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Niñas Esposas

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J u eve s 8 de marzo de 2018 /1<br />

DossierSiete<br />

especial@paginasiete.bo / EDITORA: LILIANA CARRILLO V.


2 Página SIETE J u eve s 8 de marzo de 2018<br />

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especial@ p a g i n a s i e te . b o Especial<br />

w w w. f a c e b o o k . c o m / p a g i n a s i e te @ p a g i n a _ s i e te<br />

<strong>Niñas</strong> esposas,<br />

invisibilizadas por<br />

violencia y pobreza<br />

No hay cifras, pero a diario en Bolivia<br />

decenas de niñas y adolescentes son<br />

obligadas a convivir con hombres<br />

que les doblan o triplican la edad. Son víctimas<br />

de matrimonios precoces o forzados,<br />

una de las cinco vulneraciones a niñas y adolescentes<br />

que prevalece en el país.<br />

La causa de los concubinatos de menores<br />

de edad con adultos son, en general, la pobreza<br />

y la violencia. Esta última se expresa en violaciones<br />

sexuales que en muchos casos intentan<br />

encubrirse con conciliaciones entre familiares<br />

de la víctima y su agresor. Se suma, la<br />

naturalización del delito: las niñas se convierten<br />

en esposas bajo consentimiento de los padres<br />

y -a veces- de la comunidad.<br />

El Estado Mundial de la Infancia 2015 de<br />

Unicef señala que en Bolivia, el 3% de las mujeres<br />

de 20 a 24 años de edad se casaron o tuvieron<br />

algún tipo de vínculo antes de cumplir<br />

15 años y el 22% antes de los 18. Este es el único<br />

dato oficial de esta situación.<br />

Con el apoyo del fondo Spotlight de Apoyo<br />

a la Investigación Periodística en los Medios<br />

de Comunicación, Página Siete buscó durante<br />

cuatro meses las historias de “niñas esposas”.<br />

El resultado es una decena de casos recogidos<br />

en el norte de La Paz, en el Beni, en el<br />

área rural de Potosí, de Tarija y Santa Cruz.<br />

La investigación aborda también el problema<br />

desde la perspectiva jurídica y desde la<br />

óptica de especialistas y autoridades regionales.<br />

Pero ante todo intenta darle voz a las niñas<br />

y adolescentes que han sobrevivido a una<br />

unión forzosa.<br />

En albergues, escuelas u hospitales de pueblos<br />

y ciudades las protagonistas relatan sus<br />

historias. Algunas de las entrevistadas están<br />

consientes de que el problema es parte de un<br />

círculo de violencia que se repite de generación<br />

en generación, otras ven la unión y la maternidad<br />

precoz como un destino que les toca<br />

como antes a sus madres y abuelas; pero hay<br />

quienes se rebelan y buscan justicia.<br />

Sus testimonios, con los nombres cambiados<br />

por su seguridad, se reúnen en este especial,<br />

cuyo objetivo es evidenciar una situación<br />

anómala que atenta contra las leyes y los<br />

derechos de niñas y adolescentes bolivianas.<br />

DIRECTOR A: ISA B E L MERC ADO HEREDIA<br />

Su b d i re c to ra : Mery Vaca Villa<br />

Jefe de Redacción: Alcides Flores Moncada<br />

Jefe de Informaciones: Juan Carlos Véliz Morejón<br />

Director Gráfico: Edmundo A. Morales C.<br />

Periodistas: Leny Chuquimia Ch. y Liliana Carrillo V.<br />

Diseño y Armado: Ariel Aldana S.<br />

I n fo gra f í a : Ariel Aldana S.<br />

Fotos : Juan Quisbert y Liliana Carrillo<br />

Este reportaje se elaboró con el patrocinio del<br />

“Fondo Spotlight de Apoyo a la Investigación<br />

Periodística en los Medios de Comunicación” de la<br />

Fundación Para el Periodismo.<br />

Página Siete /<br />

La Paz<br />

Departamento de Pando<br />

Testimonios: “Todas se<br />

embarazaron tiernitas”<br />

“Me arre-<br />

piento que<br />

desde chiqui-<br />

tita tuve ma-<br />

rido en vez de<br />

terminar de<br />

estudiar. Yo<br />

hallo culpable<br />

a mi mamá<br />

que me buscó<br />

esposo tant<br />

pront<br />

onto. . Ella<br />

no me impul-<br />

só, me acon-<br />

sejaba mal”.<br />

Madre pandina<br />

de 21 años<br />

e n t rev i sta d a<br />

l Un estudio de UNFPA en Pando estableció<br />

que en el 80,3% de embarazos adolescentes,<br />

los progenitores fueron adultos de más de 30.<br />

“<br />

A los 15 tuve<br />

mi primera<br />

hija. Tengo<br />

una tía y primas,<br />

ellas iban a la escuela<br />

conmigo pero tampoco terminaron<br />

la escuela porque igual que yo,<br />

tuvieron marido a los 14 años. Todas<br />

se embarazaron tiernitas” (mujer indígena<br />

de Pando).<br />

Este es el testimonio de una mujer indígena<br />

que fue recogido en el estudio<br />

de Maternidad temprana, pobreza y violencia<br />

en Pando, elaborado por el Ministerio<br />

de Autonomías con la colaboración del<br />

Fondo de Población de las Naciones<br />

Unidas UNFPA. Si bien el documento<br />

publicado en 2016 busca datos sobre el<br />

embarazo adolescente, las entrevistas<br />

realizadas especialmente en comunidades<br />

indígenas sacan a flote la realidad<br />

de los concubinatos precoces.<br />

Muestran que las creencias, la pobreza<br />

y la violencia son factores que<br />

orillan a las niñas y adolescentes o a sus<br />

progenitores a propiciar una relación<br />

marital. En estas situaciones la desinformación<br />

y la falta de educación juegan<br />

un papel determinante.<br />

“A mi hija mayor yo le decía que estudie<br />

como su papá, él sí estudió. Pero<br />

ella dejó la escuela a los 14 años, porque<br />

le dio epilepsia, entonces mi abuelita<br />

me dijo ‘parece que ella quiere marido<br />

y por eso le da epilepsia, que tenga y deje<br />

sus estudios’. Mi hija no tenía enamorado,<br />

y entonces mi abuelita le consiguió<br />

un esposo”, relata otra de las<br />

mujeres campesinas que formaron parte<br />

del estudio.<br />

Para conseguir los datos se aplicaron<br />

320 encuestas en igual número de viviendas<br />

en los 15 municipios de Pando,<br />

En 257 se encontraron a 392 mujeres<br />

adolescentes, de las cuales 148 tenían<br />

hijos o estaban embarazadas .<br />

Los datos establecieron que cerca el<br />

55% de las adolescentes entrevistadas<br />

se embarazaron antes de cumplir los 16<br />

años; aunque hubo casos de gestantes<br />

aún más jóvenes; como el caso de una<br />

niña de 11 años.<br />

“La adolescente actualmente tiene<br />

16 años y dos hijas, una de cinco y otra<br />

de tres. El progenitor de las pequeñas<br />

es un hombre de 39 años. La unión de la<br />

niña de 11 años y su pareja adulta fue<br />

aceptada; ahora conviven en medio de<br />

la comunidad”, explica la representante<br />

de UNFPA para Bolivia, Ana Angarita.<br />

En el 80,3% de los casos fueron hombres<br />

adultos los que embarazaron a las<br />

adolescentes y sólo en un 19,7% se trató<br />

de hombres adolescentes. El padre<br />

más joven tenía 15 años mientras que el<br />

mayor 40.<br />

“El 51% de los<br />

progenitores tomó<br />

la actitud de<br />

apoyo frente al<br />

embarazo, un<br />

21,7% de rechazo,<br />

y un 27,3% decidió<br />

abandonar a la adolescente emb<br />

a ra z a d a ”, señala el estudio.<br />

El 89,6% de adolescentes con hijos o<br />

embarazadas mencionaron que el acto<br />

fue consentido, el 10,4% dijeron que<br />

fue forzado. El 49,3% viven aún con sus<br />

padres, el 12,3% con otra persona.<br />

“Un 38,4% vive con el padre de sus<br />

hijos”, es decir en un concubinato o<br />

matrimonio temprano recalca la investigación<br />

Según una de las adolescentes que<br />

fue parte del grupo focal, “en el campo”<br />

no se reconoce una edad temprana o<br />

mediana para la maternidad y, por tanto,<br />

tampoco para que las mujeres mantengan<br />

una relación de pareja. “Para las<br />

personas es mucho mejor que las chicas<br />

se embaracen antes porque en el<br />

campo no hay muchos recursos y la pareja<br />

se la pueda llevar a otra parte”.<br />

“Los testimonios, son realmente duros<br />

y las causas no son muy diferentes a<br />

las que vivieron abuelas, madres e<br />

hijas. Es un ciclo que se repite y si en<br />

una de esas generaciones no se hacen<br />

las intervenciones para que la realidad<br />

cambie, vamos a seguir escribiendo, libros<br />

y estudios contando estas mismas<br />

historias y datos”, manifestó.


