durante la sesión de grabación, respondíam os con naturalidad a<br />
la aproxim ación de los niños o de los padres. Los padres llevaban libretas<br />
y grababan las nuevas form as del habla cuando aparecían, aunque<br />
no estuvieran sujetas a análisis detallados. Pusim os en claro desde<br />
el com ienzo que estábam os estudiando el desarrollo del lenguaje, y,<br />
cuando ellos lo pedían, com partíam os las ideas o las hipótesis que teníam<br />
os sobre el desarrollo de los niños. La relación era lo más abierta<br />
posible. <strong>El</strong>los estaban interesados en el curso del estudio en general,<br />
aunque no muyr interesados en ios detalles técnicos.<br />
Las cintas de video y de audio eran transcritas tan pronto com o era<br />
posible después de grabarlas, habitualm ente en una semana, ayudados<br />
por notas y por la m em oria. Las transcripciones tenían la form a habitual<br />
de tres colum nas de anotaciones ordenadas tem poralm ente, en las<br />
que se daban los enunciados m aternos, los enunciados del niño y las descripciones<br />
del contexto. Servían, entonces, com o datos básicos para el<br />
análisis y la categorízación de los enunciados, a lo que ayudaba la observación<br />
de las cintas para resolver las am bigüedades que aparecieran.<br />
C om o los detalles técnicos de los estudios particulares ya han sido p u <br />
blicados, se le puede ahorrar al lector el tedioso nuevo relato de los<br />
m uy tradicionales m étodos de análisis em pleados.<br />
Los «juegos» elegidos para el análisis se organizaron todos alrededor<br />
de la aparición y desaparición de objetos. A Jonathan, de quien nos ocu
pam os prim ero, le gustaban m ucho los «juegos» com o esos. C ualquiera<br />
que fuera la «m otivación» del juego, ya fuera la preocupación por la<br />
«perm anencia del objeto», com o sugeríam os antes, o con otros aspectos<br />
de logro previsible, la m adre de Jo n ath an podía contar con su interés,<br />
y m uy pro n to com enzó a elaborar un juego con segm entos previsiblem<br />
ente encadenados. Este juego incluía un pequeño payaso de juguete<br />
que podía ser m ovido de m odo que se situara p o r encim a o desapareciera<br />
dentro de un cono de tela m ontado en un palo. Se jugó por<br />
prim era vez cuando Jonathan tenía Q;5*, después que él y su m adre estuvieron<br />
jugando un juego de cu-cú «directo» durante dos meses, en el<br />
cual la m adre, principalm ente, escondía ora su propia cara, ora la de<br />
Jonathan.<br />
Al com ienzo, Jo n ath an era poco más que un espectador sonriente<br />
cuando el payaso desaparecía y luego volvía a aparecer. P ronto com enzó<br />
a anticipar lo que pasaría enseguida. <strong>El</strong> juego del payaso y del cono<br />
continuó, junto con otras form as de cu-cú, hasta Q;9, desapareció y luego<br />
reapareció al 1 ;2, de lo que continuarem os hablando.<br />
Cada juego consta de un Tem a Precedente y de un Tem a Subsiguiente,<br />
consistiendo el prim ero en la desaparición inicial del payaso, y el segundo<br />
en su reaparición. C ada uno de estos tem as estaba com puesto de<br />
dos com ponentes. Los com ponentes del Tem a Precedente eran P R E <br />
P A R A C IO N y D E S A P A R IC IO N ; los del Tem a Subsiguiente eran<br />
R E A P A R IC IÓ N y R E IN T E G R A C IO N . C ada com ponente consistía<br />
en dos o más constituyentes p o r los cuales el com ponente pudiera ser<br />
«realizado» en la conducta real o en el enunciado. La estructura global<br />
del juego se presenta en la Tabla 3.1, junto con ejemplos de cada uno<br />
de los diez constituyentes que com ponen esta «estructura superficial»<br />
con la que se puso al niño en contacto.<br />
C ada constituyente fue segm entado p o r una pausa o p o r algún otro<br />
m edio apropiado, para distinguirlo del constituyente siguiente. Las pausas,<br />
u otro tipo de marcas entre los cuatro com ponentes, eran más largas<br />
o más destacadas. Y la pausa entre los Tem as Precedente y Subsiguiente<br />
era particularm ente larga y cargada de suspense. Estos son los<br />
elem entos estructurales del juego. <strong>El</strong> lector me perm itirá que los ilustre<br />
de form a m enos abstracta, en el espíritu de las ilustraciones del «árbol<br />
del juego».<br />
!t La expresión Q;5 se refiere a cinco meses; 1 ;2 .10 a un año, dos meses y diez días,<br />
etc. Se sigue esta convención hasta el final. [T.]
Tema<br />
precedente<br />
\<br />
PREPARACION DESAPARICION<br />
Vocativo<br />
erizo | BúaB ú s q u e d a<br />
de atención . \ . . Realización<br />
V: Establecimiento ........ .<br />
del agente<br />
Jonathan, Ivok w h a t í 'v e got here. \Vho's this?<br />
(Jonathan, m n a lo que tengo aquí. ¿Q uién es éste?)<br />
Tema<br />
subsiguiente,<br />
/<br />
REAPARICION<br />
Comienzo Realización<br />
1 -<br />
Comienzo Terminación<br />
RESTABLECIMIENTO<br />
/ \<br />
Despertar Compulsión<br />
" 1<br />
<strong>El</strong> habla del niñ o<br />
Sball M u m m y b id é h im í Jonathan do it.<br />
(¿M amita lo esconderá? Jonathan ¡o hace.)<br />
H e ’s going. H e's going to go-o-o.<br />
(<strong>El</strong> se está yendo. E l se está yendo a go-o-o.)<br />
C íone! H e \ gonef<br />
(/Se fue? ¡Se ha ido?).<br />
Where's h e gonei '<br />
(¿Adonde se ha idó?i<br />
Here he comes. H e ’s coming to see you.<br />
(A q u í viene. Viene para verte.)<br />
Boo! Helio, Jonathan.<br />
(¡Boo! Hola, Jonathan.)<br />
There he ts.<br />
(A h í está.)<br />
Bababahoo! (m oving cíown to his belly).<br />
(¡fíabababoo? (m oviendo el payaso hacia su panza.)<br />
D on ’t eat him .<br />
(N o lo comas."
La P R E P A R A C IO N implica un constituyente inicial, en el cual la<br />
madre prim ero llama la atención del niño hacia el payaso m oviendo éste<br />
a su alrededor, o usando algún vocativo de atención com o Wbo's this?<br />
(¿Q uién es éste?), con un contorno interrogativo acentuado. U na vez<br />
que se gana la atención, la m adre plantea la cuestión de quién va a ser<br />
el agente y quién el receptor: establecimiento de la agencia. Entonces<br />
com ienza la D E S A P A R IC IO N . Esta tiene tres constituyentes: el C o<br />
m ienzo, la Realización y la Búsqueda: H ere be goes! (¡A hora va!)<br />
H e ’s gone! (¡Se ha ido!) W here is b e ? (¿D ónde está?). A hora se produce<br />
una larga pausa, seguida por el C om ienzo de la R E A P A R IC IO N , que<br />
puede ser m anejada ya sea en form a lenta o explosiva, seguido por la<br />
Realización: H e ’s coming. Boo, jo n a th a n ! H ere he is (Está viniendo.<br />
Aquí está). Luego, después de otra pausa, el com ponente RESTA B LE<br />
C IM IE N T O com ienza con el Despertar, cuando la m adre intenta excitar<br />
a Jonathan con el payaso, seguido por la Compulsión cuando lo<br />
logra: Bababoo (m oviendo el payaso hacia él)! O h, don’t eat him ! (N o<br />
lo comas).<br />
Pueden estar todos los elem entos constituyentes, pero no siem pre<br />
acom pañados de palabras.<br />
Lo que es invariable en el juego es su estructura profunda, que es la<br />
desaparición y reaparición de un objeto. Perm anece así a través de una<br />
amplia gama de realizaciones superficiales, En el juego básico no hay<br />
sorpresas. La sorpresa se produce siem pre cuando se varían los constituyentes<br />
con los que se realiza. E stos com ponentes, entonces, son realizados<br />
y señalados p o r variaciones previsiblem ente m oderadas (pero<br />
sólo m oderadas) en enunciación y prosodia. P or ejem plo, en nuestro<br />
caso, los distintos com ponentes estaban acom pañados rara vez p o r expresiones<br />
vocales de la m adre. A lgunas veces, sólo uno estaba m arcado<br />
en esa form a. Y cuando los juegos se sucedían sin interrupción, era habitual<br />
que la m adre acom pañara los diferentes com ponentes con sus<br />
acom pañam ientos vocales apropiados, familiares. E ra com o si ella creara,<br />
intencionadam ente, un espacio para apoyos vocales en la secuencia<br />
de los com ponentes. Lo mismo era cierto p or lo que se refiere a su m arcación<br />
prosódica de los enunciados que usaba realm ente, que eran variados<br />
hábilm ente para producir cam bio y suspense. En R E A P A R I<br />
C IO N , por ejem plo, el C om ienzo sería en un tiem po m uy lento, Here...<br />
be... comes (A quí... él... viene), y, en el próxim o lapso de tiem po, realizado<br />
a toda velocidad. Lo m ism o cuando em erge el payaso. D e esta<br />
manera, m ientras el total del juego se rutinizaba, los com ponentes eran
continuam ente vanados: enunciados, prosodia, prolongación de las pausas,<br />
lo que fuere.<br />
La «entrada» de Jo n ath an en el juego fue gradual. Desde Q;5 hasta<br />
0;9 fue prestando una atención cada vez más activa. Su m adre fue m o <br />
dificando su papel de acuerdo a esto, Los diez com ponentes que ella<br />
podía señalar con su vocalización, se fueron haciendo cada vez más elaborados.<br />
Tom em os, p or ejem plo: W here’s he gone? (¿A donde se fue?),<br />
el com ponente Búsqueda. <strong>El</strong>la usó cuarenta y tres veces esta pregunta<br />
estándar entre los cinco y los nueve meses de Jonathan. A 0:7 agregó<br />
la frase estándar: W here is he? (¿D ónde está?); a G;8, Is he in there?<br />
(¿Está ahí dentro?) Can you see h im ? (¿Lo puedes ver?); y a 0;9, W here’s<br />
the clown? (¿D ónde está el payaso?) (introduciendo el nom inal), to <br />
das form as suplem entarias. E ra evidente que, m ientras estos nuevos rasgos<br />
se hicieran «esperables», Jo n ath an esperaría que su m adre los dijera,<br />
m irándola desde el payaso y el cono, y sonriendo, ya sea antes o<br />
después de que eíla hablara. <strong>El</strong> lenguaje de ella, más rico, fue convirtiéndose<br />
en una parte del juego, <strong>El</strong>, por su parte, iba vocalizando más<br />
durante esos m om entos entre com ponentes,<br />
La m adre de Jo n a th an utilizó de form a interesante la falta de enunciados<br />
que se esperaban, Al principio, acom pañaba vocalm ente casi to <br />
dos los com ponentes del juego. A 0;5, por ejem plo, ella marcaba tanto<br />
nueve de ellos en una sola vuelta, com o siete en otra. A 0;9, sus enunciados<br />
llegaron a un m áxim o de cuatro por juego. Se sacrificaron tres<br />
com ponentes en particular, para m antener el interés de jo n a th a n : la fase<br />
inicial de la desaparición (H e ’s going) (<strong>El</strong> se está yendo); la fase inicial<br />
de la reaparición (Here he comes) (Aquí viene); y la concreción de la<br />
reaparición (There he is) (Ahí está). Q uedaban una rápida retirada<br />
(G one!) (¡Se fue!) y un explosivo reingreso (Boo!). Tam bién un m ayor<br />
uso de restricciones (D on’t eat him ) (N o lo com as) o N o, I d o n ’t think<br />
y o u ’d better p u t that in your m outh (N o, no pienso que sería bueno<br />
que pusieras eso en tu boca), enunciados que p or su naturaleza estaban<br />
m ucho más vinculados a las acciones del niño y a sus presuntas intenciones,<br />
y eran de carácter m ucho m enos ritualizado. La form a de m arcar<br />
las supresiones coincidía con el dom inio que Jonathan tenía del<br />
juego. En efecto, cuando un com ponente era presum ible, la m adre suprim<br />
ía la vocalización. Era una form a notable de establecer la convención<br />
de una presunción.<br />
<strong>El</strong> interés de Jo n ath an respecto a las vocalizaciones de su m adre tam <br />
bién revelaba una tendencia interesante. A 0;5, el intento de coger el pa-
vaso era Jo que dom inaba la escena. A 0;6, acom pañaba sus intentos de<br />
alcanzar o coger el payaso con vocalizaciones indiferenciadas. Estas se<br />
distribuían a lo largo del juego. Pero a 0;7, Jo n ath an com enzó a responder<br />
a ios ritm os previsibles del juego. Perdió interés en coger, y<br />
com enzó a reaccionar con risas y sonrisas en los m om entos apropiados.<br />
D urante la fase Búsqueda, inm ediatam ente después de la D E SA PA R I<br />
C IO N , por ejem plo, su sonrisa y sus vocalizaciones eran «com partidas»<br />
con la m adre, m ientras establecían un contacto visual al tiem po<br />
que ella hablaba nuevam ente al payaso en la R E A P A R IC IO N .<br />
Poco después, Jo n ath an com enzó a tom ar más un rol de agente, tratando<br />
torpem ente de producir él m ism o la desaparición y la reaparición.<br />
A 0;8 ya no estaba satisfecho de ser sim plem ente sorprendido por<br />
el payaso, y estaba en condiciones de sacarlo del cono él mismo. C uando<br />
su m adre lim itó sus esfuerzos, su atención retrocedió. En efecto, ella<br />
se veía forzada a dejarle tom ar la dirección para m antener su interés.<br />
C uando ella no cedía (com o se observó en trece ocasiones a 0;8), J o <br />
nathan abandonó el juego la m itad de las veces. <strong>El</strong>la cedió y le perm itió<br />
tom ar posesión del payaso cuando él lo pedía. Para ayudarlo a m anejar<br />
esto, ella concentró la estructura superficial del juego en dos com ponentes<br />
esenciales (gone! [se fue] en la D E S A P A R IC IO N y bool en la<br />
R E A P A R IC IO N ). A Q;9 se le perm itió tocar y tener el payaso durante<br />
algunos de los com ponentes en casi todas las vueltas. Para entonces, estaba<br />
vocalizando ju n to con su m adre por lo m enos en un com ponente<br />
de cada juego.<br />
<strong>El</strong> crecim iento de la participación activa, m otora, de Jo n ath an en el<br />
juego, está descrita en la Tabla 3.2. C om o ya se ha visto, al com ienzo<br />
estaba poco relacionada con la estructura del juego. A eso de 0 ;7, esa<br />
m anipulación fortuita y las pausas para agarrar, se m anifestaban sólo en<br />
Tabla. 3.2. • PORCENTAJE DE JUEGOS EN LOS CUALES JO NATHA N<br />
SOSTUVO, TOCO O METIO EN SU BOCA EL PAYASO<br />
E d a d<br />
Porcentaje<br />
d e juegos<br />
N ú m ero total<br />
de juegos<br />
0;5 36 11<br />
0;6 43 23<br />
0;7 6 16<br />
0;8 53 17<br />
0;9 75 8
un seis p o r ciento de las vueltas. D esde entonces hasta el final de 0;9,<br />
volvieron a aum entar. A hora, no obstante, están adaptadas a la estructura<br />
del juego.<br />
Finalm ente, hacia el final del noveno m es, se aburrió. <strong>El</strong> juego no<br />
era suficiente para m antenerlo. C om enzó a perder su atractivo cuando<br />
em pezó a dom inar su interés por la exploración m anual. Se em pezó a<br />
interesar más p o r el payaso-y-el-cono com o juguete que com o juego.<br />
Su atención se dirigió a otros objetos que daban más cam po a sus crecientes<br />
posibilidades sensoriales y m otoras. Pero su interés en la aparición<br />
y desaparición no se atenuó del todo. H acia el final del noveno<br />
mes reapareció el cu-cú, Pero tenía un nuevo rasgo, Estaba la misma<br />
estructura profunda, pero con una nueva form a en la superficie. La m a<br />
dre debía esconder un anim al de juguete detrás de su espalda, y después<br />
«sorprender» a Jo n ath an con su aparición repentina que ella señalaba<br />
con el boo! P or prim era vez, Jonathan acom pañaba los enunciados<br />
de su m adre con uno propio (una vibración de sus labios o un<br />
«abucheo»),<br />
A partir de este pequeño com ienzo, se com enzó a elaborar una pauta<br />
en expansión. U n mes más tarde, la m adre se escondía detrás de una<br />
silla y Jonathan esperaba del o tro lado observando, vocalizando y riendo,<br />
anticipándose a su reaparición. Sus vocalizaciones eran, sim plem ente,<br />
llamadas exuberantes cuando ella desaparecía o reaparecía. Pero hay<br />
que notar que él desviaba la mirada inm ediatam ente que ella reaparecía,<br />
y virtualm ente siem pre intercam biaba la m irada con ella antes de la<br />
próxim a desaparición. En otros dos meses (cerca de los doce meses), el<br />
propio Jonathan se escondía detrás de la m ism a silla. N o sólo com enzaba<br />
el acto de esconderse, sino que lo term inaba reapareciendo con un<br />
casi-estándar ooo! D urante la mism a experiencia, cuando el experim entador<br />
se incorporaba y desaparecía, J onathan gritaba gone! A hora él p o <br />
día iniciar el juego com o agente, con otro en el rol de receptor, y hasta<br />
podía tom ar un nuevo receptor: ¡el experim entador!<br />
D os meses más tarde, a 1;2, el juego del payaso y el cono volvió a<br />
interesarle. Entonces, jo n a th a n podía ya participar com o agente o com o<br />
receptor. Pero ahora hacía falta algún tipo de negociación para decidir<br />
quién iba a ser el agente. <strong>El</strong> prefería el rol más activo, pero no lo m o<br />
nopolizaba. Lo hacía m uy bien. Prim ero levantaba al payaso de su cono<br />
m ientras vocalizaba sus variantes de boo! (ooo!), después se acercaba al<br />
all gone (a ga) (se fue) (e fe) de su m adre, m ientras metía al payaso nuevam<br />
ente en el cono. Finalm ente, im itaba el cu-cú de su m adre con cu
m ientras sacaba de nuevo al payaso y lo volvía a m eter. C uando su m a<br />
dre actuaba com o agente, Jonathan gesticulaba (levantando su brazo) y<br />
vocalizaba (ah) para señalar la reaparición del payaso. Llegó a dom inar<br />
el juego actuando com o agente y com o receptor. C uando están juntos,<br />
sonriéndose y encarándose uno al otro , Jonathan y su m adre dicen boo!<br />
al unísono, sin im p o rtar cuál de ellos tiene el control. Los roles se han<br />
vuelto totalm ente intercam biables. <strong>El</strong> juego m ism o tam bién aportó un<br />
form ato estructurado al cual se podía aplicar la capacidad lingüística en<br />
eclosión que tenía Jonathan. N o sólo aprendió en qué parte de la secuencia<br />
iban los perform ativos vocales, sino lo que eran y cóm o decirlos.<br />
En el curso del juego, Jo n ath an desarrolló no sólo cierto lenguaje<br />
perform ativo para seguir el juego, sino que aprendió m ucho sobre el m a<br />
nejo de la interacción. A lgunos estudiantes rusos del desarrollo del lenguaje,<br />
com o A lexander Luria, trabajaron m ucho sobre la im portancia<br />
de poner las acciones «impulsivas» bajo el control del lenguaje. Y esa<br />
es, ciertam ente, la historia de Jo n ath an , yendo del «agarrar» de ios seis<br />
meses a la m uy arm ónica participación del año. Pero es más que el lenguaje<br />
lo que opera com o factor de control. Es la convención, las fo r<br />
mas convencionales, negociadas, de proceder en el juego, las que d o <br />
minan. <strong>El</strong> lenguaje, sobre todo com o un conjunto de perform ativos<br />
secuenciales, es uno de los aspectos de esta convencionaüzación. Sin<br />
duda es im portante, pero es una parte de una pauta más amplia de la<br />
«adquisición de la cultura». P or todo ello, incluso, el lenguaje no perform<br />
ativo tam bién se trasladó al juego, com o la com pletiva aspectual<br />
¿do, y otros que seguirían. D e esta m anera, el convencionalizado formato<br />
del juego tam bién resultó ser un terreno fértil para la extensión<br />
de su léxico.<br />
C o n Richard el juego fue más personal y directo desde el com ienzo.<br />
Su estructura era clásica: él o su m adre desaparecían o aparecían desde<br />
detrás de una pantalla. O casionalm ente, el objeto del juego era un ju <br />
guete. Sus juegos variaban más que los de Jonathan, ya que la madre<br />
de Richard era más libre en el m anejo de variaciones sobre el tema. O<br />
quizás el «cu-cú personal» perm itía más variación.<br />
E ntre 0 ;6 y 0; 11 observam os setenta y un juegos en veinte ocasiones<br />
diferentes. Al igual que lo ocurrido en el caso del payaso y el cono, su<br />
juego se daba en form a subterránea, sin aparecer en la superficie hasta<br />
1;2. E ntonces apareció en form a alterada por otros veintinueve juegos<br />
hasta 1;3, en que se hizo nuevam ente subterráneo. En 1 ;9 reapareció.
pero esta vez en una form a tal que podía ser jugado por Richard solo,<br />
sin acom pañante.<br />
C onsiderem os el juego inicial (0 ;6 -0 ;ll). A prim era vista, m ostraba<br />
la m ism a «estructura profunda» que el payaso y el cono, aunque su estructura<br />
superficial perm itió que Richard tom ara más pronto el papel<br />
de agente en todos los com ponentes, ya que no era necesaria ninguna<br />
habilidad m anual. Al com ienzo, sin em bargo, el papel de agente estaba<br />
casi totalm ente m onopolizado por la m adre (Tabla 3.3), que siempre com<br />
enzaba el escondite en esos prim eros juegos. En el período en que el<br />
juego reapareció, 1;2, las pautas se transform aron: nueve de cada diez<br />
veces era R ichard quien se escondía. En la reaparición de los prim eros<br />
juegos, la m adre invariablem ente reaparecía con una sonrisa y decía<br />
bello! Richard le «ayudaba» estirando de la máscara una vez de cada<br />
cinco. C uando reapareció el juego, después de 1;2, él m ism o, generalm<br />
ente, se destapaba. A nteriorm ente, hacia el final de la fase inicial, si<br />
se escondía él, cosa que hacía cada vez más a m enudo, él mismo se destapaba.<br />
Pasó del rol de receptor en la prim era fase del juego al rol de<br />
agente en la segunda.<br />
Sus vocalizaciones tam bién cam biaron en la segunda parte. En el<br />
cu-cú se puede vocalizar antes o después de la reaparición de lo que esté<br />
escondido, com o anticipación o en la realización de un acto. En los p rim<br />
eros juegos, las vocalizaciones de Richard estaban igualm ente divididas.<br />
En la segunda parte, sin em bargo, había seis vocalizaciones de realización<br />
para una de anticipación (véase Tabla 3.3). En los prim eros juegos<br />
sus vocalizaciones eran, invariablem ente, balbuceos excitados. En<br />
los más tardíos eran de tipo lexema, por su longitud y sus características.<br />
Al principio, sus sonidos eran, principalm ente, dirigidos en form a<br />
difusa; en el período de los juegos más tardíos, los dirigía directam ente<br />
a su com pañero. Incluían «palabras» (a 1;3.21) com o peeboo, da, hi da,<br />
Tabla 3.3 • ESTRUCTURA Y ANALISIS DEL JU EGO DE CU-CU DE RICHARD<br />
Estructura
A nálisis<br />
PORCENTAJE DE JUEGOS DURANTE LOS CUALES LA MADRE O EL N IÑ O<br />
INICIAN EL ESCONDITE<br />
E dad de R ic h a rd<br />
0 ;6 -0 ;ll_________ 1;2-1;3<br />
La madre inició el escondite 100.0 21.9<br />
<strong>El</strong> niño inició el escondite — 78.1<br />
(73 juegos) (32 juegos)<br />
PORCENTAJE DE JUEGOS DURANTE LOS CUALES LA MADRE, EL N IÑ O O UN<br />
Madre escondida<br />
<strong>Niño</strong> escondido<br />
Objeto escondido<br />
OBJETO FUERON ESCONDIDOS<br />
E d a d de R ic h a rd<br />
0;6-0;11 1;2-1;3<br />
43.8<br />
28.8<br />
27.4<br />
(73 juegos)<br />
6.2<br />
93.8<br />
(32 juegos)<br />
PORCENTAJE DE JUEGOS DURANTE LOS CUALES LA MADRE, EL N IÑ O , O<br />
AMBOS SE QUITARON LA MASCARA<br />
E d a d de R ic h a rd<br />
0; 6-0-11______________ í;2-l;3<br />
La madre se quitó la máscara 75.3 12.5<br />
<strong>El</strong> niño se quitó la máscara 24.7 78.1<br />
Ambos se quitaron la máscara — 9.4<br />
(73 juegos) (32 juegos)<br />
PORCENTAJE DE JUEGOS DURANTE LOS CUALES LAS VOCALIZACIONES DEL<br />
N IÑ O SE PRODUJERON ANTES O DESPUES DE LA FASE DE REAPARICION<br />
E d a d de R ichard<br />
C;6-0;ll______________ 1;2-1;3<br />
Antes de la reaparición 20.5 6.2<br />
Después de la reaparición 20.5 37.5<br />
No vocalizaciones 63.0 56.2<br />
(73 juegos) (32 juegos)
dere, abh (cu, ete, hola ete, ai, aah).::' C om o m uchas de ellas eran usadas<br />
en otros contextos, funcionando corno saludos (hi) o dem ostrativos<br />
(abh, da, dere), es posible que en los juegos tardíos el cu-cú ya no fuera<br />
un form ato con un contenido propio. <strong>El</strong> traslado de bi y da al cu-cú<br />
sugiere que el juego estaba abriéndose para dar paso a un saludo general<br />
y a los dem ostrativos.<br />
En efecto, durante los tres meses de ausencia del cu-cú (0;11-1 ;2) R i<br />
chard com enzó otro form ato de aparición-desaparición, que incluía la<br />
búsqueda activa de objetos escondidos en contenedores o en puños<br />
cerrados. Q u ien escondía era siem pre un adulto, su m adre o el experim<br />
entador, y la búsqueda y el hallazgo lo hacía siempre R ichard. Q uizá<br />
fuera una form a de cu-cú, pero io dudo, ya que su «drama» era m uy<br />
diferente. Se parecía más a un «juego de adivinanzas».<br />
C uando el cu-cú reapareció de nuevo a 1;2, Richard tom ó el control<br />
total del papel de agente. Para com enzar, observó a su m adre esconder<br />
su cara dos veces detrás de una caja de videntape, y luego «asumió el<br />
hecho». E scondió su propia cara detrás de la misma caja dieciseis veces<br />
seguidas, y cada vez que reaparecía contestaba boo!, con una sonrisa y<br />
una vocalización ocasional. Para el 1 ;3, el juego se había convertido en<br />
una form a más activa aún. R ichard ya no se escondía detrás de una caja<br />
o ponía un trapo delante de su cara, sino que realmente se ponía detrás<br />
de un sofá o de una silla para «desaparecer», reapareciendo luego de la<br />
m ism a form a. H abía incorporado fácilm ente el cam inar por los resquicios<br />
del juego, que antes sólo le requería m over una pantalla delante de<br />
su cara. De hecho, el nuevo juego tam bién había incorporado elem entos<br />
dei escondite, ya que tam bién variaba el lugar donde se escondía.<br />
D espués de 1 ;3, R ichard y su m adre jugaban rara vez al cu-cú en ninguna<br />
de las form as habituales del juego. Pero el esconder objetos continuó.<br />
Pero el cu-cú reapareció seis meses más tarde (1 ;9 .14), después<br />
que Richard había adquirido una regular cantidad de lenguaje. Esta vez,<br />
sin em bargo, había sido un juego solitario, entre Richard y los objetos<br />
que él había escondido y que hacía reaparecer. A pesar de este cambio,<br />
el juego todavía estaba ritualizado en form a estándar, aunque fuera un<br />
juego «sim ulado» en el cual los objetos reaparecidos eran saludados socialm<br />
ente, com o si fueran personas. R ichard, por ejemplo, llenó una<br />
olla grande con piezas de un rom pecabezas. E ntonces saludaba a cada<br />
La traducción castellana es una adaptación simplificada de los térm inos en infles.<br />
En castellano no se utilizan estos enunciados. Por el contrario, los niños y las niñas<br />
castellano-parlantes em plean cu- ya tá- qui tá- ai. [R.J
pieza con bello house! (¡hola casa!) cuando espiaba dentro de la olla que<br />
había destapado, com partiendo una sonrisa o una risa con su m adre<br />
m ientras lo hacía. R epitió y repitió la rutina, con cada helio house seguido<br />
de un bye-bye house (adiós, adiós, casa) cuando volvía a poner<br />
la tapa. U na vez, durante esta rutina, sonó el tim bre de la puerta. R i<br />
chard saltó dirigiéndose a la puerta, gritando bello! sin expresar ninguna<br />
dificultad en el paso de los «helios» sim ulados del juego a la form a<br />
convencional de saludo. Podía usar sistem áticam ente estos contrastivos<br />
helio y bye-bye, tanto en un juego com o en saludos reales de recepción<br />
o despedida. Tam bién podía m anejar con facilidad los roles intercam <br />
biables que aparecían. <strong>El</strong> mes siguiente, por ejemplo, él gritó Where<br />
m u m m y f (¿D ónde m am á?) cuando ella se escondió, y luego helio cuando<br />
reapareció, en gran parte com o lo hubiera hecho ella si hubiera controlado<br />
el juego.<br />
<strong>El</strong> episodio final en la historia del cu-cú de Richard sucedió a l i l i . 14.<br />
Perdió un objeto detrás del alm ohadón del sofá. D urante meses había<br />
sido capaz de m anejar situaciones com o esa, buscando por sí m ism o y<br />
encontrando lo que estaba perdido o pidiendo ayuda. Pero ahora, el<br />
acto de encontrar «de veras» se asimiló al form ato viejo del juego. Buscando<br />
seriam ente, gritaba allu dow n dere (hola aquí abajo), seguido por<br />
sonidos de «esfuerzo» que usaba cuando pedía ayuda (véase capítulo<br />
5). H abiendo logrado eso, aunque con la ayuda del experim entador,<br />
volvió, entonces, al form ato del juego. A hora escondía intencionadam<br />
ente los lápices detrás del alm ohadón del sofá, donde antes habían ido<br />
a parar accidentalm ente, saludando su hallazgo con el grito de allu<br />
(hola), tanto si lo encontraba él com o el experim entador.<br />
O currió entonces que Richard y su m adre, lo mismo que Jonathan<br />
y la suya, fueron estableciendo gradualm ente un juego ritualizado en el<br />
cual com partían los roles intercam biables. <strong>El</strong> juego diversificaba y daba<br />
lugar a la iniciativa creciente de los niños, ya que aprendían cóm o iniciar<br />
el juego y cóm o ejecutar los m ovim ientos. A m bos niños aprendieron<br />
fácilm ente cóm o m antener constante la estructura profunda del juego<br />
m ientras variaban la estructura superficial. Y am bos niños se las arreglaron<br />
para relacionar el form ato del juego con form atos más am plios,<br />
más inclusivos, antes de que estuvieran hechos. <strong>El</strong> juego les daba una<br />
ocasión especial, libre de presiones, de intentar variaciones en el tema<br />
de la aparición y la desaparición. Pero al hacerlo, el niño tam bién tenía<br />
la oportunidad de participar en el establecim iento del tipo de convenciones<br />
sociales sobre las cuales se basa el uso del lenguaje.
