Cosas del tango y del lunfardo - edUTecNe

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edUTecNe COSAS DEL TANGO Y EL LUNFARDO- Eduardo Giorlandini En el ritual mafioso, además del beso en la mano se da al jefe mafioso (a Frank Sinatra se le atribuye formar parte de la Mafia porque se lo vio varias veces besar las manos de jefes mafiosos, uno de ellos, en Sicilia, Calogero Vizzini), el beso que se da en la mejilla significa que el besado está condenado a muerte. Otro beso mafioso es el que se dan como signo de hermandad y paz. Fruttero Lucentini, en ¨La Noche del Gran Mafioso¨, registra este diálogo: -No, no, ¿qué te imaginas’ Era el signo de paz, ¿comprendes? Lo abrazó y lo besó, diciendo: Intercambiemos el signo de paz... -Mamá, por favor, ¿no entiendes? Es muy importante; ¿no entiendes que es exactamente igual al abrazo de los ... al beso típico de la ...? -De la mafia -dijo Cottino. Finalmente, la expresión ¨besos mafiosos¨ alude a los cinco besos rituales entre jefes mafiosos. En el libro de Jacques Kermol, ¨La Onorata Societa¨ se puntualiza en concepto: ¨Don Calo le levantó y ambos se besaron en las mejillas cinco veces. Un beso por la estimación, otro por la justicia, uno por el respeto, otro por la Cosa y el último por la organización¨. Higos y chumbos Nadie podría asegurar que -excepto los casos de ritualismo- los mafiosi, ¨mafiosos¨, aceptaran solamente determinadas comidas. Sin embargo, éstas formaban parte de un modo de ser, de un estilo de vida cotidiano. Los sicilianos, lejos de su ¨nación¨, la regione, ¨región¨, las consumían con agrado y nostalgia. Era una de las tantas maneras de expresar la terra dinessuno, ¨tierra de nadie¨, la terra nata, ¨tierra natal¨ o la terra tragica, ¨tierra trágica¨, que era Sicilia. Así lo vemos al padrino de la obra de Puzo desayunarse con salami, ¨salame¨, panino, ¨panecillo¨, café con anís y luego grappa; o a cualquier terrone (siciliano, hombre del sur) saborear la zuppa papale, ¨sopa papal¨, una espesa crema de huevo perfumada con canela y mandarina (esta última, la mandarina, de creación siciliana, que en muchos textos se traduce como ¨naranja¨, pero que como todos saben no es lo mismo). También es posible hablar sobre los higos, una fruta común a muchos pueblos, particularmente españoles e italianos. Pero el higo de Barbaria, el higo chumbo, proliferaba en Sicilia y de chicos los tomábamos en los potreros o baldíos, donde las plantas crecían sin obstáculos, en la Argentina. De mis notas se me escapó la autoría y la obra donde se los describía así: ¨Bajo sus hojas, anchas como raquetas y terriblemente espinosas, los higos de Barbaria, color capuchino, son bellos como joyas, tanto que uno olvida que su fina piel rosada está llena de espinillas, tan bellos que se los corta con gran trabajo y que una vez en casa, se los pela, se los raspa, se los presenta en una compotera llena de agua¨. El higo chumbo se llama, también, de pala o de tuna. No sé todavía, ni creo poder descubrir el secreto, de los nexos entre la mafia y la gastronomía, como no sean las explicaciones de quienes exploran en el inconsciente. Empero, alrededor del fico, ¨higo¨, se cruzan la vida y la muerte, con lo que mucho estaban familiarizados los mafiosi, en cuyo dicho ¨serbar la pancia ai fichi¨, se significaba la salvación del pellejo. El ajo y el rito de ejecución Para que el lector no se sorprenda tanto y con el fin de justificar el tema de mis comentarios, debo aclarar previamente que la insistencia de Roberto Selles -como quien busca desentrañar el sentido de algo misterioso- generó mi decisión de escribirlos. Todo surgió en una noche de insomnio fecundo, por el encuentro de honda amistad con Selles y Miguel Ángel Lafuente, a quienes me une, además de una amistad, el hecho de que los tres seamos miembros de la Academia Porteña del Lunfardo. Parte de la charla que mantuvimos en aquella oportunidad fue publicada en el Nº 75 de ¡ESTO! y allí se habló, al pasar, de la gastrono-

