Edición 296-301118
Edición número 296 del periódico Enlace de la Costa, editado y distribuido en la Costa de Oaxaca, con información de la región y sus municipios.
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2<br />
ESPECIAL<br />
RELATOS ORALES<br />
______________________________________________________________________________<br />
Rescatando la historia de Huatulco<br />
DIRECTORIO<br />
Tío Mino<br />
>> Las fiestas de antes y la llegada de<br />
los Huatulqueños<br />
? Erika Greco<br />
Enlace de la Costa<br />
Santa María Huatulco<br />
---------------------------------<br />
Cuando creí que no daría<br />
con la casa de Tío Mino,<br />
después de haber caminado<br />
más de una vez sobre la<br />
avenida principal del pueblo y<br />
hacer un par de llamadas sin<br />
éxito, un buen samaritano se<br />
apiadó de mí. Ese día había decido<br />
no volver a casa hasta no<br />
tener la entrevista con él. Tanto<br />
me habían hablado de su<br />
historia que me juré no regresar<br />
hasta dar con su casa. Lo<br />
curioso es que ya había estado<br />
antes ahí, pero mi atinado sentido<br />
de orientación me hizo<br />
dar vueltas sobre la misma calle<br />
sin atreverme a seguir mis<br />
instintos. Llamé una, dos, tres<br />
veces, a diferentes personas,<br />
pero nadie respondió, creo que<br />
todos estaban en la misma reunión,<br />
¡Ay, ajá! – mi sarcasmo<br />
sale a relucir. Mi aferrada terquedad<br />
hace deslizar mis dedos<br />
sobre el teléfono una vez<br />
más. Del otro lado una voz que<br />
no esperaba responde:<br />
- ¡Hola, Erika! Doña Ary no te<br />
puede contestar, pero su secretario<br />
te toma el recado- Su evidente alegría<br />
por la pequeña broma me hizo<br />
reír sonoramente.<br />
Después de un saludo cordial<br />
le cuento mi pequeña frustración.<br />
Sin necesidad de más explicación<br />
sale a mi encuentro y amablemente<br />
me dirige hasta la entrada de<br />
un corredor techado, claro, no sin<br />
antes gritar desde la entrada, ¡TÍO<br />
MINO! ¡TÍO MINO! -A veces sale<br />
el perro- me dice en tono de advertencia,<br />
- y me ha pegado unos<br />
buenos sustos. Así que más vale<br />
prevenir.<br />
Bajo el techo del corredor descansan<br />
pacientemente Don Mino y<br />
su esposa, ambos no esperaban mi<br />
visita, pero tan solo al ver de quien<br />
iba acompañada, su sonrisa se<br />
hizo notar. Ambos se fundieron un<br />
abrazo, me presentó rápidamente<br />
y se retiró.<br />
Recostado sobre una concha<br />
tejida en amarillo y verde, y con el<br />
aire fresco de la noche, Tío Mino<br />
no se hace esperar a que tenga<br />
lista mi libreta ni mi grabadora,<br />
incluso antes que pudiera acomodarme<br />
sobre la silla, comienza a<br />
compartirme una las historias más<br />
fascinantes que he escuchado hasta<br />
ahora.<br />
-Después de que Chona Manzano<br />
vendió las tierras del Arenal,<br />
desde la playa de Iztapa, hasta el<br />
lugar denominado Tecomatillo a<br />
los turcos, se desató un conflicto<br />
por la posesión de tierras. Los turcos<br />
empecinados con sus tractores<br />
y maquinaria avanzaban sobre lo<br />
que se pusiera enfrente. Pero no<br />
contaban que un hombre pasaría a<br />
la historia por defender el derecho<br />
de tierras de su gente, Ambrosio<br />
Ramírez, quien se ganó el título<br />
al primer jefe de Huatulco en los<br />
años treinta.<br />
La misma gloria que lo llevó a<br />
ser nombrado jefe, le trajo muchos<br />
enemigos, un día de buenas a primeras<br />
juró con su primo Pancho<br />