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Especial<br />

Página SIETE J u eve s 8 de marzo de 2018<br />

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3<br />

Rurrenabaque, La Paz<br />

Ab i ga i l : Mis papás han conciliado<br />

con el hombre que me abusó<br />

Leny Chuquimia / R u r re n a b a q u e<br />

“Las violaciones<br />

eran<br />

transadas con<br />

indemniza -<br />

ción de daños<br />

y perjuicios y<br />

convivencias<br />

de la víctima<br />

con el agresor.<br />

Era como<br />

comprar la<br />

honra de las<br />

niñas. Pero<br />

no tenemos<br />

las pruebas<br />

a h o ra ”.<br />

El 3 de enero de 2017, en una ambulancia<br />

que partió de Palos Blancos<br />

Abigail llegó al Hospital del<br />

Norte de El Alto. Su embarazo era de alto<br />

riesgo, el parto presentó complicaciones,<br />

ella “quería morir”. Apenas tenía<br />

14 años y ocho meses. Antes había<br />

sido violada. Ese delito fue encubierto<br />

por el agresor con una asistencia familiar<br />

de 1.500 bolivianos.<br />

Hasta ese instante, en la Defensoría de<br />

la Niñez de Rurrenabaque no había una<br />

denuncia formal de violación, sino un documento<br />

de transacción en el que el agresor<br />

admitía su culpabilidad y prometía dinero<br />

a cambio de que la víctima desista de<br />

la denuncia. El padre de Abigail firmaba<br />

en representación de la niña.<br />

“Antes te forzaban y tus papás arreglaban<br />

que te cases, como<br />

una compensac<br />

i ó n”, comenta doña<br />

Rosa P. desde su<br />

puesto en el mercado<br />

de Rurrenabaque.<br />

No había Defensorías<br />

ni Fiscal<br />

-dice- cualquier<br />

problema se arreglaba<br />

así”.<br />

La conciliación<br />

entre víctimas menores<br />

de edad y violadores<br />

era práctica<br />

común. “No tengo<br />

pruebas, pero sabemos<br />

que había libros<br />

de actas donde<br />

las violaciones eran<br />

Mariel Gonzales, transadas con indemnización<br />

por<br />

Defensoría de<br />

R u r re n a b a q u e daños y perjuicios o<br />

convivencia de la<br />

víctima con su agresor. Era como comprar<br />

la honra de las niñas”, dice Mariel<br />

Gonzales, responsable de la Defensoría<br />

de la Niñez y la Adolescencia (DNA) de<br />

R u r re n a b a q u e.<br />

Ocupa el cargo desde el año pasado y<br />

en ese tiempo no ha recibido casos similares.<br />

“El único que tenemos ahora y en<br />

el que estamos a la espera de un juicio<br />

oral es el de una transacción en la violación<br />

de una menor de edad”, dice refiriéndose<br />

al caso de Abigail.<br />

El 2017, la Defensoría interpuso ante la<br />

justicia cinco denuncias por estupro, cifra<br />

baja para la realidad de la región,<br />

donde las adolescentes entre 14 y 16 años<br />

tienen esposos que les doblan en edad.<br />

Para las familias esto es normal y por eso<br />

no denuncian, explica Gonzales.<br />

En los registros de la Policía local, desde<br />

el mes de septiembre solo hay dos casos<br />

de estupro y violación. Ambos fueron<br />

reportados por la misma persona.<br />

“Vino una mamá e hizo la denuncia pero<br />

desistió. Luego volvió para hacer otra<br />

acusación pero no dio el nombre de la<br />

l A los 14 años fue violada y embarazada.<br />

El agresor pretendió encubrir el delito de<br />

estupro con el pago de asistencia familiar.<br />

nueva víctima”, explica un efectivo. No<br />

es una excepción: “Entre las familias<br />

acuerdan la convivencia”.<br />

Estas conciliaciones se esconden en la<br />

clandestinidad de las uniones libres. “Acá<br />

no se dan matrimonios, la mayoría son<br />

concubinatos de hecho, por eso no hay registros<br />

”, asegura la jefa de la Defensoría.<br />

Uno de los pocos datos que visibilizan<br />

las uniones tempranas son las solicitudes<br />

de asistencia familiar. La gestión pasada<br />

se asesoraron 245 casos. Todas las<br />

demandantes eran mujeres que se habían<br />

separado tras 10 o 15 años de convivencia.<br />

“Viendo sus historias, sabemos<br />

que el 50% se juntó antes de los 16. Ya no<br />

estudiaron y tuvieron muchos hijos”.<br />

Entre julio y diciembre de 2017, la unidad<br />

de psicología del SLIM de Rurrenabaque<br />

atendió 360 casos de mujeres víctimas<br />

de violencia. “La mayoría de ellas comenzó<br />

a vivir a los 14 a 16 años con hombres<br />

mucho mayores porque se embarazaron<br />

o porque sus padres, al saber que<br />

hubo relaciones sexuales, conciliaron<br />

para que el hombre no las deje”, expone<br />

la responsable de la unidad edil de Género<br />

y psicóloga del SLIM, Carolina Soliz.<br />

El estupro se evidencia años después<br />

con violencia económica, verbal, psicológica<br />

y física. Para identificar e intervenir<br />

en estos casos la Defensoría ha instruido<br />

al hospital de Rurre que todo embarazo<br />

adolescente sea notificado.<br />

Abigail, un caso sin justicia<br />

Cuando Abigail llegó al Hospital del<br />

Norte, la unidad de Trabajo Social del<br />

nosocomio envío a Rurrenabaque una<br />

solicitud de información. En el expediente,<br />

la actual responsable de DNA<br />

encontró el testimonio del abuso, un<br />

examen médico que certificaba el embarazo<br />

y un acuerdo transaccional firmado<br />

entre el violador y el progenitor.<br />

“Ella va y viene de Palos Blancos donde<br />

está su papá y Rurrenabaque, donde<br />

vive su mamá. En<br />

abril de 2016 el mototaxista<br />

la abuso<br />

acá en Rurre. Cuando<br />

el papá se dio<br />

cuenta ya había un<br />

embarazo de más de<br />

cuatro meses. Hizo<br />

la denuncia al anterior<br />

defensor, pero<br />

el proceso se detuv<br />

o”, relata.<br />

En el documento<br />

“Nos enteramos<br />

de<br />

estos delitos<br />

por terceros y<br />

al intervenir<br />

acabamos peleando<br />

con las<br />

familias. Entre<br />

ellos<br />

acuerdan la<br />

convivencia y<br />

nos dicen que<br />

no hay delito”.<br />

Efectivo policial<br />

R u r re n a b a q u e<br />

transaccional el<br />

agresor reconoce<br />

haber “d o b l e g a d o”a<br />

la adolescente dejándola<br />

en estado de<br />

gravidez. A cambio<br />

de que desista de la<br />

demanda se compromete<br />

a pasar a una pensión de 1.500<br />

bolivianos mensuales y darle otros<br />

4.000 por los daños causados, monto<br />

que fue entregado a la firma del documento<br />

ante un notario.<br />

Dejaba la custodia completa del bebé<br />

a Abigail y ponía una cláusula de “v isitas<br />

a la menor”. En la audiencia cautelar no<br />

se aceptó la solicitud de la Defensoría de<br />

la detención preventiva.<br />

El agresor empezó una denuncia contra<br />

la familia de la víctima por chantaje y<br />

extorsión. Alega que Abigail lo provocó<br />

y busca el sobreseimiento. “El agresor<br />

esta libre. Lo último que sabemos es que<br />

mediante su abogado ha pedido una<br />

prueba de ADN que garantice su paternidad.<br />

No estamos disputando que se<br />

haga cargo de la bebé, sino que pague el<br />

delito cometido contra la adolescente”,<br />

dice Gonzales, que ya formalizó la denuncia<br />

contra el agresor.<br />

“No quería, él me amenazó y ellos, mis<br />

papás, han transado. Me da asco... yo no<br />

quería ser madre”, dice Abigail con un<br />

dolor indescriptible. Su hija, que hace<br />

poco cumplió un año, está al cuidado de<br />

la abuela materna.


