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Bruner Jerome - El Habla Del Niño - Cognicion Y Desarrollo Humano

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<strong>El</strong> habla del niño<br />

<strong>Jerome</strong> <strong>Bruner</strong><br />

Cognición<br />

y desarrollo humano<br />

Paidós


Título original: Child's Talk. Leaming te Use Language<br />

Publicado en inglés por W W. Norton, Nueva York y Londres<br />

Traducción de Rosa Premat<br />

Supervisión de Ignasi Vila<br />

Cubierta de Ferran Caries<br />

1.a edición, 1986<br />

3 * reimpresión, 1995<br />

© 1983 by <strong>Jerome</strong> <strong>Bruner</strong><br />

© de todas las ediciones en castellano,<br />

Ediciones Paidós Ibérica. S.A.,<br />

Mariano Cubí, 92 - 08021 Barcelona<br />

y Editorial Paidós, SAICF,<br />

Defensa, 599 - Buenos Aires<br />

ISBN: 84-7509-373-6<br />

Depósito legal: B-28.678/1995<br />

Impreso en Hurope, S. L ,<br />

Recaredo, 2 - 08005 Barcelona<br />

Impreso en España - Printed in Spain


Para R om án Jakobson,<br />

un ser venido del fu tu ro


Indice<br />

P ró lo g o ............................................................................................................... 11<br />

1. In tro d u c c ió n ............................................................................................. 19<br />

2. D e la com unicación al h a b la ............................................................... 23<br />

3. Jugar, juegos y lenguaje....................................................................... 45<br />

4. <strong>El</strong> crecim iento de la referen c ia.......................................................... 65<br />

5. <strong>El</strong> desarrollo de la petición.................................................................. 89<br />

6. A prendiendo a hablar............................................................................ 117<br />

Indice de nom bres........................................................................................... 133<br />

Indice analítico................................................................................................ 137


Prólogo<br />

O riginalm ente este volum en tenía la intención de ser una selección<br />

de artículos escogidos escritos en la década siguiente a 1972. <strong>El</strong> plan o riginal<br />

era trabajar en ellos y reescribirlos p o r separado para crear un libro<br />

de ensayos. En ese proceso, esos prim eros artículos fueron absorbidos<br />

en una estructura más general, aunque todavía pueden encontrarse<br />

algunas trazas de ellos. Se convirtieron en un libro unitario. Sus temas<br />

se refieren a la form a en que el niño pequeño adquiere los usos de<br />

su lenguaje nativo y cóm o, com enzando a usar el lenguaje sólo para fines<br />

lim itados, finalm ente llega a reconocer sus usos más eficaces y p ro ­<br />

ductivos. Su énfasis está en la pragm ática, en aprender «cómo hacer c o ­<br />

sas con palabras», según la feliz frase de A ustin, y, en especial, cóm o<br />

lograr una atención recíproca y el m anejo de acciones en com ún con<br />

otra persona p o r m edio del uso del lenguaje.<br />

N o com encé a estudiar intensam ente el lenguaje hasta 1972, cuando<br />

me trasladé a O xford. La lingüística experim ental del desarrollo de la<br />

década precedente sin duda me había interesado, pero sólo com o espectador.<br />

Estaba dom inada p o r un interés en la sintaxis y su dom inio,<br />

pero era am pliam ente form alista en espíritu. N o me tentó. Me parecía<br />

que le faltaba fuerza funcional. <strong>El</strong> foco de la estructura gram atical que<br />

se encontraba en este estilo de lingüística evolutiva parecía im pedirle explorar<br />

las funciones que el lenguaje cubría en diferentes contextos y la<br />

form a en que esas funciones se desarrollaban.<br />

Pero alrededor de la década de los setenta el estudio de la adquisición<br />

deí lenguaje com enzó a cam biar hacia un énfasis más funcional.5<br />

1. Ausrin, J ,: H o w to do things w ith u ’ords. O xford, O xford Univ. Press, 1962. fTraducción<br />

casreltana: Cóm o hacer tosas con palabras, Barcelona, Paidós, 1982.]


Fue entonces cuando mi interés pasó de ser el de un espectador a ser<br />

el de un participante. C orrespondería decir algo sobre esa cam biante escena.<br />

¿Q ué es lo que la produjo?<br />

A pesar de afirm aciones anteriores en sentido contrario, se hizo cada<br />

vez más evidente que el niño tenía que tener algún conocim iento del<br />

m undo «real» antes de que pudiera desenm arañar con efectividad los<br />

m isterios de la sintaxis. En efecto, el niño usaba su prim era sintaxis para<br />

describir cosas que tenían alguna im portancia para él. Ese fue el planteam<br />

iento que alcanzó su prim era expresión im portante en el magistral<br />

trabajo de Roger B row n A First Language, publicado en 1973,2 Y se<br />

hizo más evidente aún en los trabajos de Lois Bloom , de Patricia G reenfield,<br />

d e jo h n D o re ,3 todos los cuales insistieron en una «interpretación<br />

rica» del lenguaje del niño. U n a interpretación rica im plicaba el uso del<br />

contexto y de la función com unicativa en la evaluación de la sintaxis<br />

del niño. U n nuevo funcionalism o estaba atenuando el form alism o de<br />

la década anterior.<br />

En O xford encontré una atm ósfera dom inada por la teoría del acto<br />

de habla. Ya conocía este enfoque p or el trabajo de Jo h n A ustin y por<br />

un artículo tem prano de Joanna R yan4 sobre su vinculación con la psicología<br />

del lenguaje. Se enfatizaba firm em ente sobre el uso y la función,<br />

en una fuerza ilocutiva tanto com o en una form a locutiva. En poco tiem ­<br />

po mis estudiantes, mis jóvenes colegas de O xford y yo m ism o, quedam<br />

os atrapados en las implicaciones psicológicas de los actos de habla.<br />

N o m ucho después me encontré colaborando con los filósofos de<br />

O xford en la supervisión de los estudiantes de doctorado, en plena<br />

em ergencia del nuevo enfoque (eran mis colegas Peter Straw son, A n­<br />

th o n y K enney y R om H arré). Los encontré tan interesados en los temas<br />

psicológicos com o yo lo estaba en los filosóficos.<br />

En 1974 mi am igo N ík o Tinbergen ganó la Z w am m erdam M edal, y<br />

una de las obligaciones de tal honor era organizar un sem inario en Amsterdam<br />

com o parte de la cerem onia de entrega. M uy am ablem ente me<br />

invitó a presentar un trabajo en «su» sem inario Zw am m erdam . Tinber-<br />

2. Brow n, R .: A fir u language. C am bridge. M ass., H arvard Univ. Press, L973.<br />

3. B loom , L.; O ne -mord at a time, La H aya, M outon, 1973. Greenfield, P. y Smith,<br />

j . H .: The structure o f com m tim cation in early Ltngtíage developm ent. N ueva York,<br />

Academic Press, 1976. D ore, J .: «A pragm atic description of earlv language developm<br />

e n t Journal o f PsycholingHÍstic Research. 1974, 343-350.<br />

4. R yan, J .: «Early language develcroment». En M, P. M. Richards (com p.), The m -<br />

tegrauon vt a child into a social world. C am bridge, C am bridge Univ. Press. 1974.


gen estaba apasionadam ente interesado en la biología de la com unicación,<br />

pero era cauteloso con la «lingüística gram atical», com o una vez<br />

la llamó. Pensé que sería una buena ocasión para hablar con él de los<br />

actos de había. Yo usaría la oportunidad de transm itirle mis agitados<br />

pensam ientos sobre los actos de habla y su desarrollo, resultado de un<br />

año de observación prelim inar de niños en los prim eros dieciocho m e­<br />

ses de vida y de una gran cantidad de lectura y discusión. Ese fue el<br />

com ienzo de este volum en, un trabajo sobre «ontogénesis de los actos<br />

de habla», que apareció en 1974.<br />

<strong>El</strong> trabajo de observación continuó, y tam bién io hizo la discusión.<br />

P ronto se hizo necesario poner un poco de orden para aclarar el laberinto<br />

de tem as que aparecieron en el sem inario de Zw am m erdam . A l­<br />

gunos escriben para llegar a saber qué es lo que piensan. Yo entre ellos.<br />

Y así apareció un segundo articulo, el paso siguiente en el camino hacia<br />

este volum en, «From C om m unication to Language», que apareció en<br />

Cognition en la celebración del ochenta aniversario de Rom án Jakobson.<br />

A su vez, ese artículo sufrió una revisión y el resultado fue otro<br />

artículo presentado en París en el verano de 1975: «A Preíace to the D e-<br />

velopm ent of Speech».5 E ra el plan de juegos del procedim iento a u tilizar<br />

para el trabajo em pírico que había de seguir. Para entonces yo había<br />

decidido que la adquisición del lenguaje se puede estudiar sólo en<br />

casa, in vivo, no en el laboratorio, in vitro. Los temas de la sensibilidad<br />

del contexto y del form ato de la interacción m adre-hijo, ya me habían<br />

llevado a abandonar el elegantem ente equipado pero artificial laboratorio<br />

de video en South Parks R oad a favor del desorden de la vida de<br />

hogar. Fuim os hacia los niños en lugar de hacerlos venir hacia nosotros.<br />

<strong>El</strong> trabajo intelectual tiene una historia natural, un poco com o la<br />

de todo lo que crece. Y con cada artículo sucesivo mis propios enfoques<br />

cam biaron y crecieron.<br />

Y así fue. U n libro es un producto, no sólo de un autor (y de sus<br />

estudiantes), sino de determ inados tiem pos y lugares. N o fue sólo O x­<br />

ford v los años setenta. Tam bién fue un m undo en el cual m uchas<br />

corrientes intelectuales estaban convergiendo, com o las filosóficas y las<br />

5, <strong>Bruner</strong>, J. S ,: «The ontogénesis of speech acts». Journal o f C hild Langnage> 1975,<br />

2, 1-19. B runer, j. S .: «From com m unication to language», Cognition, 1975, 3 (3),<br />

255-287. [Traducción castellana: «De la com unicación al lenguaje». M onografías de I n ­<br />

fancia y A prendizaje, 1981, 1, 133-163.] <strong>Bruner</strong>, J. S .: «A preíace to the developm ent<br />

of speech». En G . O lero n (com p.), V A n n e e Psychologique: Momage a Paul Fraisse.<br />

Presses U niversites de Trance, 1977.


lingüísticas ya m encionadas, pero tam bién trabajos de psicología y antropología<br />

relacionados con la contextuahzación de pensam iento y habla<br />

y reglas culturales. Fue una década rica para to d o el que trabajara<br />

el cam po de la pragm ática. La parte final de este volum en refleja el período<br />

y sus lugares, así com o la investigación sobre la que está basado<br />

el m ism o.<br />

<strong>El</strong> libro com ienza con dos capítulos sobre los problem as teóricos que<br />

m otivaron el trabajo. A éstos siguen tres capítulos em píricos que tra ­<br />

tan, respectivam ente, de los «juegos del lenguaje» y del crecim iento de<br />

la referencia y de la petición. La referencia y la petición son los dos<br />

usos más im portantes del lenguaje sobre los que se centra la investigación<br />

em pírica. Pero el capítulo sobre el papel de los juegos en la adquisición<br />

del lenguaje es propedéutico para la com prensión de estos<br />

usos, «juegos de lenguaje», en el sentido clásico de W ittgenstein, no es<br />

sólo una m etáfora.<br />

<strong>El</strong> capítulo sobre «juegos» debe m ucho a la colaboración de Virginia<br />

Sherw ood, Eíleen C audill y N ancy Ratner. <strong>El</strong> capítulo sobre la referencia<br />

está fuertem ente vinculado al trabajo realizado en conjunto con<br />

A nat N inio cuando en 1977-1978 era una visitante proveniente de la H e-<br />

brew U niversíty de Jerusalén que trabajaba en O xford. N ancy Ratner<br />

y Eileen C audill tam bién ayudaron m ucho en este trabajo. <strong>El</strong> capítulo<br />

sobre la ontogénesis de la petición fue realizado en colaboración con<br />

C arolyn Roy y N ancy R atner.6<br />

<strong>El</strong> capítulo final de este volum en es, nuevam ente, un relato de sucesivas<br />

transform aciones. Pasó por un largo período de gestación. U na<br />

versión em brionaria fue expuesta en form a de W itkin Lectures en Princeton<br />

en 1980. Extensiones y revisiones fueron presentadas en el otoño<br />

de 1981 en la Sixth Boston C hild Language Conference y luego en la<br />

D elaw are C onference. En la prim avera de 1982, algunas variantes posteriores<br />

fueron lanzadas en B row n y en Pennsylvania.<br />

Este volum en fue llevando una m uy buena vida viajera, y le estoy<br />

agradecido1a la m ucha gente que nos dio hospitalidad durante esos años,<br />

6. Ratner. N . y B runer, J. S.: -C arnes, social exchangc and die ¿cquUition of Unguage».<br />

Journal of C hild Language, 197S, 5, 391-431. N inio, A. y <strong>Bruner</strong>, J. S .: «The<br />

aehievem ent and antecedents oí U b e\lin g ^Jo u rn a l oí C hild Language, 1978. 5. 1- í 5.<br />

<strong>Bruner</strong>, |. S., C audill, L. y N inio, A .: «Language and cxpcrienee». En R, S. Peters<br />

(com p.), John D e u e y reconsidered, Londres, R outledge y Régan Paul, 1977. <strong>Bruner</strong>, J.<br />

S., Ratner, N . y Roy, C .; «The beginníng of request». En K, N elson (com p.), Children’s<br />

language. vol. IV, N ueva Y ork, G ardner Press, 1982.


en los dos C am bridge, en M oscú, Budapest, N ueva Y ork, N ijm egen,<br />

T oronto, Bristol, Lovaina.<br />

H ay dos hilos que unen las ideas y los datos que com ponen este libro.<br />

<strong>El</strong> prim ero es «exterior»: cóm o la com unidad lingüística arregla<br />

los encuentros de habla de m anera que a los jóvenes aspirantes al habla<br />

se les ocurra cóm o hacer claras sus intenciones com unicativas y cóm o<br />

penetrar en las intenciones de los otros. <strong>El</strong> vehículo principal de este<br />

apoyo es el form ato, las situaciones pautadas que perm iten al adulto y<br />

al niño cooperar para «seguir adelante» en el lenguaje.7 <strong>El</strong> segundo hilo<br />

es más «interior» y de procedim iento. Se refiere a cóm o el intento com<br />

unicativo es sucesivam ente transform ado, a través de la negociación,<br />

en procedim ientos lingüísticos crecientem ente poderosos. Los dos hilos<br />

son, realm ente, com o la urdim bre y la tram a del argum ento del libro.<br />

N o he intentado «cubrir» la vasta literatura con la cual conecta este<br />

libro. N o quiere decir que sea una revisión ni una crítica. Mi propósito,<br />

más bien, era usar la investigación de O xford para desarrollar un enfoque<br />

sobre cóm o los niños pequeños son apoyados para dom inar el<br />

lenguaje que están adquiriendo. En esa em presa m uy pro n to se hace claro<br />

que el niño disfruta de un acceso privilegiado al lenguaje, que su entrada<br />

en él está sistem áticam ente arreglada por la com unidad lingüística.<br />

Es igualm ente claro que los niños, al intentar usar el lenguaje para<br />

lograr sus fines, hacen m ucho más que sim plem ente dom inar un código.<br />

Están negociando procedim ientos y significados y, al aprender a hacer<br />

eso, están aprendiendo los cam inos de la cultura, así com o los cam<br />

inos de su lenguaje. C oncentré mi atención en aquellos autores que<br />

se ocupaban de esos tem as más que en la literatura sobre la adquisición<br />

del lenguaje en general. En efecto, algunos de los autores que más atrajeron<br />

mi atención están apenas representados en las referencias bibliográficas,<br />

principalm ente porque no estaban activam ente interesados en<br />

el lenguaje del niño com o tal o en el lenguaie en sí mismo. Clifford<br />

G eertz y Dan SperberKson buenos ejem plos: am bos están preocupados<br />

por la m anera en la cual se adquiere la cultura, a través de la negociación<br />

antes que a través del agotam iento de un código. E ncontré su tra­<br />

7. <strong>Bruner</strong>, J . S .: «Form ats of language acquisition». American Journal o f Semiotics,<br />

1982, I (3), 1-16. [Traducción castellana: Los form atos de la adquisición del lenguaje.<br />

En j . L. Linaza (com p.), Acción, pensam iento y lenguaje, M adrid, Alianza, 1984.]<br />

8. G eertz, C .: The lnterpretation o f Cultures: Selected Essavs, N ueva Y ork, Basic<br />

Books, 1973. Sperber, O .: R ethinking Sym bolism , C am bridge, C am bridge Univ.<br />

Press, 1973.


ajo enorm em ente sugestivo, a pesar de que no está m encionado en el<br />

texto del libro. M i aparente olvido de la literatura especializada no proviene<br />

de una falta de respeto sino de una concentración en un objetivo<br />

específico. Siento m ucho placer en expresar un cálido agradecim iento<br />

al am istoso y revoltoso círculo de estudiantes y colegas que me dieron<br />

tanto estím ulo y tanta satisfacción durante mis años en O xford. Jo h n<br />

C hurcher, C athy U rw in, R oy Pea, A lison G arton, Paul Bam borough,<br />

C hristopher P ratt, A rde D enkel, Alan e Ian Leslie, Andy M cltzoff, Susan<br />

Sugarm an, Alison G opnik y José Linaza, todos com prom etidos en<br />

el com bate. A nat N inio, M agda Raim ar, A idan M acfarlane y Michael<br />

Scaife eran com pañeros del posdoctorado. Los com pañeros visitantes<br />

hicieron enorm es aportes: D avid O lson de T o ronto, R obert Grieve de<br />

St. A ndrew s, K atherine N elson de Yale, C laudia de Lemos de C am piñas,<br />

y V irginia V olterra de Rom a. K athleen D anaher Sylva com enzó<br />

conm igo el trabajo sobre problem as de la referencia, pero nuestra colaboración<br />

se diversificó hacia otros temas que tenían que ver con el desarrollo<br />

y el cuidado del niño. R eñirá H uxley se nos unió, pero su breve<br />

participación en el trabajo term inó desgraciadam ente con su triste y<br />

prem atura m uerte. <strong>El</strong> «seminario del alm uerzo de los viernes» fue una<br />

fuente estable de sostenim iento, y la lista de participantes es dem asiado<br />

larga para m encionarla. Pero deseo agradecer particularm ente a Barbel<br />

Inhelder, R ichard C rom cr, A drián Fourcin, N atalie W aterson, G areth<br />

Evans, M aureen Shields y C harles T aylor por sus contribuciones, y a<br />

A lison G opnik p o r su talento en m anejar los debates.<br />

E ntre mis colegas de O xford, quiero dar mis gracias particularm ente<br />

a Isaiah Berlin, N ik o T inbergen, R om H arré, Jonathan C ohén, A n­<br />

thony K enney, D onald B roadbent, Peter B ryant. H arry Judge y R oy<br />

H arris. F ueron de gran ayuda.<br />

Para transcribir los protocolos se deben usar muchas horas de labor<br />

paciente e inteligente. Meg Penning-Row sel! fue una especial ayuda en<br />

esto, com o lo fue mi secretaria, M egan Kenyon.<br />

Viejos am igos y colegas dieron ayuda y consejo: G eorge M iller y Roger<br />

B row n, Pim Levelt y Eric W anner, M argaret D ortaldson y H enri<br />

Tajfel, A nnette K arm iloff-Sm ith y <strong>El</strong>ena Lievcn, entre otros. D urante<br />

un año sabático en el N etherlands Institute for Advanced Studv, en Flolanda,<br />

me beneficié particularm ente con las discusiones con D avid O í-<br />

son, M elissa B ow erm an, C laudia de Lem os, M anny Schegloff, Patricia<br />

G reenfield, y nuestros colegas en el M ax-Planck Institute for Psvcholinguistics.


Rita W atson me ayudó en la selección y la corrección prelim inar. Estov<br />

en deuda con ella, no sólo p o r el trabajo detallado que significa esa<br />

tarea, sino tam bién p o r su buen juicio y su infalible buen hum or. La<br />

corrección final de este volum en fue hecha en colaboración con m i colega<br />

C arol Fleisher Feldm an, con quien tuve el privilegio de una correspondencia<br />

de varios años m ientras se desarrollaba el trabajo. Su contribución<br />

fue una ayuda inconm ensurable para mí.<br />

Todavía existen editores de la «vieja escuela», para gran beneficio de<br />

autores y lectores. D onald Lam m es uno de ellos y se debe elogiar tam ­<br />

bién a la nueva generación de la vieja raza, particularm ente a D onald<br />

Fusting.<br />

Y finalm ente, este volum en está dedicado a R om án Jakobson. <strong>El</strong> m u­<br />

rió durante la etapa final de su redacción. Fue el lingüista más p ro fu n ­<br />

do de su generación y un hom bre de una intensa generosidad com o<br />

m aestro y com o am igo. M antuve la form a de la dedicatoria original en<br />

lugar de cam biarla p o r «a la m em oria de...». <strong>El</strong> distinguido lingüista soviético<br />

Ivanov dijo de Jakobson que era «un ser venido del futuro», y<br />

yo pedí prestada esa frase para agregarla a mi dedicatoria.<br />

N ueva York<br />

Febrero 1983<br />

JE R O M E B R U N E R


Introducción1<br />

<strong>El</strong> sim ple hecho de tener delante la evidencia no es suficiente para aprender [el<br />

lenguaje]... Se debe determ inar qué es necesario para hacer funcionar el sistema.<br />

N oam C hom skv<br />

C uando se dice que un niño está adquiriendo el «lenguaje», se dan,<br />

al m enos, tres form as de entender esa afirmación. La prim era se refiere<br />

a la corrección de la form a: el niño o la niña están adquiriendo las condiciones<br />

para form ular expresiones orales congruentes con las reglas gramaticales.<br />

Se trata de un tem a cargado de interrogantes. ¿C óm o aprende<br />

el niño? Para em pezar, ocurre con frecuencia que las reglas gram a­<br />

ticales del niño no son las mismas que usan los adultos que lo rodean.<br />

La im itación es una explicación poco convincente. E incluso en el caso<br />

1. <strong>El</strong> epígrafe está en M assim o Piattelli-Palm arini (com p.), Language and Learning:<br />

The D ebate betw een Jean Piaget and N oam C hom sky, C am bridge, M ass., H arvard<br />

Univ. Press, 1980, pág. 262. Basado en las trascripciones del debate sostenido en octubre<br />

de 1975 en la A bbaye de R oyalm ont. Los siguientes libros serán de particular ayuda<br />

para u n conocim iento general de los diferentes contactos con el estudio de la adquisición<br />

del lenguaje: A ustin, J .: H oiu to do Things w ith Words. O xford, O xford Univ.<br />

Press, 1962. [Traducción castellana: C óm o hacer cosas con palabras, Barcelona, Paidós,<br />

1982.] Bates, E .: Language in Context: The Acquisition o f Pragmatics, N ueva Y ork,<br />

Academic Press, 1976. Beilen, H . : Studies in the Cognitive Bctsis o f Language D evelopment.<br />

N ueva Y ork, Academic Press, 1975. Bever, T. G .: «The cognitive basis for<br />

linguistic structures». En J. R. H ays (com p.), Cognition and the D evelopm ent o f Language.<br />

N ueva Y ork, W iley, 1970. B ickerton, D .: Roots o f Language. A nn A rbor,<br />

Mich., Karom a Publishers, 1981. C hom sky, N . : A speas o f the Theory o f Syntax. C am ­<br />

bridge, M ass., M IT Press, 1975. [Traducción castellana: Aspectos de la teoría de la sintaxis.<br />

México, Siglo X X I.] C lark, H . H . y C lark, E. V .: Psychology and Language: An<br />

Introduction to Psycholinguistics. N ueva Y ork, H arcourt Brace J ovanovich, 1977. C romer,<br />

R .: «The developm ent of language and cognition: T he cognition hypothesis». En<br />

B, Foss (com p.), N e w Perspectives in C hild D evelopm ent. H arm ondsw orth, Inglaterra,<br />

Penguin, 1974. [Traducción castellana: «<strong>El</strong> desarrollo del lenguaje y la cognición: la hipótesis<br />

cognitiva». En B. Foss (com p.): N uevas perspectivas en el desarrollo del niño,<br />

M adrid, Fundam entos, 1978.] C rom er, R .; «Rcconceptualizing language acquisition and


de que el niño utilice una gram ática del tipo de la de los adultos, es<br />

m uv dudoso que haya estado en contacto con suficientes m odelos de<br />

tales reglas com o para haberlas aprendido por inducción. H ay algo poco<br />

plausible en la m ayoría de los enfoques sobre la adquisición de la gramática,<br />

ya sean las opiniones de los em piristas que piensan que la gramática<br />

se aprende com o cualquier otra cosa, o los puntos de vista de<br />

aquellos que afirm an que hay una suerte de disposición innata que predestina<br />

a los seres hum anos a ser «adquirentes» de lenguaje. P or otra<br />

parte, a la luz de nuestro conocim iento actual, parccc m uy im probable<br />

que los niños aprendan gram ática por el placer de aprenderla. Su dominio<br />

parece siem pre un factor instrum ental para hacer algo con palabras<br />

en el m undo real, aunque sólo sea atribuir significado a algo.<br />

Este es el segundo aspecto del lenguaje: su capacidad de referencia y<br />

de significado. P o r un lado, se da el caso de que se pueden construir<br />

enunciados que están sintácticam ente bien form ados pero que no «quieren<br />

decir» nada, pero es raro que hagamos esto siendo niños o hablantes<br />

m aduros. ¡C ó m o aprende el niño a referirse y a significar, y a hacerlo,<br />

además, usando un habla léxico-gram atical? La respuesta no es<br />

en absoluto obvia. P orque es poco claro a qué se refiere y qué quiere<br />

decir cualquier expresión si se abstrae de los contextos y condiciones<br />

en las cuales se enuncia. Incluso (o especialmente) las expresiones de<br />

cognitive developm ent». En R. L, Schiefetbusch y D. Brickcr: Early Language: Acquiíition<br />

and Intervention. Baltim ore, M d.. U niversity Parle Press, 1981. D e Laguna, G-:<br />

Speech: Its Function and D evelopm ent. N ew H avcn, ''['ale Univ. Press, 1927. D e Vílliers.<br />

j . y D e Villiers, P .: Language Acqutsition. C am bridge, Mas?., H arvard Univ.<br />

Press, 1978. G recnfield, P ,; «Structural parallels betw een language and aetion in developm<br />

ent». En A. Loek ( c o m p . 'Aetion, Gestare and Sym bol. Londres, Aeadcmic Press,<br />

1978, K arm iloff-Sm iih, A .: A Functional Approach to C hild Language: .4 Study oj Determ<br />

in en and Referenee. C am bridge, C am bridge U niv. Press, 1979. M cNeill, D .:<br />

The A cquiútion o f Language. N ueva Y ork, H arper y K cw , 1970. M cN eill, D .: The<br />

Conceptual Basi< oí Language. H illsdalc, N , |. : Erlbaum Publishcrs, 1979. Pinker, S.:<br />

■Forma! modcls oí language Icarning*. Cognition. 1979, 7, 217-283. Scarle, ).: Speech<br />

A n Essay in the Pbilosophy o f Language. C am bridge, Cam bridge Univ. Press,<br />

1969. [Traducción castellana: Actos de habla. M adrid. C átedra, 198C.] Sinclair-de-<br />

Zw.irt, H .: «Language acquisition and cognitive developm ent» En T. F.. M oore<br />

(com p.), C ognitive D evelopm ent and the Acquisition of Language. N ueva Y ork, Academia<br />

Press, 1973, Slobin. D .: «Cognitive prcrcquisites íor the levelopm ent of grammar».<br />

En C. A. Ferguson y D. Slobin (com ps.), Sludtes of C hild Language D evelopm<br />

em . N ueva Y ork, H o lt, R in e h a rty W inston, 1973. T revarthen, C .: «The fuundations<br />

of intersubjectívity: D eveiopm ent of m terpersonal cooperative understanding in m-<br />

fants». En D. O lson (com p.), The SocialFoundations o} Language and Thought. N u e­<br />

va Y ork, N o rto n , 19SC.


una sola palabra son difíciles de interpretar. La palabra fuego, por ejem ­<br />

plo, ¿es una advertencia, una expresión referencial a algo que se ha visto,<br />

o una solicitud para encender un cigarrillo? D e ahí que al decir que<br />

un niño está adquiriendo el lenguaje debam os dar razón de otro aspecto<br />

de lo que está siendo adquirido, es decir, su función o intento de com<br />

unicación, o «cóm o conseguir que se hagan cosas con palabras». En<br />

este caso, el criterio para juzgar los progresos en la adquisición no es<br />

tanto la form a correcta o el sentido y la referencia, sino algo más parecido<br />

a la efectividad. ¿Puede el niño pedir, indicar, recom endar o p ro ­<br />

m eter o apoyar o m ostrar respeto p or el uso de medios com unicativos?<br />

¿Y puede satisfacer las condiciones que la cultura atribuye a los hablantes<br />

que cum plieran con estas cosas: condiciones de preparación, sinceridad,<br />

esencialidad y asociación?<br />

Estas tres facetas del lenguaje que el niño debe dom inar para llegar<br />

a ser un «hablante nativo» — la sintaxis, la sem ántica y la pragm ática<br />

del lenguaje—, obviam ente no son, y lógicam ente no pueden ser, aprendidas<br />

independientem ente una de otra. Probablem ente la sintaxis es la<br />

más m isteriosa, ya que sin entrar en 1a elaboración del tem a, constituye<br />

una red m uy intrincada e interdependiente en todas las lenguas. Pero<br />

aun así, los otros dos aspectos no son m enos sorprendentes en su com ­<br />

plejidad. Y si uno observa los procesos de la vida cotidiana, los tres aspectos<br />

del lenguaje parecen ser aprendidos en form a interdependiente.<br />

Este libro trata de la interdependencia. Parte del punto de vista de<br />

que las tres facetas m encionadas son inseparables en el proceso de adquisición,<br />

de que son necesariamente inseparables. Más específicamente,<br />

la adquisición del lenguaje «com ienza» antes de que el niño exprese<br />

su prim er habla léxico-gram atical. C om ienza cuando la m adre y el niño<br />

crean una estructura predecible de acción recíproca que puede servir<br />

com o un m icrocosm os para com unicarse y para constituir una realidad<br />

com partida. Las transacciones que se dan dentro de esa estructura constituyen<br />

la entrada o «inpttt» a partir de la cual el niño conoce la gram á­<br />

tica, la form a de referir y de significar, y la form a de realizar sus intenciones<br />

com unicativam ente.<br />

Pero el niño no podría lograr estos prodigios de adquisición del lenguaje<br />

si al mismo tiem po no tuviera una única y predispuesta capacidad<br />

para el aprendizaje del lenguaje, algo sem ejante a lo que N oam<br />

C hom sky ha llam ado M ecanism o de A dquisición del Lenguaje (LAD)."'<br />

* L A D : Language A cquisition Device, [T.]


Pero este m ecanism o no podría funcionar en el niño sin la ayuda dada<br />

por el adulto, que se incorpora, ¡unto con él, a una dim ensión transaccional.<br />

Esta dim ensión, que al com ienzo controla el adulto, pro p o rcio ­<br />

na un Sistema de A poyo de la A dquisición del Lenguaje (LASS),* sistem<br />

a que enm arca o estructura la entrada de lenguaje e interacción en<br />

el m ecanism o de adquisición del niño, de m odo que im plique «hacer<br />

funcionar el sistema». En una palabra, la interacción entre LA D y LASS<br />

es lo que hace posible que el niño entre en la com unidad lingüística y,<br />

al mismo tiem po, en la cultura a la cual el lenguaje le perm ite acceder.<br />

<strong>El</strong> resto del libro es una am pliación sobre cóm o funciona este p ro ­<br />

ceso en relación con dos de las funciones com unicativas — referir y requerir—<br />

en dos niños de habla inglesa en sus dos prim eros años de vida.<br />

H e elegido el estudio del período de transición entre ¡a com unicación<br />

prelingüística y el prim er habla léxico-gram atical, porque creo que es<br />

el que m ejor m uestra algunos de los procesos cruciales y de los acontecim<br />

ientos fundam entales que se requieren para lograr el dom inio del<br />

lenguaje en sus tres aspectos.<br />

LASS; Language A cquisition Support System. [T.J


2 De la comunicación al habla<br />

Si vam os a considerar la transición de la com unicación prelingüística<br />

al lenguaje, especialm ente con relación a una posible continuidad, será<br />

m ejor que com encem os hablando, tan profundam ente com o podam os,<br />

de la llam ada «facultad original» de los seres hum anos. ¿Esa facultad<br />

puede afectar la adquisición y el uso tem prano del lenguaje? N o me refiero<br />

sim plem ente a los precursores prelingüísticos de la gram ática o a<br />

una «capacidad innata» para el lenguaje. La cuestión debe ser más general.<br />

¿Q ué es lo que predispone al ser viviente a usar el lenguaje y a<br />

cam biar a través de su uso? Supongam os que adm itim os que hay cierta<br />

capacidad innata para dom inar el lenguaje com o un sistema sim bólico,<br />

tal com o lo planteaba N oam C h o m sk y ,1 o aunque se está predispuesto<br />

hacia distinciones lingüísticas particulares, com o recientem ente p ro p o ­<br />

nía U ereck B ickerton.2 ¿P or qué se usa el lenguaje? Después de todo,<br />

los chim pancés tienen algunas de las mismas capacidades y no las usan.<br />

<strong>El</strong> difícil dilema, que rebosa de preguntas sobre la naturaleza original<br />

y el posterior desarrollo de las facultades hum anas, es inherente a<br />

la naturaleza única de la aptitud hum ana. Porque la aptitud hum ana es<br />

biológica en sus orígenes, y cultural en los m edios con los que se expresa.<br />

M ientras la capacidad para las acciones inteligentes tiene p rofundas<br />

raíces biológicas y una evolución histórica discernible, el ejercicio<br />

1, C hom sky, N ,: Reflections o f Language, N ueva Y ork, Random H ousc, 1975.<br />

[Traduc. castellana: Reflexiones acerca del lenguaje. M éxico.Trillas, 1981.] C hom sky,<br />

N .: R eview o f Verbal Bebavior de B. F. Skinner. Language, 1959, 35, 26-58.<br />

2. Bickerton, D .: Roots o) Language. A nn A rbon, M ich., Karom a Publishers,<br />

1981.


de esa capacidad depende de la apropiación que haga el hom bre de m o­<br />

dos de actuar y de pensar que no existen en sus genes sino en su cultura.<br />

O bviam ente, hay algo en la «mente» o en la «naturaleza hum ana»<br />

que m edia entre los genes y la cultura y que hace posible que esta últim<br />

a sea un recurso protético para la realización de la prim era.<br />

C uando nos preguntam os sobre las dotes de los seres hum anos, la<br />

pregunta que form ulam os debe ser doble. Tenem os que preguntarnos<br />

no sólo p o r las capacidades, sino tam bién p o r cóm o los seres hum anos<br />

son ayudados al expresar aquéllas en el medio de la cultura. Las dos preguntas<br />

son inseparables, ya que la capacidad intelectual evoluciona, necesariam<br />

ente, para perm itir al hom bre utilizar los m ecanism os protéticos<br />

que la cultura desarrolla para capacitar a sus m iem bros.<br />

H ay cierta justificación al estudiar las capacidades hum anas tem pranas<br />

y su desarrollo en laboratorios aparentem ente no culturales, com o<br />

si fueran simples expresiones de las dotes y de las disposiciones biológicas<br />

del hom bre. P ero tenem os que tener presente tam bién que la realización<br />

de estas dotes depende de las herram ientas de la cultura, más<br />

allá de lo que resolvam os hacer en el laboratorio. La tendencia más im ­<br />

portante del últim o cuarto de siglo ha sido observar, cada vez más, los<br />

contextos que perm iten a los seres hum anos actuar com o lo hacen. H e ­<br />

m os visto, cada vez con m ayor frecuencia, la inutilidad de considerar a<br />

la naturaleza hum ana com o un conjunto de disposiciones autónom as.<br />

Puedo esbozar fácilm ente lo que me parece que son las «facultades<br />

originales infantiles» en la llamada esfera cognitiva. Pero para hacerlo<br />

de form a coherente debo enfocar aquellos aspectos que perm iten, y quizás<br />

im pulsan, a los seres hum anos a operar en una determ inada cultura.<br />

P orque yo creo que el requerim iento de usar la cultura com o una forma<br />

necesaria de m anejo es lo que fuerza al hom bre a dom inar el lenguaje.<br />

<strong>El</strong> lenguaje es el m edio de interpretar y regular la cultura. La interpretación<br />

y la negociación com ienzan en el m om ento en que el niño<br />

entra en la escena hum ana. Es en este período de interpretación y de<br />

negociación cuando se realiza la adquisición del lenguaje. En consecuencia,<br />

m iraré las «facultades originales» desde el punto de vista de su<br />

form a de equipar al niño para que entre en escena a adquirir los medios<br />

que le perm itan ocupar su lugar en la cultura.3<br />

3. Para una discusión más com pleta de estos puntos véase: <strong>Bruner</strong>, J, S.: «N ature<br />

and uses of ¡m m aturity». En K. J. C onnolly y J. S. B runer (com ps,), The G roistb o f<br />

Competencc. L ondres y N ueva Y ork, A cadem ic Press, 1974.


Las facultades originales cognitivas en la situación inicial<br />

Voy a com enzar to n algunas conclusiones más o m enos «firmes» sobre<br />

la percepción, habilidad y solución de problem as en el niño prelingüístico,<br />

y a considerar en qué m edida se puede concebir que predispongan<br />

al niño a adquirir «cultura» a través del lenguaje.<br />

Ld prim era de estas conclusiones es que muchos de los procesos rogm<br />

tivos que se dan en la infancia aparecen actuando en apoyo de actividades<br />

en relación a un objetivo. D esde el com ienzo el niño es activo en<br />

la búsqueda de regularidad en el m undo que lo rodea. <strong>El</strong> niño es activo<br />

de una form a únicam ente hum ana, convirtiendo la experiencia en estructuras<br />

con fines determ inados típicas de su especie. Voy a com enzar<br />

con el im probable ejem plo de la succión no alimenticia.<br />

<strong>El</strong> niño, com o los m am íferos en general, posee una variedad de m e­<br />

canismos biológicos que le aseguran su nutrición inicial, su vínculo inicial<br />

con quien !o cuida, su contacto sensible inicial con el m undo, to ­<br />

dos m uy bien regulados para evitar que el niño tenga sobrerreacciones.<br />

La succión no alim enticia, que es un ejem plo de uno de estos m ecanismos<br />

regulados, tiene el efecto de relajar grupos de m úsculos largos, de<br />

calmar los m ovim ientos intestinales, de reducir el núm ero de los m o­<br />

vimientos del ojo que se da com o respuesta a un campo visual excesivamente<br />

trabajado y, en general, de asegurar el m antenim iento de un<br />

nivel de respuesta m oderado en el rostro, incluso frente a un entorno<br />

exigente. Probablem ente, está «altam ente determ inado»,<br />

Pero ese tipo de succión pro n to queda bajo el control del niño m ismo.<br />

H em os com probado que niños de sólo cinco o seis semanas son<br />

muy capaces de chupar un chupete para conseguir enfocar una representación<br />

visual borrosa, aum entando su ritm o de succión m uy por encima<br />

del básico cuando el foco de la imagen está supeditado a la velocidad<br />

de succión. P or otra parte, succionar y m irar son actividades coordinadas<br />

para obtener una buena visión. C uando los bebés chupan para<br />

obtener claridad, chupan m ientras m iran, y aprenden rápidam ente a desviar<br />

la m irada cuando se detienen. C uando en una sesión posterior la<br />

succión produce una imagen borrosa, chupan m ientras desvían la m irada<br />

de la imagen borrosa que produce su succión, y dejan de chupar<br />

m ientras m iran la figura. (Debem os hacer notar, por cierto, que a los<br />

niños no les gustan las imágenes borrosas.) 4<br />

+■ Kalnins, I. y bruner, J. S .: «The cuordination of visual observation and instrumental<br />

behavior in early infaney». Perception, 1971, 2, 307-314.


