26.01.2019 Views

EL COLLAR DE LA REINA

El collar de la Reina, libro segundo sobre la revolución francesa de Alejandro Dumas. - 1848

El collar de la Reina, libro segundo sobre la revolución francesa de Alejandro Dumas. - 1848

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Dio la una menos cuarto la iglesia de San Luis de Versalles.<br />

La reina, impaciente, golpeaba el suelo con el pie.<br />

—Ya veréis como hoy no vendrán. ¡Estos contratiempos sólo me ocurren a mí!<br />

Al decir estas palabras miraba a Charny como para amonestarle, en el caso de que<br />

hubiese adivinado en sus ojos la menor señal de triunfo o de ironía.<br />

Pero él, palideciendo a medida que sus sospechas iban tomando de nuevo consistencia,<br />

guardaba una actitud tan grave y melancólica, que verdaderamente su semblante<br />

reflejaba en aquel momento la serena paciencia de los mártires y de los ángeles.<br />

La reina se apoyó en su brazo y le condujo hasta el castaño donde se habían detenido al<br />

llegar.<br />

—¿Decís que fue aquí donde visteis? ...<br />

—Aquí mismo, señora.<br />

—Aquí le dio una rosa la mujer al hombre, ¿verdad?<br />

—Sí, Majestad.<br />

La reina estaba tan débil por su larga permanencia en el húmedo parque, que se apoyó<br />

en el tronco del árbol e inclinó la cabeza sobre el pecho.<br />

Insensiblemente sus rodillas se doblegaron y como no estaba ya apoyada en el brazo de<br />

Charny, cayó sobre la hierba y el musgo.<br />

Charny permanecía inmóvil y sombrío.<br />

Ella apoyó el rostro en sus dos manos y el joven no pudo ver así una lágrima que se<br />

deslizaba por entre aquellos dedos afilados y blancos.<br />

De pronto, levantando de nuevo la cabeza, dijo:<br />

—Caballero, tenéis razón; estoy condenada. Os prometí demostraros que me habíais<br />

calumniado. Dios no lo permite y yo me conformo.<br />

—Señora...— murmuró Charny.<br />

—Hice lo que ninguna mujer hubiera hecho en mi lugar. Ya no hablo de las reinas. ¡Oh!<br />

Caballero, ¿qué es una reina cuando ni siquiera puede reinar sobre un corazón? ¿Qué es<br />

una reina cuando ni la estima de un hombre honrado puede obtener? Veamos, ayudadme<br />

al menos a levantarme; no me despreciéis hasta el punto de negarme vuestra mano.<br />

Charny, como un enajenado, precipitóse a los pies de ella.<br />

—Señora— dijo golpeando la tierra con su frente—, ¿verdad que me perdonaríais si no<br />

fuese un desgraciado que os ama?<br />

—¡Vos!— exclamó la reina con risa amarga—. ¡Vos me amáis y me creéis una infame!<br />

—¡Oh, señora!<br />

—¡Vos!... ¡Vos, que debierais tener memoria, me acusáis de haber dado una flor aquí,<br />

allá un beso, más allá mi amor a un hombre... ¿a qué mentir, caballero? ¡Vos no me<br />

amáis!<br />

—Señora, ese fantasma de reina enamorada estaba ahí. Donde yo estoy estaba el<br />

fantasma del amante. Arrancadme el corazón, puesto que esas imágenes infernales se<br />

albergan en él y lo devoran.<br />

Ella le cogió la mano y lo atrajo hacia sí con exaltado ademán.<br />

—¡Vos habéis visto! ¡Vos oísteis!... ¿Era realmente yo? ¡Oh! Era yo, no busquéis más.<br />

Pues bien, si en este mismo lugar, bajo este mismo castaño, sentada como creísteis<br />

verme, vos a mis pies como estaba el otro, os estrecho las manos y acercándoos a mi<br />

pecho, abrazándoos os digo: Yo, que según vos hice todo esto con el otro; yo, que di al<br />

otro iguales pruebas de amor, yo, señor de Charny, no he amado, no amo, ni amaré a<br />

ningún otro ser en el mundo que a vos... ¡Dios mío! ¿Sería suficiente esto para<br />

convenceros de que no se es infame cuando se tiene en el corazón, con la sangre de las<br />

emperatrices, el fuego divino de un amor como éste?

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!