Cosas del tango y del lunfardo - edUTecNe

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edUTecNe COSAS DEL TANGO Y EL LUNFARDO- Eduardo Giorlandini En cuanto sonó un cencerro¨ Destaco que a los gauchos les gustaba de un modo especial el maíz frito, que se hacía con grasa de vaca y que, al freírse el maíz saltaba abierto como rosa o roseta y de allí la expresión del gaucho. En obras (recopilaciones) de americanismos se mencionan innumerables especies de maíz, pero en algunos lugares de la Argentina se consideraba que el maíz dulzón era el apropiado para hacer el maíz frito. Quichua, lunfardo y español El quichua, como hemos señalado y ejemplificado en parágrafos anteriores, está presente en e idioma general de los argentinos (o del idioma vivo, en el que el lunfardo ocupa un área extensísima, rica y prevalente, que lo ubica como substractum de un futuro idioma nacional). Nuestro idioma general o popular está considerado por mí como un sector no absolutamente distinto al español y se nutre con indigenismos, particularmente quichuismos; en casos, los españolismos deberían ser considerados como extranjerismos, y no son pocos los ejemplos. Existen numerosas traducciones recíprocas, entre el quichua y nuestro idioma, en especial en lo que toca a la literatura popular argentina, libros y canciones. Don Sixto Palavecino ha sido un traductor fiel. Ya es sabido que el castellano y el quichua son coetáneos, en Santiago del Estero, en su origen o llegada a este ámbito. Los españoles intentaron la extinción del quichua y no lo lograron; la ley, entonces, prohibió su uso. Actualmente, aproximadamente ocho millones de personas hablan el quichua (quichuaparlantes). De cómo están presentes en nuestro idioma popular los quichuismos he dado y desarrollado numerosos casos, como los que son citados en una nota periodística que referenciaré seguidamente: cancha, chacra, guanaco, guacho, mate, morocho, pilcha, poroto, pucho (confer: Roberto Cinti, ¨La Parla de los Incas¨, en ¨Nueva¨, 23 de enero de 1994, págs. 10 y siguientes). Dice este autor: ...¨sin sospecharlo, se emplean a diario en ciudades y campos de la Argentina¨. Agrego yo por mi parte: generalmente no aparecen en diccionarios que se editan en España. Es muy rica la toponimia, en la Argentina, por lo demás. Don José Gobello, en su trabajo ¨No Hablamos Muy Bien Pero Nos Entendemos¨ (Ed.Las Orillas, Buenos Aires, 1993), menciona otras voces: tongorí (esófago de los vacunos), usada por Esteban Echeverría en ¨El Matadero¨; china (utilizada en el Martín Fierro, en la literatura, gauchesca y lunfarda), pucho (id), yapa o ñapa (id) y muchas más en sus diccionarios y obras sobre etimología. Choclo Este vocablo ha sido considerado como ¨voz de supervivencia indígena¨, con el sentido de ¨mazorca verde del maíz¨, por Julio Aramburu, en su libro ¨Voces de Supervivencia Indígena¨. En otras fuentes, la estimada voz guaraní, es ¨maíz fresco¨. Cuando pasa al lenguaje campesino rioplatense, además de seguir siendo la ¨mazorca del maíz¨ adquiere una nueva acepción: ¨deuda de valor apreciable¨, lo es aceptado por el lunfardo en las grandes ciudades argentinas. Es decir, se fue afianzando su uso y ampliando el sentido de la palabra. Asimismo, en el lunfardo pasó a ser ¨merengue¨, ¨desorden¨, ¨lío¨. Juan Mondiola, el personaje creado por Miguel Ángel Bavio Esquiú, se expresa así: ¨Todo este choclo vino a raíz de una reunión de parientes¨. En el lunfardo sexual es ¨pene¨ y tal figura en textos de literatura lunfarda, en prosa y en verso. Tales son la intensidad y la frecuencia de su uso que se convirtió en expresión argentina, con numerosas aplicaciones. Más todavía, pasó al idioma español, como voz de origen quichua, admitiéndose la difusión en toda la América Meridional, inclusive en la gastronomía -acerca de lo cual ya hemos hecho algunas puntualizaciones en notas anteriores-, invariablemente con registro

