26.01.2019 Views

EL COLLAR DE LA REINA

El collar de la Reina, libro segundo sobre la revolución francesa de Alejandro Dumas. - 1848

El collar de la Reina, libro segundo sobre la revolución francesa de Alejandro Dumas. - 1848

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

CAPITULO XCII<br />

<strong>LA</strong> ULTIMA ESPERANZA PERDIDA<br />

Por la forma en que había enredado el asunto Juana, era imposible descubrir la verdad.<br />

Convicta irrecusablemente por veinte testimonios procedentes de personas dignas de fe,<br />

Juana no podía resignarse a pasar por una ladrona vulgar. Necesitaba que alguien pasase<br />

vergüenza al lado suyo. Estaba persuadida de que el alboroto del escándalo de Versalles<br />

cubriría su delito hasta tal punto, que aunque ella, la condesa de La Motte fuera<br />

condenada, la sentencia heriría a la reina a los ojos de todo el mundo.<br />

Su cálculo había fracasado. La reina, al aceptar el doble debate, y el cardenal sufriendo<br />

el interrogatorio, jueces y escándalo arrebatábanle la aureola de inocencia con que ella<br />

había pretendido dorar sus hipócritas reservas.<br />

Pero, ¡cosa extraña! el público iba a ver cómo se desarrollaba un proceso en el cual<br />

nadie sería inocente, ni aun aquellos a los que absolviese la justicia.<br />

Después de careos sin fin en los que el cardenal apareció siempre tranquilo y cortés,<br />

inclusive con Juana, y en los que ésta se mostró violenta y enojosa para con todos, la<br />

opinión pública en general y la de los jueces en particular, se había formado<br />

irrevocablemente.<br />

Ya no había posibilidad de incidentes y las revelaciones se habían agotado. Juana se<br />

percató de que no podía producir ningún efecto sobre los jueces.<br />

Trató entonces de reunir en el silencio del calabozo todas sus fuerzas y todas sus<br />

esperanzas.<br />

Cuantos rodeaban o servían al señor de Breteuil aconsejaban a Juana que dejase a un<br />

lado a la reina y que atacase implacablemente al cardenal.<br />

Todos los que eran afectos al cardenal, su poderosa familia, jueces parciales en favor de<br />

la causa popular, el clero fecundo en recursos, aconsejaban a la señora de La Motte que<br />

dijese la verdad, que desenmascarase las intrigas cortesanas y llevase el escándalo a tal<br />

punto que aturdiese mortalmente a las testas coronadas.<br />

Los de este partido trataban de intimidar a Juana; le decían lo que ella sabía demasiado<br />

bien, que la mayoría de los jueces se inclinaba en favor del cardenal, que ella se<br />

quebrantaría sin utilidad en la lucha y añadían que, perdida a medias, valía más dejarse<br />

condenar por el asunto de los diamantes, que arrostrar la responsabilidad del delito de<br />

lesa majestad, lodo sangriento que dormía en el fondo de los códigos feudales y que no<br />

aparecía nunca en la superficie sin ir acompañado por la muerte.<br />

Este partido parecía seguro de la victoria. Y lo estaba.<br />

El entusiasmo del pueblo se manifestaba en favor del cardenal. Los hombres admiraban<br />

su paciencia y las mujeres su discreción. Los primeros se indignaban de que hubiese<br />

sido tan cobardemente engañado y las segundas no querían creerlo. Para un gran<br />

número de personas, Olive, con su parecido y sus confesiones, no existía, y si existía,<br />

era la reina la que la había hecho aparecer ex profeso.<br />

Juana reflexionaba sobre todo esto. Sus propios abogados la abandonaban; sus jueces no<br />

ocultaban su repulsión hacia ella; los Rohan atacaban vigorosamente; la opinión pública<br />

la despreciaba. Intentó dar un último golpe para producir inquietud a sus jueces, inspirar<br />

temor a los amigos del cardenal y pretexto a la opinión pública para pronunciarse contra<br />

María Antonieta.<br />

Este medio, por lo que se refería a la corte, consistía en lo siguiente:<br />

Hacer creer que continuamente había soslayado la responsabilidad de la reina y que<br />

tendría que decirlo todo cuando llegase al último extremo. En cuanto al cardenal,<br />

hacerle creer que guardaba silencio para imitar su delicadeza, pero en el momento en

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!