26.01.2019 Views

EL COLLAR DE LA REINA

El collar de la Reina, libro segundo sobre la revolución francesa de Alejandro Dumas. - 1848

El collar de la Reina, libro segundo sobre la revolución francesa de Alejandro Dumas. - 1848

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

—Vamos, mi buena De Misery —dijo—, enviadme a Léonard y a mi sastre.<br />

Después, habiendo observado a madame de Misery mientras se retiraba y viendo que la<br />

puerta se cerraba detrás de ella, dijo:<br />

—El rey ha estado encantador; ha reído y le he desarmado.<br />

—¿Pero él está enterado? —preguntó Andrea.<br />

—Comprenderéis, Andrea, que no se miente cuando se ha equivocado uno y se es reina<br />

de Francia.<br />

—Es verdad, madame —respondió Andrea, enrojeciendo.<br />

—Sin embargo, mi querida Andrea, parece que hemos cometido una equivocación.<br />

—¿Una equivocación, madame? Sin duda más de una.<br />

—Es posible, pero he aquí la primera: haberme quejado de la situación de madame de la<br />

Motte; el rey no la aprecia. Confieso, sin embargo, que a mí me ha gustado.<br />

—Vuestra Majestad tiene demasiado buen juicio para no inclinarse ante sus mandatos.<br />

—Aquí está Léonard —dijo madame de Misery, volviendo a entrar.<br />

La reina se sentó a su tocador y el célebre peluquero comenzó su trabajo. La reina tenía<br />

los más hermosos cabellos del mundo y su coquetería consistía en hacerlos admirar.<br />

Léonard lo sabía, y en lugar de proceder con rapidez, como hubiera hecho con otra<br />

mujer, dejaba a la reina el tiempo suficiente para que se admirase a sí misma. Esta<br />

mañana María Antonieta estaba contenta y más bella que nunca; a través del espejo<br />

contemplaba a Andrea y le dirigía las más afectuosas miradas.<br />

—A vos no os han reñido. Vos sois libre y orgullosa, porque todo el mundo os tiene un<br />

poco de miedo, pues, como la divina Minerva, sois demasiado sabia.<br />

—Yo, madame —balbució Andrea.<br />

—Sí, vos, vos, la aguafiestas de todos los pisaverdes de la corte. ¡Qué feliz sois de ser<br />

doncella, Andrea, y sobre todo, de sentiros feliz siéndolo!<br />

Ella enrojeció y esbozó una triste sonrisa.<br />

—Es un voto que he hecho.<br />

—¿Y que vos mantendréis, mi bella vestal?<br />

—Eso espero.<br />

—A propósito —repuso la reina—; me acuerdo ahora...<br />

—¿De qué, Majestad?<br />

—Que sin estar casada, tenéis un dueño desde ayer.<br />

—¿Un dueño, madame?<br />

—Sí, vuestro querido hermano. ¿Cómo le llamáis? Felipe, me parece.<br />

—Sí, madame; Felipe.<br />

—¿Ha llegado?<br />

—Ayer, como Su Majestad acaba de decirme.<br />

—¿Y no lo habéis visto todavía? Qué egoísta soy por haberos apartado de él ayer para<br />

llevaros a París; es algo imperdonable.<br />

—Madame —dijo Andrea sonriendo—, os perdono con todo el alma, y Felipe también.<br />

—¿Estáis bien segura?<br />

—Segura.<br />

—¿Por cuenta propia?<br />

—Por mí y por él.<br />

—¿Cómo es él?<br />

—Siempre gentil y bueno, madame.<br />

—¿Qué edad tiene ahora?<br />

—Treinta y dos años.<br />

—Pobre Felipe... ¿Sabéis que tenía catorce años cuando yo le conocí y que sobre esos<br />

catorce años han corrido nueve o diez sin verle?

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!