26.01.2019 Views

EL COLLAR DE LA REINA

El collar de la Reina, libro segundo sobre la revolución francesa de Alejandro Dumas. - 1848

El collar de la Reina, libro segundo sobre la revolución francesa de Alejandro Dumas. - 1848

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

—Claro, hace dos horas. Porque hace una hora o dos, ¿no es eso?, que debíais haber<br />

venido aquí, pero un accidente ajeno a vuestra voluntad os ha obligado a retrasaros.<br />

Felipe apretó los puños; sentía que aquel hombre adquiría una extraña influencia sobre<br />

él, pero el caballero, sin fijarse en el nerviosismo de Felipe, dijo:<br />

—Sentaos, monsieur de Taverney.<br />

Y acercó a Felipe un sillón, frente a la chimenea. —Este sillón se había puesto aquí para<br />

vos.<br />

—Dejémonos de bromas, señor conde —replicó Felipe con una voz que procuraba que<br />

fuese tan tranquila como la de su huésped, pero sin poder evitar un ligero temblor.<br />

—Yo no me burlo, monsieur; ya os he dicho que os esperaba.<br />

—Entonces, dejémonos de cuentos, monsieur; si sois adivino, yo no he venido para<br />

comprobar vuestra ciencia, y si lo sois, mejor para vos, porque ya sabéis lo que vengo a<br />

deciros y podéis poneros de antemano a salvo.<br />

—¿A salvo? —repuso el conde con una singular sonrisa—. ¿A salvo de qué, si os place<br />

decírmelo?<br />

—Adivinadlo, puesto que sois adivino.<br />

—Sea. Para complaceros, voy a exponer el motivo de vuestra visita: venís a promover<br />

querella.<br />

—¿Sabéis eso?<br />

—Sin duda.<br />

—¿Entonces sabéis por qué motivo? —exclamó Felipe.<br />

—Por causa de la reina. Y ahora, monsieur, vuestro turno. Continuad, os escucho.<br />

Estas últimas palabras fueron pronunciadas, no con el acento cortés del huésped, sino en<br />

el tono seco y frío del adversario.<br />

—Tenéis razón —dijo Felipe—. Y lo prefiero así.<br />

—De acuerdo.<br />

—Monsieur, existe cierto libelo...<br />

—Hay muchos libelos, monsieur.<br />

—Publicado por cierto gacetillero...<br />

—Hay muchos gacetilleros.<br />

—Esperad. Ese libelo... Ya nos ocuparemos del gacetillero después.<br />

—Permitidme que os diga —interrumpió De Cagliostro con una sonrisa— que vos ya os<br />

habéis ocupado de él.<br />

—Está bien; yo diría, pues, que hay un libelo contra la reina.<br />

De Cagliostro inclinó la cabeza.<br />

—¿Conocéis ese libelo?<br />

—Sí, monsieur.<br />

—¡Y habéis comprado mil ejemplares!<br />

—No lo niego.<br />

—Y estos mil ejemplares no han llegado, felizmente, a vuestras manos.<br />

—¿Qué os hace pensar eso, monsieur?<br />

—El haberme encontrado con el empleado que llevaba los paquetes, al que he pagado el<br />

importe y he dicho que los dejase en mi casa, y mi criado, que ya estaba avisado, los<br />

habrá recibido.<br />

—¿Por qué no lleváis vos mismo vuestros asuntos hasta el final?<br />

—¿Qué queréis decir?<br />

—Que entonces estarían mejor hechos.<br />

—No ha sido necesario, porque, mientras mi criado estaba ocupado en sustraer a vuestra<br />

singular bibliomanía esos mil ejemplares, yo me dedicaba a destruir el resto de la<br />

edición.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!