U n p unto final antes de cerrar nuestra excursión al cu-cú. Tiene que<br />
ver con lo que que antes he llam ado Sistema de A poyo de la A dquisición<br />
del Lenguaje (LASS). Los juegos cu-cú de am bos niños estaban llenos<br />
de transiciones en las cuales la m adre introducía un nuevo procedim<br />
iento y gradualm ente se lo «transm itía» al niño, en la m edida que<br />
sus habilidades para realizarlo se fueran desarrollando. Está en el m eollo<br />
de to d o sistem a de apoyo que incluye juegos, juegos de «entretenim<br />
iento» y juegos de lenguaje p o r igual. Si en un sistema com o ése el<br />
«maestro» tuviera que tener una consigna, ésta, con seguridad, sería<br />
«donde antes hubo un espectador, que ahora haya un participante». U no<br />
establece el juego, proporciona una plataform a para asegurar que las<br />
ineptitudes del niño puedan ser rescatadas o rectificadas p or una intervención<br />
apropiada, y entonces va quitando la plataform a parte por p arte,<br />
en la m edida que la estructura recíproca se sostiene por sí misma.<br />
Este «principio de entrega» es tan ubicuo que difícilm ente notam os<br />
su presencia. Verem os com o opera en los próxim os capítulos en la adquisición<br />
de la referencia y la petición por parte del niño. Pero com ienza<br />
tan pronto com o las prim eras interacciones. <strong>El</strong> trabajo de Daniel<br />
Stern3 sobre la construcción del «tom a y daca» y «la arm onización» de<br />
la m adre y el niño, el estudio de Kaye y C harney4 sobre cóm o la «toma<br />
de turnos» en los prim eros intercam bios están estructurados p o r la m a<br />
dre hasta que el niño puede tom ar parte en ellos, el inform e de Brazelto<br />
n 5 sobre los ajustes en la interacción m utua de la m adre y el niño,<br />
todos ellos apuntan al m ism o proceso de «establecer» la situación para<br />
que el niño entre fácilmente y con éxito, y luego gradualm ente retroceder<br />
y hacerle llegar el rol al niño, en la m edida en que se hace suficientem<br />
ente hábil para m anejarlo.<br />
En efecto, en nuestra investigación con Jonathan y Richard me di<br />
cuenta pronto de esta pauta, cuando analizaba la estructura de los juegos<br />
de «dar y tom ar». Poco antes de que Richard llegara a su prim er<br />
3. Stern, D ., H ofer, L., H aft, W . y D ore, J .: «Interpersonal com m unication: The<br />
attunem ent of affect states by means of íntcrm odal flueney». Trabajo presentado en la<br />
International C onference on Infaney Studies, A ustin, Texas, m arzo, 1982; y en la N ew<br />
Y ork C hild Language G ro u p C onference, N ueva Y ork, 1982.<br />
4. Kaye, K. y C harney, R .: «H ow m others m ain u in “dialogue" w itb tw o years<br />
olds». En D . O lso n (com ps.), The Social Foundations o f Language and Thought. N u e<br />
va Y ork, N o rto n , 1980.<br />
5. B razelton, T. B .; K ozlow ski, B. y M ain, M .: «The origins of recíprocity: Early<br />
m other-infaru interaction.» En M. Lewis y L. Rosenblum (com ps.), The F.ffect o f the<br />
¡nfant on its Caregiver. N ueva Y ork, W iley, 1974.
Edad en meses y semanas<br />
Edad en meses y semanas
cum pleaños, recorrim os las cintas para determ inar tres cosas: a) cuándo<br />
se hizo agente en estos juegos; b) cuándo em pezó a darse cuenta que<br />
el fin de intercam biar un objeto no era su posesión, sino el intercam bio<br />
m ism o; y c) cuándo inició realm ente los juegos de «dar y tom ar». Para<br />
el segundo p unto, sim plem ente registram os el tiem po durante el cual tenía<br />
el objeto en su poder antes de devolverlo para el intercam bio. Los<br />
otros eran simples tareas de cuentas.<br />
Los datos están en las figuras de las págs. 61 y 62. Entre los cinco<br />
y los nueve meses la m adre m antuvo en m ovim iento el intercam bio. A<br />
los nueve meses, R ichard «despegó». D espués de una larga preparación,<br />
se m ovió rápidam ente hacia el papel de agente, iniciaba juegos en la m i<br />
tad del tiem po, y captó la idea de que uno debe devolver un objeto, no<br />
aferrarse a él.<br />
Me disculpo p or los detalles con los cuales han sido descritos estos<br />
13<br />
Edad en meses
simples juegos. Pero los detalles destacan los puntos generales con que<br />
se abre el capítulo. C ada uno de ellos, realm ente, crea una realidad constitutiva<br />
altam ente estructurada, una «forma de vida» wittgensteiniana<br />
en la cual el niño aprende a concentrarse en una m anera secuencial o r<br />
denada, m anteniendo en la m ente las estructuras «lógicas» globales del<br />
juego. La realidad constitutiva prim ero está acom pañada por la vocalización,<br />
y luego es anticipada p o r ella. Estas vocalizaciones proveen un<br />
esqueleto o estructura form al, en la que luego se pueden introducir variantes<br />
ricas y más del tipo de las del lenguaje. Tam bién proporcionan<br />
un m edio para realizar el intercam bio de roles y para negociar la actividad<br />
y otras de las razones de la acción. Y proporcionan una o p o rtu <br />
nidad única para ei niño de pasar de los medios «naturales» a los m e<br />
dios convencionales de m ediación en la acción.<br />
En los capítulos que siguen me propongo m ostrar cóm o estas m ismas<br />
estructuras tipo-juego, se im ponen en form atos del tipo indicar y<br />
solicitar, que, en efecto, son esenciales para el desarrollo y la elaboración<br />
de estas funciones com unicativas. <strong>El</strong>los proporcionan el medio que<br />
hace posible su convencionalización y, finalm ente, su transform ación<br />
de form atos en actos de habla más flexibles y móviles.<br />
Pasamos a ello a continuación.
4 <strong>El</strong> crecimiento de la referencia<br />
La finalidad de este capítulo es explorar algunos de los pasos hacia<br />
el dom inio de la referencia lingüística. Pero antes de m eternos en esa<br />
tarea, sería aconsejable detenernos en las espinosas com plejidades de ese<br />
viejo tema.<br />
Para com enzar, es im posible proceder a un estudio em pírico de la referencia<br />
sin hacer un enfoque filosófico en relación tanto a la filosofía<br />
de la m ente com o a la filosofía del lenguaje. La neutralidad produce confusión.<br />
Sin em bargo, no es éste el lugar para revisar los rendim ientos<br />
empíricos de los enfoques filosóficos com petitivos. M e voy a contentar,<br />
sim plem ente, con exponer mis tendencias, de m odo que el lector<br />
pueda estar prevenido.<br />
La teoría general o filosófica que he encontrada más com patible con<br />
mi propia búsqueda de las raíces psicológicas de la referencia, es la expuesta<br />
p o r H ilary P u tn a m .1 Mi interés, com o el de él, está en la cadena<br />
histórica causal que relaciona un hecho referencial introductorio (cuando<br />
una persona trata de indicar, p o r brutal que sea, lo que tiene en su<br />
mente), y algún episodio referencial posterior (cuando cada m iem bro de<br />
una pareja que se com unica asigna una interpretación referencial a un<br />
mensaje que se transm ite entre am bos). Esta estructura presupone cuatro<br />
cosas. La prim era es que los individuos pueden indicarse entre sí<br />
que tienen una intención referencial o indicativa. La segunda es que la<br />
referencia puede variar en su precisión desde una m uy confusa vaguedad<br />
a una adecuada, definida, expresión referida. E n efecto, dos partes<br />
de una conversación se pueden referir al «mismo» tem a con amplías di-<br />
1. Putnam, H .: M ind, Language and Reality. Cambridge, Cambridge Univ. Press,<br />
1975.
íerencias en el grado de precisión. La «electricidad» que una m adre especialista<br />
en física tiene en su m ente, no será la misma que lo que su<br />
niño com prende cuando ella lo previene sobre un posible shock. Sin em <br />
bargo, los dos pueden seguir con «electricidad» a pesar de su im precisión.<br />
Su negociación conversacional puede incluso aum entar la precisión<br />
del niño. La verdad no es todo lo que está involucrado en cadenas<br />
causales com o éstas, La concepción de la electricidad que tiene el niño<br />
puede ser vaga, o aun errónea, pero hay un referente conjunto que no<br />
sólo existe en una conversación asim étrica com o esa, sino que puede<br />
ser desarrollado por su valor auténtico y por su precisión.<br />
U n tercer presupuesto es que la referencia es una form a de interacción<br />
social que tiene que ver con el m anejo de la atención conjunta. N o<br />
es sim plem ente una relación entre algo en la cabeza de una persona y<br />
algo en el m undo, com o en el clásico «triángulo de referencia» de O g-<br />
den y R ichards,2 Más bien está caracterizada por una división del trabajo,<br />
En nuestro ejemplo, un miembro de la pareja puede saber todo sobre<br />
electricidad, el o tro sólo lo suficiente para tener una base para una<br />
especificación posterior. Esto es duficiente para una interacción inicial.<br />
<strong>El</strong> cuarto y últim o presupuesto de la posición de Putnam es que en<br />
la acción de referir hay una estructura de meta. Esta está sostenida no<br />
sólo p o r la intención de referir, sino p o r los m edios adecuados para hacerlo<br />
y la especificación de hasta qué punto uno ha tenido éxito. Los<br />
medios com prenden el conjunto de procedim ientos p o r los cuales dos<br />
personas establecen una «unión» en su atención. Varían desde mecanismos<br />
lingüísticos evolucionados, com o la anáfora (volviendo al texto) y<br />
la deixis (volviendo al contexto), a la sim ple indicación ostensiva. L o<br />
grar la m eta de la referencia tiene poco que ver con el acuerdo sobre<br />
un referente definido individual. Es suficiente que las partes de un intercam<br />
bio referencial sepan que com parten suficientes coincidencias en<br />
su atención focal, para que valga la pena continuarlo, tal com o W erner<br />
D eutsch y T om Pechm ann han com entado.3 C uando la m adre físico le<br />
2. O gden, C . K. y Richards, I, A .: Tbe M eaning o f Meaning. N ueva Y ork, H arcourt<br />
y Brace, 1923. [Traducción castellana: F-l significado del Significado. Barcelona,<br />
Paidós, 1984.]<br />
3. Véase: D eutsch, W , y Pechm ann, T .: «Interaction and the developm ent of definite<br />
descriptions». M anuscrito inédito, MP1P, N ijm egen, H olanda, 1981. D eutsch, W.<br />
y Pechm ann, T .: «Form and function in the developm ent of reference». Trabajo presentado<br />
al Sim posio 18 (Language D evelopm ent and Preverbal Com m unication). X X II<br />
International C ongress of Psychology, Leipzig, 1980. Pechm ann, T. y D eutsch, W .:
dice a su hijo de cuatro años que acaba de recibir una descarga de «electricidad»,<br />
ella no supone ni necesita suponer que él tenga la m ism a am <br />
plitud o com prensión del concepto que tiene ella. N i necesita preocuparse,<br />
si la conversación puede sólo continuar.<br />
<strong>El</strong> problem a de cóm o se desarrolla la referencia, puede ser vuelto a<br />
exponer com o el problem a de cóm o la gente maneja y dirige la atención<br />
de los dem ás p o r m edios lingüísticos. Podem os apropiadam ente<br />
preguntarnos cóm o la atención-m anejo lingüísticos están superpuestos<br />
con los m edios prelingüísticos, y hasta qué punto el prim ero am plía y<br />
modifica el segundo.<br />
Si hacem os la razonable presunción de que en algún m om ento el niño<br />
com ienza a desarrollar algunas nociones prim itivas de sem anticidad<br />
— que los sonidos pautadas representan cosas particulares o tipos de cosas<br />
que experim enta— , no será entonces m uy extraño que esos sonidos<br />
acom pañen, al principio, gestos referenciales evidentes y que, eventualmente,<br />
incluso los reem placen. <strong>El</strong> niño puede usar, al com ienzo, formas<br />
de sonido no estándar pero interpretables, que el adulto llega a im i<br />
tar en interés del m antenim iento en m ovim iento de la negociación de<br />
la atención. Pero se puede contar con que la com unidad lingüística m ueva<br />
al estudiante del lenguaje hacia las formas estándar de referencia o<br />
hacia form as accesibles a la com unidad. Las convenciones lingüísticas<br />
y las form as estándar no surgen del huevo totalm ente desarrolladas. H a-<br />
bitualm ente son lentas transform aciones de procedim ientos iniciales primitivos<br />
o «naturales» que se socializan en la negociación.<br />
A traer la atención de los otros a un foco com ún es un hecho m uy<br />
difundido en el orden de los prim ates. M ichael C hance,4 describiendo<br />
el orden jerárquico de los m onos del Viejo M undo, observa que incluso<br />
la posición de dom inación puede ser definida por la distribución de<br />
la atención en el grupo: los animales menos dom inantes atienden a la<br />
jerarquía, los más dom inantes son más libres de am pliar su atención a<br />
otra parte. Los anim ales dom inantes fuerzan la atención sobre sí m ismos.<br />
En el m edio salvaje, los chim pancés y probablem ente otros grandes<br />
m onos, habitualm ente siguen las líneas de interés de los animales<br />
«Frotn gesture to w ord and gesture». Trabajos e inform es sobre C hild Language D e<br />
velopment. Linguistics D epartm ent, Stanford U niversity, 1980. Pechm ann, T. y<br />
D eutsch, W .: ~nThe developm ent of verbal and nonverbal devíces for reference». Journal<br />
o f Experim ental C hild Psychology, 1982, 34, 330-341.<br />
4. Chance, M .: «A ttention structure as the basis of prim ate rank orders». Man,<br />
1967, 2, 503-518.
para determ inar los objetivos que persiguen. N o está claro si ellos solicitan<br />
u ofrecen inform ación sobre un referente. Lo que es único respecto<br />
al hom bre, p o r supuesto, es que maneja la atención conjunta sim <br />
plem ente solicitando y ofreciendo por m edio de índices, iconos y<br />
sím bolos.5 N o es sorprendente que un infante hum ano de seis meses<br />
de edad, dada su herencia simiesca, redirija su atención siguiendo la línea<br />
de interés de otro. Lo que ú es sorprendente es que, incluso durante<br />
su prim er año, com ience a rcdirigir su atención com o respuesta a<br />
sutiles norm as convencionales que son rasgos del lenguaje adulto, com o<br />
característicos cam bios hacia arriba en la entonación. <strong>El</strong> supuesto sistema<br />
referencial parece ser m uy «abierto». Salta m uy fácilm ente de n o r<br />
mas «naturales» a norm as «convencionales».<br />
H ay un rasgo fundam ental en los actos hum anos de referencia, sobre<br />
el que nada se ha dicho hasta ahora. Son altam ente sensitivos o deícticos<br />
al contexto. Las partes de un acto referente deducen su referente<br />
de un enunciado en un contexto. T odo inform e de la ontogénesis de referencia<br />
tiene que tener en cuenta este rasgo deíctico. En efecto, Jo h n<br />
Lyons argum enta que la deixis es la fuente de la referencia, que «establecerse<br />
en el contexto» en lugar de «etiquetar» sim plem ente es el corazón<br />
de la referencia, ya sea en la com unicación tem prana o más tard e.6<br />
U no puede esperar encontrar, entonces, en form a razonable, que la<br />
adquisición de procedim ientos referentes es intensam ente dependiente<br />
del «arreglo» y la sim plificación de los contextos que hace el adulto<br />
para asegurar que las dem andas deícticas sean manejables por el niño.<br />
La rutinización de los contextos aseguraría m ontajes familiares fácilm<br />
ente interpretables, en los cuales la m adre y el niño pudieran localizar<br />
o «ubicar» objetos y hechos a los cuales se refieren. <strong>El</strong> hecho de que el<br />
niño sepa ya cóm o m anejar e intercam biar roles será, además, de gran<br />
ayuda para él para relacionar sus propios actos referenciales con los actos<br />
de sus com pañeros de diálogo. Pues el contexto y la deixis dependen<br />
de su capacidad de cam biar e intercam biar la perspectiva. Los tipos<br />
de habilidades en el «juego» que se analizaron en el capítulo anterior,<br />
incluida la habilidad para negociar turnos y condiciones, son cruciales<br />
en la actividad referencial, com o verem os enseguida.<br />
5. La distinción de índices, iconos y sím bolos se la debem os a C. S. Peirce. Véase:<br />
Peirce, C. S.: Collected Papers, C am bridge, M ass., H arvard Univ. Press (vols, 2 y 5),<br />
1932-1934.<br />
6. Lyons. J .: «Deixis as the source o í reíerence». En E. L. Kecnan (com p.), Formal<br />
Semantics o f N atural Language. C am bridge, C am bridge U niv. Press, 1975.
Veamos ahora cóm o una m adre y el niño, en una interacción altam<br />
ente recíproca, intentan, durante la m ejor parte de un año, llegar a un<br />
acuerdo (aunque sólo fuera del tipo Putnam , un acuerdo parcialm ente<br />
coincidente) sobre cóm o se llamará una cosa.<br />
Et manejo de la atención conjunta<br />
Los prim eros pasos suceden tem prano. Tal com o R obson y otros<br />
han señalado, la fase prim era y más prim itiva de la atención conjunta<br />
es el establecer un sostenido contacto cara a cara.7 Su com ienzo es un<br />
hito im portante para la m adre. Es el m om ento en el cual la m adre comenta<br />
con frecuencia que su niño se ha convertido en un «verdadero<br />
ser hum ano». Esto provoca m ucha vocalización p o r parte de la m adre<br />
y, poco después, por parte del niño. H acía el final del segundo mes, el<br />
contacto con acom pañam ientos vocales está bien establecido. La m adre<br />
y el niño com ienzan a m ostrar una dinám ica de turnos de intercam bio<br />
al «iniciar» y «cesar» uno y o tro sus conductas. N adie ha descrito este<br />
proceso de unión m ejor que D aniel S tern.8<br />
N uestros estudios com enzaron después que las rutinas del «tom a y<br />
daca» y de «com unicación» descritas por Stern hubieran quedado establecidas,<br />
C om enzam os en una segunda etapa, cuando la m adre com enzó<br />
a colocar objetos entre ella y el niño com o centros para una atención<br />
conjunta. C uando Jonathan tenía tres meses, su m adre ponía los<br />
objetos de dos form as. U na de ellas era interponiendo el objeto entre<br />
Jonathan y ella m ientras se estaban m irando. C uando ella hacía eso,<br />
cambiaba su expresión de una form a característica y estándar:<br />
M ira la linda m u ñ e ca /1'<br />
7. R obson, K, S.: «The role of eye-to-eye eontact in m aternal-infant attachm ent»,<br />
Journal o f Cbild Psychology and Psychiatry, 1967, 8, 13-25.<br />
8. Stern, D .; H ofer L .; H aft, W . y D ore, J .: «Interpersonal com m unicatión: The<br />
attunem ent of affect States bv means of interm odal flueney». Trabajos presentado en la<br />
International C onference Infaney Studies, A ustin, Texas, m arzo, 1982, y en la N ew<br />
^ o rk C hild Language G ro u p C onference, N ueva Y ork, m ayo, 1982.<br />
* La línea superpuesta sobre el enunciado indica, aproxim adam ente, la acentuación<br />
de la entonación de la m adre. [T.J
<strong>El</strong>la acom pañaba la vocalización de una form a característica, m oviendo<br />
el objeto en la línea de atención del niño y sacudiéndolo o «enfrentándolo».<br />
Su segundo contacto era tom ar un objeto que el niño ya había<br />
observado, y m overlo en el espacio entre ella y el niño, nuevam ente<br />
sacudiéndolo o acercándolo m ientras ella vocalizaba.<br />
La Tabla 4.1 nos presenta una m uestra de esos form atos objeto-juego,<br />
unos 303 en total para los dos niños. Registra el núm ero de veces<br />
que se enfatiza un objeto y el núm ero de enunciados particulares.<br />
<strong>El</strong> destacar los objetos es claram ente un hecho de los prim eros m e<br />
ses. H acia el final del prim er año ha sido virtualm ente abandonado. En<br />
lo que se refiere a las expresiones m aternas que lo acom pañan, es notable<br />
que son más frecuentes precisam ente durante aquellos meses en<br />
que los dos niños m uestran menos signos tanto de entender com o de<br />
producir lenguaje. U na vez que el lenguaje aparece, la frecuencia com<br />
ienza a bajar, aunque en el caso de Jonathan vuelve a subir, pero con<br />
un m odelo y un contenido m uy diferentes, com o vamos a ver. La lección<br />
«implícita» que aparece en estos form atos objeto-juego tem pranos,<br />
es que el lenguaje acom paña la atención y la m anipulación de objetos,<br />
v de alguna m anera está escalonado p o r las acciones que se van p ro d u <br />
ciendo. En esta etapa, la vocalización es un «m antenedor de espacio»<br />
Tabla 4A • ENFASIS EN UN OBJETO Y ANUNCIADOS PARTICULARES EN IO S<br />
FORMATOS DE JU EG O CON UN OBJETO POR LAS MADRES DE I OS NIÑOS<br />
Jonathan<br />
E d a d en meses<br />
3 -9 10-16 17-18 6-12<br />
R ichard<br />
E dad en<br />
13-16<br />
meses<br />
17-19 21-23<br />
N ú m e ro de veces<br />
que enfatiza<br />
un o b <br />
jeto 124 15 75 1 1<br />
Enfasis por<br />
episodio 2.03 0.29 0.82 0,03 0.C6<br />
—<br />
Enunciados<br />
particulares 704 253 130 830 1S6 65 100<br />
Enunciados<br />
p o r episodio l l . i 4.87 8.12 9.02 4.76 4.06 3.85<br />
Número de<br />
episodios 62 52 16 92 39 16 26
para el lenguaje posterior que será usado cuando los objetos sean<br />
m anipulados.<br />
U na vez que los niños m ostraron una reacción de orientación hacia<br />
los objetos presentados en esta form a, reacción que fuera segura y p ro <br />
ducida fácilm ente, cada m adre desarrolló una form a rutinaria, característica,<br />
de prepararse para la presentación cuando el niño no estaba frente<br />
a frente con ella. Esto tom ó la form a de un vocativo atencional individualm<br />
ente estandarizado, basado en el nom bre del niño.<br />
Richard<br />
Jonathan<br />
A los cinco meses, esos vocativos eran m edios cotidianos para conseguir<br />
que el niño m irara hacia la m adre o buscara un objetivo<br />
atencional.<br />
Los vocativos con el «propio nom bre» se am pliaron pro n to con agregados<br />
del siguiente tipo:<br />
O h , mira<br />
M ira lo que tengo<br />
Jo h n Lvons, en su análisis del cuasi-inglés com o una «lengua inicial»<br />
experim ental, habla sobre tales vocativos atencionales com o «deícticos<br />
indiferenciados» que especifican que hay algo en algún lugar del am <br />
biente a lo que hay que atender.9 Sobre el final del prim er año estas expresiones<br />
se vuelven señales generales de alerta para el niño, indicando<br />
la posibilidad de un cam bio en el foco de atención.<br />
<strong>El</strong> trabaio de M aire Logan R yan sobre esto es particularm ente relevante.10<br />
<strong>El</strong>la trabajó con parejas de m adres y bebés, con niños de doce<br />
meses de edad cuyas m adres eran hablantes nativas de G lasgow , y encontró<br />
que era m ucho más probable que esas m adres usaran una form a<br />
de entonación creciente cuando cam biaban la referencia hacia otra cosa<br />
que la que sus niños estaban atendiendo. U n segundo hallazgo asociado<br />
era m ucho más im pactante: era m ucho más probable que el bebé<br />
9. Lvons, J . : «Deixis as the source of retercnce». En E. L. Keenan (com p.). Formal<br />
Semantics o f N atural Language. C am bridge, C am bridge Univ. Press, 1975.<br />
10. Ryan, M. L .: «C n n to u r in C ontext». Trabajo presentado en la Psychology L anguage<br />
C onference, Stirling, Escocia, 1976.
cam biara ej foca de su atención al objeto que su m adre sostenía, cuando<br />
la madre hablaba con una form a de entonación creciente que cuando<br />
no lo hacía.<br />
<strong>El</strong> trabajo actual sobre la sensibilidad de los niños a esas indicaciones<br />
de entonación deícticas indiferenciadas, sugiere que el acento rápidam<br />
ente ascendente puede tener un poder de atracción «natural» sobre<br />
la atención del niño,<br />
La prim era fase del manejo de la atención conjunta, muy controlada<br />
p o r la m adre, parece dar com o resultado que el niño descubra señales<br />
en el habla de su m adre que indican que la m adre está atendiendo a<br />
«algo para m irar». Los siete meses parecen ser la edad en la cual nuestros<br />
niños alcanzan la sensibilidad para los «deícticos indíferenciados».<br />
L n a fase concom itante en el desarrollo es más específica y se relaciona<br />
con un avance en la posibilidad del niño de observar qué es lo<br />
que ocupa la atención de otro. Ln su form a más simple, consiste en el<br />
seguim iento por parte del niño de una línea de atención ajena, relacionada<br />
con un objetivo distante de am bos. M ichael Scaife y y o 11 hicimos<br />
el prim er experim ento simple, que incluía a un adulto sentado frente a<br />
un niño (con sujetos que fluctuaban desde los tres meses hasta algo más<br />
de un año), haciendo prim ero el contacto cara a cara y luego girando<br />
noventa grados a la derecha com o a la izquierda y m irando hacia afuera<br />
atentam ente. <strong>El</strong> tu rn o era acom pañado por un acentuado «oh, look»<br />
(oh, mira). De los ocho a los diez meses, dos tercios de los niños fueron<br />
siguiendo la cam biante línea de atención, Al año lo hicieron todos.<br />
B utterw orth hizo el experim ento de form a más cuidadosa,12 y señaló<br />
varios rasgos adicionales en la form a de seguir la mirada. <strong>El</strong> prim ero y<br />
más im portante fue que el niño de un año m iraría siguiendo la línea de<br />
interés, buscaría un objeto, y, si no encontrara ninguno, se volvería hacia<br />
el rostro del adulto para una segunda m irada, después de lo cual se<br />
volvería nuevam ente hacia afuera. Parecía haber la expectativa de que<br />
se pudiera encontrar un objeto. <strong>El</strong> segundo rasgo era que el niño, en<br />
11. Scaife, M. y B runer, j . S .: «The capacity íor ¡ennt visual attention in the infant».<br />
N ature, 1975, 253 (5489), 265-266.<br />
12. B utterw orth, G .; «Wh.it mitids have in com m on in ^pace: A perceptual mechanism<br />
for joint reierence in infaney». Trabaio presentado a The A nnual Conference of<br />
the D evelopm ental Psychology S eaion, British Psychologícal S o aety , Southam pton,<br />
setiembre, 1979. B utterw ürth, G. y Jarrctt, N -: «The geom etrv of preverbal com m u<br />
nication». Trabajo presentado a The A nnual C onference, D evelopm ental Psychology<br />
Section, British Psychological Society, «Language, C om m unication and U nderstanding..,<br />
E dim burgo, setiem bre, 19SG.
