26.01.2019 Views

EL COLLAR DE LA REINA

El collar de la Reina, libro segundo sobre la revolución francesa de Alejandro Dumas. - 1848

El collar de la Reina, libro segundo sobre la revolución francesa de Alejandro Dumas. - 1848

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

—Y que le he herido.<br />

—Por Dios, por Dios...<br />

—Esta es mi manera de cuidar, de halagar, de manejar a mis sucesores. Ahora que<br />

conocéis mi escuela, seguid con vuestras teorías.<br />

Felipe hizo un movimiento desesperado para huir y el viejo le detuvo, exclamando:<br />

—Felipe, Felipe, dime que estás bromeando.<br />

—Llamadlo y sabréis si es una broma.<br />

El anciano miró al cielo, murmuró algunas palabras sin ilación, y dejando a su hijo,<br />

corrió a su gabinete.<br />

—¡De prisa, de prisa! —gritó—. Un hombre a caballo que corra a informarse de cómo<br />

se encuentra monsieur de Charny, que ha sido herido, y que no se olviden de decirle que<br />

van de mi parte.<br />

«Este traidor de Felipe —se dijo al volver a su sillón— no es más que el hermano de su<br />

hermana. ¡Y yo que le creía corregido! Ay, no hay más que una cabeza en mi familia,<br />

sólo una: la mía.»<br />

XXXV<br />

<strong>EL</strong> CUARTETO D<strong>EL</strong> SEÑOR <strong>DE</strong> PROVENZA<br />

Mientras estos acontecimientos ocurrían en París y en Versalles, el rey, tranquilo como<br />

de costumbre, pues sabía que sus flotas habían alcanzado la victoria y que el invierno ya<br />

finalizaba, planeaba en su gabinete, entre documentos, cartas y mapamundis, nuevos<br />

proyectos, dispuesto a abrir en los mares nuevos surcos a los barcos de De la Perouse.<br />

Un ligero golpe en la puerta le devolvió a la realidad.<br />

—¿Puedo entrar, hermano?<br />

—El conde de Provenza, el inoportuno —gruñó el rey, dejando un libro de astronomía<br />

abierto, cuyas láminas había repasado. Y en voz alta—: Adelante.<br />

Un personaje gordinflón, bajo, colorado y de viva mirada, entró con aire demasiado<br />

respetuoso para un hermano y demasiado familiar para un súbdito.<br />

—¿No me esperabais?<br />

—Pues no.<br />

—¿Os molesto?<br />

—No, ¿tenéis algo interesante que decirme?<br />

—Un rumor tan divertido, tan grotesco...<br />

—Sí, murmuraciones.<br />

—Justo.<br />

—¿Y os ha divertido?<br />

—Sí, por su rareza.<br />

—Alguna calumnia contra mí.<br />

—Dios es testigo de que yo no me reiría si se tratara de eso.<br />

—Entonces es contra la reina.<br />

—Sire, figuraos que se me ha dicho seriamente, muy seriamente: «Os apuesto uno<br />

contra ciento, contra mil, que...»<br />

—Hermano, desde que mi preceptor me hizo admirar esta facultad oratoria, como<br />

modelo del género, en madame Sevigné, dejé de admirarla para siempre... Vamos al<br />

hecho.<br />

—Pues bien —dijo el conde de Provenza, un poco desconcertado por tan seca<br />

acogida—, se dice que la reina durmió el otro día fuera de casa. ¿En, eh? —agregó<br />

tratando de reír.<br />

—Sería muy triste si fuera verdad —dijo el rey gravemente.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!