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EL COLLAR DE LA REINA

El collar de la Reina, libro segundo sobre la revolución francesa de Alejandro Dumas. - 1848

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Al pasar estas tres personas, los pobres elevaban con voz nasal sus peticiones.<br />

Se vio entonces, ¡cosa extraña! que los padrinos pasaban apartando con los codos a<br />

estos miserables y una persona ajena les distribuía monedas y escudos llorando de<br />

alegría.<br />

El pequeño cortejo entró después en la iglesia. Beausire siguiólo y fue a buscar, con los<br />

curas y los fieles curiosos, el mejor lugar en la sacristía donde iba a celebrarse el<br />

sacramento del bautismo.<br />

El sacerdote, al reconocer a la partera y al cirujano, que ya en numerosas ocasiones<br />

habían solicitado los servicios de su ministerio, les hizo un saludo amistoso<br />

acompañado de una sonrisa.<br />

Beausire saludó y sonrió al mismo tiempo que el sacerdote.<br />

La puerta de la sacristía se cerró entonces y el sacerdote, tomando la pluma, empezó a<br />

escribir en el registro las frases sacramentales que constituyen la formalidad.<br />

Cuando preguntó los nombres y apellidos del niño, dijo el cirujano:<br />

—Sé que es un niño; eso es todo.<br />

Y se oyeron sendas carcajadas que no parecieron muy respetuosas a Beausire.<br />

—Pongámosle un nombre cualquiera con tal que sea de santo— propuso el sacerdote.<br />

—Sí, la señorita desea que se llame Toussaint.<br />

—¡Así los tendrá todos!—contestó el sacerdote riendo con este juego de palabras, lo<br />

que hizo que en la sacristía la hilaridad se generalizara.<br />

Beausire comenzaba a perder la paciencia, pero la prudente influencia del alemán se<br />

hacía sentir en él todavía. Y se contuvo.<br />

—¡Pues bien!— dijo el sacerdote—.teniendo este nombre de pila y con todos los santos<br />

como patrones, bien podemos prescindir del padre. Escribamos pues: "En el día de hoy<br />

nos ha sido presentado un niño del sexo masculino, nacido ayer, en la Bastilla, hijo de<br />

Nicolasa Olive Legay y de... padre desconocido".<br />

Beausire se levantó furioso acercándose al sacerdote y deteniéndole con fuerza la<br />

muñeca, exclamó:<br />

—¡Toussaint tiene padre de la misma manera que tiene madre! Tiene un padre que no<br />

renegará de su sangre;<br />

¡Os ruego, pues, escribáis que Toussaint, nacido ayer, es hijo de la señorita Nicolasa<br />

Olive Legay y de Juan Bautista Toussaint de Beausire, aquí presente!<br />

¡Puede imaginarse la estupefacción del sacerdote y de los padrinos! La pluma cayó de<br />

manos del primero y el niño estuvo a punto de caer de los brazos de la partera.<br />

Beausire lo tomó en sus brazos y cubriéndolo de ávidos besos, dejó caer sobre la frente<br />

del pobre pequeño el primer bautismo, el más sagrado en el mundo después del de Dios,<br />

el de las lágrimas paternas.<br />

Los asistentes, a pesar de estar acostumbrados a escenas dramáticas y no obstante el<br />

escepticismo propio de los volterianos de esa época, quedaron enternecidos. Sólo el<br />

sacerdote conservó la sangre fría y puso en duda esa paternidad; tal vez estaba<br />

contrariado por tener que empezar de nuevo la escritura.<br />

Pero Beausire adivinó la dificultad; dejó en las fuentes bautismales tres luises de oro<br />

que establecieron su derecho de padre y su buena fe mejor que sus lágrimas.<br />

El sacerdote saludó, recogió las setenta y dos libras y tachó las dos frases que acababa<br />

de escribir, diciendo:<br />

—Caballero, he de haceros observar tan sólo, que, como la declaración del señor<br />

cirujano de la Bastilla y de la dama Chopin ha sido formal, tendréis a bien escribir vos<br />

mismo y declarar que sois el padre de este niño.<br />

—¡Yo!— exclamó Beausire en el colmo de la alegría—. ¡Lo escribiría con mi sangre!<br />

Y tomó la pluma con entusiasmo.

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