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EL COLLAR DE LA REINA

El collar de la Reina, libro segundo sobre la revolución francesa de Alejandro Dumas. - 1848

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Juana, apuntando con cuidado, lanzó una pequeña bala de plomo, que,<br />

desgraciadamente, en lugar de atravesar el balcón, vino a chocar con uno de los barrotes<br />

de hierro y cayó a la calle.<br />

Olive lanzó un grito de disgusto. Juana, después de haber levantado los hombros,<br />

colérica, buscó con los ojos el proyectil en la calle y desapareció durante algunos<br />

minutos.<br />

Olive, inclinándose, miraba desde el balcón hacia abajo; pasó un trapero buscando a<br />

derecha e izquierda. ¿Vio o no vio la bala en el arroyo? Olive no lo supo, porque se<br />

ocultó para no ser vista.<br />

El segundo esfuerzo de Juana tuvo más éxito.<br />

Su ballesta lanzó con fortuna en la habitación de Nicolasa, más allá del balcón, una<br />

segunda bala alrededor de la cual estaba enrollada una esquela concebida en los<br />

siguientes términos:<br />

"Me interesáis mucho, hermosa señora. Sois encantadora y el haberos visto me basta<br />

para quereros. ¿Estáis, pues, encerrada? Sabed que traté en vano de visitaros. ¿El<br />

encantador que os tiene guardada, me dejará en alguna ocasión acercarme a vos para<br />

poderos decir que siento simpatía hacia una pobre víctima de la tiranía de los hombres?<br />

"Como veis, tengo imaginación para servir a mis amigos. ¿Queréis ser amiga mía?<br />

Parece que no podéis salir, pero sin duda podréis escribir y como yo salgo cuando<br />

quiero, esperad a que pase bajo vuestro balcón para echar la respuesta.<br />

"Por si el procedimiento de la ballesta resultara peligroso y fuese descubierto,<br />

adoptemos un medio para hablarnos más fácilmente. Dejad que cuelgue desde lo alto de<br />

vuestro balcón un hilo, cuando esté oscuro; atad a él vuestra esquela y yo ataré la mía,<br />

que subiréis sin ser vista.<br />

"Pensad que, si vuestros ojos no me engañan, cuento con algo de la simpatía que me<br />

habéis inspirado y que entre las dos venceremos el universo. Vuestra amiga.<br />

"P. D.— ¿Recogió alguien mi primera esquela?"<br />

Juana no firmaba e inclusive había disfrazado por completo su letra.<br />

Olive, al recibir la esquela, se estremeció de alegría.<br />

Respondió en la siguiente forma:<br />

"Os quiero como me queréis. Soy en efecto una víctima de la maldad de los hombres.<br />

Pero el que me retiene aquí es un protector y no un tirano. Me visita secretamente una<br />

vez por día. Ya os explicaré esto más tarde. Creo mejor utilizar el hilo que la ballesta<br />

para seguir esta correspondencia.<br />

"¡Ay! No, no puedo salir; carezco de llave, pero esto es por mi bien. ¡Cuántas cosas os<br />

diría si tuviese la dicha de hablar con vos! ¡Hay tantos detalles que no se pueden<br />

escribir!.<br />

"Vuestra primera esquela, de haber sido recogida, lo sería por un miserable trapero que<br />

pasaba, pero estas gentes no saben leer; para ellos el plomo no es más que plomo.<br />

Vuestra amiga<br />

Olive Legay".<br />

La infeliz firmaba con todo su nombre.<br />

Hizo a la condesa el ademán de devanar un hilo y esperando que llegase la noche, dejó<br />

rodar el ovillo a la calle.<br />

Juana, que estaba bajo el balcón, recogió la hebra y sacó la esquela, movimientos que su<br />

corresponsal percibió a través del hilo conductor; luego entró en su casa para leer.<br />

Media hora después ataba al dichoso cordón un billete conteniendo estas palabras:

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