<strong>El</strong> pediatra checo H anus Papousek ha inform ado sobre la m ism a capacidad<br />

de coordinación de la acción en el terreno del giro de la cabeza.3<br />

Les enseñó a bebés de seis a diez semanas de edad a girar sus cabezas<br />

a la derecha (o a la izquierda) con el ftn de poner en actividad un<br />

atractivo conjunto de luces interm itentes. Los bebés aprendieron muy<br />

pronto cuál era la respuesta requerida y, ciertam ente, se les pudo enseñar<br />

a girar dos veces para cada lado para conseguir las luces que deseaban.<br />

C on el dom inio de la acción, sus reacciones se hicieron muy económ<br />

icas: giraban justo lo necesario para encender las luces. Pero lo que<br />

es más interesante aún, en la m edida que el experim ento progresaba y<br />

el despliegc de luces se hizo familiar, los bebés las m iraban m uv rápidam<br />

ente, bastaba una m irada para confirm ar que las luces funcionaban<br />

com o se esperaba (después de la cual con frecuencia aparecía una sonrisa),<br />

y luego com enzaban a explorar visualm ente los otros com ponentes<br />

de la situación. Finalm ente, el pronóstico acertado parecía ser el rasgo<br />

com pensatorio de la situación. C on el hábito, la actuación se redujo<br />

(y el pronóstico dejó de ser interesante).<br />

La cuestión no es que los bebés sean más inteligentes de lo que pensábamos<br />

antes. A hora bien, lo que ocurre es que desde los inicios en<br />

adelante su conducta está guiada por la disponibilidad d e medios activos<br />

para el logro de fines y p o r la búsqueda. Para decirlo de otra forma,<br />

más de acuerdo con nuestro enfoque general, el niño, desde el com<br />

ienzo, está adaptado a los requerim ientos coordinados de la acción.<br />

Parece capaz de apreciar, por decirlo de alguna manera, la estructura de<br />

la acción y, particularm ente, la form a en que deben com binarse los m e­<br />

dios y los fines para lograr resultados satisfactorios, aun cuandt<br />

sean m edios tan arbitrarios com o chupar para producir cambios en el<br />

m undo visual. A dem ás, parece ser sensible a los requerim ientos del p ro ­<br />

nóstico v, si se tom a en serio la interpretación de Papousek sobre «la<br />

sonrisa del placer profetizado», parece lograr, en el pronóstico acertado,<br />

un placer activo. T odo el que se haya preocupado de considerar el<br />

placer que los niños obtienen del logro de predicciones repetitivas, seguras,<br />

podrá apreciar este punto.<br />

Es banal decir que los niños son tam bién «sociales». Están adaptados<br />

a contestar a la voz hum ana, al rostro hum ano, a las acciones y ios<br />

gestos hum anos. Su disponibilidad de m edios se coordina fácil y rápi-<br />

5. Papousek, H .; «<strong>El</strong>aborations of conditioned hcad-turning», Infonne presentado<br />

en el simposio sobre Lcarning of H um an Infants, Londres, ¡969.


dam ente con las acciones de las personas que los tienen a su cargo. <strong>El</strong><br />

trabajo pionero de D aniel Stern, B erry B razelton y sus colegas6 subraya<br />

qué tem prano y qué fácilm ente los bebés son activados por los adultos<br />

con los cuales tienen una relación recíproca, y cuán rápidam ente la<br />

estructura de sus m edios abarca las acciones de otro. La principal<br />

«herram ienta» que tiene el bebé para lograr sus fines es otro ser hum a­<br />

no familiar. E n este sentido, los niños parecen tener una capacidad de<br />

interacción social m ayor que cualquiera de los m onos más evolucionados,<br />

quizás de la m ism a form a que los m onos más evolucionados son<br />

más socialm ente interactivos que los m onos del Viejo o del N uevo M undo,<br />

y ésta puede ser una función de su form a de inm adurez, prolongada<br />

y singularm ente dependiente, tal com o he sostenido en otro trabajo.7<br />

En una palabra, los niños están adaptados para entrar en el m undo<br />

de las acciones hum anas. P or obvio que parezca, verem os que esto tiene<br />

enorm es consecuencias para lo que estam os tratando. Lleva directamente<br />

a la segunda conclusión sobre las «facultades originales» del niño.<br />

Es obvio que una gran parte de la actividad del niño durante el -primer<br />

año y m edio de vida es extraordinariam ente social y comunicativa.<br />

La interacción social parece ser, a la vez, auto-im pulsada y auto-recom<br />

pensada.<br />

M uchos estudiosos de la conducta infantil, com o Tom Bower," han<br />

determ inado que el más poderoso estím ulo que se puede usar en las experiencias<br />

ordinarias de aprendizaje es la respuesta social. Y que una respuesta<br />

social negativa a las iniciativas del niño es una de las cosas más<br />

perjudiciales que se le pueden hacer. (Por ejem plo, un rostro que no responde<br />

producirá lágrim as m uy p ro n to .) En las prim era semanas de vida,<br />

incluso, el bebé tiene capacidad de im itar gestos manuales y faciales<br />

(como ha m ostrado A ndrew M eltzoff)^ responden con congoja si la<br />

6. Stern, D .; The First Relationsbip: In fa n t and M other. C am bridge, M ass., H ar<br />

vard U niv. Press, 1977. Brazelton, T. B .; K ozlow skí, B. y Main, M .: «The origins of<br />

reciprocity: The early m other-infanr m teraction». En M. Lewis y L. R osenblum<br />

(com ps.), The E ffect o f the In fa n t on its Caregiver. N ueva Y ork, W iley, 1974.<br />

7. <strong>Bruner</strong>, J . S .: «N ature and uses of im m aturity». En K. J. C onnolly y j . S. <strong>Bruner</strong><br />

(com ps.), The G row th o f Competence. L ondres y N ueva Y ork, Academic Press, 1974.<br />

[Traducción castellana: «La inm adurez: su naturaleza y usos». En J . L. Linaza (com p.),<br />

Acción, Pensam iento y Lenguaje. M adrid, Alianza, 1984.]<br />

8. Bower, T, G. R .: Perceptual W orld o f the Child. C am bridge, M ass., H arvard<br />

Univ. Press, 1973.<br />

9. M eltzoff, A. y M oore, M. K .: «Im itation of facial and manual gestures by h u ­<br />

man neonates. Science, 1977, 198, 75-78.


m adre no es visible durante la alim entación; y expresan una sensibili<br />

dad respecto a la expresión de la m adre utilizando los turnos de intervención<br />

en la vocalización, cuando están m oderadam ente despiertos, y<br />

la expresión sim ultánea cuando lo están en m ayor grado.<br />

M ientras el vínculo del niño con la m adre o cuidadora"' está asegurado<br />

desde un com ienzo p or una serie de pautas de respuestas innatas,<br />

m uy p ro n to se desarrolla una reciprocidad que el niño anticipa y con<br />

la que cuenta. P o r ejem plo, si durante el juego la m adre asume una expresión<br />

inm óvil, seria, el niño m uestra m enos sonrisas y gira la cabeza<br />

alejándola de la m adre con más frecuencia que cuando la m adre responde<br />

más socialm ente, com o Edw ard T ronick y sus colegas nos han<br />

dem o strad o .lc La existencia de una reciprocidad de este tipo, apoyada<br />

p or la cada vez m ayor capacidad de la m adre de diferenciar las «razones»<br />

para llorar del niño, así com o la capacidad del niño de anticipar<br />

estos acuerdos, crea m uy p ro n to una form a de atención m utua, una arm<br />

onía de la «intersubjetividad» de la que hablarem os más adelante.<br />

Sea com o fuere, la pauta de respuestas sociales iniciales congénitas<br />

en el niño, producidas por una am plia variedad de signos efectivos de<br />

la m adre — sus latidos cardíacos, la configuración visual de su rostro y<br />

particularm ente sus ojos, su o lo r característico, el sonido y los ritm os<br />

de su voz— , se convierte p ro n to en un sistema de unión anticipatorio<br />

m uy com plejo que convierte el vínculo biológico inicial entre la m adre<br />

y el niño en algo más sutil y más sensible a las idiosincracias individuales<br />

y a las form as de práctica cultural.<br />

La tercera conclusión es que muchas de las prim eras acciones infantiles<br />

tienen lugar en situaciones fam iliares restringidas, y m uestran un<br />

sorprendente alto grado de orden y «sistematicidad».n Los niños pasan<br />

la m ayor parte de su tiem po haciendo un núm ero m uy lim itado de co­<br />

10. Tronick, E. (com p.); SocialInterchange in Irtfancy: A ffect, Cognition and C om -<br />

munication. Baltim ore, M d., U niversity Park Press, 1982.<br />

11. Para una discusión de la estructura de las prim eras acciones, véase: <strong>Bruner</strong>, J.<br />

S. y B runer, B. M .: «O n voluntary action and its hierarchical structure». International<br />

Journal o f Psychology, 1968, 3 (4), 239-253. <strong>Bruner</strong>, J. S .: -T he organization of earlv<br />

skilled action». C hild D evelopm ent, 1973, 44, 1-11. Piaget, J . : Structurahsm. Londres,<br />

R oudedge y Kegan Paul, 1971. Piaget, J .: The Construction o f Reality in the Child.<br />

Londres, R outledge y Kegan Paul, 1937. Werner» H . : C om parative Psychology o f M ental<br />

D evelopm ent. N ueva Y ork, Science Editions. 1961. N ueva Y ork, International U niversities<br />

Press, 1948.<br />

* <strong>El</strong> autor utiliza de form a sinónim a los térm inos m adre y adulto, excepto en los<br />

casos en que se refiere a la m adre biológica de los niños del estudio que presenta. [T.]


sas. Se pasan largos períodos alcanzando y tom ando, golpeando y m i­<br />

rando, etc. D entro de cada una de estas restringidas esferas hay una im ­<br />

pactante «sistem aticidad». <strong>El</strong> juego del objeto nos da un ejem plo. U n<br />

solo acto, com o golpear, se aplica sucesivam ente a un am plio cam po de<br />

objetos. Es golpeado todo aquello sobre lo cual el niño puede poner<br />

sus m anos. O el niño prueba en un salo objeto todas las rutinas m o­<br />

toras de la que es capaz: agarrar el objeto, golpearlo, tirarlo al suelo,<br />

ponerlo en la boca, ponerlo encim a de su cabeza, haciéndole recorrer<br />

todo el repertorio.<br />

N adie ha caracterizado esta sistem aticidad m ejor que Jean Piaget. <strong>El</strong><br />

viejo enfoque que m ostraba al niño «azaroso» en sus acciones y veía al<br />

crecim iento com o un hecho que consistía en llegar a ser «coordinado»,<br />

no puede m antenerse frente a la evidencia. Si están dados los lím ites del<br />

radio de acción del niño, lo que sucede dentro de ese radio es tan o r­<br />

denado y sistem ático com o en la conducta adulta. Puede haber muchas<br />

diferencias de opinión respecto a las «reglas» que gobiernan esta conducta<br />

ordenada, pero no puede haber discusión sobre su sistematicidad.<br />

A la luz de los problem as más generales, es irrelevante que se adopte<br />

el enfoque sobre el tem a que tiene Piaget o alguno más vinculado a otras<br />

teorías, com o el de H einz W erner.<br />

A la luz de esta conclusión, no es en absoluto sorprendente que el<br />

niño entre al m undo del lenguaje y de la cultura con una preparación<br />

para encontrar, o inventar, form as sistemáticas de relación con los requerim<br />

ientos sociales y las form as lingüísticas. <strong>El</strong> niño reacciona «culturalm<br />

ente» con hipótesis características sobre lo que se necesita, y entra<br />

en el lenguaje con una buena disposición para el orden. Por supuesto,<br />

tendrem os m ucho más que decir sobre esto más adelante.<br />

D e todo ello surgen dos im portantes implicaciones. La prim era es o b ­<br />

via, aunque no recuerdo haberla encontrado nunca planteada. Se trata<br />

que desde el com ienzo el niño se adapta rápidam ente a «hacer m ucho<br />

a partir de m uy poco» p o r m edio de la com binación.12 Es típico su tra-<br />

12. Para una discusión de la estructura com binatoria de los prim eros juegos, véase:<br />

Kozlowski, B. y B runer, J. S .: «Learning to use a lever». C hild D evelopm ent, 1972, 43<br />

(3)» 790-799. B runer, j . S.: «The organization of early skilled action», C hild D evelopment,<br />

1973, 44, 1-11. W eir, R .: Language in the Crib. La H aya, M outon, 1962. Bowerman,<br />

M .: «The acquisition of w ord m eaning: An investigation into some current<br />

conflicts». En 'N, W aterson y C . Snow (com ps. )» The D evelopm ent o f Comm unication.<br />

Nueva Y ork, W iley, 1978. <strong>El</strong> debate sobre la «interpretación rica» del habla tem prana<br />

se ve en: Greenficld, P. y Sm ith, J . H . : The Structure o f C om m unication in Early Language<br />

D evelopm ent. N ueva Y ork, Academic Press, 1976.


ajo de variar un pequeño m ontaje de elem entos para crear un campo<br />

de posibilidades m ayor. La observación de la conducta en los prim eros<br />

juegos y de los esfuerzos de com unicación del niño confirm an, ciertam<br />

ente, este «empuje» hacia la productividad, hacia los esfuerzos com ­<br />

binados y variables. En efecto, el clásico estudio de R uth W eir sobre el<br />

habla espontánea del niño cuando está solo en su cuna, después de d o r­<br />

mir, nos dice m ucho sobre esta capacidad com binatoria, com o tam bién<br />

lo hace Melissa B ow erm an cuando habla de los errores en el habla espontánea<br />

de ios niños.<br />

La segunda im plicación tiene un carácter más social. La adquisición<br />

de la com unicación lingüística y prelingüística tiene lugar, fundam entalm<br />

ente, en el m arco altam ente restringido al que nos estam os refiriendo.<br />

En estas situaciones, el niño y su cuidadora rápidam ente com binan<br />

elem entos para extraer significados, asignar interpretaciones e inferir<br />

intenciones.<br />

U na década atrás se dio un im portante debate entre los lingüistas del<br />

desarrollo sobre si al escribir la «gramática» del habla infantil se debía<br />

usar un m étodo de «interpretación rica», tom ando en cuenta no sólo el<br />

habla real del niño, sino las acciones en curso y otros elem entos del contexto<br />

en el cual está teniendo lugar el habla. A ctualm ente se da por descontado<br />

que se debe hacer así. P orque precisam ente la com binación de<br />

elem entos, de todos ellos, en las situaciones restringidas (lo m ism o el<br />

hablar que el no hablar), es lo que proporciona un cam ino hacia la efectividad<br />

de la com unicación. Es por esta razón que pondré un fuerte énfasis<br />

en el rol de los «form atos» en la entrada del niño en el lenguaje.<br />

Una cuarta conclusión sobre la naturaleza de las facultades originales<br />

cognitivas del niño, es que el carácter sistemático de las mismas es sorprendentem<br />

ente abstracto. D urante el prim er año de vida, los niños parecen<br />

tener reglas para sus relaciones con el espacio, el tiem po y aun<br />

con la causalidad. U n objeto en m ovim iento al que se le cam bia la<br />

apariencia m ientras se m ueve detrás de una pantalla, produce sorpresa<br />

cuando reaparece con un nuevo aspecto,1J Los objetos que parecen ser<br />

im pulsados p o r m edios que nosotros vem os com o no naturales (por<br />

ejemplo, sin haber sido tocados p o r un objeto que se acercaba), tam-<br />

13. Un ejem plo de la «reacción de sorpresa» producida p o r los objetos que han cambiado<br />

en la reaparición, se encuentra en; G ardner, J .: ■íThe developm ent oí object ídentity<br />

in the first six m onths of hum an infartey». Tesis doctoral, D epartm ent of Social<br />

Relations. H arvard U niversity, 1971,


ien producen reacciones de sorpresa aun en un niño de tres m eses.14<br />

A lgunos objetos explorados sólo con el tacto son reconocidos más ta r­<br />

de sólo con la vista. <strong>El</strong> m undo perceptivo del niño, lejos de ser una brillante<br />

y zum badora confusión, está m uy ordenado y organizado p o r lo<br />

que parecen ser reglas sum am ente abstractas.<br />

N uevam ente fue Piaget quien más llamó nuestra atención sobre esta<br />

«abstracción», describiendo la estructura lógica de la búsqueda del niño,<br />

búsqueda de invariabilidad en su m undo, búsqueda de lo que perm a­<br />

nece sin cam biar bajo el cam bio superficial de la apariencia, Y de nuevo<br />

no es im portante si la «lógica» que atribuye a su acción sistem ática es<br />

correcta o no lo es.<br />

Lo que es evidente es que, ya sea que las reglas lógicas de Piaget caractericen<br />

la «conducta operacional» tem prana, o que puedan ser descritas<br />

m ejor p or algún sistem a lógico más general, tanto desde el punto<br />

de vista cognitivo com o del de la com unicación hay, desde el com ienzo,<br />

una capacidad para «seguir» reglas abstractas.15<br />

N o es el caso que el lenguaje, cuando se encuentra y después se usa,<br />

sea la prim era instancia en el seguim iento de reglas abstractas. N o es el<br />

lenguaje solam ente donde el niño hace distinciones tales com o las que<br />

se establecen entre específico y no específico, entre estados y procesos,<br />

entre actos «puntuales» y actos recurrentes, entre acciones causales y<br />

no causales. Estas distinciones abstractas se tom an con im presionante<br />

velocidad en la adquisición del lenguaje, y tienen analogías en la form a<br />

que posee el niño de ordenar su m undo de experiencia. <strong>El</strong> lenguaje servirá<br />

para especificar, am plificar y expandir algunas distinciones que el<br />

niño ya tiene respecto al m undo. Pero estas distinciones ya están presentes,<br />

aun sin el lenguaje.16<br />

Estas cuatro «facultades originales» cognitivas — disponibilidad de<br />

14. La sorpresa producida p o r la causalidad «no natural» se analiza en: Leslie, A .:<br />

«The representation of perceived causal connecdon in infaney. Tesis doctoral, D epartm<br />

ent o f Experim ental Psychology, O xford U niversity, 1979.<br />

15. La base «amodal» o trasm odal para el reconocim iento de objetos es analizada<br />

por: Bryant, P .; Jones, P .; C laxton V. y Perkins, G .: «Recognition of shapes across m o-<br />

dalities by infants». S u tu re . 1972, 240 (5379), 303-304. M eltzoff, A .: «Im itation, interm<br />

odal coordination and representation in carly infaney». E n G. B utterw orth (com p.),<br />

Infaney and Epiitem ology. Londres, H arvester Press, 1981. Piaget, J .: Structurahsm.<br />

L ondres, R oütledge y Kegan Paul, 1971.<br />

16. Estas distinciones (p o r ejem plo, entre específico y no específico, etc.) están discutidas<br />

por: Bickerton, D .: Roots o f Language. A nn A rbor, M ich., K arom a Publishers,<br />

1981.


m edios, transaccionalidad, sistem aticidad y abstracción— proporcionan<br />

mecanism os básicos que ayudan al niño en la adquisición del lenguaje.<br />

N inguna de ellas «genera» lenguaje, ya que el lenguaje im plica un conjunto<br />

de reglas y máximas fonológicas, sintácticas, semánticas e ilocutivas<br />

que por sí mismas constituyen un problem a de espacio. Pero las<br />

hipótesis lingüísticas o com unicativas dependen de estas dotes com o<br />

condiciones habilitantes. <strong>El</strong> lenguaje no «crece?? de un conocim iento<br />

previo protofonológico, protosintáctico, protosem ántico o protopragm<br />

áñco. Requiere una sensibilidad especial a un sistema pautado de sonido,<br />

a com pulsiones gram aticales, a requerim ientos referenciales, a intenciones<br />

de com unicación, etcétera. Esa sensibilidad crece en el p ro ­<br />

ceso de cum plir ciertas funciones generales, no lingüísticas: previendo<br />

el medio am biente, interactuando en form a transaccional, logrando fines<br />

con la ayuda de otro, y otras semejantes. Estas funciones se cum ­<br />

plen prim ero prim itivam ente, si bien en form a abstracta, por medios de<br />

com unicación prelingüísticos. Sostengo en este libro que estos procedim<br />

ientos prim itivos deben alcanzar niveles requeridos de funcionam<br />

iento antes que cualquier M ecanism o de A dquisición del Lenguaje (innato<br />

o adquirido) pueda em pezar a producir «hipótesis lingüísticas».17<br />

Entrada en el lenguaje<br />

A hora podem os ocuparnos del desarrollo del lenguaje en sí mismo.<br />

<strong>El</strong> aprendizaje de la lengua nativa es una realización que se sitúa dentro<br />

de los dom inios de cualquier niño, aunque el descubrir cóm o lo hacen<br />

se ha escapado a generaciones de filósofos y lingüistas, San A gustín<br />

creía que era simple. Supuestam ente recordando su propia infancia dijo:<br />

«C uando ellos nom braban alguna cosa, y m ientras hablaban se daban<br />

17. <strong>El</strong> M ecanism o de A dquisición del Lenguaje se analiza en: C hom sky, N . : Review<br />

of Verbal Bebavior por F. B. Skinncr. Language, 1959, J5, 26-58. C hom sky, N . :<br />

Aspects o f a Tbeory o f Syntax. C am bridge, M ass., M IT Press, 1965. [Traducción castellana:<br />

Aspectos de la teoría de la sintaxis. México, Siglo X X L ] Chom sky, N , ; «Expíanatory<br />

m odels in linguístics». En E. N ageL, P. Suppes y A. Tarski (com ps.), Logic, M e-<br />

thodology a n d Pbilosophy o f Science. Stanford, C alifornia, Staníord U niv. Press, 1962.<br />

La crítica de esta idea aparece en un interesante artículo de; Levelt, W . J, M, «W hat<br />

became of L A D r». En U t videam : Contribuíions to an Understanding o f linguistics.<br />

Festschrift fu r Pieter V crburg, con m otivo de su 70 aniversario. Lisse, T he N etherlands,<br />

Peter de R idder Press, 1975. San A gustín: Confessions. Baltim ore, M d ., Penguin<br />

Books, 1961. [V ersión castellana: Confesiones, Barcelona. Brugucra. S.A ., 1984.]


vuelta hacia ella, yo veía y recordaba que ellos nom braban lo que uno<br />

hubiera indicado con el nom bre que ellos pronunciaban... Y así, escuchando<br />

constantem ente palabras, com o aparecían en diversas oraciones,<br />

fui gradualm ente deduciendo a qué se referían, y m i boca intervenía<br />

con estos signos, por lo cual pude expresar mi deseo». Pero al contem ­<br />

plar cóm o los niños adquieren realm ente el lenguaje nos dam os cuenta<br />

que San A gustín estaba m uy, m uy lejos del objetivo. Pero tuvo un poderoso<br />

efecto, tanto en sus seguidores com o en los que se propusieron<br />

refutarlo.18<br />

La lingüística del desarrollo está pasando por tiem pos difíciles, que<br />

se pueden rem ontar a San A gustín tanto com o a las reacciones elaboradas<br />

contra él. Q uiero volver a contar una pequeña historia. <strong>El</strong> enfoque<br />

de San A gustín prevaleció durante largo tiem po, quizá porque había<br />

m uy poca búsqueda sistem ática sobre la adquisición del lenguaje<br />

com o para poder refutarlo. Este enfoque fue incluso vestido con ropas<br />

m odernas. Su más reciente «new lo o k» fue bajo la form a de una «teoría<br />

del aprendizaje» conductista. D entro de este enfoque, no es necesario<br />

decir nada particularm ente lingüístico sobre el lenguaje. <strong>El</strong> lenguaje,<br />

como cualquier o tra conducta, puede ser «explicado» con otro conjunto<br />

de respuestas. Sus principios y sus paradigm as de investigación no<br />

derivan del fenóm eno del lenguaje, sino de la «conducta general». Las<br />

tareas de aprendizaje, p or ejem plo, se eligieron para construir teorías<br />

de aprendizaje, así com o para asegurar que quien estudiara no tuviera<br />

conocim iento o predisposición hacia el m aterial que se iba a estudiar.<br />

Todo era com o si, ab initio, la transferencia de respuesta de un estím u­<br />

lo al otro estuviera asegurada p o r la semejanza entre los estím ulos. <strong>El</strong><br />

aprendizaje del lenguaje fue asum ido com o si en gran parte fuera algo<br />

similar, digam os, al aprendizaje de sílabas sin sentido, excepto que en<br />

este caso podía apoyarse en la im itación: el sujeto del aprendizaje puede<br />

im itar la actuación del «m odelo», siendo así reforzado para una actuación<br />

correcta. Su énfasis recaía sobre las «palabras» más que sobre<br />

la gramática.<br />

C om o consecuencia, dejaba de lado la relación con el efecto com binatorio<br />

y generativo de tener una sintaxis que haga posible la construc­<br />

18, La transform ación del aprendizaje agustiniano en la m oderna vestim enta de imitación<br />

y refuerzo, está más am pliam ente discutida en: B runer, J. S,: «The role of dialogue<br />

in language acquisition». En A. Sinclair, R. J Jarvella y W . J . M. Levelt (com ps.),<br />

The Childs ConceptioH o f Language. Berlín, Springer-Verlag, 1978.


ción rutinaria de frases que nunca se hubieran oído antes y que no existen<br />

en el habla adulta para ser im itadas. U n buen ejem plo es la clase<br />

P ivot-O pen, P (O ), construcción del habla in fan til19 en la cual una palabra<br />

o frase com ún se com bina en form a productiva con otras palabras,<br />

com o en no-está m am á, no-está m anzana, e incluso no-está adiós<br />

(cuando la m adre y la tía se deciden finalm ente a poner fin a una p ro ­<br />

longada despedida).<br />

U no de los m isterios de los paradigm as científicos de K uhn es el hecho<br />

de que este enfoque em pirista de la adquisición del lenguaje p ersista<br />

en la psicología (aunque no en filosofía, donde fue m odificado por<br />

Frege y W ittgenstein), desde su prim er enunciado hecho p o r San A gustín<br />

hasta el más reciente en Verbal Behavior, de B. F. Skinner. Sería razonable<br />

decir que la persistencia de la descabellada versión conductista<br />

agustiniana llevó, finalm ente, a una disposición, incluso una disposición<br />

tem eraria, para librarse de ella. P orque no era solam ente una presentación<br />

inadecuada, sino que desalentaba la búsqueda con su dom inio del<br />

«sentido com ún». Estableció la base para la revolución de C hom sky.<br />

Fue N oam C hom sky quien resueltam ente proclam ó la bancarrota de<br />

la vieja em presa. En su lugar, ofreció una desafiante —-si bien antiintuitiva—<br />

hipótesis basada en el nativism o. A firm aba que la adquisición<br />

de la estructura del lenguaje dependía del LA D que tiene com o base<br />

una gram ática universal o una «estructura lingüística profunda» que los<br />

hum anos saben de form a innata y sin aprendizaje previo. <strong>El</strong> LA D fue<br />

program ado para reconocer en la estructura superficial de cualquier lenguaje<br />

natural que se encuentre su estructura profunda o gram ática universal,<br />

en virtud de la afinidad entre la gram ática universal innata y la<br />

gram ática de cada uno y de todos los lenguajes naturales. <strong>El</strong> L A D p erm<br />

itió abstraer las reglas de realización gramatical del lenguaje local, y<br />

19. La construcción P(O ) fue prim eram ente introducida por: Brame, M . D. S .: «The<br />

ontogeny of English phrase structure: T he first phase». Language, 1963, 39, 1-13. Su<br />

status sintáctico fue puesto en duda por: Bloom , L .: Language D evelopm ent: Form and<br />

Function in Em ergtng G ru m m a n . C am bridge, M ass., M IT Press, 1970. Bowerm an M .:<br />

Learnm g to Talk: A Cross-Linguistic Study o f Early Syntactic D evelopm ent w ith Special<br />

Referenee to Finnish. C am bridge, C am bridge U niv. Press, 1973. Brow n, R .: A<br />

First Language. C am bridge, M ass., H arvard U niv. Press, 1973. Véase: Skinner, B. F .:<br />

Verbal Behavior. N ueva Y ork, A p p leton-C entury-C rofts, 1957. [Traducción castellana:<br />

Conducta Verbal. M éxico, Trillas, 1981.] C hom sky, N .: Revieva of Verbal Behavior<br />

p o r B. F. Skinner. Language, 1959, 35, 26-58. C hom sky, N .: Syntactic Structures.<br />

La H aya, M outon, 1957. [Traducción castellana: Estructuras sintácticas M adrid,<br />

Siglo X X I, 1975.]


de esta form a perm itió que el aspirante a hablar generara potencialm ente<br />

todas las expresiones bien form adas que fuera posible en el lenguaje,<br />

y no aquellas que estuvieran mal form adas. Las categorías de la gram á­<br />

tica universal que program aba el L A D estaban en la estructura innata<br />

de la m ente. N o era necesario un conocim iento previo no lingüístico<br />

del m undo, así com o tam poco se requería una com unicación privilegiada<br />

con o tro hablante. La sintaxis era independiente del conocim iento<br />

del m undo, del significado sem ántico y de la función com unicativa.<br />

T odo lo que el niño necesitaba era una exposición al lenguaje, por fragmentarias<br />

y sin contexto que fueran las pruebas. O , más correctam ente,<br />

la adquisición de la sintaxis podía ser concebida com o un proceso que<br />

progresaba con la ayuda del m ínim o conocim iento del m undo o de la<br />

com unicación privilegiada que dem ostraran ser necesarios. La única lim<br />

itación en el ritm o del desarrollo lingüístico eran las lim itaciones psicológicas<br />

de la realización: la atención lim itada pero creciente del niño,<br />

la duración de la m em oria, etcétera. La competencia lingüística estaba<br />

allí desde el com ienzo, lista para expresarse cuando las lim itaciones de<br />

la realización se am pliaran p or el crecim iento de las habilidades que se<br />

requerían.<br />

Era un enfoque extrem o. Pero de un golpe liberó a una generación<br />

de psicolingüistas del dogm a de asociación-im itación-refuerzo. G iró la<br />

atención al problem a del aprendizaje de las reglas, aunque se concentraba<br />

sólo en las reglas sintácticas. Al declarar m uerta la teoría del aprendizaje<br />

com o explicación de la adquisición del lenguaje (una de las necronologías<br />

más prem aturas de nuestro tiem po), abrió el cam ino para<br />

un nuevo concepto.<br />

G eorge M iller lo expuso perfectam ente.25 A hora tenem os dos teorías<br />

de la adquisición del lenguaje: una de ellas, el asociacionism o empirista,<br />

era im posible. La otra, el nativism o, era m ilagrosa. Pero el hueco<br />

entre lo im posible y lo m ilagroso iba a ser llenado pronto, aunque<br />

en form a desordenada y parcial.<br />

Para com enzar, los niños tenían y necesitaban tener un conocim iento<br />

operativo del m undo antes de que adquirieran el lenguaje. Ese conocim<br />

iento les daba objetivos sem ánticos, por decirlo así, que «correspondían»,<br />

de alguna m anera, a las distinciones que adquirían en el len­<br />

20. <strong>El</strong> concepto de M iller está analizado en: <strong>Bruner</strong>, J. S .: «A cquiring the uses of<br />

Language». Canadian Journal o f Psychology/R eview o f Canadian Psycbology, 1978,<br />

32, 204-218.


guaje. U n conocim iento del m undo, apropiadam ente organizado en térm<br />

inos de un sistem a de conceptos, podía darle indicios al niño de hasta<br />

dónde se podía esperar que se dieran distinciones en el lenguaje, e incluso<br />

alertarlo con respecto a las distinciones. H ubo nuevos esfuerzos<br />

para desarrollar una sem ántica generativa, a p artir de la cual, presum i­<br />

blem ente, el niño pudiera derivar hipótesis sintácticas. E n un planteam<br />

iento extrem o, la sem ántica generativa podía argum entar que el m u n ­<br />

do estaba organizado con conceptos que eran los m ism os que organizaban<br />

el lenguaje. P ero aun así, las distinciones lingüísticas todavía tenían<br />

que ser dom inadas. Estas no se referían al m undo, sino a la m orfología<br />

o la sintaxis, o a cualquier otra cosa que caracterizara el código<br />

lingüístico.<br />

<strong>El</strong> problem a de saber si las reglas de la gramática pueden ser deducidas<br />

o generalizadas a partir de la estructura de nuestro conocim iento<br />

sobre el m undo, es un asunto m uy oscuro. La form a fuerte de presentación<br />

del problem a insiste en que la sintaxis puede ser derivada directam<br />

ente de categorías no lingüísticas del conocim iento. Q uizá la m ejor<br />

presentación que puede hacerse corresponde a la gram ática del caso.<br />

E stá basada en la razonable apelación de que los conceptos de acción<br />

son innatos y prim itivos. <strong>El</strong> aspirante a aprender el lenguaje ya conoce<br />

los llam ados argum entos de acción: quién realizó la acción, con qué o b ­<br />

jeto, hacia quién, dónde, con qué instrum ento, etcétera. En expresión<br />

de Charles F illm ore, «los significados están relacionados con contextos»,<br />

y esto im plica una «asignación de perspectiva».21 D eterm inadas expresiones<br />

im ponen una perspectiva al entorno y, por lo tanto, una elección<br />

de frase es una elección de perspectiva. Si, por ejemplo, el agente<br />

de la acción está — desde el p unto de vista de la perspectiva— destacado<br />

por algún m edio gram atical, com o estar colocado delante encabezando<br />

la producción, la colocación del nom inal que representa al agente<br />

debe ser la de «sujeto profundo» de la oración. Esto deja m uchas preguntas<br />

sin contestar sobre cóm o el niño deviene capaz de poner juntas<br />

oraciones que asignan a los contextos las perspectivas de sus acciones<br />

proyectadas.<br />

P o r tanto, hacía falta una explicación semántica. R oger Brow n seña­<br />

21. Véase: Fillm ore, C .: «The case for case». En E. Bach y R. T. H arm s (com ps.),<br />

Universal in Lm gnistic Theory. N ueva Y ork, H o lt, R inehart y W inston, 1968. Fillm o­<br />

re, C .: «The case for case reopened». En P. C o le y J . M. Seadock (com p,), Syntax and<br />

Semantics, vol. 3: Speech Acts. N ueva Y ork, Academic Press, 1968.


laba, p or ejem plo, que en el estadio de dos palabras de la adquisición<br />

del lenguaje, más de las tres cuartas partes de los enunciados de los niños<br />

abarcan solam ente m edia docena de relaciones semánticas que son,<br />

básicam ente, relaciones de casos o sim ilares: A gente-A cción, Acción-<br />

O bjeto, A gente-O bjeto, Posesión, etcétera.22 ¿G eneran estas relaciones<br />

semánticas la gram ática del lenguaje? Fillm ore nos dice que nociones<br />

de casos de este tipo «com prenden un conjunto de conceptos universales,<br />

presum iblem ente innatos, que identifican ciertos tipos de juicios<br />

que los hum anos son capaces de hacer sobre los hechos que están sucediendo<br />

a su alrededor... quién lo hizo, a quién le sucedió, y qué cam ­<br />

bió». Se alega que las estructuras básicas son estos argum entos de acción,<br />

y circulan diferentes lenguas haciéndolas realidad en form as diferentes:<br />

p o r m edio de palabras funcionales, por m orfem as inflexionales<br />

com o en las term inaciones de casos del latín, p or mecanismos sintácticos,<br />

tales com o la pasivización, y otros. Las form as gramaticales pueden<br />

ser, entonces, las estructuras superficiales del lenguaje, dependiendo<br />

para su adquisición de una com prensión previa de los conceptos de<br />

acción sem ánticos profundos y aun protosem ánticos.<br />

Patricia G reenfield intentó m ostrar que las prim eras expresiones de<br />

una palabra, bien interpretadas en su contexto, tam bién podían ser explicadas<br />

com o realizaciones de conceptos del tipo-caso.23 Más recientem<br />

ente, K atherine N elson enriqueció el argum ento de que los niños<br />

adquieren el lenguaje ya equipados con conceptos relacionados con la<br />

acción24: «<strong>El</strong> M odelo Funcional de N úcleo (FC M )* planteaba básicam<br />

ente que el niño llegaba al lenguaje con una reserva de conceptos familiares<br />

de gente y de objetos, que estaban organizados alrededor de<br />

las experiencias del niño con esas cosas. C om o la experiencia del niño<br />

era activa, los aspectos dinám icos eran la parte más fuerte de lo que el<br />

niño llegaba a conocer sobre las cosas experim entadas. Se podía esperar<br />

que el niño organizara el conocim iento sobre lo que él podía hacer con<br />

las cosas y sobre lo que las cosas podían hacer. En otras palabras, el<br />

22. B row n, R .: A First Language. C am bridge, Mass., H arvard U niv. Press, 1973.<br />

23. Véase: G reenfield, P. y Smith, J. H . : The Structure o f Comrnuv.ication in Early<br />

Language D evelopm ent. N ueva Y ork, Academic Press. 1976.<br />

24. N elson, K .: «C oncept, w ord and sentence: Interrelations in acquisition and development».'<br />

Psychological R eview , 1974, 81 (4), 267-285. N elson, K. y G ruendel, J .:<br />

«Generalized event representations: Basic building blocks of cognitive developm ent».<br />

En A. Brow n y M. Lam b (com ps,), A dvances in D evelopm ental Psychology, vol. 1.<br />

F C M : Functional C ore M odel. [T.J


conocim iento del m undo sería funcionalm ente organizado desde el p u n ­<br />

to de vista del niño». N elson ha agregado ahora a este prim er enfoque<br />

una dim ensión tem poral, el dom inio p or parte del niño de «scripts*<br />

correspondientes a estructuras de sucesos repetitivos», una estructura<br />

secuencial de «actos causal y tem poralm ente relacionados con los actores<br />

y los objetos especificados en la form a más general». Estos scripts<br />

proveen al niño de un conjunto de form atos sintagm áticos que le perm<br />

iten organizar consecuentem ente sus conceptos en formas de tipo oracional,<br />

tales com o las que enunciaba Roger B row n. La capacidad de hacerlo<br />

se apoya sobre una form a básica de representación que el niño<br />

usa desde el com ienzo y que elabora gradualm ente. En efecto, es esto<br />

lo que guía la form ación de enunciados con posterioridad al nivel de<br />

una palabra.<br />

<strong>El</strong> papel del conocim iento del m undo en la generación o apoyo de<br />

la adquisición del lenguaje está siendo objeto de un estudio intensivo.23<br />

Pero ahora se ha agregado un nuevo elem ento, el pragm ático. Es la incursión<br />

más nueva en el hueco que se da entre las teorías «imposible»<br />

y «milagrosa» de la adquisición del lenguaje. En este enfoque, la idea<br />

central es el intento com unicativo: nos com unicam os teniendo alguna<br />

finalidad en la m ente, alguna función que cubrir. Pedim os o indicam os<br />

o prom etem os o am enazam os. En un com ienzo, tai funcionalism o constituía<br />

una línea im portante de la lingüística, pero fue dejado de lado por<br />

el predom inio de! estructuralism o, que, después del trabajo m onum ental<br />

de Ferdinand de Saussure, se convirtió en la m oda dom inante.<br />

N uevos hechos revivieron el funcionalism o. <strong>El</strong> prim ero fue en la filosofía<br />

del lenguaje encabezada p o r Ludw ig W ittgenstein, en su teoría<br />

del significado basada en el uso, form ulada en Philosophical Investigar<br />

tions, y luego fue la introducción del acto de habla en Hovn to D o Tbings<br />

w ith Words, de A ustin. <strong>El</strong> argum ento de A ustin (como ya se ha señalado)<br />

era que un enunciado no puede ser analizado fuera del contexto<br />

25. Respecto a las prim eras discusiones sobre el papel del «conocim iento del m undo»<br />

en la adquisición del lenguaje, véase: O lson, D. R .: «Language and T hought; Aspcecs<br />

of a cognitive th eo ry of sem antics». Psycboiogkal Rtrview, 1970, 77(4), 257-273;<br />

y M acN am ara, J . : «The cognitive basis of language acquisition in infam s». Psychological<br />

Reviem , 1972, 79, 1-13. D e Saussure, F .: Conrse in General U nguistía. N ueva<br />

Y ork, Philosophical Library, 1955. W ittgenstein, L .: Pbüosophical Investtgations. O x ­<br />

ford, Blackwell, 1953. A ustin, J .: H o w lo do Things xcith Words. O xford, O xford U niv.<br />

Press, 1962. [Traducción castellana: C óm o hacer cosas con palabras. Barcelona, Paidós,<br />

1982.]<br />

■ C orresponde al concepto elaborado por Schank y Abelson. [T J


de su uso y su uso debe incluir la intención de quien habla y la interpretación<br />

de esa intención p o r parte del receptor a la luz de las convenciones<br />

de com unicación. <strong>El</strong> que habla puede hacer una dem anda por<br />

rnedio de m uchos m edios lingüísticos alternativos, siem pre que respete<br />

las convenciones de su com unidad lingüística. Puede usar la construcción<br />

interrogativa («¿Q ué hora es?»), o usar la form a declarativa («Me<br />

pregunto qué hora es»).<br />

R oger B row n com enta un caso interesante respecto a este tem a.26 En<br />

los protocolos de A dam encontró que la m adre de Adam usaba el interrogativo<br />

en dos form as diferentes, una com o petición de una acción,<br />

otra com o petición de inform ación: «¿Por qué usted n o ... (por ejem ­<br />

plo, juega ahora con su pelota)?» y «¿Por qué está usted jugando con<br />

su pelota?». A unque A dam contestó las preguntas por qué de inform a­<br />

ción diciendo porque, no se dio en ningún caso la situación de que confundiera<br />

una pregunta por qué relacionada con la acción con otra dirigida<br />

a obtener inform ación. D esde el com ienzo, A dam evidentem ente<br />

reconoció, y en form a m uy adecuada, los diferentes propósitos de las<br />

dos form as de expresión. Sin duda, tuvo que haber estado aprendiendo<br />

los actos del habla antes que, sim plem ente, las formas interrogativas<br />

por qué.<br />

Esto plantea diversas preguntas sobre la adquisición. C oloca la pragmática<br />

en el centro de las cosas. ¿Está siendo el propósito descifrado<br />

por el niño? Parecería que sí. Pero la lingüística generalm ente define su<br />

campo com o «yendo del sonido al sentido». Pero, ¿qué es «sentido»?<br />

En los hechos, ¿vam os del sonido a la intención, tal com o Jo h n Searle<br />

nos proponía?27 U n a segunda pregunta tiene que ver con presupuestos<br />

com partidos o convencionales. Si los niños están adquiriendo nociones<br />

sobre cóm o interpretar las intenciones codificadas en los enunciados,<br />

tienen que tener en cuenta no sólo la estructura del enunciado sino tam ­<br />

bién la naturaleza de las condiciones que prevalecen en el m om ento en<br />

que el enunciado se hace. Los actos del habla tienen, por lo m enos, tres<br />

clases de condiciones que afectan su conveniencia o «form a feliz»: una<br />

condición preparatoria (que establece una base apropiada para el enunciado);<br />

una condición esencial (que encuentra las condiciones lógicas<br />

26. Brow n, R .: «Introduction». En Snow y Ferguson (com ps.), Talking to Children:<br />

Language Input and Acquisition. Cam bridge, C am bridge Univ. Press, 1977.<br />

27. Searle, J .: Speecb Acts: A n Essay in tbe Philosophy o f Language. Cam bridge,<br />

C am bridge U niv. Press, 1969. [Traducción castellana: Actos de habla, M adrid, C átedra,<br />

1980.]


para realizar un acto del habla, com o, por ejem plo, estar desinform ado<br />

com o condición para pedir inform ación relacionada con un asunto); y<br />

una condición de sinceridad (que desea tener la inform ación que se está<br />

pidiendo). Pero tam bién tienen que cum plirse las condiciones de asociación:<br />

respetar la asociación o relación entre el que habla y el que escucha,<br />

tal com o pedir en lugar de exigir, cuando el interlocutor no está<br />

obligado.<br />

Paradójicam ente, el aprendizaje de los actos del habla puede ser más<br />

fácil y m enos m isterioso que el aprendizaje tanto de la sintaxis com o<br />

de la semántica. R aram ente los errores sintácticos del niño son seguidos<br />

por una reacción correctora, y la realim entación sem ántica con frecuencia<br />

es floja. P ero los actos del habla, por el contrario, no sólo logran<br />

una realim entación inm ediata sino tam bién una corrección. N o es<br />

sorprendente, pues, que los actos com unicativos prelingüísticos precedan,<br />

en su aparición, al habla léxico-gram atical. N o es sorprendente,<br />

pues, que pautas tan prim itivas de los «actos del habla» puedan servir<br />

com o una especie de m atriz en la cual los logros léxico-gramaticales<br />

pueden ser sustituidos por tem pranos procedim ientos vocales o gesticulares.<br />