Vásquez (quien en ese entonces<br />
era jefe de Coyula) que, de morir<br />
en manos de terceros, vengarían la<br />
muerte del otro. Quizás ya presentía<br />
que sus días estaban contados.<br />
Al tiempo, le hicieron saber que<br />
se habían robado las arcas de dinero<br />
donde se depositaban las limosnas<br />
a la virgen de la Concepción,<br />
Ambrosio, no titubeó en exclamar<br />
que colgaría al presidente a media<br />
plaza. Pronunciamiento que más<br />
tarde le costaría la vida. En memoria<br />
del juramento hecho a su primo,<br />
Pancho Vásquez intentó saldar su<br />
muerte, pero ésta le encontró primero.<br />
Sin jefe en el Arenal y Coyula,<br />
el pueblo no tenía a quién pedirle<br />
consentimiento en las decisiones<br />
importantes, y era menester hacerlo,<br />
nombrándose así, a Benigno<br />
González Palafox, (ranchero nacido<br />
en esas tierras), a partir aquí se<br />
escribiría otra parte de la historia<br />
no muy grata, pero necesaria de<br />
contarse.<br />
Y, para situarnos en esta parte<br />
de la historia, tenemos que recordar<br />
a quienes pusieron de por medio<br />
su vida para defender el honor<br />
de su pueblo y su gente; los jefes de<br />
Huatulco fueron: Aurelio Salinas,<br />
Benigno González, Adrián Salinas<br />
y Pedro Herrera, por su parte Pochutla<br />
lo encabezaban: Pedro Díaz,<br />
Juventino López y Chano Díaz.<br />
Las codiciadas tierras de Coyula<br />
se convirtieron en campos de<br />
batalla. Por sus laderas se derramó<br />
sangre inocente, sus ríos y playas<br />
fueron testigos presenciales de encuentros<br />
furtivos a media noche.<br />
Los lugareños huyeron entre montes<br />
y veredas, trotaron cerro abajo<br />
con el pesar sobre sus hombros a<br />
la tierra más cerca, el Arenal. Las<br />
familias se dividieron, los hombres<br />
llevaron a sus mujeres y niños<br />
a crear nuevos asentamientos, y<br />
ellos, con carrillera sobre el pecho,<br />
vigilaban sigilosamente los movimientos<br />
del contrario.<br />
Este ir y venir comenzó en los<br />
años cincuenta y llegó a su fin en<br />
el cincuenta y cinco con la muerte<br />
de Aurelio Salinas, y más tarde,<br />
cobrando venganza con la vida de<br />
Pedro Díaz en su natal Pochutla.<br />
Para ese entonces, yo tendría doce<br />
años, mi padre Cayetano Martínez<br />
Pérez vivía en el Arenal, él llegó a<br />
darle posada a quienes huyeron de<br />
Coyula, yo solo hacía los mandados,<br />
pero me acuerdo de todo. No<br />
había otro tema de conversación<br />
en el pueblo que no tuviera que ver<br />
con el pleito entre los Huatulco y<br />
Coyula.<br />
Cuando la aparente calma había<br />
llegado, y después de tenderse<br />
lazos de hermanamiento, otro<br />
conflicto se desarrolló, el raterismo;<br />
lo cierto es que no podemos<br />
echarle la culpa a nadie más, el<br />
mismo pueblo se robó entre sí; ganado,<br />
caballos, mulas, yeguas. Y sí,<br />
si recuerdo quien era, su nombre<br />
fue, Crescencio Escobar, él robaba<br />
con otras gentes. Él era un hombre<br />
bueno, no se metía con nadie, lo hicieron<br />
ratero las mismas autoridades,<br />
porque le dieron amplitud de<br />
que hiciera lo que quisiera y quien<br />
en ese entonces era presidente<br />
Municipal de Huatulco, Esteban<br />
Canseco.<br />
Pero la historia de los bajos no<br />
termina ahí, muy a pesar que Benigno<br />
González figuró como uno<br />
de los que iban al frente por Huatulco<br />
en la defensa de sus tierras,<br />
la gente de Coyula y Huatulco se<br />
