Misterio en el Caribe-Agatha Christie
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
Digitalizado por Kamparina para Biblioteca-irc <strong>en</strong> Agosto de 2.003<br />
artículos <strong>en</strong> <strong>el</strong> National Geographic y <strong>en</strong> <strong>el</strong> Royal Horticultural<br />
Journal. Toman sus trabajos muy <strong>en</strong> serio.<br />
Oyéronse unas escandalosas risas. Procedían de la mesa que<br />
había acaparado su at<strong>en</strong>ción. Tan fuertes habían sido aquéllas que<br />
dominaron por unos segundos <strong>el</strong> estrépito musical. Gregory Dyson<br />
se había recostado <strong>en</strong> su silla y golpeaba la mesa con ambas<br />
manos; su esposa hacía gestos de sorpresa y <strong>el</strong> comandante<br />
Palgrave, después de vaciar su copa de licor, se puso a aplaudir.<br />
Desde luego, aqu<strong>el</strong>las personas tomarían sus trabajos <strong>en</strong> serio,<br />
pero parecían bi<strong>en</strong> poco formales.<br />
— El comandante Palgrave no debiera beber tanto — dijo la señorita<br />
Prescott con acritud— . Ti<strong>en</strong>e la t<strong>en</strong>sión alta.<br />
Un camarero llegó a la mesa d<strong>el</strong> alegre grupo para depositar <strong>en</strong> <strong>el</strong>la<br />
otra ronda de ponches.<br />
— Me agrada t<strong>en</strong>er a la g<strong>en</strong>te con qui<strong>en</strong> trato debidam<strong>en</strong>te<br />
clasificada, <strong>en</strong> su sitio — declaró miss Marple— . Esta tarde,<br />
hablando con <strong>el</strong>los, me hacía un lío. No sabía quién era <strong>el</strong> marido o<br />
la mujer de quién.<br />
Hubo una pausa. La señorita Prescott tosió. Era la suya una tos<br />
seca, insignificante, fingida...<br />
— En lo tocante a este punto...<br />
Su hermano <strong>el</strong> canónigo se apresuró a interv<strong>en</strong>ir:<br />
— Joan... Tal vez fuese lo más prud<strong>en</strong>te no hablar de eso <strong>en</strong> que<br />
estás p<strong>en</strong>sando.<br />
— ¡No seas así, Jeremy! En realidad yo no iba a decir nada de<br />
particular. Sólo que <strong>el</strong> año pasado, por una razón u otra (<strong>en</strong> realidad<br />
no sé concretam<strong>en</strong>te por qué), nos hicimos a la idea de que la<br />
señora Hillingdon era la señora Dyson, hasta que algui<strong>en</strong> nos indicó<br />
que estábamos equivocados.<br />
— Es extraño, ¿eh?, cómo a veces se obsesiona uno con<br />
determinadas impresiones.<br />
Después de este ing<strong>en</strong>uo com<strong>en</strong>tario los ojos de miss Marple<br />
buscaron los de la señorita Prescott por un mom<strong>en</strong>to. Las dos<br />
mujeres se compr<strong>en</strong>dieron con una sola mirada.<br />
Un hombre m<strong>en</strong>os inoc<strong>en</strong>te que <strong>el</strong> canónigo Prescott hubiera<br />
compr<strong>en</strong>dido <strong>en</strong> seguida que estaba allí de trop.<br />
La señorita Prescott y miss Marple intercambiaron otra mirada.<br />
Acababan de decirse, con la misma claridad que si hubies<strong>en</strong><br />
hablado: «En otra ocasión algo más propicia...»<br />
— El señor Dyson llama a su esposa «Lucky». ¿Es éste su nombre<br />
real o un apodo? -preguntó miss Marple.<br />
— No puede ser su nombre real, creo yo.<br />
— Yo le hice una pregunta a él — manifestó <strong>el</strong> canónigo— . Me dijo