26.01.2019 Views

EL COLLAR DE LA REINA

El collar de la Reina, libro segundo sobre la revolución francesa de Alejandro Dumas. - 1848

El collar de la Reina, libro segundo sobre la revolución francesa de Alejandro Dumas. - 1848

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Y la joven, tan asustada ahora como coqueta antes, fue a rodear con su brazo el cuello<br />

de Cagliostro.<br />

—¡Pobre pequeña!— dijo él dándole un casto beso en la frente—; ¡qué miedo tiene! No<br />

guardéis de mí tan mala opinión, hija mía. Corríais un peligro y os he hecho un favor;<br />

abrigaba alguna intención respecto de vos y he desistido; a esto se reduce todo. No os<br />

tengo odio, como vos no tenéis que guardarme gratitud. Yo he obrado en favor mío, vos<br />

lo habéis hecho en beneficio propio. Estamos en paz.<br />

—¡Oh! Caballejo, ¡cuánta bondad y qué generoso sois!<br />

Y Olive lo enlazó ahora con los dos brazos.<br />

Cagliostro, mirándola con su tranquilidad habitual, le dijo:<br />

—Ya veis, Olive, ahora, aunque me ofrecierais vuestro amor, yo...<br />

—¿Qué?— interrogó ella sonrojándose.<br />

—Si me ofrecieseis vuestra adorable persona, yo rehusaría; hasta tal punto me gusta<br />

inspirar sentimientos verdaderos, puros y desprovistos de todo interés. Habíais pensado<br />

que obraba interesadamente y me estáis obligada. Creíais estar comprometida, pero me<br />

parecéis más agradecida que sensible, más asustada que enamorada; quedemos, pues,<br />

como estamos. Me ajusto así a vuestro deseo y considero todas vuestras reservas.<br />

Olive dejó caer sus hermosos brazos y se alejó avergonzada, humillada por esa<br />

generosidad de Cagliostro, con la que no había contado.<br />

—Así, pues, mi querida Olive— dijo el conde—, queda entendido que me consideraréis<br />

como un amigo, y pondréis toda la confianza en mí. Disponed de mi casa, mi bolsa, mi<br />

crédito y...<br />

—Y podré decir— interrumpió Olive— que hay hombres en este mundo superiores a<br />

todos los que he conocido.<br />

Pronunció estas palabras con un encanto y una dignidad que dejaron su huella en esta<br />

alma de bronce cuyo cuerpo se había llamado en otro tiempo Bálsamo.<br />

"Toda mujer es buena— pensó— cuando se toca en ella la cuerda que corresponde al<br />

corazón". Después, acercándose a Nicolasa, le dijo:<br />

—A partir de esta noche, habitaréis el último piso del palacio. Es un departamento<br />

compuesto de tres habitaciones situadas como un observatorio encima del bulevar y de<br />

la calle de Saint-Claude. Las ventanas dan sobre Ménilmontant y Belleville. Algunos<br />

vecinos podrán veros. Pero no temáis, porque son gentes apacibles, personas sin<br />

relaciones, que no sospecharán nada. Dejaos ver por ellos, pero sin exponeros y sobre<br />

todo sin mostraros a los transeúntes, porque la calle de Saint-Claude a veces es<br />

explorada por los agentes del señor de Crosne. Al menos así tendréis sol.<br />

Olive palmoteo alegremente.<br />

—¿Queréis que yo os acompañe?— interrogó Cagliostro.<br />

—¿Esta noche?<br />

—Esta noche; naturalmente. ¿Es que acaso os molesto?<br />

Olive miró fijamente a Cagliostro. Una vaga esperanza penetró en su corazón, o, mejor<br />

dicho, en su cabeza vana y pervertida.<br />

—Vamos— dijo ella.<br />

El conde cogió una linterna de la antesala, abrió numerosas puertas y subiendo por una<br />

escalera llegó, seguido de Olive, al tercer piso, a las habitaciones que le había asignado.<br />

Ella halló el alojamiento amueblado, lleno de flores y habitable por completo.<br />

—Casi podría decirse que me esperaban aquí— exclamó.<br />

—No a vos, sino a mí, porque me gusta estar en este pabellón, en el que a menudo<br />

duermo.<br />

Los ojos de Olive tomaron el color amarillento y fulgurante que irisa a veces las pupilas<br />

de los gatos.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!