26.01.2019 Views

EL COLLAR DE LA REINA

El collar de la Reina, libro segundo sobre la revolución francesa de Alejandro Dumas. - 1848

El collar de la Reina, libro segundo sobre la revolución francesa de Alejandro Dumas. - 1848

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

—Parece que los genealogistas no han contrastado vuestra genealogía.<br />

—¿Y de qué me sirve? —dijo desdeñosamente Juana, echando hacia atrás, con un gesto<br />

encantador, los pequeños bucles empolvados de sus sienes.<br />

El cardenal acercó su sillón al fuego, para calentarse los pies.<br />

—Madame, quisiera saber en qué puedo seros útil.<br />

—En nada, monseñor.<br />

—¿Cómo en nada?<br />

—Vuestra Eminencia me colma de honor, ciertamente.<br />

—Hablemos con más franqueza.<br />

—Yo no sabría ser más franca de lo que soy, monseñor.<br />

—Vos os quejabais hace un momento —dijo el cardenal, mirando alrededor como para<br />

hacer notar a Juana lo que él había dicho sobre el mobiliario de la modistilla.<br />

—Sí, es cierto; me quejaba.<br />

—¿Entonces, madame?<br />

—Monseñor; veo que Vuestra Eminencia desea darme una limosna, ¿no es eso?<br />

—Madame...<br />

—No os preocupéis; antes aceptaba limosnas, pero no las aceptaré más.<br />

—¿Por qué?<br />

—Monseñor, ya he sido bastante humillada durante mucho tiempo, y no puedo<br />

soportarlo más.<br />

—Madame, confundís las palabras. En la desgracia no hay deshonra.<br />

—¿Ni con el nombre que llevo? ¿Mendigaríais vos, monsieur de Rohan?<br />

—Yo no hablo de mí —dijo el cardenal, con cierto embarazo mezclado de altivez.<br />

—Monseñor, yo no conozco más que dos formas de mendigar: en carroza o a la puerta<br />

de una iglesia; con oro y terciopelo o con harapos. Yo no esperaba el honor de vuestra<br />

visita; me creía olvidada.<br />

—¿Sabíais, pues, que era a mí a quien habíais escrito?<br />

—¿No he visto vuestras armas en el sello de la carta que me habéis hecho el honor de<br />

escribirme?<br />

—Sin embargo, no habéis demostrado reconocerme.<br />

—Porque vos no me habíais hecho el honor de haceros anunciar.<br />

—Muy bien, vuestro orgullo me place —dijo vivamente el cardenal, mirando con<br />

atención los ojos animados y el rostro altivo de Juana.<br />

—Yo diría que había tomado antes de veros la resolución de dejar este miserable manto<br />

que vela mi miseria, que cubre la desnudez de mi nombre, y de ir con mis andrajos<br />

como toda mendiga cristiana a implorar el pan, no al orgullo, sino a la caridad de los<br />

transeúntes.<br />

—Vos no estaréis en el límite de vuestros recursos, madame.<br />

Juana no respondió.<br />

—Vos tendréis alguna tierra, aunque esté hipotecada; joyas de familia; por ejemplo,<br />

esto.<br />

Y señaló una caja con la que jugaban los dedos blancos y delicados de la joven.<br />

—¿Esto?<br />

—Una caja original. ¿Me permitís? Ah, un retrato.<br />

—¿Conocéis el original de ese retrato? —preguntó Juana.<br />

—Es el de María Teresa.<br />

—¿De María Teresa?<br />

—Sí, la emperatriz de Austria.<br />

—¿De verdad? —preguntó Juana—. ¿Lo creéis así, monseñor?<br />

El cardenal examinó la caja con atención.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!