usca del objeto, no giraría hacia afuera una distancia angular m avor<br />
que aquella en la cual m antenía el rostro del adulto en la periferia de<br />
su m irada. En efecto, él estaba buscando un objeto, pero lo estaba haciendo<br />
m ientras m antenía al adulto en su cam po visual. La búsqueda<br />
concurrente de un objeto y el m antenim iento del contacto sugiere que,<br />
sin duda, estam os tratando con una form a m ucho más específica del m a<br />
nejo de la atención de la que producía el deíctico indiferenciado. Lam<br />
entablem ente, este tipo de m arcación deictica específica de un supuesto<br />
referente, no ha sido experim entalm ente com binada con el vocativo<br />
de atención no específico que hem os analizado antes, pero hem os señalado<br />
inform alm ente que la posibilidad de un niño siguiendo la dirección<br />
de la m irada aum enta cuando la m irada del experim entador, al girar,<br />
va acom pañada por alguna expresión com o «oh, mira».<br />
Voy a apartarm e un m om ento del tem a para com entar el aparente alejam<br />
iento del egocentrism o que m uestran estos niños. D espués de todo,<br />
ellos tenían la posibilidad de «tom ar la perspectiva de otro» al investigar<br />
el am biente. Indudablem ente, hay m uchos aspectos en los cuales<br />
tanto los infantes com o los niños pequeños son egocéntricos, en el sentido<br />
que expresaba Piaget y otros, pero pienso que es necesario reconocer<br />
que hay una im portante tendencia operativa com pensadora. La<br />
form a más sim ple de caracterizarla es decir que los infantes y los niños<br />
pequeños, al igual que los adultos, desde m uy p ronto parecen ser realistas<br />
na'ive, que creen que hay un m undo de objetos «ahí afuera» y que<br />
otros están experim entando el m ism o m undo que ellos experim entan.<br />
Y, ciertam ente, cualquiera que sea la posición filosófica que eventualm<br />
ente tom em os nosotros los adultos, por m uy construccionalista que<br />
pueda llegar a ser nuestra epistem ología, creo que el Realismo Na'ive<br />
es la creencia activa de todo el m undo, punto que ha sido encarado con<br />
cierta fuerza filosófica p or H ilary P u tn a m '3 y argum entado psicológicamente<br />
por W illiam H o g a n .14<br />
La atención de los niños alrededor de los seis o siete meses se halla<br />
dom inada p o r sus esfuerzos destinados a alcanzar y coger objetos, intercam<br />
biarlos, y dem ás. H ablarem os de ello más adelante en relación<br />
con el crecim iento de la petición. A quí es suficiente decir únicam ente<br />
que la atención conjunta, en los meses siguientes al punto en que la ac-<br />
13. Putnam , H ,: M ind, Language a n d Reality. C am bridge, C am bridge Univ.<br />
Press, 1975.<br />
14. H ogan, W .: «Theoretical egocentrism and thc problem o í eompliance». A m e -<br />
ncan Psycbologist, m ayo, 1975, 533-540.
tividad de alcanzar objetos está bien desarrollada, se halla dom inada por<br />
la acción conjunta m ientras el niño desarrolla el tipo de «esquemas de<br />
acción» y scripts sobre el m undo que fueron analizados antes. <strong>El</strong> logro<br />
más im portante durante esta fase activa, es que el niño se convierte ahora<br />
en un emisor de señales sobre los objetos deseados y no sólo está com <br />
prom etido en com prender y descodificar los esfuerzos de los otros para<br />
dirigir su atención.<br />
La fase siguiente es crucial y com ienza con la aparición de la indicación<br />
en el niño. La llamada indicación «pura» aparece a los nueve m e<br />
ses y m edio en Jo n ath an y a los trece meses en R ichard. La diferencia<br />
de edades puede tener que ver con la edad más tem prana a la cual R i<br />
chard em pezó a cam inar. Jo n ath an que com enzó a cam inar m ucho más<br />
tarde necesitó un sistema de señalización de los objetos que no podía<br />
adquirir m uy fácilmente. Señalar no parecer ser una am pliación o una<br />
m odificación del alcanzar, incluso del alcanzar convencionalizado, sin<br />
esfuerzo, p o r el cual el niño (com o veremos) indica un objeto que desea<br />
obtener para él sin prácticam ente m overse para alcanzarlo. Parece<br />
más probable que el señalar sea parte de un sistema prim itivo de m areaje<br />
para seleccionar lo más notable. O bviam ente, los adultos han hecho<br />
que el niño presenciara el señalar, y su habilidad para com prender<br />
la señal de un adulto, según nuestros registros, precede en un mes o<br />
dos su propia posibilidad de producirla. En el caso de Jonathan, las p rimeras<br />
indicaciones que se observaron eran respecto a objetos situados<br />
no m uy lejos que se veían a través de la ventana del jardín, a veces acom <br />
pañadas por un um protodem ostrativo. Las prim eras actividades de señalización<br />
de R ichard (a veces acom pañadas por da [esto]) eran para o b <br />
jetos conocidos colocados en contextos nuevos (una taza que la m adre<br />
se había puesto sobre la cabeza), y para objetos nuevos en contextos familiares<br />
(como cuando las cotorras vuelan en el cam po cercano a su<br />
casa de verano). Las figuras tam bién producen señalización, sobre todo<br />
las figuras familiares cuando se ven en un libro. Parece que tam bién se<br />
produce señalización en los esfuerzos para dar una ubicación a ciertos<br />
referentes inciertos o «abstractos». D ebo decir algo sobre una tendencia<br />
concurrente antes de poder sugerir lo que esa tendencia puede<br />
significar.<br />
M e refiero a la aparición concurrente de expresiones no-estándar pero<br />
fonéticam ente consistentes, con las cuales el niño com ienza a «indicar»<br />
objetos. Parece ser el com ienzo de una verdadera hipótesis de semanticidad:<br />
el que los sonidos vocales particulares, no-estándar, indican ti
pos particulares de objetos. Estos sonidos vocales tom an el lugar de los<br />
dem ostrativos da y um . En todo caso, para esa época Richard había em <br />
pezado a p roducir tales formas m odeladas aproxim adam ente en el habla<br />
adulta, p o r ejem plo, apoo p o r apple (m anzana), boe por bird (pájaro),<br />
etcétera.<br />
F ue en relación con boe que observam os la señalización com o un<br />
acto locativo m uy «abstracto». C om o se com entó antes, Richard había<br />
estado observando grajos y cotorras (nuevas para él), que volaban esa<br />
tarde en un cam po cercano a la casa de verano en la cual se encontraba.<br />
Esa noche estaba dentro, sentado en el piso (afortunadam ente estaba<br />
siendo grabado en video). D urante unos m om entos estuvo sentado quieto<br />
y luego, señalando hacia arriba, pronunció (en form a m uy distraída<br />
y tentativa) su palabra para «bird», boe. Parecía estar ubicando en su<br />
espacio «presente» un objeto traído de su m em oria. Su lexema, boe, sirvió<br />
com o un especificador nom inal de su señal, con un deíctico espacial<br />
en ausencia de un objeto real. M agda Kalm ar ha observado y fotografiado<br />
un fenóm eno sim ilar,15 en el cual un niño, de un nivel de desarrollo<br />
sem ejante al de R ichard, está escuchando un reloj sostenido cerca<br />
de su oído. Parece desconcertado p or el lugar de dónde viene el sonido.<br />
Finalm ente, señala hacia arriba m ientras escucha, com o si le diera al sonido<br />
un contexto espacial.<br />
Perm ítasem e com entar brevem ente la especificidad referencial de las<br />
form as fonéticam ente consistentes. Boe era m uy específico. Su esfera sem<br />
ántica estaba lim itada al vuelo de los pájaros. Pero tom em os el ghee<br />
de Richard. Parecía usarlo en una form a m uy parecida a com o uno puede<br />
usar una expresión com o trasto. Ghee se refería tanto a objetos «nuevos»,<br />
que eran im presionantes por su aspecto pero pequeños p o r su tam<br />
año, com o a objetos familiares para los cuales no conocía nom bre, o<br />
a objetos que en alguna form a eran sorprendentes por su contexto o su<br />
uso, sim ilar a los que vim os para la señalización. Ghee era usado, más<br />
bien, para m antener un lugar para objetos que eran «dignos de un<br />
nom bre».<br />
U na vez que aparecen la señalización y las form as fonéticam ente consistentes,<br />
son rápidam ente recuperadas en los juegos familiares «W here»<br />
(D ónde) y * W hat» (Q ué), que habían sido establecidas m ucho antes.<br />
La m adre de Jo n ath an com enzó su W here’s the X ? (¿D ónde está el<br />
15. E stoy agradecido a M agda Kalm ar, de la U niversidad de Budapest, p o r aportar<br />
este im pactante ejem plo de señalización de una «hipotética» ubicación en el espacio.
X?) W bere did it g o f (¿D ónde fue?) a los cuatro meses, y la de Richard<br />
com enzó su W h a t’s this? (¿Q ué es esto?) para ob|etos presentes a los<br />
nueve meses, en ninguno de am bos casos con la m enor posibilidad de<br />
una respuesta apropiada. Pero una vez que apareció la señalización,<br />
W bere’s tbe X ? (¿D ónde está el X?) se convirtió en un requerim iento<br />
real de una señalización. Esta rutina queda bien establecida para jo n a t-<br />
han a ios doce meses y para Richard de los trece a los catorce meses.<br />
A los quince meses esta pregunta estaba incorporada, p or parte de<br />
los padres de am bos niños, a los form atos de juego sobre las «Partes<br />
del C uerpo». W here’s y o u r nose? (¿D ónde está tu nariz?), etcétera (contestada<br />
con una señal apropiada), fue seguida pronto por W h a t’s th a t?<br />
(¿Q ué es eso?) (la m adre señalando la nariz del niño). W hat's thatf, por<br />
supuesto, produce vocalizaciones, luego lexemas no-estándar y, finalm<br />
ente, nom bres.<br />
W h a t’s tb a tf y W here’s tbe X ? son carne y uña. Son ejem plos clásicos<br />
de indexicales, en el sentido de relacionar un signo con un elem ento<br />
de un contexto no lingüístico inm ediato, <strong>El</strong> dom inio de los niños de<br />
esos indexicales, perm ite que se haga posible el desarrollo de nuevas<br />
pautas de conversación que perm iten un m ovim iento hacia un nivel más<br />
avanzado de relación intralingüística con el lenguaje (palabras relacionadas<br />
con otras palabras, y no sim plem ente con elem entos del contexto<br />
no lingüístico). A ello dedicam os nuestra atención a continuación.<br />
«Lectura de libro»: <strong>El</strong> crecimiento de las etiquetas del discurso<br />
A nat N inio y yo observam os de form a particular a R ichard y a su<br />
m adre «leyendo libros» a lo largo del segundo año de R ich ard .If> Era<br />
uno de los juegos favoritos de Richard, e hicim os, sim plem ente, grabaciones<br />
de video de sus ocurrencias naturales sin tener que pedir ninguna<br />
«actuación». Parecía una ventana especialm ente buena a través de la<br />
cual p oder observar no sólo com o se m anejaban los nom bres, sino tam <br />
bién las descripciones de la acción, todo en el contexto del discurso y<br />
del diálogo. Los libros, por supuesto, eran «libros ilustrados». Las fo r<br />
mas anteriores de este tipo de «diálogo» eran sobre las partes del cuerpo<br />
o sobre cosas, sirviendo com o temas los nom bres de objetos co n <br />
cretos. Estas form as anteriores tam bién tom aron el form ato tipo juego,<br />
16, N inio, A. y B runer, J , S.: «The aehievem ent and antccedents oí labclling.» Journal<br />
o f Child Language, 1978, 5, 1-15.
com o en el dar y tom ar y los tipos de intercam bios descritos en el capítulo<br />
anterior.<br />
<strong>El</strong> lector recordará que esos juegos im ponen roles, tom a-y-daca,<br />
atención conjunta y una estructura secuencial. La lectura de libros se<br />
arma sobre esas técnicas ya establecidas. Pero ahora el intercam bio se<br />
realiza a partir de temas no-concretos, es decir, imágenes. Las técnicas<br />
previam ente establecidas, com o el tom a y daca o turno de palabra son<br />
virtualm ente perfectas desde el com ienzo mismo de la lectura de libros.<br />
Sólo alrededor del 1 % de las expresiones de los dos participantes se<br />
produce en form a sim ultánea en lugar de alternadam ente.<br />
D esde el principio hasta el final, la m adre adapta su participación en<br />
la lectura de libros a las aparentes aptitudes del niño. Es difícil saber<br />
hasta qué punto es ella «consciente» de lo que está haciendo, ya que se<br />
trata de una com binación autom ática, incluso cuando un niño de cuatro<br />
años habla con un niño más pequeño, com o tan elegantem ente nos<br />
han m ostrado Rochelle Gelm an y M arilyn S h atz.17<br />
La variedad de los tipos de enunciados de la m adre en la lectura de<br />
los libros es notablem ente limitada, <strong>El</strong>la hace un uso repetido de cuatro<br />
tipos clave de enunciados, con una cantidad sorprendentem ente pequeña<br />
de variaciones de cada uno de ellos. Estos tipos eran: 1) el V ocativo<br />
de A tención, p o r ejemplo, Look (M ira); 2) la Pregunta, por ejemplo,<br />
W h a t’s that- (¿Q ué es eso?); 3) la Etiqueta, por ejemplo, I t ’s an X (Es<br />
una X ); 4) el E nunciado Feedback, p o r ejemplo, Yes. Están ilustrados<br />
p o r un ejem plo de una sesión a 1; 1.1.<br />
MADRE: L ook! (Vocativo de A tención)<br />
NIÑO: (Toca la figura)<br />
MADRE: W hat are those? (¿Q ué son?) (Pregunta)<br />
N IÑ O : (Vocaliza un balbuceo y sonríe)<br />
MADRE: Yes, they are rabbits (sí, son conejos). (Feedback y<br />
E tiqueta)<br />
N IÑ O : (Vocaliza, sonríe y m ira a la madre)<br />
M A D R E : (ríe) Yes, rabbit. (Feedback V Etiqueta)<br />
N lÑ O : (Vocaliza, sonríe)<br />
MADRE: Yes (ríe) (Feedback)<br />
17. Gellm an, R. y Shatz M .: «A ppropriatc spcech adjustm ents: The operation of<br />
conversational constraints on talk tw o-vcar-olds». En M. Lewis y L. Rosenblum<br />
(com ps.). Interaction, Conversation and the D evelopm ent o f Language. N ueva Y ork,<br />
W iley, 1977.
La Tabla 4.2 contiene la distribución de cada uno de los cuatro tipos<br />
de enunciados y sus m uestras.<br />
Tabla 4.2 • EXPRESIONES CLASIFICADAS COMO MUESTRAS DE LOS CUATRO<br />
TIPOS MAS IMPORTANTES DEL HABLA DE LA MADRE<br />
Tipo/Muestras<br />
Frecuencia<br />
I. V ocativo d e atención 65<br />
Look! (¡Mira!) 61<br />
Look at that! (¡Mira eso!) 4<br />
II. Preguntas 85<br />
What’s thatf (¿Qué es eso?) 57<br />
What are thosef (¿Qué son esos?) 8<br />
What are they doingf (¿Qué están haciendo?) 6<br />
Wbat is itf (¿Qué es eso?) 5<br />
What are theyf (¿Qué son ellos?) 1<br />
W hat’s on that pagef (¿Qué hay en esa página?) 1<br />
What have we got heref (¿Qué tenemos aquí?) 1<br />
What’s the next onef (¿Cuál es el siguiente?)<br />
I<br />
What’s over here? (¿Qué hay por aquí?) 1<br />
What else can you see there? (¿Qué más puedes ver allí?) 1<br />
What does that do? (¿Qué está haciendo?) 1<br />
What do you see there? (¿Qué ves allí?) 1<br />
What can you see ? (¿Qué puedes ver?) 1<br />
III. E tiq u eta s 216<br />
X (= a stressed lahel) X (= un uso referencial) 91<br />
I t’s an X (Es una X) 34<br />
That’s an X (Eso es una X) 28<br />
There is an X (Hay una X) 12<br />
An X (Una X) 12<br />
That’s X (Esa es X) 6<br />
There is X (Hay X) 6<br />
Lots o f X (Muchas X) 5<br />
They are X-ing... (e.g., going to bed) (Hay X -endo...;<br />
X-ando... por ejemplo, yendo a la cama) 5<br />
More X (Más X) 3<br />
They are X (Son X) 3<br />
These are the X (Estas son las X) 3<br />
The X (Las X) 2
Tipo/Muestras<br />
Frecuencia<br />
You can see the X (Tú puedes ver las X) 1<br />
T hat one is an X (Esa es una X) 1<br />
L o o k at the X (Mira a la X) 1<br />
I t says: X (Dice: X) 1<br />
W e’ll cali it an X (Podemos llamarla una X) 1<br />
K in d o f X (Tipo de X) 1<br />
IV . F eedback<br />
SO<br />
7es (Sí) 53<br />
Yes, I kno'u; (Sí, ya sé) 8<br />
I t ’s n o t an X (No es una X) 5<br />
T h a t’s it! (¡Eso es!) 3<br />
I s n ’t i tf (¿No es así?) 2<br />
Ñor X (No X) 2<br />
N o , it's n o t X (No, no es X) 2<br />
Yes, it is (Sí, es así) 1<br />
That's cbarm m g (Eso es bueno) 1<br />
You are right (Tienes razón) 1<br />
N o , it's an X , not a Y (No, es una X, no una Y) 1<br />
N o , i t ’s an X (No, es una X) 1<br />
Yes, th ey are (Sí, lo son) 1<br />
Yes, very good (Sí, muy bien)<br />
i<br />
T h a t’s not an X (Eso no es una X) 1<br />
Los cuatro tipos de enunciados y sus m uestras com prenden, virtualm<br />
cnte, todos los enunciados de la m adre en el «form ato de lectura» de<br />
todo el período estudiado. Para cada uno de los tipos, una sola m uestra<br />
explica desde cerca de la m itad hasta más del 90 por ciento de los ejem <br />
plos. Adem ás, la entonación de estos enunciados no cambia, virtualm<br />
ente, desde las prim eras hasta las últimas sesiones (con unas pocas excepciones<br />
que com entarem os luego).<br />
Por otra parte, los tipos fundam entales de enunciados estaban dirigidos<br />
por un discurso estricto y p or un ordenam iento de restricciones.<br />
<strong>El</strong> orden de los enunciados era acentuadam ente estable dentro de un<br />
ciclo dado. Se daban casi exclusivamente en el orden:<br />
1) Vocativo de A tención<br />
2) Pregunta<br />
3) Etiqueta<br />
4) Feedback
Las variaciones se dan casi siempre bajo ta form a de la supresión de<br />
un elem ento. Se pueden dejar fuera uno o dos pasos por razones que<br />
verem os enseguida. Para abreviar, si se da un Vocativo de A tención<br />
será, casi con segundad, el prim er enunciado. Si se produce una P regunta<br />
será antes que una Etiqueta o un Feedback. En consecuencia, los<br />
cuatro tipos de enunciado form an una escala de G uttm an ordenada, con<br />
más de un 85 p o r ciento de reproducibilidad, m uy lejos del azar.<br />
C om o hem os com entado, cuando se deja fuera un paso es por una<br />
buena razón. La m adre de Richard responde a lo que él hace. Si él inicia<br />
un ciclo, señalado o vocalizado, ella responde con una Pregunta y<br />
om ite el Vocativo de A tención. O si él ofrece un etiquetam iento aceptable<br />
después de la Pregunta de ella, ella prácticam ente siem pre prescindirá<br />
de la Etiqueta y saltará al Feedback. Ln una palabra, ella le está<br />
contestando com o lo haría con un interlocutor «real» en un intercam <br />
bio, Esa prem isa provee de la estructura básLca para su form ato.<br />
T a b la 4 3 • DISTRIBUCION DE IO S ETIQL'ETAMIEN'TOS DK I K MADRE Y EL<br />
N IÑ O POR FOCO? REVERENCIALES<br />
Tipo de R eferente<br />
Porcentaje de<br />
Etiquetas de la M adre<br />
Porcentaje de<br />
Etiquetas del h'iñn<br />
Nombres comunes Je obictos enteros 88,9 89.8<br />
Nombres comunes de partes de objetos 2,9 4.1<br />
Nombres propios 4, 1 4.1<br />
O tros facciones, atributos.cíe.': 4.1 2.:<br />
Porcentaje toral 100.0 I0C.0<br />
N úm ero toral de criquet,is 170 49<br />
La m adre evita el dilema de W ittgenstein («¿A qué rasgo de un referente<br />
hace referencia una etiqueta?»), Cerca del 90 % de sus designaciones<br />
se refieren a objetos enteros (véase Tabla 4.3), y com o la m itad<br />
de lo que queda está form ada por nom bres propios que tam bién p ertenecen<br />
a los enteros, ella crea pocas dificultades sobre la extracción de<br />
rasgos, Si, corno proponen W illard Q u in e 1" e Itzak Schlesingerlos<br />
individuos que aprenden un lenguaie se implican con la totalidad antes<br />
que con las características, la m adre de Richard está de su lado. La di<br />
18 Q uine, W. V.: The Roots oj Referente. La Salle, 111., O pen C ourt, 1973.<br />
Í 9. S e h l e s m g e r , I M . . T h e A c q n i s u i o n o f W o r d 5a n d C n n c c p ls . M a n u s c r i t o i k í p u <br />
b l i c a d o , J c r u s a l é n , T h e H e b r e w U n i v e r s i t y , 1978.
ección hacia la totalidad puede no resolver todos los dilemas de W ittgenstein,<br />
pero parece evitar éste. Prácticam ente, no ofrecía confusión a<br />
qué se referían las designaciones de la m adre de Richard.<br />
C om o respuesta a los esfuerzos de Richard, su m adre parecía estar<br />
operando con un detallado, recién actualizado «inventario» del conocim<br />
iento que él tenía de objetos y sucesos, de las palabras que él había<br />
entendido previam ente, y de las form as de expresión de las cuales era<br />
capaz. Fundam entalm ente, le otorgaba el beneficio de la duda cuando<br />
hacía un enunciado am biguo (véase a continuación ejemplos de ello) o<br />
«excusaba» con palabras y expresiones amables una respuesta errónea a<br />
sus Preguntas. You h a v e n ’t seen one o f tbose; tb a t’s a goose (Tú no habías<br />
visto uno de esos; es un ganso.) O bien You don't really know<br />
w hat tbose are, ¿do you? They are m ittens; w rong tim e o f year fo r those.<br />
(Tú realm ente no sabes lo que son, ¿verdad? Son m itones; mala época<br />
del año para ellos.) O bien I t ’s a dog; / kn o w you k n o w that one.<br />
W e’ll fin d you som etbing you kn o w very well. (Es un perro; sé que tú<br />
lo conoces. Te encontrarem os algo que conozcas m uy bien.) Pero la m a<br />
dre tam bién podía insistir: C om e on, you ve learned «brides». (Vamos,<br />
tú has aprendido «ladrillos».) C om o con los juegos que com entam os<br />
en el capítulo anterior, la m adre creó, en conjunto, una situación de apoyo<br />
y de aceptación. Las excepciones a esta regla (com o las excepciones<br />
a las máximas de conversación de G rice,2C san excepciones razonadas<br />
cuya función verem os en seguida.<br />
La Tabla 4.4 nos m uestra el ritm o y la naturaleza de la participación<br />
de Richard en la lectura de los libros. Sus respuestas activas incluyen<br />
vocalización, gestos, sonrisas, contacto visual con su madre y búsqueda<br />
de un objeto especificado. Se puede notar, y no es sorprendente, que la<br />
participación aum enta firm em ente con la edad. Y, obviam ente, vocaliza<br />
más al m ism o tiem po que su vocalización se hace más interpretable.<br />
La aparición de algunas etiquetas de léxico estándar al 1;2 hizo que<br />
la m adre de Richard creyera que el niño había dom inado la «hipótesis<br />
semántica», es decir, que ahora sabía que los sonidos tienen significado.<br />
<strong>El</strong>la em pezó a actuar com o si su hijo fuera capaz de em itir palabras en<br />
lugar de simples balbuceos. Sus «im putaciones» p aralas vocalizaciones<br />
del niño cam biaron claram ente. A hora las trataba com o si «significaran»<br />
algo, o cuando eran am biguas, com o si debieran significar algo.<br />
20. Grice, H . P .: «Lohic and conversation». En P. C olé y J. M organ (com ps.),<br />
Syntax a n d Semantics, vol. 3. Londres, Academic Press, 1975.
En este últim o caso, si no podía determ inar qué significaban, lo presionaba<br />
para que repitiera o para que corrigiera su enunciado. La m a<br />
dre se hizo m ucho más firm e en sus dem andas, aunque se m antenía p ermisiva<br />
en sus interpretaciones.<br />
Tabla 4.4 • PROPORCION DE CICLOS DE LECTURA EN LOS CUALES EL NIÑO<br />
<strong>El</strong> ECTUO RESPUESTAS ACTIVAS<br />
Edad<br />
Xúm ero de<br />
ciclos de<br />
lectura<br />
Porcentaje de<br />
ciclos en los<br />
cítales el niño<br />
hÍ20 por lo<br />
menos una<br />
respuesta<br />
activa<br />
Xúm ero de<br />
tumos activos<br />
Porcentaje de<br />
tumos activos<br />
conteniendo<br />
una<br />
vocalización<br />
Porcentaje de<br />
vocalizaciones<br />
que son<br />
etiquetas<br />
léxicas<br />
0;8.14 2 50,0 4 0,0 0,0<br />
Oí 11.7 9 55,6 17 35,3 0,0<br />
1;0.25 7 71,4 10 90,0 0,0<br />
1; 1.7 6 83,3 13 76,9 0,0<br />
1:1.22 4C 37,5 17 41,2 0,0<br />
1 ;2.7 26 43,8 18 38,9 28,6<br />
1:3.13 36 86,1 60 93,3 50,0<br />
1;3.21 18 88,9 22 95,4 61,9<br />
1;4.14 35 77,1 50 92,0 54,3<br />
1:5.8 19 80,2 32 100,0 28,1<br />
1:5.22 4 100,0 5 100,0 20,0<br />
1 ;6.1 7 100,0 12 100,0 50,0<br />
D espués de la aparición de esos prim eros balbuceos fonológicam ente<br />
constantes, del largo de un lexema, la m adre los trató en otra form a.<br />
M ientras antes aceptaba de form a perm isiva sus esfuerzos de balbuceo,<br />
com o si fueran intentos de etiquetam iento a los cuales ella aportaba una<br />
etiqueta correctiva, ahora requería que él contestara más léxicamente.<br />
Repetiría el W b a t’s that f (¿Q ué es eso?). Pregunta, con la aclaración frecuente<br />
You know , d o n ’t you? (Lo sabes, ¿no?). C ontinuaba m anteniendo<br />
el orden de los tipos de enunciados que hem os descrito antes, pero<br />
ahora repetiría uno de ellos, la Pregunta, hasta que Richard lo hiciera<br />
satisfactoriam ente. U n balbuceo más corto, del largo de un lexema, sería<br />
suficiente. La m adre había aum entado claram ente sus requerim<br />
ientos.