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l Para salir de la<br />

pobreza, se pactan<br />

uniones ilegales de<br />

adultos con menores<br />

de edad. Hay varias<br />

denuncias y pocas<br />

condenas.<br />

Liliana Carrillo V. / Santa Cruz<br />

“<br />

Si no me juntaba con ese señor me<br />

hubiera muerto de hambre; no teníamos<br />

qué comer ni yo ni mis hermanos”.<br />

Así, sin rodeos, Ana L. explica<br />

por qué antes de cumplir 13 años tuvo<br />

que convivir con un hombre de 46, que<br />

podría ser su abuelo.<br />

Ahora está en un hogar en la ciudad de<br />

Santa Cruz. Ha dejado la casucha en la<br />

que vivía “aunque más paraba en la cal<br />

l e”. Ahora no ve a su madre intoxicada<br />

de alcohol, ya no la espera durante horas<br />

al lado de la puerta, hasta que, a fuerza<br />

del dolor de panza, tenga que salir a buscar<br />

algo que puedan comer sus hermanos,<br />

de seis y ocho años.<br />

Cuando iba a pedir ayuda a sus vecinos,<br />

conoció a aquel hombre mayor. Vivía<br />

cerca a su casa y le regalaba comida.<br />

Poco después, la niña fue a vivir con él<br />

con la anuencia de su madre. Alguien<br />

presentó la denuncia ante la Policía. Ana<br />

fue remitida a la Defensoría y después al<br />

a l b e r g u e.<br />

Ana nunca sospechó que aquel señor<br />

que le regalaba comida cometía los delitos<br />

de estupro y violación y que ella era la<br />

víctima. “No es malo”, dice.<br />

Departamento de Santa Cruz<br />

Ana: Si no me casaba<br />

con ese señor, , me<br />

moría de hambre<br />

Hogar para sanar<br />

Al albergue Nazaria Ignacia, a cargo<br />

de la congregación religiosa del mismo<br />

nombre, llegan niñas víctimas de abuso<br />

sexual, físico y psicológico. Son remitidas<br />

por la Defensoría de la Gobernación<br />

o por los Servicios Legales Integrales<br />

Municipales. “Vienen de familias disfuncionales,<br />

algunas han sido rescatadas<br />

de las calles. Están lastimadas”, comenta<br />

la hermana Isabel, miembro de la<br />

c o n g re g a c i ó n .<br />

La vieja casona del casco viejo donde<br />

durante décadas funcionó el hospicio se<br />

cae a pedazos a causa de una mala construcción<br />

vecina y sus muchos años. Un<br />

pasillo oscuro; al fondo, una puerta pesada;<br />

a la izquierda, un escaparate similar<br />

al de las boutiques donde en lugar de<br />

maniquíes está una estatua de Cristo<br />

cargando la cruz, con flores de plástico<br />

raídas a sus pies.<br />

La casa está casi deshabitada por riesgo<br />

de desplome. “Las niñas internas han<br />

sido trasladadas a otra propiedad, más<br />

lejos”, comenta la hermana Isabel. No<br />

lleva ni hábito ni tocado y, potosina como<br />

es, sufre por las altas temperaturas<br />

cruceñas. Un jardín claro, con árboles<br />

coposos y un mural con la imagen de la<br />

beata Nazaria contrastan con la entrada<br />

pero no disimulan los alambres de púas<br />

sobre los muros.<br />

“La mayoría de las pequeñas han sido<br />

víctimas de abuso sexual por parte de alguno<br />

de sus familiares. Son niñitas de<br />

hasta 13 años pero algunas han tenido<br />

que convivir con hombres como sus parejas.<br />

Aquí las cuidamos, tienen ayuda


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5<br />

psicológica, aprenden oficios; no les falta<br />

un plato de comida y atención”, cuenta<br />

la responsable del hogar.<br />

La Casa de la Mujer<br />

En la Defensoría de la Niñez no hay cifras<br />

de cuántas uniones de hecho de menores<br />

de edad con adultos se registran<br />

en el departamento de Santa Cruz. Lo<br />

cierto es que hay más casos en las comunidades<br />

del área rural.<br />

“No se puede estigmatizar pero a medida<br />

que te alejas de la ciudad hay menos<br />

información, más miedo y más pobreza.<br />

La niña necesita vínculos que le<br />

permitan crear vínculos seguridad y esta<br />

necesidad es aprovechada por los<br />

hombres. Ellas nunca pueden ser responsabilizadas;<br />

son víctimas,<br />

analiza Miriam Suárez,<br />

directora de la Casa de la<br />

Mujer de Santa Cruz.<br />

Se define como una asociación<br />

sin fines de lucro y funciona<br />

desde hace 28 años en<br />

un chalet de dos plantas, con<br />

árboles frutales en los jardines.<br />

A la Casa de la Mujer de<br />

Santa Cruz llegan diariamente<br />

decenas de personas<br />

en busca de asesoramiento y<br />

ayuda psicológica y jurídica<br />

en casos de violencia.<br />

“Me estoy separando de<br />

mi marido; mucho me pega.<br />

Ya no puedo más”, comenta<br />

Luisa mientras espera su turno<br />

en la consulta jurídica.<br />

Tiene 18 años y dos hijos, de<br />

uno y tres años.<br />

“Me embaracé a los 15, mi<br />

pareja tiene mi misma edad. Estábamos<br />

en el mismo curso. Nos hicieron casar y<br />

yo ya no he estudiado nada. Ahora ya no<br />

puedo aguantar tanto abuso; quiero que<br />

pase pensión a sus hijos”, añade.<br />

Según datos del Instituto Nacional de<br />

Estadísticas (INE), Santa Cruz Ocupa el<br />

tercer lugar nacional en número de embarazos<br />

adolescentes. El 40% del total<br />

de gestantes en ese departamento son<br />

adolescentes.<br />

“La mayor cantidad de embarazos de<br />

menores están en las áreas con menores<br />

recursos de donde las niñas huyen para<br />

escapar de la pobreza y la violencia. Pero<br />

“En delitos<br />

sexuales<br />

no se aplica la<br />

justicia por<br />

usos y costumbres.<br />

Los<br />

padres de las<br />

niñas vejadas<br />

prefieren<br />

transar con<br />

los violadores.<br />

Así se<br />

normaliza el<br />

estupro”.<br />

Paola García,<br />

a b o ga d a<br />

también en los colegios<br />

privados con familias estables”,<br />

comenta Suárez.<br />

En caso de estupro o violación a menores,<br />

el aborto es impune, según establece<br />

la sentencia constitucional<br />

206/2014, aprobada en febrero de 2014<br />

por el Tribunal Constitucional Plurinacional.<br />

Esa norma establece como causales<br />

legales para interrumpir un embarazo:<br />

si es producto de violación, incesto<br />

o estupro o si pone en riesgo la vida de la<br />

m a d re.<br />

María, “esposa”del Capitán<br />

Cuando María, de 13 años, llegó desde<br />

su comunidad al hospital público cruceño<br />

por complicación en su parto, los médicos<br />

presentaron denuncia ante la Defensoría.<br />

Hechas las averiguaciones, se<br />

estableció que el padre del bebé era el<br />

capitán grande, máxima autoridad del<br />

pueblo. Pasaba de los 50<br />

años y convivía con la pequeña<br />

de 13 desde hacia varios<br />

meses.<br />

La familia de la menor sabía<br />

de esta situación. La conocía<br />

también toda la población<br />

pero se veía como algo<br />

normal, porque él mantenía<br />

a la pequeña que se encargaba<br />

de las tareas domésticas.<br />

“La niña lloraba y pedía que<br />

no lo lleven a la cárcel porque<br />

él era su marido. Ella vivía un<br />

supuesto enamoramiento, a<br />

raíz de una dependencia económica<br />

y emocional que crea<br />

el adulto respecto al infante”,<br />

explica la abogada de la Casa<br />

de la Mujer, Paola García Villagómez<br />

.<br />

Cuando ya se iba a detener<br />

al hombre por cargos de estupro y violación,<br />

los miembros de la comunidad<br />

–incluidos los padres de la niña–avala -<br />

ron la unión del Capitán con la menor y<br />

anunciaron protestas. De la noche a la<br />

mañana, María y su hijo recién nacido<br />

desaparecieron del hospital.<br />

“En delitos sexuales no se aplica la<br />

justicia por usos y costumbres. No obstante<br />

hay otros factores en juego, como<br />

la pobreza de la familia de la víctima o la<br />

distancia que separa a las comunidades<br />

de los juzgados. Por esos en muchos casos<br />

los padres de las niñas vejadas prefieren<br />

arreglar y transar con los violadores.<br />

Así se normaliza el delito de estupro<br />

con concubinatos de adultos con infantes<br />

que van en contra de los derechos de<br />

las menores”, recalca la abogada.<br />

Regalos para Vania<br />

Al argumento de “usos y costumbres”<br />

recurrió Elías V. para obtener su libertad<br />

en 2016 después de haber sido detenido<br />

acusado de “violación agravada a infant<br />

e”. El hombre, de 32 años, convivía con<br />

una niña de 13.<br />

A esa edad, Vania dio a luz en el hospital<br />

público cruceño. Personal del nosocomio<br />

presentó denuncia del caso y se<br />

inició la investigación. Según el reporte<br />

policial publicado, la niña estaba convencida<br />

de que se había casado y que<br />

“así eran todos los matrimonios”.<br />

Durante la investigación, la víctima<br />

declaró que Elías le daba regalos y ayudaba<br />

económicamente a su familia. Así<br />

la fue conquistando. La embarazó contra<br />

su voluntad y se la llevó a vivir consigo.<br />

Los padres de Vania lo aceptaron como<br />

yerno.<br />

La familia, migrante de una comunidad<br />

lejana, vivía en condiciones precarias<br />

y agradecía los regalos del hombre<br />

que se llevó a su niña.<br />

“Las chicas están muy expuestas y no<br />

sólo por las condiciones económicas, sino<br />

por la violencia en los hogares y la<br />

descomposición en las familias. Por eso<br />

huyen y es cuando creen que encuentran<br />

a un ‘s a l v a d o r’”, señala Suárez.<br />

Recalca que en esa situación la niña es<br />

siempre la víctima que debe ser protegida:<br />

“La niña siente que ese adulto le está<br />

resolviendo problemas que tiene que<br />

ver con el hambre , nada funciona si no<br />

está bien el estómago. Son menores que<br />

deben ser protegidas en todas las circunstancias”.<br />

Más casos<br />

De acuerdo con los registros de la Casa<br />

de la Mujer, hay muchos más casos de<br />

convivencia forzada de niñas con personas<br />

adultas que no salen a luz. “L amentablemente<br />

están normalizados y nadie<br />

los denuncia”, dice García.<br />

Recientemente, se atendió del caso de<br />

una menor de 14 años que convivía con<br />

un hombre de 40, que había sido pareja<br />

de su madre. “Botaron a la mamá de la<br />

casa. La niña quería tomar su lugar y casi<br />

sentía que estaba jugando a la casita,<br />

cuando en realidad era víctima de abus<br />

o”, relata la abogada.<br />

“Las niñitas necesitan amor y también<br />

necesitan atender sus necesidades básica<br />

de subsistencia: comida, techo. Si no<br />

tienen a nadie y encuentran un hombre<br />

que les ofrece ayuda, ellas se aferran a él.<br />

Y es que son apenas unas niñas, que deben<br />

ser protegidas”, comenta la hermana<br />

Isabel del hogar Nazaria Ignacia.


