Cosas del tango y del lunfardo - edUTecNe
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<strong>edUTecNe</strong><br />
COSAS DEL TANGO Y EL LUNFARDO- Eduardo Giorlandini<br />
1967), pues seguramente es bastante popular o general en la Argentina, aunque no sea una palabra<br />
tierna o amistosa.<br />
5.Cachafaz<br />
Cachafaz y bailarín<br />
Es importante que haga una aclaración previa: aunque una palabra española se escriba igual<br />
en la Argentina dejará de tener el sabor español para adquirir el gusto propio, local o argentino,<br />
siempre que cambie su significado. De algún modo se convierte en argentinismo, en palabra <strong>del</strong><br />
gaucho, el pueblero, el arrabalero o el ciudadano. Y esto último puede suceder en mayor o menor<br />
medida o vigor. Tal es el caso de los vocablos cachafaz y bailarín.<br />
El fontanar académico<br />
Una vez más, la Comisión de Gramática de la Real Academia Española se olvidó de nosotros. En<br />
efecto, se ocupó de la voz cachafaz, omitiendo sus uso en la Argentina. Sí, en cambio, hoy día, el<br />
Diccionario de los académicos de Madrid, ubican la palabra en América Meridional, con el significado<br />
de ¨pícaro¨ y ¨desvergonzado¨.<br />
Pero Martín Alonso profundizó un poco más y lo atribuyó a la Argentina, con similar semántica a<br />
la anotada líneas arriba, pero creo que se pasó al patio al señalar que también se usa cachafaz,<br />
aplicado a la mujer. Casi en el ¨debe¨ de la vida, como expresa la milonga, yo nunca escuché cachafaza<br />
y lo leí por primera vez en la obra <strong>del</strong> citado autor. Generalmente, en el <strong>lunfardo</strong>, todo lo<br />
que descalifica o es despectivo no se atribuye a la mujer, porque en las fuentes de esta sublengua<br />
(poesía, sainete, cuento, novela, etcétera) la mujer es admirada, amada y respetada (salvo<br />
excepciones, por cierto). Así que no hay machismo en la literatura popular argentina.<br />
La palabra es argentina<br />
Es un vocablo propio de nuestro idioma vivo. José Gobello lo identifica como voz popular y agrega<br />
el sentido: ¨Descarado, que habla y obra sin miramiento ni respeto¨ y encuentra la referencia<br />
literaria en ¨Cuentos de Fray Mocho¨, de José Sixto Alvarez.<br />
Invariablemente y desde niño, bien o mal, escuché otras acepciones, con las que el concepto se<br />
nutre con componentes de otros términos, poco o mucho: por ejemplo farabute, chanta y tarambana;<br />
alegre, algo cachador, pícaro o irresponsable. Todo depende de las circunstancias en la<br />
que se usa el término. De cualquier modo, se trata de un argentinismo.<br />
Testimonios <strong>del</strong> <strong>tango</strong> y de su danza<br />
Ovidio José Bianquet, que tenía 18 años cuando murió José Sixto Alvarez, recibió un apodo que<br />
lo hizo famoso como bailarín: ¨El Cachafaz¨, precisamente por algunas de aquellas características<br />
personales, especialmente su proclividad a las travesuras, alegres y amistosas.<br />
En una antigua partitura, el personaje dibujado en la portada parece ser un dandy, en actitud de<br />
acoso sexual: traje, corbata, zapatos, bastón y rancho (sombrero de paja), además de llevar un<br />
clavel rojo en el ojal <strong>del</strong> saco. El montevideano Aróstegui (Manuel Gregorio) dedicó ese <strong>tango</strong> a<br />
Florencio Parravicini y lo tituló ¨El Cachafaz¨.<br />
Otros <strong>tango</strong>s testimoniaron diversas versiones <strong>del</strong> personaje. ¨Incurable¨, de R.A. Barboza y G.D.<br />
Barbieri, informa:<br />
¨Pues la venda que mis ojos de enamorada llevaba<br />
rompió el velo que ocultaba tu vida de cachafaz¨.<br />
En este caso el personaje es de mala vida.<br />
En la milonga de Francisco Canaro ¨El Chino Pantaleón¨, es el típico bailarín de la letrística tanguera:<br />
¨Era el Chino Pantaleón