U na vez que el niño fue claram ente capaz de producir palabras o<br />
sonidos similares a palabras, su m adre increm entó nuevam ente la cuota.<br />
D e la misma form a que antes no aceptó largos balbuceos incoherentes,<br />
sino sólo aquellos del largo de lcxemas, ahora insistía en palabras.<br />
Incluso entonces, se m antenía adaptada a las posibilidades del niño y<br />
evitaba presionarlo dem asiado fuerte. <strong>El</strong> juego seguía siendo un juego.<br />
H abía pocas confrontaciones.<br />
Se dio un paso crucial en el juego del etiquetam iento cuando la m a<br />
dre se dio cuenta de que Richard conocía la etiqueta por la cual ella le<br />
estaba preguntando. Em pezó ahora a usar una entonación claram ente<br />
diferente en su Pregunta, para señalar que «Yo sé que tú sabes». Su P regunta<br />
W h a t’s that ? se hacía ahora con una entonación descendente cuando<br />
ella preguntaba sobre palabras que (según su estimación) el niño ya<br />
sabía. La m adre y el niño com partían la distinción presuposicional entre<br />
lo dado y lo nuevo. C uando la Pregunta, m arcada presuposicionalm<br />
ente, se hacía con entonación descendente, Richard m iraba deliberadam<br />
ente a su m adre y sonreía e, incluso, podía llegar a «fastidiarla»<br />
dem orando un poco la respuesta.<br />
W allace Chafe 21 form ula el interesante punto de que la distinción entre<br />
inform ación nueva y vieja es m uy sem ejante a la que se da entre<br />
tem a y com entario o sujeto y predicado. Y tiene más que un interés pasajero<br />
el hecho de que las etiquetas viejas o establecidas sean aquellas<br />
sobre las cuales la m adre com ienza elaborando com entarios y preguntas<br />
para una nueva inform ación. Tales com o:<br />
M A D R E : W h a t’s th a t? (entonación descendente)<br />
N IÑ O : F ühy (Pescado)<br />
MADRE: Yes, and w h a t’s he doingf (Sí, y ¿qué está haciendo?)<br />
A hora se aplica la entonación ascendente al «haciendo» de su intervención<br />
final, com o si se estuviera buscando un predicado de acción<br />
(algo nuevo). Y p ro n to el juego cam bia desde el etiquetam iento a la<br />
predicación.<br />
¿Q ué «m otor» psicológico conduce el dom inio del etiquetam iento<br />
21. Chafe, W ,: M eanm g and the Structure o f Language. Chicago, Chicago Univ.<br />
Press, 1970.
p or parte del niño? ¿Se trata, com o San A gustín creería, de alguna forma<br />
de im itación? Es obvio que tiene que haber algún elem ento de im i<br />
tación, pero con seguridad no es im itación «directa». La evidencia se<br />
opone a esto. T om em os prim ero la repetición del niño de una etiqueta<br />
provista por su m adre en el lugar apropiado del ciclo. La repite más o<br />
m enos la m itad del tiem po. Pero este ritm o de repetición no es más alto<br />
que el que se produce cuando él mismo provee la etiqueta com o respuesta<br />
a la Pregunta de su m adre y luego él m ism o 1a repite, Tam bién<br />
repite más o m enos la m itad del tiem po después del feedback de su m a<br />
dre o después que ella repitió la etiqueta que él asignó. D esde otro p u n <br />
to de vista, podem os preguntarnos si el niño se siente más im pulsado<br />
a contestar la Pregunta que solicita una etiqueta o a repetir una etiqueta<br />
que acaba de enunciar su m adre. W hat’s that f produce ocho vcces más<br />
respuestas de etiquetam iento que im itaciones de la etiqueta de su m a<br />
dre. <strong>El</strong> niño está tratando de contestar una pregunta. La etiqueta de la<br />
m adre le proporciona un m odelo para hacerlo. Pero la palabra m odelo<br />
es para ser usada com o respuesta a una pregunta, no com o una im itación<br />
de la madre. <strong>El</strong>, el niño, está respondiendo a la intención de la p regunta<br />
de su m adre. Raram ente refleja la etiqueta de ella,<br />
¿C óm o llegó el niño a entender esa intención?22 Esa intuición p recedió<br />
en meses al com ienzo del form ato de lectura de libros. P robablem<br />
ente su «origen» es «natural», cualquiera que sea el significado de esta<br />
palabra. Lo m ism o que la contem plación o la «señalización», ambas<br />
tam bién «naturales», la apreciación de la intención de ia Pregunta es rápidam<br />
ente incorporada p o r la m adre a un form ato convencionalizado<br />
que perm ite la introducción de signos, anticipaciones y similares. En to <br />
dos estos casos, la m adre convencionaliza sus signos de «intenciones»,<br />
«objetos» y «sucesos», tan p ronto com o el niño puede m anejar la «com <br />
prensión» de sus convenciones. Y entonces continúa, y encaja estas técnicas<br />
recién establecidas en las rutinas más nuevas aún, increm entando<br />
la cuota cuando juzga que el niño está preparada.<br />
22. Para análisis particularm ente penetrantes sobre cóm o el niño puede dom inar el<br />
intento de una expresión, véase: H arrison, N . : Meamng and Structure; An essay in the<br />
Philosophy of Language. N ueva Y ork, H arp er y R ow , 1972. McShane, J.: Learning to<br />
Talk. C am bridge, C am bridge U niv. Press, 1980, D enkel, A .; «C om m unication and<br />
meaning». Tesis doctoral* D epartm ent of Philosophy, O xford U niversity, 1977. Shatz,<br />
M .: «The relationship betw een cognitive processes and the devclopm ent of cognitive<br />
skills». E n B. Keasy (com p,), N ebraska Sym posium on M otivad on, 1977. Lincoln,<br />
N eb ., N ebrasks U niv. Press, 1978.
E n cada paso de esta progresión ella está estableciendo un lugar en<br />
el cual se pueden sustituir más tarde rutinas más simbólicas. D eícticos<br />
indiferenciados son reem plazados p o r señalizaciones. Balbuceos indiferenciados<br />
en respuesta a las Preguntas en el form ato de lectura de libros,<br />
son reem plazados prim ero por balbuceos del largo de lexemas, y<br />
luego p o r palabras.<br />
Esto nos lleva a la conclusión de que si el bebé dom ina las rutinas<br />
de un nivel determ inado, dispone de una suficiente capacidad de p ro <br />
cesam iento com o para m anejar el paso siguiente, com o ha sugerido Marilyn<br />
Shatz. Lo que perm ite que este requisito se cum pla, por supuesto,<br />
es la oportunidad de usar, y por lo tanto de perfeccionar, las rutinas comunicativas<br />
en el diálogo estructurado, equilibrado, de la m adre. Si ahora<br />
se preguntaran qué lleva al niño a hacer esos avances, por qué no p ermanece<br />
en el nivel en que estaba, tendríam os que especular acerca de la<br />
actividad de un M ecanism o de A dquisición del Lenguaje (LA D ) o sobre<br />
un im pulso más general hacia la com petencia. Es obviam ente insuficiente<br />
decir sólo que el niño tiene más capacidad de procesam iento «liberada»<br />
por su m ayor dom inio. Tiene que haber, tam bién, un im pulso<br />
que lo lleve a un desem peño lingüístico más evolucionado. En qué co n <br />
siste tal im pulso es algo que continúa siendo un hecho tan m isterioso<br />
com o antes. Pero lo que es suficientem ente claro es que la m adre y el<br />
m undo adulto proveen al citado crecim iento de un sistema de sostén firme.<br />
Lo que hem os visto es que a través de este crucial período en ei<br />
crecim iento de la referencia, la m adre permanece estable en sus respuestas<br />
de principios a los esfuerzos del niño, cam biando sólo lo suficiente<br />
para tom ar en cuenta sus crecientes aptitudes, prom oviéndolas o im <br />
pulsándolas suavem ente. <strong>El</strong>la perm anece estable, por decirlo así, de<br />
m odo que el niño pueda poner a prueba y consolidar sus cam bios.<br />
Volviendo a la teoría<br />
Puede ser provechoso volver a ver ahora algunos temas que aparecieron<br />
al com ienzo del capítulo.<br />
R ecuérdese el análisis de Putnam 23 sobre la asim etría de la referencia,<br />
así com o a la m adre física advirtiendo a su niño sobre la electricidad,<br />
Pienso que el ejem plo que hem os exam inado, es decir, a Richard<br />
23. Putnam , H .: M in d , Language a n d Reality. C am bridge, C am bridge Univ.<br />
Press, 1975.
y su m adre en relación con la referencia, destaca el enfoque de Putnam .<br />
<strong>El</strong> intercam bio entre Richard y su m adre parece ser regido por el prin <br />
cipio de que ningún hablante es com pletam ente ignorante, una am pliación<br />
del Principio de la Ignorancia R azonable de Putnam , que afirma<br />
que ningún hablante es com pletam ente om nisciente. N o s manejam os<br />
con la creencia de que todo tem a puede ser referido a (o llevado a la<br />
atención de) cualquier persona, por medios que le serán com prensibles.<br />
Es el principio básico, pienso, sobre el que se negocia la referencia.<br />
La indicación tem prana y la «enseñanza de la referencia» de la m a<br />
dre es precisam ente de este orden. C on frecuencia, las m adres no saben<br />
lo que sus niños tienen en m ente cuando vocalizan o gesticulan, ni tam <br />
poco están seguras de que su propia habla haya sido entendida p or sus<br />
niños. Pero están preparadas para negociar en la creencia tácita de que<br />
algo com prensible puede ser establecido. T om em os el siguiente ejem <br />
plo de la lectura de libros de Richard a los veintitrés meses.<br />
MADRE: W hat’s that? (¿Qué es eso?)<br />
N IÑ O : O use (A tón)<br />
MADRE: M ouse, yes. T h a t’s a mouse. (Sí, ratón. Eso es un ratón)<br />
N IÑ O : M ore mouse (señalando otra lámina)<br />
MADRE: N o, those are squirrels. They are like mice b u t w itb long<br />
tails. Sort of. (N o, eso son ardillas. Son com o ratones pero<br />
con las colas largas)<br />
N IÑ O : Mouse, mouse, mouse<br />
MADRE: Yes, all nght, they're mice (Sí, m uy bien, son ratones)<br />
N IÑ O : Mice, mice.<br />
Las negociaciones continuarán, sin duda, en ocasiones posteriores, y<br />
Richard podrá, eventualm ente, elegir un manejo referencial razonable<br />
de ratas y ardillas, com o, por ejemplo, los sujetos del experim ento de<br />
Susan Carey y <strong>El</strong>sa Bartlett, que establecieron una form a razonable<br />
de m anejar C hrom ium (C rom o), después de negociar sus hipótesis alternativas<br />
sobre qué color podía éste representar. Los niños dependen<br />
de esas posibilidades de corrección de la com unidad lingüística en la<br />
que han entrado. C om o hem os visto, esto com ienza pronto, y puede<br />
volverse extrem adam ente com plicado en m uy poco tie m p o .'4<br />
24* Véase los planteos de M iller en: M iller, G .: Spomaneotts Apprentices. N ueva<br />
Y ork, Seabury Press, 1977, C arey, S .: «The child as w orld learner». En M . H alle; J,<br />
Bresnan y G . A. M iller (com ps.), Linguistic Theory and Psychologiatl Reaiity. Cam-
Tom em os un nueve ejem plo, a los veintidós meses. Richard está prob<br />
ando el cam p o sem án tico de una p alab ra con la esperanza de e n co n <br />
tra r d ó n d e establecer los lím ites. E l y su m adre están ex am in an d o ju n <br />
to s u n p e n iq u e ingles:<br />
RICHARD: (Señala la figura de la R eina en una m o n ed a) N anny,<br />
nanny (B uela, buela)<br />
M ADRE: W h a tt T h a t’s n o t Granny. It's a lady, yes. N in i is a lady,<br />
isn’t itf (¿Q ué? Esa no es la abuela. Es una señora. N in i<br />
es una señora, ¿no es así?)<br />
RICHARD: (D e n u e v o señala la m o n ed a) N anny, nanny<br />
MADRE: Y o u th in k th a t’s G ra n n yf O h well, l don’t tb in k she’d<br />
m tn d too much (¿T ú piensas que es la abuela? B ueno, n o<br />
creo q u e le im p o rtara m u ch o .)<br />
RICHARD: Layly (con una so n risa para su m adre) (Señóla)<br />
MADRE: Q ueen (Reina)<br />
RICHARD: N anny, nanny<br />
MADRE: I t ’s not (N o lo es)<br />
RICHARD: N in i (so n ríe y afirm a con la cabeza)<br />
M a d r e : Yes<br />
RICHARD: (señala y dice) N in i<br />
MADRE: 1 la ve tbey all got ladies o n ? (¿Siem pre hay señoras?)<br />
RICHARD: N anny, nanny (señala)<br />
MADRE: N o, it isn’t (N o , n o lo es)<br />
R i c h a r d : N in i<br />
Y de esta form a, Richard estaba en camino de distinguir a la A buela<br />
de la Rema, y a am bas de las señoras en general. N ótese que esta negociación<br />
se desarrolló durante un largo período. A los dieciocho m e<br />
ses, tanto nini com o nanny eran indicadores para zum os. A los veinte,<br />
eem lo era para el lim ón y nana era usada para indicar «allí no hay<br />
nada» cuando se estaba a la espera de algo. En el período al que corresponde<br />
este ejem plo, nam podía ser dinero y nini señora, y todavía nos<br />
bridge, M ass., M IT Press, 1978. B artlett, E. J . : «The acquisidon of the m eaning o f color<br />
term s: A study of lexical dcvelopm ent». En R. Cam pbell y P, Smith (com ps.), Reteñí<br />
Advances in tbe Psychology o f Language: Language D cvelopm ent a n d M other-<br />
C h d d Interaction. N ueva Y ork, Plenum , 1978.
queda m ucho por clasificar. A los veintitrés meses, por ejemplo, desaparece<br />
nm i, y a los veinticuatro Richard dice There is a lady (H ay una<br />
señora),<br />
Pienso que se puede llegar a la conclusión de que eí logro de la referencia<br />
por parte del niño depende de su dom inio del discurso y de<br />
las regías del diálogo tanto cóm o de sus aptitudes individuales respecto<br />
a las percepciones de unión con los sonidos y con las representaciones<br />
del m undo que tiene en su menee. Porque, com o hem os visto, la referencia<br />
depende no sólo del dom inio de la relación entre signo y significado,<br />
sino del uso de los procedim ientos sociales de com ún acuerdo<br />
con am bos, para asegurar que el signo y el significado en proceso de<br />
unión se solapan de una form a negociable con los usos de otros. <strong>El</strong> paradigm<br />
a inicial de todo esto es el logro de la atención conjunta, pero<br />
com o hem os visto con R ichard, nuestro sujeto, cuando hubieron pasado<br />
un par de años, no estaba calibrando su atención conjunta en objetos<br />
«naturales» del m undo perceptivo, sino en cosas tales com o si la R eina,<br />
su abuela y las señoras en general debían ser consideradas por vía<br />
de una o de varias distinciones lingüísticas. C om o plantea H ilary P utnam<br />
, lo que emerge finalm ente es, ciertam ente, el resultado de un p ro <br />
ceso histórico. Jo h n Lyons (com o m encioné antes) tituló una vez un ensayo<br />
«Deixis as the Source o f Reference». Sin duda tenía argum entos<br />
poderosos. Yo creo que en este capítulo tam bién se ha hecho una argum<br />
entación igualm ente poderosa fundam entando la hipótesis que el<br />
discurso y el diálogo son tam bién las fuentes de la referencia. Si no lo<br />
fueran, cada hablante estaría encerrado en una red de triángulos referenciales<br />
aislados de su propia fabricación (si es que realm ente estaba<br />
en condiciones de construir por sí solo una red com o esa).
5 <strong>El</strong> desarrollo de la petición<br />
D e todas las form as de uso del lenguaje, la petición es la que está<br />
más com prom etida con el contexto, Ya sea que pidam os inform ación,<br />
cosas, servicios, o simple reconocim iento, debem os adaptarnos a la capacidad<br />
de quien escucha, a sus lím ites, a nuestra relación con él y a<br />
las convenciones que él acepta, tanto en el lenguaje com o en el m undo<br />
real. La finalidad de la petición es conseguir que alguien entregue cosas.<br />
Y las cosas están en el m undo real, no sólo en el lenguaje.<br />
E n consecuencia, la petición es un tem a rico en el estudio de la pragmática<br />
y ha sido estudiada con una variedad de enfoques: p o r su lógica<br />
subyacente lo estudió H in tik k a1 por sus formas gramaticales, Jerrold<br />
K atz,2 y p o r la parte que tiene en la teoría del acto de habla J o h n Searle.3<br />
P ero hay una sorprendente carencia de trabajos sobre la adquisición<br />
del acto de la petición, aunque sabem os algo sobre la adquisición, por<br />
parte del niño, de las reglas de inversión sintáctica en la form a in te rro <br />
gativa, o que hay una proporción grande de interrogantes dirigidos a<br />
niños prelingüísticos, o (más cerca de nuestro objetivo aquí) que el niño<br />
pequeño es sensible, desde m uy tem prano, a las condiciones de felicidad<br />
de la petición, tal com o G arvey 4 ha dem ostrado.<br />
1. H intikka, J .: «Q uestíons about questions». En M. K. M unitz y P. K. U nger<br />
(com ps.), Semantics a n d Philosopby, N ueva Y ork, N ueva Y ork Univ. Press, 1974.<br />
2. K atz, J .: «The logic of questions». En M . K. M unitz y P. K. U nger (com ps.),<br />
Semantics and Philosopby. N ueva Y ork, N ueva Y ork Univ. Press, 1974.<br />
3. Se-.rk\'J, : Speech Acts: A n Essay m the Philosopby o f Langnage. C am bridge, C am <br />
bridge Univ. Press, 1969.<br />
4. G arvey, C .: «Requests and responses in childrens speech». j o w niA oí C hild Language,<br />
1975, 2, 41-63.
N u estro objetivo en este capítulo, com o en el últim o, es pragm ático:<br />
explorar el crecim iento de la petición en nuestros dos jóvenes sujetos:<br />
R ichard y Jonathan. Lo mismo que la referencia, la petición com ienza<br />
en form a difusa y «natural», con el niño gesticulando y vocalizando de<br />
una form a interpretable, indicando que está necesitado de algo, pero no<br />
indicando qué es lo que desea. Estos «signos» de ninguna m anera son<br />
convencionales al com ienzo: quejarse, llorar, alcanzar, etcétera. <strong>Del</strong> trabajo<br />
de D . M. R ick s5 y otros, surgen algunas pruebas de que cuando<br />
el niño tiene tres o cuatro meses la m adre es capaz de distinguir diferentes<br />
tipos de llanto: de ham bre, de dolor, etcétera. Pero su corrección<br />
es fundam entalm ente atribuible a la habilidad de la m adre en in <br />
terpretar lo que el niño «necesita» más que a la form a en que él está<br />
vocalizando. <strong>El</strong> contexto fes virtualm ente todo.<br />
H ay interesantes cam bios evolutivos en las form as de inferencia que<br />
guían las interpretaciones de la madre, C hristopher Pratt, en su tesis de<br />
O xford sobre la socialización del llanto,6 nos dice que hasta las veintiséis<br />
semanas de edad la m adre interpreta el llanto del bebé com o un indicador<br />
típico de frustración, incom odidad, ham bre o deseo de ser levantado.<br />
Las necesidades del bebé se consideran «físicas». Adem ás, Pratt<br />
encuentra que antes de las veintiséis semanas es más posible, en efecto,<br />
que el niño deje de llorar cuando la m adre responde atendiendo esas necesidades<br />
físicas, alim entándolo, volviéndolo a acom odar, o confortándolo.<br />
Sobre las veintiséis semanas, la m adre com ienza a interpretar los<br />
llantos del niño p o r «razones» más psicológicas. Y es alrededor de ese<br />
tiem po cuando el niño está crecientem ente dispuesto a responder a las<br />
intervenciones «psicológicas» de su m adre: el ofrecim iento de un objeto,<br />
el entrar en «conversación», y otras.<br />
<strong>El</strong> próxim o cam bio real se produce unas pocas semanas después, alrededor<br />
de los ocho meses, cuando el niño com ienza a m ostrar la prim<br />
era indicación referencial interpretable de qué es lo que pide. Para<br />
esta época, sus señales de dem andas se han vuelto m uy socializadas. T o<br />
m an la form a de un llanto m ucho más ritualizado: m enos persistente,<br />
más m arcado p o r pausas durante las cuales el niño observa la com prensión<br />
de la m adre o de otros adultos. Tam bién acústicam ente su llanto<br />
5. Ricks, D. M .: «The beginnings of vocal com m unication in ír.t.ims an autistic children».<br />
Tesis doctora! inédita. Londoti U niversity, 1972.<br />
6. Pratt, C ,: «The Socializarían of Crying». D isertación doctoral no publicada, U n i<br />
versity of O xford, 1978.
se hace más «convencional», su «apagado» espectro sonoro inicial es<br />
reem plazado por llantos con una frecuencia fundam ental más pro n u n <br />
ciada. Las señales de petición del niño progresan constantem ente hacia<br />
la convencionalización en esta form a, incluso antes de que pueda indicar<br />
qué desea. Los aspectos ilocutivos de la petición crecen antes de que<br />
se presente el elem ento referencial. En la m edida que la m adre puede<br />
dar una interpretación de un referente apropiado del contexto, el niño<br />
adapta sus llantos a esas condiciones de felicidad com o la m adre las im <br />
pone: prohibiciones de «berrear», espera que lo levanten, etcétera. Pero<br />
una vez que el niño está en condiciones de indicar no sólo qué quiere<br />
algo, sino qué es lo que quiere, la convencionalización se m ueve a un<br />
ritm o m ucho más rápido.<br />
La exactitud y rapidez de la m adre para interpretar lo que quiere el<br />
niño depende tam bién, obviam ente, de su habilidad. Pero éste es un interesante<br />
progreso. <strong>El</strong> m om ento en el cual nuestras dos m adres com enzaron<br />
a interpretar con éxito las intenciones referenciales en la señalización<br />
de sus hijos, fue justam ente cuando nosotros, los «mirones»,<br />
fuim os capaces de hacerlo. Tenía que ver totalm ente con la «m aniobra<br />
referencial de petición»: extensión del brazo bada el objeto deseado, lo<br />
que ocurría en am bos niños hacia los ocho meses. Al com ienzo, esta<br />
extensión es com o si fuera «real»: es esforzada, el cuerpo está inclinado<br />
con la extensión del brazo, y el niño hace «esforzados» ruidos m ientras<br />
abre y cierra su m ano extendida. En unos pocos meses, esta extensión<br />
del brazo se vuelve estilizada y convencional. La extensión del brazo<br />
se hace ahora con la m ano abierta, sin esfuerzo, y la vocalización que<br />
la acom paña, com o verem os, se hace distintiva. Se trata de una «extensión<br />
ostensiva» que parece querer indicar un objeto deseado. Pero no<br />
es una señal. Sólo m ucho más tarde el niño com bina una «señal pura»<br />
con una petición para indicar lo que quiere. Se trata más bien de un claro<br />
ejem plo de una form a de indicar que está vinculada a la petición.<br />
E n am bos niños distinguim os tres tipos fundam entales de petición.<br />
La prim era, y de procedim iento más simple, es la petición de un objeto.<br />
La petición de un objeto se elabora desde una fase tem prana cuando<br />
está dirigida sólo a un objeto presente, cercano y visible, con frecuencia<br />
en posesión de un adulto que puede estar ofreciéndolo al niño; hasta<br />
form as posteriores dirigidas a objetos rem otos pero visibles, y fuera del<br />
alcance y a una form a diseñada para pedir objetos que no están a la vista.<br />
Al segundo tipo lo he llam ado invitación, porque es la petición que<br />
se hace a un adulto para que se incorpore con un papel específico a un
juego interactivo. P or supuesto, esas peticiones tienen su contexto en<br />
las rutinas m uy familiares, com o el intercam bio de un objeto o los juegos<br />
analizados en un capítulo anterior.<br />
U n tercer tipo es una petición para una acción de apoyo, en la cual<br />
el niño trata de conseguir la fuerza o la habilidad de un adulto para que<br />
lo ayude a lograr un fin deseado. C on frecuencia, estas peticiones requieren<br />
que el niño tenga algún conocim iento de la estructura de la tarea<br />
que tiene entre m anos, pero esto puede no darse al com ienzo. Pero<br />
en la m edida en que las peticiones de apoyo se hacen mas especializadas,<br />
dependen tanto de la representación de las tareas que tiene el niño<br />
com o de su com petencia com unicativa. Las invitaciones pueden aprovechar<br />
los procedim ientos ya establecidos de los juegos, Las peticiones<br />
para una acción de apoyo requieren que el niño com bine su conocim<br />
iento de la tarea con su conocim iento de cóm o señalar.<br />
<strong>El</strong> papel de la m adre cam bia en cada tipo de petición. En uno tiene<br />
que entender qué objeto quiere el niño; en otro, para qué es la invitación;<br />
y en el tercero, qué tipo de ayuda es la que necesita el niño. Pero<br />
en los tres tiene asimism o una función com ún, que es la de «enseñar»,<br />
p o r inform al que ésta sea. La m adre es, por así decir, la «agente de la<br />
cultura», y es ella quien refuerza las condiciones de felicidad de la petición<br />
y, com o verem os, con una gran dosis de negociación.<br />
La incidencia de los tres tipos de petición en las diferentes edades se<br />
presenta en la Tabla 5.1<br />
Petición de objeto<br />
Los prim eros requerim ientos de objetos del niño tienen reciprocidad,<br />
generalm ente, con la oferta del adulto; la m adre tiende un juguete<br />
en form a invitante y el niño se acerca a él extendiendo su brazo, com o<br />
vim os antes, y el adulto se lo entrega. D e los aproxim adam ente cincuenta<br />
y siete objetos que pidieron los dos niños de los ocho a los catorce<br />
meses, cuarenta y siete (82 % ) estaban en poder de otra persona.<br />
C o n frecuencia, el acercam iento estaba acom pañado por una queja o<br />
p o r un sonido de esfuerzo. <strong>El</strong> prim er requerim iento de objeto aparece,<br />
entonces, com o un com plem ento de la «tom a de posesión» de algo que<br />
posee otro. H asta alrededor de los nueve meses, la m irada del niño está<br />
dirigida exclusivam ente al objeto que está pidiendo. En efecto, los dos<br />
niños sólo m iraron los rostros de sus m adres cuando fallaron en la tom a
T a b la 5.1 * PORCENTAJE DE PETICIONES DE DIFERENTES TIPOS HECHOS<br />
POR JONATHAN Y RICHARD A DIFERENTES EDADES<br />
8-10<br />
E d a d de los<br />
11-12 13-14<br />
niños en<br />
15-16<br />
meses<br />
17-18 2 0 -2 4 *<br />
Peticiones para:<br />
O b je to s c ercan o s y<br />
visibles 65 ICO<br />
(porcentaje)<br />
63 49 23 11<br />
O b je to s re m o to s o<br />
ausentes _ 11 23 11 24<br />
R epresentación de un<br />
rol conjunto _ 19 14 25 39<br />
A cción de apoyo 35 ** --- 7 14 41 26<br />
N ú m e ro total de p e ticiones<br />
26 23 27 22 54 38<br />
M inutos de grabación 210 150 150 150 150 150<br />
N ú m e ro de peticiones<br />
hechas cada 10 m in u <br />
tos 1,2 1,5 1,8 1,5 3,6 2,5<br />
Sólo R ichard<br />
** Sólo Jo n ath an<br />
de posesión de los objetos buscados. Susan Sugarman 7 describió el «esquem<br />
a objeto» del niño com o algo independiente, al com ienzo, del «esquem<br />
a madre». Pero no podía ser com pletam ente así ¿Por qué, si no,<br />
estaría él tentado de pedir objetos que estén especialm ente en posesión<br />
de ella? Tam poco trata de coger el objeto directam ente. P rim ero gesticula,<br />
extendiendo su m ano hacia el objeto y haciendo pausas, Se registró<br />
sólo un ejem plo de una form a rotunda de asir (a los once meses) y<br />
fue cuando el objeto deseado lo tenía otro bebé. Esto seguram ente sugiere<br />
que el niño, aun en este período más tem prano, reconoce la petición<br />
com o una form a de cam biar la posesión p o r m edios indirectos.<br />
P ero es cierto que sólo cerca de los nueve meses los dos niños echan<br />
una m irada a sus m adres al mismo tiem po que se acercan al objeto. Ya<br />
sea que al com ienzo sean independientes o no, el «esquema objeto» y<br />
el «esquem a m adre» parecen estar m ejor coordinados con el tiem po.<br />
7. Sugarm an, S .: «Some organization aspects of preverbal com m unication». E n I.<br />
M arkova (com p.), The Social C onicxt o f Language. N ueva Y ork, W iley,
