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EL COLLAR DE LA REINA

El collar de la Reina, libro segundo sobre la revolución francesa de Alejandro Dumas. - 1848

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—¿Quién es? —preguntó él, en un tono en el que había más piedad que rigor; porque<br />

adivinaba en la inmovilidad de aquella sombra que escuchaba más con el corazón que<br />

con el oído.<br />

—Yo, doctor; soy yo —respondió una voz dulce y triste.<br />

Aunque su voz no era totalmente desconocida para el doctor, sólo despertó en él un<br />

vago y lejano recuerdo.<br />

—Yo, Andrea de Taverney, doctor.<br />

—Por Dios, ¿qué ocurre? ¿Es que ella se encuentra mal?<br />

—¿Ella? —exclamó Andrea—. «Ella...» ¿Quién es «ella»?<br />

El doctor comprendió que acababa de cometer una imprudencia.<br />

—Perdón, pero he visto hace un momento a una mujer que se alejaba. ¿Acaso erais vos?<br />

—Ya sé —dijo Andrea—; ha venido una mujer antes que yo, ¿verdad?<br />

Andrea pronunció estas palabras en un tono tan intencionado que el doctor comprendió<br />

qué sentimiento le asaltaba.<br />

—Mi querida niña —dijo el médico—, me parece que jugamos a las adivinanzas. ¿De<br />

quién me habláis? Explicaos.<br />

—Doctor —dijo tristemente Andrea—, no tratéis de engañarme, vos que tenéis la<br />

costumbre de decirme la verdad. Confesad que una mujer estaba aquí hace un momento,<br />

pues yo la he visto.<br />

—¿Quién os ha dicho que ha venido alguien?<br />

—Una mujer, doctor.<br />

—Sin duda, una mujer, si creéis que no se es mujer hasta los cuarenta años.<br />

—La que ha venido tiene cuarenta años.<br />

—Cuando digo cuarenta años le suprimo cinco o seis, pero hay que ser galante con las<br />

amigas, y madame de Misery es una amiga, una de mis buenas amigas.<br />

—¿Madame de Misery? ¿Es ella quien ha venido?<br />

—Naturalmente. ¿No os lo diría si hubiera sido otra?<br />

—Es que...<br />

—Veo que las mujeres son todas iguales, siempre ilógicas, pero yo creía conoceros, y<br />

no, no os conozco mejor que a las demás.<br />

—Mi bueno y querido doctor.<br />

—Y bien, explicaos. ¿Es que ella se encuentra peor?<br />

—¿Quién es ella?<br />

—¿Quién va a ser? La reina.<br />

—¿La reina?<br />

—Sí, la reina, por quien madame de Misery ha venido a buscarme hace poco. La reina,<br />

a quien se le repiten sus sofocos y sus palpitaciones. Una enfermedad incurable.<br />

Decidme lo que haya, si es que venís con ese motivo, y vayamos a verla.<br />

El doctor Louis dio un paso para salir, pero Andrea le detuvo suavemente, diciéndole:<br />

—No, querido doctor. No me trae lo que suponéis e ignoraba que la reina estuviese<br />

enferma. Si lo hubiese sabido... Perdonadme, doctor, pero no sé lo que digo.<br />

—Lo veo.<br />

—No solamente no sé lo que digo, sino que no sé lo que hago.<br />

—Pero yo lo sé. Sencillamente, os encontráis mal.<br />

Andrea había dejado el brazo del doctor, quien, al notar que tenía heladas las manos, se<br />

las frotó hasta conseguir que recobrasen el color y el calor.<br />

—Doctor, sabéis que soy nerviosa y que la oscuridad me causa verdadero terror. Me<br />

extravié en la oscuridad, y de ahí ese abatimiento en que me encuentro.<br />

—¿Y por qué os exponéis a la oscuridad? ¿Quién os obliga? ¿Qué os ha impulsado a<br />

venir aquí?

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