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EL COLLAR DE LA REINA

El collar de la Reina, libro segundo sobre la revolución francesa de Alejandro Dumas. - 1848

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que él hablase, hablaría ella también y ambos descubrirían a la vez su inocencia y la<br />

verdad.<br />

Esto no era, en realidad, más que el resumen de su conducta durante la instrucción del<br />

proceso. Pero es necesario decir que todo plato conocido se puede renovar con<br />

condimentos nuevos. He aquí lo que había imaginado la condesa para modernizar sus<br />

estratagemas.<br />

Escribió una carta a la reina, cuyos solos términos demostraban su carácter y alcance:<br />

"Señora:<br />

"A pesar de lo penosa y rigurosa que resulta mi situación, no ha salido de mí una sola<br />

queja. Todos los rodeos de que se ha hecho uso para obtener de mí confesiones, no han<br />

servido sino para fortificar mi resolución de no comprometer nunca a mi soberana.<br />

"Sin embargo, aunque persuadida de que mi constancia y mi discreción deben<br />

facilitarme los medios para salir del apuro en que me hallo, confieso que los esfuerzos<br />

de la familia del esclavo (la reina llamaba así al cardenal en los días de su<br />

reconciliación) me hacen temer que llegue a ser su víctima.<br />

"Una larga prisión, careos que no terminan nunca, la vergüenza y la desesperación de<br />

verme acusada de un delito del que soy inocente, han debilitado mi valor y temo que mi<br />

constancia sucumba ante tantos golpes recibidos al mismo tiempo.<br />

"Vos podéis, señora, con una sola palabra, poner fin a este desgraciado asunto por la<br />

mediación del señor de Breteuil, que puede darle, a los ojos del ministro (el rey), el<br />

aspecto que su inteligencia le sugiera, sin que vos, señora, quedéis comprometida en lo<br />

más mínimo. El temor a verme obligada a revelarlo todo, es el motivo del paso que me<br />

decido a dar hoy convencida de que vos, señora, tendréis en cuenta las causas que me<br />

obligan a recurrir a él y espero que daréis las órdenes para sacarme de la penosa<br />

situación en que me hallo. "Con profundo respeto, quedo de vos, señora, humilde y<br />

obediente servidora.<br />

"Condesa de Valois de La Motte."<br />

Como se ve, Juana lo había calculado todo. O esta carta llegaría a María Antonieta y la<br />

espantaría por la perseverancia que denotaba, después de tantas peripecias, y en tal caso<br />

la reina, que debía estar fatigada por la lucha, se decidiría a sobreseer la causa<br />

terminándola con la libertad de Juana, puesto que su prisión y el proceso no habían<br />

aclarado nada, o lo que era más fácil, y lo prueba el final de la carta, Juana nada<br />

esperaba de su escrito pues que la reina, tan complicada como estaba en el proceso, no<br />

podía suspenderlo sin condenarse a sí misma. Era, pues, evidente que Juana no había<br />

contado en ningún caso con que su carta fuese remitida a la reina.<br />

Sabía muy bien que todos sus guardianes eran adictos al gobernador de la Bastilla, es<br />

decir, al señor de Breteuil. Sabía que todo el mundo en Francia convertía este asunto del<br />

collar en una cuestión política, lo que no había ocurrido desde los tiempos de los<br />

parlamentos del señor de Maupeou. Era seguro que el mensajero elegido para llevar la<br />

carta, si no se la daba al gobernador, la guardaría para él y para los jueces de su partido.<br />

En fin, había dispuesto todo para que la misiva, cayendo en manos de determinadas<br />

personas, dejase una levadura de odio, de desconfianza y de irreverencia contra la reina.<br />

Al tiempo que escribía aquellas líneas a María Antonieta, redactaba otras para el<br />

cardenal:<br />

"No puedo concebir, monseñor, que os obstinéis en no hablar con claridad. Me parece<br />

haríais bien depositando una confianza sin límites en nuestros jueces. Nuestra suerte<br />

sería así más venturosa. En cuanto a mí, estoy dispuesta a callarme si no queréis

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