6 Página SIETE J u eve s 8 de marzo de 2018<br />

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Punto de vista<br />

MIRIAM SUÁREZ,<br />

directora de la Casa de la Mujer<br />

“Las niñas son<br />

víctimas, nunca<br />

re s p o n s a b l e s ”<br />

L<br />

as uniones entre una niña y una<br />

persona adulta son ilegales. Son,<br />

en general casos, en los que la menor<br />

de edad ha vivido una situación de estupro.<br />

Ella es la víctima y en todo momento<br />

debe ser protegida, en ningún<br />

caso culpabilizada.<br />

Normalmente se trata de casos en los<br />

que la menor de edad ha sido seducida,<br />

ilusionada, por un adulto que a veces<br />

se disculpa diciendo que ella lo sedujo.<br />

Pero una niña no tiene la madurez de<br />

un adulto. Ahí no hay justificativo de<br />

los hombres, ellos son los responsables<br />

y deben ser responder a la justicia.<br />

Ocurre en el oriente, en tierras bajas,<br />

donde la gente es alegre –quizás tiene<br />

que ver con el clima–que las niñas son<br />

más despiertas y eso a veces se confunde.<br />

No es coqueterío ni ostentación del<br />

cuerpo y ese no puede ser nunca pretexto<br />

para que un adulto se aprovec<br />

h e.<br />

En los 28 años de la Casa de la Mujer<br />

hemos ha visto decenas de casos de<br />

convivencia forzada de menores de<br />

edad con adultos; incluso de niñas desde<br />

los 11 años, que están muy expuestas<br />

y no sólo por las condiciones económicas,<br />

sino por la violencia en los hogares<br />

y la descomposición en las familias.<br />

Por eso huyen y es cuando creen que<br />

encuentran a un “salvador”.<br />

Ese “salvador”las convence con regalos<br />

y también convence a sus padres y termina<br />

enamorando a la niña, embarazándola<br />

y forzando un concubinato. Y ello<br />

debido también a la pobreza que se vive<br />

especialmente en las áreas rurales.<br />

Hay también grandes carencias afectivas<br />

de las niñas que las hacen confundir<br />

esa seguridad que le da un hombre<br />

adulto con enamoramiento. Normalmente<br />

van a repetir un círculo de violencia<br />

machista.<br />

En muchos casos, las pequeñas son<br />

violadas y obligadas a casarse con su<br />

agresor. Aún pasan estas cosas pese a la<br />

existencia de leyes , como la 348 contra<br />

todo tipo de violencia contra la mujer,<br />

que se aplica en estos casos.<br />

Tampoco se aplica la sentencia que<br />

permite el aborto en caso de violación o<br />

estupro. Estamos en una negación de<br />

los avances jurídicos. Existen las leyes<br />

que nos sirven, pero debemos empoderarnos<br />

de ellas para defender a las<br />

mujeres, a las niñas.<br />

Matrimonios y uniones precoces en América Latina y el Caribe<br />

Guatemala<br />

30% 5%<br />

En el ámbito mundial, un 36% de<br />

mujeres entre 20 y 24 años de edad<br />

se casaron o tuvieron un vinculo<br />

marital antes de los 18 años;<br />

mientras que en América Latina y el<br />

Caribe es de 24%. En Bolivia, según<br />

datos publicados por<br />

UNICEF, el<br />

porcentaje es<br />

de 22%.<br />

Cuba<br />

41% 4%<br />

Belice<br />

26% 2%<br />

Honduras<br />

33% 8%<br />

El Salvador<br />

25% 6%<br />

Marco legal<br />

El matrimonio precoz<br />

vulnera derechos de<br />

niñas y adolescentes<br />

Costa Rica<br />

18% 3%<br />

Perú<br />

19% 2%<br />

Jamaica<br />

8%<br />

Colombia<br />

23% 4%<br />

Haití<br />

18% 3%<br />

Bolivia<br />

22% 3%<br />

40% 10%<br />

Guyana<br />

23% 5%<br />

Brasil<br />

36%<br />

Surinam<br />

18% 3%<br />

Antes de los 18<br />

Antes de los 15<br />

Paraguay<br />

17% 1%<br />

Fuente: Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF),<br />

Una aproximación a la situación de adolescentes y jóvenes en<br />

América Latina y el Caribe. / Gráfico: Ariel Aldana S. / Página Siete<br />

Código de Familias<br />

Tres artículos del Código de Familias<br />

se refieren a los matrimonios adolescentes.<br />

Es importante señalar<br />

que no establece ninguna diferencia<br />

ni mención a las uniones entre adultos<br />

e infantes.<br />

De manera excepcional,<br />

Art. 139se podrá constituir matrimonio<br />

o unión libre a los 16 años, siempre<br />

que haya autorización de los padres, tutores o<br />

a falta de ellos de la Defensoría de la Niñez y<br />

Adolescencia. Es válida la autorización verbal<br />

al momento de la celebración del matrimonio.