En este enfoque, entrar en el lenguaje es entrar en la conversación,<br />

que requiere am bos m iem bros de un diálogo dispuestos a interpretar<br />

una com unicación y su propósito. A prender un lenguaje, entonces, consiste<br />

en aprender no sólo la gramática de una lengua particular, sino en<br />

aprender tam bién a lograr los propios propósitos con el uso apropiado<br />

de esa gramática.<br />

U na acentuación pragm ática del intento requiere un rol m ucho más<br />

activo por parte del adulto que ser sim plem ente un «m odelo» al ayudar<br />

al niño en la adquisición del lenguaje. Requiere que el adulto sea un<br />

com pañero transigente que está dispuesto a negociar con el niño. P ro ­<br />

bablem ente, la negociación tiene m enos que ver con la sintaxis, algo<br />

más que ver con el cam po sem ántico del léxico del niño, y tiene mucha<br />

relación con ayudar a hacer claros los propósitos y lograr su expresión,<br />

lo que responde a las condiciones y los requerim ientos de la «com unidad<br />

hablante». Es decir, la cultura.<br />

La investigación de los últim os años, gran p an e de la cual está sintetizada<br />

por C atherine Snow y Charles Ferguson en Talking to Childreñ,<br />

indica, realm ente, que los padres juegan un papel m ucho más activo<br />

en la adquisición del lenguaje que lo que sería, sim plem ente, m o­<br />

delar el lenguaje y proporcionar una entrada a un M ecanism o de A d­


quisición del L enguaje.28 Se lo llama corrientem ente «sincronización».<br />

Los padres hablan en un nivel en el que sus niños pueden com prenderlos<br />

y se m ueven con una acentuada sensibilidad respecto a los progresos<br />

de sus niños. <strong>El</strong> dilem a es, tal com o R oger B row n lo plantea, cóm o<br />

se le enseña al niño a hablar hablando con él el habla del bebé en un<br />

nivel que ya pueda entender. Y la respuesta ha llegado a ser que lo im ­<br />

portante es m antener la com unicación con el niño, porque haciéndolo<br />

así se le perm ite que aprenda cóm o extender el habla que tiene a nuevos<br />

contextos, cóm o satisfacer las condiciones de los actos del habla,<br />

cómo m antener los diversos tem as a través de giros, cóm o saber sobre<br />

qué vale la pena hablar: cóm o, en verdad, regular el uso del lenguaje.<br />

De este m odo, podem os ahora determ inar dos form as de llenar el vacío<br />

entre una im posible posición em pirista y una m ilagrosa posición nativista.<br />

<strong>El</strong> niño debe dom inar la estructura conceptual del m undo que<br />

el lenguaje va a cubrir: el m undo social tanto com o el físico. Tam bién<br />

debe dom inar las convenciones para que sus propósitos sean claros a<br />

través del lenguaje.<br />

Apoyo para la adquisición del lenguaje<br />

<strong>El</strong> desarrollo del lenguaje, entonces, incluye la intervención de dos<br />

personas. F.l niño no se encuentra con el lenguaje de grado o por fuerza;<br />

éste está m odelado para hacer que la interacción com unicativa sea<br />

efectiva y arm ónica. Si es que hay un M ecanism o de A dquisición del<br />

Lenguaje, la entrada a éste no es una avalancha de lenguaje hablado,<br />

sino una estructura altam ente interactiva, com o va hem os hecho notar<br />

con anterioridad, delineada por un Sistema de A poyo de A dquisición<br />

del Lenguaje adulto.<br />

Después de una larga investigación sobre o tro sistema «innato», la<br />

conducta sexual, se sabe bien que es necesario m ucho estím ulo experimental<br />

antes que las respuestas sexuales innatas puedan ser producidas<br />

par hechos am bientales «apropiados*. Los animales aislados tienen senos<br />

retardos. P or la m ism a razón, el reconocim iento y la producción<br />

de universales gram aticales pueden depender, igualm ente, de experiencias<br />

previas sociales y conceptuales. La continuidad entre la com unicación<br />

prelingüistica y el habla posterior del tipo al que he aludido antes,<br />

28. Snow, C , y Ferguson, C . : Talking to Cbildren: Language Input a n d Acquisition.<br />

C am bridge. C am bridge U niv. Press, 1977,


puede necesitar una entrada «arreglada» de! habla adulta si el niño va a<br />

usar com o guías para el uso del lenguaje su creciente dom inio de las disunciones<br />

conceptuales y de las funciones com unicativas. C reo que este<br />

«arreglo» de la interacción del habla tem prana requiere m arcos rutinarios<br />

y familiares para que el niño pueda com prender lo que está pasando,<br />

dada su lim itada capacidad para procesar inform ación. Estas rutinas<br />

constituyen lo que califico com o Sistema de A poyo de la A dquisición<br />

del Lenguaje.<br />

H ay p or lo m enos cuatro form as a través de las cuales el Sistema de<br />

A poyo de la A dquisición del Lenguaje ayuda a asegurar la continuidad<br />

de la com unicación prelingüística a la lingüística. C om o se da una gran<br />

concentración en los m arcos transaccionales rutinarios y familiares, para<br />

el interlocutor adulto se hace factible realzar aquellos rasgos del m undo<br />

que para el niño ya son destacados y que tienen una form a gramatical<br />

básica o simple. Slobin ha sugerido, por ejem plo, que hay ciertas formas<br />

prototípicas en las cuales el niño experim enta el m undo; por ejemplo,<br />

«un suceso transitivo prototípico» en el cual «un agente animado<br />

es visto efectuar voluntariam ente... un cam bio físico y perceptible en el<br />

estado y la ubicación de un paciente por m edio de un contacto directo<br />

con el cuerpo», C om o verem os, ios hechos de este tipo son un rasgo<br />

m uy frecuente de las estructuras m adre-hijo, y no es de poco interés<br />

que en una variedad de lenguas «estén codificados en form as gram aticales<br />

consistentes a los dos años», com enta Slobm, que tam bién nos<br />

ofrece la interesante hipótesis «de que estas situaciones prototípicas están<br />

codificadas en las formas gramaticales más básicas de que dispone<br />

una lengua». E ncontrarem os formas construidas alrededor de juegos y<br />

de tareas que incluyen tanto las estructuras prototípicas de m edios com o<br />

las formas lingüísticas ortodoxas, que parecen sobre todo destinadas a<br />

ayudar al niño a seleccionar las correspondencias referenciales entre esos<br />

enunciados y esos hechos,<br />

T om ando o tro ejem plo, B ickerton ha planteado que los niños están<br />

«bioprogram ados» para percibir ciertas distinciones en los hechos del<br />

m undo real, y para seleccionar (o incluso inventar) las distinciones lingüísticas<br />

correspondientes con el fin de com unicar sobre ellas.29 Sus candidatas<br />

son las distinciones entre a) sucesos específicos y no específicos,<br />

b) estado y proceso, c) hechos «puntuales» y continuos y d) ac-<br />

29. Bickerton, D .: Roots o f Language. A nn A rbon, M ich., Karom a PubJishers<br />

1981.


clones causativas y no causativas. Y en la m edida en que la «sincronización»<br />

de la interacción del adulto con el niño se concentra en estas<br />

distinciones — tanto en !a realidad com o en el habla— se ayuda al niño<br />

a m overse de su expresión conceptual a una apreciación de su representación<br />

lingüística apropiada. N uevam ente, las encontrarem os con frecuencia<br />

en los form atos de niños que verem os con detalle.<br />

U na segunda form a a través de la cual el adulto ayuda al niño en su<br />

form ación, es estim ulando y m odelando sustitutos lexicográficos y fraseológicos<br />

para los recursos gesticulares y vocales necesarios para efectuar<br />

diversas funciones com unicativas. Este es un rasgo del dom inio gradual<br />

del niño de la m anera de pedir, que analizarem os en un capítulo<br />

posterior.<br />

H .P . Grice tom a com o un sello de m adurez de lenguaje el que el hablante<br />

no sólo tenga intención de com unicar, sino que tam bién haya<br />

convencionahzado los medios «no naturales» para expresar su intenció<br />

n .^ En un enfoque, el hablante presupone que su interlocutor<br />

aceptará sus m edios de com unicación v, a partir de elios, inferirá su intención.<br />

<strong>El</strong> interlocutor presupone lo m ism o respecto al hablante. G rice,<br />

relacionado con adultos, asum e que todo esto es m uy consciente,<br />

aunque im plícito.<br />

N o puede decirse que un niño, en su com ienzo prelingüístico, p articipe<br />

en un ciclo griceano consciente, cuando usa signos convencionales<br />

en los juegos con su m adre. Esa gran autoconciencla parece im probable.<br />

Pero verem os en ios capítulos siguientes que la m adre actúa com o<br />

si fuera así. <strong>El</strong> niño, a su vez, pro n to com ienza a actuar con una especie<br />

de versión juvenil del ciclo griceano, esperando que la m adre «entienda*<br />

su señalización.<br />

En el enfoque de K atherine N elson, el niño pequeño pronto adquiere<br />

una pequeña biblioteca de scripts, y procedim ientos com unicativos<br />

para m overse con ellos.31 <strong>El</strong>los le proporcionan una estructura estable<br />

en la cual aprende con efectividad, a fuerza de realim entaciones interpretables,<br />

cóm o hacer ciaras sus intenciones com unicativas. C uándo llega<br />

a ser «consciente» en un nivel suficiente com o para decir que está<br />

30. G rice, H . P .: «Logic and conversation». En P. Colc y J . M organ (com ps.).<br />

Syntax and Sem antus, vol. 3. Londres, A cadenm Press, 1975.<br />

31. N elson, K. y G ruendel, J . ; «Generalized cvcnt representations: Basic building<br />

blocks of cognitive developm ents». I£n A. Brown y M . Lamb (com ps.), Advances in<br />

Developmental Psycbology, yol. 1.


operando en un ciclo griceano, es, para mí, una pregunta tonta.<br />

Lo que es im pactante es cuán tem pranam ente el niño desarrolla m e­<br />

dios para señalar su foco de atención y su pedido de asistencia, para señalarlos<br />

por m edios convencionales en el lim itado m undo de los form<br />

atos familiares. O bviam ente, él ha tom ado el fondo de la señalización<br />

«no natural» o convencional de sus intenciones antes de haber dom i­<br />

nado los elem entos form ales del habla léxico-gramatical. C reo que el<br />

lector estará de acuerdo, cuando lea los próxim os capítulos, con que<br />

el arm azón funciona) de la com unicación inicia al niño en su cam ino<br />

hacia el lenguaje propio.<br />

En tercer lugar, es característico del form ato de los juegos que están<br />

particularm ente form ados por «hechos» estipulados o constitutivos que<br />

son creados p o r el lenguaje y luego recreados en la dem anda p or medio<br />

del lenguaje. Más tarde, estos form atos asum en el carácter de situaciones<br />

«pretendidas». C onstituyen una rica fuente de oportunidades para<br />

el aprendizaje y el uso del lenguaje y, nuevam ente, echarem os una m i­<br />

rada más am plia a todo ello en un capítulo posterior,<br />

Finalm ente, una vez que la m adre y el niño entran en form atos ru ­<br />

tinarios, se ponen en juego varios procesos psicológicos y lingüísticos<br />

que se generalizan de un form ato al otro. N om brar, p o r ejem plo, aparece<br />

prim ero en form atos indicativos y luego se transfiere a form atos<br />

de petición. En efecto, la noción m ism a de encontrar paralelos lingüísticos<br />

para distinciones conceptuales se generaliza de un form ato a otro,<br />

Tam bién se da con ideas «abstractas» com o segm entación, roles intercambiables,<br />

m edios sustitutivos, tanto en la acción com o en el habla.<br />

Estos son los hechos y los procedim ientos m undanos que constituyen<br />

un Sistema de A poyo de la A dquisición del Lenguaje, junto con<br />

los elem entos de sintonización que incluyen los intercam bios con el «habla<br />

del bebé».<br />

D icho todo esto, podem os pasar a los detalles.<br />

32. Para el análisis de la «entrada- del niño en el cielo griceano, véase; Denkel, A .:<br />

■'Communication and M eaning». Tesis doctoral, D epartm ent of Philosophv, O xford<br />

U niversity, 1977.


3 Jugar, juegos y lenguaje<br />

H ace varios años realicé un estudio sobre la evolución de la n atu raleza<br />

y los usos de la inm adurez en varias especies de prim ates,1U na co n ­<br />

clusión im portante de ese trabajo fue que «una cosa que acom paña al<br />

cambio [evolutivo] es la declinación de las pautas fijas de introducción<br />

en el grupo. H ay m ucho m enos de lo que puede ser llam ado entrenam<br />

iento por am enaza de los adultos o castigo, por parte de los adultos,<br />

de un joven que haya violado una pauta típica de la especie. La_.pra,-<br />

longada. interacción m adre-hijo incluye ahora un elem ento.de juego m u­<br />

cho m ás am plio entre ellos, que con frecuencia está iniciado p o r la m a­<br />

dre y con frecuencia es usado para distraer al bebé de alguna situación<br />

frustrante que está apareciendo>L En ese m om ento com enté las diversas<br />

e im portantes funciones que cum ple el juego entre los m iem bros inm a­<br />

duros de las especies más altas de prim ates: m inim iza la gravedad de las<br />

consecuencias de alguna acción, ofrece una oportunidad de intentar<br />

«com binaciones de la conducta que no se podrían intentar nunca bajo<br />

una presión funcional»; y, en general, distendiendo o «disociando» re­<br />

1. <strong>El</strong> estudio de la naturaleza y el uso déla inm adurez se analiza en: B runer, J. S .:<br />

«N ature and uses of im m atunty». En K. J. C onnolly y j . S. <strong>Bruner</strong> (com ps.), The<br />

G row th o f Competence, L ondres y N ueva Y ork, Academic Press, 1974. [Traducción<br />

castellana: «La inm adurez: su naturaleza y sus usos». En j . L. Linaza (com p.), Acción,<br />

Pensamiento y Lenguaje. M adrid, A lianza, 1984. J U na discusión más amplia sobre esos<br />

juegos de la infancia y sus im plicaciones lingüísticas puede encontrarse en: <strong>Bruner</strong>, J.<br />

S. y Sherw ood, V .: «Early rule stnicture: The case of «peekaboo». En R. H arre (com p.),<br />

Life Sentences: Aspects o f tbe Social Role o f Language. N ueva York y Londres, W i-<br />

ley, 1976. Y: Ratner, N . y B runer, J. S .; «Games, social exchange and the acquisition<br />

of language». Journal o f C hild Language, 1978, 5, 391-401.


laciones fijas que podían haber existido entre los fines y los medios de<br />

una conducta instrum ental. U na conclusión im portante de ese estudio<br />

fue que el dom inio creciente dej juego duran te la inm adurez en tre los<br />

grandes m onos y los hom ínidos, sirvió com o preparación para. 1a vida<br />

técnico-social que constituye la cultura hum ana.<br />

«Pero en ninguna parte, por debajo del H om bre, se encuentran los<br />

«juegos» de la infancia y la niñez, que son el elem ento básico y el deleite<br />

de la inm adurez hum ana; las variantes del cu-cú, el juego del arrearre<br />

caballito, y otros. Ya que to dos ellos dependen, en alguna m edida,<br />

del uso y del intercam bio del lenguaje. H ay juegos que están constituidos<br />

por el lenguaje y que sólo pueden existir donde el lenguaje está<br />

presente.j<br />

\Esqs juegos hacen algunas otras contribuciones distintivas a la inm a­<br />

durez hum ana. C on frecuencia ofrecen la .prirnera ocasión para el uso<br />

sistem ático del lenguaje del niño con. el adullQ. Perm iten que se dé la<br />

prim era oportunidad de ver que con palabras se consiguen cosas hechas.<br />

^Porque las palabras del juego son, virtualm ente, sólo ejecutivas.<br />

Lo m ism o que sus ancestrales prim ates, el niño puede explorar sin sufrir<br />

consecuencias serias, puede hacerlo dentro de un cam po lim itado<br />

para actividades com binatorias, lo que tam bién le perm ite disociar m e­<br />

dios y fines, en el sentido de que hay varias form as de alcanzar los objetivos.<br />

\C om o la palabra juegos hecha fam osa p o r Ludwig W ittgenstein<br />

en su Philosophical Investigations, cada uno de los juegos que realizan<br />

los niños y sus padres es una «form a de vida» con un contenido p ro ­<br />

pio. E n una palabra, los juegos son un form ato idealizado, cerradam ente<br />

circunscrito^<br />

Los llam o «idealizados» por varias razones, En prim er lugar, son<br />

constitutivos y autónom os, com o ya he com entado. Su fin, incluso, está<br />

constituido por el juego m ism o: la reaparición de un rostro desde atrás<br />

de una pantalla al que acom paña una voz boo!, no tiene significado funcional<br />

fuera de la «form a de vida» que es el juego del cu-cú. En este<br />

sentido, un juego es virtualm ente sintáctico: su objeto es estar bien fo r­<br />

m ado. A dem ás, es com pletam ente convencional y «no natural». Incluso<br />

si la fuerza del cu-cú dependía de la incertidum bre del niño sobre la<br />

perm anencia del objeto (io que puede m uy bien ser), sin em bargo está<br />

com puesto por elem entos com pletam ente inventados, artificiales, vinculados<br />

por un conjunto de regías sólo ligeram ente negociables./Y, por<br />

supuesto, está com puesto, precisam ente, p o r una serie de actos constitutivos,<br />

que están form ados siguiendo un orden particular y tran sfo r­


mados tam bién teniendo en cuenta las reglas. P or otra parte, el form ato<br />

del juego puede ser concebido com o si tuviera una «estructura p ro fu n ­<br />

da» y u n conjunto de reglas de realización con las cuales se m aneja la<br />

superficie del juego. La estructura profunda del cu-cú es la desaparición<br />

y reaparición controlada de un objeto o de una persona. La estructura<br />

superficial (tal com o verem os) puede ser construida con el uso<br />

de pantallas, vestidos o chucherías, variando el tiem po y la acción entre<br />

la desaparición y la aparición, variando los enunciados que se usan, variando<br />

quién o qué se va a hacer desaparecer, etcétera. La idealización,<br />

en efecto, hace que el form ato sea casi «tipo-lenguaje».<br />

Estos juegos tam bién incluyen otro rasgo del lenguaje: la asignación<br />

de papeles intercam biables* en los turnos de un diálogo. H ay uno que<br />

esconde y un escondido, un actor y un experim entador. Esto puede ser<br />

intercam biado de un juego a otro. <strong>El</strong> «significado» o valor señalizado<br />

de cada acto o enunciado en el juego depende de dónde sucede y quién<br />

lo hace. Así, el luego es una pequeña protoconversación.<br />

! Y finalm ente (y no es un p unto m enor), los juegos dan una o p o rtu ­<br />

nidad de distribuir la atención sobre una ordenada secuencia de hechos.<br />

<strong>El</strong> juego es un asunto respecto al cual cada uno de los m ovim ientos puede<br />

ser considerado un com entario. Y algunos com entarios, verdaderamente,<br />

no son aceptables para el niño: algunas variantes que «em pujan»<br />

al juego más allá de los lím ites de sus reglas, serán objetadas. Los<br />

elem entos específicos del juego están siendo constantem ente evaluados<br />

en térm inos de su relación con la secuencia más amplia que «lleva» el<br />

juego, y esto tam bién es m uy «tipo-lenguaje».!<br />

Y (¡cóm o si fuera necesario decirlo!) los niños am an jugar y, a la tierna<br />

edad a la que nos estam os refiriendo, aman jugar con juegos definidos.<br />

Parece existir el m ism o Fynktionslust, palabra que Karl Buhler2<br />

usa para el placer que produce la actividad en sí, jugando ese tipo de<br />

juegos que con las prim eras expresiones del habla... sea lo que fuere, lo<br />

que produce ese proceso de placer, le sirve bien al niño para m antenerse<br />

en él.<br />

¿En él? ¿En qué? En una actividad sorprendentem ente com pleja,<br />

com o verem os inm ediatam ente.<br />

2. Buhler, K .: Sprachtheories: D ie D arstellungsfunktion dsr Sprache. Jcna, Fisher,<br />

1934.<br />

* Turn taking. F.l sentido de esta expresión se corresponde al uso que se hace de<br />

ella para describir la situación de diálogo entre dos adultos, en el que uno tom a la palabra<br />

v el otro escucha y viceversa. [R.]


Dos estudios de casos: Richard y Jonathan<br />

Richard y Jonathan, el desarrollo de cuyo lenguaje será el centro de<br />

nuestra atención en lo que resta del libro, fueron estudiados en casa una<br />

vez cada quince días. A lguna vez se hacía con más frecuencia, cuando<br />

las cosas se aceleraban o cuando los padres habían notado algo que<br />

creían que teníam os que ver. C om enzam os las observaciones cuando R i­<br />

chard tenía cinco meses y Jo n ath an tres. C ada quincena, nosotros, uno<br />

o dos observadores y yo, o los otros dos juntos, visitábam os sus hogares<br />

durante cerca de una hora y grabábam os m edia hora de cintas de<br />

video y de audio de la m adre y el niño jugando a lo que en ese m o­<br />

m ento resultaba ser su actividad recreativa. Esas visitas continuaron hasta<br />

que Richard tuvo veinticuatro meses y Jonathan dieciocho.<br />

Los niños pertenecían a hogares de clase m edía. Sus padres eran uno<br />

m aestro y el otro físico, sus m adres amas de casa que no habían asistido<br />

a la universidad. Establecim os una relación am istosa con las familias<br />

durante ese año o más de asociación, y aunque estábam os en segundo<br />

plano durante la sesión de grabación, respondíam os con naturalidad a<br />

la aproxim ación de los niños o de los padres. Los padres llevaban libretas<br />

y grababan las nuevas form as del habla cuando aparecían, aunque<br />

no estuvieran sujetas a análisis detallados. Pusim os en claro desde<br />

el com ienzo que estábam os estudiando el desarrollo del lenguaje, y,<br />

cuando ellos lo pedían, com partíam os las ideas o las hipótesis que teníam<br />

os sobre el desarrollo de los niños. La relación era lo más abierta<br />

posible. <strong>El</strong>los estaban interesados en el curso del estudio en general,<br />

aunque no muyr interesados en ios detalles técnicos.<br />

Las cintas de video y de audio eran transcritas tan pronto com o era<br />

posible después de grabarlas, habitualm ente en una semana, ayudados<br />

por notas y por la m em oria. Las transcripciones tenían la form a habitual<br />

de tres colum nas de anotaciones ordenadas tem poralm ente, en las<br />

que se daban los enunciados m aternos, los enunciados del niño y las descripciones<br />

del contexto. Servían, entonces, com o datos básicos para el<br />

análisis y la categorízación de los enunciados, a lo que ayudaba la observación<br />

de las cintas para resolver las am bigüedades que aparecieran.<br />

C om o los detalles técnicos de los estudios particulares ya han sido p u ­<br />

blicados, se le puede ahorrar al lector el tedioso nuevo relato de los<br />

m uy tradicionales m étodos de análisis em pleados.<br />

Los «juegos» elegidos para el análisis se organizaron todos alrededor<br />

de la aparición y desaparición de objetos. A Jonathan, de quien nos ocu­


pam os prim ero, le gustaban m ucho los «juegos» com o esos. C ualquiera<br />

que fuera la «m otivación» del juego, ya fuera la preocupación por la<br />

«perm anencia del objeto», com o sugeríam os antes, o con otros aspectos<br />

de logro previsible, la m adre de Jo n ath an podía contar con su interés,<br />

y m uy pro n to com enzó a elaborar un juego con segm entos previsiblem<br />

ente encadenados. Este juego incluía un pequeño payaso de juguete<br />

que podía ser m ovido de m odo que se situara p o r encim a o desapareciera<br />

dentro de un cono de tela m ontado en un palo. Se jugó por<br />

prim era vez cuando Jonathan tenía Q;5*, después que él y su m adre estuvieron<br />

jugando un juego de cu-cú «directo» durante dos meses, en el<br />

cual la m adre, principalm ente, escondía ora su propia cara, ora la de<br />

Jonathan.<br />

Al com ienzo, Jo n ath an era poco más que un espectador sonriente<br />

cuando el payaso desaparecía y luego volvía a aparecer. P ronto com enzó<br />

a anticipar lo que pasaría enseguida. <strong>El</strong> juego del payaso y del cono<br />

continuó, junto con otras form as de cu-cú, hasta Q;9, desapareció y luego<br />

reapareció al 1 ;2, de lo que continuarem os hablando.<br />

Cada juego consta de un Tem a Precedente y de un Tem a Subsiguiente,<br />

consistiendo el prim ero en la desaparición inicial del payaso, y el segundo<br />

en su reaparición. C ada uno de estos tem as estaba com puesto de<br />

dos com ponentes. Los com ponentes del Tem a Precedente eran P R E ­<br />

P A R A C IO N y D E S A P A R IC IO N ; los del Tem a Subsiguiente eran<br />

R E A P A R IC IÓ N y R E IN T E G R A C IO N . C ada com ponente consistía<br />

en dos o más constituyentes p o r los cuales el com ponente pudiera ser<br />

«realizado» en la conducta real o en el enunciado. La estructura global<br />

del juego se presenta en la Tabla 3.1, junto con ejemplos de cada uno<br />

de los diez constituyentes que com ponen esta «estructura superficial»<br />

con la que se puso al niño en contacto.<br />

C ada constituyente fue segm entado p o r una pausa o p o r algún otro<br />

m edio apropiado, para distinguirlo del constituyente siguiente. Las pausas,<br />

u otro tipo de marcas entre los cuatro com ponentes, eran más largas<br />

o más destacadas. Y la pausa entre los Tem as Precedente y Subsiguiente<br />

era particularm ente larga y cargada de suspense. Estos son los<br />

elem entos estructurales del juego. <strong>El</strong> lector me perm itirá que los ilustre<br />

de form a m enos abstracta, en el espíritu de las ilustraciones del «árbol<br />

del juego».<br />

!t La expresión Q;5 se refiere a cinco meses; 1 ;2 .10 a un año, dos meses y diez días,<br />

etc. Se sigue esta convención hasta el final. [T.]


Tema<br />

precedente<br />

\<br />

PREPARACION DESAPARICION<br />

Vocativo<br />

erizo | BúaB ú s q u e d a<br />

de atención . \ . . Realización<br />

V: Establecimiento ........ .<br />

del agente<br />

Jonathan, Ivok w h a t í 'v e got here. \Vho's this?<br />

(Jonathan, m n a lo que tengo aquí. ¿Q uién es éste?)<br />

Tema<br />

subsiguiente,<br />

/<br />

REAPARICION<br />

Comienzo Realización<br />

1 -<br />

Comienzo Terminación<br />

RESTABLECIMIENTO<br />

/ \<br />

Despertar Compulsión<br />

" 1<br />

<strong>El</strong> habla del niñ o<br />

Sball M u m m y b id é h im í Jonathan do it.<br />

(¿M amita lo esconderá? Jonathan ¡o hace.)<br />

H e ’s going. H e's going to go-o-o.<br />

(<strong>El</strong> se está yendo. E l se está yendo a go-o-o.)<br />

C íone! H e \ gonef<br />

(/Se fue? ¡Se ha ido?).<br />

Where's h e gonei '<br />

(¿Adonde se ha idó?i<br />

Here he comes. H e ’s coming to see you.<br />

(A q u í viene. Viene para verte.)<br />

Boo! Helio, Jonathan.<br />

(¡Boo! Hola, Jonathan.)<br />

There he ts.<br />

(A h í está.)<br />

Bababahoo! (m oving cíown to his belly).<br />

(¡fíabababoo? (m oviendo el payaso hacia su panza.)<br />

D on ’t eat him .<br />

(N o lo comas."


La P R E P A R A C IO N implica un constituyente inicial, en el cual la<br />

madre prim ero llama la atención del niño hacia el payaso m oviendo éste<br />

a su alrededor, o usando algún vocativo de atención com o Wbo's this?<br />

(¿Q uién es éste?), con un contorno interrogativo acentuado. U na vez<br />

que se gana la atención, la m adre plantea la cuestión de quién va a ser<br />

el agente y quién el receptor: establecimiento de la agencia. Entonces<br />

com ienza la D E S A P A R IC IO N . Esta tiene tres constituyentes: el C o­<br />

m ienzo, la Realización y la Búsqueda: H ere be goes! (¡A hora va!)<br />

H e ’s gone! (¡Se ha ido!) W here is b e ? (¿D ónde está?). A hora se produce<br />

una larga pausa, seguida por el C om ienzo de la R E A P A R IC IO N , que<br />

puede ser m anejada ya sea en form a lenta o explosiva, seguido por la<br />

Realización: H e ’s coming. Boo, jo n a th a n ! H ere he is (Está viniendo.<br />

Aquí está). Luego, después de otra pausa, el com ponente RESTA B LE­<br />

C IM IE N T O com ienza con el Despertar, cuando la m adre intenta excitar<br />

a Jonathan con el payaso, seguido por la Compulsión cuando lo<br />

logra: Bababoo (m oviendo el payaso hacia él)! O h, don’t eat him ! (N o<br />

lo comas).<br />

Pueden estar todos los elem entos constituyentes, pero no siem pre<br />

acom pañados de palabras.<br />

Lo que es invariable en el juego es su estructura profunda, que es la<br />

desaparición y reaparición de un objeto. Perm anece así a través de una<br />

amplia gama de realizaciones superficiales, En el juego básico no hay<br />

sorpresas. La sorpresa se produce siem pre cuando se varían los constituyentes<br />

con los que se realiza. E stos com ponentes, entonces, son realizados<br />

y señalados p o r variaciones previsiblem ente m oderadas (pero<br />

sólo m oderadas) en enunciación y prosodia. P or ejem plo, en nuestro<br />

caso, los distintos com ponentes estaban acom pañados rara vez p o r expresiones<br />

vocales de la m adre. A lgunas veces, sólo uno estaba m arcado<br />

en esa form a. Y cuando los juegos se sucedían sin interrupción, era habitual<br />

que la m adre acom pañara los diferentes com ponentes con sus<br />

acom pañam ientos vocales apropiados, familiares. E ra com o si ella creara,<br />

intencionadam ente, un espacio para apoyos vocales en la secuencia<br />

de los com ponentes. Lo mismo era cierto p or lo que se refiere a su m arcación<br />

prosódica de los enunciados que usaba realm ente, que eran variados<br />

hábilm ente para producir cam bio y suspense. En R E A P A R I­<br />

C IO N , por ejem plo, el C om ienzo sería en un tiem po m uy lento, Here...<br />

be... comes (A quí... él... viene), y, en el próxim o lapso de tiem po, realizado<br />

a toda velocidad. Lo m ism o cuando em erge el payaso. D e esta<br />

manera, m ientras el total del juego se rutinizaba, los com ponentes eran


continuam ente vanados: enunciados, prosodia, prolongación de las pausas,<br />

lo que fuere.<br />

La «entrada» de Jo n ath an en el juego fue gradual. Desde Q;5 hasta<br />

0;9 fue prestando una atención cada vez más activa. Su m adre fue m o ­<br />

dificando su papel de acuerdo a esto, Los diez com ponentes que ella<br />

podía señalar con su vocalización, se fueron haciendo cada vez más elaborados.<br />

Tom em os, p or ejem plo: W here’s he gone? (¿A donde se fue?),<br />

el com ponente Búsqueda. <strong>El</strong>la usó cuarenta y tres veces esta pregunta<br />

estándar entre los cinco y los nueve meses de Jonathan. A 0:7 agregó<br />

la frase estándar: W here is he? (¿D ónde está?); a G;8, Is he in there?<br />

(¿Está ahí dentro?) Can you see h im ? (¿Lo puedes ver?); y a 0;9, W here’s<br />

the clown? (¿D ónde está el payaso?) (introduciendo el nom inal), to ­<br />

das form as suplem entarias. E ra evidente que, m ientras estos nuevos rasgos<br />

se hicieran «esperables», Jo n ath an esperaría que su m adre los dijera,<br />

m irándola desde el payaso y el cono, y sonriendo, ya sea antes o<br />

después de que eíla hablara. <strong>El</strong> lenguaje de ella, más rico, fue convirtiéndose<br />

en una parte del juego, <strong>El</strong>, por su parte, iba vocalizando más<br />

durante esos m om entos entre com ponentes,<br />

La m adre de Jo n a th an utilizó de form a interesante la falta de enunciados<br />

que se esperaban, Al principio, acom pañaba vocalm ente casi to ­<br />

dos los com ponentes del juego. A 0;5, por ejem plo, ella marcaba tanto<br />

nueve de ellos en una sola vuelta, com o siete en otra. A 0;9, sus enunciados<br />

llegaron a un m áxim o de cuatro por juego. Se sacrificaron tres<br />

com ponentes en particular, para m antener el interés de jo n a th a n : la fase<br />

inicial de la desaparición (H e ’s going) (<strong>El</strong> se está yendo); la fase inicial<br />

de la reaparición (Here he comes) (Aquí viene); y la concreción de la<br />

reaparición (There he is) (Ahí está). Q uedaban una rápida retirada<br />

(G one!) (¡Se fue!) y un explosivo reingreso (Boo!). Tam bién un m ayor<br />

uso de restricciones (D on’t eat him ) (N o lo com as) o N o, I d o n ’t think<br />

y o u ’d better p u t that in your m outh (N o, no pienso que sería bueno<br />

que pusieras eso en tu boca), enunciados que p or su naturaleza estaban<br />

m ucho más vinculados a las acciones del niño y a sus presuntas intenciones,<br />

y eran de carácter m ucho m enos ritualizado. La form a de m arcar<br />

las supresiones coincidía con el dom inio que Jonathan tenía del<br />

juego. En efecto, cuando un com ponente era presum ible, la m adre suprim<br />

ía la vocalización. Era una form a notable de establecer la convención<br />

de una presunción.<br />

<strong>El</strong> interés de Jo n ath an respecto a las vocalizaciones de su m adre tam ­<br />

bién revelaba una tendencia interesante. A 0;5, el intento de coger el pa-


vaso era Jo que dom inaba la escena. A 0;6, acom pañaba sus intentos de<br />

alcanzar o coger el payaso con vocalizaciones indiferenciadas. Estas se<br />

distribuían a lo largo del juego. Pero a 0;7, Jo n ath an com enzó a responder<br />

a ios ritm os previsibles del juego. Perdió interés en coger, y<br />

com enzó a reaccionar con risas y sonrisas en los m om entos apropiados.<br />

D urante la fase Búsqueda, inm ediatam ente después de la D E SA PA R I­<br />

C IO N , por ejem plo, su sonrisa y sus vocalizaciones eran «com partidas»<br />

con la m adre, m ientras establecían un contacto visual al tiem po<br />

que ella hablaba nuevam ente al payaso en la R E A P A R IC IO N .<br />

Poco después, Jo n ath an com enzó a tom ar más un rol de agente, tratando<br />

torpem ente de producir él m ism o la desaparición y la reaparición.<br />

A 0;8 ya no estaba satisfecho de ser sim plem ente sorprendido por<br />

el payaso, y estaba en condiciones de sacarlo del cono él mismo. C uando<br />

su m adre lim itó sus esfuerzos, su atención retrocedió. En efecto, ella<br />

se veía forzada a dejarle tom ar la dirección para m antener su interés.<br />

C uando ella no cedía (com o se observó en trece ocasiones a 0;8), J o ­<br />

nathan abandonó el juego la m itad de las veces. <strong>El</strong>la cedió y le perm itió<br />

tom ar posesión del payaso cuando él lo pedía. Para ayudarlo a m anejar<br />

esto, ella concentró la estructura superficial del juego en dos com ponentes<br />

esenciales (gone! [se fue] en la D E S A P A R IC IO N y bool en la<br />

R E A P A R IC IO N ). A Q;9 se le perm itió tocar y tener el payaso durante<br />

algunos de los com ponentes en casi todas las vueltas. Para entonces, estaba<br />

vocalizando ju n to con su m adre por lo m enos en un com ponente<br />

de cada juego.<br />

<strong>El</strong> crecim iento de la participación activa, m otora, de Jo n ath an en el<br />

juego, está descrita en la Tabla 3.2. C om o ya se ha visto, al com ienzo<br />

estaba poco relacionada con la estructura del juego. A eso de 0 ;7, esa<br />

m anipulación fortuita y las pausas para agarrar, se m anifestaban sólo en<br />

Tabla. 3.2. • PORCENTAJE DE JUEGOS EN LOS CUALES JO NATHA N<br />

SOSTUVO, TOCO O METIO EN SU BOCA EL PAYASO<br />

E d a d<br />

Porcentaje<br />

d e juegos<br />

N ú m ero total<br />

de juegos<br />

0;5 36 11<br />

0;6 43 23<br />

0;7 6 16<br />

0;8 53 17<br />

0;9 75 8


un seis p o r ciento de las vueltas. D esde entonces hasta el final de 0;9,<br />

volvieron a aum entar. A hora, no obstante, están adaptadas a la estructura<br />

del juego.<br />

Finalm ente, hacia el final del noveno m es, se aburrió. <strong>El</strong> juego no<br />

era suficiente para m antenerlo. C om enzó a perder su atractivo cuando<br />

em pezó a dom inar su interés por la exploración m anual. Se em pezó a<br />

interesar más p o r el payaso-y-el-cono com o juguete que com o juego.<br />

Su atención se dirigió a otros objetos que daban más cam po a sus crecientes<br />

posibilidades sensoriales y m otoras. Pero su interés en la aparición<br />

y desaparición no se atenuó del todo. H acia el final del noveno<br />

mes reapareció el cu-cú, Pero tenía un nuevo rasgo, Estaba la misma<br />

estructura profunda, pero con una nueva form a en la superficie. La m a­<br />

dre debía esconder un anim al de juguete detrás de su espalda, y después<br />

«sorprender» a Jo n ath an con su aparición repentina que ella señalaba<br />

con el boo! P or prim era vez, Jonathan acom pañaba los enunciados<br />

de su m adre con uno propio (una vibración de sus labios o un<br />

«abucheo»),<br />

A partir de este pequeño com ienzo, se com enzó a elaborar una pauta<br />

en expansión. U n mes más tarde, la m adre se escondía detrás de una<br />

silla y Jonathan esperaba del o tro lado observando, vocalizando y riendo,<br />

anticipándose a su reaparición. Sus vocalizaciones eran, sim plem ente,<br />

llamadas exuberantes cuando ella desaparecía o reaparecía. Pero hay<br />

que notar que él desviaba la mirada inm ediatam ente que ella reaparecía,<br />

y virtualm ente siem pre intercam biaba la m irada con ella antes de la<br />

próxim a desaparición. En otros dos meses (cerca de los doce meses), el<br />

propio Jonathan se escondía detrás de la m ism a silla. N o sólo com enzaba<br />

el acto de esconderse, sino que lo term inaba reapareciendo con un<br />

casi-estándar ooo! D urante la mism a experiencia, cuando el experim entador<br />

se incorporaba y desaparecía, J onathan gritaba gone! A hora él p o ­<br />

día iniciar el juego com o agente, con otro en el rol de receptor, y hasta<br />

podía tom ar un nuevo receptor: ¡el experim entador!<br />

D os meses más tarde, a 1;2, el juego del payaso y el cono volvió a<br />

interesarle. Entonces, jo n a th a n podía ya participar com o agente o com o<br />

receptor. Pero ahora hacía falta algún tipo de negociación para decidir<br />

quién iba a ser el agente. <strong>El</strong> prefería el rol más activo, pero no lo m o­<br />

nopolizaba. Lo hacía m uy bien. Prim ero levantaba al payaso de su cono<br />

m ientras vocalizaba sus variantes de boo! (ooo!), después se acercaba al<br />

all gone (a ga) (se fue) (e fe) de su m adre, m ientras metía al payaso nuevam<br />

ente en el cono. Finalm ente, im itaba el cu-cú de su m adre con cu


m ientras sacaba de nuevo al payaso y lo volvía a m eter. C uando su m a­<br />

dre actuaba com o agente, Jonathan gesticulaba (levantando su brazo) y<br />

vocalizaba (ah) para señalar la reaparición del payaso. Llegó a dom inar<br />

el juego actuando com o agente y com o receptor. C uando están juntos,<br />

sonriéndose y encarándose uno al otro , Jonathan y su m adre dicen boo!<br />

al unísono, sin im p o rtar cuál de ellos tiene el control. Los roles se han<br />

vuelto totalm ente intercam biables. <strong>El</strong> juego m ism o tam bién aportó un<br />

form ato estructurado al cual se podía aplicar la capacidad lingüística en<br />

eclosión que tenía Jonathan. N o sólo aprendió en qué parte de la secuencia<br />

iban los perform ativos vocales, sino lo que eran y cóm o decirlos.<br />

En el curso del juego, Jo n ath an desarrolló no sólo cierto lenguaje<br />

perform ativo para seguir el juego, sino que aprendió m ucho sobre el m a­<br />

nejo de la interacción. A lgunos estudiantes rusos del desarrollo del lenguaje,<br />

com o A lexander Luria, trabajaron m ucho sobre la im portancia<br />

de poner las acciones «impulsivas» bajo el control del lenguaje. Y esa<br />

es, ciertam ente, la historia de Jo n ath an , yendo del «agarrar» de ios seis<br />

meses a la m uy arm ónica participación del año. Pero es más que el lenguaje<br />

lo que opera com o factor de control. Es la convención, las fo r­<br />

mas convencionales, negociadas, de proceder en el juego, las que d o ­<br />

minan. <strong>El</strong> lenguaje, sobre todo com o un conjunto de perform ativos<br />

secuenciales, es uno de los aspectos de esta convencionaüzación. Sin<br />

duda es im portante, pero es una parte de una pauta más amplia de la<br />

«adquisición de la cultura». P or todo ello, incluso, el lenguaje no perform<br />

ativo tam bién se trasladó al juego, com o la com pletiva aspectual<br />

¿do, y otros que seguirían. D e esta m anera, el convencionalizado formato<br />

del juego tam bién resultó ser un terreno fértil para la extensión<br />

de su léxico.<br />

C o n Richard el juego fue más personal y directo desde el com ienzo.<br />

Su estructura era clásica: él o su m adre desaparecían o aparecían desde<br />

detrás de una pantalla. O casionalm ente, el objeto del juego era un ju ­<br />

guete. Sus juegos variaban más que los de Jonathan, ya que la madre<br />

de Richard era más libre en el m anejo de variaciones sobre el tema. O<br />

quizás el «cu-cú personal» perm itía más variación.<br />

E ntre 0 ;6 y 0; 11 observam os setenta y un juegos en veinte ocasiones<br />

diferentes. Al igual que lo ocurrido en el caso del payaso y el cono, su<br />

juego se daba en form a subterránea, sin aparecer en la superficie hasta<br />

1;2. E ntonces apareció en form a alterada por otros veintinueve juegos<br />

hasta 1;3, en que se hizo nuevam ente subterráneo. En 1 ;9 reapareció.