COSAS DEL TANGO Y EL LUNFARDO - Eduardo Giorlandini edUTecNe mía mafiosa. En esta sección habré de referirme al tema con mayor amplitud. Para empezar, he escogido el ajo. La presencia del ajo en el homicidio mafioso no se limitaba solamente al hecho de frotar la bala de la lupara (escopeta de caño recortado, utilizada antiguamente para cazar lobos en Sicilia, asiento histórico de la vecchia mafia, ¨vieja mafia¨, y usada después para ejecutar al condenado). Aclaro que ese frotamiento se hacía por la creencia de que el proyectil, así frotado, causaba envenenamiento una vez que se alojaba en el cuerpo de la víctima. Aparte de eso, el spicchio d´aglio, ¨diente de ajo¨; tenía que ver, como parte de cierta comida, con un ritual relacionado con la ejecución de un condenado. Reunido el Don, ¨jefe mafioso coordinador de zona¨, con los mafiosos ejecutores de la decisión, comían pan -que untaban en un plato con sal, ajo y vino-. La comida se interrumpía en determinado momento -cuando regresaba el ejecutor- y luego se sentaban a la misma mesa, para continuarla, todos los intervinientes. Era la señal de que la orden había sido cumplida. Para ello no era necesario expresar palabra alguna. Era un rito. El comportamiento silencioso significaba suficiente expresión. Volviendo al tema del frotamiento de las balas, leemos en el libro de John Kobler, ¨Capone¨: ¨Elemento importante de la actividad de los mafiosos que participan de la curiosa creencia, común entre los asesinos sicilianos, de que las balas frotadas con ajo producían la gangrena, caso de que no matara a la víctima al instante. El ajo no tiene semejante toxicidad, pero Scalice y Anselmi daban ese tratamiento a sus proyectiles, y la práctica se extendió entre los gansters¨. ¿Tendrían algo que ver con esto los dichos: Questo ti sapra d´aglio, Sonntare cara una macanaza o Pagarla Salata, cuyo significado es ¨pagar caro una culpa¨?. 19.Mateo Tiempos de bebederos La realidad económica y social y los modos de nuestra convivencia, tanto en la Argentina como en particular en nuestra Bahía Blanca, durante nuestra niñez, nos regalaban expresiones diversas de cultura que hoy son recuerdos imborrables a-compañados por la nostalgia. Carruajes variados, en el transporte de personas y cosas, materiales y mercaderías, no debe ser una referencia vacía de sentimientos y afectividad, pues fueron parte de un escenario vital y pleno de querencias. El necesario uso de caballos en la ciudad impuso los bebederos en lugares urbanos o suburbanos. Uno de ellos es reinstalado hoy para reafirmar el cariño a costumbres, usos y tradiciones, con sabor a folclore y también a tango. Como en la letra de Homero Manzi, ¨El Pescante¨: ¨¡Vamos!... cargao con sombra y recuerdo. ¡Vamos!... atravesando el pasado¨. Frente a la entonces Estación Sud (hoy todavía recordada así) se hallaba uno de los dos bebederos, en los que abrevaban los caballos de lecheros, panaderos, mateos y otros. El origen de una voz popular La palabra mateo es creación del espíritu popular, producto de la libertad y del don que Dios puso en la creatura humana; y es un hecho social, pero también literario. Comienza a difundirse con una obra teatral, un grotesco, de Armando Discépolo, en tres cuadros, estrenada en el Teatro Nacional de Buenos Aires, por la Compañía Nacional de Pascual E. Carcavallo, el 14 de marzo de 1923. La obra se intitulaba Mateo, el nombre de un caballo viejo, vencido, con la cabeza gacha, de don Miguel, uno de los personajes, que es cochero (como se decía entonces ¨cochero de plaza¨, aunque no siempre fuera de plaza). Luego vino la película y también

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COSAS DEL TANGO Y EL LUNFARDO- Eduardo Giorlandini<br />

En el ritual mafioso, además <strong>del</strong> beso en la mano se da al jefe mafioso (a Frank Sinatra se le<br />

atribuye formar parte de la Mafia porque se lo vio varias veces besar las manos de jefes mafiosos,<br />

uno de ellos, en Sicilia, Calogero Vizzini), el beso que se da en la mejilla significa que el besado<br />

está condenado a muerte. Otro beso mafioso es el que se dan como signo de hermandad y paz.<br />