D espués suceden dos cosas. La prim era es que el acercam iento del<br />
niño al objeto se convierte en lo que m encionaba com o un acercam iento<br />
estilizado y ostensivo, sin signos de esfuerzo o de queja. Los sonidos<br />
de esfuerzo que acom pañaban fueron reem plazados p or estilizadas<br />
llamadas de petición: h u h m m para Jonathan y heaah para Richard. Sin<br />
em bargo, los niños todavía eran deficientes en reconocer la recepción<br />
del objeto cuando se les pasaba éste. <strong>El</strong> acto de echar una m irada a la<br />
m adre cuando recibían el objeto, ocurrió sólo una vez cada cinco hasta<br />
los dieciséis meses. A esa edad, los niños m iraban bastante regularm ente<br />
hacia el rostro de la m adre, tanto cuando ellos hacían su ostensivo<br />
acercam iento acom pañado vocalm ente, com o en la recepción, siempre<br />
que su «ansiedad» no fuera excesiva. Más com únm ente reconocían el papel<br />
de la m adre com o poseedora y com o m erecedora de una petición.<br />
Si los niños estaban m uy ansiosos, volvían al acercam iento esforzado y<br />
quejoso. En todo caso, el form ato de esta vanante más socializada de la<br />
petición de objeto, ya estaba bien establecido a los dieciocho meses. Y<br />
en ese m om ento com enzó a servir com o «portador» de más form as de<br />
habla.<br />
A los dieciséis meses, por ejem plo, Richard reem plazó su vocalización<br />
de petición heaah, por un extraordinariam ente bien articulado<br />
ghee, que se m encionó en el capítulo anterior. Este, a su vez, fue reem <br />
plazado p o r balbuceos encadenados semejantes a oraciones, en la m isma<br />
posición privilegiada, acom pañando al acercam iento ostensivo v fácil.<br />
<strong>El</strong> favorito era n-gah-gho-ab-di.<br />
Poco después de los dieciocho meses, estos encantadores, m uy interrogativos<br />
encadenam ientos, se m arginaron para ser reem plazados, en<br />
la m ism a posición, p o r idiosincrásicos lexemas com o bauble (apple,<br />
m anzana), acom pañados por un acercam iento a un libro en el estante<br />
que contenía una lám ina favorita de una m anzana. Y, p o r supuesto, a<br />
los veinte meses el acercam iento ostensivo com enzó a desaparecer,<br />
reem plazado p o r u n nuevo m odelo de entonación. H eaah o ghee se co n <br />
virtieron ahora en la palabra fundam ental en un enunciado que contenía<br />
un lexema idiosincrásico en posición term inal. <strong>El</strong> lexema recibió la<br />
acentuación antes que el «m arcador del requerim iento», com o en H eaah<br />
moo-louse (« W ant the mouse») (Q uiero el ratón), con la prim era sílaba,<br />
m oo, acentuada. Y no m ucho después, a los veintidós meses, tam bién
se deja heaah, y las com binaciones de dos-palabras significando R e<br />
currencia (more mouse) (más ratones) y Posesión (Richard cake) (pastel<br />
R ichard), hicieron su aparición en el form ato de requerim iento. En<br />
un palabra, las form as gramaticales y las relaciones semánticas son usadas<br />
en el mismo form ato para reem plazar las form as inventadas que se<br />
usaron inicialm ente para señalar tanto la intención de pedir com o el o b <br />
jeto deseado. <strong>El</strong> form ato fue el firm e vehículo del desarrollo. Parecía<br />
no haber ninguna prueba de que la m adre hubiera m odelado deliberadam<br />
ente las form as gramaticales que aparecieron en el habla del niño.<br />
Las form as gramaticales correctas, más bien se ofrecieron para quitarle<br />
am bigüedad a las interpretaciones de la petición del niño: Do yon w ant<br />
m ore X ? Is that w h a t you w ant f (¿Q uieres más X? ¿Es eso lo que quieres?).<br />
E ran esfuerzos genuinos, no pedagógicos, que efectuaba la m adre<br />
para entender el enunciado del niño. Está claro que estos enunciados<br />
servían com o m odelos, pero no eran, por así decir, ofrecidos a p n o ri<br />
para ser im itados.<br />
La pedagogía, más bien, está reservada para crear en la m ente del<br />
niño una sinceridad preparatoria, esencial, y condiciones afiliativas al<br />
hacer una petición. La m adre de Richard, por ejemplo, está particularm<br />
ente ansiosa, desde el com ienzo, para asegurar la sinceridad de sus peticiones:<br />
D o you really w ant i t ? (¿De veras lo quieres?) es uno de los<br />
enunciados más consistentes. Más adelante, ella se em pezó a preocupar<br />
p o r condiciones esenciales de la petición: ¿necesitaba ayuda realm ente<br />
R ichard, o podía actuar por sí m ism o?: C om e on, you can do it, come<br />
on (Vam os, tú puedes hacerlo, vam os) o, en una ocasión, C om e on,<br />
m ake the ultím ate effort (Vamos, haz el últim o esfuerzo). P or condiciones<br />
afiliativas quiero decir aquellas en las que el niño tiene que considerar<br />
a su m adre com o un aliado antes que com o un adversario: D o n ’t<br />
shout or I w o n 't give it to you (N o grites o no te lo daré).<br />
H abía una suave presión por parte de la m adre para conseguir que<br />
su niño usara las form as avanzadas que ya se había m ostrado capaz de<br />
usar en un discurso anterior. E ra más o m enos lo m ism o que con el crecim<br />
iento de la referencia, donde la m adre no hubiera aceptado una forma<br />
m enos avanzada cuando creía que una form a más elevada estaba al<br />
alcance de su niño. <strong>El</strong>la no accedía siempre, y en alguna ocasión hasta<br />
regañaba: N o , hanging w o n ’t produce it o W h a t’s all that a b o u t? I t s<br />
not very inform ative, you know (N o, golpear no lo logrará, o ¿Q ué es<br />
todo eso? N o es m uy inform ativo, sabes). En efecto, la m itad de las respuestas<br />
de la m adre de Richard a las peticiones de objetos hasta los ca
torce meses incluía algún esfuerzo para que el niño hiciese por sí mism<br />
o el acto en cuestión o para que especificara más claram ente lo que<br />
deseaba. Después de eso, ella se relajó m ucho, pero era porque el niño<br />
había aprendido a dom inar las condiciones de felicidad del requerim<br />
iento.<br />
<strong>El</strong> form ato de la petición sufrió una elaboración m ayor en la mitad<br />
del segundo año de am bos niños. <strong>El</strong> cambio se produjo con dos nuevas<br />
variantes en la petición: la petición de objetos ausentes y la petición de<br />
ayuda para desarrollar alguna actividad (nos extenderem os sobre ello<br />
más adelante). La prim era de estas variantes requiere, p or supuesto, un<br />
grado de especificación que no es necesario cuando un objeto está al alcance<br />
de la m ano o a la vista. U n objeto que está fuera de la vista requiere<br />
el uso de nom inales para una especificación fácil. Y los nom inales<br />
entran en uso en este período. A ntes estaban allí, pero ahora tenían<br />
una nueva función, y la nueva función parecía estim ular su crecim iento<br />
posterior y la enseñanza posterior por parte de la m adre, sobre todo en<br />
la provisión de «palabras». Por supuesto este crecim iento era concurrente<br />
con los desarrollos descritos en el capítulo anterior.<br />
O tra form a de especificar un referente rem oto es indicarlo por su «lugar<br />
canónico» y p or su nom bre: p o r ejemplo, señalando o nom brando<br />
la nevera donde está colocado un alim ento deseado. M ientras este p ro <br />
cedim iento depende de la interpretación contextual de la m adre, reduce<br />
m u y considerablem ente la inseguridad. Si no se tiene un nom bre para<br />
un objeto, señalar su ubicación habitual sirve perfectam ente. Este fue<br />
un recurso usado p o r am bos niños hasta que sus léxicos alcanzaron la<br />
am plitud de objetos que ellos deseaban.<br />
Los pedidos rem otos o fuera de sitio com enzaron a la edad crítica<br />
de catorce meses para am bos niños. C uriosam ente, el usar el «lugar canónico»<br />
com o vehículo para indicarlos, produjo algo de regresión en<br />
am bos niños. U na vieja form a — vocalización más acercamiento—<br />
estaba cubriendo una nueva función, pero lo hacía bien. C uando<br />
fallaban, los acercam ientos ostensivos de esta clase com enzaron a com <br />
prom eter todo el cuerpo nuevam ente. Las vocalizaciones que acom pañaban<br />
se hicieron más prolongadas, más insistentes. Para R ichard, sus<br />
típicos heeeaab se estiraron, aunque se m antenía su entonación descendente.<br />
Jonathan im puso una entonación ondulante en su prolongado
k m m m m m h , fluctuaciones en el acento de su voz que se daban al unísono<br />
con su brazo y cuerpo estirados que se balanceaban hacia el objeto.<br />
Pero se produjo un avance. En contraste con el pedido de objetos<br />
cercanos, ahora se alternaba la m irada entre el sitio del objeto y la m adre.<br />
Pero con todo eso, se daba con frecuencia que las madres no podían<br />
entender lo que sus hijos querían (Tabla 5.2). C om o resultado, los interrogaban<br />
más duram ente sobre qué querían. En cierto sentido, el niño<br />
fue forzado a los nom inales para conseguir las cosas, no porque la<br />
m adre insistiera sino p or buenas razones funcionales. De hecho, el intercam<br />
bio entre am bos se volvió más interpersonal, <strong>El</strong> niño no sólo m i<br />
raba con más frecuencia hacia su m adre cuando hacía un pedido rem o<br />
to, sino que ahora estaba más dispuesto a reconocer la recepción del<br />
objeto. A proxim adam ente en seis de cada diez pedidos fuera del lugar,<br />
Richard «reconoció» la recepción con un excitado v «satisfecho» aabhuh,<br />
que era una versión prolongada de su reconocim iento de objetos<br />
cercanos. La sonrisa tam bién se producía en alrededor de un tercio de<br />
las peticiones de este tipo que hacía R ichard, e incluso Jonathan p ro <br />
ducía la sonrisa ocasional en el reconocim iento. A m bos niños parecían<br />
ser más sensibles a! papel de la m adre com o agente voluntario para satisfacer<br />
sus ruegos. Pienso que esto podía tener que ver con que ellos<br />
percibían la inseguridad que tenía ella en entender lo que le estaban<br />
pidiendo.<br />
Jo n ath an nos dejó a los dieciocho meses, A esa edad Richard pedía<br />
regularm ente con nom inales. Incluso a los dieciséis meses pedía un libro<br />
de un estante alejado com binando su gbuk (book) (libro) con su<br />
acercam iento ostensivo. A los dieciocho meses, la com ida y la bebida<br />
fam iliar de la cocina estaban regularm ente etiquetadas: por ejemplo<br />
g u ik h i (biscuit) y an-ni (juice) para galleta y zum o respectivam ente. Lo<br />
m ism o para los juguetes familiares pero distantes, com o Teddy. Estos<br />
nom inales siem pre estaban com binados con un acercam iento ostensivo<br />
inicial. Pero cerca de los veintiún meses (cuando ya tenía una buena reserva<br />
de nom inales), por prim era ve?, comenzó a pedir con un nom inal<br />
y sin acercam iento. Sos-man (saucepan, cacerola) fue articulada de palabra<br />
antes de que gesticulara pidiéndola, Y m uy poco después la gesticulación<br />
para pedir desapareció del todo. <strong>El</strong> nom inal solo era suficiente,<br />
aunque todavía no se le había incorporado la entonación distintiva<br />
de la petición. Sólo volvía a los gestos cuando su lexema nom inal no le<br />
servía para com unicarse. Y estos eran acom pañados por vocativos tales
Tabla 5.2 • RESPUESTAS VERBAI ES DE LAS MADRES A LAS PETICIONES DE<br />
RICHARD Y JO N A TH A N DE OBJETOS AUSENTES Y REMOTOS HECHOS A<br />
VARIAS EDADES<br />
Edad de los niños Ejemplos de enunciados<br />
en meses<br />
típicos de las madres en cada<br />
14-16 17-18 21-24 categoría<br />
Preguntas sí-no cerradas<br />
que quitan ambigüedad<br />
al referente<br />
Pregunta «que» abierta sobre<br />
el referente<br />
Pregunta abierta para mayor<br />
información sobre<br />
tarea/meta<br />
Imponiendo condiciones a<br />
la petición<br />
Señalando la comprensión<br />
de la petición<br />
Lecciones por repetición de<br />
•■educación'» y «fonología»<br />
Porcentaje tipo de pregunta o tema de<br />
enu nciado por la madre<br />
46 36 24 Do you -want yo u r<br />
book? (¿Quieres tu libro?)<br />
Is this what yon<br />
zt'ere ajter? (¿F.s esto<br />
lo que buscabas?)<br />
IS 11 5 What do you want?<br />
(¿Qué quieres?)<br />
Where is it? (¿Dónde<br />
está':1)<br />
3 5 12 Where , are you going?<br />
(¿Adonde vas?)<br />
3 37 25 Darhng, it's not time<br />
(Querido, tío es la<br />
hora). Y o h ’ve got<br />
same. You can’t have<br />
more. (Tiene.s algunas.<br />
No puedes tener<br />
más.)<br />
15 5 22 Alright. FU get it. I’ll<br />
brtng you some more.<br />
(Bien. Lo conseguiré.<br />
Te traeré algunas<br />
más.)<br />
10 5 9 Not saueeman, saucepan,<br />
uiith a p, p, in<br />
the middle. Thank<br />
yon. (No se dice<br />
*sauceman» sino<br />
«sancepan» [cacerola],<br />
con unap, p, en el<br />
medio, Gradas.)
Edad de los niños<br />
en meses<br />
14-16 17-1821-24<br />
Ejemplos de enunciados<br />
típieos de las madres en cada<br />
categoría<br />
Otro<br />
(No relacionado con la<br />
petición en forma directa;<br />
por ejemplo,<br />
You are not by any<br />
chance «ya»? ¿Por casualidad<br />
no eres?<br />
¿Verdad?)<br />
Total de peticiones del niño<br />
Total de enunciados de la<br />
madre<br />
Promedio de enunciados<br />
adultos por petición<br />
8<br />
39<br />
4,8<br />
4<br />
19<br />
4,8<br />
9<br />
45<br />
5,0<br />
com o m u m m y, get up, need m u m m y (mamá, levántate, necesito mamá).<br />
D e hecho, R ichard se estaba m oviendo de la petición de un objeto a la<br />
petición de una acción de apoyo. P or ejemplo, dirigiendo a su m adre<br />
hacia su objetivo, de lo que hablarem os más adelante.<br />
U nas palabras sobre el «lugar canónico», idea analizada por prim era<br />
vez p o r Jo h n L yons,8 Pienso que se trata de un procedim iento deíctico<br />
clásico. A m bos niños com enzaron a solicitar objetos no alcanzables que<br />
se encontraban en lugares estandarizados: com ida, bebida y libros. H asta<br />
los diecisiete meses, p o r ejemplo, casi todas esas peticiones de R i<br />
chard eran para libros, que habitualm ente estaban situados en un estante<br />
alto. U na vez que em pezó a usar los nom inales, sus peticiones se colm<br />
aron de diversidad. Porque ya no estaban sujetos al factor lugar. Sin<br />
em bargo, R ichard utilizó estos prim eros nom inales para el libro con lugar<br />
fijo, las galletas y el zum o, aunque sabía perfectam ente dónde estaban<br />
y cóm o indicar su lugar canónico. Los prim eros nom inales usados<br />
de esta form a no se adoptaban com o resultado de una absoluta<br />
necesidad.<br />
La Tabla 5.2 sintetiza la form a en que las madres contestaron la petición<br />
de objetos no presentes p o r parte de sus niños. H asta los diecio<br />
8. L yons, J .: Semantics. C am bridge, C am bridge U niv. Press, 1977 (véase especialm<br />
ente el capítulo 15). Stcphen, L.: H istory o f English Thougbt in the Eighteenth Century.<br />
Londres, Jo h n M urrav, 1902; reim preso en 1927.
cho meses, más de la m itad de Lis respuestas eran sobre la referencia:<br />
W hat do yon w a n t? Do yon w a n t a booki, etcétera. (¿Q ué quieres?<br />
¿Q uieres un libro?). C uando en el últim o cuarto de su segundo año R i<br />
chard llegó a usar las palabras con más eficiencia, cambió el énfasis de<br />
su m adre. C om enzó a presionar para lograr refinam ientos en la fonología.<br />
La petición del niño de sos-man era contestado con N o , not sauce-man,<br />
sauce-pan, w ith a “p ”, " p “ in the m iddle (N o, no «sauceman»,<br />
«sauce-pan», con una “ p ” , “ p ” , en el medio).<br />
Y la madre comenzó a pedir palabras reales en lugar de palabras de<br />
«bebé».<br />
RICHARD: (señala el fuego en la chimenea, preguntando) agho-<br />
•wa-wa-it: a-iva<br />
MADRE: Fire (fuego)<br />
R ic h a rd : w &<br />
MADRF: D on’t ¡ay «iva-iva». Fire, Richard. (No digas iva-wa.<br />
Fuego, Richard)<br />
Rich a rd: Fire<br />
MADRF.: T h a t’s better. (Eso está mejor.)<br />
Los requerim ientos de objetos desplazados prueban claram ente ser<br />
terreno fértil para reforzar condiciones de felicidad. Al año y m edio,<br />
más de la tercera parte de las respuestas de las m adres tenían que ver<br />
con «lecciones de actos de habla», y más tarde un cuarto de ellas. En<br />
lo fundam ental, estas lecciones eran las lecciones estándar sobre las condiciones<br />
de felicidad.<br />
1) Los requerim ientos deben reflejar una genuina necesidad de ayuda.<br />
N o pidas objetos que puedas obtener p o r ti m ism o:<br />
Y o h w ant a car, d o n ’t yon? W hy not m ake a bit o f effort and t r y and<br />
get it? (¿Q uieres un auto, verdad? ¿Por qué no haces un poco de esfuerzo<br />
y tratas de conseguirlo?)<br />
<strong>El</strong> niño no debe pedir tam poco cosas que ya tiene:<br />
JONATHAN: (mientras está masticando una galleta indica que quiere<br />
otra)<br />
M A D R F .; You h a v e n ’t fim sh e d that one yet, have y o itf Y o u ’re still<br />
eating it. (Aún no has term inado esa, ¿verdad? Todavía<br />
la estás com iendo.)
JO N A TH A N : H nm m m m m m h (acercándose de nuevo)<br />
M ADRE: Y a u ’re getting to be a greedy little boy, aren’t you! (¡E s<br />
tás em p e z ando a ser un n iñ o glo tó n !)<br />
JO NA THAN: (se vuelv e h acia la m ad re, lu eg o señala de n u evo)<br />
m m m m m m b (se acerca con la o tra m ano) m m -uuh<br />
MADRE: M u m m y ’ll give you anotber h a lf w hen y o u ’ve finisbed<br />
tb a t one, m m . H a v e you finisbed that one t (M am á te dará<br />
o tra m itad cu ando hayas co m id o esa, m m . ¿Y a la has<br />
term in ad o ?)<br />
2) Las condiciones de «horario» deben ser respetadas, La m adre contesta<br />
una petición de Richard que quiere una galleta entre las com idas,<br />
Darhng, it’s not tim e (Q uerido, no es hora). F rente a la insistencia de<br />
Richard, la m adre continúa:<br />
D o you w a n t a d rin kf... I f you w ant a d n n k you can have one<br />
(¿Q uieres una bebida?... Si quieres una bebida puedes tom arla.)<br />
...D o yon w ant a drink ? Because tbat's all you re baving... ¿Q uieres<br />
una bebida? P orque es todo lo que tendrás...)<br />
Y cuando Richard todavía se queja:<br />
T h a t’s your fa u lt because you d id n ’t eat enough breakfast. (Es culpa<br />
tuya, porque no com iste lo suficiente en el desayuno.)<br />
En este caso, no sólo le está enseñando que existe un horario, sino que<br />
tam bién está introduciendo la idea de sustitución, ofreciendo una alternativa<br />
a su pedido no apropiado.<br />
3) Los requerim ientos no deben exigir un esfuerzo excesivo por parte<br />
de los dem ás. <strong>El</strong> niño no puede, p o r ejem plo, esperar que su m adre<br />
haga un viaje p o r cosas que no son realmente necesarias:<br />
You w a n t your otber book. W ell, th a t’s upstairs. (Tú quieres tu otro<br />
libro. B ueno, está en el piso de arriba.)<br />
4) <strong>El</strong> voluntarism o de la dem anda tiene que ser respetado en los requerim<br />
ientos del niño. La m adre le recuerda que su papel es el de una<br />
«agente voluntaria», y lo hace subrayando el uso de agradecim ientos y<br />
expresando un exagerado gracias cuando ella accede a la petición.<br />
5) Finalm ente, cuando la m adre no puede o no quiere acceder, espera<br />
que su niño entienda y acepte sus razones verbales, con las cuales<br />
intentó distraerlo previam ente ofreciendo, sim plem ente, un objeto<br />
alternativo:
RICHARD: (le alcanza la taza a su m adre) more (m ás)<br />
MADRE: Y o u ’ve got some. You can’t have more. (Tienes un poco.<br />
N o puedes te n e r más)<br />
RICHARD: (hace u n gesto hacia el estante de libros)<br />
MADRE: W hat are yon expecting to come fro m up theref H m m ?<br />
There aren’t any more books, you know . (¿Q ué es lo que<br />
estás esperando que venga de ahí arriba? ¿H m m ? N o hay<br />
más libros, sabes.)<br />
RICHARD: (aco m o d an d o p lato s y cucharas co m o p ara u n a supuesta<br />
re u n ió n de té) more... (m ás) (— ) spoons (cucharas) (corre<br />
hacia la cocina)<br />
MADRE: B ut w e ’ve got enough spoons, one fo r each píate. (Pero si<br />
tenem os suficientes cucharas, una para cada plato.)<br />
R IC H A R D : píate (vuelve a la m adre, sonriendo)<br />
MADRE: Each píate has a spoon. (C ad a p lato tiene su cuchara.)<br />
RICHARD: (rean u d a la reu n ió n de té)<br />
En otros contextos, com o verem os, es ella quien requiere que él dé<br />
razones.<br />
C on una variedad de m edios — algunos bastante sutiles— estas m a<br />
dres enseñan a sus niños, justo en el m om ento en que están en el borde<br />
del habla léxico-gram atical, que las peticiones piden en lugar de exigir,<br />
que se efectúan solam ente para servicios que uno no puede realizar por<br />
sí m ism o, y que no deben pedir un esfuerzo «excesivo» de los otros.<br />
Tam bién pusieron en claro desde el com ienzo, que los requerim ientos<br />
están relacionados con los horarios y con las situaciones de escasez.<br />
A dem ás, son explicables y pueden ser explicados con razones, sobre<br />
todo las del m om ento. O bviam ente, las «lecciones» son tanto culturales<br />
com o lingüísticas, pero el uso del lenguaje es de lo que trata principalm<br />
ente la cultura.<br />
D e m odo que cuando term inam os este prim er tiem po de exámenes<br />
de las form as más simples de petición, la petición de objetos, tenemos<br />
que llegar a una conclusión tentativa. La adquisición del lenguaje parece<br />
ser un subproducto (y un vehículo) de la trasm isión de la cultura.<br />
Inicialm ente, los niños aprenden a usar un lengtiaje (o sus precursores<br />
prelingüísticos) para conseguir lo que quieren, para poder jugar, para
m antenerse conectados con aquellos de los cuales dependen. A ctuando<br />
así, encuentran los lím ites que prevalecen en la cultura que los rodea,<br />
corporizados en las restricciones de sus padres y en las convenciones.<br />
<strong>El</strong> m ecanism o que m aneja toda esa estructura, no es la adquisición del<br />
lenguaje en sí, sino la necesidad de manejarse bien con las exigencias de<br />
la cultura. Este punto debiera ser tan obvio com o para no necesitar com<br />
entario. Pero de hecho, a m enos que uno m antenga la vista puesta en<br />
la pragm ática del lenguaje, puede ser fácilm ente pasado por alto. Leslie<br />
Stephen com entó una vez que la gente no se siente melancólica porque<br />
inventara el Infierno. Inventó el Infierno porque estaba melancólica.<br />
Por la m ism a razón, los niños com ienzan a usar el lenguaje no porque<br />
tengan una capacidad de uso del lenguaje, sino porque tienen necesidad<br />
de conseguir la realización de cosas que su uso les confiere. Los padres<br />
los ayudan con un espíritu sem ejante: los quieren ayudar a convertirse<br />
en seres hum anos «civilizados», no sólo en hablantes del lenguaje.<br />
U n a vez que com ienzan a usar el lenguaje de esta form a «civilizada»,<br />
los niños se convierten en criaturas del lenguaje, dom inadas por sus lim<br />
itaciones culturales y lingüísticas, con tanta seguridad com o los hom <br />
bres de la Edad M edia eran dom inados y form ados p or el concepto de<br />
Infierno.<br />
C uando la lingüística evolutiva ignora esta verdad evidente, corre el<br />
riesgo de hacerse rem ota respecto a los m otivos y a las fuerzas determinadas<br />
que controlan el curso de la adquisición del lenguaje.<br />
Invitaciones para una acción conjunta<br />
N uestros niños parecen usar tres formas de requerim iento «invitacional»:<br />
a) uno asim étrico, en el cual a los adultos se les pide que sirvan<br />
com o «agentes», siendo el niño el «receptor», com o en la «lectura de<br />
libros»; b) otro paralelo, en el cual el niño y el adulto comparten una<br />
experiencia o una acción, com o’cuando el niño le pide a su m adre que<br />
m iren juntos la nieve p o r la ventana o que lo ayude a llevar algo; y c)<br />
el tercero alternativo, por ejem plo, una invitación a un juego en el cual<br />
el niño y el adulto se turnan, com o cuando la m adre construye una estructura<br />
con cubos y el niño los tira al suelo. N inguna de estas form as<br />
parece ser la «primera» o más frecuente.<br />
Las prim eras invitaciones tom an la form a de «representación» por<br />
parte del niño. D e esta form a prim itiva, el niño sim ula una parte de la<br />
acción deseada, com o botar arriba y abajo en la rodilla de su padre,
para conseguir que el adulto lo haga botar p o r su propia acción. Meredith<br />
C raw ford9 observó esa conducta en los jóvenes chimpancés intentando<br />
conseguir la ayuda de otro animal para tirar de una caja demasiado<br />
pesada. <strong>El</strong> animal solicitante sim ulaba tirar de la cuerda atada<br />
a la caja cuando el o tro lo estaba m irando. Richard no sólo saltaba en<br />
la rodilla de su padre para pedir «andar a caballo», sino que em pujaba<br />
el m icrófono hacia su padre para que tom ara un turno de hablar por<br />
él. H abitualm ente, estas invitaciones están acom pañadas por vocalizaciones<br />
que son notablem ente m enos insistentes que aquellas que acom <br />
pañan las peticiones de objetos o las peticiones de una acción de apoyo.<br />
C o n frecuencia Jo n a th an usaba su form a estándar hum m h, pero con un<br />
suave tono ascendente y descendente. Se producían otros extraños sonidos:<br />
nyah-no (m edio tono) y da-pe (tono ascendente, interrogante),<br />
en la lectura de libros a los trece meses; neab, nngah, nn cuando invitaban<br />
al padre a unirse al juego a los dieciocho meses, etcétera. Pero se<br />
desarrollaba la pequeña estandarización vocal. H aciéndose más grandes,<br />
el balbuceo que acom pañaba la invitación se hacía más largo y sonaba<br />
más con la entonación de una oración.<br />
Q u izá porque la invitación tenía un acom pañam iento vocal m enos estereotipado,<br />
contenía form as lingüísticas más avanzadas que los otros<br />
dos tipos de peticiones a todas las edades. Los prim eros rudim entos de<br />
la gram ática dos palabras se daban en el form ato de la invitación. A los<br />
veinte meses, p o r ejemplo, las com binaciones A cción-O bjeto o Agente-A<br />
cción sucedían regularm ente: dow n-shde (deslizar abajo), m u m m y-<br />
ride (mam á m ontar), Eileen-do (Eileen hacer), brrm -brrm -boo-knee<br />
(brrm -brrm era lo que los adultos decían cuando hacían saltar a R i<br />
chard sobre sus rodillas), etc. M ore (más) se convirtió en una palabra<br />
pivot para realizar la recurrencia con un nom inal; esta com binación apareció<br />
tam bién por prim era vez en el form ato de invitación. Tam bién fue<br />
el prim ero en el que se usó la negación para indicar el deseo de no continuar<br />
con una actividad conjunta: no ride, no like (no m ontar, no gusta).<br />
Y las prim eras form as lingüísticas de congraciarse se dieron tam <br />
bién en los form atos de invitación: nice m u m m y (mamá baja), picase<br />
m u m m y (por favor mamá).<br />
¿C om o explicar esta precocidad? En prim er lugar, el form ato de la<br />
invitación es juguetón, no hay presión. <strong>El</strong> resultado no es tan crucial.<br />
9. C raw ford, M .: «C oopera ti ve behavior in young chim panzees». Psycbological Btilletin,<br />
1935, 32, 714.