pero esta vez en una form a tal que podía ser jugado por Richard solo,<br />

sin acom pañante.<br />

C onsiderem os el juego inicial (0 ;6 -0 ;ll). A prim era vista, m ostraba<br />

la m ism a «estructura profunda» que el payaso y el cono, aunque su estructura<br />

superficial perm itió que Richard tom ara más pronto el papel<br />

de agente en todos los com ponentes, ya que no era necesaria ninguna<br />

habilidad m anual. Al com ienzo, sin em bargo, el papel de agente estaba<br />

casi totalm ente m onopolizado por la m adre (Tabla 3.3), que siempre com<br />

enzaba el escondite en esos prim eros juegos. En el período en que el<br />

juego reapareció, 1;2, las pautas se transform aron: nueve de cada diez<br />

veces era R ichard quien se escondía. En la reaparición de los prim eros<br />

juegos, la m adre invariablem ente reaparecía con una sonrisa y decía<br />

bello! Richard le «ayudaba» estirando de la máscara una vez de cada<br />

cinco. C uando reapareció el juego, después de 1;2, él m ism o, generalm<br />

ente, se destapaba. A nteriorm ente, hacia el final de la fase inicial, si<br />

se escondía él, cosa que hacía cada vez más a m enudo, él mismo se destapaba.<br />

Pasó del rol de receptor en la prim era fase del juego al rol de<br />

agente en la segunda.<br />

Sus vocalizaciones tam bién cam biaron en la segunda parte. En el<br />

cu-cú se puede vocalizar antes o después de la reaparición de lo que esté<br />

escondido, com o anticipación o en la realización de un acto. En los p rim<br />

eros juegos, las vocalizaciones de Richard estaban igualm ente divididas.<br />

En la segunda parte, sin em bargo, había seis vocalizaciones de realización<br />

para una de anticipación (véase Tabla 3.3). En los prim eros juegos<br />

sus vocalizaciones eran, invariablem ente, balbuceos excitados. En<br />

los más tardíos eran de tipo lexema, por su longitud y sus características.<br />

Al principio, sus sonidos eran, principalm ente, dirigidos en form a<br />

difusa; en el período de los juegos más tardíos, los dirigía directam ente<br />

a su com pañero. Incluían «palabras» (a 1;3.21) com o peeboo, da, hi da,<br />

Tabla 3.3 • ESTRUCTURA Y ANALISIS DEL JU EGO DE CU-CU DE RICHARD<br />

Estructura


A nálisis<br />

PORCENTAJE DE JUEGOS DURANTE LOS CUALES LA MADRE O EL N IÑ O<br />

INICIAN EL ESCONDITE<br />

E dad de R ic h a rd<br />

0 ;6 -0 ;ll_________ 1;2-1;3<br />

La madre inició el escondite 100.0 21.9<br />

<strong>El</strong> niño inició el escondite — 78.1<br />

(73 juegos) (32 juegos)<br />

PORCENTAJE DE JUEGOS DURANTE LOS CUALES LA MADRE, EL N IÑ O O UN<br />

Madre escondida<br />

<strong>Niño</strong> escondido<br />

Objeto escondido<br />

OBJETO FUERON ESCONDIDOS<br />

E d a d de R ic h a rd<br />

0;6-0;11 1;2-1;3<br />

43.8<br />

28.8<br />

27.4<br />

(73 juegos)<br />

6.2<br />

93.8<br />

(32 juegos)<br />

PORCENTAJE DE JUEGOS DURANTE LOS CUALES LA MADRE, EL N IÑ O , O<br />

AMBOS SE QUITARON LA MASCARA<br />

E d a d de R ic h a rd<br />

0; 6-0-11______________ í;2-l;3<br />

La madre se quitó la máscara 75.3 12.5<br />

<strong>El</strong> niño se quitó la máscara 24.7 78.1<br />

Ambos se quitaron la máscara — 9.4<br />

(73 juegos) (32 juegos)<br />

PORCENTAJE DE JUEGOS DURANTE LOS CUALES LAS VOCALIZACIONES DEL<br />

N IÑ O SE PRODUJERON ANTES O DESPUES DE LA FASE DE REAPARICION<br />

E d a d de R ichard<br />

C;6-0;ll______________ 1;2-1;3<br />

Antes de la reaparición 20.5 6.2<br />

Después de la reaparición 20.5 37.5<br />

No vocalizaciones 63.0 56.2<br />

(73 juegos) (32 juegos)


dere, abh (cu, ete, hola ete, ai, aah).::' C om o m uchas de ellas eran usadas<br />

en otros contextos, funcionando corno saludos (hi) o dem ostrativos<br />

(abh, da, dere), es posible que en los juegos tardíos el cu-cú ya no fuera<br />

un form ato con un contenido propio. <strong>El</strong> traslado de bi y da al cu-cú<br />

sugiere que el juego estaba abriéndose para dar paso a un saludo general<br />

y a los dem ostrativos.<br />

En efecto, durante los tres meses de ausencia del cu-cú (0;11-1 ;2) R i­<br />

chard com enzó otro form ato de aparición-desaparición, que incluía la<br />

búsqueda activa de objetos escondidos en contenedores o en puños<br />

cerrados. Q u ien escondía era siem pre un adulto, su m adre o el experim<br />

entador, y la búsqueda y el hallazgo lo hacía siempre R ichard. Q uizá<br />

fuera una form a de cu-cú, pero io dudo, ya que su «drama» era m uy<br />

diferente. Se parecía más a un «juego de adivinanzas».<br />

C uando el cu-cú reapareció de nuevo a 1;2, Richard tom ó el control<br />

total del papel de agente. Para com enzar, observó a su m adre esconder<br />

su cara dos veces detrás de una caja de videntape, y luego «asumió el<br />

hecho». E scondió su propia cara detrás de la misma caja dieciseis veces<br />

seguidas, y cada vez que reaparecía contestaba boo!, con una sonrisa y<br />

una vocalización ocasional. Para el 1 ;3, el juego se había convertido en<br />

una form a más activa aún. R ichard ya no se escondía detrás de una caja<br />

o ponía un trapo delante de su cara, sino que realmente se ponía detrás<br />

de un sofá o de una silla para «desaparecer», reapareciendo luego de la<br />

m ism a form a. H abía incorporado fácilm ente el cam inar por los resquicios<br />

del juego, que antes sólo le requería m over una pantalla delante de<br />

su cara. De hecho, el nuevo juego tam bién había incorporado elem entos<br />

dei escondite, ya que tam bién variaba el lugar donde se escondía.<br />

D espués de 1 ;3, R ichard y su m adre jugaban rara vez al cu-cú en ninguna<br />

de las form as habituales del juego. Pero el esconder objetos continuó.<br />

Pero el cu-cú reapareció seis meses más tarde (1 ;9 .14), después<br />

que Richard había adquirido una regular cantidad de lenguaje. Esta vez,<br />

sin em bargo, había sido un juego solitario, entre Richard y los objetos<br />

que él había escondido y que hacía reaparecer. A pesar de este cambio,<br />

el juego todavía estaba ritualizado en form a estándar, aunque fuera un<br />

juego «sim ulado» en el cual los objetos reaparecidos eran saludados socialm<br />

ente, com o si fueran personas. R ichard, por ejemplo, llenó una<br />

olla grande con piezas de un rom pecabezas. E ntonces saludaba a cada<br />

La traducción castellana es una adaptación simplificada de los térm inos en infles.<br />

En castellano no se utilizan estos enunciados. Por el contrario, los niños y las niñas<br />

castellano-parlantes em plean cu- ya tá- qui tá- ai. [R.J


pieza con bello house! (¡hola casa!) cuando espiaba dentro de la olla que<br />

había destapado, com partiendo una sonrisa o una risa con su m adre<br />

m ientras lo hacía. R epitió y repitió la rutina, con cada helio house seguido<br />

de un bye-bye house (adiós, adiós, casa) cuando volvía a poner<br />

la tapa. U na vez, durante esta rutina, sonó el tim bre de la puerta. R i­<br />

chard saltó dirigiéndose a la puerta, gritando bello! sin expresar ninguna<br />

dificultad en el paso de los «helios» sim ulados del juego a la form a<br />

convencional de saludo. Podía usar sistem áticam ente estos contrastivos<br />

helio y bye-bye, tanto en un juego com o en saludos reales de recepción<br />

o despedida. Tam bién podía m anejar con facilidad los roles intercam ­<br />

biables que aparecían. <strong>El</strong> mes siguiente, por ejemplo, él gritó Where<br />

m u m m y f (¿D ónde m am á?) cuando ella se escondió, y luego helio cuando<br />

reapareció, en gran parte com o lo hubiera hecho ella si hubiera controlado<br />

el juego.<br />

<strong>El</strong> episodio final en la historia del cu-cú de Richard sucedió a l i l i . 14.<br />

Perdió un objeto detrás del alm ohadón del sofá. D urante meses había<br />

sido capaz de m anejar situaciones com o esa, buscando por sí m ism o y<br />

encontrando lo que estaba perdido o pidiendo ayuda. Pero ahora, el<br />

acto de encontrar «de veras» se asimiló al form ato viejo del juego. Buscando<br />

seriam ente, gritaba allu dow n dere (hola aquí abajo), seguido por<br />

sonidos de «esfuerzo» que usaba cuando pedía ayuda (véase capítulo<br />

5). H abiendo logrado eso, aunque con la ayuda del experim entador,<br />

volvió, entonces, al form ato del juego. A hora escondía intencionadam<br />

ente los lápices detrás del alm ohadón del sofá, donde antes habían ido<br />

a parar accidentalm ente, saludando su hallazgo con el grito de allu<br />

(hola), tanto si lo encontraba él com o el experim entador.<br />

O currió entonces que Richard y su m adre, lo mismo que Jonathan<br />

y la suya, fueron estableciendo gradualm ente un juego ritualizado en el<br />

cual com partían los roles intercam biables. <strong>El</strong> juego diversificaba y daba<br />

lugar a la iniciativa creciente de los niños, ya que aprendían cóm o iniciar<br />

el juego y cóm o ejecutar los m ovim ientos. A m bos niños aprendieron<br />

fácilm ente cóm o m antener constante la estructura profunda del juego<br />

m ientras variaban la estructura superficial. Y am bos niños se las arreglaron<br />

para relacionar el form ato del juego con form atos más am plios,<br />

más inclusivos, antes de que estuvieran hechos. <strong>El</strong> juego les daba una<br />

ocasión especial, libre de presiones, de intentar variaciones en el tema<br />

de la aparición y la desaparición. Pero al hacerlo, el niño tam bién tenía<br />

la oportunidad de participar en el establecim iento del tipo de convenciones<br />

sociales sobre las cuales se basa el uso del lenguaje.


U n p unto final antes de cerrar nuestra excursión al cu-cú. Tiene que<br />

ver con lo que que antes he llam ado Sistema de A poyo de la A dquisición<br />

del Lenguaje (LASS). Los juegos cu-cú de am bos niños estaban llenos<br />

de transiciones en las cuales la m adre introducía un nuevo procedim<br />

iento y gradualm ente se lo «transm itía» al niño, en la m edida que<br />

sus habilidades para realizarlo se fueran desarrollando. Está en el m eollo<br />

de to d o sistem a de apoyo que incluye juegos, juegos de «entretenim<br />

iento» y juegos de lenguaje p o r igual. Si en un sistema com o ése el<br />

«maestro» tuviera que tener una consigna, ésta, con seguridad, sería<br />

«donde antes hubo un espectador, que ahora haya un participante». U no<br />

establece el juego, proporciona una plataform a para asegurar que las<br />

ineptitudes del niño puedan ser rescatadas o rectificadas p or una intervención<br />

apropiada, y entonces va quitando la plataform a parte por p arte,<br />

en la m edida que la estructura recíproca se sostiene por sí misma.<br />

Este «principio de entrega» es tan ubicuo que difícilm ente notam os<br />

su presencia. Verem os com o opera en los próxim os capítulos en la adquisición<br />

de la referencia y la petición por parte del niño. Pero com ienza<br />

tan pronto com o las prim eras interacciones. <strong>El</strong> trabajo de Daniel<br />

Stern3 sobre la construcción del «tom a y daca» y «la arm onización» de<br />

la m adre y el niño, el estudio de Kaye y C harney4 sobre cóm o la «toma<br />

de turnos» en los prim eros intercam bios están estructurados p o r la m a­<br />

dre hasta que el niño puede tom ar parte en ellos, el inform e de Brazelto<br />

n 5 sobre los ajustes en la interacción m utua de la m adre y el niño,<br />

todos ellos apuntan al m ism o proceso de «establecer» la situación para<br />

que el niño entre fácilmente y con éxito, y luego gradualm ente retroceder<br />

y hacerle llegar el rol al niño, en la m edida en que se hace suficientem<br />

ente hábil para m anejarlo.<br />

En efecto, en nuestra investigación con Jonathan y Richard me di<br />

cuenta pronto de esta pauta, cuando analizaba la estructura de los juegos<br />

de «dar y tom ar». Poco antes de que Richard llegara a su prim er<br />

3. Stern, D ., H ofer, L., H aft, W . y D ore, J .: «Interpersonal com m unication: The<br />

attunem ent of affect states by means of íntcrm odal flueney». Trabajo presentado en la<br />

International C onference on Infaney Studies, A ustin, Texas, m arzo, 1982; y en la N ew<br />

Y ork C hild Language G ro u p C onference, N ueva Y ork, 1982.<br />

4. Kaye, K. y C harney, R .: «H ow m others m ain u in “dialogue" w itb tw o years<br />

olds». En D . O lso n (com ps.), The Social Foundations o f Language and Thought. N u e­<br />

va Y ork, N o rto n , 1980.<br />

5. B razelton, T. B .; K ozlow ski, B. y M ain, M .: «The origins of recíprocity: Early<br />

m other-infaru interaction.» En M. Lewis y L. Rosenblum (com ps.), The F.ffect o f the<br />

¡nfant on its Caregiver. N ueva Y ork, W iley, 1974.


Edad en meses y semanas<br />

Edad en meses y semanas


cum pleaños, recorrim os las cintas para determ inar tres cosas: a) cuándo<br />

se hizo agente en estos juegos; b) cuándo em pezó a darse cuenta que<br />

el fin de intercam biar un objeto no era su posesión, sino el intercam bio<br />

m ism o; y c) cuándo inició realm ente los juegos de «dar y tom ar». Para<br />

el segundo p unto, sim plem ente registram os el tiem po durante el cual tenía<br />

el objeto en su poder antes de devolverlo para el intercam bio. Los<br />

otros eran simples tareas de cuentas.<br />

Los datos están en las figuras de las págs. 61 y 62. Entre los cinco<br />

y los nueve meses la m adre m antuvo en m ovim iento el intercam bio. A<br />

los nueve meses, R ichard «despegó». D espués de una larga preparación,<br />

se m ovió rápidam ente hacia el papel de agente, iniciaba juegos en la m i­<br />

tad del tiem po, y captó la idea de que uno debe devolver un objeto, no<br />

aferrarse a él.<br />

Me disculpo p or los detalles con los cuales han sido descritos estos<br />

13<br />

Edad en meses


simples juegos. Pero los detalles destacan los puntos generales con que<br />

se abre el capítulo. C ada uno de ellos, realm ente, crea una realidad constitutiva<br />

altam ente estructurada, una «forma de vida» wittgensteiniana<br />

en la cual el niño aprende a concentrarse en una m anera secuencial o r­<br />

denada, m anteniendo en la m ente las estructuras «lógicas» globales del<br />

juego. La realidad constitutiva prim ero está acom pañada por la vocalización,<br />

y luego es anticipada p o r ella. Estas vocalizaciones proveen un<br />

esqueleto o estructura form al, en la que luego se pueden introducir variantes<br />

ricas y más del tipo de las del lenguaje. Tam bién proporcionan<br />

un m edio para realizar el intercam bio de roles y para negociar la actividad<br />

y otras de las razones de la acción. Y proporcionan una o p o rtu ­<br />

nidad única para ei niño de pasar de los medios «naturales» a los m e­<br />

dios convencionales de m ediación en la acción.<br />

En los capítulos que siguen me propongo m ostrar cóm o estas m ismas<br />

estructuras tipo-juego, se im ponen en form atos del tipo indicar y<br />

solicitar, que, en efecto, son esenciales para el desarrollo y la elaboración<br />

de estas funciones com unicativas. <strong>El</strong>los proporcionan el medio que<br />

hace posible su convencionalización y, finalm ente, su transform ación<br />

de form atos en actos de habla más flexibles y móviles.<br />

Pasamos a ello a continuación.


4 <strong>El</strong> crecimiento de la referencia<br />

La finalidad de este capítulo es explorar algunos de los pasos hacia<br />

el dom inio de la referencia lingüística. Pero antes de m eternos en esa<br />

tarea, sería aconsejable detenernos en las espinosas com plejidades de ese<br />

viejo tema.<br />

Para com enzar, es im posible proceder a un estudio em pírico de la referencia<br />

sin hacer un enfoque filosófico en relación tanto a la filosofía<br />

de la m ente com o a la filosofía del lenguaje. La neutralidad produce confusión.<br />

Sin em bargo, no es éste el lugar para revisar los rendim ientos<br />

empíricos de los enfoques filosóficos com petitivos. M e voy a contentar,<br />

sim plem ente, con exponer mis tendencias, de m odo que el lector<br />

pueda estar prevenido.<br />

La teoría general o filosófica que he encontrada más com patible con<br />

mi propia búsqueda de las raíces psicológicas de la referencia, es la expuesta<br />

p o r H ilary P u tn a m .1 Mi interés, com o el de él, está en la cadena<br />

histórica causal que relaciona un hecho referencial introductorio (cuando<br />

una persona trata de indicar, p o r brutal que sea, lo que tiene en su<br />

mente), y algún episodio referencial posterior (cuando cada m iem bro de<br />

una pareja que se com unica asigna una interpretación referencial a un<br />

mensaje que se transm ite entre am bos). Esta estructura presupone cuatro<br />

cosas. La prim era es que los individuos pueden indicarse entre sí<br />

que tienen una intención referencial o indicativa. La segunda es que la<br />

referencia puede variar en su precisión desde una m uy confusa vaguedad<br />

a una adecuada, definida, expresión referida. E n efecto, dos partes<br />

de una conversación se pueden referir al «mismo» tem a con amplías di-<br />

1. Putnam, H .: M ind, Language and Reality. Cambridge, Cambridge Univ. Press,<br />

1975.


íerencias en el grado de precisión. La «electricidad» que una m adre especialista<br />

en física tiene en su m ente, no será la misma que lo que su<br />

niño com prende cuando ella lo previene sobre un posible shock. Sin em ­<br />

bargo, los dos pueden seguir con «electricidad» a pesar de su im precisión.<br />

Su negociación conversacional puede incluso aum entar la precisión<br />

del niño. La verdad no es todo lo que está involucrado en cadenas<br />

causales com o éstas, La concepción de la electricidad que tiene el niño<br />

puede ser vaga, o aun errónea, pero hay un referente conjunto que no<br />

sólo existe en una conversación asim étrica com o esa, sino que puede<br />

ser desarrollado por su valor auténtico y por su precisión.<br />

U n tercer presupuesto es que la referencia es una form a de interacción<br />

social que tiene que ver con el m anejo de la atención conjunta. N o<br />

es sim plem ente una relación entre algo en la cabeza de una persona y<br />

algo en el m undo, com o en el clásico «triángulo de referencia» de O g-<br />

den y R ichards,2 Más bien está caracterizada por una división del trabajo,<br />

En nuestro ejemplo, un miembro de la pareja puede saber todo sobre<br />

electricidad, el o tro sólo lo suficiente para tener una base para una<br />

especificación posterior. Esto es duficiente para una interacción inicial.<br />

<strong>El</strong> cuarto y últim o presupuesto de la posición de Putnam es que en<br />

la acción de referir hay una estructura de meta. Esta está sostenida no<br />

sólo p o r la intención de referir, sino p o r los m edios adecuados para hacerlo<br />

y la especificación de hasta qué punto uno ha tenido éxito. Los<br />

medios com prenden el conjunto de procedim ientos p o r los cuales dos<br />

personas establecen una «unión» en su atención. Varían desde mecanismos<br />

lingüísticos evolucionados, com o la anáfora (volviendo al texto) y<br />

la deixis (volviendo al contexto), a la sim ple indicación ostensiva. L o­<br />

grar la m eta de la referencia tiene poco que ver con el acuerdo sobre<br />

un referente definido individual. Es suficiente que las partes de un intercam<br />

bio referencial sepan que com parten suficientes coincidencias en<br />

su atención focal, para que valga la pena continuarlo, tal com o W erner<br />

D eutsch y T om Pechm ann han com entado.3 C uando la m adre físico le<br />

2. O gden, C . K. y Richards, I, A .: Tbe M eaning o f Meaning. N ueva Y ork, H arcourt<br />

y Brace, 1923. [Traducción castellana: F-l significado del Significado. Barcelona,<br />

Paidós, 1984.]<br />

3. Véase: D eutsch, W , y Pechm ann, T .: «Interaction and the developm ent of definite<br />

descriptions». M anuscrito inédito, MP1P, N ijm egen, H olanda, 1981. D eutsch, W.<br />

y Pechm ann, T .: «Form and function in the developm ent of reference». Trabajo presentado<br />

al Sim posio 18 (Language D evelopm ent and Preverbal Com m unication). X X II<br />

International C ongress of Psychology, Leipzig, 1980. Pechm ann, T. y D eutsch, W .:


dice a su hijo de cuatro años que acaba de recibir una descarga de «electricidad»,<br />

ella no supone ni necesita suponer que él tenga la m ism a am ­<br />

plitud o com prensión del concepto que tiene ella. N i necesita preocuparse,<br />

si la conversación puede sólo continuar.<br />

<strong>El</strong> problem a de cóm o se desarrolla la referencia, puede ser vuelto a<br />

exponer com o el problem a de cóm o la gente maneja y dirige la atención<br />

de los dem ás p o r m edios lingüísticos. Podem os apropiadam ente<br />

preguntarnos cóm o la atención-m anejo lingüísticos están superpuestos<br />

con los m edios prelingüísticos, y hasta qué punto el prim ero am plía y<br />

modifica el segundo.<br />

Si hacem os la razonable presunción de que en algún m om ento el niño<br />

com ienza a desarrollar algunas nociones prim itivas de sem anticidad<br />

— que los sonidos pautadas representan cosas particulares o tipos de cosas<br />

que experim enta— , no será entonces m uy extraño que esos sonidos<br />

acom pañen, al principio, gestos referenciales evidentes y que, eventualmente,<br />

incluso los reem placen. <strong>El</strong> niño puede usar, al com ienzo, formas<br />

de sonido no estándar pero interpretables, que el adulto llega a im i­<br />

tar en interés del m antenim iento en m ovim iento de la negociación de<br />

la atención. Pero se puede contar con que la com unidad lingüística m ueva<br />

al estudiante del lenguaje hacia las formas estándar de referencia o<br />

hacia form as accesibles a la com unidad. Las convenciones lingüísticas<br />

y las form as estándar no surgen del huevo totalm ente desarrolladas. H a-<br />

bitualm ente son lentas transform aciones de procedim ientos iniciales primitivos<br />

o «naturales» que se socializan en la negociación.<br />

A traer la atención de los otros a un foco com ún es un hecho m uy<br />

difundido en el orden de los prim ates. M ichael C hance,4 describiendo<br />

el orden jerárquico de los m onos del Viejo M undo, observa que incluso<br />

la posición de dom inación puede ser definida por la distribución de<br />

la atención en el grupo: los animales menos dom inantes atienden a la<br />

jerarquía, los más dom inantes son más libres de am pliar su atención a<br />

otra parte. Los anim ales dom inantes fuerzan la atención sobre sí m ismos.<br />

En el m edio salvaje, los chim pancés y probablem ente otros grandes<br />

m onos, habitualm ente siguen las líneas de interés de los animales<br />

«Frotn gesture to w ord and gesture». Trabajos e inform es sobre C hild Language D e­<br />

velopment. Linguistics D epartm ent, Stanford U niversity, 1980. Pechm ann, T. y<br />

D eutsch, W .: ~nThe developm ent of verbal and nonverbal devíces for reference». Journal<br />

o f Experim ental C hild Psychology, 1982, 34, 330-341.<br />

4. Chance, M .: «A ttention structure as the basis of prim ate rank orders». Man,<br />

1967, 2, 503-518.


para determ inar los objetivos que persiguen. N o está claro si ellos solicitan<br />

u ofrecen inform ación sobre un referente. Lo que es único respecto<br />

al hom bre, p o r supuesto, es que maneja la atención conjunta sim ­<br />

plem ente solicitando y ofreciendo por m edio de índices, iconos y<br />

sím bolos.5 N o es sorprendente que un infante hum ano de seis meses<br />

de edad, dada su herencia simiesca, redirija su atención siguiendo la línea<br />

de interés de otro. Lo que ú es sorprendente es que, incluso durante<br />

su prim er año, com ience a rcdirigir su atención com o respuesta a<br />

sutiles norm as convencionales que son rasgos del lenguaje adulto, com o<br />

característicos cam bios hacia arriba en la entonación. <strong>El</strong> supuesto sistema<br />

referencial parece ser m uy «abierto». Salta m uy fácilm ente de n o r­<br />

mas «naturales» a norm as «convencionales».<br />

H ay un rasgo fundam ental en los actos hum anos de referencia, sobre<br />

el que nada se ha dicho hasta ahora. Son altam ente sensitivos o deícticos<br />

al contexto. Las partes de un acto referente deducen su referente<br />

de un enunciado en un contexto. T odo inform e de la ontogénesis de referencia<br />

tiene que tener en cuenta este rasgo deíctico. En efecto, Jo h n<br />

Lyons argum enta que la deixis es la fuente de la referencia, que «establecerse<br />

en el contexto» en lugar de «etiquetar» sim plem ente es el corazón<br />

de la referencia, ya sea en la com unicación tem prana o más tard e.6<br />

U no puede esperar encontrar, entonces, en form a razonable, que la<br />

adquisición de procedim ientos referentes es intensam ente dependiente<br />

del «arreglo» y la sim plificación de los contextos que hace el adulto<br />

para asegurar que las dem andas deícticas sean manejables por el niño.<br />

La rutinización de los contextos aseguraría m ontajes familiares fácilm<br />

ente interpretables, en los cuales la m adre y el niño pudieran localizar<br />

o «ubicar» objetos y hechos a los cuales se refieren. <strong>El</strong> hecho de que el<br />

niño sepa ya cóm o m anejar e intercam biar roles será, además, de gran<br />

ayuda para él para relacionar sus propios actos referenciales con los actos<br />

de sus com pañeros de diálogo. Pues el contexto y la deixis dependen<br />

de su capacidad de cam biar e intercam biar la perspectiva. Los tipos<br />

de habilidades en el «juego» que se analizaron en el capítulo anterior,<br />

incluida la habilidad para negociar turnos y condiciones, son cruciales<br />

en la actividad referencial, com o verem os enseguida.<br />

5. La distinción de índices, iconos y sím bolos se la debem os a C. S. Peirce. Véase:<br />

Peirce, C. S.: Collected Papers, C am bridge, M ass., H arvard Univ. Press (vols, 2 y 5),<br />

1932-1934.<br />

6. Lyons. J .: «Deixis as the source o í reíerence». En E. L. Kecnan (com p.), Formal<br />

Semantics o f N atural Language. C am bridge, C am bridge U niv. Press, 1975.


Veamos ahora cóm o una m adre y el niño, en una interacción altam<br />

ente recíproca, intentan, durante la m ejor parte de un año, llegar a un<br />

acuerdo (aunque sólo fuera del tipo Putnam , un acuerdo parcialm ente<br />

coincidente) sobre cóm o se llamará una cosa.<br />

Et manejo de la atención conjunta<br />

Los prim eros pasos suceden tem prano. Tal com o R obson y otros<br />

han señalado, la fase prim era y más prim itiva de la atención conjunta<br />

es el establecer un sostenido contacto cara a cara.7 Su com ienzo es un<br />

hito im portante para la m adre. Es el m om ento en el cual la m adre comenta<br />

con frecuencia que su niño se ha convertido en un «verdadero<br />

ser hum ano». Esto provoca m ucha vocalización p o r parte de la m adre<br />

y, poco después, por parte del niño. H acía el final del segundo mes, el<br />

contacto con acom pañam ientos vocales está bien establecido. La m adre<br />

y el niño com ienzan a m ostrar una dinám ica de turnos de intercam bio<br />

al «iniciar» y «cesar» uno y o tro sus conductas. N adie ha descrito este<br />

proceso de unión m ejor que D aniel S tern.8<br />

N uestros estudios com enzaron después que las rutinas del «tom a y<br />

daca» y de «com unicación» descritas por Stern hubieran quedado establecidas,<br />

C om enzam os en una segunda etapa, cuando la m adre com enzó<br />

a colocar objetos entre ella y el niño com o centros para una atención<br />

conjunta. C uando Jonathan tenía tres meses, su m adre ponía los<br />

objetos de dos form as. U na de ellas era interponiendo el objeto entre<br />

Jonathan y ella m ientras se estaban m irando. C uando ella hacía eso,<br />

cambiaba su expresión de una form a característica y estándar:<br />

M ira la linda m u ñ e ca /1'<br />

7. R obson, K, S.: «The role of eye-to-eye eontact in m aternal-infant attachm ent»,<br />

Journal o f Cbild Psychology and Psychiatry, 1967, 8, 13-25.<br />

8. Stern, D .; H ofer L .; H aft, W . y D ore, J .: «Interpersonal com m unicatión: The<br />

attunem ent of affect States bv means of interm odal flueney». Trabajos presentado en la<br />

International C onference Infaney Studies, A ustin, Texas, m arzo, 1982, y en la N ew<br />

^ o rk C hild Language G ro u p C onference, N ueva Y ork, m ayo, 1982.<br />

* La línea superpuesta sobre el enunciado indica, aproxim adam ente, la acentuación<br />

de la entonación de la m adre. [T.J


<strong>El</strong>la acom pañaba la vocalización de una form a característica, m oviendo<br />

el objeto en la línea de atención del niño y sacudiéndolo o «enfrentándolo».<br />

Su segundo contacto era tom ar un objeto que el niño ya había<br />

observado, y m overlo en el espacio entre ella y el niño, nuevam ente<br />

sacudiéndolo o acercándolo m ientras ella vocalizaba.<br />

La Tabla 4.1 nos presenta una m uestra de esos form atos objeto-juego,<br />

unos 303 en total para los dos niños. Registra el núm ero de veces<br />

que se enfatiza un objeto y el núm ero de enunciados particulares.<br />

<strong>El</strong> destacar los objetos es claram ente un hecho de los prim eros m e­<br />

ses. H acia el final del prim er año ha sido virtualm ente abandonado. En<br />

lo que se refiere a las expresiones m aternas que lo acom pañan, es notable<br />

que son más frecuentes precisam ente durante aquellos meses en<br />

que los dos niños m uestran menos signos tanto de entender com o de<br />

producir lenguaje. U na vez que el lenguaje aparece, la frecuencia com<br />

ienza a bajar, aunque en el caso de Jonathan vuelve a subir, pero con<br />

un m odelo y un contenido m uy diferentes, com o vamos a ver. La lección<br />

«implícita» que aparece en estos form atos objeto-juego tem pranos,<br />

es que el lenguaje acom paña la atención y la m anipulación de objetos,<br />

v de alguna m anera está escalonado p o r las acciones que se van p ro d u ­<br />

ciendo. En esta etapa, la vocalización es un «m antenedor de espacio»<br />

Tabla 4A • ENFASIS EN UN OBJETO Y ANUNCIADOS PARTICULARES EN IO S<br />

FORMATOS DE JU EG O CON UN OBJETO POR LAS MADRES DE I OS NIÑOS<br />

Jonathan<br />

E d a d en meses<br />

3 -9 10-16 17-18 6-12<br />

R ichard<br />

E dad en<br />

13-16<br />

meses<br />

17-19 21-23<br />

N ú m e ro de veces<br />

que enfatiza<br />

un o b ­<br />

jeto 124 15 75 1 1<br />

Enfasis por<br />

episodio 2.03 0.29 0.82 0,03 0.C6<br />

—<br />

Enunciados<br />

particulares 704 253 130 830 1S6 65 100<br />

Enunciados<br />

p o r episodio l l . i 4.87 8.12 9.02 4.76 4.06 3.85<br />

Número de<br />

episodios 62 52 16 92 39 16 26


para el lenguaje posterior que será usado cuando los objetos sean<br />

m anipulados.<br />

U na vez que los niños m ostraron una reacción de orientación hacia<br />

los objetos presentados en esta form a, reacción que fuera segura y p ro ­<br />

ducida fácilm ente, cada m adre desarrolló una form a rutinaria, característica,<br />

de prepararse para la presentación cuando el niño no estaba frente<br />

a frente con ella. Esto tom ó la form a de un vocativo atencional individualm<br />

ente estandarizado, basado en el nom bre del niño.<br />

Richard<br />

Jonathan<br />

A los cinco meses, esos vocativos eran m edios cotidianos para conseguir<br />

que el niño m irara hacia la m adre o buscara un objetivo<br />

atencional.<br />

Los vocativos con el «propio nom bre» se am pliaron pro n to con agregados<br />

del siguiente tipo:<br />

O h , mira<br />

M ira lo que tengo<br />

Jo h n Lvons, en su análisis del cuasi-inglés com o una «lengua inicial»<br />

experim ental, habla sobre tales vocativos atencionales com o «deícticos<br />

indiferenciados» que especifican que hay algo en algún lugar del am ­<br />

biente a lo que hay que atender.9 Sobre el final del prim er año estas expresiones<br />

se vuelven señales generales de alerta para el niño, indicando<br />

la posibilidad de un cam bio en el foco de atención.<br />

<strong>El</strong> trabaio de M aire Logan R yan sobre esto es particularm ente relevante.10<br />

<strong>El</strong>la trabajó con parejas de m adres y bebés, con niños de doce<br />

meses de edad cuyas m adres eran hablantes nativas de G lasgow , y encontró<br />

que era m ucho más probable que esas m adres usaran una form a<br />

de entonación creciente cuando cam biaban la referencia hacia otra cosa<br />

que la que sus niños estaban atendiendo. U n segundo hallazgo asociado<br />

era m ucho más im pactante: era m ucho más probable que el bebé<br />

9. Lvons, J . : «Deixis as the source of retercnce». En E. L. Keenan (com p.). Formal<br />

Semantics o f N atural Language. C am bridge, C am bridge Univ. Press, 1975.<br />

10. Ryan, M. L .: «C n n to u r in C ontext». Trabajo presentado en la Psychology L anguage<br />

C onference, Stirling, Escocia, 1976.


cam biara ej foca de su atención al objeto que su m adre sostenía, cuando<br />

la madre hablaba con una form a de entonación creciente que cuando<br />

no lo hacía.<br />

<strong>El</strong> trabajo actual sobre la sensibilidad de los niños a esas indicaciones<br />

de entonación deícticas indiferenciadas, sugiere que el acento rápidam<br />

ente ascendente puede tener un poder de atracción «natural» sobre<br />

la atención del niño,<br />

La prim era fase del manejo de la atención conjunta, muy controlada<br />

p o r la m adre, parece dar com o resultado que el niño descubra señales<br />

en el habla de su m adre que indican que la m adre está atendiendo a<br />

«algo para m irar». Los siete meses parecen ser la edad en la cual nuestros<br />

niños alcanzan la sensibilidad para los «deícticos indíferenciados».<br />

L n a fase concom itante en el desarrollo es más específica y se relaciona<br />

con un avance en la posibilidad del niño de observar qué es lo<br />

que ocupa la atención de otro. Ln su form a más simple, consiste en el<br />

seguim iento por parte del niño de una línea de atención ajena, relacionada<br />

con un objetivo distante de am bos. M ichael Scaife y y o 11 hicimos<br />

el prim er experim ento simple, que incluía a un adulto sentado frente a<br />

un niño (con sujetos que fluctuaban desde los tres meses hasta algo más<br />

de un año), haciendo prim ero el contacto cara a cara y luego girando<br />

noventa grados a la derecha com o a la izquierda y m irando hacia afuera<br />

atentam ente. <strong>El</strong> tu rn o era acom pañado por un acentuado «oh, look»<br />

(oh, mira). De los ocho a los diez meses, dos tercios de los niños fueron<br />

siguiendo la cam biante línea de atención, Al año lo hicieron todos.<br />

B utterw orth hizo el experim ento de form a más cuidadosa,12 y señaló<br />

varios rasgos adicionales en la form a de seguir la mirada. <strong>El</strong> prim ero y<br />

más im portante fue que el niño de un año m iraría siguiendo la línea de<br />

interés, buscaría un objeto, y, si no encontrara ninguno, se volvería hacia<br />

el rostro del adulto para una segunda m irada, después de lo cual se<br />

volvería nuevam ente hacia afuera. Parecía haber la expectativa de que<br />

se pudiera encontrar un objeto. <strong>El</strong> segundo rasgo era que el niño, en<br />

11. Scaife, M. y B runer, j . S .: «The capacity íor ¡ennt visual attention in the infant».<br />

N ature, 1975, 253 (5489), 265-266.<br />

12. B utterw orth, G .; «Wh.it mitids have in com m on in ^pace: A perceptual mechanism<br />

for joint reierence in infaney». Trabaio presentado a The A nnual Conference of<br />

the D evelopm ental Psychology S eaion, British Psychologícal S o aety , Southam pton,<br />

setiembre, 1979. B utterw ürth, G. y Jarrctt, N -: «The geom etrv of preverbal com m u­<br />

nication». Trabajo presentado a The A nnual C onference, D evelopm ental Psychology<br />

Section, British Psychological Society, «Language, C om m unication and U nderstanding..,<br />

E dim burgo, setiem bre, 19SG.


usca del objeto, no giraría hacia afuera una distancia angular m avor<br />

que aquella en la cual m antenía el rostro del adulto en la periferia de<br />

su m irada. En efecto, él estaba buscando un objeto, pero lo estaba haciendo<br />

m ientras m antenía al adulto en su cam po visual. La búsqueda<br />

concurrente de un objeto y el m antenim iento del contacto sugiere que,<br />

sin duda, estam os tratando con una form a m ucho más específica del m a­<br />

nejo de la atención de la que producía el deíctico indiferenciado. Lam<br />

entablem ente, este tipo de m arcación deictica específica de un supuesto<br />

referente, no ha sido experim entalm ente com binada con el vocativo<br />

de atención no específico que hem os analizado antes, pero hem os señalado<br />

inform alm ente que la posibilidad de un niño siguiendo la dirección<br />

de la m irada aum enta cuando la m irada del experim entador, al girar,<br />

va acom pañada por alguna expresión com o «oh, mira».<br />

Voy a apartarm e un m om ento del tem a para com entar el aparente alejam<br />

iento del egocentrism o que m uestran estos niños. D espués de todo,<br />

ellos tenían la posibilidad de «tom ar la perspectiva de otro» al investigar<br />

el am biente. Indudablem ente, hay m uchos aspectos en los cuales<br />

tanto los infantes com o los niños pequeños son egocéntricos, en el sentido<br />

que expresaba Piaget y otros, pero pienso que es necesario reconocer<br />

que hay una im portante tendencia operativa com pensadora. La<br />

form a más sim ple de caracterizarla es decir que los infantes y los niños<br />

pequeños, al igual que los adultos, desde m uy p ronto parecen ser realistas<br />

na'ive, que creen que hay un m undo de objetos «ahí afuera» y que<br />

otros están experim entando el m ism o m undo que ellos experim entan.<br />

Y, ciertam ente, cualquiera que sea la posición filosófica que eventualm<br />

ente tom em os nosotros los adultos, por m uy construccionalista que<br />

pueda llegar a ser nuestra epistem ología, creo que el Realismo Na'ive<br />

es la creencia activa de todo el m undo, punto que ha sido encarado con<br />

cierta fuerza filosófica p or H ilary P u tn a m '3 y argum entado psicológicamente<br />

por W illiam H o g a n .14<br />

La atención de los niños alrededor de los seis o siete meses se halla<br />

dom inada p o r sus esfuerzos destinados a alcanzar y coger objetos, intercam<br />

biarlos, y dem ás. H ablarem os de ello más adelante en relación<br />

con el crecim iento de la petición. A quí es suficiente decir únicam ente<br />

que la atención conjunta, en los meses siguientes al punto en que la ac-<br />

13. Putnam , H ,: M ind, Language a n d Reality. C am bridge, C am bridge Univ.<br />

Press, 1975.<br />

14. H ogan, W .: «Theoretical egocentrism and thc problem o í eompliance». A m e -<br />

ncan Psycbologist, m ayo, 1975, 533-540.


tividad de alcanzar objetos está bien desarrollada, se halla dom inada por<br />

la acción conjunta m ientras el niño desarrolla el tipo de «esquemas de<br />

acción» y scripts sobre el m undo que fueron analizados antes. <strong>El</strong> logro<br />

más im portante durante esta fase activa, es que el niño se convierte ahora<br />

en un emisor de señales sobre los objetos deseados y no sólo está com ­<br />

prom etido en com prender y descodificar los esfuerzos de los otros para<br />

dirigir su atención.<br />

La fase siguiente es crucial y com ienza con la aparición de la indicación<br />

en el niño. La llamada indicación «pura» aparece a los nueve m e­<br />

ses y m edio en Jo n ath an y a los trece meses en R ichard. La diferencia<br />

de edades puede tener que ver con la edad más tem prana a la cual R i­<br />

chard em pezó a cam inar. Jo n ath an que com enzó a cam inar m ucho más<br />

tarde necesitó un sistema de señalización de los objetos que no podía<br />

adquirir m uy fácilmente. Señalar no parecer ser una am pliación o una<br />

m odificación del alcanzar, incluso del alcanzar convencionalizado, sin<br />

esfuerzo, p o r el cual el niño (com o veremos) indica un objeto que desea<br />

obtener para él sin prácticam ente m overse para alcanzarlo. Parece<br />

más probable que el señalar sea parte de un sistema prim itivo de m areaje<br />

para seleccionar lo más notable. O bviam ente, los adultos han hecho<br />

que el niño presenciara el señalar, y su habilidad para com prender<br />

la señal de un adulto, según nuestros registros, precede en un mes o<br />

dos su propia posibilidad de producirla. En el caso de Jonathan, las p rimeras<br />

indicaciones que se observaron eran respecto a objetos situados<br />

no m uy lejos que se veían a través de la ventana del jardín, a veces acom ­<br />

pañadas por un um protodem ostrativo. Las prim eras actividades de señalización<br />

de R ichard (a veces acom pañadas por da [esto]) eran para o b ­<br />

jetos conocidos colocados en contextos nuevos (una taza que la m adre<br />

se había puesto sobre la cabeza), y para objetos nuevos en contextos familiares<br />

(como cuando las cotorras vuelan en el cam po cercano a su<br />

casa de verano). Las figuras tam bién producen señalización, sobre todo<br />

las figuras familiares cuando se ven en un libro. Parece que tam bién se<br />

produce señalización en los esfuerzos para dar una ubicación a ciertos<br />

referentes inciertos o «abstractos». D ebo decir algo sobre una tendencia<br />

concurrente antes de poder sugerir lo que esa tendencia puede<br />

significar.<br />

M e refiero a la aparición concurrente de expresiones no-estándar pero<br />

fonéticam ente consistentes, con las cuales el niño com ienza a «indicar»<br />

objetos. Parece ser el com ienzo de una verdadera hipótesis de semanticidad:<br />

el que los sonidos vocales particulares, no-estándar, indican ti­


pos particulares de objetos. Estos sonidos vocales tom an el lugar de los<br />

dem ostrativos da y um . En todo caso, para esa época Richard había em ­<br />

pezado a p roducir tales formas m odeladas aproxim adam ente en el habla<br />

adulta, p o r ejem plo, apoo p o r apple (m anzana), boe por bird (pájaro),<br />

etcétera.<br />

F ue en relación con boe que observam os la señalización com o un<br />

acto locativo m uy «abstracto». C om o se com entó antes, Richard había<br />

estado observando grajos y cotorras (nuevas para él), que volaban esa<br />

tarde en un cam po cercano a la casa de verano en la cual se encontraba.<br />

Esa noche estaba dentro, sentado en el piso (afortunadam ente estaba<br />

siendo grabado en video). D urante unos m om entos estuvo sentado quieto<br />

y luego, señalando hacia arriba, pronunció (en form a m uy distraída<br />

y tentativa) su palabra para «bird», boe. Parecía estar ubicando en su<br />

espacio «presente» un objeto traído de su m em oria. Su lexema, boe, sirvió<br />

com o un especificador nom inal de su señal, con un deíctico espacial<br />

en ausencia de un objeto real. M agda Kalm ar ha observado y fotografiado<br />

un fenóm eno sim ilar,15 en el cual un niño, de un nivel de desarrollo<br />

sem ejante al de R ichard, está escuchando un reloj sostenido cerca<br />

de su oído. Parece desconcertado p or el lugar de dónde viene el sonido.<br />

Finalm ente, señala hacia arriba m ientras escucha, com o si le diera al sonido<br />

un contexto espacial.<br />

Perm ítasem e com entar brevem ente la especificidad referencial de las<br />

form as fonéticam ente consistentes. Boe era m uy específico. Su esfera sem<br />

ántica estaba lim itada al vuelo de los pájaros. Pero tom em os el ghee<br />

de Richard. Parecía usarlo en una form a m uy parecida a com o uno puede<br />

usar una expresión com o trasto. Ghee se refería tanto a objetos «nuevos»,<br />

que eran im presionantes por su aspecto pero pequeños p o r su tam<br />

año, com o a objetos familiares para los cuales no conocía nom bre, o<br />

a objetos que en alguna form a eran sorprendentes por su contexto o su<br />

uso, sim ilar a los que vim os para la señalización. Ghee era usado, más<br />

bien, para m antener un lugar para objetos que eran «dignos de un<br />

nom bre».<br />

U na vez que aparecen la señalización y las form as fonéticam ente consistentes,<br />

son rápidam ente recuperadas en los juegos familiares «W here»<br />

(D ónde) y * W hat» (Q ué), que habían sido establecidas m ucho antes.<br />

La m adre de Jo n ath an com enzó su W here’s the X ? (¿D ónde está el<br />

15. E stoy agradecido a M agda Kalm ar, de la U niversidad de Budapest, p o r aportar<br />

este im pactante ejem plo de señalización de una «hipotética» ubicación en el espacio.


