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EL COLLAR DE LA REINA

El collar de la Reina, libro segundo sobre la revolución francesa de Alejandro Dumas. - 1848

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También el rey Luis XVI, que tenía, si no curiosidad, aprecio por las novedades que<br />

hacían furor en su amada ciudad de París, había complacido a la reina, con la condición<br />

de que la augusta dama iría acompañada de una princesa; el rey, digo, había permitido a<br />

la reina ir a ver por una vez lo que todo el mundo ya había visto.<br />

Sucedió a los dos días de la visita que el cardenal de Rohan había hecho a Juana de la<br />

Motte.<br />

El tiempo era más suave y el deshielo había llegado. Un ejército de barrenderos, felices<br />

y orgullosos de acabar con el invierno, apaleaban, con el ardor del soldado que abre una<br />

trinchera, las últimas nieves pisoteadas y fundidas en sucios arroyos.<br />

El cielo, azul y límpido, se iluminaba con las primeras estrellas cuando madame de la<br />

Motte, vestida elegantemente, con todas las apariencias de la riqueza, llegó en un coche<br />

de alquiler que el ama Clotilde había procurado fuera el más nuevo, y se detuvo en la<br />

plaza de la Vendóme, frente a una imponente mansión cuyas altas ventanas estaban<br />

espléndidamente iluminadas.<br />

Era la mansión del doctor Mesmer.<br />

Además del coche de alquiler de Juana de la Motte, había delante de esta casa buen<br />

número de carruajes y de sillas; y además, doscientos o trescientos curiosos golpeaban<br />

con los pies el helado pavimento y esperaban la salida de los enfermos curados o la<br />

entrada de los enfermos que se iban a curar.<br />

Estos, casi todos ricos y aristócratas, llegaban en sus carruajes con sus escudos de<br />

armas, se hacían bajar y llevar por lacayos, y estos coolies de nueva especie, envueltos<br />

en pieles o en mantos de satén, no eran un pequeño consuelo para los desgraciados,<br />

hambrientos y medio desnudos, que venteaban a la puerta esta prueba evidente que Dios<br />

hace a los hombres sanos o enfermos, sin consultar su árbol genealógico.<br />

Cuando uno de estos enfermos, de tez pálida y miembros lánguidos, había desaparecido<br />

por la gran puerta, un murmullo salía de los asistentes, y era raro que ese gentío curioso<br />

y poco inteligente, que veía juntarse a la puerta de los bailes o bajo los pórticos de los<br />

teatros toda esa aristocracia ávida de placeres, no reconociese a tal duque paralizado de<br />

un brazo, o de una pierna, a tal mariscal de campo cuyos pies se negaban a servirle, más<br />

que a causa de las fatigas de la marcha militar a causa de la obesidad conquistada en las<br />

casas de las damas de la ópera o de la comedia italiana.<br />

Hay que decir que las investigaciones del gentío no se detenían solamente en los<br />

hombres.<br />

También esta mujer que se veía pasar en brazos de sus «archiduques», la cabeza<br />

colgando y la mirada sin brillo, como las damas romanas que se apoyaban en sus<br />

esclavos de Tesalia, después de las comidas; esta dama, aquejada de dolores nerviosos,<br />

o debilitada por los excesos y las veladas, y que no había podido ser curada o resucitada<br />

por los comediantes de moda o los ángeles vigorosos de los cuales la Dugazon podía<br />

hacer tan maravillosos relatos, acudía a pedir a la cubeta de Mesmer lo que había<br />

buscado vanamente en otras partes.<br />

Y no se crea que exageramos a placer el envilecimiento de las costumbres. Es preciso<br />

confesar que en esa época habían sido asaltadas por la corrupción lo mismo las damas<br />

de la corte que las mujeres de teatro. Estas quitaban a las señoras del gran mundo sus<br />

amantes y sus maridos, y las otras robaban a las mujeres de teatro sus camaradas y sus<br />

«primos» a la moda de Bretaña.<br />

Algunas de estas damas eran tan conocidas de los hombres y sus nombres circulaban<br />

entre el gentío de una forma tan ruidosa, que muchas, tratando de evitar esta noche al<br />

menos el ruido y la publicidad, iban a casa de Mesmer con el rostro cubierto por una<br />

máscara de seda.

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