COSAS DEL TANGO Y EL LUNFARDO - Eduardo Giorlandini edUTecNe y referencias literarias. Hugo Wast, en ¨El Camino de las Llamas¨, escribe: ¨Tancredo se le acercó con un choclo asado y se lo ofreció a la patrona por ser de los últimos choclos del año¨, según la cita que hace Fernando Hugo Casullo (ver ¨Voces Indígenas en el Idioma Español¨). El mismo autor asevera que en nuestro país se usa esta palabra en el sentido de percance o dificultad, lo cual es muy conocido. Con el significado de ¨mazorca tierna del maíz¨ la registra igualmente Félix Coluccio, aunque en Chile ¨llaman así también a la espiga de trigo¨; agrega que cargar con el choclo es una frase con la que se quiere expresar ´cargar con las consecuencias´; dejarle el choclo, meterle el choclo, es dar algo que no sirve; también cargar con culpas ajenas o bien encargarle a uno algo pesado o difícil o que no se tiene la voluntad de hacer¨ (¨Diccionario Folklórico Argentino¨). Asimismo: armarse un choclo... significa ´armarse un lío muy grande´ y qué choclo: quiere decir ¨qué asunto tan gravoso¨. Existen numerosas expresiones y sin ninguna duda el vocablo es un americanismo. En la Argentina, uno de los cinco tangos más difundidos en el mundo, lleva por título ¨El Choclo¨, con música de Ángel Villoldo y letra del bahiense Juan Carlos Marambio Catán y de Enrique Santos Discépolo. Tambo Tambo ha sido identificado, en numerosos textos, como vocablo quichua. Estimo que se trata de una palabra muy difundida en gran cantidad de países. En una de sus acepciones es el lugar o establecimiento donde se crían o tienen vacas lecheras y se produce leche destinada a su comercialización. En otra acepción se trata de un poste grueso, recto y alto, en el cual se atan los potros para curarlos, ensillarlos y hasta domarlos (una costumbre indígena muy respetuosa de la vida animal, que los ¨civilizados¨ no tuvimos en cuenta). Pero lo interesante es la traslación de esa palabra al orbe del lunfardo, donde significa ´lupanar´ o ´prostíbulo´. Con tal significado la usaron varios escritores, como por ejemplo Bernardo Kordon, en ¨Vagabundo en Tomboctú¨, y registrada en no pocos textos. Por extensión se denominó ¨mina de tambo¨ a la prostituta. Es fácil deducir la explicación de tal traslación. Nótese que la palabra, en nuestra región, en el siglo XVIII y en adelante, era propia de los negros, que tenían sus casas de tambo y denominadas más frecuentemente ¨casas de tango¨. Este otro vocablo, tango, es de origen africano. En algunas fuentes se afirma que ¨casa de tambo¨, o ¨casa de tango¨ o ¨sitio de tango¨ eran la misma cosa. Otros distinguen. Se trataba del lugar donde los esclavos hacían sus fiestas, en determinados límites, por no habérseles permitido hacerlas libremente (en la calle o en espacios abiertos, donde sí estuvo permitido en determinados momentos de nuestra historia). En tales ocasiones bailaban una suerte o especie de candombe denominado ¨tango¨, que bien pudo haber contribuido a la formación de nuestro tango tal como aparece a fines del siglo XIX y tal como se transforma en el siglo XX. Podría sostenerse que la palabra ¨tambo¨, con relación a los esclavos del Río de la Plata, aparecida en un documento oficial, se trata de un error, ya que en numerosos textos oficiales se alude a casas y sitios de tango y no de tambo. De otro modo, habría que demostrar con adecuados antecedentes cómo el quichismo tambo pasó al vocabulario de los esclavos. Bien es cierto que, en materia de palabras, nada es imposible. El diminutivo de la palabra tambo pasó a la letrística tanguera. En una de las versiones de ¨El Porteñito¨: ¨Soy porteño del 90, tiempos bravos del Tambito¨. ¨El Tambito¨ era un lugar nocturno, de diversión, donde se bailaba y bebía, no leche precisamente. Más sobre la voz tambo

COSAS DEL TANGO Y EL LUNFARDO - Eduardo Giorlandini <strong>edUTecNe</strong><br />

y referencias literarias. Hugo Wast, en ¨El Camino de las Llamas¨, escribe: ¨Tancredo se le acercó<br />

con un choclo asado y se lo ofreció a la patrona por ser de los últimos choclos <strong>del</strong> año¨, según la<br />

cita que hace Fernando Hugo Casullo (ver ¨Voces Indígenas en el Idioma Español¨).<br />