X?) W bere did it g o f (¿D ónde fue?) a los cuatro meses, y la de Richard<br />

com enzó su W h a t’s this? (¿Q ué es esto?) para ob|etos presentes a los<br />

nueve meses, en ninguno de am bos casos con la m enor posibilidad de<br />

una respuesta apropiada. Pero una vez que apareció la señalización,<br />

W bere’s tbe X ? (¿D ónde está el X?) se convirtió en un requerim iento<br />

real de una señalización. Esta rutina queda bien establecida para jo n a t-<br />

han a ios doce meses y para Richard de los trece a los catorce meses.<br />

A los quince meses esta pregunta estaba incorporada, p or parte de<br />

los padres de am bos niños, a los form atos de juego sobre las «Partes<br />

del C uerpo». W here’s y o u r nose? (¿D ónde está tu nariz?), etcétera (contestada<br />

con una señal apropiada), fue seguida pronto por W h a t’s th a t?<br />

(¿Q ué es eso?) (la m adre señalando la nariz del niño). W hat's thatf, por<br />

supuesto, produce vocalizaciones, luego lexemas no-estándar y, finalm<br />

ente, nom bres.<br />

W h a t’s tb a tf y W here’s tbe X ? son carne y uña. Son ejem plos clásicos<br />

de indexicales, en el sentido de relacionar un signo con un elem ento<br />

de un contexto no lingüístico inm ediato, <strong>El</strong> dom inio de los niños de<br />

esos indexicales, perm ite que se haga posible el desarrollo de nuevas<br />

pautas de conversación que perm iten un m ovim iento hacia un nivel más<br />

avanzado de relación intralingüística con el lenguaje (palabras relacionadas<br />

con otras palabras, y no sim plem ente con elem entos del contexto<br />

no lingüístico). A ello dedicam os nuestra atención a continuación.<br />

«Lectura de libro»: <strong>El</strong> crecimiento de las etiquetas del discurso<br />

A nat N inio y yo observam os de form a particular a R ichard y a su<br />

m adre «leyendo libros» a lo largo del segundo año de R ich ard .If> Era<br />

uno de los juegos favoritos de Richard, e hicim os, sim plem ente, grabaciones<br />

de video de sus ocurrencias naturales sin tener que pedir ninguna<br />

«actuación». Parecía una ventana especialm ente buena a través de la<br />

cual p oder observar no sólo com o se m anejaban los nom bres, sino tam ­<br />

bién las descripciones de la acción, todo en el contexto del discurso y<br />

del diálogo. Los libros, por supuesto, eran «libros ilustrados». Las fo r­<br />

mas anteriores de este tipo de «diálogo» eran sobre las partes del cuerpo<br />

o sobre cosas, sirviendo com o temas los nom bres de objetos co n ­<br />

cretos. Estas form as anteriores tam bién tom aron el form ato tipo juego,<br />

16, N inio, A. y B runer, J , S.: «The aehievem ent and antccedents oí labclling.» Journal<br />

o f Child Language, 1978, 5, 1-15.


com o en el dar y tom ar y los tipos de intercam bios descritos en el capítulo<br />

anterior.<br />

<strong>El</strong> lector recordará que esos juegos im ponen roles, tom a-y-daca,<br />

atención conjunta y una estructura secuencial. La lectura de libros se<br />

arma sobre esas técnicas ya establecidas. Pero ahora el intercam bio se<br />

realiza a partir de temas no-concretos, es decir, imágenes. Las técnicas<br />

previam ente establecidas, com o el tom a y daca o turno de palabra son<br />

virtualm ente perfectas desde el com ienzo mismo de la lectura de libros.<br />

Sólo alrededor del 1 % de las expresiones de los dos participantes se<br />

produce en form a sim ultánea en lugar de alternadam ente.<br />

D esde el principio hasta el final, la m adre adapta su participación en<br />

la lectura de libros a las aparentes aptitudes del niño. Es difícil saber<br />

hasta qué punto es ella «consciente» de lo que está haciendo, ya que se<br />

trata de una com binación autom ática, incluso cuando un niño de cuatro<br />

años habla con un niño más pequeño, com o tan elegantem ente nos<br />

han m ostrado Rochelle Gelm an y M arilyn S h atz.17<br />

La variedad de los tipos de enunciados de la m adre en la lectura de<br />

los libros es notablem ente limitada, <strong>El</strong>la hace un uso repetido de cuatro<br />

tipos clave de enunciados, con una cantidad sorprendentem ente pequeña<br />

de variaciones de cada uno de ellos. Estos tipos eran: 1) el V ocativo<br />

de A tención, p o r ejemplo, Look (M ira); 2) la Pregunta, por ejemplo,<br />

W h a t’s that- (¿Q ué es eso?); 3) la Etiqueta, por ejemplo, I t ’s an X (Es<br />

una X ); 4) el E nunciado Feedback, p o r ejemplo, Yes. Están ilustrados<br />

p o r un ejem plo de una sesión a 1; 1.1.<br />

MADRE: L ook! (Vocativo de A tención)<br />

NIÑO: (Toca la figura)<br />

MADRE: W hat are those? (¿Q ué son?) (Pregunta)<br />

N IÑ O : (Vocaliza un balbuceo y sonríe)<br />

MADRE: Yes, they are rabbits (sí, son conejos). (Feedback y<br />

E tiqueta)<br />

N IÑ O : (Vocaliza, sonríe y m ira a la madre)<br />

M A D R E : (ríe) Yes, rabbit. (Feedback V Etiqueta)<br />

N lÑ O : (Vocaliza, sonríe)<br />

MADRE: Yes (ríe) (Feedback)<br />

17. Gellm an, R. y Shatz M .: «A ppropriatc spcech adjustm ents: The operation of<br />

conversational constraints on talk tw o-vcar-olds». En M. Lewis y L. Rosenblum<br />

(com ps.). Interaction, Conversation and the D evelopm ent o f Language. N ueva Y ork,<br />

W iley, 1977.


La Tabla 4.2 contiene la distribución de cada uno de los cuatro tipos<br />

de enunciados y sus m uestras.<br />

Tabla 4.2 • EXPRESIONES CLASIFICADAS COMO MUESTRAS DE LOS CUATRO<br />

TIPOS MAS IMPORTANTES DEL HABLA DE LA MADRE<br />

Tipo/Muestras<br />

Frecuencia<br />

I. V ocativo d e atención 65<br />

Look! (¡Mira!) 61<br />

Look at that! (¡Mira eso!) 4<br />

II. Preguntas 85<br />

What’s thatf (¿Qué es eso?) 57<br />

What are thosef (¿Qué son esos?) 8<br />

What are they doingf (¿Qué están haciendo?) 6<br />

Wbat is itf (¿Qué es eso?) 5<br />

What are theyf (¿Qué son ellos?) 1<br />

W hat’s on that pagef (¿Qué hay en esa página?) 1<br />

What have we got heref (¿Qué tenemos aquí?) 1<br />

What’s the next onef (¿Cuál es el siguiente?)<br />

I<br />

What’s over here? (¿Qué hay por aquí?) 1<br />

What else can you see there? (¿Qué más puedes ver allí?) 1<br />

What does that do? (¿Qué está haciendo?) 1<br />

What do you see there? (¿Qué ves allí?) 1<br />

What can you see ? (¿Qué puedes ver?) 1<br />

III. E tiq u eta s 216<br />

X (= a stressed lahel) X (= un uso referencial) 91<br />

I t’s an X (Es una X) 34<br />

That’s an X (Eso es una X) 28<br />

There is an X (Hay una X) 12<br />

An X (Una X) 12<br />

That’s X (Esa es X) 6<br />

There is X (Hay X) 6<br />

Lots o f X (Muchas X) 5<br />

They are X-ing... (e.g., going to bed) (Hay X -endo...;<br />

X-ando... por ejemplo, yendo a la cama) 5<br />

More X (Más X) 3<br />

They are X (Son X) 3<br />

These are the X (Estas son las X) 3<br />

The X (Las X) 2


Tipo/Muestras<br />

Frecuencia<br />

You can see the X (Tú puedes ver las X) 1<br />

T hat one is an X (Esa es una X) 1<br />

L o o k at the X (Mira a la X) 1<br />

I t says: X (Dice: X) 1<br />

W e’ll cali it an X (Podemos llamarla una X) 1<br />

K in d o f X (Tipo de X) 1<br />

IV . F eedback<br />

SO<br />

7es (Sí) 53<br />

Yes, I kno'u; (Sí, ya sé) 8<br />

I t ’s n o t an X (No es una X) 5<br />

T h a t’s it! (¡Eso es!) 3<br />

I s n ’t i tf (¿No es así?) 2<br />

Ñor X (No X) 2<br />

N o , it's n o t X (No, no es X) 2<br />

Yes, it is (Sí, es así) 1<br />

That's cbarm m g (Eso es bueno) 1<br />

You are right (Tienes razón) 1<br />

N o , it's an X , not a Y (No, es una X, no una Y) 1<br />

N o , i t ’s an X (No, es una X) 1<br />

Yes, th ey are (Sí, lo son) 1<br />

Yes, very good (Sí, muy bien)<br />

i<br />

T h a t’s not an X (Eso no es una X) 1<br />

Los cuatro tipos de enunciados y sus m uestras com prenden, virtualm<br />

cnte, todos los enunciados de la m adre en el «form ato de lectura» de<br />

todo el período estudiado. Para cada uno de los tipos, una sola m uestra<br />

explica desde cerca de la m itad hasta más del 90 por ciento de los ejem ­<br />

plos. Adem ás, la entonación de estos enunciados no cambia, virtualm<br />

ente, desde las prim eras hasta las últimas sesiones (con unas pocas excepciones<br />

que com entarem os luego).<br />

Por otra parte, los tipos fundam entales de enunciados estaban dirigidos<br />

por un discurso estricto y p or un ordenam iento de restricciones.<br />

<strong>El</strong> orden de los enunciados era acentuadam ente estable dentro de un<br />

ciclo dado. Se daban casi exclusivamente en el orden:<br />

1) Vocativo de A tención<br />

2) Pregunta<br />

3) Etiqueta<br />

4) Feedback


Las variaciones se dan casi siempre bajo ta form a de la supresión de<br />

un elem ento. Se pueden dejar fuera uno o dos pasos por razones que<br />

verem os enseguida. Para abreviar, si se da un Vocativo de A tención<br />

será, casi con segundad, el prim er enunciado. Si se produce una P regunta<br />

será antes que una Etiqueta o un Feedback. En consecuencia, los<br />

cuatro tipos de enunciado form an una escala de G uttm an ordenada, con<br />

más de un 85 p o r ciento de reproducibilidad, m uy lejos del azar.<br />

C om o hem os com entado, cuando se deja fuera un paso es por una<br />

buena razón. La m adre de Richard responde a lo que él hace. Si él inicia<br />

un ciclo, señalado o vocalizado, ella responde con una Pregunta y<br />

om ite el Vocativo de A tención. O si él ofrece un etiquetam iento aceptable<br />

después de la Pregunta de ella, ella prácticam ente siem pre prescindirá<br />

de la Etiqueta y saltará al Feedback. Ln una palabra, ella le está<br />

contestando com o lo haría con un interlocutor «real» en un intercam ­<br />

bio, Esa prem isa provee de la estructura básLca para su form ato.<br />

T a b la 4 3 • DISTRIBUCION DE IO S ETIQL'ETAMIEN'TOS DK I K MADRE Y EL<br />

N IÑ O POR FOCO? REVERENCIALES<br />

Tipo de R eferente<br />

Porcentaje de<br />

Etiquetas de la M adre<br />

Porcentaje de<br />

Etiquetas del h'iñn<br />

Nombres comunes Je obictos enteros 88,9 89.8<br />

Nombres comunes de partes de objetos 2,9 4.1<br />

Nombres propios 4, 1 4.1<br />

O tros facciones, atributos.cíe.': 4.1 2.:<br />

Porcentaje toral 100.0 I0C.0<br />

N úm ero toral de criquet,is 170 49<br />

La m adre evita el dilema de W ittgenstein («¿A qué rasgo de un referente<br />

hace referencia una etiqueta?»), Cerca del 90 % de sus designaciones<br />

se refieren a objetos enteros (véase Tabla 4.3), y com o la m itad<br />

de lo que queda está form ada por nom bres propios que tam bién p ertenecen<br />

a los enteros, ella crea pocas dificultades sobre la extracción de<br />

rasgos, Si, corno proponen W illard Q u in e 1" e Itzak Schlesingerlos<br />

individuos que aprenden un lenguaie se implican con la totalidad antes<br />

que con las características, la m adre de Richard está de su lado. La di­<br />

18 Q uine, W. V.: The Roots oj Referente. La Salle, 111., O pen C ourt, 1973.<br />

Í 9. S e h l e s m g e r , I M . . T h e A c q n i s u i o n o f W o r d 5a n d C n n c c p ls . M a n u s c r i t o i k í p u ­<br />

b l i c a d o , J c r u s a l é n , T h e H e b r e w U n i v e r s i t y , 1978.


ección hacia la totalidad puede no resolver todos los dilemas de W ittgenstein,<br />

pero parece evitar éste. Prácticam ente, no ofrecía confusión a<br />

qué se referían las designaciones de la m adre de Richard.<br />

C om o respuesta a los esfuerzos de Richard, su m adre parecía estar<br />

operando con un detallado, recién actualizado «inventario» del conocim<br />

iento que él tenía de objetos y sucesos, de las palabras que él había<br />

entendido previam ente, y de las form as de expresión de las cuales era<br />

capaz. Fundam entalm ente, le otorgaba el beneficio de la duda cuando<br />

hacía un enunciado am biguo (véase a continuación ejemplos de ello) o<br />

«excusaba» con palabras y expresiones amables una respuesta errónea a<br />

sus Preguntas. You h a v e n ’t seen one o f tbose; tb a t’s a goose (Tú no habías<br />

visto uno de esos; es un ganso.) O bien You don't really know<br />

w hat tbose are, ¿do you? They are m ittens; w rong tim e o f year fo r those.<br />

(Tú realm ente no sabes lo que son, ¿verdad? Son m itones; mala época<br />

del año para ellos.) O bien I t ’s a dog; / kn o w you k n o w that one.<br />

W e’ll fin d you som etbing you kn o w very well. (Es un perro; sé que tú<br />

lo conoces. Te encontrarem os algo que conozcas m uy bien.) Pero la m a­<br />

dre tam bién podía insistir: C om e on, you ve learned «brides». (Vamos,<br />

tú has aprendido «ladrillos».) C om o con los juegos que com entam os<br />

en el capítulo anterior, la m adre creó, en conjunto, una situación de apoyo<br />

y de aceptación. Las excepciones a esta regla (com o las excepciones<br />

a las máximas de conversación de G rice,2C san excepciones razonadas<br />

cuya función verem os en seguida.<br />

La Tabla 4.4 nos m uestra el ritm o y la naturaleza de la participación<br />

de Richard en la lectura de los libros. Sus respuestas activas incluyen<br />

vocalización, gestos, sonrisas, contacto visual con su madre y búsqueda<br />

de un objeto especificado. Se puede notar, y no es sorprendente, que la<br />

participación aum enta firm em ente con la edad. Y, obviam ente, vocaliza<br />

más al m ism o tiem po que su vocalización se hace más interpretable.<br />

La aparición de algunas etiquetas de léxico estándar al 1;2 hizo que<br />

la m adre de Richard creyera que el niño había dom inado la «hipótesis<br />

semántica», es decir, que ahora sabía que los sonidos tienen significado.<br />

<strong>El</strong>la em pezó a actuar com o si su hijo fuera capaz de em itir palabras en<br />

lugar de simples balbuceos. Sus «im putaciones» p aralas vocalizaciones<br />

del niño cam biaron claram ente. A hora las trataba com o si «significaran»<br />

algo, o cuando eran am biguas, com o si debieran significar algo.<br />

20. Grice, H . P .: «Lohic and conversation». En P. C olé y J. M organ (com ps.),<br />

Syntax a n d Semantics, vol. 3. Londres, Academic Press, 1975.


En este últim o caso, si no podía determ inar qué significaban, lo presionaba<br />

para que repitiera o para que corrigiera su enunciado. La m a­<br />

dre se hizo m ucho más firm e en sus dem andas, aunque se m antenía p ermisiva<br />

en sus interpretaciones.<br />

Tabla 4.4 • PROPORCION DE CICLOS DE LECTURA EN LOS CUALES EL NIÑO<br />

<strong>El</strong> ECTUO RESPUESTAS ACTIVAS<br />

Edad<br />

Xúm ero de<br />

ciclos de<br />

lectura<br />

Porcentaje de<br />

ciclos en los<br />

cítales el niño<br />

hÍ20 por lo<br />

menos una<br />

respuesta<br />

activa<br />

Xúm ero de<br />

tumos activos<br />

Porcentaje de<br />

tumos activos<br />

conteniendo<br />

una<br />

vocalización<br />

Porcentaje de<br />

vocalizaciones<br />

que son<br />

etiquetas<br />

léxicas<br />

0;8.14 2 50,0 4 0,0 0,0<br />

Oí 11.7 9 55,6 17 35,3 0,0<br />

1;0.25 7 71,4 10 90,0 0,0<br />

1; 1.7 6 83,3 13 76,9 0,0<br />

1:1.22 4C 37,5 17 41,2 0,0<br />

1 ;2.7 26 43,8 18 38,9 28,6<br />

1:3.13 36 86,1 60 93,3 50,0<br />

1;3.21 18 88,9 22 95,4 61,9<br />

1;4.14 35 77,1 50 92,0 54,3<br />

1:5.8 19 80,2 32 100,0 28,1<br />

1:5.22 4 100,0 5 100,0 20,0<br />

1 ;6.1 7 100,0 12 100,0 50,0<br />

D espués de la aparición de esos prim eros balbuceos fonológicam ente<br />

constantes, del largo de un lexema, la m adre los trató en otra form a.<br />

M ientras antes aceptaba de form a perm isiva sus esfuerzos de balbuceo,<br />

com o si fueran intentos de etiquetam iento a los cuales ella aportaba una<br />

etiqueta correctiva, ahora requería que él contestara más léxicamente.<br />

Repetiría el W b a t’s that f (¿Q ué es eso?). Pregunta, con la aclaración frecuente<br />

You know , d o n ’t you? (Lo sabes, ¿no?). C ontinuaba m anteniendo<br />

el orden de los tipos de enunciados que hem os descrito antes, pero<br />

ahora repetiría uno de ellos, la Pregunta, hasta que Richard lo hiciera<br />

satisfactoriam ente. U n balbuceo más corto, del largo de un lexema, sería<br />

suficiente. La m adre había aum entado claram ente sus requerim<br />

ientos.


U na vez que el niño fue claram ente capaz de producir palabras o<br />

sonidos similares a palabras, su m adre increm entó nuevam ente la cuota.<br />

D e la misma form a que antes no aceptó largos balbuceos incoherentes,<br />

sino sólo aquellos del largo de lcxemas, ahora insistía en palabras.<br />

Incluso entonces, se m antenía adaptada a las posibilidades del niño y<br />

evitaba presionarlo dem asiado fuerte. <strong>El</strong> juego seguía siendo un juego.<br />

H abía pocas confrontaciones.<br />

Se dio un paso crucial en el juego del etiquetam iento cuando la m a­<br />

dre se dio cuenta de que Richard conocía la etiqueta por la cual ella le<br />

estaba preguntando. Em pezó ahora a usar una entonación claram ente<br />

diferente en su Pregunta, para señalar que «Yo sé que tú sabes». Su P regunta<br />

W h a t’s that ? se hacía ahora con una entonación descendente cuando<br />

ella preguntaba sobre palabras que (según su estimación) el niño ya<br />

sabía. La m adre y el niño com partían la distinción presuposicional entre<br />

lo dado y lo nuevo. C uando la Pregunta, m arcada presuposicionalm<br />

ente, se hacía con entonación descendente, Richard m iraba deliberadam<br />

ente a su m adre y sonreía e, incluso, podía llegar a «fastidiarla»<br />

dem orando un poco la respuesta.<br />

W allace Chafe 21 form ula el interesante punto de que la distinción entre<br />

inform ación nueva y vieja es m uy sem ejante a la que se da entre<br />

tem a y com entario o sujeto y predicado. Y tiene más que un interés pasajero<br />

el hecho de que las etiquetas viejas o establecidas sean aquellas<br />

sobre las cuales la m adre com ienza elaborando com entarios y preguntas<br />

para una nueva inform ación. Tales com o:<br />

M A D R E : W h a t’s th a t? (entonación descendente)<br />

N IÑ O : F ühy (Pescado)<br />

MADRE: Yes, and w h a t’s he doingf (Sí, y ¿qué está haciendo?)<br />

A hora se aplica la entonación ascendente al «haciendo» de su intervención<br />

final, com o si se estuviera buscando un predicado de acción<br />

(algo nuevo). Y p ro n to el juego cam bia desde el etiquetam iento a la<br />

predicación.<br />

¿Q ué «m otor» psicológico conduce el dom inio del etiquetam iento<br />

21. Chafe, W ,: M eanm g and the Structure o f Language. Chicago, Chicago Univ.<br />

Press, 1970.


p or parte del niño? ¿Se trata, com o San A gustín creería, de alguna forma<br />

de im itación? Es obvio que tiene que haber algún elem ento de im i­<br />

tación, pero con seguridad no es im itación «directa». La evidencia se<br />

opone a esto. T om em os prim ero la repetición del niño de una etiqueta<br />

provista por su m adre en el lugar apropiado del ciclo. La repite más o<br />

m enos la m itad del tiem po. Pero este ritm o de repetición no es más alto<br />

que el que se produce cuando él mismo provee la etiqueta com o respuesta<br />

a la Pregunta de su m adre y luego él m ism o 1a repite, Tam bién<br />

repite más o m enos la m itad del tiem po después del feedback de su m a­<br />

dre o después que ella repitió la etiqueta que él asignó. D esde otro p u n ­<br />

to de vista, podem os preguntarnos si el niño se siente más im pulsado<br />

a contestar la Pregunta que solicita una etiqueta o a repetir una etiqueta<br />

que acaba de enunciar su m adre. W hat’s that f produce ocho vcces más<br />

respuestas de etiquetam iento que im itaciones de la etiqueta de su m a­<br />

dre. <strong>El</strong> niño está tratando de contestar una pregunta. La etiqueta de la<br />

m adre le proporciona un m odelo para hacerlo. Pero la palabra m odelo<br />

es para ser usada com o respuesta a una pregunta, no com o una im itación<br />

de la madre. <strong>El</strong>, el niño, está respondiendo a la intención de la p regunta<br />

de su m adre. Raram ente refleja la etiqueta de ella,<br />

¿C óm o llegó el niño a entender esa intención?22 Esa intuición p recedió<br />

en meses al com ienzo del form ato de lectura de libros. P robablem<br />

ente su «origen» es «natural», cualquiera que sea el significado de esta<br />

palabra. Lo m ism o que la contem plación o la «señalización», ambas<br />

tam bién «naturales», la apreciación de la intención de ia Pregunta es rápidam<br />

ente incorporada p o r la m adre a un form ato convencionalizado<br />

que perm ite la introducción de signos, anticipaciones y similares. En to ­<br />

dos estos casos, la m adre convencionaliza sus signos de «intenciones»,<br />

«objetos» y «sucesos», tan p ronto com o el niño puede m anejar la «com ­<br />

prensión» de sus convenciones. Y entonces continúa, y encaja estas técnicas<br />

recién establecidas en las rutinas más nuevas aún, increm entando<br />

la cuota cuando juzga que el niño está preparada.<br />

22. Para análisis particularm ente penetrantes sobre cóm o el niño puede dom inar el<br />

intento de una expresión, véase: H arrison, N . : Meamng and Structure; An essay in the<br />

Philosophy of Language. N ueva Y ork, H arp er y R ow , 1972. McShane, J.: Learning to<br />

Talk. C am bridge, C am bridge U niv. Press, 1980, D enkel, A .; «C om m unication and<br />

meaning». Tesis doctoral* D epartm ent of Philosophy, O xford U niversity, 1977. Shatz,<br />

M .: «The relationship betw een cognitive processes and the devclopm ent of cognitive<br />

skills». E n B. Keasy (com p,), N ebraska Sym posium on M otivad on, 1977. Lincoln,<br />

N eb ., N ebrasks U niv. Press, 1978.


E n cada paso de esta progresión ella está estableciendo un lugar en<br />

el cual se pueden sustituir más tarde rutinas más simbólicas. D eícticos<br />

indiferenciados son reem plazados p o r señalizaciones. Balbuceos indiferenciados<br />

en respuesta a las Preguntas en el form ato de lectura de libros,<br />

son reem plazados prim ero por balbuceos del largo de lexemas, y<br />

luego p o r palabras.<br />

Esto nos lleva a la conclusión de que si el bebé dom ina las rutinas<br />

de un nivel determ inado, dispone de una suficiente capacidad de p ro ­<br />

cesam iento com o para m anejar el paso siguiente, com o ha sugerido Marilyn<br />

Shatz. Lo que perm ite que este requisito se cum pla, por supuesto,<br />

es la oportunidad de usar, y por lo tanto de perfeccionar, las rutinas comunicativas<br />

en el diálogo estructurado, equilibrado, de la m adre. Si ahora<br />

se preguntaran qué lleva al niño a hacer esos avances, por qué no p ermanece<br />

en el nivel en que estaba, tendríam os que especular acerca de la<br />

actividad de un M ecanism o de A dquisición del Lenguaje (LA D ) o sobre<br />

un im pulso más general hacia la com petencia. Es obviam ente insuficiente<br />

decir sólo que el niño tiene más capacidad de procesam iento «liberada»<br />

por su m ayor dom inio. Tiene que haber, tam bién, un im pulso<br />

que lo lleve a un desem peño lingüístico más evolucionado. En qué co n ­<br />

siste tal im pulso es algo que continúa siendo un hecho tan m isterioso<br />

com o antes. Pero lo que es suficientem ente claro es que la m adre y el<br />

m undo adulto proveen al citado crecim iento de un sistema de sostén firme.<br />

Lo que hem os visto es que a través de este crucial período en ei<br />

crecim iento de la referencia, la m adre permanece estable en sus respuestas<br />

de principios a los esfuerzos del niño, cam biando sólo lo suficiente<br />

para tom ar en cuenta sus crecientes aptitudes, prom oviéndolas o im ­<br />

pulsándolas suavem ente. <strong>El</strong>la perm anece estable, por decirlo así, de<br />

m odo que el niño pueda poner a prueba y consolidar sus cam bios.<br />

Volviendo a la teoría<br />

Puede ser provechoso volver a ver ahora algunos temas que aparecieron<br />

al com ienzo del capítulo.<br />

R ecuérdese el análisis de Putnam 23 sobre la asim etría de la referencia,<br />

así com o a la m adre física advirtiendo a su niño sobre la electricidad,<br />

Pienso que el ejem plo que hem os exam inado, es decir, a Richard<br />

23. Putnam , H .: M in d , Language a n d Reality. C am bridge, C am bridge Univ.<br />

Press, 1975.


y su m adre en relación con la referencia, destaca el enfoque de Putnam .<br />

<strong>El</strong> intercam bio entre Richard y su m adre parece ser regido por el prin ­<br />

cipio de que ningún hablante es com pletam ente ignorante, una am pliación<br />

del Principio de la Ignorancia R azonable de Putnam , que afirma<br />

que ningún hablante es com pletam ente om nisciente. N o s manejam os<br />

con la creencia de que todo tem a puede ser referido a (o llevado a la<br />

atención de) cualquier persona, por medios que le serán com prensibles.<br />

Es el principio básico, pienso, sobre el que se negocia la referencia.<br />

La indicación tem prana y la «enseñanza de la referencia» de la m a­<br />

dre es precisam ente de este orden. C on frecuencia, las m adres no saben<br />

lo que sus niños tienen en m ente cuando vocalizan o gesticulan, ni tam ­<br />

poco están seguras de que su propia habla haya sido entendida p or sus<br />

niños. Pero están preparadas para negociar en la creencia tácita de que<br />

algo com prensible puede ser establecido. T om em os el siguiente ejem ­<br />

plo de la lectura de libros de Richard a los veintitrés meses.<br />

MADRE: W hat’s that? (¿Qué es eso?)<br />

N IÑ O : O use (A tón)<br />

MADRE: M ouse, yes. T h a t’s a mouse. (Sí, ratón. Eso es un ratón)<br />

N IÑ O : M ore mouse (señalando otra lámina)<br />

MADRE: N o, those are squirrels. They are like mice b u t w itb long<br />

tails. Sort of. (N o, eso son ardillas. Son com o ratones pero<br />

con las colas largas)<br />

N IÑ O : Mouse, mouse, mouse<br />

MADRE: Yes, all nght, they're mice (Sí, m uy bien, son ratones)<br />

N IÑ O : Mice, mice.<br />

Las negociaciones continuarán, sin duda, en ocasiones posteriores, y<br />

Richard podrá, eventualm ente, elegir un manejo referencial razonable<br />

de ratas y ardillas, com o, por ejemplo, los sujetos del experim ento de<br />

Susan Carey y <strong>El</strong>sa Bartlett, que establecieron una form a razonable<br />

de m anejar C hrom ium (C rom o), después de negociar sus hipótesis alternativas<br />

sobre qué color podía éste representar. Los niños dependen<br />

de esas posibilidades de corrección de la com unidad lingüística en la<br />

que han entrado. C om o hem os visto, esto com ienza pronto, y puede<br />

volverse extrem adam ente com plicado en m uy poco tie m p o .'4<br />

24* Véase los planteos de M iller en: M iller, G .: Spomaneotts Apprentices. N ueva<br />

Y ork, Seabury Press, 1977, C arey, S .: «The child as w orld learner». En M . H alle; J,<br />

Bresnan y G . A. M iller (com ps.), Linguistic Theory and Psychologiatl Reaiity. Cam-


Tom em os un nueve ejem plo, a los veintidós meses. Richard está prob<br />

ando el cam p o sem án tico de una p alab ra con la esperanza de e n co n ­<br />

tra r d ó n d e establecer los lím ites. E l y su m adre están ex am in an d o ju n ­<br />

to s u n p e n iq u e ingles:<br />

RICHARD: (Señala la figura de la R eina en una m o n ed a) N anny,<br />

nanny (B uela, buela)<br />

M ADRE: W h a tt T h a t’s n o t Granny. It's a lady, yes. N in i is a lady,<br />

isn’t itf (¿Q ué? Esa no es la abuela. Es una señora. N in i<br />

es una señora, ¿no es así?)<br />

RICHARD: (D e n u e v o señala la m o n ed a) N anny, nanny<br />

MADRE: Y o u th in k th a t’s G ra n n yf O h well, l don’t tb in k she’d<br />

m tn d too much (¿T ú piensas que es la abuela? B ueno, n o<br />

creo q u e le im p o rtara m u ch o .)<br />

RICHARD: Layly (con una so n risa para su m adre) (Señóla)<br />

MADRE: Q ueen (Reina)<br />

RICHARD: N anny, nanny<br />

MADRE: I t ’s not (N o lo es)<br />

RICHARD: N in i (so n ríe y afirm a con la cabeza)<br />

M a d r e : Yes<br />

RICHARD: (señala y dice) N in i<br />

MADRE: 1 la ve tbey all got ladies o n ? (¿Siem pre hay señoras?)<br />

RICHARD: N anny, nanny (señala)<br />

MADRE: N o, it isn’t (N o , n o lo es)<br />

R i c h a r d : N in i<br />

Y de esta form a, Richard estaba en camino de distinguir a la A buela<br />

de la Rema, y a am bas de las señoras en general. N ótese que esta negociación<br />

se desarrolló durante un largo período. A los dieciocho m e­<br />

ses, tanto nini com o nanny eran indicadores para zum os. A los veinte,<br />

eem lo era para el lim ón y nana era usada para indicar «allí no hay<br />

nada» cuando se estaba a la espera de algo. En el período al que corresponde<br />

este ejem plo, nam podía ser dinero y nini señora, y todavía nos<br />

bridge, M ass., M IT Press, 1978. B artlett, E. J . : «The acquisidon of the m eaning o f color<br />

term s: A study of lexical dcvelopm ent». En R. Cam pbell y P, Smith (com ps.), Reteñí<br />

Advances in tbe Psychology o f Language: Language D cvelopm ent a n d M other-<br />

C h d d Interaction. N ueva Y ork, Plenum , 1978.


queda m ucho por clasificar. A los veintitrés meses, por ejemplo, desaparece<br />

nm i, y a los veinticuatro Richard dice There is a lady (H ay una<br />

señora),<br />

Pienso que se puede llegar a la conclusión de que eí logro de la referencia<br />

por parte del niño depende de su dom inio del discurso y de<br />

las regías del diálogo tanto cóm o de sus aptitudes individuales respecto<br />

a las percepciones de unión con los sonidos y con las representaciones<br />

del m undo que tiene en su menee. Porque, com o hem os visto, la referencia<br />

depende no sólo del dom inio de la relación entre signo y significado,<br />

sino del uso de los procedim ientos sociales de com ún acuerdo<br />

con am bos, para asegurar que el signo y el significado en proceso de<br />

unión se solapan de una form a negociable con los usos de otros. <strong>El</strong> paradigm<br />

a inicial de todo esto es el logro de la atención conjunta, pero<br />

com o hem os visto con R ichard, nuestro sujeto, cuando hubieron pasado<br />

un par de años, no estaba calibrando su atención conjunta en objetos<br />

«naturales» del m undo perceptivo, sino en cosas tales com o si la R eina,<br />

su abuela y las señoras en general debían ser consideradas por vía<br />

de una o de varias distinciones lingüísticas. C om o plantea H ilary P utnam<br />

, lo que emerge finalm ente es, ciertam ente, el resultado de un p ro ­<br />

ceso histórico. Jo h n Lyons (com o m encioné antes) tituló una vez un ensayo<br />

«Deixis as the Source o f Reference». Sin duda tenía argum entos<br />

poderosos. Yo creo que en este capítulo tam bién se ha hecho una argum<br />

entación igualm ente poderosa fundam entando la hipótesis que el<br />

discurso y el diálogo son tam bién las fuentes de la referencia. Si no lo<br />

fueran, cada hablante estaría encerrado en una red de triángulos referenciales<br />

aislados de su propia fabricación (si es que realm ente estaba<br />

en condiciones de construir por sí solo una red com o esa).


5 <strong>El</strong> desarrollo de la petición<br />

D e todas las form as de uso del lenguaje, la petición es la que está<br />

más com prom etida con el contexto, Ya sea que pidam os inform ación,<br />

cosas, servicios, o simple reconocim iento, debem os adaptarnos a la capacidad<br />

de quien escucha, a sus lím ites, a nuestra relación con él y a<br />

las convenciones que él acepta, tanto en el lenguaje com o en el m undo<br />

real. La finalidad de la petición es conseguir que alguien entregue cosas.<br />

Y las cosas están en el m undo real, no sólo en el lenguaje.<br />

E n consecuencia, la petición es un tem a rico en el estudio de la pragmática<br />

y ha sido estudiada con una variedad de enfoques: p o r su lógica<br />

subyacente lo estudió H in tik k a1 por sus formas gramaticales, Jerrold<br />

K atz,2 y p o r la parte que tiene en la teoría del acto de habla J o h n Searle.3<br />

P ero hay una sorprendente carencia de trabajos sobre la adquisición<br />

del acto de la petición, aunque sabem os algo sobre la adquisición, por<br />

parte del niño, de las reglas de inversión sintáctica en la form a in te rro ­<br />

gativa, o que hay una proporción grande de interrogantes dirigidos a<br />

niños prelingüísticos, o (más cerca de nuestro objetivo aquí) que el niño<br />

pequeño es sensible, desde m uy tem prano, a las condiciones de felicidad<br />

de la petición, tal com o G arvey 4 ha dem ostrado.<br />

1. H intikka, J .: «Q uestíons about questions». En M. K. M unitz y P. K. U nger<br />

(com ps.), Semantics a n d Philosopby, N ueva Y ork, N ueva Y ork Univ. Press, 1974.<br />

2. K atz, J .: «The logic of questions». En M . K. M unitz y P. K. U nger (com ps.),<br />

Semantics and Philosopby. N ueva Y ork, N ueva Y ork Univ. Press, 1974.<br />

3. Se-.rk\'J, : Speech Acts: A n Essay m the Philosopby o f Langnage. C am bridge, C am ­<br />

bridge Univ. Press, 1969.<br />

4. G arvey, C .: «Requests and responses in childrens speech». j o w niA oí C hild Language,<br />

1975, 2, 41-63.


