26.01.2019 Views

EL COLLAR DE LA REINA

El collar de la Reina, libro segundo sobre la revolución francesa de Alejandro Dumas. - 1848

El collar de la Reina, libro segundo sobre la revolución francesa de Alejandro Dumas. - 1848

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Mademoiselle Olive respiraba con dificultad al acercarse al descansillo para escuchar.<br />

XIX<br />

MONSIEUR BEAUSIRE<br />

Mademoiselle Olive se interpuso bravamente ante un hombre enfurecido que, con los<br />

puños crispados, el rostro pálido, los vestidos en desorden, hacía irrupción en el<br />

apartamento con terribles imprecaciones.<br />

—Beausire, quieto, Beausire —dijo ella, con una voz que no denotaba el temor<br />

suficiente para que nadie se equivocase sobre el valor de esta mujer.<br />

—¡Déjame! —gritó el recién llegado, desembarazándose con brutalidad de los brazos de<br />

su amante.<br />

Y continuó, en un tono más rabioso:<br />

—¡Ah! Porque había aquí un hombre no se me abría la puerta. Di.<br />

El desconocido, según hemos dicho, seguía en el sofá, tranquilo e inmóvil, por lo que el<br />

tal Beausire tomó por indecisión su postura, incluso por miedo.<br />

Se enfrentó con el hombre con un rechinamiento de dientes de mal augurio.<br />

—Supongo que vos me responderéis —dijo.<br />

—¿Y qué es lo que queréis que yo os diga, mi querido monsieur Beausire?<br />

—¿Qué hacéis aquí? Y primero de todo, ¿quién sois vos?<br />

—Soy un hombre muy tranquilo al que vos miráis enfurecido, y hablaba con<br />

mademoiselle con toda honestidad.<br />

—Cierto, cierto —exclamó ella—, con toda honestidad.<br />

—¡Cállate tú! —gruñó Beausire.<br />

—Oh, no —dijo el desconocido—; no riñáis así a mademoiselle, tan inocente ella; si<br />

tenéis mal humor...<br />

—Claro que lo tengo.<br />

—Habrá perdido en el juego —murmuró ella.<br />

—He sido despojado, ¡muerte de todos los diablos! —gritó Beausire.<br />

—Pero no estaríais enfadado si vos hubierais despojado al otro —dijo riendo el<br />

desconocido—. Se comprende, querido monsieur Beausire.<br />

—Dejaos de bromas y hacedme el favor de largaros de aquí.<br />

—Oh, monsieur Beausire, sed indulgente.<br />

—¡Muerte de todos los diablos del infierno! Levantaos y marchaos de aquí, o destrozo<br />

el sofá y todo lo que hay encima.<br />

—Vos no me habíais dicho, mademoiselle, que monsieur Beausire tenía accesos de<br />

lunático. Santo Dios, qué ferocidad.<br />

Beausire, exasperado, hizo un gran movimiento de comediante, y para sacar la espada<br />

describió con los brazos y la hoja un círculo de no menos diez pies de circunferencia.<br />

—¡Vamos, levantaos rápido! —dijo—. En caso contrario, os clavo contra el respaldo.<br />

—En verdad que sería desagradable —repuso el desconocido, sacando tranquilamente<br />

de la vaina el espadín que había puesto detrás de él, en el sofá.<br />

Mademoiselle Olive lanzaba gritos agudos.<br />

—Ah, mademoiselle —dijo el desconocido, con su espada en la mano y sin haberse<br />

levantado—, callaos, porque pueden ocurrir dos cosas: la primera, que vais a aturdir a<br />

monsieur Beausire y que él se va a hacer atravesar; la segunda, que la policía subirá,<br />

llamará y os llevará sin más a Saint-Lazare.<br />

Ella reemplazó los gritos por una pantomima muy expresiva. El espectáculo era curioso.<br />

De un lado, Beausire, despechugado, borracho, temblando de rabia, dirigía golpes<br />

derechos, sin táctica, a un adversario impenetrable. Del otro, un hombre sentado en un

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!