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Especial<br />

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7<br />

l La falta de datos<br />

evita que se puedan<br />

trazar estrategias de<br />

prevención efectivas<br />

en favor de las niñas<br />

y adolescentes.<br />

Página Siete / La Paz<br />

No hay cifras oficiales en Bolivia sobre<br />

el matrimonio precoz, que se constituye<br />

en una de las cinco vulneraciones<br />

graves a los derechos de las niñas y<br />

adolescentes. Aunque invisibilizado, el<br />

problema existe a contra ley - a veces tiene<br />

aval social- y con énfasis en áreas rurales. Va<br />

de la mano de los embarazos de menores de<br />

edad, de la pobreza y de la violencia.<br />

El matrimonio infantil es la unión formal<br />

o informal en la que uno o ambos contrayentes<br />

son menores de 18 años. La práctica<br />

es considerada como matrimonio forzoso<br />

porque no cuenta con el<br />

Las uniones<br />

libres<br />

te m p ra n a s<br />

violan todos<br />

los derechos.<br />

A menudo resultan<br />

en embarazos<br />

no<br />

deseados,<br />

maternida -<br />

des forzadas<br />

y alto riesgo<br />

de mortalidad<br />

materna.<br />

Ana Angarita,<br />

U N F PA<br />

consentimiento pleno e informado<br />

de una o ambas partes.<br />

La ley establece que, de<br />

manera excepcional, se podrá<br />

constituir matrimonio o<br />

unión libre de adolescentes<br />

de no menos de 16 años,<br />

siempre que haya autorización<br />

de los padres, tutores o a<br />

falta de ellos de la Defensoría<br />

de la Niñez y Adolescencia.<br />

En Bolivia, hay uniones de<br />

hecho de niñas, incluso de 12<br />

años, con hombres que les<br />

duplican o triplican la edad.<br />

“No hay datos”es la respuesta<br />

de los Servicios Legales Integrales<br />

Municipales (SLIM)<br />

y Defensorías de la Niñez y la<br />

Adolescencia cuando se<br />

aborda el tema.<br />

“Como ONU también hemos<br />

tenido dificultad en encontrar datos<br />

porque lo que existen son de estudios<br />

puntuales o de sistemas de información.<br />

Pero si nos preguntamos cuántos o qué<br />

porcentaje de adolescentes viven en matrimonios<br />

precoces, sus causas y sus consecuencias<br />

no podemos dar un cifra”, declaró<br />

Ana Angarita, representante para<br />

Bolivia del Fondo de Población de las Naciones<br />

Unidas (UNFPA).<br />

Según un informe de ONU-Mujeres<br />

publicado en 2016, en el mundo más de<br />

700 millones de mujeres se casaron o tuvieron<br />

una unión antes de cumplir los 18<br />

años. De ellas al rededor de 250 millones,<br />

antes de cumplir 15 años.<br />

El informe Una aproximación a la situación<br />

de adolescentes y jóvenes en América latina y el Caribe<br />

de Unicef, publicado en 2015, señala<br />

que en la región el 24% de las mujeres entre<br />

20 y 24 años se casaron antes de los 18. En<br />

Bolivia el parámetro es de 22% de adolescentes<br />

que se unieron antes de los 18 y 3%<br />

antes de los 15 años, según el estudio.<br />

Hay estadísticas que pueden orientar<br />

sobre el tema. Un dato importante es que<br />

en Bolivia, la población joven (hasta los<br />

29 años) representa, según el censo de<br />

2012, el 60,3% de la población. “Estamos<br />

hablando de un contingente bastante<br />

grande que demanda más en cuanto a necesidades<br />

para desarrollar su proyecto<br />

de vida”, explicó Angarita.<br />

Otro dato relevante es que, Bolivia ocupa<br />

los primeros lugares en la región en número<br />

de embarazos de adolescentes, aunque<br />

esa tasa ha disminuido. En cuatro<br />

años, según datos del Sistema Nacional<br />

de Información de Salud (SNIS), el número<br />

de embarazos y maternidad en adolescentes<br />

entre 15 y 19 años bajó en un 61,2%.<br />

De 90.005 casos reportados en 2013 a<br />

34.958 registrados hasta julio de 2017.<br />

“Se trata de una reducción significativa<br />

y positiva. Como Estado y como Ministerio<br />

de Salud, en un trabajo conjunto con<br />

los ministerios de Educación y de Justicia,<br />

se viene implementado campañas<br />

periódicas sobre la prevención del embarazo<br />

en la adolescencia”, afirmó entonces<br />

la ministra del área, Ariana<br />

Campero.<br />

El embarazo precoz es causa<br />

y consecuencia de las uniones<br />

ilegales entre adultos y<br />

infantes. En caso de estupro o<br />

violación de menores, el<br />

aborto es legal, según establece<br />

la sentencia constitucional<br />

206/2014, aprobada en<br />

febrero de 2014 por el Tribunal<br />

Constitucional Plurinacional.<br />

No obstante, la norma<br />

no se cumple a cabalidad; en<br />

muchos casos porque no se<br />

presentan denuncias y los padres<br />

de las niñas transan<br />

uniones con los agresores antes<br />

que demandas.<br />

De febrero de 2014 a enero<br />

de 2017 se registraron 120<br />

abortos legales al amparo de<br />

la sentencia constitucional<br />

206/2014, según un estudio en seis departamentos<br />

del país realizado por la organización<br />

no gubernamental IPAS Bolivia.<br />

Ante la falta de información sobre el<br />

número de matrimonios precoces a nivel<br />

regional, el UNFPA ha firmado un convenio<br />

con Plan Internacional para realizar<br />

un levantamiento de datos en seis países.<br />

Bolivia está entre ellos.<br />

“Todo este esfuerzo es para que salga una<br />

resolución de la Asamblea General de las<br />

Naciones Unidas sobre matrimonios infantiles.<br />

Con ella se puede bajar a los países<br />

para empezar a diseñar políticas que den<br />

respuesta a esta situación”, dijo Angarita.<br />

Las uniones libres tempranas violan<br />

además todos los derechos sexuales de la<br />

mujer. A menudo resultan en embarazos<br />

no deseados, maternidades forzadas y<br />

alto riesgo de mortalidad materna. “Y algo<br />

que resta investigar son los suicidios<br />

por embarazos tempranos y forzados”.<br />

Embarazos adolescentes en Bolivia<br />

En Bolivia un tercio de las muertes maternas ocurre en mujeres menores<br />

de 24 años de edad y un 14% en adolescentes entre 15 y 19. El porcentaje<br />

de embarazos es mayor en el área rural que en la urbana.<br />

90.005<br />

85.500 82.416<br />

65.916<br />

Paola Barriga, abogada<br />

“Ahora se puede actuar con la<br />

348 para denunciar el delito”<br />

34.958<br />

2013 2014 2015 2016 2017<br />

(julio)<br />

Casos Área urbana Área rural<br />

Dio a luz antes de los 15 0,80% 1,40%<br />

Dio a luz antes de los 18 7,10% 12,70%<br />

*En base a mujeres de 15 a 19 años de edad<br />

Fuente: INE, ENSDA 2016, UNFPA. / Gráfico: Ariel Aldana S. / Página Siete<br />

Aunque el Código de Familias excepcionalmente<br />

permite matrimonio<br />

de adolescentes no menores<br />

de 16 años, con autorización de<br />

sus apoderados, las uniones de menores<br />

de edad con adultos son delitos, explica<br />

la abogada Paola Barriga.<br />

Las uniones precoces ¿son legales?<br />

En absoluto, son ilegales porque se<br />

debe precautelar al menor de edad.<br />

Incluso de forma constitucional un<br />

adolescente de 18 años tan sólo tiene<br />

derecho a sufragar. El hecho que haya<br />

matrimonios o concubinatos con un<br />

menor de edad o entre adolescentes<br />

no está permitido.<br />

Pero estas convivencias se dan,<br />

¿por qué la ley no actúa?<br />

Hay delitos que en materia penal<br />

llamamos intuito persona, es decir que<br />

si tú no los denuncias no tienen efecto.<br />

Los concubinatos de menores de<br />

edad con alguien mayor se califican<br />

como estupro, pero si están consentidos<br />

por papá y mamá, nadie denuncia<br />

y esa menor no se siente víctima de un<br />

hecho delictivo, no se genera un delito<br />

a investigar.<br />

¿Las leyes de protección a la mujer<br />

no pueden ser aplicadas?<br />

Ahora sí se puede actuar con la 348<br />

bajo el amparo de violencia intrafamiliar,<br />

por que si yo mamá o papá estoy<br />

consintiendo esa unión estoy actuando<br />

con violencia contra mi hija.<br />

En ese caso la norma nos da la posibilidad<br />

que incluso un tercero pueda<br />

denunciar y se constituya en un hecho<br />

delictivo. Ahí se debe ver cuál es<br />

el motivo porque el que se está consintiendo<br />

la convivencia: No hay que<br />

olvidar que se puede estar dando al<br />

interior un tema de trata o violación.<br />

En países de la región se está prohibiendo<br />

esa práctica, ¿qué pasa en Boliv<br />

ia?<br />

Acá no existe una norma específica<br />

que prohíba; ni siquiera hay rigurosidad<br />

para los procesos y peritajes que<br />

se hacen a las menores en hechos de<br />

violación. Hay casos en los que las<br />

muchachas se arman de valor para denunciar<br />

pero al llegar a las instancias<br />

forenses no encuentran objetividad.<br />

Lamentablemente si bien hay leyes<br />

maravillosas no tenemos un personal<br />

idóneo para su aplicación.<br />

El Código de Familias determina<br />

los 16 años como la edad mínima para<br />

contraer matrimonio, siempre y<br />

cuando haya una autorización de los<br />

padres y legaliza las uniones libres<br />

que esconden a la mayoría de las convivencias<br />

tempranas.<br />

El matrimonio o unión<br />

Art. 170libre entre menores a la<br />

edad requerida, se revalida por el lapso del<br />

tiempo que hiciere falta para que los cónyuges<br />

alcancen la edad determinada por el Código, si<br />

siendo púberes hubieren hecho vida en común<br />

durante dicho lapso o si hubieren concebido.<br />

este articulo del Códi-<br />

Penal señala que in-<br />

Art. 309go<br />

curre en estupro el mediante seducción o engaño<br />

tuviere acceso carnal con una mujer que<br />

hubiere llegado a la pubertad y fuere menor de<br />

17 años. La sanción es la privación de libertad<br />

de dos a seis años de edad.