N u estro objetivo en este capítulo, com o en el últim o, es pragm ático:<br />

explorar el crecim iento de la petición en nuestros dos jóvenes sujetos:<br />

R ichard y Jonathan. Lo mismo que la referencia, la petición com ienza<br />

en form a difusa y «natural», con el niño gesticulando y vocalizando de<br />

una form a interpretable, indicando que está necesitado de algo, pero no<br />

indicando qué es lo que desea. Estos «signos» de ninguna m anera son<br />

convencionales al com ienzo: quejarse, llorar, alcanzar, etcétera. <strong>Del</strong> trabajo<br />

de D . M. R ick s5 y otros, surgen algunas pruebas de que cuando<br />

el niño tiene tres o cuatro meses la m adre es capaz de distinguir diferentes<br />

tipos de llanto: de ham bre, de dolor, etcétera. Pero su corrección<br />

es fundam entalm ente atribuible a la habilidad de la m adre en in ­<br />

terpretar lo que el niño «necesita» más que a la form a en que él está<br />

vocalizando. <strong>El</strong> contexto fes virtualm ente todo.<br />

H ay interesantes cam bios evolutivos en las form as de inferencia que<br />

guían las interpretaciones de la madre, C hristopher Pratt, en su tesis de<br />

O xford sobre la socialización del llanto,6 nos dice que hasta las veintiséis<br />

semanas de edad la m adre interpreta el llanto del bebé com o un indicador<br />

típico de frustración, incom odidad, ham bre o deseo de ser levantado.<br />

Las necesidades del bebé se consideran «físicas». Adem ás, Pratt<br />

encuentra que antes de las veintiséis semanas es más posible, en efecto,<br />

que el niño deje de llorar cuando la m adre responde atendiendo esas necesidades<br />

físicas, alim entándolo, volviéndolo a acom odar, o confortándolo.<br />

Sobre las veintiséis semanas, la m adre com ienza a interpretar los<br />

llantos del niño p o r «razones» más psicológicas. Y es alrededor de ese<br />

tiem po cuando el niño está crecientem ente dispuesto a responder a las<br />

intervenciones «psicológicas» de su m adre: el ofrecim iento de un objeto,<br />

el entrar en «conversación», y otras.<br />

<strong>El</strong> próxim o cam bio real se produce unas pocas semanas después, alrededor<br />

de los ocho meses, cuando el niño com ienza a m ostrar la prim<br />

era indicación referencial interpretable de qué es lo que pide. Para<br />

esta época, sus señales de dem andas se han vuelto m uy socializadas. T o­<br />

m an la form a de un llanto m ucho más ritualizado: m enos persistente,<br />

más m arcado p o r pausas durante las cuales el niño observa la com prensión<br />

de la m adre o de otros adultos. Tam bién acústicam ente su llanto<br />

5. Ricks, D. M .: «The beginnings of vocal com m unication in ír.t.ims an autistic children».<br />

Tesis doctora! inédita. Londoti U niversity, 1972.<br />

6. Pratt, C ,: «The Socializarían of Crying». D isertación doctoral no publicada, U n i­<br />

versity of O xford, 1978.


se hace más «convencional», su «apagado» espectro sonoro inicial es<br />

reem plazado por llantos con una frecuencia fundam ental más pro n u n ­<br />

ciada. Las señales de petición del niño progresan constantem ente hacia<br />

la convencionalización en esta form a, incluso antes de que pueda indicar<br />

qué desea. Los aspectos ilocutivos de la petición crecen antes de que<br />

se presente el elem ento referencial. En la m edida que la m adre puede<br />

dar una interpretación de un referente apropiado del contexto, el niño<br />

adapta sus llantos a esas condiciones de felicidad com o la m adre las im ­<br />

pone: prohibiciones de «berrear», espera que lo levanten, etcétera. Pero<br />

una vez que el niño está en condiciones de indicar no sólo qué quiere<br />

algo, sino qué es lo que quiere, la convencionalización se m ueve a un<br />

ritm o m ucho más rápido.<br />

La exactitud y rapidez de la m adre para interpretar lo que quiere el<br />

niño depende tam bién, obviam ente, de su habilidad. Pero éste es un interesante<br />

progreso. <strong>El</strong> m om ento en el cual nuestras dos m adres com enzaron<br />

a interpretar con éxito las intenciones referenciales en la señalización<br />

de sus hijos, fue justam ente cuando nosotros, los «mirones»,<br />

fuim os capaces de hacerlo. Tenía que ver totalm ente con la «m aniobra<br />

referencial de petición»: extensión del brazo bada el objeto deseado, lo<br />

que ocurría en am bos niños hacia los ocho meses. Al com ienzo, esta<br />

extensión es com o si fuera «real»: es esforzada, el cuerpo está inclinado<br />

con la extensión del brazo, y el niño hace «esforzados» ruidos m ientras<br />

abre y cierra su m ano extendida. En unos pocos meses, esta extensión<br />

del brazo se vuelve estilizada y convencional. La extensión del brazo<br />

se hace ahora con la m ano abierta, sin esfuerzo, y la vocalización que<br />

la acom paña, com o verem os, se hace distintiva. Se trata de una «extensión<br />

ostensiva» que parece querer indicar un objeto deseado. Pero no<br />

es una señal. Sólo m ucho más tarde el niño com bina una «señal pura»<br />

con una petición para indicar lo que quiere. Se trata más bien de un claro<br />

ejem plo de una form a de indicar que está vinculada a la petición.<br />

E n am bos niños distinguim os tres tipos fundam entales de petición.<br />

La prim era, y de procedim iento más simple, es la petición de un objeto.<br />

La petición de un objeto se elabora desde una fase tem prana cuando<br />

está dirigida sólo a un objeto presente, cercano y visible, con frecuencia<br />

en posesión de un adulto que puede estar ofreciéndolo al niño; hasta<br />

form as posteriores dirigidas a objetos rem otos pero visibles, y fuera del<br />

alcance y a una form a diseñada para pedir objetos que no están a la vista.<br />

Al segundo tipo lo he llam ado invitación, porque es la petición que<br />

se hace a un adulto para que se incorpore con un papel específico a un


juego interactivo. P or supuesto, esas peticiones tienen su contexto en<br />

las rutinas m uy familiares, com o el intercam bio de un objeto o los juegos<br />

analizados en un capítulo anterior.<br />

U n tercer tipo es una petición para una acción de apoyo, en la cual<br />

el niño trata de conseguir la fuerza o la habilidad de un adulto para que<br />

lo ayude a lograr un fin deseado. C on frecuencia, estas peticiones requieren<br />

que el niño tenga algún conocim iento de la estructura de la tarea<br />

que tiene entre m anos, pero esto puede no darse al com ienzo. Pero<br />

en la m edida en que las peticiones de apoyo se hacen mas especializadas,<br />

dependen tanto de la representación de las tareas que tiene el niño<br />

com o de su com petencia com unicativa. Las invitaciones pueden aprovechar<br />

los procedim ientos ya establecidos de los juegos, Las peticiones<br />

para una acción de apoyo requieren que el niño com bine su conocim<br />

iento de la tarea con su conocim iento de cóm o señalar.<br />

<strong>El</strong> papel de la m adre cam bia en cada tipo de petición. En uno tiene<br />

que entender qué objeto quiere el niño; en otro, para qué es la invitación;<br />

y en el tercero, qué tipo de ayuda es la que necesita el niño. Pero<br />

en los tres tiene asimism o una función com ún, que es la de «enseñar»,<br />

p o r inform al que ésta sea. La m adre es, por así decir, la «agente de la<br />

cultura», y es ella quien refuerza las condiciones de felicidad de la petición<br />

y, com o verem os, con una gran dosis de negociación.<br />

La incidencia de los tres tipos de petición en las diferentes edades se<br />

presenta en la Tabla 5.1<br />

Petición de objeto<br />

Los prim eros requerim ientos de objetos del niño tienen reciprocidad,<br />

generalm ente, con la oferta del adulto; la m adre tiende un juguete<br />

en form a invitante y el niño se acerca a él extendiendo su brazo, com o<br />

vim os antes, y el adulto se lo entrega. D e los aproxim adam ente cincuenta<br />

y siete objetos que pidieron los dos niños de los ocho a los catorce<br />

meses, cuarenta y siete (82 % ) estaban en poder de otra persona.<br />

C o n frecuencia, el acercam iento estaba acom pañado por una queja o<br />

p o r un sonido de esfuerzo. <strong>El</strong> prim er requerim iento de objeto aparece,<br />

entonces, com o un com plem ento de la «tom a de posesión» de algo que<br />

posee otro. H asta alrededor de los nueve meses, la m irada del niño está<br />

dirigida exclusivam ente al objeto que está pidiendo. En efecto, los dos<br />

niños sólo m iraron los rostros de sus m adres cuando fallaron en la tom a


T a b la 5.1 * PORCENTAJE DE PETICIONES DE DIFERENTES TIPOS HECHOS<br />

POR JONATHAN Y RICHARD A DIFERENTES EDADES<br />

8-10<br />

E d a d de los<br />

11-12 13-14<br />

niños en<br />

15-16<br />

meses<br />

17-18 2 0 -2 4 *<br />

Peticiones para:<br />

O b je to s c ercan o s y<br />

visibles 65 ICO<br />

(porcentaje)<br />

63 49 23 11<br />

O b je to s re m o to s o<br />

ausentes _ 11 23 11 24<br />

R epresentación de un<br />

rol conjunto _ 19 14 25 39<br />

A cción de apoyo 35 ** --- 7 14 41 26<br />

N ú m e ro total de p e ticiones<br />

26 23 27 22 54 38<br />

M inutos de grabación 210 150 150 150 150 150<br />

N ú m e ro de peticiones<br />

hechas cada 10 m in u ­<br />

tos 1,2 1,5 1,8 1,5 3,6 2,5<br />

Sólo R ichard<br />

** Sólo Jo n ath an<br />

de posesión de los objetos buscados. Susan Sugarman 7 describió el «esquem<br />

a objeto» del niño com o algo independiente, al com ienzo, del «esquem<br />

a madre». Pero no podía ser com pletam ente así ¿Por qué, si no,<br />

estaría él tentado de pedir objetos que estén especialm ente en posesión<br />

de ella? Tam poco trata de coger el objeto directam ente. P rim ero gesticula,<br />

extendiendo su m ano hacia el objeto y haciendo pausas, Se registró<br />

sólo un ejem plo de una form a rotunda de asir (a los once meses) y<br />

fue cuando el objeto deseado lo tenía otro bebé. Esto seguram ente sugiere<br />

que el niño, aun en este período más tem prano, reconoce la petición<br />

com o una form a de cam biar la posesión p o r m edios indirectos.<br />

P ero es cierto que sólo cerca de los nueve meses los dos niños echan<br />

una m irada a sus m adres al mismo tiem po que se acercan al objeto. Ya<br />

sea que al com ienzo sean independientes o no, el «esquema objeto» y<br />

el «esquem a m adre» parecen estar m ejor coordinados con el tiem po.<br />

7. Sugarm an, S .: «Some organization aspects of preverbal com m unication». E n I.<br />

M arkova (com p.), The Social C onicxt o f Language. N ueva Y ork, W iley,


D espués suceden dos cosas. La prim era es que el acercam iento del<br />

niño al objeto se convierte en lo que m encionaba com o un acercam iento<br />

estilizado y ostensivo, sin signos de esfuerzo o de queja. Los sonidos<br />

de esfuerzo que acom pañaban fueron reem plazados p or estilizadas<br />

llamadas de petición: h u h m m para Jonathan y heaah para Richard. Sin<br />

em bargo, los niños todavía eran deficientes en reconocer la recepción<br />

del objeto cuando se les pasaba éste. <strong>El</strong> acto de echar una m irada a la<br />

m adre cuando recibían el objeto, ocurrió sólo una vez cada cinco hasta<br />

los dieciséis meses. A esa edad, los niños m iraban bastante regularm ente<br />

hacia el rostro de la m adre, tanto cuando ellos hacían su ostensivo<br />

acercam iento acom pañado vocalm ente, com o en la recepción, siempre<br />

que su «ansiedad» no fuera excesiva. Más com únm ente reconocían el papel<br />

de la m adre com o poseedora y com o m erecedora de una petición.<br />

Si los niños estaban m uy ansiosos, volvían al acercam iento esforzado y<br />

quejoso. En todo caso, el form ato de esta vanante más socializada de la<br />

petición de objeto, ya estaba bien establecido a los dieciocho meses. Y<br />

en ese m om ento com enzó a servir com o «portador» de más form as de<br />

habla.<br />

A los dieciséis meses, por ejem plo, Richard reem plazó su vocalización<br />

de petición heaah, por un extraordinariam ente bien articulado<br />

ghee, que se m encionó en el capítulo anterior. Este, a su vez, fue reem ­<br />

plazado p o r balbuceos encadenados semejantes a oraciones, en la m isma<br />

posición privilegiada, acom pañando al acercam iento ostensivo v fácil.<br />

<strong>El</strong> favorito era n-gah-gho-ab-di.<br />

Poco después de los dieciocho meses, estos encantadores, m uy interrogativos<br />

encadenam ientos, se m arginaron para ser reem plazados, en<br />

la m ism a posición, p o r idiosincrásicos lexemas com o bauble (apple,<br />

m anzana), acom pañados por un acercam iento a un libro en el estante<br />

que contenía una lám ina favorita de una m anzana. Y, p o r supuesto, a<br />

los veinte meses el acercam iento ostensivo com enzó a desaparecer,<br />

reem plazado p o r u n nuevo m odelo de entonación. H eaah o ghee se co n ­<br />

virtieron ahora en la palabra fundam ental en un enunciado que contenía<br />

un lexema idiosincrásico en posición term inal. <strong>El</strong> lexema recibió la<br />

acentuación antes que el «m arcador del requerim iento», com o en H eaah<br />

moo-louse (« W ant the mouse») (Q uiero el ratón), con la prim era sílaba,<br />

m oo, acentuada. Y no m ucho después, a los veintidós meses, tam bién


se deja heaah, y las com binaciones de dos-palabras significando R e­<br />

currencia (more mouse) (más ratones) y Posesión (Richard cake) (pastel<br />

R ichard), hicieron su aparición en el form ato de requerim iento. En<br />

un palabra, las form as gramaticales y las relaciones semánticas son usadas<br />

en el mismo form ato para reem plazar las form as inventadas que se<br />

usaron inicialm ente para señalar tanto la intención de pedir com o el o b ­<br />

jeto deseado. <strong>El</strong> form ato fue el firm e vehículo del desarrollo. Parecía<br />

no haber ninguna prueba de que la m adre hubiera m odelado deliberadam<br />

ente las form as gramaticales que aparecieron en el habla del niño.<br />

Las form as gramaticales correctas, más bien se ofrecieron para quitarle<br />

am bigüedad a las interpretaciones de la petición del niño: Do yon w ant<br />

m ore X ? Is that w h a t you w ant f (¿Q uieres más X? ¿Es eso lo que quieres?).<br />

E ran esfuerzos genuinos, no pedagógicos, que efectuaba la m adre<br />

para entender el enunciado del niño. Está claro que estos enunciados<br />

servían com o m odelos, pero no eran, por así decir, ofrecidos a p n o ri<br />

para ser im itados.<br />

La pedagogía, más bien, está reservada para crear en la m ente del<br />

niño una sinceridad preparatoria, esencial, y condiciones afiliativas al<br />

hacer una petición. La m adre de Richard, por ejemplo, está particularm<br />

ente ansiosa, desde el com ienzo, para asegurar la sinceridad de sus peticiones:<br />

D o you really w ant i t ? (¿De veras lo quieres?) es uno de los<br />

enunciados más consistentes. Más adelante, ella se em pezó a preocupar<br />

p o r condiciones esenciales de la petición: ¿necesitaba ayuda realm ente<br />

R ichard, o podía actuar por sí m ism o?: C om e on, you can do it, come<br />

on (Vam os, tú puedes hacerlo, vam os) o, en una ocasión, C om e on,<br />

m ake the ultím ate effort (Vamos, haz el últim o esfuerzo). P or condiciones<br />

afiliativas quiero decir aquellas en las que el niño tiene que considerar<br />

a su m adre com o un aliado antes que com o un adversario: D o n ’t<br />

shout or I w o n 't give it to you (N o grites o no te lo daré).<br />

H abía una suave presión por parte de la m adre para conseguir que<br />

su niño usara las form as avanzadas que ya se había m ostrado capaz de<br />

usar en un discurso anterior. E ra más o m enos lo m ism o que con el crecim<br />

iento de la referencia, donde la m adre no hubiera aceptado una forma<br />

m enos avanzada cuando creía que una form a más elevada estaba al<br />

alcance de su niño. <strong>El</strong>la no accedía siempre, y en alguna ocasión hasta<br />

regañaba: N o , hanging w o n ’t produce it o W h a t’s all that a b o u t? I t s<br />

not very inform ative, you know (N o, golpear no lo logrará, o ¿Q ué es<br />

todo eso? N o es m uy inform ativo, sabes). En efecto, la m itad de las respuestas<br />

de la m adre de Richard a las peticiones de objetos hasta los ca­


torce meses incluía algún esfuerzo para que el niño hiciese por sí mism<br />

o el acto en cuestión o para que especificara más claram ente lo que<br />

deseaba. Después de eso, ella se relajó m ucho, pero era porque el niño<br />

había aprendido a dom inar las condiciones de felicidad del requerim<br />

iento.<br />

<strong>El</strong> form ato de la petición sufrió una elaboración m ayor en la mitad<br />

del segundo año de am bos niños. <strong>El</strong> cambio se produjo con dos nuevas<br />

variantes en la petición: la petición de objetos ausentes y la petición de<br />

ayuda para desarrollar alguna actividad (nos extenderem os sobre ello<br />

más adelante). La prim era de estas variantes requiere, p or supuesto, un<br />

grado de especificación que no es necesario cuando un objeto está al alcance<br />

de la m ano o a la vista. U n objeto que está fuera de la vista requiere<br />

el uso de nom inales para una especificación fácil. Y los nom inales<br />

entran en uso en este período. A ntes estaban allí, pero ahora tenían<br />

una nueva función, y la nueva función parecía estim ular su crecim iento<br />

posterior y la enseñanza posterior por parte de la m adre, sobre todo en<br />

la provisión de «palabras». Por supuesto este crecim iento era concurrente<br />

con los desarrollos descritos en el capítulo anterior.<br />

O tra form a de especificar un referente rem oto es indicarlo por su «lugar<br />

canónico» y p or su nom bre: p o r ejemplo, señalando o nom brando<br />

la nevera donde está colocado un alim ento deseado. M ientras este p ro ­<br />

cedim iento depende de la interpretación contextual de la m adre, reduce<br />

m u y considerablem ente la inseguridad. Si no se tiene un nom bre para<br />

un objeto, señalar su ubicación habitual sirve perfectam ente. Este fue<br />

un recurso usado p o r am bos niños hasta que sus léxicos alcanzaron la<br />

am plitud de objetos que ellos deseaban.<br />

Los pedidos rem otos o fuera de sitio com enzaron a la edad crítica<br />

de catorce meses para am bos niños. C uriosam ente, el usar el «lugar canónico»<br />

com o vehículo para indicarlos, produjo algo de regresión en<br />

am bos niños. U na vieja form a — vocalización más acercamiento—<br />

estaba cubriendo una nueva función, pero lo hacía bien. C uando<br />

fallaban, los acercam ientos ostensivos de esta clase com enzaron a com ­<br />

prom eter todo el cuerpo nuevam ente. Las vocalizaciones que acom pañaban<br />

se hicieron más prolongadas, más insistentes. Para R ichard, sus<br />

típicos heeeaab se estiraron, aunque se m antenía su entonación descendente.<br />

Jonathan im puso una entonación ondulante en su prolongado


k m m m m m h , fluctuaciones en el acento de su voz que se daban al unísono<br />

con su brazo y cuerpo estirados que se balanceaban hacia el objeto.<br />

Pero se produjo un avance. En contraste con el pedido de objetos<br />

cercanos, ahora se alternaba la m irada entre el sitio del objeto y la m adre.<br />

Pero con todo eso, se daba con frecuencia que las madres no podían<br />

entender lo que sus hijos querían (Tabla 5.2). C om o resultado, los interrogaban<br />

más duram ente sobre qué querían. En cierto sentido, el niño<br />

fue forzado a los nom inales para conseguir las cosas, no porque la<br />

m adre insistiera sino p or buenas razones funcionales. De hecho, el intercam<br />

bio entre am bos se volvió más interpersonal, <strong>El</strong> niño no sólo m i­<br />

raba con más frecuencia hacia su m adre cuando hacía un pedido rem o­<br />

to, sino que ahora estaba más dispuesto a reconocer la recepción del<br />

objeto. A proxim adam ente en seis de cada diez pedidos fuera del lugar,<br />

Richard «reconoció» la recepción con un excitado v «satisfecho» aabhuh,<br />

que era una versión prolongada de su reconocim iento de objetos<br />

cercanos. La sonrisa tam bién se producía en alrededor de un tercio de<br />

las peticiones de este tipo que hacía R ichard, e incluso Jonathan p ro ­<br />

ducía la sonrisa ocasional en el reconocim iento. A m bos niños parecían<br />

ser más sensibles a! papel de la m adre com o agente voluntario para satisfacer<br />

sus ruegos. Pienso que esto podía tener que ver con que ellos<br />

percibían la inseguridad que tenía ella en entender lo que le estaban<br />

pidiendo.<br />

Jo n ath an nos dejó a los dieciocho meses, A esa edad Richard pedía<br />

regularm ente con nom inales. Incluso a los dieciséis meses pedía un libro<br />

de un estante alejado com binando su gbuk (book) (libro) con su<br />

acercam iento ostensivo. A los dieciocho meses, la com ida y la bebida<br />

fam iliar de la cocina estaban regularm ente etiquetadas: por ejemplo<br />

g u ik h i (biscuit) y an-ni (juice) para galleta y zum o respectivam ente. Lo<br />

m ism o para los juguetes familiares pero distantes, com o Teddy. Estos<br />

nom inales siem pre estaban com binados con un acercam iento ostensivo<br />

inicial. Pero cerca de los veintiún meses (cuando ya tenía una buena reserva<br />

de nom inales), por prim era ve?, comenzó a pedir con un nom inal<br />

y sin acercam iento. Sos-man (saucepan, cacerola) fue articulada de palabra<br />

antes de que gesticulara pidiéndola, Y m uy poco después la gesticulación<br />

para pedir desapareció del todo. <strong>El</strong> nom inal solo era suficiente,<br />

aunque todavía no se le había incorporado la entonación distintiva<br />

de la petición. Sólo volvía a los gestos cuando su lexema nom inal no le<br />

servía para com unicarse. Y estos eran acom pañados por vocativos tales


Tabla 5.2 • RESPUESTAS VERBAI ES DE LAS MADRES A LAS PETICIONES DE<br />

RICHARD Y JO N A TH A N DE OBJETOS AUSENTES Y REMOTOS HECHOS A<br />

VARIAS EDADES<br />

Edad de los niños Ejemplos de enunciados<br />

en meses<br />

típicos de las madres en cada<br />

14-16 17-18 21-24 categoría<br />

Preguntas sí-no cerradas<br />

que quitan ambigüedad<br />

al referente<br />

Pregunta «que» abierta sobre<br />

el referente<br />

Pregunta abierta para mayor<br />

información sobre<br />

tarea/meta<br />

Imponiendo condiciones a<br />

la petición<br />

Señalando la comprensión<br />

de la petición<br />

Lecciones por repetición de<br />

•■educación'» y «fonología»<br />

Porcentaje tipo de pregunta o tema de<br />

enu nciado por la madre<br />

46 36 24 Do you -want yo u r<br />

book? (¿Quieres tu libro?)<br />

Is this what yon<br />

zt'ere ajter? (¿F.s esto<br />

lo que buscabas?)<br />

IS 11 5 What do you want?<br />

(¿Qué quieres?)<br />

Where is it? (¿Dónde<br />

está':1)<br />

3 5 12 Where , are you going?<br />

(¿Adonde vas?)<br />

3 37 25 Darhng, it's not time<br />

(Querido, tío es la<br />

hora). Y o h ’ve got<br />

same. You can’t have<br />

more. (Tiene.s algunas.<br />

No puedes tener<br />

más.)<br />

15 5 22 Alright. FU get it. I’ll<br />

brtng you some more.<br />

(Bien. Lo conseguiré.<br />

Te traeré algunas<br />

más.)<br />

10 5 9 Not saueeman, saucepan,<br />

uiith a p, p, in<br />

the middle. Thank<br />

yon. (No se dice<br />

*sauceman» sino<br />

«sancepan» [cacerola],<br />

con unap, p, en el<br />

medio, Gradas.)


Edad de los niños<br />

en meses<br />

14-16 17-1821-24<br />

Ejemplos de enunciados<br />

típieos de las madres en cada<br />

categoría<br />

Otro<br />

(No relacionado con la<br />

petición en forma directa;<br />

por ejemplo,<br />

You are not by any<br />

chance «ya»? ¿Por casualidad<br />

no eres?<br />

¿Verdad?)<br />

Total de peticiones del niño<br />

Total de enunciados de la<br />

madre<br />

Promedio de enunciados<br />

adultos por petición<br />

8<br />

39<br />

4,8<br />

4<br />

19<br />

4,8<br />

9<br />

45<br />

5,0<br />

com o m u m m y, get up, need m u m m y (mamá, levántate, necesito mamá).<br />

D e hecho, R ichard se estaba m oviendo de la petición de un objeto a la<br />

petición de una acción de apoyo. P or ejemplo, dirigiendo a su m adre<br />

hacia su objetivo, de lo que hablarem os más adelante.<br />

U nas palabras sobre el «lugar canónico», idea analizada por prim era<br />

vez p o r Jo h n L yons,8 Pienso que se trata de un procedim iento deíctico<br />

clásico. A m bos niños com enzaron a solicitar objetos no alcanzables que<br />

se encontraban en lugares estandarizados: com ida, bebida y libros. H asta<br />

los diecisiete meses, p o r ejemplo, casi todas esas peticiones de R i­<br />

chard eran para libros, que habitualm ente estaban situados en un estante<br />

alto. U na vez que em pezó a usar los nom inales, sus peticiones se colm<br />

aron de diversidad. Porque ya no estaban sujetos al factor lugar. Sin<br />

em bargo, R ichard utilizó estos prim eros nom inales para el libro con lugar<br />

fijo, las galletas y el zum o, aunque sabía perfectam ente dónde estaban<br />

y cóm o indicar su lugar canónico. Los prim eros nom inales usados<br />

de esta form a no se adoptaban com o resultado de una absoluta<br />

necesidad.<br />

La Tabla 5.2 sintetiza la form a en que las madres contestaron la petición<br />

de objetos no presentes p o r parte de sus niños. H asta los diecio­<br />

8. L yons, J .: Semantics. C am bridge, C am bridge U niv. Press, 1977 (véase especialm<br />

ente el capítulo 15). Stcphen, L.: H istory o f English Thougbt in the Eighteenth Century.<br />

Londres, Jo h n M urrav, 1902; reim preso en 1927.


cho meses, más de la m itad de Lis respuestas eran sobre la referencia:<br />

W hat do yon w a n t? Do yon w a n t a booki, etcétera. (¿Q ué quieres?<br />

¿Q uieres un libro?). C uando en el últim o cuarto de su segundo año R i­<br />

chard llegó a usar las palabras con más eficiencia, cambió el énfasis de<br />

su m adre. C om enzó a presionar para lograr refinam ientos en la fonología.<br />

La petición del niño de sos-man era contestado con N o , not sauce-man,<br />

sauce-pan, w ith a “p ”, " p “ in the m iddle (N o, no «sauceman»,<br />

«sauce-pan», con una “ p ” , “ p ” , en el medio).<br />

Y la madre comenzó a pedir palabras reales en lugar de palabras de<br />

«bebé».<br />

RICHARD: (señala el fuego en la chimenea, preguntando) agho-<br />

•wa-wa-it: a-iva<br />

MADRE: Fire (fuego)<br />

R ic h a rd : w &<br />

MADRF: D on’t ¡ay «iva-iva». Fire, Richard. (No digas iva-wa.<br />

Fuego, Richard)<br />

Rich a rd: Fire<br />

MADRF.: T h a t’s better. (Eso está mejor.)<br />

Los requerim ientos de objetos desplazados prueban claram ente ser<br />

terreno fértil para reforzar condiciones de felicidad. Al año y m edio,<br />

más de la tercera parte de las respuestas de las m adres tenían que ver<br />

con «lecciones de actos de habla», y más tarde un cuarto de ellas. En<br />

lo fundam ental, estas lecciones eran las lecciones estándar sobre las condiciones<br />

de felicidad.<br />

1) Los requerim ientos deben reflejar una genuina necesidad de ayuda.<br />

N o pidas objetos que puedas obtener p o r ti m ism o:<br />

Y o h w ant a car, d o n ’t yon? W hy not m ake a bit o f effort and t r y and<br />

get it? (¿Q uieres un auto, verdad? ¿Por qué no haces un poco de esfuerzo<br />

y tratas de conseguirlo?)<br />

<strong>El</strong> niño no debe pedir tam poco cosas que ya tiene:<br />

JONATHAN: (mientras está masticando una galleta indica que quiere<br />

otra)<br />

M A D R F .; You h a v e n ’t fim sh e d that one yet, have y o itf Y o u ’re still<br />

eating it. (Aún no has term inado esa, ¿verdad? Todavía<br />

la estás com iendo.)


JO N A TH A N : H nm m m m m m h (acercándose de nuevo)<br />

M ADRE: Y a u ’re getting to be a greedy little boy, aren’t you! (¡E s­<br />

tás em p e z ando a ser un n iñ o glo tó n !)<br />

JO NA THAN: (se vuelv e h acia la m ad re, lu eg o señala de n u evo)<br />

m m m m m m b (se acerca con la o tra m ano) m m -uuh<br />

MADRE: M u m m y ’ll give you anotber h a lf w hen y o u ’ve finisbed<br />

tb a t one, m m . H a v e you finisbed that one t (M am á te dará<br />

o tra m itad cu ando hayas co m id o esa, m m . ¿Y a la has<br />

term in ad o ?)<br />

2) Las condiciones de «horario» deben ser respetadas, La m adre contesta<br />

una petición de Richard que quiere una galleta entre las com idas,<br />

Darhng, it’s not tim e (Q uerido, no es hora). F rente a la insistencia de<br />

Richard, la m adre continúa:<br />

D o you w a n t a d rin kf... I f you w ant a d n n k you can have one<br />

(¿Q uieres una bebida?... Si quieres una bebida puedes tom arla.)<br />

...D o yon w ant a drink ? Because tbat's all you re baving... ¿Q uieres<br />

una bebida? P orque es todo lo que tendrás...)<br />

Y cuando Richard todavía se queja:<br />

T h a t’s your fa u lt because you d id n ’t eat enough breakfast. (Es culpa<br />

tuya, porque no com iste lo suficiente en el desayuno.)<br />

En este caso, no sólo le está enseñando que existe un horario, sino que<br />

tam bién está introduciendo la idea de sustitución, ofreciendo una alternativa<br />

a su pedido no apropiado.<br />

3) Los requerim ientos no deben exigir un esfuerzo excesivo por parte<br />

de los dem ás. <strong>El</strong> niño no puede, p o r ejem plo, esperar que su m adre<br />

haga un viaje p o r cosas que no son realmente necesarias:<br />

You w a n t your otber book. W ell, th a t’s upstairs. (Tú quieres tu otro<br />

libro. B ueno, está en el piso de arriba.)<br />

4) <strong>El</strong> voluntarism o de la dem anda tiene que ser respetado en los requerim<br />

ientos del niño. La m adre le recuerda que su papel es el de una<br />

«agente voluntaria», y lo hace subrayando el uso de agradecim ientos y<br />

expresando un exagerado gracias cuando ella accede a la petición.<br />

5) Finalm ente, cuando la m adre no puede o no quiere acceder, espera<br />

que su niño entienda y acepte sus razones verbales, con las cuales<br />

intentó distraerlo previam ente ofreciendo, sim plem ente, un objeto<br />

alternativo:


RICHARD: (le alcanza la taza a su m adre) more (m ás)<br />

MADRE: Y o u ’ve got some. You can’t have more. (Tienes un poco.<br />

N o puedes te n e r más)<br />

RICHARD: (hace u n gesto hacia el estante de libros)<br />

MADRE: W hat are yon expecting to come fro m up theref H m m ?<br />

There aren’t any more books, you know . (¿Q ué es lo que<br />

estás esperando que venga de ahí arriba? ¿H m m ? N o hay<br />

más libros, sabes.)<br />

RICHARD: (aco m o d an d o p lato s y cucharas co m o p ara u n a supuesta<br />

re u n ió n de té) more... (m ás) (— ) spoons (cucharas) (corre<br />

hacia la cocina)<br />

MADRE: B ut w e ’ve got enough spoons, one fo r each píate. (Pero si<br />

tenem os suficientes cucharas, una para cada plato.)<br />

R IC H A R D : píate (vuelve a la m adre, sonriendo)<br />

MADRE: Each píate has a spoon. (C ad a p lato tiene su cuchara.)<br />

RICHARD: (rean u d a la reu n ió n de té)<br />

En otros contextos, com o verem os, es ella quien requiere que él dé<br />

razones.<br />

C on una variedad de m edios — algunos bastante sutiles— estas m a­<br />

dres enseñan a sus niños, justo en el m om ento en que están en el borde<br />

del habla léxico-gram atical, que las peticiones piden en lugar de exigir,<br />

que se efectúan solam ente para servicios que uno no puede realizar por<br />

sí m ism o, y que no deben pedir un esfuerzo «excesivo» de los otros.<br />

Tam bién pusieron en claro desde el com ienzo, que los requerim ientos<br />

están relacionados con los horarios y con las situaciones de escasez.<br />

A dem ás, son explicables y pueden ser explicados con razones, sobre<br />

todo las del m om ento. O bviam ente, las «lecciones» son tanto culturales<br />

com o lingüísticas, pero el uso del lenguaje es de lo que trata principalm<br />

ente la cultura.<br />

D e m odo que cuando term inam os este prim er tiem po de exámenes<br />

de las form as más simples de petición, la petición de objetos, tenemos<br />

que llegar a una conclusión tentativa. La adquisición del lenguaje parece<br />

ser un subproducto (y un vehículo) de la trasm isión de la cultura.<br />

Inicialm ente, los niños aprenden a usar un lengtiaje (o sus precursores<br />

prelingüísticos) para conseguir lo que quieren, para poder jugar, para


m antenerse conectados con aquellos de los cuales dependen. A ctuando<br />

así, encuentran los lím ites que prevalecen en la cultura que los rodea,<br />

corporizados en las restricciones de sus padres y en las convenciones.<br />

<strong>El</strong> m ecanism o que m aneja toda esa estructura, no es la adquisición del<br />

lenguaje en sí, sino la necesidad de manejarse bien con las exigencias de<br />

la cultura. Este punto debiera ser tan obvio com o para no necesitar com<br />

entario. Pero de hecho, a m enos que uno m antenga la vista puesta en<br />

la pragm ática del lenguaje, puede ser fácilm ente pasado por alto. Leslie<br />

Stephen com entó una vez que la gente no se siente melancólica porque<br />

inventara el Infierno. Inventó el Infierno porque estaba melancólica.<br />

Por la m ism a razón, los niños com ienzan a usar el lenguaje no porque<br />

tengan una capacidad de uso del lenguaje, sino porque tienen necesidad<br />

de conseguir la realización de cosas que su uso les confiere. Los padres<br />

los ayudan con un espíritu sem ejante: los quieren ayudar a convertirse<br />

en seres hum anos «civilizados», no sólo en hablantes del lenguaje.<br />

U n a vez que com ienzan a usar el lenguaje de esta form a «civilizada»,<br />

los niños se convierten en criaturas del lenguaje, dom inadas por sus lim<br />

itaciones culturales y lingüísticas, con tanta seguridad com o los hom ­<br />

bres de la Edad M edia eran dom inados y form ados p or el concepto de<br />

Infierno.<br />

C uando la lingüística evolutiva ignora esta verdad evidente, corre el<br />

riesgo de hacerse rem ota respecto a los m otivos y a las fuerzas determinadas<br />

que controlan el curso de la adquisición del lenguaje.<br />

Invitaciones para una acción conjunta<br />

N uestros niños parecen usar tres formas de requerim iento «invitacional»:<br />

a) uno asim étrico, en el cual a los adultos se les pide que sirvan<br />

com o «agentes», siendo el niño el «receptor», com o en la «lectura de<br />

libros»; b) otro paralelo, en el cual el niño y el adulto comparten una<br />

experiencia o una acción, com o’cuando el niño le pide a su m adre que<br />

m iren juntos la nieve p o r la ventana o que lo ayude a llevar algo; y c)<br />

el tercero alternativo, por ejem plo, una invitación a un juego en el cual<br />

el niño y el adulto se turnan, com o cuando la m adre construye una estructura<br />

con cubos y el niño los tira al suelo. N inguna de estas form as<br />

parece ser la «primera» o más frecuente.<br />

Las prim eras invitaciones tom an la form a de «representación» por<br />

parte del niño. D e esta form a prim itiva, el niño sim ula una parte de la<br />

acción deseada, com o botar arriba y abajo en la rodilla de su padre,


para conseguir que el adulto lo haga botar p o r su propia acción. Meredith<br />

C raw ford9 observó esa conducta en los jóvenes chimpancés intentando<br />

conseguir la ayuda de otro animal para tirar de una caja demasiado<br />

pesada. <strong>El</strong> animal solicitante sim ulaba tirar de la cuerda atada<br />

a la caja cuando el o tro lo estaba m irando. Richard no sólo saltaba en<br />

la rodilla de su padre para pedir «andar a caballo», sino que em pujaba<br />

el m icrófono hacia su padre para que tom ara un turno de hablar por<br />

él. H abitualm ente, estas invitaciones están acom pañadas por vocalizaciones<br />

que son notablem ente m enos insistentes que aquellas que acom ­<br />

pañan las peticiones de objetos o las peticiones de una acción de apoyo.<br />

C o n frecuencia Jo n a th an usaba su form a estándar hum m h, pero con un<br />

suave tono ascendente y descendente. Se producían otros extraños sonidos:<br />

nyah-no (m edio tono) y da-pe (tono ascendente, interrogante),<br />

en la lectura de libros a los trece meses; neab, nngah, nn cuando invitaban<br />

al padre a unirse al juego a los dieciocho meses, etcétera. Pero se<br />

desarrollaba la pequeña estandarización vocal. H aciéndose más grandes,<br />

el balbuceo que acom pañaba la invitación se hacía más largo y sonaba<br />

más con la entonación de una oración.<br />

Q u izá porque la invitación tenía un acom pañam iento vocal m enos estereotipado,<br />

contenía form as lingüísticas más avanzadas que los otros<br />

dos tipos de peticiones a todas las edades. Los prim eros rudim entos de<br />

la gram ática dos palabras se daban en el form ato de la invitación. A los<br />

veinte meses, p o r ejemplo, las com binaciones A cción-O bjeto o Agente-A<br />

cción sucedían regularm ente: dow n-shde (deslizar abajo), m u m m y-<br />

ride (mam á m ontar), Eileen-do (Eileen hacer), brrm -brrm -boo-knee<br />

(brrm -brrm era lo que los adultos decían cuando hacían saltar a R i­<br />

chard sobre sus rodillas), etc. M ore (más) se convirtió en una palabra<br />

pivot para realizar la recurrencia con un nom inal; esta com binación apareció<br />

tam bién por prim era vez en el form ato de invitación. Tam bién fue<br />

el prim ero en el que se usó la negación para indicar el deseo de no continuar<br />

con una actividad conjunta: no ride, no like (no m ontar, no gusta).<br />

Y las prim eras form as lingüísticas de congraciarse se dieron tam ­<br />

bién en los form atos de invitación: nice m u m m y (mamá baja), picase<br />

m u m m y (por favor mamá).<br />

¿C om o explicar esta precocidad? En prim er lugar, el form ato de la<br />

invitación es juguetón, no hay presión. <strong>El</strong> resultado no es tan crucial.<br />

9. C raw ford, M .: «C oopera ti ve behavior in young chim panzees». Psycbological Btilletin,<br />

1935, 32, 714.


C o m o la situación es más relajada, tam bién deja más tiem po y más capacidad<br />

de procesam iento para el m anejo de la com unicación. Tam bién<br />

puede ser que la fam iliaridad de la m ayoría de los form atos de invitación<br />

exija m enos de la capacidad de procesam iento, y de este m odo se<br />

pueden construir com binaciones gramaticales más ricas. Y finalm ente,<br />

por supuesto, con frecuencia los adultos están tan encantados de ser invitados<br />

por el niño que su respuesta tiene una form a particularm ente<br />

colaboradora. ¿C óm o podrían ser rudos? N uestros registros m uestran<br />

que los adultos aceptaron el 95 % de las invitaciones de los niños hasta<br />

que los niños tuvieron dieciséis meses de edad. A partir de entonces<br />

la aceptación declinó, cuando los niños eran estim ulados a ser más independientes.<br />

Pero aun así, las aceptaciones eran casi siempre alegres:<br />

Com e on; all rigtb then; le t’s go (Bueno, m uy bien, vamos).<br />

Puede ser, tam bién, que el espíritu de una invitación engendre m e­<br />

nos una reacción pedagógica en el receptor, y que ella m ism a minim ice<br />

la expectativa del niño de ser rechazado. Las m adres, por ejem plo, ejercen<br />

una presión m enor en los niños que invitan para que cum plan con<br />

las condiciones de felicidad en la petición. Es la «actuación» del niño.<br />

¡N inguna de las respuestas registradas de los adultos respecto a una invitación<br />

de los niños, de la m adre, padre u observador, ponía en duda<br />

lo adecuado del procedim iento de petición del niño!<br />

A m edida que los niños se hacían m ayores, los adultos iban elaborando<br />

cada vez más las invitaciones de m anera que proveyeran al niño<br />

de claves lingüísticas, aunque no lo hicieran con un espíritu pedagógico:<br />

A re you bringing anotber book fo r m u m m y to look at? (¿Estás trayendo<br />

otro libro para que m am á lo mire?)<br />

W bat can w e fin d in this b o o k ? (¿Q ué podem os encontrar en este<br />

libro?)<br />

Yes, FU give you a ride (Sí, te llevaré de paseo)<br />

O kay, F m going to draw a... (Bueno, voy a dibujar u n ...)<br />

O tras veces, las respuestas pueden tom ar la form a de com entarios sobre<br />

el tem a im plícito para el niño. <strong>El</strong> niño lleva al observador hasta el<br />

radiador para colocar encim a la m ano de aquél:<br />

OBSERVADOR: O ob, it’s bot! (¡Está caliente!)<br />

Incluso cuando el adulto tiene que preguntarle al niño para clarifi­


car, sus preguntas están más en el espíritu de genuinas (antes que pedagógicas)<br />

averiguaciones para instrucciones o inform ación.<br />

W hat have I got to do n o w ? (¿Q ué tengo que hacer ahora?)<br />

H a ve 1 got to p u t it togbetberf (¿Tengo que ponerlo junto?)<br />

A re you going to p u t tbe otbers on fo r Teddy? (¿Vas a ponerlos para<br />

Teddv?)<br />

Y, com o tales, proveen al niño de form as útiles de lenguaje.<br />

Las invitaciones tienen, pues, la propiedad de una real reciprocidad<br />

de «tipo adulto». Se producen en el am biente familiar, libres de presiones<br />

y en form atos ya ricos en el tratam iento del lenguaje. Y proporcionan<br />

un m arco que parece ser extraordinariam ente rico para el crecim<br />

iento del lenguaje.<br />

Requerimientos para una acción de apoyo<br />

Los requerim ientos de ayuda en las acciones de objetivo directo de<br />

los niños están, inicialm ente, cargadas de dificultades. C om o ya vimos,<br />

el niño debe com binar el conocim iento de las relaciones de los medios<br />

para lograr un fin en el m undo real, con los procedim ientos com unicativos<br />

que le perm itan ganar ayuda para ejecutarlos. Saber cóm o pedir<br />

ayuda significa conocer, por lo m enos, algunos de los elementos de acción<br />

que implica la tarea, si no en un sentido lingüístico por lo menos<br />

en un sentido conceptual. N o es sorprendente, pues, que las prim eras<br />

peticiones de apoyo dependan fundam entalm ente de la interpretación<br />

adulta para tener éxito. Los niños, frustrados en la realización de sus<br />

propias acciones, com ienzan típicam ente por entregarla a alguien para<br />

que la «resuelva» o para que, de algún m odo, la devuelva encaminada.<br />

Dejan que el adulto haga el análisis necesario de la tarea.<br />

H abía tres clases de petición de apoyo: para una ayuda de precisión<br />

(abrir una caja, arm ar un juguete, desatornillar algo); para una ayuda<br />

de fu e rza (desocupar una carretilla cargada, entrar una silla, abrir la<br />

puerta de un arm ario); para una ayuda de desplazamiento (pasar de una<br />

posición sentado a una posición de pie, bajarse de una silla, ser levantado<br />

para m irar por la ventana).<br />

Las prim eras peticiones fueron, por supuesto, de desplazam iento: ser<br />

levantado, etcétera. N o eran m uy frecuentes ni especialm ente interesantes.<br />

Los otros dos tipos de peticiones de apoyo aparecieron de los die­


cisiete a los dieciocho meses, que era cuando constituían el 41 % de las<br />

peticiones que hacían los dos niños. Su crecim iento coincidía m enos con<br />

un nuevo esfuerzo de su capacidad sensoriom otora (que no era notable<br />

en ese m om ento), que con una nueva apreciación que ellos hacían del<br />

rol de los adultos com o un posible instrum ento en sus propias tareas.<br />

Los niños com enzaron, literalm ente, llevando al adulto «tareas» in ­<br />

com pletas para que las «arreglaran»; p o r ejemplo, una caja de música<br />

descargada, sin cuerda, que querían que tocara. Jonathan se la alcanzaba<br />

a su m adre, esperaba que se com pletara la operación, y luego la reclamaba.<br />

La entrega era perentoria (aunque con frecuencia era acom pañada<br />

p o r balbuceos), y si el adulto se ponía enseguida a trabajar, el niño<br />

era paciente, en m arcado contraste con la habitual impaciencia que dem<br />

ostraba cuando esperaba que un adulto le buscara un objeto ausente<br />

o rem oto que el niño había perdido. La reposición del objeto reparado<br />

se hacía sin echar una m irada hacia su m adre. Veam os un episodio de<br />

veinticinco segundos en el cual Jonathan (quince meses) consigue que<br />

su m adre le dé cuerda a su caja de música:<br />

J O N A T H A N : (sostiene la caja de música, mira la caja, luego a su madre)<br />

M A D R E : (conversa con el observador)<br />

JO N A TH A N : m m<br />

MADRE: (continúa conversando con el observador)<br />

JO N A TH A N : (m ira la caja; trata de que suene; se vuelve hacia su m a-<br />

dre) hmmrn (trata de que la caja suene; mira a su m adre;<br />

gatea hacia ella) eeb , eega, h m m m (sostiene la caja hacia<br />

su m adre)<br />

MADRE: (se acerca hacia la caja)<br />

JO NATHAN: (retira la caja; d em u estra un in tento de que suene; alcan-<br />

A,<br />

za la caja a la m adre) h e re (aquí)<br />

MADRE: D o yo want m um m y to turn it for yon f Look. (¿Quieres<br />

que mamá la ponga para ti? Mira) (demuestra cómo darle<br />

cuerda).<br />

JONATHAÑ: (m ira al observador; después observa a su m adre dando<br />

cuerda. Tan pronto com o suena la música, Jo n ath an se<br />

acerca, tom a la caja de nuevo y se va sin reconocim iento).