Fruttero Lucentini, en ¨La Noche <strong>del</strong> Gran Mafioso¨, registra este diálogo:<br />

-No, no, ¿qué te imaginas’ Era el signo de paz, ¿comprendes? Lo abrazó y lo besó, diciendo:<br />

Intercambiemos el signo de paz...<br />

-Mamá, por favor, ¿no entiendes? Es muy importante; ¿no entiendes que es exactamente igual al<br />

abrazo de los ... al beso típico de la ...?<br />

-De la mafia -dijo Cottino.<br />

Finalmente, la expresión ¨besos mafiosos¨ alude a los cinco besos rituales entre jefes mafiosos.<br />

En el libro de Jacques Kermol, ¨La Onorata Societa¨ se puntualiza en concepto: ¨Don Calo le<br />

levantó y ambos se besaron en las mejillas cinco veces. Un beso por la estimación, otro por la<br />

justicia, uno por el respeto, otro por la Cosa y el último por la organización¨.<br />

Higos y chumbos<br />

Nadie podría asegurar que -excepto los casos de ritualismo- los mafiosi, ¨mafiosos¨, aceptaran<br />

solamente determinadas comidas. Sin embargo, éstas formaban parte de un modo de ser, de un<br />

estilo de vida cotidiano. Los sicilianos, lejos de su ¨nación¨, la regione, ¨región¨, las consumían<br />

con agrado y nostalgia. Era una de las tantas maneras de expresar la terra dinessuno, ¨tierra de<br />

nadie¨, la terra nata, ¨tierra natal¨ o la terra tragica, ¨tierra trágica¨, que era Sicilia.<br />

Así lo vemos al padrino de la obra de Puzo desayunarse con salami, ¨salame¨, panino, ¨panecillo¨,<br />

café con anís y luego grappa; o a cualquier terrone (siciliano, hombre <strong>del</strong> sur) saborear la zuppa<br />

papale, ¨sopa papal¨, una espesa crema de huevo perfumada con canela y mandarina (esta<br />

última, la mandarina, de creación siciliana, que en muchos textos se traduce como ¨naranja¨, pero<br />

que como todos saben no es lo mismo).<br />

También es posible hablar sobre los higos, una fruta común a muchos pueblos, particularmente<br />

españoles e italianos. Pero el higo de Barbaria, el higo chumbo, proliferaba en Sicilia y de chicos<br />

los tomábamos en los potreros o baldíos, donde las plantas crecían sin obstáculos, en la Argentina.<br />

De mis notas se me escapó la autoría y la obra donde se los describía así: ¨Bajo sus hojas, anchas<br />

como raquetas y terriblemente espinosas, los higos de Barbaria, color capuchino, son bellos<br />

como joyas, tanto que uno olvida que su fina piel rosada está llena de espinillas, tan bellos que<br />

se los corta con gran trabajo y que una vez en casa, se los pela, se los raspa, se los presenta en<br />

una compotera llena de agua¨.<br />

El higo chumbo se llama, también, de pala o de tuna.<br />

No sé todavía, ni creo poder descubrir el secreto, de los nexos entre la mafia y la gastronomía,<br />

como no sean las explicaciones de quienes exploran en el inconsciente. Empero, alrededor <strong>del</strong><br />

fico, ¨higo¨, se cruzan la vida y la muerte, con lo que mucho estaban familiarizados los mafiosi, en<br />

cuyo dicho ¨serbar la pancia ai fichi¨, se significaba la salvación <strong>del</strong> pellejo.<br />

El ajo y el rito de ejecución<br />

Para que el lector no se sorprenda tanto y con el fin de justificar el tema de mis comentarios, debo<br />

aclarar previamente que la insistencia de Roberto Selles -como quien busca desentrañar el sentido<br />

de algo misterioso- generó mi decisión de escribirlos.<br />

Todo surgió en una noche de insomnio fecundo, por el encuentro de honda amistad con Selles<br />

y Miguel Ángel Lafuente, a quienes me une, además de una amistad, el hecho de que los tres<br />

seamos miembros de la Academia Porteña <strong>del</strong> Lunfardo. Parte de la charla que mantuvimos en<br />

aquella oportunidad fue publicada en el Nº 75 de ¡ESTO! y allí se habló, al pasar, de la gastrono-

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