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Minas de Potosí<br />

Daniela: Mi papá me pega, no sé<br />

si para librarme me debo casar<br />

Leny Chuquimia / Po rc o<br />

“<br />

Mi papá me pega mucho, me insulta<br />

todo el tiempo, me grita . Mi chico<br />

no es así, quisiera juntarme con<br />

él, estaría mejor”, dice Daniela en un<br />

aula del colegio de Porco. Tiene 15 años<br />

y un embarazo de tres meses.<br />

Hasta hace algún tiempo, le gustaba<br />

arreglarse y tomarse fotos para subirlas<br />

al Facebook, pero hace varios meses que<br />

no lo hace. Sus manos están llenas de cicatrices,<br />

hay moretones en su rostro y<br />

viste muchas capas de ropa para esconder<br />

su vientre que empieza a crecer.<br />

El padre de su bebé tiene nueve años<br />

más que Daniela y trabaja en la mina.<br />

“En la Defensoría nos han prohibido<br />

vernos, pero no importa; él dice que me<br />

va a esperar”, afirma la joven. Ve en él, su<br />

primer amor, un escape al miedo y a la<br />

violencia de su casa.<br />

Daniela y su pareja viven en Porco, uno<br />

de los municipios mineros de Potosí,<br />

donde los hombres entran a los socavones<br />

desde los 12 años. A los 20 años, la<br />

mayoría de los jóvenes ya tienen por lo<br />

menos dos hijos.<br />

A ese pueblo acunado por montañas<br />

teñidas de colores por el mineral, a diario<br />

llegan desde otras comunidades<br />

hombres jóvenes “para probar la suerte<br />

del Tío de la mina”. Llevan consigo a sus<br />

l El machismo origina círculos de violencia<br />

familiar. Para escapar muchas niñas,<br />

erradamente, se unen en concubinatos.<br />

esposas, muchachas que pocas veces pasan<br />

de los 16 años. Muchas de ellas también<br />

huyeron del maltrato que<br />

sufrían en sus hogares. Aceptaron<br />

concubinatos como salvavidas<br />

momentáneos que, a<br />

la larga, perpetúan la violencia.<br />

“Mi papá mucho nos pegaba<br />

a mi mamá y a mí. Cuando he<br />

conocido a mi esposo, bonito<br />

hablaba: el hombre no debe<br />

pegar a la mujer, me decía y<br />

que nos escapemos a la mina<br />

porque se gana bien. Como yo<br />

ya había conocido hombre me<br />

han votado de mi casa y me he<br />

juntado con él. Me arrepiento<br />

porque ahora cuando está borracho<br />

me pega”, cuenta Flora<br />

en el centro de salud de Porc<br />

o.<br />

Tiene 16 años y un bebé de tres semanas.<br />

Flora llegó a Porco con esposo de 31<br />

años desde “más allá de Macha”.<br />

“Tal vez<br />

sería mejor<br />

juntarme con<br />

mi chico, así<br />

mi papá ya no<br />

me maltrataría<br />

. Mi pareja<br />

dice que voy<br />

a seguir estudiando,<br />

pero<br />

¿por ahí no es<br />

así?”<br />

Daniela,<br />

a d o l e s c e n te<br />

e m b a ra z a d a<br />

El 2017 el hospital del centro minero<br />

reportó 47 embarazos en adolescentes.<br />

De ellos menos de cinco correspondían<br />

a muchachas del municipio.<br />

“Son casos de parejas<br />

que llegan de otros lugares, son<br />

migrantes. Por eso no podemos<br />

identificar ni a los progenitores<br />

de la menor gestante ni aplicar<br />

campañas de prevención. Pero<br />

cuando vienen ya implementamos<br />

la planificación familiar”,<br />

señala el encargado de obstetricia.<br />

Daniela conoció a su pareja<br />

hace dos años; cuando ella tenía<br />

13 y él 21 años. Le dio un celular<br />

y otros regalos; de a poco<br />

se convirtió en su confidente.<br />

El año pasado después de una<br />

fiesta se la llevó con él; el “ro b o”<br />

es una práctica común en la región para<br />

empezar el concubinato.<br />

“Me quedé con él dos días. Al tercero<br />

me dijo que quería hablar con mi padre.<br />

Fuimos pero mi papá no quiso recibirle<br />

ni escucharle. A mí me encerró en la casa<br />

y me dio una paliza”, relata.<br />

Daniela recuerda ese episodio como<br />

un sueño borroso. No veía nada de tantos<br />

golpes y sentía como por nariz y boca<br />

le escurrían hilos de sangre. Su padre<br />

también le fracturó un brazo.<br />

Su madre corrió a buscar ayuda a la<br />

Defensoría pero ésta estaba cerrada. “De<br />

ahí fuimos a la Policía, pero ellos me pusieron<br />

en una esquina mirando a la pared<br />

y no me dejaron hablar. Le dijeron a<br />

mi mamá que no se meta, que mi papá<br />

era hombre y sabía lo que hacía, que podía<br />

matarme porque tenía derecho”.<br />

La entonces trabajadora social del<br />

SILM Marcela Quispe se enteró del caso<br />

días después. “La Policía no hizo ningún<br />

registro pero la abuela pidió que le ayudemos<br />

a que se reconozca al bebé”.<br />

Aunque no hizo nada por proteger a<br />

Daniela de la violencia paterna, la Defensoría<br />

advirtió un caso de estupro:<br />

“Dicen que si me voy con mi chico es un<br />

delito porque es mayor. Yo no sabía eso,<br />

él me quiere”, dice la quinceañera. La familia<br />

del varón pide a la pareja que “se<br />

junte de una vez”. Pero Daniela duda.<br />

Ella quiere estudiar y tener una carrera.<br />

En Porco, ni autoridades de la Policía<br />

ni de la Defensoría quisieron hablar del<br />

caso de Daniela.