La «entrega» de la tarea por parte del niño se elabora de dos form as,<br />

siendo ambas ejem plos de «indicación del problem a». U na es un p ro ­<br />

cedim iento locativo: se indica dónde está el problem a, tocando una parte<br />

rota o faltante, com o en el ejem plo anterior. La otra es instrum ental:<br />

se propone un instrum ento necesario para hacer la reparación. La última<br />

es m ucho más avanzada y se produce m ucho más tarde. <strong>El</strong> siguiente<br />

episodio es de Richard a los veintiún meses.<br />

RICHARD: (ex am in an d o un b u lto en la tap a de u n a olla) ob-oh scoo<br />

(o h -o h to nillo)<br />

MADRE: Screw! (Tornillo)<br />

RICHARD: (to ca la tap a, el to rn illo se cae y el b u lto se reduce; m ira<br />

a la m adre) hab-hah<br />

MADRE: Yes, now tbere is a bole! (Sí, ¡ah o ra h ay u n agujero!<br />

RICHARD: (levanta la tapa y el b u h o hacia su m adre) bab-heb... bolí<br />

bole bole<br />

MADRE: Y o u ’ve broken it (L o has ro to )<br />

RICHARD: (levanta la tap a y el b u lto hacia su m adre) broke brokt<br />

broke (insistente)<br />

MADRE: Y o u ’ll bave to get a screw driver (T endrás que traer un<br />

d esto rn illad o r)<br />

RICHARD: oob screw driver (le alcanza la tapa a la m adre, gruñendo^<br />

MADRE: D o you w ant m e to get a screw drivert (¿Q u ieres que yo<br />

traig a el d esto rn illad o r?)<br />

RICHARD: (— ) broke broke driver (insistente)<br />

MADRE: Sball I get tbe screw driver fro m tbe kitcben? (¿T raigo el<br />

d e sto rn illa d o r de la cocina?)<br />

RICHARD: (em ite u n quejido)<br />

MADRE: A n d tben we can m end it (Y en to n ces p o d em o s arreglarlo)<br />

RICHARD: (m ira la tapa en ¡as m anos de la m adre) screw screw (quejido<br />

insistente)<br />

MADRE: (va a b u scar el d esto rn illador)<br />

RICHARD: (perm anece sen tad o en el suelo, b albuceando p ara sí m ism<br />

o d u ra n te la ausencia de su m adre) acoo dider (screw driver)<br />

scoo diver scoo diver scroo scroo scroo scroo... (balbucea<br />

aún cu an d o la m ad re regresa con el desto rn illad o r).<br />

La p etició n de asistencia, com o se ve, estaba in terp o lad a en la tarea.


C uando su m adre term inó de ayudarlo. Richard continuó jugando por<br />

su cuenta.<br />

La experiencia siguiente (Richard tenía veintidós meses), implicaba<br />

una petición de ayuda m ientras se estaba realizando la acción, con el<br />

fin de m a n te n erla , en proceso de realización. La ayuda que se pedía era,<br />

virtualm ente, una parte de la tarea que había asum ido el niño, y requería<br />

una prolongada intervención de su m adre, que, además, tenía que<br />

ser guiada. Esa ayuda guiada se producía solam ente cuando el niño tenía<br />

un plan de acción que no podía com unicar, ni siquiera form ular por<br />

adelantado. En consecuencia, era llevado a hacer sus peticiones de fo r­<br />

ma sucesiva, a llevar al adulto de un paso al otro. C om o se ve en el ejemplo<br />

que sigue, Richard com ienza a reclamar ayuda con el vocativo<br />

m u m m y (mamá). C uando su m adre contesta m u m m y d o w h a t? (¿que<br />

hace mamá?), él continúa con m u m m y g e t up (mamá se levanta). E n ­<br />

tonces su m adre pregunta W h a t d o y o u w a n t m u m m y to d o ? (¿Q ué<br />

quieres que haga tu m adre?). Richard entonces indica con un gesto el<br />

lugar donde se va a desarrollar la acción y con un up c u p b o a rd m ientras<br />

tom a la puerta del arm ario. Su m adre insiste, entonces, sobre un «objetivo»<br />

antes de incorporarse a la tarea. Insiste en que las peticiones que<br />

él hace deben tener una «aclaración adelantada» sobre sus objetivos.<br />

Esto tiene el efecto de forzar a R ichard a «armar» su petición antes de<br />

la acción. Verem os el episodio com pleto:<br />

RICHARD: m u m m y , m u m m y (m am á, m am á)<br />

MADRE: (permanece sentada) What? ¿Qué?<br />

RICHARD: m u h , m u m m y m u m m y c o m e (m a, m am á ven) (señala<br />

b revem ente el ap arad o r)<br />

(párrafo om itido)<br />

RICHARD: (camina hacia el aparador, una de cuyas puertas está abierta<br />

y la otra cerrada con pestillo. D urante todo lo que sigue,<br />

Richard alterna entre m irar a su m adre y m irar dentro<br />

del arm ario, tocando la puerta cerrada, o poniendo su<br />

m ano justo dentro de la m itad abierta) up , u p -u p (arriba,<br />

arriba)<br />

MADRE: U p th e c u p b o a r d ? (¿A rrib a el arm ario?)<br />

RICHARD: c u p b o a rd<br />

MADRÉ: W h a t d o y o u m e a n , « u p c u p b o a rd »? (¿Q u é quiere decir<br />

«arriba arm ario»?)<br />

RICHARD: u p c u p b o a rd ; u p c u p b o a rd ; up c u p b o a rd up


MADRE: D o yo w a n t m e to get u p f (¿Q u ieres que m e levante?)<br />

RICHARD: ger up (levántate)<br />

MADRE: (la madre y ei observador ríen)<br />

RICHARD: cupbnard; cupboard; cupboard-up, cupboard-up, cupborard-up,<br />

cupboard-up<br />

MADRE: (se levanta, se acerca a R ichard al lado del arm ario) I can’t<br />

pick tbe cupboard up! (abre el arm ario , h ab lán d o le suavem<br />

ente a R ichard) (¡N o p u ed o levantar el arm ario!)<br />

RICHARD: (perm an ece en actitu d em barazosa, m iran d o hacia abajo.<br />

M ira dentro del arm ario, espiando un teléfono de juguete)<br />

telephone<br />

MADRE: H o w about those tw o telephonesf (¿Q ué te parecen esos<br />

dos teléfonos?). You get out tbe telephone and m ake a telephone<br />

cali (Sacas el teléfono y haces una llamada) (com<br />

ienza a alejarse; la puerta del arm ario se balancea cerrándose<br />

nuevam ente)<br />

RICHARD: m u m m y (va hacia la m adre, tira de su m ano hacia el arm<br />

ario ) m u m m y get out telephone (trata de volver a ab rir<br />

el arm ario , después observa a su m adre)<br />

MADRE; (m an tien e la p u e rta abierta) There we are! You get the telephone<br />

out then (¡Y a está! Saca el teléfono entonces)<br />

RICHARD: (se acerca a d e n tro del arm ario) plates out (excitado) (plato<br />

s afuera)<br />

MADRE: m m ?<br />

RICHARD: plates out<br />

MADRE: plates out!<br />

RICHARD: (saca plato s del arm ario , los lleva al sofá, m ira a la m adre<br />

y sonríe)<br />

P or supuesto, no podem os saber qué pasaba por la m ente de Richard<br />

al com ienzo. C laram ente estaba teniendo una dificultad de arm ar su p e­<br />

dido p or adelantado en form a com pleta. Finalm ente llevó a su m adre<br />

hasta el arm ario, ¿y ocurrió entonces, sencillam ente, que Richard descubrió<br />

el teléfono de juguete en el arm ario y que esto le distrajo de su<br />

propósito inicial? Probablem ente estaba buscando un juego de platos<br />

para organizar una reunión de té para sus animales. Sin em bargo, cuando<br />

el teléfono estuvo a la vista, y Richard fue invitado a hacer una «llam<br />

ada», el niño pronunció la oración com pleta m u m m y get out telepbone<br />

(mamá saca el teléfono). Pero una vez que la puerta estuvo com ­


pletam ente abierta, volvió a su propósito original y pidió pintes out (platos<br />

afuera), repitiéndolo frente al m m ? de su m adre. N o faltaba el desplazam<br />

iento en su enunciado: sin duda era capaz de pedir, a esta edad,<br />

los objetos que estaban fuera de su vista. Probablem ente, la dificultad<br />

básica era que no pudo com poner totalm ente, por adelantado, tanto el<br />

plan de acción requerido como el pedido com unicativo,<br />

H acia los veinticuatro meses esa «conducción sucesiva» había llegado<br />

a ser su form a habitual de pedir una ayuda compleja. Típicam ente,<br />

com enzaba p o r nom brar el presum o agente y la acción m u m m y come<br />

(mamá ven). Luego, si era necesario, se agregaba un lugar, y, ocasionalm<br />

ente, un instrum ento. Esto se puede ilustrar con un episodio de<br />

dos m inutos. D e nuevo Richard estaba haciendo una «reunión de té»<br />

para sus animales de juguete T eddy y Rabbit. Estaba en el sofá al lado<br />

de su m adre y varias veces había pedido y recibido cubiertos de la cocina<br />

para la «com ida», incluidas varias cucharas, p or ejem plo, la cuchara<br />

roja y la cuchara de la abuela.<br />

RICHARD: (deja el sofá, cru za la hab itació n hacia la p u e rta de la co ­<br />

cina, p erm anece m iran d o hacia la cocina, entonces señala<br />

hacia ella)<br />

That spoon (gritando) (se vuelve hacia su m adre, todavía<br />

— ^<br />

señalando hacia la cocina) that spoon (esa cuchara)<br />

M ADRE: (no hay respuesta)<br />

RICHARD: (vuelve al sofá, sonriendo; arregla la posición de Teddy)<br />

T eddy, T eddy (camina hacia la m adre en el otro extrem o<br />

del sofá; tom ándole la m ano trata de tirar de la m adre hacia<br />

la cocina)<br />

M ADRE: W hat do yo u w a n t m e to do? (¿Q ué quieres que haga?)<br />

RICHARD: (señala la cocina, m irando prim ero a la m adre y después<br />

a la cocina) that spoon.<br />

MADRE: Which spoon? (¿Q ué cuchara?)<br />

RICHARD: (to d av ía señalando la cocina, tira n d o de la m an o de la m a­<br />

d re, m iran d o a la m adre) those (esas)<br />

M A D R E : (ríe )<br />

RICHARD: (tira fuerte de la m ano de la m adre) m um m y, get up (suplicando)<br />

(m am á, levántate)


MADRE: W ould you help m e ? (¿M e ayudarías?)<br />

RICHARD: (va hacia atrás de la m adre, em p u ja su h o m b ro ) m u m m y<br />

(g im o tean d o )<br />

MADRE: (ríe) ^ __<br />

RICHARD: (se p o n e fren te a la m adre, to ca su brazo ) m u m m y get up<br />

(in sistente) (m am á levántate) (cam ina de nuevo a la cocina<br />

con el b ra z o ex ten d id o hacia la m adre)<br />

MADRE: W hat is it you w ant? (¿Q u é es lo que quieres?)<br />

RICHARD: (se acerca a la m ad re, toca su b razo so n rien d o ) m u m m y<br />

get up (abraza c! h o m b ro de su m adre)<br />

MADRE: W bat do you w a n t? (¿Q u é quieres?)<br />

RICHARD: (em puja el h o m b ro de su m adre) m u m m y get up (insiste)<br />

(to ca el cuello del v estido de su m ad re, sonríe, retrocede)<br />

m u m m y get off; need m u m m y (necesito m am á) (in sisten ­<br />

te) (cam ina nuev am ente hacia la m adre)<br />

MADRE: D o you w a n t some more spoons? (¿Q u ieres m ás cu ­<br />

charas?)<br />

RICHARD: m ore spoons (to ca el h o m b ro de la m ad re; se distrae p o r<br />

tre in ta seg u n d o s co n el vestido de la m ad re; busca la m ano<br />

de la m ad re; tira de ella; la deja; m ira a la m ad re; tira de<br />

n u e v o de su m an o , a ltern ando la m irada en tre la cocina<br />

y la m ad re) m u m m y get o ff (quejándose) (tira fu erte de<br />

la m an o de la m adre)<br />

MADRE: (se levanta, R ich ard tiran d o ) R ight! (D e acuerdo)<br />

RICHARD: (deja la m ano de la m ad re; corre delante hacia la cocina)<br />

R ight<br />

M ADRE: (sigue a R ichard hacia la cocina)<br />

RICHARD: (vuelve con cucharas) There; tb a t spoon (A hí, esa cuchara)<br />

Esa form a sucesiva de conducción se fue fusionando lentam ente con<br />

una form a com pleta de requerim iento, con fines y m edios especificados<br />

de antem ano. T anto los «programas» de acción de Richard com o su gramática<br />

m ejoraron lo suficiente com o para que pudiera arm ar oraciones<br />

com plejas que arm onizaran con requerim ientos com plejos. Richard com<br />

enzó sus pedidos «gram aticalizados» bien al final del segundo año.<br />

Buscando sin éxito un rom pecabezas en una pila de juegos, rom peca­


ezas que representaba un perro «Dougal», llamó a través de la habitación<br />

(a los veinticuatro meses): m u m m y, iook (mam á, mira). La m a­<br />

dre no se m ovió. C orrió hacia ella, poniendo su m ano sobre las de ella,<br />

repitiendo m um m y. <strong>El</strong>la preguntó W hat do you w ant me to do i1(¿Q ué<br />

quieres que haga?). <strong>El</strong> volvió corriendo hacia la pila de juegos, los señaló<br />

y dijo m u m m y fin d D ougal (mam á encuentra a D ougal). N o fue<br />

un desem peño sin errores, pero no hav duda de que ahora Richard entendía<br />

y podía actuar sobre los requerim ientos que la m adre im ponía<br />

con su W hat do you w ant m e to do? Su respuesta fue impecable.<br />

Los requerim ientos de apoyo, entonces, elaboran un camino hacia la<br />

m adurez, en el cual los niños pueden analizar !a tarea en la que están<br />

com prom etidos y, al m ism o tiem po, reunir la gramática necesaria para<br />

construir una petición que los ayude a realizarla. Las peticiones de esta<br />

clase (casi siem pre expresados en una form a declarativa) son la quinta<br />

esencia del caso gramatical, en el sentido en que requieren especificaciones<br />

tales com o el A gente, la A cción y el O bjeto, y, en form a opcional,<br />

el Instrum ento, el Lugar y ei R eceptor. Si uno lim itara el análisis<br />

del cuerpo del habla sólo a las peticiones de apoyo, seguram ente llegaría<br />

a la conclusión de que las razones de la acción proporcionan una especie<br />

de base protosem ántica generativa para el lenguaje del niño. Pero<br />

debiéram os estar prevenidos contra cualquier conclusión tan fácil por<br />

el capítulo anterior, donde la atención conjunta figuró com o una estructura<br />

m ucho más prom inente que la acción conjunta.<br />

Algunas conclusiones<br />

La petición, lo mism o que la referencia, en cualquiera de sus form as,<br />

sigue un curso negociador hacia la socialización. Tam bién com o la referencia,<br />

se contextualiza en form atos convencionales que se ajustan tanto<br />

a los requerim ientos culturales com o a los lingüísticos.<br />

En la petición del objeto la tarea fundam ental es incorporar la referencia<br />

dentro del pedido. C uando finalm ente el niño dom ina los nom i­<br />

nales, ya no necesita depender de las proezas interpretativas de su m a­<br />

dre o del poder deíctico de su propia señalización indexical. La necesidad<br />

de relacionarse con referencias desplazadas en la petición de objetos<br />

proporciona un incentivo. A m bos niños tom aron con naturalidad<br />

el referim iento nom inal, no porque fallara su requerim iento deíctico, ostensivo<br />

(norm alm ente no sucedía), sino p or una preferencia interior por


procedim ientos más económ icos. En efecto, las peticiones desplazadas<br />

probablem ente no habrían crecido tan rápidam ente si no hubiera sido<br />

p o r el dom inio de los nom inales referentes.<br />

Pero m ientras cada niño iba dom inando la capacidad de especificar<br />

los objetos que deseaba, tam bién iba dom inando las condiciones de felicidad<br />

que dificultaban la realización de pedidos. Los logros pragm á­<br />

ticos necesarios generalm ente estaban firm em ente en su lugar antes de<br />

cada progreso referencial del niño. <strong>El</strong> «énfasis» estaba en el planteam<br />

iento de felicidad, no en el referencial. Las peticiones de invitación<br />

eran excepciones. Se planteaban sólo para actividades que ya estaban estructuradas<br />

en form atos bien form ados, de tipo juego. Y la referencia<br />

no era un asunto im portante. N o hay m ucho que especificar cuando se<br />

invita a otro a jugar un juego conocido. C om o tam poco era un gran trabajo<br />

m ontar u n plan de acción (a la vez que se imaginaba cóm o<br />

com unicarlo).<br />

H ay una ironía en todo esto. P orque m ientras las invitaciones requieren<br />

una com plejidad de enunciados m enor que otras form as de petición,<br />

ya sabem os que producen las m uestras de habla más complejas<br />

de los tres tipos de petición, un asunto ya analizado. Ya sea que uno<br />

explique la superioridad de la referencia por el acento m ínim o, la creciente<br />

fam iliaridad, la liberada capacidad de procesam iento, o lo que<br />

sea, está claro que cuando uno está lo suficientem ente seguro para invitar,<br />

tiene tam bién el coraje de probar nuevas formas.<br />

Lo más evidente sobre los requerim ientos de apoyo es que exigen la<br />

coincidencia de un plan del m undo real y un enunciado apropiado. M u­<br />

chas de las dificultades de los niños están im puestas por las convenciones<br />

culturales de la petición, a las cuales tam bién deben someterse. La<br />

com plejidad de estas convenciones estaba m uy bien ilustrada por el requerim<br />

iento de que el objetivo de un pedido debía ser revelado por adelantado,<br />

tarea nada fácil para un niño de dieciocho meses, aun en un<br />

am biente familiar.<br />

Finalm ente, deseo reiterar que aprender cóm o pedir no es sim plem<br />

ente aprender el lenguaje o incluso, sim plem ente, los actos de habla.<br />

Tam bién es aprender la cultura y cóm o conseguir con el lenguaje que<br />

las cosas se hagan dentro de esa cultura. <strong>El</strong> niño sabe una enorm e cantidad<br />

de cosas sobre las condiciones culturales del requerim iento, un<br />

año antes de que sepa cóm o desarrollar la regla de inversión gramatical<br />

para estructurar una pregunta. En efecto, usa exclusivamente la form a<br />

declarativa, declarando sus peticiones en lugar de usar la form a interro-


gante. Sin em bargo, su sutileza para encontrar tanto las restricciones f'<br />

sicas» del m undo real com o las buenas condiciones culturalmente ela<br />

boradas, crece aprisa.<br />

10. <strong>El</strong> trabajo siguiente llamó la atención del autor cuando<br />

m inado: H aselkorn, S .: «The dcvclopm ent of requests of young t h ^puela'de Edub<br />

a l s t r a t e g i c s t o t h e p o w c r o f i a n g u a g e » . T e s i s d o c t o r a l . G r a d u a d o e n a - s ^<br />

catión, H arvard U njversity, 1981.


6 Aprendiendo a hablar<br />

C om enzam os co n u n estudio de las «capacidades m entales orig in a­<br />

les», que p u ed e n ayudar al niño en su carrera com o aspirante a hab lar<br />

su lengua nativa. Se m encionaron cuatro com o especialm ente im portantes:<br />

a) disp o n ib ilid ad para relacionar medios y fines; b) sensibilidad para<br />

las situaciones transaccionales; c) sistem aticidad en la organización de<br />

experiencias; y d) abstracción en la form ación de reglas. Estas no son<br />

«capacidades» q u e, de alguna m anera, se transform an en un sistema formal<br />

de lenguaje p o r la fuerza de algún m isterioso proceso de sem iotización<br />

o, incluso, p o r «simple» socialización. Más bien parece ser el m í­<br />

nim o equipam iento m ental que necesitaría un niño para u sa r lenguaje,<br />

tema que será tra ta d o m ejor enseguida.<br />

N o hay d u d a de que el aspirante a hablar un lenguaje requiere m u ­<br />

cho más que esta m aquinaria m ental en el com ienzo de su «entrada» en<br />

las reglas form ales, abstractas, que gobiernan su lenguaje local. C u alquier<br />

otra m aq u in aria que el niño pueda necesitar para e n trar en la gramática,<br />

sim plem ente la darem os p o r sentada. Puede ser el c o n o c im ie n ­<br />

to innato de una gram ática universal, com o sugirió C hom sky, o puede<br />

tener la form a d e una sensibilidad inicial para las distinciones en el len<br />

guaje y en el m u n d o real, com o propuso Bickerton. E stos no son<br />

problem as centrales de este libro. . ^ I ^<br />

N o debe p reo cuparn o s en qué consiste la dotación o r ig in a<br />

guaje o si existe m ucho o poco de ella. Porque a u n q u e los sereS(.j(^acjes<br />

nos estén arm ados en form a liviana o e n form a p e s a d a con capa<br />

innatas para e l lenguaje léxico-gram atical, igualm ente tienen ¿ n ¡ca<br />

der cóm o m ar el lenguaje. Eso no se puede aprender in v ttro .


form a en que se puede aprender el uso del lenguaje es usándolo en fo r­<br />

ma com unicativa. Las «reglas» de] uso del lenguaje sólo están ligeram<br />

ente especificadas p o r las reglas de la gramática. U na buena form a no<br />

hace que los enunciados sean efectivos, ni apropiados, ni oportunos.<br />

N o es que esas reglas no sean de un profundo interés: pueden decirnos<br />

m ucho sobre la condición de la m ente. Lo que ocurre es que los bebés<br />

en proceso de aprendizaje del lenguaje no son precisam ente gram áticos<br />

académicos infiriendo reglas de form a abstracta e independiente del uso.<br />

Más allá de cualquier o tra cosa, el lenguaje es una form a sistemática<br />

de com unicarse con los dem ás, de afectar su conducta y la nuestra, de<br />

com partir la atención, y de constituir realidades a las cuales entonces<br />

nos adherim os de la m ism a form a que nos adherim os a los «hechos»<br />

de la naturaleza. N o nos deslum brem os con los planteam ientos de los<br />

gramáticos. Los de los pragm áticos son igualm ente deslum brantes e<br />

igualm ente m isteriosos. Realm ente, ¿cóm o aprendem os a conseguir con<br />

palabras que las cosas sean hechas?<br />

La tesis central de los capítulos precedentes, tanto teórica com o em ­<br />

pírica, ha sido que hay un Sistema de A poyo de la A dquisición del L enguaje<br />

que elabora la interacción entre los seres hum anos, de form a tal<br />

que ayuda a dom inar los usos del lenguaje a los aspirantes a hablarlo.<br />

Es este sistem a el que proporciona un apresto funcional que no sólo<br />

hace posible la adquisición del lenguaje, sino que hace que ésta se desarrolle<br />

en el orden y con el ritm o con el que habitualm ente se p ro d u ­<br />

ce. Sin duda hay algo en el genom a hum ano que predispone a los seres<br />

hum anos a interactuar com unicativam ente precisam ente de esa form a,<br />

aunque no es nuestro propósito separar lo innato de lo adquirido, lo<br />

natural de lo cultural. A ntes bien, la indagación ha sido dirigida hacia<br />

varias funciones lingüísticas cruciales y a los contextos de interacción<br />

en los cuales los niños aprenden a dom inarlas.<br />

C om o hem os visto, el Sistema de A poyo de la A dquisición del L enguaje<br />

(usarem os la sigla LASS para denom inarlo: Language A cquisiton<br />

S upport System ) no es, en absoluto, exclusivamente lingüístico. Es una<br />

parte, un rasgo central del sistema p o r el cual los adultos transm iten la<br />

cultura de la cual el lenguaje es tanto el creador com o el instrum ento.<br />

En la privilegiada interacción del prim er lenguaje, el niño tiene su p rim<br />

era o portunidad de interpretar los «textos culturales». Al aprender<br />

«cómo decirlo», tam bién aprende lo que es canónico, obligatorio, y valorado<br />

por aquellos a quienes él se lo dice. A prende esto prim ero y sim ­<br />

plem ente por un m edio com unicativo que no llega a ser lenguaje.


Un vehículo principal de] LASS es lo que hem os llamado un fo rm a ­<br />

to. <strong>El</strong> form ato es una pauta de interacción estandarizada e inicialm ente<br />

m icrocósm ica, entre un adulto y un infante, que contiene roles dem arcados<br />

que finalm ente se convierten en reversibles. C om o se com entó<br />

en capítulos anteriores, se convierten en rutinas tan familiares en la interacción<br />

del niño con el m undo social, que se hacen dignos del térm i­<br />

no de Jam es jo y c e «epifanías de lo ordinario». Tienen una cualidad sem<br />

ejante a los scripts que incluye no sólo la acción, sino un lugar para<br />

la com unicación que constituye, dirige y com pleta esa acción. D ado que<br />

el juego es la cultura de la infancia, no sorprende que con frecuencia<br />

los form atos tengan una naturaleza alegre, del tipo de la de los juegos.<br />

C on el tiem po y con una sistem aticidad creciente, los form atos se agrupan<br />

en subrutinas de un orden más elevado, y en este sentido pueden<br />

ser concebidos com o los m ódulos a partir de los cuales se construyen<br />

una interacción social y un discurso más com plejos. C on el tiem po y<br />

con una abstracción creciente, ios form atos llegan a ser com o fiestas m ó­<br />

viles. Ya no están atados a m ontajes específicos, sino que pueden ser<br />

«im puestos» por m ecanism os ilocutivos en una variedad de situaciones.<br />

C uando alcanzan esta form a más evolucionada, pueden ser correctamente<br />

llamados actos de habla en el sentido austiniano.<br />

En el capítulo 3 consideram os la naturaleza sem ejante al juego de algunos<br />

form atos tem pranos, literalm ente juegos com o el intercam bio de<br />

objetos, el cu-cú, el escondite. Esos juegos proporcionan un caso tipo<br />

para la elaboración de la com unicación tem prana. N o sólo sirven com o<br />

un m icrocosm os transaccional, estructurado com o rol en el cual las palabras<br />

producen, dirigen y com pletan la acción, sino que tiene ciertas<br />

propiedades cruciales, propias, del tipo de las del lenguaje. D entro de<br />

sus lím ites, son «form as de vida» del tipo de las del lenguaje. Lo que<br />

los hace com o el lenguaje es, por supuesto, la presencia de una estructura<br />

profunda (por ejemplo, aparición y desaparición), pero tam bién la<br />

presencia de una estructura superficial, un conjunto restringido pero<br />

m uy variable de m edios para com prender la estructura profunda. En<br />

este sentido, son abstractos y sistem áticos, pero tam bién están entrelazados<br />

por una estructura de m edios para un fin. Y en su naturaleza misma,<br />

dados los roles que tienen asignados, son transaccionales. C uando<br />

en esos juegos se usan palabras, entran, p o r fuerza, en una relación superficie-profundidad<br />

que ya está establecida.<br />

Lo que pro n to se hizo evidente en nuestra exploración de los form<br />

atos de estos juegos fue que, eventualm ente, em igraban de sus sitúa-


ciones de am arre originales y se generalizaban en actividades y m ontajes<br />

que nunca habían ocurrido antes. C on tiem po, el niño era capaz de<br />

convertir prácticam ente cualquier situación en una especie de juego de<br />

escondite. Esa «separabilidad» de la form a respecto al contexto nos confirm<br />

a en la reivindicación de la abstracción de la conducta tem prana del<br />

niño. P o r la m ism a razón, la tem prana capacidad del niño de com partir<br />

e invertir los roles en el juego, pone seriam ente en duda la afirmación<br />

de que toda la conducta social tem prana es egocéntrica. En efecto, es<br />

m uy dudoso que los niños pudieran aprender el lenguaje de la forma<br />

que hem os visto si fueran o irreversiblem ente concretos o im placablem<br />

ente egocéntricos. N i podrían jugar nunca com o lo hacen.<br />

En el capítulo 4 nos sum ergim os en un problem a clásico del lenguaje:<br />

la referencia. En los juegos com o el cu-cú y el escondite, el referente<br />

de cualquier expresión que se use es inherente a los «m ovim ientos del<br />

juego» y no necesita ser especificado. Las expresiones usadas en los juegos<br />

son, principalm ente, perform ativas. <strong>El</strong>las producen, ordenan y com ­<br />

pletan la acción con la m ism a seguridad con que una cerem onia de armar<br />

crea un caballero. P ero en los encuentros com unicativos que involucran<br />

referencia, aun ritualizados, un elem ento de la «ceremonia» no<br />

está fijado. Lo que no se conoce es el referente respecto al cual los dos<br />

participantes tienen que lograr un foco conjunto de atención.<br />

H e hecho afirm aciones atrevidas en el sentido de que la «intención<br />

de referir» no es algo que aprendem os, y que tam bién es así para el reconocim<br />

iento de esa intención en otros. Estas afirmaciones no parecen<br />

crear grandes problem as en el establecim iento de la referencia coniunta.<br />

A ntes de que el lenguaje m ism o aparezca deben existir algunas bases<br />

para la intersubjetividad referencial. Lógicam ente, no habría una form a<br />

concebible de que dos seres hum anos lograran una referencia com partida<br />

si no hubiera una disposición inicial para ello. N o hay nada más<br />

(o m enos) m isterioso sobre esta «conciencia del otro» no aprendida que<br />

lo que hay de m isterioso en las opiniones de los etólogos de que los<br />

m iem bros de cada especie consideran otros organism os com o coespecíficos<br />

y actúan en consecuencia. Es un antecedente que «otras mentes»<br />

son tratadas com o si fueran nuestras propias m entes. O tro antecedente<br />

es que hay un m undo «ahí afuera» que es com partido por otros. Yo afirmo<br />

que los seres hum anos nacen com o realistas ndive, cualquiera que<br />

sean las otras conclusiones epistem ológicas a las que lleguen más tarde<br />

por vía del razonam iento. Esa es la parte apriorística del asunto.<br />

Pero la evidencia em pírica, tanto com o la necesidad lógica, apoyan


estas afirm aciones. ¿C óm o podría eí infante «saber» seguir la línea de<br />

observación de otro para buscar un foco visual co n|unto, si no es sabiéndolo<br />

por anticipado? ¿Y cóm o podría desarrollar espontáneam ente<br />

la «señalización» con el índice si no hubiera alguna expectativa de su<br />

probable efecto?<br />

Incluso si hay una base natural para establecer la atención conjunta<br />

y una form a natural de señalar que uno desea llamar la atención de otro<br />

sobre lo que uno está experim entando, todavía queda sin explicar la convenáonalizaáón<br />

de esa actividad, Porque, de hecho, la referencia lingüística<br />

no es natural, y su convencionalización plantea un problem a psicológico.<br />

H ay un largo cam ino entre seguir la m irada de otro hacia un<br />

objeto v ser capaz de com prender una expresión referencia! com o «el<br />

requesón en el estante de arriba de la nevera».<br />

En el capítulo 4 hice causa com ún con H ilary P utnam , con su teoría<br />

«causa] histórica» de la referencia, y di una buena lista de razones por<br />

las cuales un estudiante del desarrollo de la referencia encontraría su razonam<br />

iento a la vez útil y convincente,1 N o es necesario considerar de<br />

nuevo sus argum entos sobre «superposición parcial», asimetría, y el resto.<br />

Pero yo quisiera agregar un punto a esa discusión anterior, punto<br />

que nos retrotrae a la diferencia entre el uso del lenguaje en la referencia<br />

y el uso más perform ativo del lenguaje en los juegos. En su presentación<br />

original, Putnam da m ucha im portancia a la «ceremonia de armar»,<br />

p or la cual alguna cosa o estado recibe el nom bre «fresno» o<br />

«electricidad» o «justicia». <strong>El</strong> peso de la evidencia presentada en el capítulo<br />

4 era que esas cerem onias se hacen v no nacen, Se crean como<br />

form atos, form atos altam ente constreñidos que se van transform ando<br />

gradualmente en la m edida en que el niño maneja los elem entos de p ro ­<br />

cedimiento por los cuales están indicados los nom bres de los objetos,<br />

fisto se hace prim ero con ios nom inales ubteados de form a apropiada<br />

en un form ato de diálogo donde la atención está concentrada conjuntamente<br />

en un objetivo.<br />

<strong>El</strong> form ato de arm ar se hace com o un juego, hecho por la m adre<br />

como necesario para adaptar la falta de pericia del niño. Los grados de<br />

libertad del form ato están m inim izados, para m ejor dejar disponible la<br />

capacidad de tratar con los inciertos elem entos del referente y su nor<br />

m a l indicador. C om o vim os, el form ato se desarrolla con el tiem po<br />

1- Putnam , H .: Mind, Language and R eality C am bridge, C am bridge Univ. Press,


hasta el p u n to donde los dos pueden, incluso, m arcar la diferencia entre<br />

los referentes presupuestos (ya incorporados al juego) y los nuevos<br />

(todavía no incorporados). Y una vez que los procedim ientos para referir<br />

están lo suficientem ente firm es en su lugar en el form ato, la m adre<br />

com ienza un nuevo paso: desarrollando un sistema de com entario sobre<br />

el referente, no sim plem ente com o un fin en sí mismo o para notar<br />

su existencia — ¡A h í está! o La voilá! en francés, o el italiano Eccole!—<br />

sino com o un asunto al cual se le puede «unir» un com entario.<br />

De hecho, la estructura tem a-com entario en e! form ato de la referencia<br />

es inherente a él probablem ente desde un com ienzo, ya que la provisión<br />

de una etiqueta nom inal por parte del niño o de la m adre es m a­<br />

nejada en el diálogo com o un predicado prim itivo nom inal en un sujeto<br />

im plícito.<br />

Si era necesaria una dem ostración de «sincronización» en la adquisición<br />

del lenguaje, el crecim iento del form ato de referencia ciertam ente<br />

nos la proporciona. La m adre restringe la tarea hasta los grados de<br />

libertad que ella cree que el niño puede m anejar, y una vez que el niño<br />

m uestra signos de estar haciéndolo m ejor que eso, ella eleva el nivel, tanto<br />

de sus expectativas com o de sus dem andas al niño. Pero concentrarse<br />

enteram ente en la «sintonía» de la pedagogía im plícita de la m adre<br />

es no com prender el punto principal. Ya que la finalidad de su sintonización<br />

no es ciertam ente el refinam iento por sí mismo. La m adre va<br />

en pos del logro de una conveniencia funcional. Perm ítasem e que me<br />

extienda sobre este punto.<br />

<strong>El</strong> objetivo de la m adre en el form ato referencial parece ser doble, y<br />

ella está preparada para adaptar sus respuestas ai niño con la suficiente<br />

sutileza para lograr am bos. <strong>El</strong> prim ero es lingüístico, en el sentido de<br />

que ella está tratando, prim ero, de hacer operar al niño en una hipótesis<br />

sem ántica prim itiva que la vocalización «representa» para algo que<br />

la m adre y el niño com parten visualm ente, y hacerle apreciar que hay<br />

una vocalización estándar que es requerida para ellos. Estos son pasos<br />

en la dirección de llegar a ser un hablante estándar de un lenguaje. Pero<br />

ella persigue, tam bién, un segundo objetivo cultural: com unicar al niño<br />

que hay una form a canónica de negociar la referencia, com o se ve, por<br />

ejemplo, en pequeñas discusiones sobre la elim inación de am bigüedad<br />

de un referente. La figura en un penique inglés, ¿es la Reina, la abuela<br />

del niño, o, sim plem ente una señora? La m adre m uestra una sensibilidad<br />

cultural en esta negociación que arm oniza con su fina adaptación<br />

lingüística al aceptar o rechazar vocalizaciones indexicales particulares.


<strong>El</strong> niño está siendo «entrenado» no sólo para saber el lenguaje, sino<br />

para usarlo com o m iem bro de una com unidad cultural.<br />

La ontogénesis de los procedim ientos de petición, tratada en el capítulo<br />

5, tam bién representa otro paso adelante. Porque el niño no sólo<br />

debe dom inar form as convencionalm ente aceptables de señalar su intención<br />

(viene equipado con una, p or supuesto, al com ienzo, al estar<br />

dotado de form a innata con el llanto que implica petición), pero debe<br />

incorporar referencia en su pedido. <strong>El</strong> niño no está m ucho tiem po en<br />

la condición en la cual sólo señala que desea, ya que pronto «quiere»<br />

indicar qué desea. D e hecho, debe recorrer el cam ino desde la señalización<br />

de una dem anda elemental hasta el logro de condiciones de felicidad<br />

en el ruego. Y al mismo tiem po debe com binar estos logros con<br />

los referenciales de creciente com plejidad: referencia desplazada a objetos<br />

ausentes, procedim ientos para referirse a acciones puntuales y reiterativas,<br />

y otros. En la m edida que su petición se hace todavía más<br />

com pleja, el niño necesita retinarla con la adición de una función reguladora<br />

(en el sentido de M ichael H allid ay ),’ a través de la cual puede<br />

controlar cómo será satisfecha su petición.<br />

<strong>El</strong> desarrollo de las tres form as de petición estudiadas (invitaciones,<br />

petición de objetos y petición de asistencia en la acción) dependía, fundam<br />

entalm ente, del arm azón convencional en el form ato familiar. N o<br />

era que los form atos aportaran alguna «pista» sobre los procedim ientos<br />

lingüísticos que el niño requería, sino, más bien, que proveían de especificaciones<br />

y de «límites de aceptación» sobre lo que era requerido. N o<br />

producían más form as gramaticales de petición que los golpes que pueden<br />

producir la red y las líneas del cam po en un jugador de tenis. Pero<br />

así com o en el tenis se debe golpear la pelota lo suficientem ente alto<br />

para que pase sin rozar la red y no tan lejos com o para que sobrepase<br />

la línea de saque, en la petición se debe especificar qué estado final se<br />

desea antes de pedir los medios para lograrlo, o cum plir la condición<br />

esencial de que no se puede hacer p o r sí m ism o lo que se pide, o la condición<br />

de sinceridad de que realm ente se desea lo que se está pidiendo.<br />

De m odo que tam bién el requerir proporciona un medio no sólo para<br />

conseguir cosas hechas con palabras, sino para operar en la cultura. Esto<br />

implica no sólo coordinar el propio lenguaje con los requerim ientos de<br />

acción del m undo real, sino hacerlo en las formas culturalm ente prescritas<br />

que involucran a la gente real. N o es sorprendente que los adul­<br />

2. H alliday, M .: Leam cng H o w to M ean. L ondres, Edw ard A rnold, 1975.


tos actúen com o m iem bros de pleno derecho, no sólo de la com unidad<br />

lingüística (bien adaptados para la ocasión), sino tam bién com o m iem ­<br />

bros suavem ente exigentes de la cultura en la cual el niño debe entrar.<br />

P or un tiem po m uy largo, los adultos están más interesados en los «m o­<br />

dales» de los niños que en la buena form ación lingüística de sus<br />

enunciados.<br />

V olviendo a la continuidad entre la com unicación prelingüística y la<br />

com unicación lingüística posterior que hem os analizado en el capítulo<br />

2, hay algunos puntos a los que beneficiaría un nuevo tratam iento.<br />

Recordem os que se seleccionaron cuatro posibles fuentes de continuidad:<br />

a) la categoría de correspondencia entre los conceptos del m undo<br />

real v las form as gram aticales; b) la continuidad entre las funciones que<br />

cubre la com unicación prelingüística y la lingüística posterior; c) el papel<br />

constitutivo del lenguaje en la form ación del conocim iento del m u n ­<br />

do real; y d) la sim ilaridad de los procesos cognitivos, para los cuales<br />

las reglas de cualquier clase, lingüísticas u otras, se form an a diversas<br />

edades. ¿Q ué se puede decir de cada uno de ellos a la luz de las pruebas<br />

reunidas en los capítulos anteriores?<br />

C on respecto a la sensibilización hacia las form as gramaticales que<br />

corresponden a las categorías del conocim iento del m undo real, la discusión<br />

anterior tiene poco que decir. Es básicam ente un problem a de<br />

la relación entre la sem ántica y la sintaxis, y señala el posible papel «formativo»<br />

de la prim era respecto a la segunda. Sólo m arginalm ente nos<br />

hem os ocupado de esas cuestiones.<br />

En cuanto a la continuidad de las funciones com unicativas desde el<br />

intercam bio prelingüístico a los intercam bios lingüísticos tem pranos,<br />

hay pocas dudas sobre su im portancia. La continuidad de la función<br />

proporciona una im portante plataform a para el desarrollo de los p ro ­<br />

cedim ientos, tanto referenciales com o peticiónales. En ciertos aspectos,<br />

en efecto, la continuidad de la función proporciona una base para el<br />

«progreso por sustitución». T om em os el desarrollo de la referencia. D u ­<br />

rante meses, la m adre m antiene una extraordinaria y constante pauta de<br />

interacción con el niño sobre la nom inación de cosas. En efecto, el form<br />

ato estable m antiene constante la función. En la m edida que el niño<br />

progresa en el dom inio de las nuevas form as, las sustituye en el viejo<br />

form ato para realizar la vieja función. Y, en efecto (lo mismo que con<br />

los pedidos), una incapacidad en el uso de las nuevas formas produce<br />

una regresión hacia las viejas. A unque la nueva form a pueda tener el<br />

efecto de transform ar y expandir la vieja función, la continuidad se m an­


tiene. V erdaderam ente, yo asum iría que es esta continuidad de función<br />

la que hace posible para un adulto «entender» las form as más p rim itivas,<br />

por m edio de las cuales el bebé realiza varias funciones com unicativas.<br />

En este sentido, la continuidad funcional proporciona una base<br />

para que el adulto sintonice adecuadam ente con el niño, de form a que<br />

pueda operar el Sistema de A poyo de la A dquisición del Lenguaje.<br />

En cuanto al rol constitutivo del lenguaje, su rol de «crear» el m undo<br />

en el que entra el niño, sin duda los form atos de los juegos que hemos<br />

visto son constitutivos en el sentido más profundo. Literalm ente,<br />

los juegos son productos de las cosas dado que uno dice y cóm o las<br />

dice, y en qué contextos. A nteriorm ente los caractericé com o algo que<br />

se m odificaba con el desarrollo, haciéndose más sistemáticos y abstractos,<br />

y tam bién com o algo semejante a «fiestas móviles» que pueden ser<br />

im puestas por actos de habla en situaciones nuevas, invocando las fuerzas<br />

ilocutivas apropiadas. Referir, pedir, am enazar, prom eter, etcétera,<br />

aparecen tem prano en la escena com o estados del m undo creados, en<br />

su m ayor parte, por el uso apropiado del lenguaje. La fuente de continuidad<br />

desde la constitución estaba, por supuesto, en las estructuras fo r­<br />

males de los juegos del lenguaje, que tienen (como traté de m ostrar en<br />

el capítulo 3) tantos elem entos en com ún, desde su más tem prana introducción<br />

en adelante y a través de la infancia. Sin em bargo, es igualmente<br />

evidente que hay grandes discontinuidades en el desarrollo, que<br />

son creadas por los poderes constitutivos del lenguaje. Ya no tratam os<br />

al niño tanto com o un niño cuando pensam os que es capaz de entender<br />

obligaciones constitutivas básicas tales com o prom eter, explicar, ser leal,<br />

etcétera, Pero aun así, todavía es válida la afirm ación de que desde el<br />

principio m ism o — y particularm ente en los juegos— le dam os al niño<br />

un com ienzo m ovido al introducirlo en la función constitutiva del lenguaje<br />

a través del uso de perform ativos.<br />

R especto a los procesos conceptuales que dan continuidad al desarrollo,<br />

com unes a la m ente en general y al lenguaje en particular, tenem os<br />

pocas conclusiones que sacar. Más bien hem os subrayado los procesos<br />

sociales que son com partidos p o r la com unicación lingüística y prelingüística.<br />

Estos procesos (tom a y daca, intercam bio de roles, etcétera)<br />

perm anecen ciertam ente sin variaciones a través del cambio en el lenguaje<br />

y proporcionan una fuente de continuidad centralm ente im portante.<br />

Y o incluso he insistido en que el «motivo» principal en la adquisición<br />

del lenguaje es una m ejor regulación de estos procesos socioculturales<br />

subyacentes.