El mismo autor asevera que en nuestro país se usa esta palabra en el sentido de percance o dificultad,<br />

lo cual es muy conocido.<br />

Con el significado de ¨mazorca tierna <strong>del</strong> maíz¨ la registra igualmente Félix Coluccio, aunque en<br />

Chile ¨llaman así también a la espiga de trigo¨; agrega que cargar con el choclo es una frase con<br />

la que se quiere expresar ´cargar con las consecuencias´; dejarle el choclo, meterle el choclo,<br />

es dar algo que no sirve; también cargar con culpas ajenas o bien encargarle a uno algo pesado<br />

o difícil o que no se tiene la voluntad de hacer¨ (¨Diccionario Folklórico Argentino¨). Asimismo:<br />

armarse un choclo... significa ´armarse un lío muy grande´ y qué choclo: quiere decir ¨qué asunto<br />

tan gravoso¨. Existen numerosas expresiones y sin ninguna duda el vocablo es un americanismo.<br />

En la Argentina, uno de los cinco <strong>tango</strong>s más difundidos en el mundo, lleva por título ¨El Choclo¨,<br />

con música de Ángel Villoldo y letra <strong>del</strong> bahiense Juan Carlos Marambio Catán y de Enrique Santos<br />

Discépolo.<br />

Tambo<br />

Tambo ha sido identificado, en numerosos textos, como vocablo quichua. Estimo que se trata de<br />

una palabra muy difundida en gran cantidad de países. En una de sus acepciones es el lugar o<br />

establecimiento donde se crían o tienen vacas lecheras y se produce leche destinada a su comercialización.<br />

En otra acepción se trata de un poste grueso, recto y alto, en el cual se atan los potros<br />

para curarlos, ensillarlos y hasta domarlos (una costumbre indígena muy respetuosa de la vida<br />

animal, que los ¨civilizados¨ no tuvimos en cuenta).<br />

Pero lo interesante es la traslación de esa palabra al orbe <strong>del</strong> <strong>lunfardo</strong>, donde significa ´lupanar´<br />

o ´prostíbulo´. Con tal significado la usaron varios escritores, como por ejemplo Bernardo Kordon,<br />

en ¨Vagabundo en Tomboctú¨, y registrada en no pocos textos. Por extensión se denominó ¨mina<br />

de tambo¨ a la prostituta. Es fácil deducir la explicación de tal traslación.<br />

Nótese que la palabra, en nuestra región, en el siglo XVIII y en a<strong>del</strong>ante, era propia de los negros,<br />

que tenían sus casas de tambo y denominadas más frecuentemente ¨casas de <strong>tango</strong>¨. Este otro<br />

vocablo, <strong>tango</strong>, es de origen africano. En algunas fuentes se afirma que ¨casa de tambo¨, o ¨casa<br />

de <strong>tango</strong>¨ o ¨sitio de <strong>tango</strong>¨ eran la misma cosa. Otros distinguen.<br />

Se trataba <strong>del</strong> lugar donde los esclavos hacían sus fiestas, en determinados límites, por no habérseles<br />

permitido hacerlas libremente (en la calle o en espacios abiertos, donde sí estuvo permitido<br />

en determinados momentos de nuestra historia). En tales ocasiones bailaban una suerte o especie<br />

de candombe denominado ¨<strong>tango</strong>¨, que bien pudo haber contribuido a la formación de nuestro<br />

<strong>tango</strong> tal como aparece a fines <strong>del</strong> siglo XIX y tal como se transforma en el siglo XX.<br />

Podría sostenerse que la palabra ¨tambo¨, con relación a los esclavos <strong>del</strong> Río de la Plata, aparecida<br />

en un documento oficial, se trata de un error, ya que en numerosos textos oficiales se alude a<br />

casas y sitios de <strong>tango</strong> y no de tambo. De otro modo, habría que demostrar con adecuados antecedentes<br />

cómo el quichismo tambo pasó al vocabulario de los esclavos. Bien es cierto que, en<br />

materia de palabras, nada es imposible.<br />

El diminutivo de la palabra tambo pasó a la letrística tanguera. En una de las versiones de ¨El<br />

Porteñito¨:<br />

¨Soy porteño <strong>del</strong> 90,<br />

tiempos bravos <strong>del</strong> Tambito¨.<br />

¨El Tambito¨ era un lugar nocturno, de diversión, donde se bailaba y bebía, no leche precisamente.<br />

Más sobre la voz tambo

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