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9<br />

Agua Castilla, Potosí<br />

Mujeres con guardatojos luchan<br />

contra el embarazo precoz<br />

Leny Chuquimia / Agua Castilla<br />

¡<br />

Ya has tenido un hijo para mí. Eres y<br />

serás mi mujer!, le increpó a la salida<br />

del colegio antes de asestarle un golpe<br />

tan fuerte que la tumbó. Carolina tenía<br />

16 años y llevaba a su bebé de meses<br />

en brazos; pero nadie la defendió.<br />

Carolina había decidido irse de su hogar,<br />

ese en el que por un par de semanas<br />

vivió con su pareja. Apenas dio unos pasos<br />

fuera del colegio en el que estudiaba<br />

cuando sintió el primer golpe y no logró<br />

incorporarse para protegerse de los siguientes.<br />

Nadie la ayudó pues en Agua<br />

Castilla, comunidad minera del municipio<br />

potosino de Porco, la idea que el<br />

hombre tenía todos los derechos sobre<br />

“su mujer”era el común denominador.<br />

Han pasado seis años de todo ello. Carolina<br />

es parte de una generación que<br />

“Lo deje y<br />

escapé a Potosí.<br />

Ahí trabajé<br />

y terminé<br />

el colegio.<br />

Pero aún así<br />

donde me<br />

veía me pegaba.<br />

Decía que<br />

aunque tuviera<br />

una esposa<br />

yo le<br />

per tenecía<br />

porque ya había<br />

tenido un<br />

hijo de él”.<br />

Carolina L.<br />

fue madre a<br />

los 15 años.<br />

–junto a clubes de madres,<br />

profesores y autoridades–<br />

ha decidido<br />

prevenir el embarazo<br />

adolescente, la violencia<br />

contra la mujer, el<br />

machismo y las uniones<br />

tempranas y forzadas.<br />

Situaciones que forman<br />

parte de un círculo del<br />

que pocas logran salir.<br />

“Aprendí a la fuerza.<br />

Cuando empecé a enamorar<br />

todo era bonito.<br />

Claro, entonces yo era<br />

chica, tenía 14 años, y él<br />

era cinco mayor”, dice.<br />

El día que ella cumplió<br />

15, el que sería el<br />

papá de su primer hijo<br />

le prometió una sorpresa.<br />

Le regaló flores y con<br />

los ojos vendados la<br />

condujo por las calles<br />

del pueblo hasta su habitación. En medio<br />

de la penumbra el le pidió la “fa m o s a<br />

prueba de amor”.<br />

“Al principio yo no entendía de qué<br />

hablaba, pero ahora que ya todo pasó<br />

aprendí que eso no era amor. Fue la primera<br />

vez que tuve relaciones y me embara<br />

c é ”, relata la joven.<br />

Al enterarse, él se fue al cuartel y no<br />

volvió sino hasta después de que el niño<br />

nació. A su retorno dio su apellido al niño<br />

y ambos hablaron de vivir juntos. Pese<br />

a que los papás de Carolina no estaban<br />

de acuerdo, nadie pudo impedir el concubinato<br />

que duró menos de un mes.<br />

“Tenía 15 años y pensé que no me quedaba<br />

otra salida que irme con él. En esas<br />

semanas casi me mata, me pegaba todos<br />

los días mi hijo veía y lloraba, hasta hoy<br />

tiene pesadillas. Luego me enteré que<br />

tenía esposa y otro hijo que había nacido<br />

poquito antes que el mío”, cuenta.<br />

Hasta entonces, Carolina había estudiado<br />

con su hijo a cuestas. Ayudada por<br />

sus compañeros, había decidido abandonar<br />

a su pareja; lo que ratificó después<br />

de las golpizas y agresiones.<br />

l El pueblo minero Agua Castilla marchó<br />

contra la violencia hacia las mujeres y se<br />

organiza para combatir el machismo.<br />

“Ya había salido de mi casa y con qué<br />

cara iba a volver con mis papás. Me fui a<br />

Potosí, ahí trabajé y terminé el colegio.<br />

Pero donde él me veía me pegaba. Aunque<br />

estaba casado, repetía que yo le pertenecía”,<br />

recuerda.<br />

Madres, estudiantes y guardatojos<br />

En 2016, el cuerpo de Marlene Choque<br />

Villa, de 25 años, fue encontrado sin vida<br />

en los alrededores del pueblo Agua de<br />

Castilla. Ella también tuvo su primer<br />

hijo muy joven y empezó a convivir con<br />

el padre del niño antes de salir del colegio.<br />

Su asesino fue su expareja.<br />

No era la primera vez que se registraba<br />

un feminicidio, pero sí la primera cuando<br />

toda la población , indignada, exigió<br />

un alto. Madres, estudiantes, mineros y<br />

autoridades emprendieron una marcha<br />

rumbo a Potosí pidiendo justicia para<br />

Marlene. Meses después repetían el peregrinaje<br />

por la violación de una niña.<br />

La extrabajadora social del SLIM y la<br />

Defensoría de la Niñez y la Adolescencia<br />

de Porco, Marcela Quispe, señala que el<br />

municipio minero arrastra una fuerte<br />

carga machista y que el alto consumo de<br />

“Una vez<br />

encargué a un<br />

muchacho<br />

que ayude a<br />

servir el desayuno<br />

escolar<br />

en el curso.<br />

Me respondió<br />

que él no hacía<br />

eso, que<br />

era cosa de<br />

mujeres ”.<br />

B e r n a rd i ta<br />

M o n te s i n o s ,<br />

profesora de<br />

Agua Castilla<br />

alcohol genera olas de violencia contra<br />

la mujer. Los varones ingresan a trabajar<br />

a la mina desde los 12 años y a los 15 ya beben<br />

a la par de sus progenitores.<br />

En lugar de lazos de comunicación y<br />

amor para los hijos hay maltrato y violencia<br />

y ello incide en los embarazos<br />

adolescentes. La misma situación se ha<br />

repetido a lo largo de generaciones.<br />

“Desde el 2013 se ha trabajado en temas<br />

de prevención mediante el teatro.<br />

Al principio eran apenas unos seis alumnos<br />

pero ahora tenemos 12 grupos que<br />

también hacen música y que hablan de<br />

violencia, alcoholismo, machismo, embarazo<br />

adolescente y uniones tempranas.<br />

Poco a poco la forma de pensar está<br />

cambiando. Las cifras de embarazos<br />

dentro del colegio han bajado”, comenta<br />

la profesora Bernardita Montesinos.<br />

Cuando ella llegó al establecimiento,<br />

hace ocho años, encontró niñas y adolescentes<br />

introvertidas y tímidas. Ninguna<br />

tenía planes a futuro,<br />

salvo formar una<br />

familia, lo que hacían<br />

incluso antes de salir<br />

del colegio.<br />

“Recuerdo que una<br />

vez encargué a un muchacho<br />

servir el desayuno<br />

escolar. Me respondió<br />

que eso era cosa de<br />

mujeres. Con el teatro,<br />

serio o chistoso, hemos<br />

visibilizado este problema”,<br />

comenta.<br />

Después de cinco<br />

años, ahora ve un cambio.<br />

Las chicas asumen<br />

roles de liderazgo en la<br />

dirigencia estudiantil y<br />

quieren seguir carreras<br />

universitarias. “Sienten<br />

y saben que pueden decidir<br />

sobre su cuerpo y sobre su vida”.<br />

La madre de familia Maribel Quispe<br />

explica que abordar estos temas no fue<br />

fácil porque al principio ni los directores<br />

del colegio ni los padres querían que a<br />

los estudiantes se les hable de embarazos<br />

o de violencia. Ahora ya hay una red<br />

de prevención y ella es la presidenta.<br />

“Aún no hemos logrado entrar a Porco<br />

porque la misma población se resiste,<br />

pero en Agua Castilla hay más conciencia.<br />

Al principio yo misma mentía para ir<br />

a las reuniones porque mi esposo y mis<br />

hijos pensaban que sólo debía atenderles<br />

a ellos, ahora me apoyan”, dice doña<br />

Maribel, esposa y madre de mineros.<br />

Carolina ahora tiene 21 años y recuerda<br />

su experiencia con tristeza y rabia pero<br />

también con esperanza. Rehizo su vida,<br />

tuvo un segundo hijo y se casó con un<br />

hombre que la ama y respeta.<br />

Con orgullo, la “p ro f e” B ernardita<br />

cuenta que en el festival de teatro del<br />

club de madres de 2017 por primera vez<br />

participaron hombres “con todo y guardatojos”en<br />

una obra antimachista. Uno<br />

de ellos era el esposo de Carolina.


10 Página SIETE J u eve s 8 de marzo de 2018<br />

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Departamento de Tarija<br />

Jackeline llevó a la cárcel al<br />

“m a r i d o”de quien escapó<br />

Liliana Carrillo V. / Tarija<br />

Cuando tenía 12 años, Jackeline fue<br />

violada, embarazada y obligada a<br />

convivir con su agresor de 38 años.<br />

En cuanto pudo huyó con su bebé de su<br />

casa en Bermejo y halló refugio en un albergue<br />

de Tarija. Estudió y esperó pacientemente<br />

para, al cabo de años, iniciar una<br />

demanda contra el hombre que “hizo de<br />

su infancia una pesadilla”.<br />

Su padre tenía una discapacidad física<br />

que lo hacía especial, como especial era<br />

la mujer con la que se casó. Jackeline<br />

perdió a su progenitor cuando tenía 9<br />

años y a los 11 ya tenía padrastro. Era un<br />

hombre más joven que su madre y que,<br />

se rumoreaba en el pueblo, vivía a costa<br />

de ella. Trabajo no se le conocía.<br />

A los 12 años Jackeline fue violada por<br />

su padrastro. Su madre, que sabía del<br />

abuso constante, no hizo nada por detenerlo.<br />

“No quería que él se vaya e intentó<br />

retenerlo incluso a costa de su hija”,<br />

cuenta Karina Flores, responsable del<br />

Servicio Legal Integral Municipal<br />

(SLIM) dependiente de la Secretaría de<br />

la Mujer y la Familia de Tarija.<br />

Jackeline resultó embarazada a los 13<br />

años y huyó de su Bermejo natal. En la<br />

ciudad de Tarija encontró cobijo en el albergue<br />

Vida Digna que atiende a niñas y<br />

adolescentes víctimas de violencia.<br />

l Cuando tenía 12 años, fue violada,<br />

embarazada y obligada a convivir con su<br />

agresor de 38 años.<br />

Allí conoció Karina a Jackeline. “Se esforzó<br />

mucho, por ella y su bebé. Logró<br />

estudiar enfermería y mantenerse con<br />

mucho esfuerzo”, relata. Después<br />

de años, la joven inició el<br />

proceso contra el hombre que<br />

la violó cuando era una niña.<br />

Hubo un juicio y una sentencia:<br />

20 años de cárcel para el<br />

ag re s o r .<br />

“Es un caso entre pocos en<br />

los que hubo respuesta de la<br />

justicia”, comenta la responsable<br />

del SLIM de Tarija. En su<br />

experiencia, hay uniones de<br />

menores con sus agresores que<br />

nunca se denuncian y hasta se<br />

aceptan socialmente.<br />

“Por razones culturales, en<br />

muchas comunidades, los padres<br />

de familia no entienden que cuando<br />

un hombre mayor embaraza a una<br />

menor de edad hay un delito; que es el<br />

estupro. Hace falta aún orientación”,<br />

sostiene la abogada.<br />

“Por razones<br />

culturales,<br />

los padres<br />

no entienden<br />

que<br />

cuando un<br />

hombre mayor<br />

embaraza<br />

a una menor<br />

hay delito de<br />

estupro”.<br />

Karina Flores,<br />

SLIM<br />

En la gestión 2017, la Defensoría de la<br />

Niñez de Tarija atendió 203 causas de<br />

delitos sobre la libertad sexual de menores:<br />

violaciones, estupros o<br />

corrupción de niños niñas y<br />

adolescentes.<br />

“Al menos una decena fueron<br />

de menores embarazadas por<br />

adolescentes o por adultos, lo<br />

que se constituye en delito de<br />

e s t u p ro”, explica el responsable<br />

de la Defensoría, Ramiro<br />

Pérez. No hay datos sobre los<br />

casos concluidos.<br />

En San Lorenzo, el año pasado<br />

una mujer denunció que su<br />

exmarido había “s e c u e s t ra d o”<br />

a su sobrina con intenciones de<br />

vivir con ella. La niña, de 13<br />

años, había logrado escapar del<br />

agresor. El caso aún está en investigación.<br />

“Pero es un avance que se haya presentado<br />

una denuncia”, asegura Pérez.<br />

Hace tres años, la Defensoría del Pueblo<br />

de Tarija denunció públicamente el<br />

caso de un supuesto matrimonio forzado<br />

entre una menor, víctima de violación,<br />

con su agresor. El enlace ilegal permitió<br />

al imputado salir del penal Morros<br />

Blancos donde estaba detenido.<br />

“Lamentablemente se traban los procesos<br />

en los juzgados. En Tarija hay una<br />

sola juez de familia y ello deriva en retard<br />

a c i ó n”, asegura Patricia Paputsakis, secretaria<br />

de la unidad de la Mujer y la Familia<br />

del gobierno municipal de Tarija.<br />

Asegura que desde su despacho se llevan<br />

adelante una serie de acciones en<br />

miras al empoderamiento de las mujeres<br />

y de los niños, niñas y adolescentes. “Pa -<br />

ra que estén consientes de sus derechos<br />

y los hagan respetar”.<br />

“Creemos que una de las claves es la<br />

prevención y la educación. Por eso para<br />

evitar los matrimonios precoces, trabajamos<br />

en la prevención de los embarazos<br />

en adolescentes”, explica Paputsakis.<br />

Brigadas integrales orientan y<br />

atienden a los alumnos y alumnas de<br />

las 76 unidades educativas del municipio,<br />

dice.<br />

Para la directora del SLIM, la clave está<br />

en la educación. “Que los padres sepan<br />

que las niñas son un tesoro, que tienen<br />

derecho a vivir su niñez. Esa es responsabilidad<br />

compartida”. Y cierra la historia:<br />

Jackeline tiene un segundo hijito, está<br />

casada, tiene trabajo...es feliz.