La descripción de la adquisición tem prana del lenguaje que se presentó<br />

en estas páginas depende poderosam ente del uso del contexto en<br />

la form ación e interpretación de mensajes tanto por la m adre com o por<br />

el niño. U na com unicación tem prana lograda requiere un contexto com ­<br />

partido y fam iliar para ayudar a los interlocutores a hacer m utuam ente<br />

claras sus intenciones com unicativas.<br />

De hecho, el concepto de form ato fue expuesto m uy pronto en este<br />

volum en con la esperanza de explicar cóm o funciona el contexto en estos<br />

encuentros com unicativos tem pranos.<br />

P or extraño que parezca, la noción de contexto es raram ente explicada<br />

en las discusiones sobre lenguaje. Es un poco com o la noción de<br />

«conocim iento im plícito», que se asume que está presente com o un «entorno»<br />

del conocim iento explícito, pero que no es pasible de un análisis<br />

profundo. Lo que hay en las palabras es «texto»; contexto es el resto<br />

de lo que afecta la interpretación de las palabras, incluyendo en el «resto»<br />

palabras y no-palabras.<br />

De m anera que encontrarem os afirmaciones del siguiente tipo: a)<br />

C om prender una oración es extraer una proposición de ella, en su contexto;<br />

o b) La oración es un m ecanism o para m eter una proposición en<br />

un contexto. Se han hecho m uy pocos intentos de analizar la relación<br />

que existe entre una oración, su contexto y la proposición que se extrae<br />

de esa relación. Es bastante fácil especificar la oración y la proposición,<br />

pero, ¿qué tom am os com o contexto? A lgunos escritores, como Pieter<br />

Seuren,} preconizan que debem os suavizar nuestra relación con este<br />

asunto y observar con adm iración las form as oportunistas con que la<br />

gente usa el contexto para interpretar el texto. Estaríam os determ inados<br />

al fracaso sí tratáram os de im poner un determ inism o estricto en el<br />

proceso. Todas estas discusiones se efectúan bajo la presunción de que<br />

el contexto, com o el texto, está ahí, ahí para ser interpretado. Yo quiero<br />

tom ar con el contexto una perspectiva radicalm ente diferente: lo que<br />

el contexto «es».4 Para los niños pequeños, el contexto no puede ser to ­<br />

mado com o un don, com o sim plem ente algo que «esta ahí». <strong>El</strong> contexto<br />

operativo, tanto para el niño com o para el adulto, es seleccionado y<br />

construido. Las «reglas» y criterios para su selección y construcción,<br />

por supuesto, variarán con las circunstancias. Lo mismo que las reglas<br />

3. Seuren, P ,: Com unicación personal.<br />

4. F.scoy agradecido a D an S perbercuya exposición en la primavera de 1982 en Princeton<br />

U niversity ayudó a estructurar el análisis del contexto y su com posición.


para form ar y transform ar las oraciones de un texto o un discurso, las<br />

reglas para construir un contexto cam bian con el desarrollo.<br />

U na de las condiciones de los contextos construidos es que deben<br />

ser cognoscitivam ente m anejables. Es decir, no deben ser tan amplios<br />

com o para padecer bajo las condiciones corrientes del procesam iento<br />

del lenguaje. ¡Al hablar o al com prender el habla, no podem os tom ar<br />

«todo» en cuenta! Si después de cenar Jane le ofrece a Jo h n una taza<br />

de café y él le contesta «Gracias, pero tengo que irm e a la cama tem ­<br />

prano esta noche», él está contextualizando su rechazo p or m edio de<br />

una referencia a una (presum ible) presuposición com partida contextualizante<br />

sobre el café no m etabolizado que m antiene despierta a la gente.<br />

La presunción no es extraña, y si Jane no se resiente con Jo h n , aceptará<br />

su rechazo com o amable. La carga no es excesiva. Pero Jo h n pudo fácilm<br />

ente haber sido más contextualm ente agotador dando una respuesta<br />

más extraña, que hubiera forzado a Jane a trabajar intolerablem ente<br />

para entender la base de su rechazo (como «N o, gracias, prefiero no ser<br />

un par de pinzas dentadas»). La prim era regla im plícita sobre la construcción<br />

de contexto es que tiene que ser «ordinario» o «convencional».<br />

Las razones para rechazar un café después de la cena deberían relacionarse<br />

con hechos tan com unes com o la cafeína y el sueño, no con alusiones<br />

a la depresión insom ne sufrida por el Prufrock de T. S. <strong>El</strong>iot. Lo<br />

ordinario implica una cultura com partida.<br />

O tra regla de la construcción del contexto es que tenem os que ayudar<br />

al interlocutor a entender lo que tenem os en m ente. H ay muchas<br />

«triquiñuelas» para lograrlo. La literatura sobre los actos de habla puede<br />

ser concebida com o un m inucioso análisis de estas «triquiñuelas»,<br />

en el sentido en que Jo h n A ustin analizó el m edio sutil p o r el cual le<br />

decimos a nuestros oyentes si un enunciado debe ser tom ado com o com -<br />

portativo, com prom isorio, o lo que fuere, Pero, nuevam ente, el dom i­<br />

nio de estas «triquiñuelas» se desarrolla con la experiencia en el uso del<br />

lenguaje y negociando cóm o interpretar el significado. <strong>El</strong> dom inio del<br />

niño sobre cóm o poner en claro el contexto de su enunciado, seguram<br />

ente será incierto.<br />

Teniendo en cuenta estos dos puntos generales, recuperem os el status<br />

de los form atos com o versiones especializadas de los contextos. Para<br />

em pezar, los form atos están preseleccionados y preform ados p o r la m a­<br />

dre para él niño. Pueden ser ligeram ente variados para m antenerlos «interesantes»,<br />

pero se m antienen fácilm ente reconocibles y m uy constreñidos.<br />

Se arman com o juego con tanta intensidad com o sea necesario


para restringirlos dentro de un conjunto de «movim ientos» perm isibles<br />

que definen el contexto. Estos juegos nom inalizantes uno los ve com o:<br />

W here’s yo u r nose, eyes, ears, etcétera? (¿D ónde está tu nariz, ojos, orejas,<br />

etcétera?) o W hat is th isf (¿Q ué es esto?). Aquello que debe ser p rocesado<br />

del contexto, ha sido arreglado previam ente por la práctica y la<br />

ritualización. Sólo con el dom inio de estos contextos arreglados previam<br />

ente, el niño o su m adre pueden com enzar a «transferir» el juego a<br />

una gama más am plia de alternativas. La contextualización com ienza<br />

con form atos manejables y restringidos, y entonces es extendida y es<br />

pasible de m odificaciones posteriores, com o ponerla bajo la influencia<br />

de distintos tipos de condiciones de felicidad que gobiernan los actos<br />

de habla.<br />

En los prim eros form atos no hace falta que los interlocutores se den<br />

el uno al otro indicios sobre el contexto. Están prefabricados. <strong>El</strong> fo r­<br />

m ato de etiquetas del capítulo 4 está restringido a libros y láminas y<br />

nombres. Los prim eros pedidos de objetos son para cosas que ya forman<br />

parte de las interacciones habituales: com ida, juguetes, láminas.<br />

E ventualm ente, am bos se extienden a un cam po más am plio, y en to n ­<br />

ces com ienzan a requerir «pistas» para hacer m enos am bigüo el<br />

contexto.<br />

Esto nos lleva a la convencionalización. Las convenciones de indicación<br />

y petición, com o hem os visto repetidam ente, no son tan directam<br />

ente lingüísticas com o am pliam ente culturales. Lo que el niño aprende<br />

a través de la interacción son cosas com o estas: cuándo efectuar la<br />

petición, cóm o preparar el terreno, cóm o dirigirse al peticionado para<br />

crear un vínculo feliz. En la m edida en que el niño dom ina estos «procedim<br />

ientos», su form a de señalar el contexto se hace más «ordinaria»<br />

y más convencional. Y, com o consecuencia, su habla no puede ser de<br />

contexto libre sino de contexto móvil. Es decir (com o ya se señaló),<br />

que el niño puede im poner un contexto sobre una nueva situación, in ­<br />

dicando cóm o esa nueva situación debe ser interpretada por su in ­<br />

terlocutor.<br />

¿C óm o com ienza el proceso de convencionalización? Yo quisiera<br />

plantear que antes de que el lenguaje apropiado aparezca en escena, el<br />

niño tiene form as «naturales» de m eter sus gestos y sus vocalizaciones<br />

en los contextos de acción y de interacción. E stoy de acuerdo con la<br />

tesis de A rde D enkel3 de que gran parte del desarrollo com unicativo<br />

5. D cnkel, A .: «C om m unication and M eaning». Tesis doctora!, D ept, de Filosofía,<br />

O xford U niversitv, 1977.


tem p ran o consiste en c o n v e rtir form as n aturales de co n tex tu alizar en<br />

p au tas convencionales. Las fo rm as n atu rales crean el p roceso de arran ­<br />

q u e so b re el cual p u ed e o p e ra r la convencionalización. V o y a d ar algunos<br />

ejem plos.<br />

T om em os prim ero la regulación de la atención conjunta. C uando el<br />

pequeño niño prelingüístico separa o toca un objeto «nuevo», con frecuencia<br />

acom paña el acto con un protodem ostrativo com o da. Patricia<br />

G reenfield6 inform a sobre un interesante resultado de este hecho. U no<br />

de sus sujetos usaba com o procedim iento para m arcar objetos de atención<br />

la doble sílaba consonante-vocal. En vez de da, podía ser bi-bi o<br />

na-na o algo parecido. D espués de este nivel, el m ism o niño marcaba<br />

los objetos de atención con la expresión ada, con la entonación curva<br />

de la expresión de su m adre W hat’s that? (¿Q ué es eso?). U na m arcación<br />

vocal «natural» cam bió, prim ero, a la duplicación de una sílaba «especializada»,<br />

y luego a una form a más lingüísticam ente mim ética que<br />

estaba bien en cam ino de ser convencional. A partir de ahí, p or supuesto,<br />

el niño fue entrando, paso a paso, en el enunciado convencional.<br />

De form a sim ilar, el estudio de Scaife y B runer7 que aparece en el<br />

capítulo 3, indica que al com ienzo el niño interpreta naturalm ente una<br />

«larga m irada» en una dirección particular, com o indicando la presencia<br />

de un objetivo visual que debe encontrarse a lo largo de la línea de<br />

esa m irada. Pero el estudio de R van8 m uestra que al final del prim er<br />

año el niño tam bién interpreta la entonación creciente convencional del<br />

habla de la m adre com o una señal para buscar un nuevo objetivo visual.<br />

¿C óm o pasó el niño de lo natural a lo convencional en este ejem ­<br />

plo? Lam entablem ente no tenem os respuesta en form a de un estudio<br />

de investigación. Pero no es ciertam ente del todo inconcebible que haya<br />

cerrado la brecha p o r m edio de un aprendizaje de contigüidad. A rgum<br />

entar que el prim er paso hacia la convencionalización está aprendido,<br />

no significa que uno haya adoptado, una vez m ás, una descripción empirista<br />

perfecta de la adquisición del lenguaje. T odo lo que esto implica<br />

es que el niño está preparado y apto para tom ar las norm as asociadas<br />

que lo llevan al dom inio de la com unicación convencional. A ctuar en<br />

6. G reenfield, P. y Sm ith, J. H .: The Structure o f Communication in Early Language<br />

D evelopm em N ueva Y ork, Academic Press, 1976.<br />

7. Scaife, M . v B runer, J. S .: «The capacity for ioint visual attem ion in the infant».<br />

N ature, 1975, 2 ÍJ (5489), 265-266,<br />

8. Rvan, M . L .: « C o n to u r in context». Trabajo presentado en la Psychology Language<br />

Conference, Stirling, Escocia, 1976,


ese dom inio convencional requiere el tipo de capacidades iniciales analizadas<br />

en el capítulo 2, así com o cierto tipo de M ecanism o de A dquisición<br />

del Lenguaje.<br />

O tom em os un ejem plo de exigencia y petición. <strong>El</strong> niño naturalm ente<br />

llora cuando rechaza la com ida o un objeto con el que es presionado.<br />

En ciertos niños, una vocalización m enos natural tom a el lugar del llanto.<br />

C uando com ienza la negación convencional, el prim er uso del «no»<br />

se encuentra en la m ism a posición que las prim eras vocalizaciones de<br />

negación. Su contextualización es m uy semejante a la de sus predecesores<br />

no estándar. Pero ahora es sensible a la elaboración lingüística<br />

(como ha m ostrado R oy Pea)9 p o r ideas genuinam ente lingüísticas por<br />

parte del niño.<br />

Los contextos naturales están convencionalizados en form as convencionales<br />

y regularizados com o form atos. <strong>El</strong> form ato es una interacción<br />

rutinizada y repetida en la cual el adulto y el niño hacen cosas entre sí<br />

y respecto al otro. C om o esos form atos aparecen antes del habla léxico-gram<br />

atical, son vehículos cruciales en el paso de la com unicación al<br />

lenguaje.<br />

<strong>El</strong> form ato es una interacción contingente entre, por lo m enos, dos<br />

partes actuantes, contingente en el sentido de que las respuestas de cada<br />

m iem bro pueden m ostrarse com o dependientes de una respuesta previa<br />

del otro. Cada m iem bro de la pareja m ínim a tiene un objetivo y un conjunto<br />

de m edios para su logro. Cada uno tiene la capacidad de afectar<br />

el progreso del otro hacia los objetivos respectivos. Los objetivos de<br />

los dos participantes no tienen por qué ser los m ism os, todo lo que se<br />

requiere es que sean satisfechas las condiciones de la contingencia de respuesta<br />

com unal.<br />

Los form atos «crecen» y pueden hacerse tan variados y com plejos<br />

com o sea necesario. E ste crecim iento se hace en varios días. C on el tiem ­<br />

po pueden incorporar nuevos m edios o estrategias para el logro de los<br />

objetivos, incluyendo los sim bólicos o lingüísticos. Los form atos pueden<br />

ir hacia una coordinación de los objetivos de am bos participantes,<br />

no sólo en el sentido de «acuerdo», sino tam bién respecto a la división<br />

del trabajo y a la división de la iniciativa. Y pueden hacerse convencionales<br />

o canónicos en una form a tal que perm ita a otros, dentro de una<br />

com unidad sim bólica (por ejem plo, «com unidad de habla»), entrar en<br />

9. Pea, R .: «The D cvelopm ent of N egation ¡n Earlv Child Language», Tesis doctoral,<br />

D epartam ento de psicología, O xford U niversitv, 1978.


el form ato de una form a provisional, para aprender sus reglas especiales.<br />

Los form atos son tam bién m odulares, en el sentido de ser accesibles<br />

com o subrutinas, para la incorporación de rutinas a largo plazo, de m a­<br />

yor escala. U n form ato de saludo, por ejemplo, puede ser incorporado<br />

en una rutina de m ayor escala, incluyendo otras form as de acción conjunta.<br />

En este sentido, cualquier form ato dado puede tener una estructura<br />

jerárquica, con partes que son interpretadas en térm inos de su ubicación<br />

en una estructura m ayor. La creación de form atos de orden<br />

superior por la incorporación de form atos de subrutina es una de las<br />

principales fuentes de presuposición. Lo que es incorporado se hace im ­<br />

plícito o presupuesto.<br />

Los form atos, excepto cuando están m uy convencionalizados, no se<br />

pueden especificar independientem ente de las percepciones de los participantes.<br />

E n este sentido, generalm ente tienen la propiedad de contextos<br />

siendo la resultante de definición por los participantes. La definición<br />

de form atos colectivam ente es uno de los principales medios por<br />

los que una com unidad o una cultura controla la interacción de sus<br />

m iem bros. U na vez que un form ato está convenctonalizado y «socializado»,<br />

llega a ser visto com o poseedor de «exterioridad y coacción» en<br />

el sentido de Em ile D u rk h e im 0 y se hace objetivo en el de Karl Popp<br />

e r.11 Eventualm ente, los form atos aportan las bases para los actos de<br />

habla y sus lim itantes condiciones de felicidad. A prendem os cóm o invocarlos<br />

p or m edio del habla.<br />

U na propiedad especial de los form atos que involucran a un infante<br />

y a un adulto (tom ando nuevam ente el punto de H ilary Putnam sobre<br />

la referencia), es que son asim étricos con respecto al conocim iento de<br />

los interlocutores: uno «sabe qué pasa», el otro no sabe o sabe menos.<br />

En la m edida en que el adulto quiere «transm itir» su conocim iento, puede<br />

servir com o m odelo, andam io y m onitor en el form ato, hasta que el<br />

niño logre el dom inio req u erid o .12<br />

Para sintetizar, y o veo el form ato com o un m edio de lograr varias<br />

10. D urkheim , E .: The <strong>El</strong>em entary Forms o f the Religious Life. N ueva York, Free<br />

Press, 1965.<br />

11. Popper, K .: O bjectw e Know ledgc: an Evolutionary Approach. O xford, Clarendon<br />

Press, 1972.<br />

12. <strong>El</strong> análisis de los «form atos» que aparece aquí fue elaborado antes en: <strong>Bruner</strong>,<br />

J. S.: «Form ats of language acquisition». American Journal o f Semiotics, 1982, /(3),<br />

1-16. [Traducción castellana: «Los Form atos de la A dquisición del Lenguaje». E n J . L.<br />

Linaza (com p.). Acción, Pensam iento y Lenguaje. M adrid, A lianza, 1984.]


cruciales funciones pragm áticas en la adquisición dei lenguaje. Para empezar,<br />

el form ato hinca las intenciones com unicativas del niño en una<br />

m atriz cultural: los form atos son instrum entos para transm itir la cultura<br />

tanto com o su lenguaje. C om o los form atos tienen una estructura secuencia!<br />

y una historia (com o se com entó antes), perm iten que el niño<br />

desarrolle conceptos prim itivos del tiem po aspectual. En su form a más<br />

simple le dan al niño una especie de futuro m anejable, de medio alcance,<br />

definido por el curso de la acción antes que por el tiem po abstracto<br />

o el tiem po gramatical. C om o tienen un crecim iento incorporativo, se<br />

convierten en vehículos im portantes para el desarrollo de la presuposición<br />

y para señalar presuposiciones. C om o son finitos, ordenados e interactivos,<br />

tam bién proporcionan un contexto para interpretar lo que<br />

se está diciendo aquí y ahora.<br />

U n últim o punto. H e tratado de exponer un enfoque de la adquisición<br />

del lenguaje que lo hace continuado y dependiente de la adquisición<br />

de la cultura p o r parte del niño. La cultura está constituida p o r p ro ­<br />

cedim ientos sim bólicos, conceptos y distinciones que sólo pueden ser<br />

hechos en el lenguaje. La cultura queda constituida para el niño en el<br />

acto m ism o de dom inar el lenguaje. <strong>El</strong> lenguaje, en consecuencia, no<br />

puede ser entendido sino es en su contexto cultural. Espero que la explicación<br />

que he expuesto haya puesto en claro p or qué uno y o tro no<br />

pueden ser tratados separadam ente.


Indice de nombres<br />

A gustín, San, 32-34, 32n, 84<br />

Austin, Jo h n , 11 y n, 12,38, 119, 127-128<br />

Bach, E., 36n<br />

Bartlett, E .J ., 86, 8 /n<br />

Bates, E,, 19n<br />

Bcilen, H ,, 19n<br />

Bevcr, T .G ., 19n<br />

Bickcrton, D ., 19n, 23 y n, 31n, 42 y n,<br />

117<br />

Bloom, L,, 12 y n, 34n<br />

Bower, T .G .R ., 27 y n<br />

B ow crm an, M ,, 30, 34n<br />

Brainc, M .D .S ., 34n<br />

Brazelton, T .B ., 27 y n, 60 y n<br />

Brcsnan, J ., 86n<br />

Brickcr, D ,, 20n<br />

B row n, A ., 37n<br />

B row n, R ., 12 y n, 34, 36, 37n, 38, 39, 41<br />

<strong>Bruner</strong>, B .M ., 28n<br />

<strong>Bruner</strong>, J.S ., 13n, 24n, 25n, 27n, 28n, 29n,<br />

33n, 35n, 45n, 72n, 76n, 129n, 131n<br />

B ryant, P ., 31 n<br />

B uhler, K-, 47 y n<br />

B utterw orth, G ., 31n, 72 y n<br />

Cam pbell, R., 87n<br />

C arey, S., 86 y n<br />

C auditl, E ,, 14 y n<br />

Clark, E.V ., 19n<br />

Clark, H .H ., 19n<br />

Claxton, V., 31 n<br />

Colé, P ,, 36n, 43n, 8 ) n<br />

C onnolly, K..j . , 24n, 27n, 45n<br />

C raw ford, M ., 104 y n<br />

C rom er, R ., 19n, 20n<br />

Chafe, W ., 83 y n<br />

Chance, M ., 67 y n<br />

C harney, R ,, 60 y n<br />

C hom sky, N oam , 19 y n, 21, 23 y n, 34<br />

y n, 117<br />

De Laguna, G ., 20n<br />

Denkel, A., 44n, 84n, 128 y n<br />

Deutsch, W ., 66 y n, 67n<br />

De Villiers, J ., 20n<br />

De Villiers, P ., 20n<br />

Dore, J ,, 12 y n, 60n<br />

D urkheim , Emile, 131 y n<br />

Ferguson, C ., 20n, 40, 41n<br />

Fillmore, C ., 36 y n, 37<br />

Foss, B., 19n<br />

Frege, Friedrich, 34<br />

G ardner, J ., 30n<br />

Garvey, C ., 89 y n<br />

G eertz, C ., 15 y n<br />

Gelm an, Rochelle, 77 y n<br />

Greenfield, P ,, 12 y n, 20n, 29n, 37 y n,<br />

129 y n


Grice, H . P., 43 y n, 81 y n<br />

Gruendel, J., 37n, 43n<br />

Haft, W .. 60n, 69n<br />

Hallo, M., 86n<br />

Hallidav, M., 123 y n<br />

Harms, R.T., 36n<br />

Harré, R., 12, 45n<br />

Harrison, B., 84n<br />

Hasclkorn, S., ifSn<br />

Havs, J.R ., 19n<br />

Htllsdale, N .J., 2Cn<br />

Hintikka, j 89 y n<br />

Hofer, L.. 60n, 69n<br />

Hogan, W „ 73 y n<br />

Jakobson, Román, 13, 17<br />

Jarrert, N ., 72n<br />

Jarvella, K .J., 33n<br />

Jones, P ., 31n<br />

Raimar, M., 75 y ti<br />

Kalnins, 1,, 20n<br />

Karmiloff-Smith, A.. 20n<br />

Katz, J 89 y n<br />

Kaye, K., 60 y n<br />

Keasy, B., 84n<br />

Kecnan, E L., 68n, 71n<br />

Kennev, Anthony, 12<br />

Kozlowski, B., 27n, 29n, 60n<br />

Kuhn, Tilomas, 34<br />

Lamb, M ., 37n<br />

Lcslie, A., 31n<br />

Levelt,<br />

32n, 33n<br />

Lewis, M., 27n<br />

Lock, A ., 20n<br />

Luna, Alexander, 55<br />

Lynns, J., 68 y n, 71 y n, S8, 99 v n<br />

MacNamara, J., 38n<br />

McNeill, D., 20n<br />

McShane, J., 84n<br />

Main, M ., 27n, 6Cn<br />

Markova, I., 93n<br />

Meltzoff, A., 27 y n<br />

Miller. G., 35 y n, 86n<br />

M oore, M .K ., 27n<br />

M e ore, T .E ., 20n<br />

Mumtz., M .K ., 89n<br />

Nagcl, E., 32n<br />

N elson, K ., 37 y n, 38, 43 y n<br />

N inio, A ., 14 y n, 18, 76 y n<br />

O gdcn, C .K ., 66 y n<br />

O leron, G ., 13n<br />

O lson, D ., 20n, 38n<br />

Papousek, H anus, 26 v n<br />

Pea, R ., 130 y n<br />

Peehm ann, T ., 66 y n, 67n<br />

Pcircc, C .S., 68n<br />

Perkins, G ,, 3 tn<br />

Perers, R.S., I35n<br />

Piaget, Jean, 28n, 29, 31<br />

Piatelli-PaLmarini, M assim o, 19n<br />

Pinker, S., 20n<br />

Popper, K ., 131 y n<br />

Pratt, C,, 90 y n<br />

Putnam . H itary, 65 y n, 66, 69, 73 y n, 85<br />

y n, 86, 88, 121 y n, 131<br />

Q uine, W .V ., 80 y n<br />

Ratner, N ancy, 14 y n, 45n<br />

Richards, L A ., 66 y n<br />

Richards, M .P .M ., 12n<br />

Ricks, D .M ., 9C y n<br />

Robson, K.S., 69 y n<br />

R osenblum , L., 27n, 60n, 77n<br />

Roy, Carolm e, 14 y n<br />

Ryan, Joanna, 12 y n<br />

Ry7an, M aire Logan, 71 y n, 129 v n<br />

Saussure, Fcrdinand de, 38 y n<br />

Scait’c, Michael, 72 y n, 129 y n<br />

Schíefelbusch, R .L ., 2Cn<br />

Schlesinger, l.M ,, 8C y n<br />

Seadock, J.M ., 36n<br />

Searlc, Jo h n , 20n, 39 y n, 89 y n<br />

Seuren, P ,, 126 y n<br />

Shatz, M arilyn, 77 y n, 84n, 85


Sherw ood, Virginia, 14, 45n<br />

Sinclair, A ., 33 n<br />

Sinclair-de-Zw art, H.> 20n<br />

Skinner, B .F., 32n, 34 y n<br />

Slobin, D ., 20n, 42<br />

Smith, J .H ., 12n, 29n, 37n, 129n<br />

Smith, P ., 87n<br />

Snow, C , 29n, 40, 41n<br />

Sperber, D -, 15 y n, 126 y n<br />

Stephen, L ., 99n, 103<br />

Stern, D ., 27 y n, 60 y n, 69 y n<br />

Straw son, Peter, 12<br />

Sugarman, S., 93 y n<br />

Suppes, P., 32n<br />

Tarski, A ., 32n<br />

Tinbergen, N iko, 12-13<br />

T revarthen, C ., 20n<br />

Tronick, E ., 28 y n<br />

U nger, P .K ., 89n<br />

W aterson, N ., 29n<br />

W eir, R ., 29n, 30<br />

W erncr, H „ 28n, 29<br />

W ittgenstein, Ludw ig, 14, 34, 38 y n, 46,<br />

80


Indice analítico<br />

abstracción, 30-31, 117, 119, 120<br />

«abucheo», 34<br />

acción conjunta, 74, 103-106, 113-114,<br />

131<br />

acercam iento ostensivo, 91, 94-95, 96» 97<br />

adquisición del lenguaje<br />

— capacidad innata para, 23-24, 34,<br />

117, 118<br />

— com ponentes de, 19-21<br />

— in vivo versus in vitro, \ 3, 24<br />

— m odelo funcional de núcleo, 37-38<br />

— teoría del asociacionism o em pírico,<br />

34, 35, 129<br />

— teoría funcionalista, 38-41<br />

— teoría nativista, 34-35, 41<br />

— teoría de, 12, 32-41, 103<br />

— petición en, véase petición<br />

— reiercncia en, véase referencia<br />

anáfora, 66<br />

atención conjunta, 66-76, 88, 120-121, 129<br />

ayuda de desplazam iento, 106<br />

— de fuerza, 106<br />

— de precisión, 106<br />

bioprogram ación, 42<br />

capacidad com binatoria, 30, 45, 46<br />

cerem onia de arm ar, 121-122<br />

com unicación<br />

— juego y, 47, 119<br />

— prelingüística, 23, 32, 40, 41, 67, 124<br />

— sonrisas y, 26, 53<br />

— véase también expresión facial; lenguaje<br />

comunidades lingüísticas<br />

— encuentros de habla arreglados por,<br />

15, 67-68<br />

— posibilidades de corrección en, 86,<br />

123<br />

— requerimientos, 40<br />

conducción sucesiva, 111-113<br />

conduetismo, 33, 34<br />

congraciarse, formas de, 104<br />

contacto cara a cara, 69<br />

contexto, sensibilidad, 14, 24, 30, 38,<br />

126-130<br />

— construido, 126, 127<br />

— definición, 126<br />

— en la petición, 89, 113<br />

— en la rutinización, 68<br />

— en referencia, 66, 67-68<br />

— texto versus, 126-127<br />

cu-cú, 45-63<br />

— análisis de, 56, 57<br />

— como protoconversación, 47<br />

— «directo», 49<br />

— estructura profunda de, 47, 51, 54,<br />

56, 59, 119<br />

— estructura superficial de, 47, 49-50,<br />

54, 55-57, 59, 119<br />

— «principio de entrega*» en, 60<br />

— sorpresa en, 51<br />

— toma y daca en, 60


cultura<br />

— biología y, 23-26<br />

— le n g u a je v, 15, 24, 29-3C, 40,<br />

102-103, 114, 118, 132<br />

— m adres com o «agentes» de, 92, 122<br />

— m ediocridad en, 119, 127, 128<br />

chimpancés<br />

— conducta de petición, 104<br />

— lenguaje no adquirido por, 23<br />

— líneas de atención entre, 67-68<br />

deíctico, 66, 68, 73, 99, 113<br />

— indiferenciado, 71, 72, 73, 85<br />

— véase tam bién contexto, sensibilidad<br />

disponibilidad para relacionar m edios y<br />

fines, 24-25, 42, 46, 106, 117, 119<br />

egocentrism o, 73, 120<br />

enunciados<br />

— análisis de, 38<br />

-— de la m adre, 77-80, 82, 98<br />

— dos-palabras, 95, 104<br />

— en el contexto, 68<br />

— en la «lectura de libros», 77-81, 82<br />

— una-palabra, 21, 37<br />

«epifanías de lo ordinario», 119<br />

«esquema m adre», 93<br />

«esquemas de acción», 74<br />

estructuralism o, 38<br />

estudios de casos, 48-63, 69-71, 74-84,<br />

85-88, 92-104, 107-112, 129<br />

etiquetam iento, referencia y, 68<br />

experim entos de aprendizaje, 25-27<br />

expresión facial, im portancia de, 27-28<br />

form a interrogativa, 89<br />

— interpretación, 39<br />

— locutiva, 12<br />

— referencia versus petición en, 75-76<br />

form atos<br />

— arm ar, 121-122<br />

— crecim iento de, 130-132<br />

— definidos, 119, 126, 130<br />

— en el juego, 44, 47, 70, 125-126<br />

— en la interacción madre-hijo, 13 42<br />

— en los encuentros de habla K<br />

21-22, 30, 41-44, 127-128<br />

— idealizado, 46<br />

— invitación, 104-105<br />

— «lectura de libros», 74, 76-84 85 sa<br />

103 '<br />

— m odulación, 131<br />

— petición, 44, 94-102<br />

— referencia, 121-125<br />

— saludo, 131<br />

fuerza ilocutiva, 12, 119, 125<br />

funcionalism o, 38-41<br />

F unktw nslust, 47<br />

gramática, véase tam bién sintaxis<br />

— del caso, 36-37<br />

— universal, 34-36<br />

habla<br />

— clase Pivot O pen, 34<br />

— del niño<br />

— realización versus com petencia, 35<br />

— «interpretación rica», 12, 30<br />

— vocalización versus, 70<br />

«hipótesis sem ántica», 81, 122<br />

«hola» en el juego versus en las situaciones<br />

reales, 59<br />

indexical, 76, 113, 122<br />

«indicación del problem a», 108<br />

indicaciones de entonación, 71<br />

intención<br />

— convcncionalizada o «no natural»,<br />

43, 121, 123, 128-130<br />

— im portancia de, 39-41<br />

— referencial, 65, 85, 120<br />

interacción m adre-hijo, 21-22, 28, 41-44,<br />

117<br />

— atención conjunta en, 66-76, 88,<br />

120-121, 129<br />

— en «lectura de libros», 76-84<br />

— experim entos con, 28, 39, 71-73<br />

— form atos en, 13, 42-43<br />

— in terpretación de la petición en,<br />

90-92, 95-97, 107-108


— prolongada, 45<br />

__«sincronización» en, 41, 42, 122-123<br />

__t léase tam bién juego<br />

interacción padre-hijo, véase interacción<br />

m adre-hijo<br />

Jntersubjetividad, 28, 120<br />

Jonathan, estudio del caso, 48-55, 59-60,<br />

69-71, 75, 94, 96-97, 100-101, 104,<br />

107-108<br />

juego, 45-63, 68, 92, 102, 119<br />

— capacidad com binatoria, 29-30<br />

— ciclo griceano en, 43<br />

— com o protoconversación, 47, 119<br />

— com o “l’artes del C uerpo», 76<br />

— de m onos más evolucionados, 46<br />

— escondiendo com o, véase tam bién<br />

cu-cú<br />

— form atos en, 44, 47, 70, 125-126<br />

— invitación a, 103<br />

— lenguaje como constituyente de, 46,<br />

119, 120<br />

— objeto, 29, 69-70<br />

— «principio de entrega» en, 60<br />

— sim ulado, 58, 59<br />

— «sistematicidad» en, 28-29<br />

— situaciones «simuladas» en, 44<br />

— sorpresa en, 51<br />

juegos<br />

— de adivinanzas, 58, 75-76<br />

— de intercam bio de turnos y habilidades,<br />

47, 60, 69-70, 77<br />

— de «dar y tom ar», 60, 62<br />

— definidos, 125<br />

— juguetes en, 49, 54, 92<br />

— véase tam bién juego; juegos específicos<br />

lactantes, véase niños<br />

“lecciones de actos de habla», 100<br />

«lectura de libros», 74, 76-84, 86-88, 103<br />

lenguaje<br />

co m o c o n s titu y e n te d el ju eg o ,<br />

45-47, 62, 119, 120<br />

— cultura y, 15,24,29-30, 40, 102-103,<br />

114, 118, 132<br />

«inicial», 71<br />

— niño, 12-13, 30-31, 70, 122<br />

— «seguir adelante», 15<br />

— uso y función de, 12<br />

línea de atención, 68, 72-73, 120, 129<br />

«lengua inicial», 71<br />

lingüística<br />

— del desarrollo, véase adquisición del<br />

lenguaje<br />

— dom inio de, 39<br />

— funcio n al versus e stru c tu ra l, 38<br />

— «gramatical», 13<br />

llanto<br />

— com o petición, 91, 123<br />

— socialización de, 90, 130<br />

madres<br />

— com o agente voluntario, 97, 101<br />

— com o «agentes de la cultura*, 92,<br />

122<br />

— enunciados, 77-80, 82, 98<br />

'Mecanismo de A dquisición del Lenguaje,<br />

22, 32, 34-35, 40-41, 85, 130<br />

m odelo funcional de núcleo, 37-38<br />

m onos, véase M onos más evolucionados<br />

m onos<br />

— línea de atención entre, 67-68<br />

—- respuesta social, 27<br />

m onos más evolucionados<br />

•— juego en desarrollo, 45-46<br />

— líneas de atención entre, 67-68<br />

—- respuesta social en, 27<br />

mnos<br />

— actividad dirigida a un fin, 25-30<br />

— capacidad com binatoria, 30<br />

— causalidad percibida por, 30-31<br />

— com o Realistas Ñ am e, 73, 120<br />

— encuentros de habla arreglados para,<br />

15, 41, 67<br />

— errores en el habla, 30<br />

— facultad de abstracción, 30-31, 117,<br />

119-120<br />

— facu ltad es orig in ales cognitivas,<br />

25-32, 117<br />

— giro de la cabeza, 26<br />

— habla espontánea en el, 30


— interacción con las m adres, véase interacción<br />

m adre-hijo<br />

— m undo perceptivo, 30-31<br />

— percepción visual de, 25<br />

— prolongada inm adurez de, 27, 45<br />

— respuesta de succión, 25<br />

— respuesta social en, 26-29<br />

— sintaxis usada por, 11<br />

— «sistematicidad», 28, 117, 119<br />

— totalidad versus características, 80<br />

nom inales, 75-76, 96, 97, 114, 121-122,<br />

124<br />

objeto<br />

— énfasis del, 70<br />

— esquem a del, 93<br />

— juego del, 70<br />

— perm anencia del, 46-49<br />

— petición del, 9!, 92-103<br />

«ordinario», 119, 127, 128<br />

O xford U niversidad, teoría de actos del<br />

habla desarrollada en, 12<br />

percepción visual, respuesta de succión y,<br />

25<br />

petición, 89-115, 123-124<br />

— aspectos ilocutivos de, 91<br />

— desplazada, 95-101, 111, 114, 123<br />

— de acción versus de inform ación,<br />

39-4C<br />

— en la conducta del chim pancé, 104<br />

— form ato de, 94-103<br />

— función de, 21-22<br />

— guiada, 108-113<br />

— in v itació n a ia acción co n ju n ta<br />

com o, 91, 103-106, 113-114<br />

— llanto com o, 90<br />

— objeto, 91, 95-103, 113<br />

— p ara acción de a p o v o , 92, 99,<br />

106-115<br />

— sensibilidad de contexto en, 89, 113<br />

— señalado en, 91, 96<br />

— tipos, 91-92<br />

pragmática, 11-14. 21, 3S-41. 90. 1C3<br />

“Prcface to the D evelopm ent of Speech,<br />

A» (<strong>Bruner</strong>), 13<br />

«principio de entrega», 60, 106-107<br />

Principio de la Ignorancia Razonable, 86<br />

Quasi-inglés, 71<br />

Realismo Nai've, 73, 120<br />

referencia, 65-88, 99, 124<br />

— anáfora en, 66<br />

— asimetría en, 65-88, 131<br />

— cadenas causales en, 65, 66, 121<br />

— compartida, 120<br />

— deixis en, 66, 67, 73<br />

— estructura del objetivo en, 66<br />

— form ato de, 121-125<br />

— im portancia de, 20-21<br />

— intento en, 65,84, 120<br />

— sensibilidad del contexto en, 66, 67,<br />

68<br />

— señalización en, 74-76<br />

referencial de petición, 91<br />

respuesta de succión, 25<br />

Richard, estudio del caso, 48, 54-62, 71,<br />

74-76, 81-83, 85-88, 94-104, 108-113<br />

semantica, 21, 124<br />

— generativa, 36-37<br />

— véase tam bién lingüística, referencia<br />

seres hum anos<br />

— como m am íferos, 25<br />

— «facultad original» de, 23-24<br />

— M onos más evolucionados y monos<br />

versus, 27, 45, 67-68<br />

señalización<br />

— acercam iento ostensivo, 91<br />

— en petición, 91, 96<br />

— en referencia, 74-76<br />

«sincronización»' en la adquisición del<br />

lenguaje. 41, 42-43, 122*123<br />

sintaxis, 21, 124<br />

— adquisición de, 20<br />

— en la invitación a la acción conjunta,<br />

104<br />

— estructura del caso en la, 36-37<br />

— evaluación de, 12<br />

— m isterio de, 21<br />

— «palabras» versus, 33


— universa!, 34-36<br />

— uso. del niño de, 11<br />

jistem a de A poyo de la A dquisición del<br />

Lenguaje, 22, 41-44, 60, 118, 125<br />

¡istcmaticidad, 28-29, 117, 119<br />

¡onrisas, sonriendo<br />

—- com o respuesta a la m adre, 27<br />

— de placer profetizado, 26, 59<br />

«teoría del aprendizaje» conductista, 33<br />

transaccionalidad, véase interacción m a­<br />

dre-hijo<br />

«triángulo de referencia», 66<br />

“triquiñuelas» en los actos del habla, 127<br />

Zuiam m erdam M edal, 12

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