26.01.2019 Views

EL COLLAR DE LA REINA

El collar de la Reina, libro segundo sobre la revolución francesa de Alejandro Dumas. - 1848

El collar de la Reina, libro segundo sobre la revolución francesa de Alejandro Dumas. - 1848

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

nos atormenta con sus profecías. Porque si lo tiráis no podrá envenenaros, y como es lo<br />

que monsieur de Cagliostro pretende, entonces le dejaremos por embustero.<br />

—La señora condesa tiene razón —dijo el conde de Haga.<br />

—Bravo, condesa —dijo Richelieu—. Vamos, marqués, arrojad ese veneno; además,<br />

ahora que sé que lleváis en la mano la muerte de un hombre, temblaría cada vez que<br />

brindásemos juntos. La sortija puede abrirse sola, y...<br />

—Dos vasos que se entrechocan están demasiado cerca el uno del otro —dijo De<br />

Taverney—. Tiradlo, marqués, tiradlo.<br />

—Es inútil —aseguró, con la mayor tranquilidad. De Cagliostro—. Monsieur de<br />

Condorcet no lo hará.<br />

—No —dijo el marqués—, no lo haré, es verdad, y no porque trate de ayudar al destino,<br />

sino porque Cabanis me ha preparado este veneno, que es único, una sustancia<br />

solidificada por efecto de un azar que seguramente no se repetiría si lo tirase; he aquí<br />

por qué no pienso hacerlo. Daos por ganador si lo deseáis, monsieur de Cagliostro; el<br />

destino...<br />

—El destino —repuso De Cagliostro— encuentra siempre a gentes fieles que le ayudan<br />

a la ejecución de sus designios.<br />

—Entonces, yo moriré envenenado —dijo el marqués—. Está bien. No muere<br />

envenenado quien quiere. Es una muerte admirable la que me predecís; un poco de<br />

veneno en la punta de mi lengua, y habré terminado. No es «más» la muerte; es<br />

«menos» la vida, como decimos en álgebra.<br />

—Yo no discuto lo que vos sufriréis —indicó con frialdad De Cagliostro, e hizo un<br />

gesto en el que manifestaba su deseo de no seguir la discusión con monsieur de<br />

Condorcet.<br />

—Monsieur —dijo entonces el marqués de Favras, quien se inclinó sobre la mesa, como<br />

para situarse mejor ante De Cagliostro—, he aquí un naufragio, un disparo y un<br />

envenenamiento que me producen envidia. ¿No me concederéis la gracia de predecirme<br />

a mí alguna muerte del mismo género?<br />

—Señor marqués —dijo De Cagliostro, que comenzaba a animarse ante la ironía—, no<br />

tenéis necesidad de envidiar a estos señores, porque, por mi honor de gentilhombre,<br />

tendréis una muerte mejor.<br />

—¿Mejor? —gritó De Favras, riendo—. Procurad no comprometeros demasiado.<br />

¿Mejor que el mar, el fuego y el veneno? Lo veo difícil.<br />

—Queda la cuerda, señor marqués —dijo, sonriendo, De Cagliostro.<br />

—La cuerda... ¿Qué queréis decirme con eso?<br />

—Os digo que seréis ahorcado —respondió De Cagliostro con una especie de ira<br />

profética que le fue imposible dominar.<br />

—¿Ahorcado? —repitió la asamblea—. ¡Diablo!<br />

—Olvidáis que soy un gentilhombre —dijo monsieur de Favras fríamente—, y si por<br />

casualidad quisiera pensar en un suicidio, os anuncio que me respeto lo bastante para, en<br />

el último momento, no servirme de una cuerda mientras tenga una espada.<br />

—No os hablo de un suicidio, monsieur.<br />

—Entonces, habláis de un suplicio.<br />

—Sí.<br />

—Sois extraño, monsieur, y debido a esta condición os perdono...<br />

—Perdonarme, ¿qué?<br />

—Vuestra ignorancia. En Francia se decapita a los gentilhombres.<br />

—Vos arreglaréis ese asunto con el verdugo —dijo De Cagliostro, apabullando a su<br />

interlocutor con esta brutal respuesta.<br />

Por un instante la perplejidad reinó en la asamblea.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!