C o m o la situación es más relajada, tam bién deja más tiem po y más capacidad<br />
de procesam iento para el m anejo de la com unicación. Tam bién<br />
puede ser que la fam iliaridad de la m ayoría de los form atos de invitación<br />
exija m enos de la capacidad de procesam iento, y de este m odo se<br />
pueden construir com binaciones gramaticales más ricas. Y finalm ente,<br />
por supuesto, con frecuencia los adultos están tan encantados de ser invitados<br />
por el niño que su respuesta tiene una form a particularm ente<br />
colaboradora. ¿C óm o podrían ser rudos? N uestros registros m uestran<br />
que los adultos aceptaron el 95 % de las invitaciones de los niños hasta<br />
que los niños tuvieron dieciséis meses de edad. A partir de entonces<br />
la aceptación declinó, cuando los niños eran estim ulados a ser más independientes.<br />
Pero aun así, las aceptaciones eran casi siempre alegres:<br />
Com e on; all rigtb then; le t’s go (Bueno, m uy bien, vamos).<br />
Puede ser, tam bién, que el espíritu de una invitación engendre m e<br />
nos una reacción pedagógica en el receptor, y que ella m ism a minim ice<br />
la expectativa del niño de ser rechazado. Las m adres, por ejem plo, ejercen<br />
una presión m enor en los niños que invitan para que cum plan con<br />
las condiciones de felicidad en la petición. Es la «actuación» del niño.<br />
¡N inguna de las respuestas registradas de los adultos respecto a una invitación<br />
de los niños, de la m adre, padre u observador, ponía en duda<br />
lo adecuado del procedim iento de petición del niño!<br />
A m edida que los niños se hacían m ayores, los adultos iban elaborando<br />
cada vez más las invitaciones de m anera que proveyeran al niño<br />
de claves lingüísticas, aunque no lo hicieran con un espíritu pedagógico:<br />
A re you bringing anotber book fo r m u m m y to look at? (¿Estás trayendo<br />
otro libro para que m am á lo mire?)<br />
W bat can w e fin d in this b o o k ? (¿Q ué podem os encontrar en este<br />
libro?)<br />
Yes, FU give you a ride (Sí, te llevaré de paseo)<br />
O kay, F m going to draw a... (Bueno, voy a dibujar u n ...)<br />
O tras veces, las respuestas pueden tom ar la form a de com entarios sobre<br />
el tem a im plícito para el niño. <strong>El</strong> niño lleva al observador hasta el<br />
radiador para colocar encim a la m ano de aquél:<br />
OBSERVADOR: O ob, it’s bot! (¡Está caliente!)<br />
Incluso cuando el adulto tiene que preguntarle al niño para clarifi
car, sus preguntas están más en el espíritu de genuinas (antes que pedagógicas)<br />
averiguaciones para instrucciones o inform ación.<br />
W hat have I got to do n o w ? (¿Q ué tengo que hacer ahora?)<br />
H a ve 1 got to p u t it togbetberf (¿Tengo que ponerlo junto?)<br />
A re you going to p u t tbe otbers on fo r Teddy? (¿Vas a ponerlos para<br />
Teddv?)<br />
Y, com o tales, proveen al niño de form as útiles de lenguaje.<br />
Las invitaciones tienen, pues, la propiedad de una real reciprocidad<br />
de «tipo adulto». Se producen en el am biente familiar, libres de presiones<br />
y en form atos ya ricos en el tratam iento del lenguaje. Y proporcionan<br />
un m arco que parece ser extraordinariam ente rico para el crecim<br />
iento del lenguaje.<br />
Requerimientos para una acción de apoyo<br />
Los requerim ientos de ayuda en las acciones de objetivo directo de<br />
los niños están, inicialm ente, cargadas de dificultades. C om o ya vimos,<br />
el niño debe com binar el conocim iento de las relaciones de los medios<br />
para lograr un fin en el m undo real, con los procedim ientos com unicativos<br />
que le perm itan ganar ayuda para ejecutarlos. Saber cóm o pedir<br />
ayuda significa conocer, por lo m enos, algunos de los elementos de acción<br />
que implica la tarea, si no en un sentido lingüístico por lo menos<br />
en un sentido conceptual. N o es sorprendente, pues, que las prim eras<br />
peticiones de apoyo dependan fundam entalm ente de la interpretación<br />
adulta para tener éxito. Los niños, frustrados en la realización de sus<br />
propias acciones, com ienzan típicam ente por entregarla a alguien para<br />
que la «resuelva» o para que, de algún m odo, la devuelva encaminada.<br />
Dejan que el adulto haga el análisis necesario de la tarea.<br />
H abía tres clases de petición de apoyo: para una ayuda de precisión<br />
(abrir una caja, arm ar un juguete, desatornillar algo); para una ayuda<br />
de fu e rza (desocupar una carretilla cargada, entrar una silla, abrir la<br />
puerta de un arm ario); para una ayuda de desplazamiento (pasar de una<br />
posición sentado a una posición de pie, bajarse de una silla, ser levantado<br />
para m irar por la ventana).<br />
Las prim eras peticiones fueron, por supuesto, de desplazam iento: ser<br />
levantado, etcétera. N o eran m uy frecuentes ni especialm ente interesantes.<br />
Los otros dos tipos de peticiones de apoyo aparecieron de los die
cisiete a los dieciocho meses, que era cuando constituían el 41 % de las<br />
peticiones que hacían los dos niños. Su crecim iento coincidía m enos con<br />
un nuevo esfuerzo de su capacidad sensoriom otora (que no era notable<br />
en ese m om ento), que con una nueva apreciación que ellos hacían del<br />
rol de los adultos com o un posible instrum ento en sus propias tareas.<br />
Los niños com enzaron, literalm ente, llevando al adulto «tareas» in <br />
com pletas para que las «arreglaran»; p o r ejemplo, una caja de música<br />
descargada, sin cuerda, que querían que tocara. Jonathan se la alcanzaba<br />
a su m adre, esperaba que se com pletara la operación, y luego la reclamaba.<br />
La entrega era perentoria (aunque con frecuencia era acom pañada<br />
p o r balbuceos), y si el adulto se ponía enseguida a trabajar, el niño<br />
era paciente, en m arcado contraste con la habitual impaciencia que dem<br />
ostraba cuando esperaba que un adulto le buscara un objeto ausente<br />
o rem oto que el niño había perdido. La reposición del objeto reparado<br />
se hacía sin echar una m irada hacia su m adre. Veam os un episodio de<br />
veinticinco segundos en el cual Jonathan (quince meses) consigue que<br />
su m adre le dé cuerda a su caja de música:<br />
J O N A T H A N : (sostiene la caja de música, mira la caja, luego a su madre)<br />
M A D R E : (conversa con el observador)<br />
JO N A TH A N : m m<br />
MADRE: (continúa conversando con el observador)<br />
JO N A TH A N : (m ira la caja; trata de que suene; se vuelve hacia su m a-<br />
dre) hmmrn (trata de que la caja suene; mira a su m adre;<br />
gatea hacia ella) eeb , eega, h m m m (sostiene la caja hacia<br />
su m adre)<br />
MADRE: (se acerca hacia la caja)<br />
JO NATHAN: (retira la caja; d em u estra un in tento de que suene; alcan-<br />
A,<br />
za la caja a la m adre) h e re (aquí)<br />
MADRE: D o yo want m um m y to turn it for yon f Look. (¿Quieres<br />
que mamá la ponga para ti? Mira) (demuestra cómo darle<br />
cuerda).<br />
JONATHAÑ: (m ira al observador; después observa a su m adre dando<br />
cuerda. Tan pronto com o suena la música, Jo n ath an se<br />
acerca, tom a la caja de nuevo y se va sin reconocim iento).
La «entrega» de la tarea por parte del niño se elabora de dos form as,<br />
siendo ambas ejem plos de «indicación del problem a». U na es un p ro <br />
cedim iento locativo: se indica dónde está el problem a, tocando una parte<br />
rota o faltante, com o en el ejem plo anterior. La otra es instrum ental:<br />
se propone un instrum ento necesario para hacer la reparación. La última<br />
es m ucho más avanzada y se produce m ucho más tarde. <strong>El</strong> siguiente<br />
episodio es de Richard a los veintiún meses.<br />
RICHARD: (ex am in an d o un b u lto en la tap a de u n a olla) ob-oh scoo<br />
(o h -o h to nillo)<br />
MADRE: Screw! (Tornillo)<br />
RICHARD: (to ca la tap a, el to rn illo se cae y el b u lto se reduce; m ira<br />
a la m adre) hab-hah<br />
MADRE: Yes, now tbere is a bole! (Sí, ¡ah o ra h ay u n agujero!<br />
RICHARD: (levanta la tapa y el b u h o hacia su m adre) bab-heb... bolí<br />
bole bole<br />
MADRE: Y o u ’ve broken it (L o has ro to )<br />
RICHARD: (levanta la tap a y el b u lto hacia su m adre) broke brokt<br />
broke (insistente)<br />
MADRE: Y o u ’ll bave to get a screw driver (T endrás que traer un<br />
d esto rn illad o r)<br />
RICHARD: oob screw driver (le alcanza la tapa a la m adre, gruñendo^<br />
MADRE: D o you w ant m e to get a screw drivert (¿Q u ieres que yo<br />
traig a el d esto rn illad o r?)<br />
RICHARD: (— ) broke broke driver (insistente)<br />
MADRE: Sball I get tbe screw driver fro m tbe kitcben? (¿T raigo el<br />
d e sto rn illa d o r de la cocina?)<br />
RICHARD: (em ite u n quejido)<br />
MADRE: A n d tben we can m end it (Y en to n ces p o d em o s arreglarlo)<br />
RICHARD: (m ira la tapa en ¡as m anos de la m adre) screw screw (quejido<br />
insistente)<br />
MADRE: (va a b u scar el d esto rn illador)<br />
RICHARD: (perm anece sen tad o en el suelo, b albuceando p ara sí m ism<br />
o d u ra n te la ausencia de su m adre) acoo dider (screw driver)<br />
scoo diver scoo diver scroo scroo scroo scroo... (balbucea<br />
aún cu an d o la m ad re regresa con el desto rn illad o r).<br />
La p etició n de asistencia, com o se ve, estaba in terp o lad a en la tarea.
C uando su m adre term inó de ayudarlo. Richard continuó jugando por<br />
su cuenta.<br />
La experiencia siguiente (Richard tenía veintidós meses), implicaba<br />
una petición de ayuda m ientras se estaba realizando la acción, con el<br />
fin de m a n te n erla , en proceso de realización. La ayuda que se pedía era,<br />
virtualm ente, una parte de la tarea que había asum ido el niño, y requería<br />
una prolongada intervención de su m adre, que, además, tenía que<br />
ser guiada. Esa ayuda guiada se producía solam ente cuando el niño tenía<br />
un plan de acción que no podía com unicar, ni siquiera form ular por<br />
adelantado. En consecuencia, era llevado a hacer sus peticiones de fo r<br />
ma sucesiva, a llevar al adulto de un paso al otro. C om o se ve en el ejemplo<br />
que sigue, Richard com ienza a reclamar ayuda con el vocativo<br />
m u m m y (mamá). C uando su m adre contesta m u m m y d o w h a t? (¿que<br />
hace mamá?), él continúa con m u m m y g e t up (mamá se levanta). E n <br />
tonces su m adre pregunta W h a t d o y o u w a n t m u m m y to d o ? (¿Q ué<br />
quieres que haga tu m adre?). Richard entonces indica con un gesto el<br />
lugar donde se va a desarrollar la acción y con un up c u p b o a rd m ientras<br />
tom a la puerta del arm ario. Su m adre insiste, entonces, sobre un «objetivo»<br />
antes de incorporarse a la tarea. Insiste en que las peticiones que<br />
él hace deben tener una «aclaración adelantada» sobre sus objetivos.<br />
Esto tiene el efecto de forzar a R ichard a «armar» su petición antes de<br />
la acción. Verem os el episodio com pleto:<br />
RICHARD: m u m m y , m u m m y (m am á, m am á)<br />
MADRE: (permanece sentada) What? ¿Qué?<br />
RICHARD: m u h , m u m m y m u m m y c o m e (m a, m am á ven) (señala<br />
b revem ente el ap arad o r)<br />
(párrafo om itido)<br />
RICHARD: (camina hacia el aparador, una de cuyas puertas está abierta<br />
y la otra cerrada con pestillo. D urante todo lo que sigue,<br />
Richard alterna entre m irar a su m adre y m irar dentro<br />
del arm ario, tocando la puerta cerrada, o poniendo su<br />
m ano justo dentro de la m itad abierta) up , u p -u p (arriba,<br />
arriba)<br />
MADRE: U p th e c u p b o a r d ? (¿A rrib a el arm ario?)<br />
RICHARD: c u p b o a rd<br />
MADRÉ: W h a t d o y o u m e a n , « u p c u p b o a rd »? (¿Q u é quiere decir<br />
«arriba arm ario»?)<br />
RICHARD: u p c u p b o a rd ; u p c u p b o a rd ; up c u p b o a rd up
MADRE: D o yo w a n t m e to get u p f (¿Q u ieres que m e levante?)<br />
RICHARD: ger up (levántate)<br />
MADRE: (la madre y ei observador ríen)<br />
RICHARD: cupbnard; cupboard; cupboard-up, cupboard-up, cupborard-up,<br />
cupboard-up<br />
MADRE: (se levanta, se acerca a R ichard al lado del arm ario) I can’t<br />
pick tbe cupboard up! (abre el arm ario , h ab lán d o le suavem<br />
ente a R ichard) (¡N o p u ed o levantar el arm ario!)<br />
RICHARD: (perm an ece en actitu d em barazosa, m iran d o hacia abajo.<br />
M ira dentro del arm ario, espiando un teléfono de juguete)<br />
telephone<br />
MADRE: H o w about those tw o telephonesf (¿Q ué te parecen esos<br />
dos teléfonos?). You get out tbe telephone and m ake a telephone<br />
cali (Sacas el teléfono y haces una llamada) (com<br />
ienza a alejarse; la puerta del arm ario se balancea cerrándose<br />
nuevam ente)<br />
RICHARD: m u m m y (va hacia la m adre, tira de su m ano hacia el arm<br />
ario ) m u m m y get out telephone (trata de volver a ab rir<br />
el arm ario , después observa a su m adre)<br />
MADRE; (m an tien e la p u e rta abierta) There we are! You get the telephone<br />
out then (¡Y a está! Saca el teléfono entonces)<br />
RICHARD: (se acerca a d e n tro del arm ario) plates out (excitado) (plato<br />
s afuera)<br />
MADRE: m m ?<br />
RICHARD: plates out<br />
MADRE: plates out!<br />
RICHARD: (saca plato s del arm ario , los lleva al sofá, m ira a la m adre<br />
y sonríe)<br />
P or supuesto, no podem os saber qué pasaba por la m ente de Richard<br />
al com ienzo. C laram ente estaba teniendo una dificultad de arm ar su p e<br />
dido p or adelantado en form a com pleta. Finalm ente llevó a su m adre<br />
hasta el arm ario, ¿y ocurrió entonces, sencillam ente, que Richard descubrió<br />
el teléfono de juguete en el arm ario y que esto le distrajo de su<br />
propósito inicial? Probablem ente estaba buscando un juego de platos<br />
para organizar una reunión de té para sus animales. Sin em bargo, cuando<br />
el teléfono estuvo a la vista, y Richard fue invitado a hacer una «llam<br />
ada», el niño pronunció la oración com pleta m u m m y get out telepbone<br />
(mamá saca el teléfono). Pero una vez que la puerta estuvo com
pletam ente abierta, volvió a su propósito original y pidió pintes out (platos<br />
afuera), repitiéndolo frente al m m ? de su m adre. N o faltaba el desplazam<br />
iento en su enunciado: sin duda era capaz de pedir, a esta edad,<br />
los objetos que estaban fuera de su vista. Probablem ente, la dificultad<br />
básica era que no pudo com poner totalm ente, por adelantado, tanto el<br />
plan de acción requerido como el pedido com unicativo,<br />
H acia los veinticuatro meses esa «conducción sucesiva» había llegado<br />
a ser su form a habitual de pedir una ayuda compleja. Típicam ente,<br />
com enzaba p o r nom brar el presum o agente y la acción m u m m y come<br />
(mamá ven). Luego, si era necesario, se agregaba un lugar, y, ocasionalm<br />
ente, un instrum ento. Esto se puede ilustrar con un episodio de<br />
dos m inutos. D e nuevo Richard estaba haciendo una «reunión de té»<br />
para sus animales de juguete T eddy y Rabbit. Estaba en el sofá al lado<br />
de su m adre y varias veces había pedido y recibido cubiertos de la cocina<br />
para la «com ida», incluidas varias cucharas, p or ejem plo, la cuchara<br />
roja y la cuchara de la abuela.<br />
RICHARD: (deja el sofá, cru za la hab itació n hacia la p u e rta de la co <br />
cina, p erm anece m iran d o hacia la cocina, entonces señala<br />
hacia ella)<br />
That spoon (gritando) (se vuelve hacia su m adre, todavía<br />
— ^<br />
señalando hacia la cocina) that spoon (esa cuchara)<br />
M ADRE: (no hay respuesta)<br />
RICHARD: (vuelve al sofá, sonriendo; arregla la posición de Teddy)<br />
T eddy, T eddy (camina hacia la m adre en el otro extrem o<br />
del sofá; tom ándole la m ano trata de tirar de la m adre hacia<br />
la cocina)<br />
M ADRE: W hat do yo u w a n t m e to do? (¿Q ué quieres que haga?)<br />
RICHARD: (señala la cocina, m irando prim ero a la m adre y después<br />
a la cocina) that spoon.<br />
MADRE: Which spoon? (¿Q ué cuchara?)<br />
RICHARD: (to d av ía señalando la cocina, tira n d o de la m an o de la m a<br />
d re, m iran d o a la m adre) those (esas)<br />
M A D R E : (ríe )<br />
RICHARD: (tira fuerte de la m ano de la m adre) m um m y, get up (suplicando)<br />
(m am á, levántate)
MADRE: W ould you help m e ? (¿M e ayudarías?)<br />
RICHARD: (va hacia atrás de la m adre, em p u ja su h o m b ro ) m u m m y<br />
(g im o tean d o )<br />
MADRE: (ríe) ^ __<br />
RICHARD: (se p o n e fren te a la m adre, to ca su brazo ) m u m m y get up<br />
(in sistente) (m am á levántate) (cam ina de nuevo a la cocina<br />
con el b ra z o ex ten d id o hacia la m adre)<br />
MADRE: W hat is it you w ant? (¿Q u é es lo que quieres?)<br />
RICHARD: (se acerca a la m ad re, toca su b razo so n rien d o ) m u m m y<br />
get up (abraza c! h o m b ro de su m adre)<br />
MADRE: W bat do you w a n t? (¿Q u é quieres?)<br />
RICHARD: (em puja el h o m b ro de su m adre) m u m m y get up (insiste)<br />
(to ca el cuello del v estido de su m ad re, sonríe, retrocede)<br />
m u m m y get off; need m u m m y (necesito m am á) (in sisten <br />
te) (cam ina nuev am ente hacia la m adre)<br />
MADRE: D o you w a n t some more spoons? (¿Q u ieres m ás cu <br />
charas?)<br />
RICHARD: m ore spoons (to ca el h o m b ro de la m ad re; se distrae p o r<br />
tre in ta seg u n d o s co n el vestido de la m ad re; busca la m ano<br />
de la m ad re; tira de ella; la deja; m ira a la m ad re; tira de<br />
n u e v o de su m an o , a ltern ando la m irada en tre la cocina<br />
y la m ad re) m u m m y get o ff (quejándose) (tira fu erte de<br />
la m an o de la m adre)<br />
MADRE: (se levanta, R ich ard tiran d o ) R ight! (D e acuerdo)<br />
RICHARD: (deja la m ano de la m ad re; corre delante hacia la cocina)<br />
R ight<br />
M ADRE: (sigue a R ichard hacia la cocina)<br />
RICHARD: (vuelve con cucharas) There; tb a t spoon (A hí, esa cuchara)<br />
Esa form a sucesiva de conducción se fue fusionando lentam ente con<br />
una form a com pleta de requerim iento, con fines y m edios especificados<br />
de antem ano. T anto los «programas» de acción de Richard com o su gramática<br />
m ejoraron lo suficiente com o para que pudiera arm ar oraciones<br />
com plejas que arm onizaran con requerim ientos com plejos. Richard com<br />
enzó sus pedidos «gram aticalizados» bien al final del segundo año.<br />
Buscando sin éxito un rom pecabezas en una pila de juegos, rom peca
ezas que representaba un perro «Dougal», llamó a través de la habitación<br />
(a los veinticuatro meses): m u m m y, iook (mam á, mira). La m a<br />
dre no se m ovió. C orrió hacia ella, poniendo su m ano sobre las de ella,<br />
repitiendo m um m y. <strong>El</strong>la preguntó W hat do you w ant me to do i1(¿Q ué<br />
quieres que haga?). <strong>El</strong> volvió corriendo hacia la pila de juegos, los señaló<br />
y dijo m u m m y fin d D ougal (mam á encuentra a D ougal). N o fue<br />
un desem peño sin errores, pero no hav duda de que ahora Richard entendía<br />
y podía actuar sobre los requerim ientos que la m adre im ponía<br />
con su W hat do you w ant m e to do? Su respuesta fue impecable.<br />
Los requerim ientos de apoyo, entonces, elaboran un camino hacia la<br />
m adurez, en el cual los niños pueden analizar !a tarea en la que están<br />
com prom etidos y, al m ism o tiem po, reunir la gramática necesaria para<br />
construir una petición que los ayude a realizarla. Las peticiones de esta<br />
clase (casi siem pre expresados en una form a declarativa) son la quinta<br />
esencia del caso gramatical, en el sentido en que requieren especificaciones<br />
tales com o el A gente, la A cción y el O bjeto, y, en form a opcional,<br />
el Instrum ento, el Lugar y ei R eceptor. Si uno lim itara el análisis<br />
del cuerpo del habla sólo a las peticiones de apoyo, seguram ente llegaría<br />
a la conclusión de que las razones de la acción proporcionan una especie<br />
de base protosem ántica generativa para el lenguaje del niño. Pero<br />
debiéram os estar prevenidos contra cualquier conclusión tan fácil por<br />
el capítulo anterior, donde la atención conjunta figuró com o una estructura<br />
m ucho más prom inente que la acción conjunta.<br />
Algunas conclusiones<br />
La petición, lo mism o que la referencia, en cualquiera de sus form as,<br />
sigue un curso negociador hacia la socialización. Tam bién com o la referencia,<br />
se contextualiza en form atos convencionales que se ajustan tanto<br />
a los requerim ientos culturales com o a los lingüísticos.<br />
En la petición del objeto la tarea fundam ental es incorporar la referencia<br />
dentro del pedido. C uando finalm ente el niño dom ina los nom i<br />
nales, ya no necesita depender de las proezas interpretativas de su m a<br />
dre o del poder deíctico de su propia señalización indexical. La necesidad<br />
de relacionarse con referencias desplazadas en la petición de objetos<br />
proporciona un incentivo. A m bos niños tom aron con naturalidad<br />
el referim iento nom inal, no porque fallara su requerim iento deíctico, ostensivo<br />
(norm alm ente no sucedía), sino p or una preferencia interior por
procedim ientos más económ icos. En efecto, las peticiones desplazadas<br />
probablem ente no habrían crecido tan rápidam ente si no hubiera sido<br />
p o r el dom inio de los nom inales referentes.<br />
Pero m ientras cada niño iba dom inando la capacidad de especificar<br />
los objetos que deseaba, tam bién iba dom inando las condiciones de felicidad<br />
que dificultaban la realización de pedidos. Los logros pragm á<br />
ticos necesarios generalm ente estaban firm em ente en su lugar antes de<br />
cada progreso referencial del niño. <strong>El</strong> «énfasis» estaba en el planteam<br />
iento de felicidad, no en el referencial. Las peticiones de invitación<br />
eran excepciones. Se planteaban sólo para actividades que ya estaban estructuradas<br />
en form atos bien form ados, de tipo juego. Y la referencia<br />
no era un asunto im portante. N o hay m ucho que especificar cuando se<br />
invita a otro a jugar un juego conocido. C om o tam poco era un gran trabajo<br />
m ontar u n plan de acción (a la vez que se imaginaba cóm o<br />
com unicarlo).<br />
H ay una ironía en todo esto. P orque m ientras las invitaciones requieren<br />
una com plejidad de enunciados m enor que otras form as de petición,<br />
ya sabem os que producen las m uestras de habla más complejas<br />
de los tres tipos de petición, un asunto ya analizado. Ya sea que uno<br />
explique la superioridad de la referencia por el acento m ínim o, la creciente<br />
fam iliaridad, la liberada capacidad de procesam iento, o lo que<br />
sea, está claro que cuando uno está lo suficientem ente seguro para invitar,<br />
tiene tam bién el coraje de probar nuevas formas.<br />
Lo más evidente sobre los requerim ientos de apoyo es que exigen la<br />
coincidencia de un plan del m undo real y un enunciado apropiado. M u<br />
chas de las dificultades de los niños están im puestas por las convenciones<br />
culturales de la petición, a las cuales tam bién deben someterse. La<br />
com plejidad de estas convenciones estaba m uy bien ilustrada por el requerim<br />
iento de que el objetivo de un pedido debía ser revelado por adelantado,<br />
tarea nada fácil para un niño de dieciocho meses, aun en un<br />
am biente familiar.<br />
Finalm ente, deseo reiterar que aprender cóm o pedir no es sim plem<br />
ente aprender el lenguaje o incluso, sim plem ente, los actos de habla.<br />
Tam bién es aprender la cultura y cóm o conseguir con el lenguaje que<br />
las cosas se hagan dentro de esa cultura. <strong>El</strong> niño sabe una enorm e cantidad<br />
de cosas sobre las condiciones culturales del requerim iento, un<br />
año antes de que sepa cóm o desarrollar la regla de inversión gramatical<br />
para estructurar una pregunta. En efecto, usa exclusivamente la form a<br />
declarativa, declarando sus peticiones en lugar de usar la form a interro-
gante. Sin em bargo, su sutileza para encontrar tanto las restricciones f'<br />
sicas» del m undo real com o las buenas condiciones culturalmente ela<br />
boradas, crece aprisa.<br />
10. <strong>El</strong> trabajo siguiente llamó la atención del autor cuando<br />
m inado: H aselkorn, S .: «The dcvclopm ent of requests of young t h ^puela'de Edub<br />
a l s t r a t e g i c s t o t h e p o w c r o f i a n g u a g e » . T e s i s d o c t o r a l . G r a d u a d o e n a - s ^<br />
catión, H arvard U njversity, 1981.
6 Aprendiendo a hablar<br />
C om enzam os co n u n estudio de las «capacidades m entales orig in a<br />
les», que p u ed e n ayudar al niño en su carrera com o aspirante a hab lar<br />
su lengua nativa. Se m encionaron cuatro com o especialm ente im portantes:<br />
a) disp o n ib ilid ad para relacionar medios y fines; b) sensibilidad para<br />
las situaciones transaccionales; c) sistem aticidad en la organización de<br />
experiencias; y d) abstracción en la form ación de reglas. Estas no son<br />
«capacidades» q u e, de alguna m anera, se transform an en un sistema formal<br />
de lenguaje p o r la fuerza de algún m isterioso proceso de sem iotización<br />
o, incluso, p o r «simple» socialización. Más bien parece ser el m í<br />
nim o equipam iento m ental que necesitaría un niño para u sa r lenguaje,<br />
tema que será tra ta d o m ejor enseguida.<br />
N o hay d u d a de que el aspirante a hablar un lenguaje requiere m u <br />
cho más que esta m aquinaria m ental en el com ienzo de su «entrada» en<br />
las reglas form ales, abstractas, que gobiernan su lenguaje local. C u alquier<br />
otra m aq u in aria que el niño pueda necesitar para e n trar en la gramática,<br />
sim plem ente la darem os p o r sentada. Puede ser el c o n o c im ie n <br />
to innato de una gram ática universal, com o sugirió C hom sky, o puede<br />
tener la form a d e una sensibilidad inicial para las distinciones en el len<br />
guaje y en el m u n d o real, com o propuso Bickerton. E stos no son<br />
problem as centrales de este libro. . ^ I ^<br />
N o debe p reo cuparn o s en qué consiste la dotación o r ig in a<br />
guaje o si existe m ucho o poco de ella. Porque a u n q u e los sereS(.j(^acjes<br />
nos estén arm ados en form a liviana o e n form a p e s a d a con capa<br />
innatas para e l lenguaje léxico-gram atical, igualm ente tienen ¿ n ¡ca<br />
der cóm o m ar el lenguaje. Eso no se puede aprender in v ttro .
form a en que se puede aprender el uso del lenguaje es usándolo en fo r<br />
ma com unicativa. Las «reglas» de] uso del lenguaje sólo están ligeram<br />
ente especificadas p o r las reglas de la gramática. U na buena form a no<br />
hace que los enunciados sean efectivos, ni apropiados, ni oportunos.<br />
N o es que esas reglas no sean de un profundo interés: pueden decirnos<br />
m ucho sobre la condición de la m ente. Lo que ocurre es que los bebés<br />
en proceso de aprendizaje del lenguaje no son precisam ente gram áticos<br />
académicos infiriendo reglas de form a abstracta e independiente del uso.<br />
Más allá de cualquier o tra cosa, el lenguaje es una form a sistemática<br />
de com unicarse con los dem ás, de afectar su conducta y la nuestra, de<br />
com partir la atención, y de constituir realidades a las cuales entonces<br />
nos adherim os de la m ism a form a que nos adherim os a los «hechos»<br />
de la naturaleza. N o nos deslum brem os con los planteam ientos de los<br />
gramáticos. Los de los pragm áticos son igualm ente deslum brantes e<br />
igualm ente m isteriosos. Realm ente, ¿cóm o aprendem os a conseguir con<br />
palabras que las cosas sean hechas?<br />
La tesis central de los capítulos precedentes, tanto teórica com o em <br />
pírica, ha sido que hay un Sistema de A poyo de la A dquisición del L enguaje<br />
que elabora la interacción entre los seres hum anos, de form a tal<br />
que ayuda a dom inar los usos del lenguaje a los aspirantes a hablarlo.<br />
Es este sistem a el que proporciona un apresto funcional que no sólo<br />
hace posible la adquisición del lenguaje, sino que hace que ésta se desarrolle<br />
en el orden y con el ritm o con el que habitualm ente se p ro d u <br />
ce. Sin duda hay algo en el genom a hum ano que predispone a los seres<br />
hum anos a interactuar com unicativam ente precisam ente de esa form a,<br />
aunque no es nuestro propósito separar lo innato de lo adquirido, lo<br />
natural de lo cultural. A ntes bien, la indagación ha sido dirigida hacia<br />
varias funciones lingüísticas cruciales y a los contextos de interacción<br />
en los cuales los niños aprenden a dom inarlas.<br />
C om o hem os visto, el Sistema de A poyo de la A dquisición del L enguaje<br />
(usarem os la sigla LASS para denom inarlo: Language A cquisiton<br />
S upport System ) no es, en absoluto, exclusivamente lingüístico. Es una<br />
parte, un rasgo central del sistema p o r el cual los adultos transm iten la<br />
cultura de la cual el lenguaje es tanto el creador com o el instrum ento.<br />
En la privilegiada interacción del prim er lenguaje, el niño tiene su p rim<br />
era o portunidad de interpretar los «textos culturales». Al aprender<br />
«cómo decirlo», tam bién aprende lo que es canónico, obligatorio, y valorado<br />
por aquellos a quienes él se lo dice. A prende esto prim ero y sim <br />
plem ente por un m edio com unicativo que no llega a ser lenguaje.
