Misterio en el Caribe-Agatha Christie
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
Digitalizado por Kamparina para Biblioteca-irc <strong>en</strong> Agosto de 2.003<br />
CAPITULO CUATRO<br />
MISS MARPLE RECLAMA ATENCIÓN MÉDICA<br />
El doctor Graham era un hombre muy at<strong>en</strong>to, que contaría ses<strong>en</strong>ta<br />
y cinco años, aproximadam<strong>en</strong>te. Había ejercido su profesión<br />
durante mucho tiempo <strong>en</strong> las Indias Occid<strong>en</strong>tales, pero se había<br />
retirado casi por completo de la vida activa.<br />
Saludó a miss Marple afectuosam<strong>en</strong>te, preguntándole qué le<br />
pasaba. Afortunadam<strong>en</strong>te, a la edad de miss Marple siempre había<br />
alguna dol<strong>en</strong>cia que podía ser <strong>el</strong> tema de conversación con las<br />
inevitables exageraciones por parte de la paci<strong>en</strong>te. Ella vaciló <strong>en</strong>tre<br />
«su hombro» y «su rodilla», decidiéndose finalm<strong>en</strong>te por esta<br />
última.<br />
El doctor Graham se abstuvo de decirle con la cortesía <strong>en</strong> él<br />
peculiar que, a su edad, eran absolutam<strong>en</strong>te lógicas ciertas<br />
molestias, las cuales cabía esperar. A continuación recetó unas<br />
píldoras, pert<strong>en</strong>eci<strong>en</strong>tes al grupo de los remedios que forman la<br />
base de las prescripciones médicas. Como sabía por experi<strong>en</strong>cia<br />
que muchas personas de edad solían s<strong>en</strong>tirse muy solas al principio<br />
de su estancia <strong>en</strong> St. Honoré, quedóse un rato, a fin de <strong>en</strong>tret<strong>en</strong>er a<br />
miss Marple con su charla.<br />
«He aquí un hombre extremadam<strong>en</strong>te agradable — p<strong>en</strong>só miss<br />
Marple— . La verdad es que ahora me si<strong>en</strong>to avergonzada por<br />
haberle contado tantas m<strong>en</strong>tiras. Bu<strong>en</strong>o, ¿y qué otra cosa podía<br />
hacer?»<br />
Miss Marple se había inclinado siempre, por temperam<strong>en</strong>to, hacia la<br />
verdad. Pero <strong>en</strong> determinadas ocasiones, cuando <strong>el</strong>la estimaba que<br />
su deber era proceder así, m<strong>en</strong>tía con una asombrosa facilidad,<br />
sabi<strong>en</strong>do tornar verosímiles los mayores disparates.<br />
Aclaróse la garganta, dejó oír una seca tosecilla y dijo, algo<br />
nerviosa:<br />
— Hay algo, doctor Graham, que me gustaría preguntarle a usted.<br />
No me gusta aludir a <strong>el</strong>lo, pero es que no veo la manera de... Por<br />
supuesto, carece de importancia. Sin embargo, para mí sí que la<br />
ti<strong>en</strong>e. Espero que usted me compr<strong>en</strong>da y que no juzgue mi<br />
pregunta fastidiosa o imperdonable <strong>en</strong> ningún aspecto.<br />
A esta «<strong>en</strong>trada» <strong>el</strong> doctor Graham respondió amablem<strong>en</strong>te:<br />
— Algo le preocupa, miss Marple. Permítame que la ayude.<br />
— Se r<strong>el</strong>aciona con <strong>el</strong> comandante Palgrave. Muy triste lo de su<br />
muerte, ¿eh? Experim<strong>en</strong>té un gran sobresalto cuando esta mañana