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11<br />

Penal Morros Blancos<br />

Defensoría: Forzaron a una niña a<br />

casarse para liberar a su violador<br />

Página Siete / Tarija<br />

l El caso fue denunciado en la ciudad de<br />

Tarija. Tres años después no hay resultados<br />

de la investigación.<br />

En 2015, la representación del Defensor<br />

del Pueblo en Tarija denunció un<br />

matrimonio forzado de una menor<br />

de 13 años con su violador. El enlace ilegal<br />

había permitido al imputado salir de la cárcel.<br />

Han pasado tres años y no hay resultados<br />

en el caso.<br />

“Seguimos a la espera de alguna determinación<br />

de la justicia sobre aquel caso viciado<br />

de ilegalidad”, explicó la actual representante<br />

del Defensor del Pueblo en Tarija,<br />

Carola Romero. La denuncia fue presentada<br />

por la anterior gestión, encabezada<br />

por Gladys Sandoval Salgado.<br />

De acuerdo a la investigación policial,<br />

en agosto de 2015 se realizó en el penal de<br />

Morros Blancos el matrimonio entre el<br />

acusado de violación y la muchacha menor<br />

de edad, su supuesta víctima.<br />

“Han hecho aparecer un certificado de<br />

matrimonio de un oficial de Registro Civil.<br />

Hicieron el documento a raíz de la investigación.<br />

Dijeron que el matrimonio<br />

fue efectuado dentro del penal, pero resulta<br />

que según los cuadernos de ingreso<br />

en las fechas en las que se legaliza la<br />

unión ni el oficial de Registro Civil ni la<br />

menor entraron al penal a realizar el mat<br />

r i m o n i o”, aseguró la entonces representante<br />

de la Defensoría.<br />

El abogado defensor del acusado sostuvo<br />

que el enlace había sido por consentimiento<br />

de la madre de la niña.<br />

La ley establece que de manera excepcional<br />

se podrá constituir matrimonio<br />

o unión libre de adolescentes<br />

de no menos de 16<br />

años siempre que haya autorización<br />

de los tutores. No obstante,<br />

las uniones de infantes<br />

con adultos son consideradas<br />

delitos de estupro o violación.<br />

“La figura que se ha presentado<br />

es violación y así está la imputación<br />

formal en contra de la<br />

persona de 28 años que ha tenido<br />

relaciones sexuales con una<br />

niña, incluso antes de cumplir<br />

los 13 años, ella tenía 12 años en<br />

ese momento”, era el argumento<br />

de la Defensoría<br />

La madre de la víctima se sumó<br />

a la denuncia. “Se trata de un matrimonio<br />

ilegal, obligado, armado, que solo<br />

tuvo el objetivo de dar libertad al agresor de<br />

mi hija”, declaró entonces ante la prensa.<br />

“Se precisa<br />

trabajo de<br />

varias instancias<br />

para concientizar<br />

a la<br />

población de<br />

que no es<br />

normal que<br />

una niña viva<br />

en concubinato<br />

con un<br />

a d u l to”.<br />

Carola Romero,<br />

defensora del<br />

Pueblo, Tarija.<br />

Han pasado tres años de aquellos hechos<br />

y ha cambiado la delegada del Defensor<br />

del Pueblo. Hoy, Carola Romero<br />

lamenta que no haya avances en<br />

ese caso.<br />

“Cuando el acusado ha admitido<br />

que la menor lo estaría frecuentado<br />

en el penal Morros<br />

Blancos, se estaría continuando<br />

con la victimización de la<br />

menor de edad. No se presentaron<br />

los resultados de la investig<br />

a c i ó n”, asegura.<br />

En los dos años de su gestión<br />

como representante del Defensor<br />

del Pueblo, Romero ha atendido<br />

denuncias relacionadas a<br />

retardación de justicia en casos<br />

de estupro o violaciones de menores,<br />

procedentes mayormente<br />

de las áreas rurales de Tarija.<br />

“Estos enlaces de infantes con adultos,<br />

donde en toda circunstancia el consentimiento<br />

está viciado, se registran más en<br />

las comunidades de los valles y del Chac<br />

o”, dice la abogada.<br />

La consecuencia de los matrimonios<br />

forzados son los embarazos precoces, las<br />

situaciones de dependencia emocional y<br />

la frustración del futuro de las niñas -reitera<br />

Romero-. Normalmente hay violaciones<br />

y abusos a las niñas , casos en los<br />

que se debe aplicar la Ley 348.<br />

“Se precisa el trabajo de varias instancias<br />

para que se logre conscientizar a la<br />

población de que no es normal que una<br />

menor de edad tenga una relación de<br />

concubinato con un adulto, ni que haya<br />

esposas niñas. Como Defensoría del Pueblo<br />

cuando conocemos un hecho de esa<br />

naturaleza, hacemos el seguimiento para<br />

evitar la retardación de justicia”, explica<br />

la delegada.<br />

Recuerda un caso, en Villamontes, en<br />

el que una quinceañera vivía con un hombre<br />

de más de 50 años, que además estaba<br />

casado. La joven estaba obligada además<br />

a realizar trabajos domésticos y sufría<br />

constantes castigos y agresiones.<br />

“La ley es clara en estos casos: la menor<br />

de edad es siempre la víctima y el responsable<br />

es el adulto. No se puede acusar a<br />

una niña y menos aún revictimizarlas.<br />

Estas situaciones evidentemente están<br />

relacionadas con la idiosincrasia. Hay<br />

que empoderar a las mujeres y a los mismos<br />

varones”, aconseja.


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San Buenaventura, Norte de La Paz<br />

Pobreza, el velo que cubre a las<br />

niñas que se vuelven esposas<br />

Leny Chuquimia / San Buenaventura<br />

l Las comunidades aceptan la unión de<br />

menores con hombres que les doblan la edad<br />

en miras a mejorar su calidad de vida.<br />

Samaí H. tiene 13 años y hace unos<br />

meses se convirtió en mamá. La noticia<br />

de su embarazo le cambio la<br />

vida. Dejó la escuela y –como le pasó a su<br />

madre, su abuela y a muchas mujeres de<br />

su comunidad–fue “e n t re g a d a ”al padre<br />

de su hijo, como su “esposa”.<br />

“Todavía no me he juntado bien. No sé<br />

qué será cuando vuelva a la comunidad<br />

con el niño”, dice la niña con el acento típico<br />

del norte de La Paz. Llegó al hospital<br />

de San Buenaventura desde Tumupasa<br />

donde dio a luz a un bebé prematuro. Su<br />

vientre aún está hinchado y sus pechos<br />

diminutos, sin una gota de leche para el<br />

hijo que duerme en una incubadora.<br />

Relata que conoció a su “p a re j a ”hace<br />

poco más de un año –él tenía 22 y ella no<br />

había cumplido 12–, que se hizo su amigo,<br />

que le daba regalos, que después se<br />

convirtió en su enamorado y que ahora,<br />

que iba a nacer su hijo, prefirió quedarse<br />

trabajando en Tumupasa. “Él es mayor…<br />

pero allá es lo normal ”, justifica.<br />

En el hospital de San Buenaventura<br />

hace poco atendieron el parto de una niña<br />

de la misma edad de Samaí. “Hicimos<br />

la denuncia a la Defensoría, pero sus padres<br />

decidieron entregar a la pequeña a<br />

su pareja –de 30 años– y formalizar la<br />

unión. No pudimos hacer nada más”, dice<br />

el director interino del nosocomio,<br />

Santos Gutiérrez.<br />

“El es mayor…pero<br />

aquí eso es<br />

normal. Todavía<br />

no me<br />

he juntado<br />

bien. No sé<br />

qué será<br />

cuando vuelva<br />

a la comunidad<br />

con<br />

elbebé”.<br />

Samaí H.,<br />

mamá de13 años<br />

de edad.<br />

Las embarazadas primerizas<br />

que llegan al hospital referencial<br />

del norte paceño provienen<br />

de pueblos alejados.<br />

Tienen 13, 14 ó 15 años y conviven<br />

con hombres que les doblan<br />

o triplican la edad en<br />

uniones libres o matrimonios<br />

de hecho. Para sus familias y<br />

comunidades esta situación es<br />

“totalmente normal”.<br />

“A veces, las familias son tan<br />

pobres y numerosas que prácticamente<br />

se ven obligadas a<br />

entregar a sus hijas, piensan<br />

que ellas tendrán mejor vida.<br />

Eso prometen los hombres pero<br />

al final las abandonan”, lamenta<br />

el galeno.<br />

Samaí tiene seis hermanos, cuatro son<br />

mujeres y la menor apenas tiene tres<br />

años. Sólo los varones son bachilleres;<br />

ellas se embarazaron o se fueron a la zafra<br />

de castaña. “Yo también me hice de<br />

familia muy joven, a los 15 ya tenía mi<br />

primer hijo. Así es la vida aquí”,<br />

cuenta su madre.<br />

Para el director municipal de<br />

Educación de San Buenaventura,<br />

Alcides Torres, las uniones<br />

precoces truncan el desarrollo<br />

personal y las oportunidades<br />

de niñas y adolescentes, lo que<br />

consolida la cadena de pobreza<br />

para la mujer. “Una vez que forman<br />

su familia dejan de estudiar.<br />

Por eso hemos abierto un<br />

centro alternativo para mamás<br />

y el año pasado hemos tenido<br />

36 graduadas”, cuenta.<br />

Asegura que el municipio ha<br />

tratado de intervenir en estas<br />

uniones pero no ha tenido resultados.<br />

“En un caso, la joven<br />

desapareció. La encontramos con un<br />

hombre mayor y empezamos la denuncia<br />

por estupro. Él fue detenido pero la<br />

adolescente intentó envenenarse. El padre,<br />

por miedo, ha entregado a su hija”.<br />

Y es que la sociedad admite el concubinato<br />

y maternidad en menores de<br />

edad. “Hace falta educación. Lamentablemente,<br />

la comunidad ve el tema como<br />

algo admisible, normal y natural”,<br />

dice la directora del SLIM y la Defensoría<br />

de la Niñez y la Adolescencia de San<br />

Buenaventura, Helen Jiménez.<br />

Al igual que en otros regiones del país,<br />

en el norte paceño no hay datos sobre<br />

cuántas niñas y adolescentes viven o vivieron<br />

en esta situación. Se estima, no<br />

obstante, que el 50% de las menores de<br />

18 años conviven con una pareja contemporánea<br />

o que les dobla la edad.<br />

“Lo que sabemos es que gran parte de<br />

las muchachas que se casan antes de los<br />

15 años proceden de familias de bajos recursos.<br />

Al conseguir un marido –s o b re<br />

todo cuando éste es mayor– su estatus<br />

económico mejora, incluso su alimentación<br />

y su forma de vestir mejoran. Por<br />

eso sus padres o ellas mismas buscan pareja,<br />

piensan que van a mejorar su vida.<br />

No nos queda más que apoyarlas para<br />

que tengan una convivencia pacífica”,<br />

sostiene Jiménez.<br />

Samaí mira a su hijo de lejos. No lo toca,<br />

no lo abraza, no tiene planes para su<br />

futuro ni el de ella. “Antes tampoco tenía<br />

ningún plan. Ha sido un descuido”, dice<br />

con voz quedita, de 13 años.

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