unieron para derrocarlo. No lo querían,<br />
así nomás. Los mismos que<br />
hicieron el negocio con Ambrocio,<br />
quisieron hacerlo con este señor.<br />
La política estaba de por medio en<br />
este asunto, el propio presidente<br />
municipal tuvo la culpa porque lo<br />
permitió, les decía: -Tu haz lo que<br />
tú quieras-. Con todo y eso, no lo<br />
mataron, no pudieron con Benigno<br />
González, no de esa forma. -<br />
La noche se percibe más densa,<br />
a nuestro alrededor casi todo<br />
es penumbra, un delicado hilo de<br />
luz que provee el farol de la calle<br />
alumbra la entrada de la casa de<br />
Tío Mino, miro de reojo sobre mis<br />
hombros y caigo en cuenta que el<br />
tiempo ha pasado sin notarlo. La<br />
plática es tan amena que no noté el<br />
transcurrir de las horas. Su esposa,<br />
Doña Josefina me observa detenidamente<br />
y entrecerrando los ojos<br />
recuerda que me ha visto antes, -Tú<br />
venías con… -y sin dejarle termina<br />
la frase, asiento con la cabeza -ah,<br />
¡claro!, ¡sí!, tu cara no se me puede<br />
olvidar, pero, ¿venías de pantalón,<br />
cierto? - lo acentúa porque mi vestido<br />
de flores que elegí para ese<br />
día la había hecho dudar por un<br />
segundo si era la misma persona<br />
que estuvo en su casa en una visita<br />
anterior. Yo no olvido una cara fácilmente,<br />
menos la tuya. - termina<br />
por afirmar. No me queda más que<br />
sonreírle, aunque por dentro pienso:<br />
- ¿A qué se habrá referido con<br />
? Dejémoslo así,<br />
creo que prefiero no saber.<br />
De esta manera Doña Josefina<br />
ha atraído mi atención y se ha colado<br />
en nuestra conversación. La<br />
noto visiblemente emocionada, y<br />
no es para menos, lo que agregará<br />
a la narración es tan digno de escucharse<br />
como de leerse que vuelvo<br />
a centrar toda mi atención en<br />
ellos y me pierdo en el tiempo.<br />
La fiesta del 8 de diciembre, la<br />
patrona del pueblo, la virgen<br />
de la concepción.<br />
-En esos tiempos el presidente<br />
municipal enviaba un oficio a los<br />
rancheros del pueblo que especificaba<br />
que les tocaba poner una vaca<br />
para la fiesta, y ellos no se negaban.<br />
Era la costumbre.<br />
Ernesto García y Juan Altamirano,<br />
de oficio carniceros, se<br />
encargaban primero de despedazar<br />
el animal, luego lo cocinaban<br />
mientras las mujeres preparan tepache<br />
y pulque, y por supuesto, el<br />
chínguere ¿Chínguere? - pregunté<br />
extrañada –Sí, no podía faltar, -<br />
¿Quieres saber cómo se preparaba?,<br />
te voy a contar, - le ponían: caña,<br />
plátano verde y alcohol. La caña la<br />
machacaban bien, después se fermentaba,<br />
y por último se hervía. El<br />
agua de sandía, jamaica o la fruta<br />
de la temporada también eran parte<br />
de la festividad. Llegada la hora<br />
de la comida, a cada uno de le daban<br />
su jícara de morro y un plato<br />
de carne que se servía en platos de<br />
barros que nos traían de Miahuatlán,<br />
Ejutla y Ocotlán, y la mejor parte<br />
es que todo era regalado.<br />
Continuará…<br />
Tito García Pérez<br />
Director General<br />
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Antonio García<br />
Subdirector<br />
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Martha L. Martínez R.<br />
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Dulce R. García Alvarado<br />
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Viernes 30 / Noviembre / 2018 Año: XVII / N° <strong>296</strong> enlacedelacosta.com