Un vehículo principal de] LASS es lo que hem os llamado un fo rm a <br />
to. <strong>El</strong> form ato es una pauta de interacción estandarizada e inicialm ente<br />
m icrocósm ica, entre un adulto y un infante, que contiene roles dem arcados<br />
que finalm ente se convierten en reversibles. C om o se com entó<br />
en capítulos anteriores, se convierten en rutinas tan familiares en la interacción<br />
del niño con el m undo social, que se hacen dignos del térm i<br />
no de Jam es jo y c e «epifanías de lo ordinario». Tienen una cualidad sem<br />
ejante a los scripts que incluye no sólo la acción, sino un lugar para<br />
la com unicación que constituye, dirige y com pleta esa acción. D ado que<br />
el juego es la cultura de la infancia, no sorprende que con frecuencia<br />
los form atos tengan una naturaleza alegre, del tipo de la de los juegos.<br />
C on el tiem po y con una sistem aticidad creciente, los form atos se agrupan<br />
en subrutinas de un orden más elevado, y en este sentido pueden<br />
ser concebidos com o los m ódulos a partir de los cuales se construyen<br />
una interacción social y un discurso más com plejos. C on el tiem po y<br />
con una abstracción creciente, ios form atos llegan a ser com o fiestas m ó<br />
viles. Ya no están atados a m ontajes específicos, sino que pueden ser<br />
«im puestos» por m ecanism os ilocutivos en una variedad de situaciones.<br />
C uando alcanzan esta form a más evolucionada, pueden ser correctamente<br />
llamados actos de habla en el sentido austiniano.<br />
En el capítulo 3 consideram os la naturaleza sem ejante al juego de algunos<br />
form atos tem pranos, literalm ente juegos com o el intercam bio de<br />
objetos, el cu-cú, el escondite. Esos juegos proporcionan un caso tipo<br />
para la elaboración de la com unicación tem prana. N o sólo sirven com o<br />
un m icrocosm os transaccional, estructurado com o rol en el cual las palabras<br />
producen, dirigen y com pletan la acción, sino que tiene ciertas<br />
propiedades cruciales, propias, del tipo de las del lenguaje. D entro de<br />
sus lím ites, son «form as de vida» del tipo de las del lenguaje. Lo que<br />
los hace com o el lenguaje es, por supuesto, la presencia de una estructura<br />
profunda (por ejemplo, aparición y desaparición), pero tam bién la<br />
presencia de una estructura superficial, un conjunto restringido pero<br />
m uy variable de m edios para com prender la estructura profunda. En<br />
este sentido, son abstractos y sistem áticos, pero tam bién están entrelazados<br />
por una estructura de m edios para un fin. Y en su naturaleza misma,<br />
dados los roles que tienen asignados, son transaccionales. C uando<br />
en esos juegos se usan palabras, entran, p o r fuerza, en una relación superficie-profundidad<br />
que ya está establecida.<br />
Lo que pro n to se hizo evidente en nuestra exploración de los form<br />
atos de estos juegos fue que, eventualm ente, em igraban de sus sitúa-
ciones de am arre originales y se generalizaban en actividades y m ontajes<br />
que nunca habían ocurrido antes. C on tiem po, el niño era capaz de<br />
convertir prácticam ente cualquier situación en una especie de juego de<br />
escondite. Esa «separabilidad» de la form a respecto al contexto nos confirm<br />
a en la reivindicación de la abstracción de la conducta tem prana del<br />
niño. P o r la m ism a razón, la tem prana capacidad del niño de com partir<br />
e invertir los roles en el juego, pone seriam ente en duda la afirmación<br />
de que toda la conducta social tem prana es egocéntrica. En efecto, es<br />
m uy dudoso que los niños pudieran aprender el lenguaje de la forma<br />
que hem os visto si fueran o irreversiblem ente concretos o im placablem<br />
ente egocéntricos. N i podrían jugar nunca com o lo hacen.<br />
En el capítulo 4 nos sum ergim os en un problem a clásico del lenguaje:<br />
la referencia. En los juegos com o el cu-cú y el escondite, el referente<br />
de cualquier expresión que se use es inherente a los «m ovim ientos del<br />
juego» y no necesita ser especificado. Las expresiones usadas en los juegos<br />
son, principalm ente, perform ativas. <strong>El</strong>las producen, ordenan y com <br />
pletan la acción con la m ism a seguridad con que una cerem onia de armar<br />
crea un caballero. P ero en los encuentros com unicativos que involucran<br />
referencia, aun ritualizados, un elem ento de la «ceremonia» no<br />
está fijado. Lo que no se conoce es el referente respecto al cual los dos<br />
participantes tienen que lograr un foco conjunto de atención.<br />
H e hecho afirm aciones atrevidas en el sentido de que la «intención<br />
de referir» no es algo que aprendem os, y que tam bién es así para el reconocim<br />
iento de esa intención en otros. Estas afirmaciones no parecen<br />
crear grandes problem as en el establecim iento de la referencia coniunta.<br />
A ntes de que el lenguaje m ism o aparezca deben existir algunas bases<br />
para la intersubjetividad referencial. Lógicam ente, no habría una form a<br />
concebible de que dos seres hum anos lograran una referencia com partida<br />
si no hubiera una disposición inicial para ello. N o hay nada más<br />
(o m enos) m isterioso sobre esta «conciencia del otro» no aprendida que<br />
lo que hay de m isterioso en las opiniones de los etólogos de que los<br />
m iem bros de cada especie consideran otros organism os com o coespecíficos<br />
y actúan en consecuencia. Es un antecedente que «otras mentes»<br />
son tratadas com o si fueran nuestras propias m entes. O tro antecedente<br />
es que hay un m undo «ahí afuera» que es com partido por otros. Yo afirmo<br />
que los seres hum anos nacen com o realistas ndive, cualquiera que<br />
sean las otras conclusiones epistem ológicas a las que lleguen más tarde<br />
por vía del razonam iento. Esa es la parte apriorística del asunto.<br />
Pero la evidencia em pírica, tanto com o la necesidad lógica, apoyan
estas afirm aciones. ¿C óm o podría eí infante «saber» seguir la línea de<br />
observación de otro para buscar un foco visual co n|unto, si no es sabiéndolo<br />
por anticipado? ¿Y cóm o podría desarrollar espontáneam ente<br />
la «señalización» con el índice si no hubiera alguna expectativa de su<br />
probable efecto?<br />
Incluso si hay una base natural para establecer la atención conjunta<br />
y una form a natural de señalar que uno desea llamar la atención de otro<br />
sobre lo que uno está experim entando, todavía queda sin explicar la convenáonalizaáón<br />
de esa actividad, Porque, de hecho, la referencia lingüística<br />
no es natural, y su convencionalización plantea un problem a psicológico.<br />
H ay un largo cam ino entre seguir la m irada de otro hacia un<br />
objeto v ser capaz de com prender una expresión referencia! com o «el<br />
requesón en el estante de arriba de la nevera».<br />
En el capítulo 4 hice causa com ún con H ilary P utnam , con su teoría<br />
«causa] histórica» de la referencia, y di una buena lista de razones por<br />
las cuales un estudiante del desarrollo de la referencia encontraría su razonam<br />
iento a la vez útil y convincente,1 N o es necesario considerar de<br />
nuevo sus argum entos sobre «superposición parcial», asimetría, y el resto.<br />
Pero yo quisiera agregar un punto a esa discusión anterior, punto<br />
que nos retrotrae a la diferencia entre el uso del lenguaje en la referencia<br />
y el uso más perform ativo del lenguaje en los juegos. En su presentación<br />
original, Putnam da m ucha im portancia a la «ceremonia de armar»,<br />
p or la cual alguna cosa o estado recibe el nom bre «fresno» o<br />
«electricidad» o «justicia». <strong>El</strong> peso de la evidencia presentada en el capítulo<br />
4 era que esas cerem onias se hacen v no nacen, Se crean como<br />
form atos, form atos altam ente constreñidos que se van transform ando<br />
gradualmente en la m edida en que el niño maneja los elem entos de p ro <br />
cedimiento por los cuales están indicados los nom bres de los objetos,<br />
fisto se hace prim ero con ios nom inales ubteados de form a apropiada<br />
en un form ato de diálogo donde la atención está concentrada conjuntamente<br />
en un objetivo.<br />
<strong>El</strong> form ato de arm ar se hace com o un juego, hecho por la m adre<br />
como necesario para adaptar la falta de pericia del niño. Los grados de<br />
libertad del form ato están m inim izados, para m ejor dejar disponible la<br />
capacidad de tratar con los inciertos elem entos del referente y su nor<br />
m a l indicador. C om o vim os, el form ato se desarrolla con el tiem po<br />
1- Putnam , H .: Mind, Language and R eality C am bridge, C am bridge Univ. Press,
hasta el p u n to donde los dos pueden, incluso, m arcar la diferencia entre<br />
los referentes presupuestos (ya incorporados al juego) y los nuevos<br />
(todavía no incorporados). Y una vez que los procedim ientos para referir<br />
están lo suficientem ente firm es en su lugar en el form ato, la m adre<br />
com ienza un nuevo paso: desarrollando un sistema de com entario sobre<br />
el referente, no sim plem ente com o un fin en sí mismo o para notar<br />
su existencia — ¡A h í está! o La voilá! en francés, o el italiano Eccole!—<br />
sino com o un asunto al cual se le puede «unir» un com entario.<br />
De hecho, la estructura tem a-com entario en e! form ato de la referencia<br />
es inherente a él probablem ente desde un com ienzo, ya que la provisión<br />
de una etiqueta nom inal por parte del niño o de la m adre es m a<br />
nejada en el diálogo com o un predicado prim itivo nom inal en un sujeto<br />
im plícito.<br />
Si era necesaria una dem ostración de «sincronización» en la adquisición<br />
del lenguaje, el crecim iento del form ato de referencia ciertam ente<br />
nos la proporciona. La m adre restringe la tarea hasta los grados de<br />
libertad que ella cree que el niño puede m anejar, y una vez que el niño<br />
m uestra signos de estar haciéndolo m ejor que eso, ella eleva el nivel, tanto<br />
de sus expectativas com o de sus dem andas al niño. Pero concentrarse<br />
enteram ente en la «sintonía» de la pedagogía im plícita de la m adre<br />
es no com prender el punto principal. Ya que la finalidad de su sintonización<br />
no es ciertam ente el refinam iento por sí mismo. La m adre va<br />
en pos del logro de una conveniencia funcional. Perm ítasem e que me<br />
extienda sobre este punto.<br />
<strong>El</strong> objetivo de la m adre en el form ato referencial parece ser doble, y<br />
ella está preparada para adaptar sus respuestas ai niño con la suficiente<br />
sutileza para lograr am bos. <strong>El</strong> prim ero es lingüístico, en el sentido de<br />
que ella está tratando, prim ero, de hacer operar al niño en una hipótesis<br />
sem ántica prim itiva que la vocalización «representa» para algo que<br />
la m adre y el niño com parten visualm ente, y hacerle apreciar que hay<br />
una vocalización estándar que es requerida para ellos. Estos son pasos<br />
en la dirección de llegar a ser un hablante estándar de un lenguaje. Pero<br />
ella persigue, tam bién, un segundo objetivo cultural: com unicar al niño<br />
que hay una form a canónica de negociar la referencia, com o se ve, por<br />
ejemplo, en pequeñas discusiones sobre la elim inación de am bigüedad<br />
de un referente. La figura en un penique inglés, ¿es la Reina, la abuela<br />
del niño, o, sim plem ente una señora? La m adre m uestra una sensibilidad<br />
cultural en esta negociación que arm oniza con su fina adaptación<br />
lingüística al aceptar o rechazar vocalizaciones indexicales particulares.
<strong>El</strong> niño está siendo «entrenado» no sólo para saber el lenguaje, sino<br />
para usarlo com o m iem bro de una com unidad cultural.<br />
La ontogénesis de los procedim ientos de petición, tratada en el capítulo<br />
5, tam bién representa otro paso adelante. Porque el niño no sólo<br />
debe dom inar form as convencionalm ente aceptables de señalar su intención<br />
(viene equipado con una, p or supuesto, al com ienzo, al estar<br />
dotado de form a innata con el llanto que implica petición), pero debe<br />
incorporar referencia en su pedido. <strong>El</strong> niño no está m ucho tiem po en<br />
la condición en la cual sólo señala que desea, ya que pronto «quiere»<br />
indicar qué desea. D e hecho, debe recorrer el cam ino desde la señalización<br />
de una dem anda elemental hasta el logro de condiciones de felicidad<br />
en el ruego. Y al mismo tiem po debe com binar estos logros con<br />
los referenciales de creciente com plejidad: referencia desplazada a objetos<br />
ausentes, procedim ientos para referirse a acciones puntuales y reiterativas,<br />
y otros. En la m edida que su petición se hace todavía más<br />
com pleja, el niño necesita retinarla con la adición de una función reguladora<br />
(en el sentido de M ichael H allid ay ),’ a través de la cual puede<br />
controlar cómo será satisfecha su petición.<br />
<strong>El</strong> desarrollo de las tres form as de petición estudiadas (invitaciones,<br />
petición de objetos y petición de asistencia en la acción) dependía, fundam<br />
entalm ente, del arm azón convencional en el form ato familiar. N o<br />
era que los form atos aportaran alguna «pista» sobre los procedim ientos<br />
lingüísticos que el niño requería, sino, más bien, que proveían de especificaciones<br />
y de «límites de aceptación» sobre lo que era requerido. N o<br />
producían más form as gramaticales de petición que los golpes que pueden<br />
producir la red y las líneas del cam po en un jugador de tenis. Pero<br />
así com o en el tenis se debe golpear la pelota lo suficientem ente alto<br />
para que pase sin rozar la red y no tan lejos com o para que sobrepase<br />
la línea de saque, en la petición se debe especificar qué estado final se<br />
desea antes de pedir los medios para lograrlo, o cum plir la condición<br />
esencial de que no se puede hacer p o r sí m ism o lo que se pide, o la condición<br />
de sinceridad de que realm ente se desea lo que se está pidiendo.<br />
De m odo que tam bién el requerir proporciona un medio no sólo para<br />
conseguir cosas hechas con palabras, sino para operar en la cultura. Esto<br />
implica no sólo coordinar el propio lenguaje con los requerim ientos de<br />
acción del m undo real, sino hacerlo en las formas culturalm ente prescritas<br />
que involucran a la gente real. N o es sorprendente que los adul<br />
2. H alliday, M .: Leam cng H o w to M ean. L ondres, Edw ard A rnold, 1975.
tos actúen com o m iem bros de pleno derecho, no sólo de la com unidad<br />
lingüística (bien adaptados para la ocasión), sino tam bién com o m iem <br />
bros suavem ente exigentes de la cultura en la cual el niño debe entrar.<br />
P or un tiem po m uy largo, los adultos están más interesados en los «m o<br />
dales» de los niños que en la buena form ación lingüística de sus<br />
enunciados.<br />
V olviendo a la continuidad entre la com unicación prelingüística y la<br />
com unicación lingüística posterior que hem os analizado en el capítulo<br />
2, hay algunos puntos a los que beneficiaría un nuevo tratam iento.<br />
Recordem os que se seleccionaron cuatro posibles fuentes de continuidad:<br />
a) la categoría de correspondencia entre los conceptos del m undo<br />
real v las form as gram aticales; b) la continuidad entre las funciones que<br />
cubre la com unicación prelingüística y la lingüística posterior; c) el papel<br />
constitutivo del lenguaje en la form ación del conocim iento del m u n <br />
do real; y d) la sim ilaridad de los procesos cognitivos, para los cuales<br />
las reglas de cualquier clase, lingüísticas u otras, se form an a diversas<br />
edades. ¿Q ué se puede decir de cada uno de ellos a la luz de las pruebas<br />
reunidas en los capítulos anteriores?<br />
C on respecto a la sensibilización hacia las form as gramaticales que<br />
corresponden a las categorías del conocim iento del m undo real, la discusión<br />
anterior tiene poco que decir. Es básicam ente un problem a de<br />
la relación entre la sem ántica y la sintaxis, y señala el posible papel «formativo»<br />
de la prim era respecto a la segunda. Sólo m arginalm ente nos<br />
hem os ocupado de esas cuestiones.<br />
En cuanto a la continuidad de las funciones com unicativas desde el<br />
intercam bio prelingüístico a los intercam bios lingüísticos tem pranos,<br />
hay pocas dudas sobre su im portancia. La continuidad de la función<br />
proporciona una im portante plataform a para el desarrollo de los p ro <br />
cedim ientos, tanto referenciales com o peticiónales. En ciertos aspectos,<br />
en efecto, la continuidad de la función proporciona una base para el<br />
«progreso por sustitución». T om em os el desarrollo de la referencia. D u <br />
rante meses, la m adre m antiene una extraordinaria y constante pauta de<br />
interacción con el niño sobre la nom inación de cosas. En efecto, el form<br />
ato estable m antiene constante la función. En la m edida que el niño<br />
progresa en el dom inio de las nuevas form as, las sustituye en el viejo<br />
form ato para realizar la vieja función. Y, en efecto (lo mismo que con<br />
los pedidos), una incapacidad en el uso de las nuevas formas produce<br />
una regresión hacia las viejas. A unque la nueva form a pueda tener el<br />
efecto de transform ar y expandir la vieja función, la continuidad se m an
tiene. V erdaderam ente, yo asum iría que es esta continuidad de función<br />
la que hace posible para un adulto «entender» las form as más p rim itivas,<br />
por m edio de las cuales el bebé realiza varias funciones com unicativas.<br />
En este sentido, la continuidad funcional proporciona una base<br />
para que el adulto sintonice adecuadam ente con el niño, de form a que<br />
pueda operar el Sistema de A poyo de la A dquisición del Lenguaje.<br />
En cuanto al rol constitutivo del lenguaje, su rol de «crear» el m undo<br />
en el que entra el niño, sin duda los form atos de los juegos que hemos<br />
visto son constitutivos en el sentido más profundo. Literalm ente,<br />
los juegos son productos de las cosas dado que uno dice y cóm o las<br />
dice, y en qué contextos. A nteriorm ente los caractericé com o algo que<br />
se m odificaba con el desarrollo, haciéndose más sistemáticos y abstractos,<br />
y tam bién com o algo semejante a «fiestas móviles» que pueden ser<br />
im puestas por actos de habla en situaciones nuevas, invocando las fuerzas<br />
ilocutivas apropiadas. Referir, pedir, am enazar, prom eter, etcétera,<br />
aparecen tem prano en la escena com o estados del m undo creados, en<br />
su m ayor parte, por el uso apropiado del lenguaje. La fuente de continuidad<br />
desde la constitución estaba, por supuesto, en las estructuras fo r<br />
males de los juegos del lenguaje, que tienen (como traté de m ostrar en<br />
el capítulo 3) tantos elem entos en com ún, desde su más tem prana introducción<br />
en adelante y a través de la infancia. Sin em bargo, es igualmente<br />
evidente que hay grandes discontinuidades en el desarrollo, que<br />
son creadas por los poderes constitutivos del lenguaje. Ya no tratam os<br />
al niño tanto com o un niño cuando pensam os que es capaz de entender<br />
obligaciones constitutivas básicas tales com o prom eter, explicar, ser leal,<br />
etcétera, Pero aun así, todavía es válida la afirm ación de que desde el<br />
principio m ism o — y particularm ente en los juegos— le dam os al niño<br />
un com ienzo m ovido al introducirlo en la función constitutiva del lenguaje<br />
a través del uso de perform ativos.<br />
R especto a los procesos conceptuales que dan continuidad al desarrollo,<br />
com unes a la m ente en general y al lenguaje en particular, tenem os<br />
pocas conclusiones que sacar. Más bien hem os subrayado los procesos<br />
sociales que son com partidos p o r la com unicación lingüística y prelingüística.<br />
Estos procesos (tom a y daca, intercam bio de roles, etcétera)<br />
perm anecen ciertam ente sin variaciones a través del cambio en el lenguaje<br />
y proporcionan una fuente de continuidad centralm ente im portante.<br />
Y o incluso he insistido en que el «motivo» principal en la adquisición<br />
del lenguaje es una m ejor regulación de estos procesos socioculturales<br />
subyacentes.
La descripción de la adquisición tem prana del lenguaje que se presentó<br />
en estas páginas depende poderosam ente del uso del contexto en<br />
la form ación e interpretación de mensajes tanto por la m adre com o por<br />
el niño. U na com unicación tem prana lograda requiere un contexto com <br />
partido y fam iliar para ayudar a los interlocutores a hacer m utuam ente<br />
claras sus intenciones com unicativas.<br />
De hecho, el concepto de form ato fue expuesto m uy pronto en este<br />
volum en con la esperanza de explicar cóm o funciona el contexto en estos<br />
encuentros com unicativos tem pranos.<br />
P or extraño que parezca, la noción de contexto es raram ente explicada<br />
en las discusiones sobre lenguaje. Es un poco com o la noción de<br />
«conocim iento im plícito», que se asume que está presente com o un «entorno»<br />
del conocim iento explícito, pero que no es pasible de un análisis<br />
profundo. Lo que hay en las palabras es «texto»; contexto es el resto<br />
de lo que afecta la interpretación de las palabras, incluyendo en el «resto»<br />
palabras y no-palabras.<br />
De m anera que encontrarem os afirmaciones del siguiente tipo: a)<br />
C om prender una oración es extraer una proposición de ella, en su contexto;<br />
o b) La oración es un m ecanism o para m eter una proposición en<br />
un contexto. Se han hecho m uy pocos intentos de analizar la relación<br />
que existe entre una oración, su contexto y la proposición que se extrae<br />
de esa relación. Es bastante fácil especificar la oración y la proposición,<br />
pero, ¿qué tom am os com o contexto? A lgunos escritores, como Pieter<br />
Seuren,} preconizan que debem os suavizar nuestra relación con este<br />
asunto y observar con adm iración las form as oportunistas con que la<br />
gente usa el contexto para interpretar el texto. Estaríam os determ inados<br />
al fracaso sí tratáram os de im poner un determ inism o estricto en el<br />
proceso. Todas estas discusiones se efectúan bajo la presunción de que<br />
el contexto, com o el texto, está ahí, ahí para ser interpretado. Yo quiero<br />
tom ar con el contexto una perspectiva radicalm ente diferente: lo que<br />
el contexto «es».4 Para los niños pequeños, el contexto no puede ser to <br />
mado com o un don, com o sim plem ente algo que «esta ahí». <strong>El</strong> contexto<br />
operativo, tanto para el niño com o para el adulto, es seleccionado y<br />
construido. Las «reglas» y criterios para su selección y construcción,<br />
por supuesto, variarán con las circunstancias. Lo mismo que las reglas<br />
3. Seuren, P ,: Com unicación personal.<br />
4. F.scoy agradecido a D an S perbercuya exposición en la primavera de 1982 en Princeton<br />
U niversity ayudó a estructurar el análisis del contexto y su com posición.
para form ar y transform ar las oraciones de un texto o un discurso, las<br />
reglas para construir un contexto cam bian con el desarrollo.<br />
U na de las condiciones de los contextos construidos es que deben<br />
ser cognoscitivam ente m anejables. Es decir, no deben ser tan amplios<br />
com o para padecer bajo las condiciones corrientes del procesam iento<br />
del lenguaje. ¡Al hablar o al com prender el habla, no podem os tom ar<br />
«todo» en cuenta! Si después de cenar Jane le ofrece a Jo h n una taza<br />
de café y él le contesta «Gracias, pero tengo que irm e a la cama tem <br />
prano esta noche», él está contextualizando su rechazo p or m edio de<br />
una referencia a una (presum ible) presuposición com partida contextualizante<br />
sobre el café no m etabolizado que m antiene despierta a la gente.<br />
La presunción no es extraña, y si Jane no se resiente con Jo h n , aceptará<br />
su rechazo com o amable. La carga no es excesiva. Pero Jo h n pudo fácilm<br />
ente haber sido más contextualm ente agotador dando una respuesta<br />
más extraña, que hubiera forzado a Jane a trabajar intolerablem ente<br />
para entender la base de su rechazo (como «N o, gracias, prefiero no ser<br />
un par de pinzas dentadas»). La prim era regla im plícita sobre la construcción<br />
de contexto es que tiene que ser «ordinario» o «convencional».<br />
Las razones para rechazar un café después de la cena deberían relacionarse<br />
con hechos tan com unes com o la cafeína y el sueño, no con alusiones<br />
a la depresión insom ne sufrida por el Prufrock de T. S. <strong>El</strong>iot. Lo<br />
ordinario implica una cultura com partida.<br />
O tra regla de la construcción del contexto es que tenem os que ayudar<br />
al interlocutor a entender lo que tenem os en m ente. H ay muchas<br />
«triquiñuelas» para lograrlo. La literatura sobre los actos de habla puede<br />
ser concebida com o un m inucioso análisis de estas «triquiñuelas»,<br />
en el sentido en que Jo h n A ustin analizó el m edio sutil p o r el cual le<br />
decimos a nuestros oyentes si un enunciado debe ser tom ado com o com -<br />
portativo, com prom isorio, o lo que fuere, Pero, nuevam ente, el dom i<br />
nio de estas «triquiñuelas» se desarrolla con la experiencia en el uso del<br />
lenguaje y negociando cóm o interpretar el significado. <strong>El</strong> dom inio del<br />
niño sobre cóm o poner en claro el contexto de su enunciado, seguram<br />
ente será incierto.<br />
Teniendo en cuenta estos dos puntos generales, recuperem os el status<br />
de los form atos com o versiones especializadas de los contextos. Para<br />
em pezar, los form atos están preseleccionados y preform ados p o r la m a<br />
dre para él niño. Pueden ser ligeram ente variados para m antenerlos «interesantes»,<br />
pero se m antienen fácilm ente reconocibles y m uy constreñidos.<br />
Se arman com o juego con tanta intensidad com o sea necesario
para restringirlos dentro de un conjunto de «movim ientos» perm isibles<br />
que definen el contexto. Estos juegos nom inalizantes uno los ve com o:<br />
W here’s yo u r nose, eyes, ears, etcétera? (¿D ónde está tu nariz, ojos, orejas,<br />
etcétera?) o W hat is th isf (¿Q ué es esto?). Aquello que debe ser p rocesado<br />
del contexto, ha sido arreglado previam ente por la práctica y la<br />
ritualización. Sólo con el dom inio de estos contextos arreglados previam<br />
ente, el niño o su m adre pueden com enzar a «transferir» el juego a<br />
una gama más am plia de alternativas. La contextualización com ienza<br />
con form atos manejables y restringidos, y entonces es extendida y es<br />
pasible de m odificaciones posteriores, com o ponerla bajo la influencia<br />
de distintos tipos de condiciones de felicidad que gobiernan los actos<br />
de habla.<br />
En los prim eros form atos no hace falta que los interlocutores se den<br />
el uno al otro indicios sobre el contexto. Están prefabricados. <strong>El</strong> fo r<br />
m ato de etiquetas del capítulo 4 está restringido a libros y láminas y<br />
nombres. Los prim eros pedidos de objetos son para cosas que ya forman<br />
parte de las interacciones habituales: com ida, juguetes, láminas.<br />
E ventualm ente, am bos se extienden a un cam po más am plio, y en to n <br />
ces com ienzan a requerir «pistas» para hacer m enos am bigüo el<br />
contexto.<br />
Esto nos lleva a la convencionalización. Las convenciones de indicación<br />
y petición, com o hem os visto repetidam ente, no son tan directam<br />
ente lingüísticas com o am pliam ente culturales. Lo que el niño aprende<br />
a través de la interacción son cosas com o estas: cuándo efectuar la<br />
petición, cóm o preparar el terreno, cóm o dirigirse al peticionado para<br />
crear un vínculo feliz. En la m edida en que el niño dom ina estos «procedim<br />
ientos», su form a de señalar el contexto se hace más «ordinaria»<br />
y más convencional. Y, com o consecuencia, su habla no puede ser de<br />
contexto libre sino de contexto móvil. Es decir (com o ya se señaló),<br />
que el niño puede im poner un contexto sobre una nueva situación, in <br />
dicando cóm o esa nueva situación debe ser interpretada por su in <br />
terlocutor.<br />
¿C óm o com ienza el proceso de convencionalización? Yo quisiera<br />
plantear que antes de que el lenguaje apropiado aparezca en escena, el<br />
niño tiene form as «naturales» de m eter sus gestos y sus vocalizaciones<br />
en los contextos de acción y de interacción. E stoy de acuerdo con la<br />
tesis de A rde D enkel3 de que gran parte del desarrollo com unicativo<br />
5. D cnkel, A .: «C om m unication and M eaning». Tesis doctora!, D ept, de Filosofía,<br />
O xford U niversitv, 1977.
tem p ran o consiste en c o n v e rtir form as n aturales de co n tex tu alizar en<br />
p au tas convencionales. Las fo rm as n atu rales crean el p roceso de arran <br />
q u e so b re el cual p u ed e o p e ra r la convencionalización. V o y a d ar algunos<br />
ejem plos.<br />
T om em os prim ero la regulación de la atención conjunta. C uando el<br />
pequeño niño prelingüístico separa o toca un objeto «nuevo», con frecuencia<br />
acom paña el acto con un protodem ostrativo com o da. Patricia<br />
G reenfield6 inform a sobre un interesante resultado de este hecho. U no<br />
de sus sujetos usaba com o procedim iento para m arcar objetos de atención<br />
la doble sílaba consonante-vocal. En vez de da, podía ser bi-bi o<br />
na-na o algo parecido. D espués de este nivel, el m ism o niño marcaba<br />
los objetos de atención con la expresión ada, con la entonación curva<br />
de la expresión de su m adre W hat’s that? (¿Q ué es eso?). U na m arcación<br />
vocal «natural» cam bió, prim ero, a la duplicación de una sílaba «especializada»,<br />
y luego a una form a más lingüísticam ente mim ética que<br />
estaba bien en cam ino de ser convencional. A partir de ahí, p or supuesto,<br />
el niño fue entrando, paso a paso, en el enunciado convencional.<br />
De form a sim ilar, el estudio de Scaife y B runer7 que aparece en el<br />
capítulo 3, indica que al com ienzo el niño interpreta naturalm ente una<br />
«larga m irada» en una dirección particular, com o indicando la presencia<br />
de un objetivo visual que debe encontrarse a lo largo de la línea de<br />
esa m irada. Pero el estudio de R van8 m uestra que al final del prim er<br />
año el niño tam bién interpreta la entonación creciente convencional del<br />
habla de la m adre com o una señal para buscar un nuevo objetivo visual.<br />
¿C óm o pasó el niño de lo natural a lo convencional en este ejem <br />
plo? Lam entablem ente no tenem os respuesta en form a de un estudio<br />
de investigación. Pero no es ciertam ente del todo inconcebible que haya<br />
cerrado la brecha p o r m edio de un aprendizaje de contigüidad. A rgum<br />
entar que el prim er paso hacia la convencionalización está aprendido,<br />
no significa que uno haya adoptado, una vez m ás, una descripción empirista<br />
perfecta de la adquisición del lenguaje. T odo lo que esto implica<br />
es que el niño está preparado y apto para tom ar las norm as asociadas<br />
que lo llevan al dom inio de la com unicación convencional. A ctuar en<br />
6. G reenfield, P. y Sm ith, J. H .: The Structure o f Communication in Early Language<br />
D evelopm em N ueva Y ork, Academic Press, 1976.<br />
7. Scaife, M . v B runer, J. S .: «The capacity for ioint visual attem ion in the infant».<br />
N ature, 1975, 2 ÍJ (5489), 265-266,<br />
8. Rvan, M . L .: « C o n to u r in context». Trabajo presentado en la Psychology Language<br />
Conference, Stirling, Escocia, 1976,
ese dom inio convencional requiere el tipo de capacidades iniciales analizadas<br />
en el capítulo 2, así com o cierto tipo de M ecanism o de A dquisición<br />
del Lenguaje.<br />
O tom em os un ejem plo de exigencia y petición. <strong>El</strong> niño naturalm ente<br />
llora cuando rechaza la com ida o un objeto con el que es presionado.<br />
En ciertos niños, una vocalización m enos natural tom a el lugar del llanto.<br />
C uando com ienza la negación convencional, el prim er uso del «no»<br />
se encuentra en la m ism a posición que las prim eras vocalizaciones de<br />
negación. Su contextualización es m uy semejante a la de sus predecesores<br />
no estándar. Pero ahora es sensible a la elaboración lingüística<br />
(como ha m ostrado R oy Pea)9 p o r ideas genuinam ente lingüísticas por<br />
parte del niño.<br />
Los contextos naturales están convencionalizados en form as convencionales<br />
y regularizados com o form atos. <strong>El</strong> form ato es una interacción<br />
rutinizada y repetida en la cual el adulto y el niño hacen cosas entre sí<br />
y respecto al otro. C om o esos form atos aparecen antes del habla léxico-gram<br />
atical, son vehículos cruciales en el paso de la com unicación al<br />
lenguaje.<br />
<strong>El</strong> form ato es una interacción contingente entre, por lo m enos, dos<br />
partes actuantes, contingente en el sentido de que las respuestas de cada<br />
m iem bro pueden m ostrarse com o dependientes de una respuesta previa<br />
del otro. Cada m iem bro de la pareja m ínim a tiene un objetivo y un conjunto<br />
de m edios para su logro. Cada uno tiene la capacidad de afectar<br />
el progreso del otro hacia los objetivos respectivos. Los objetivos de<br />
los dos participantes no tienen por qué ser los m ism os, todo lo que se<br />
requiere es que sean satisfechas las condiciones de la contingencia de respuesta<br />
com unal.<br />
Los form atos «crecen» y pueden hacerse tan variados y com plejos<br />
com o sea necesario. E ste crecim iento se hace en varios días. C on el tiem <br />
po pueden incorporar nuevos m edios o estrategias para el logro de los<br />
objetivos, incluyendo los sim bólicos o lingüísticos. Los form atos pueden<br />
ir hacia una coordinación de los objetivos de am bos participantes,<br />
no sólo en el sentido de «acuerdo», sino tam bién respecto a la división<br />
del trabajo y a la división de la iniciativa. Y pueden hacerse convencionales<br />
o canónicos en una form a tal que perm ita a otros, dentro de una<br />
com unidad sim bólica (por ejem plo, «com unidad de habla»), entrar en<br />
9. Pea, R .: «The D cvelopm ent of N egation ¡n Earlv Child Language», Tesis doctoral,<br />
D epartam ento de psicología, O xford U niversitv, 1978.
el form ato de una form a provisional, para aprender sus reglas especiales.<br />
Los form atos son tam bién m odulares, en el sentido de ser accesibles<br />
com o subrutinas, para la incorporación de rutinas a largo plazo, de m a<br />
yor escala. U n form ato de saludo, por ejemplo, puede ser incorporado<br />
en una rutina de m ayor escala, incluyendo otras form as de acción conjunta.<br />
En este sentido, cualquier form ato dado puede tener una estructura<br />
jerárquica, con partes que son interpretadas en térm inos de su ubicación<br />
en una estructura m ayor. La creación de form atos de orden<br />
superior por la incorporación de form atos de subrutina es una de las<br />
principales fuentes de presuposición. Lo que es incorporado se hace im <br />
plícito o presupuesto.<br />
Los form atos, excepto cuando están m uy convencionalizados, no se<br />
pueden especificar independientem ente de las percepciones de los participantes.<br />
E n este sentido, generalm ente tienen la propiedad de contextos<br />
siendo la resultante de definición por los participantes. La definición<br />
de form atos colectivam ente es uno de los principales medios por<br />
los que una com unidad o una cultura controla la interacción de sus<br />
m iem bros. U na vez que un form ato está convenctonalizado y «socializado»,<br />
llega a ser visto com o poseedor de «exterioridad y coacción» en<br />
el sentido de Em ile D u rk h e im 0 y se hace objetivo en el de Karl Popp<br />
e r.11 Eventualm ente, los form atos aportan las bases para los actos de<br />
habla y sus lim itantes condiciones de felicidad. A prendem os cóm o invocarlos<br />
p or m edio del habla.<br />
U na propiedad especial de los form atos que involucran a un infante<br />
y a un adulto (tom ando nuevam ente el punto de H ilary Putnam sobre<br />
la referencia), es que son asim étricos con respecto al conocim iento de<br />
los interlocutores: uno «sabe qué pasa», el otro no sabe o sabe menos.<br />
En la m edida en que el adulto quiere «transm itir» su conocim iento, puede<br />
servir com o m odelo, andam io y m onitor en el form ato, hasta que el<br />
niño logre el dom inio req u erid o .12<br />
Para sintetizar, y o veo el form ato com o un m edio de lograr varias<br />
10. D urkheim , E .: The <strong>El</strong>em entary Forms o f the Religious Life. N ueva York, Free<br />
Press, 1965.<br />
11. Popper, K .: O bjectw e Know ledgc: an Evolutionary Approach. O xford, Clarendon<br />
Press, 1972.<br />
12. <strong>El</strong> análisis de los «form atos» que aparece aquí fue elaborado antes en: <strong>Bruner</strong>,<br />
J. S.: «Form ats of language acquisition». American Journal o f Semiotics, 1982, /(3),<br />
1-16. [Traducción castellana: «Los Form atos de la A dquisición del Lenguaje». E n J . L.<br />
Linaza (com p.). Acción, Pensam iento y Lenguaje. M adrid, A lianza, 1984.]
cruciales funciones pragm áticas en la adquisición dei lenguaje. Para empezar,<br />
el form ato hinca las intenciones com unicativas del niño en una<br />
m atriz cultural: los form atos son instrum entos para transm itir la cultura<br />
tanto com o su lenguaje. C om o los form atos tienen una estructura secuencia!<br />
y una historia (com o se com entó antes), perm iten que el niño<br />
desarrolle conceptos prim itivos del tiem po aspectual. En su form a más<br />
simple le dan al niño una especie de futuro m anejable, de medio alcance,<br />
definido por el curso de la acción antes que por el tiem po abstracto<br />
o el tiem po gramatical. C om o tienen un crecim iento incorporativo, se<br />
convierten en vehículos im portantes para el desarrollo de la presuposición<br />
y para señalar presuposiciones. C om o son finitos, ordenados e interactivos,<br />
tam bién proporcionan un contexto para interpretar lo que<br />
se está diciendo aquí y ahora.<br />
U n últim o punto. H e tratado de exponer un enfoque de la adquisición<br />
del lenguaje que lo hace continuado y dependiente de la adquisición<br />
de la cultura p o r parte del niño. La cultura está constituida p o r p ro <br />
cedim ientos sim bólicos, conceptos y distinciones que sólo pueden ser<br />
hechos en el lenguaje. La cultura queda constituida para el niño en el<br />
acto m ism o de dom inar el lenguaje. <strong>El</strong> lenguaje, en consecuencia, no<br />
puede ser entendido sino es en su contexto cultural. Espero que la explicación<br />
que he expuesto haya puesto en claro p or qué uno y o tro no<br />
pueden ser tratados separadam ente.
Indice de nombres<br />
A gustín, San, 32-34, 32n, 84<br />
Austin, Jo h n , 11 y n, 12,38, 119, 127-128<br />
Bach, E., 36n<br />
Bartlett, E .J ., 86, 8 /n<br />
Bates, E,, 19n<br />
Bcilen, H ,, 19n<br />
Bevcr, T .G ., 19n<br />
Bickcrton, D ., 19n, 23 y n, 31n, 42 y n,<br />
117<br />
Bloom, L,, 12 y n, 34n<br />
Bower, T .G .R ., 27 y n<br />
B ow crm an, M ,, 30, 34n<br />
Brainc, M .D .S ., 34n<br />
Brazelton, T .B ., 27 y n, 60 y n<br />
Brcsnan, J ., 86n<br />
Brickcr, D ,, 20n<br />
B row n, A ., 37n<br />
B row n, R ., 12 y n, 34, 36, 37n, 38, 39, 41<br />
<strong>Bruner</strong>, B .M ., 28n<br />
<strong>Bruner</strong>, J.S ., 13n, 24n, 25n, 27n, 28n, 29n,<br />
33n, 35n, 45n, 72n, 76n, 129n, 131n<br />
B ryant, P ., 31 n<br />
B uhler, K-, 47 y n<br />
B utterw orth, G ., 31n, 72 y n<br />
Cam pbell, R., 87n<br />
C arey, S., 86 y n<br />
C auditl, E ,, 14 y n<br />
Clark, E.V ., 19n<br />
Clark, H .H ., 19n<br />
Claxton, V., 31 n<br />
Colé, P ,, 36n, 43n, 8 ) n<br />
C onnolly, K..j . , 24n, 27n, 45n<br />
C raw ford, M ., 104 y n<br />
C rom er, R ., 19n, 20n<br />
Chafe, W ., 83 y n<br />
Chance, M ., 67 y n<br />
C harney, R ,, 60 y n<br />
C hom sky, N oam , 19 y n, 21, 23 y n, 34<br />
y n, 117<br />
De Laguna, G ., 20n<br />
Denkel, A., 44n, 84n, 128 y n<br />
Deutsch, W ., 66 y n, 67n<br />
De Villiers, J ., 20n<br />
De Villiers, P ., 20n<br />
Dore, J ,, 12 y n, 60n<br />
D urkheim , Emile, 131 y n<br />
Ferguson, C ., 20n, 40, 41n<br />
Fillmore, C ., 36 y n, 37<br />
Foss, B., 19n<br />
Frege, Friedrich, 34<br />
G ardner, J ., 30n<br />
Garvey, C ., 89 y n<br />
G eertz, C ., 15 y n<br />
Gelm an, Rochelle, 77 y n<br />
Greenfield, P ,, 12 y n, 20n, 29n, 37 y n,<br />
129 y n
Grice, H . P., 43 y n, 81 y n<br />
Gruendel, J., 37n, 43n<br />
Haft, W .. 60n, 69n<br />
Hallo, M., 86n<br />
Hallidav, M., 123 y n<br />
Harms, R.T., 36n<br />
Harré, R., 12, 45n<br />
Harrison, B., 84n<br />
Hasclkorn, S., ifSn<br />
Havs, J.R ., 19n<br />
Htllsdale, N .J., 2Cn<br />
Hintikka, j 89 y n<br />
Hofer, L.. 60n, 69n<br />
Hogan, W „ 73 y n<br />
Jakobson, Román, 13, 17<br />
Jarrert, N ., 72n<br />
Jarvella, K .J., 33n<br />
Jones, P ., 31n<br />
Raimar, M., 75 y ti<br />
Kalnins, 1,, 20n<br />
Karmiloff-Smith, A.. 20n<br />
Katz, J 89 y n<br />
Kaye, K., 60 y n<br />
Keasy, B., 84n<br />
Kecnan, E L., 68n, 71n<br />
Kennev, Anthony, 12<br />
Kozlowski, B., 27n, 29n, 60n<br />
Kuhn, Tilomas, 34<br />
Lamb, M ., 37n<br />
Lcslie, A., 31n<br />
Levelt,<br />
32n, 33n<br />
Lewis, M., 27n<br />
Lock, A ., 20n<br />
Luna, Alexander, 55<br />
Lynns, J., 68 y n, 71 y n, S8, 99 v n<br />
MacNamara, J., 38n<br />
McNeill, D., 20n<br />
McShane, J., 84n<br />
Main, M ., 27n, 6Cn<br />
Markova, I., 93n<br />
Meltzoff, A., 27 y n<br />
Miller. G., 35 y n, 86n<br />
M oore, M .K ., 27n<br />
M e ore, T .E ., 20n<br />
Mumtz., M .K ., 89n<br />
Nagcl, E., 32n<br />
N elson, K ., 37 y n, 38, 43 y n<br />
N inio, A ., 14 y n, 18, 76 y n<br />
O gdcn, C .K ., 66 y n<br />
O leron, G ., 13n<br />
O lson, D ., 20n, 38n<br />
Papousek, H anus, 26 v n<br />
Pea, R ., 130 y n<br />
Peehm ann, T ., 66 y n, 67n<br />
Pcircc, C .S., 68n<br />
Perkins, G ,, 3 tn<br />
Perers, R.S., I35n<br />
Piaget, Jean, 28n, 29, 31<br />
Piatelli-PaLmarini, M assim o, 19n<br />
Pinker, S., 20n<br />
Popper, K ., 131 y n<br />
Pratt, C,, 90 y n<br />
Putnam . H itary, 65 y n, 66, 69, 73 y n, 85<br />
y n, 86, 88, 121 y n, 131<br />
Q uine, W .V ., 80 y n<br />
Ratner, N ancy, 14 y n, 45n<br />
Richards, L A ., 66 y n<br />
Richards, M .P .M ., 12n<br />
Ricks, D .M ., 9C y n<br />
Robson, K.S., 69 y n<br />
R osenblum , L., 27n, 60n, 77n<br />
Roy, Carolm e, 14 y n<br />
Ryan, Joanna, 12 y n<br />
Ry7an, M aire Logan, 71 y n, 129 v n<br />
Saussure, Fcrdinand de, 38 y n<br />
Scait’c, Michael, 72 y n, 129 y n<br />
Schíefelbusch, R .L ., 2Cn<br />
Schlesinger, l.M ,, 8C y n<br />
Seadock, J.M ., 36n<br />
Searlc, Jo h n , 20n, 39 y n, 89 y n<br />
Seuren, P ,, 126 y n<br />
Shatz, M arilyn, 77 y n, 84n, 85
Sherw ood, Virginia, 14, 45n<br />
Sinclair, A ., 33 n<br />
Sinclair-de-Zw art, H.> 20n<br />
Skinner, B .F., 32n, 34 y n<br />
Slobin, D ., 20n, 42<br />
Smith, J .H ., 12n, 29n, 37n, 129n<br />
Smith, P ., 87n<br />
Snow, C , 29n, 40, 41n<br />
Sperber, D -, 15 y n, 126 y n<br />
Stephen, L ., 99n, 103<br />
Stern, D ., 27 y n, 60 y n, 69 y n<br />
Straw son, Peter, 12<br />
Sugarman, S., 93 y n<br />
Suppes, P., 32n<br />
Tarski, A ., 32n<br />
Tinbergen, N iko, 12-13<br />
T revarthen, C ., 20n<br />
Tronick, E ., 28 y n<br />
U nger, P .K ., 89n<br />
W aterson, N ., 29n<br />
W eir, R ., 29n, 30<br />
W erncr, H „ 28n, 29<br />
W ittgenstein, Ludw ig, 14, 34, 38 y n, 46,<br />
80
Indice analítico<br />
abstracción, 30-31, 117, 119, 120<br />
«abucheo», 34<br />
acción conjunta, 74, 103-106, 113-114,<br />
131<br />
acercam iento ostensivo, 91, 94-95, 96» 97<br />
adquisición del lenguaje<br />
— capacidad innata para, 23-24, 34,<br />
117, 118<br />
— com ponentes de, 19-21<br />
— in vivo versus in vitro, \ 3, 24<br />
— m odelo funcional de núcleo, 37-38<br />
— teoría del asociacionism o em pírico,<br />
34, 35, 129<br />
— teoría funcionalista, 38-41<br />
— teoría nativista, 34-35, 41<br />
— teoría de, 12, 32-41, 103<br />
— petición en, véase petición<br />
— reiercncia en, véase referencia<br />
anáfora, 66<br />
atención conjunta, 66-76, 88, 120-121, 129<br />
ayuda de desplazam iento, 106<br />
— de fuerza, 106<br />
— de precisión, 106<br />
bioprogram ación, 42<br />
capacidad com binatoria, 30, 45, 46<br />
cerem onia de arm ar, 121-122<br />
com unicación<br />
— juego y, 47, 119<br />
— prelingüística, 23, 32, 40, 41, 67, 124<br />
— sonrisas y, 26, 53<br />
— véase también expresión facial; lenguaje<br />
comunidades lingüísticas<br />
— encuentros de habla arreglados por,<br />
15, 67-68<br />
— posibilidades de corrección en, 86,<br />
123<br />
— requerimientos, 40<br />
conducción sucesiva, 111-113<br />
conduetismo, 33, 34<br />
congraciarse, formas de, 104<br />
contacto cara a cara, 69<br />
contexto, sensibilidad, 14, 24, 30, 38,<br />
126-130<br />
— construido, 126, 127<br />
— definición, 126<br />
— en la petición, 89, 113<br />
— en la rutinización, 68<br />
— en referencia, 66, 67-68<br />
— texto versus, 126-127<br />
cu-cú, 45-63<br />
— análisis de, 56, 57<br />
— como protoconversación, 47<br />
— «directo», 49<br />
— estructura profunda de, 47, 51, 54,<br />
56, 59, 119<br />
— estructura superficial de, 47, 49-50,<br />
54, 55-57, 59, 119<br />
— «principio de entrega*» en, 60<br />
— sorpresa en, 51<br />
— toma y daca en, 60
cultura<br />
— biología y, 23-26<br />
— le n g u a je v, 15, 24, 29-3C, 40,<br />
102-103, 114, 118, 132<br />
— m adres com o «agentes» de, 92, 122<br />
— m ediocridad en, 119, 127, 128<br />
chimpancés<br />
— conducta de petición, 104<br />
— lenguaje no adquirido por, 23<br />
— líneas de atención entre, 67-68<br />
deíctico, 66, 68, 73, 99, 113<br />
— indiferenciado, 71, 72, 73, 85<br />
— véase tam bién contexto, sensibilidad<br />
disponibilidad para relacionar m edios y<br />
fines, 24-25, 42, 46, 106, 117, 119<br />
egocentrism o, 73, 120<br />
enunciados<br />
— análisis de, 38<br />
-— de la m adre, 77-80, 82, 98<br />
— dos-palabras, 95, 104<br />
— en el contexto, 68<br />
— en la «lectura de libros», 77-81, 82<br />
— una-palabra, 21, 37<br />
«epifanías de lo ordinario», 119<br />
«esquema m adre», 93<br />
«esquemas de acción», 74<br />
estructuralism o, 38<br />
estudios de casos, 48-63, 69-71, 74-84,<br />
85-88, 92-104, 107-112, 129<br />
etiquetam iento, referencia y, 68<br />
experim entos de aprendizaje, 25-27<br />
expresión facial, im portancia de, 27-28<br />
form a interrogativa, 89<br />
— interpretación, 39<br />
— locutiva, 12<br />
— referencia versus petición en, 75-76<br />
form atos<br />
— arm ar, 121-122<br />
— crecim iento de, 130-132<br />
— definidos, 119, 126, 130<br />
— en el juego, 44, 47, 70, 125-126<br />
— en la interacción madre-hijo, 13 42<br />
— en los encuentros de habla K<br />
21-22, 30, 41-44, 127-128<br />
— idealizado, 46<br />
— invitación, 104-105<br />
— «lectura de libros», 74, 76-84 85 sa<br />
103 '<br />
— m odulación, 131<br />
— petición, 44, 94-102<br />
— referencia, 121-125<br />
— saludo, 131<br />
fuerza ilocutiva, 12, 119, 125<br />
funcionalism o, 38-41<br />
F unktw nslust, 47<br />
gramática, véase tam bién sintaxis<br />
— del caso, 36-37<br />
— universal, 34-36<br />
habla<br />
— clase Pivot O pen, 34<br />
— del niño<br />
— realización versus com petencia, 35<br />
— «interpretación rica», 12, 30<br />
— vocalización versus, 70<br />
«hipótesis sem ántica», 81, 122<br />
«hola» en el juego versus en las situaciones<br />
reales, 59<br />
indexical, 76, 113, 122<br />
«indicación del problem a», 108<br />
indicaciones de entonación, 71<br />
intención<br />
— convcncionalizada o «no natural»,<br />
43, 121, 123, 128-130<br />
— im portancia de, 39-41<br />
— referencial, 65, 85, 120<br />
interacción m adre-hijo, 21-22, 28, 41-44,<br />
117<br />
— atención conjunta en, 66-76, 88,<br />
120-121, 129<br />
— en «lectura de libros», 76-84<br />
— experim entos con, 28, 39, 71-73<br />
— form atos en, 13, 42-43<br />
— in terpretación de la petición en,<br />
90-92, 95-97, 107-108
— prolongada, 45<br />
__«sincronización» en, 41, 42, 122-123<br />
__t léase tam bién juego<br />
interacción padre-hijo, véase interacción<br />
m adre-hijo<br />
Jntersubjetividad, 28, 120<br />
Jonathan, estudio del caso, 48-55, 59-60,<br />
69-71, 75, 94, 96-97, 100-101, 104,<br />
107-108<br />
juego, 45-63, 68, 92, 102, 119<br />
— capacidad com binatoria, 29-30<br />
— ciclo griceano en, 43<br />
— com o protoconversación, 47, 119<br />
— com o “l’artes del C uerpo», 76<br />
— de m onos más evolucionados, 46<br />
— escondiendo com o, véase tam bién<br />
cu-cú<br />
— form atos en, 44, 47, 70, 125-126<br />
— invitación a, 103<br />
— lenguaje como constituyente de, 46,<br />
119, 120<br />
— objeto, 29, 69-70<br />
— «principio de entrega» en, 60<br />
— sim ulado, 58, 59<br />
— «sistematicidad» en, 28-29<br />
— situaciones «simuladas» en, 44<br />
— sorpresa en, 51<br />
juegos<br />
— de adivinanzas, 58, 75-76<br />
— de intercam bio de turnos y habilidades,<br />
47, 60, 69-70, 77<br />
— de «dar y tom ar», 60, 62<br />
— definidos, 125<br />
— juguetes en, 49, 54, 92<br />
— véase tam bién juego; juegos específicos<br />
lactantes, véase niños<br />
“lecciones de actos de habla», 100<br />
«lectura de libros», 74, 76-84, 86-88, 103<br />
lenguaje<br />
co m o c o n s titu y e n te d el ju eg o ,<br />
45-47, 62, 119, 120<br />
— cultura y, 15,24,29-30, 40, 102-103,<br />
114, 118, 132<br />
«inicial», 71<br />
— niño, 12-13, 30-31, 70, 122<br />
— «seguir adelante», 15<br />
— uso y función de, 12<br />
línea de atención, 68, 72-73, 120, 129<br />
«lengua inicial», 71<br />
lingüística<br />
— del desarrollo, véase adquisición del<br />
lenguaje<br />
— dom inio de, 39<br />
— funcio n al versus e stru c tu ra l, 38<br />
— «gramatical», 13<br />
llanto<br />
— com o petición, 91, 123<br />
— socialización de, 90, 130<br />
madres<br />
— com o agente voluntario, 97, 101<br />
— com o «agentes de la cultura*, 92,<br />
122<br />
— enunciados, 77-80, 82, 98<br />
'Mecanismo de A dquisición del Lenguaje,<br />
22, 32, 34-35, 40-41, 85, 130<br />
m odelo funcional de núcleo, 37-38<br />
m onos, véase M onos más evolucionados<br />
m onos<br />
— línea de atención entre, 67-68<br />
—- respuesta social, 27<br />
m onos más evolucionados<br />
•— juego en desarrollo, 45-46<br />
— líneas de atención entre, 67-68<br />
—- respuesta social en, 27<br />
mnos<br />
— actividad dirigida a un fin, 25-30<br />
— capacidad com binatoria, 30<br />
— causalidad percibida por, 30-31<br />
— com o Realistas Ñ am e, 73, 120<br />
— encuentros de habla arreglados para,<br />
15, 41, 67<br />
— errores en el habla, 30<br />
— facultad de abstracción, 30-31, 117,<br />
119-120<br />
— facu ltad es orig in ales cognitivas,<br />
25-32, 117<br />
— giro de la cabeza, 26<br />
— habla espontánea en el, 30
— interacción con las m adres, véase interacción<br />
m adre-hijo<br />
— m undo perceptivo, 30-31<br />
— percepción visual de, 25<br />
— prolongada inm adurez de, 27, 45<br />
— respuesta de succión, 25<br />
— respuesta social en, 26-29<br />
— sintaxis usada por, 11<br />
— «sistematicidad», 28, 117, 119<br />
— totalidad versus características, 80<br />
nom inales, 75-76, 96, 97, 114, 121-122,<br />
124<br />
objeto<br />
— énfasis del, 70<br />
— esquem a del, 93<br />
— juego del, 70<br />
— perm anencia del, 46-49<br />
— petición del, 9!, 92-103<br />
«ordinario», 119, 127, 128<br />
O xford U niversidad, teoría de actos del<br />
habla desarrollada en, 12<br />
percepción visual, respuesta de succión y,<br />
25<br />
petición, 89-115, 123-124<br />
— aspectos ilocutivos de, 91<br />
— desplazada, 95-101, 111, 114, 123<br />
— de acción versus de inform ación,<br />
39-4C<br />
— en la conducta del chim pancé, 104<br />
— form ato de, 94-103<br />
— función de, 21-22<br />
— guiada, 108-113<br />
— in v itació n a ia acción co n ju n ta<br />
com o, 91, 103-106, 113-114<br />
— llanto com o, 90<br />
— objeto, 91, 95-103, 113<br />
— p ara acción de a p o v o , 92, 99,<br />
106-115<br />
— sensibilidad de contexto en, 89, 113<br />
— señalado en, 91, 96<br />
— tipos, 91-92<br />
pragmática, 11-14. 21, 3S-41. 90. 1C3<br />
“Prcface to the D evelopm ent of Speech,<br />
A» (<strong>Bruner</strong>), 13<br />
«principio de entrega», 60, 106-107<br />
Principio de la Ignorancia Razonable, 86<br />
Quasi-inglés, 71<br />
Realismo Nai've, 73, 120<br />
referencia, 65-88, 99, 124<br />
— anáfora en, 66<br />
— asimetría en, 65-88, 131<br />
— cadenas causales en, 65, 66, 121<br />
— compartida, 120<br />
— deixis en, 66, 67, 73<br />
— estructura del objetivo en, 66<br />
— form ato de, 121-125<br />
— im portancia de, 20-21<br />
— intento en, 65,84, 120<br />
— sensibilidad del contexto en, 66, 67,<br />
68<br />
— señalización en, 74-76<br />
referencial de petición, 91<br />
respuesta de succión, 25<br />
Richard, estudio del caso, 48, 54-62, 71,<br />
74-76, 81-83, 85-88, 94-104, 108-113<br />
semantica, 21, 124<br />
— generativa, 36-37<br />
— véase tam bién lingüística, referencia<br />
seres hum anos<br />
— como m am íferos, 25<br />
— «facultad original» de, 23-24<br />
— M onos más evolucionados y monos<br />
versus, 27, 45, 67-68<br />
señalización<br />
— acercam iento ostensivo, 91<br />
— en petición, 91, 96<br />
— en referencia, 74-76<br />
«sincronización»' en la adquisición del<br />
lenguaje. 41, 42-43, 122*123<br />
sintaxis, 21, 124<br />
— adquisición de, 20<br />
— en la invitación a la acción conjunta,<br />
104<br />
— estructura del caso en la, 36-37<br />
— evaluación de, 12<br />
— m isterio de, 21<br />
— «palabras» versus, 33
— universa!, 34-36<br />
— uso. del niño de, 11<br />
jistem a de A poyo de la A dquisición del<br />
Lenguaje, 22, 41-44, 60, 118, 125<br />
¡istcmaticidad, 28-29, 117, 119<br />
¡onrisas, sonriendo<br />
—- com o respuesta a la m adre, 27<br />
— de placer profetizado, 26, 59<br />
«teoría del aprendizaje» conductista, 33<br />
transaccionalidad, véase interacción m a<br />
dre-hijo<br />
«triángulo de referencia», 66<br />
“triquiñuelas» en los actos del habla, 127<br />
Zuiam m erdam M edal, 12