Cosas del tango y del lunfardo - edUTecNe

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edUTecNe COSAS DEL TANGO Y EL LUNFARDO- Eduardo Giorlandini No es superfluo recordar, como se ha hecho reiteradamente con razón, que el cambio cultural sufrido por la agresión injusta y la barbarie con ropaje de ¨civilización¨, alteró profundamente usos, costumbres y lenguaje, sin perjuicio de otros cambios importantes. Pero las gentes de las ciudades fueron formando su idioma con la inmigración y otras fuentes, como la aborigen. Y, en determinado momento de nuestra historia, el lunfardo fue también motivo de agresión, con los intentos de prohibición de palabras a partir de 1935 y hasta 1945 aproximadamente. Con el advenimiento de los gobiernos constitucionales tuvo mayor desarrollo el estudio y la difusión de la presencia aborigen en las culturas del pueblo argentino y a la inversa, inclusive, algunas provincias instrumentaron programas de educación bilingüe. ¨Esto se hizo con falencias, sin el debido apoyo oficial ni el acompaña-miento técnico necesario, pero al menos comenzó a sentar precedentes innovado-res en un terreno muchas veces adverso a la tolerancia de las diversidades cultura-les, como es el campo educativo¨ (Isabel Hernández, ¨Segunda Carta Abierta a la Argentina no Indígena¨). Empero, todavía hay mucho que reparar, pues, como lo señala Juan Carlos Depetris, en ¨Confinamiento de Pampas y Ranqueles en los Ingenios de Tucumán¨: ¨La crueldad con los indios no fue monopolio de españoles. Los gobernantes criollos intensificaron el despojo de tierras, familias, lengua y costumbres. El destierro forzado se utilizó para desarticular las últimas comunidades indígenas del sur¨. Aquí, en nuestro país, tenemos suficientes comprobaciones. A partir de estas generalidades me referiré específicamente a los indigenis-mos incorporados a nuestro lenguaje popular. Pucho Ya me he referido a algunas generalidades acerca de este asunto y adelanté que puntualizaría algunos casos particulares, de indigenismos incorporados al lunfardo, como substrato de un futuro idioma. Había mencionado algunas voces. Ahora me referiré a una de las más populares: la palabra pucho. José Gobello, en su ¨Nuevo Diccionario Lunfardo¨(1991) anota varias acepciones: residuo, resto; colilla, punta; cigarrillo. Así mismo anota dos expresio-nes: ¨de a puchos¨, ´poco a poco´ y ´con los restos de las cosas´; y ¨sobre el pucho¨, ´al instante´. Entre las fuentes menciona a Gutiérrez, ¨El Chacho¨ y a Sicardi, ¨Libro Extraño¨. En su ¨Nueva y Vieja Lunfardía¨ se basa en Fray Mocho. El mismo Gobello, en la obra citada en primer término, deriva el vocablo de la palabra quechua puchú, ´residuo´. Guillermo Alfredo Terrera, en ¨Sociología y Vocabulario del Habla Popular Argentina¨, escribe lo siguiente: ¨Pucho: proviene de la voz puchu que equivale a sobra o resto de algo. De allí que a los cigarrillos que han sido fumados se les diga puchos, pues son restos o sobras de un cigarrillo. La palabra puchito es, precisamente, un poquito, un pedacito de algo¨. Casi todos los diccionaristas y estudiosos publicistas han registrado la palabra: Emilio Dis, Federico Cammarota (que cita a José Vicente Solá), Juan Carlos Guarnieri, Tino Rodríguez, etcétera, en el área de la lunfardía. Figura asimismo en diccionarios de americanismos, pero extrañamente no lo registra Fernando Hugo Casullo, al menos en dos de las ediciones de ¨Diccionario de Voces y Lunfardas y Vulgares¨. Felix Coluccio lo incluye en su ¨Diccionario de Voces y Expresiones Argenti-nas¨, obra en la que, como referencia literaria consigna los versos del tango de Juan de Dios Filiberto, ¨Malevaje¨: ¨No me has dejado (sic) ni el pucho en la oreja, de aquel pasao malevo y feroz; ya no me falta pa completar más que ir a misa

COSAS DEL TANGO Y EL LUNFARDO - Eduardo Giorlandini edUTecNe e hincarme a rezar¨. Y a la vez, el mismo autor, no desdeña esta palabra como parte del folclore, al incluirla en el ¨Diccionario Folclórico Argentino¨. Recuerdo, por mi parte, que en otro tango, ¨Las Cuarenta¨, con letra de Francisco Gorrindo y música de Roberto Grela, expresan los primeros versos: ¨Con el pucho de la vida apretado entre los labios, la mirada turbia y fría, un poco lerdo el andar, dobló la esquina del barrio y curda ya de recuerdos, como volcando un veneno, esto se le oyó acusar:¨ Se trata sólo de un muestreo, pues hay otras letras en las que se menciona esta voz de origen quechua y también innumerables poemas lunfardos o lunfardes-cos. El sainete, el cuento y la novela no han sido ajenos al uso de la palabra. Tampoco en los trabajos críticos y de investigación, entre los que debo citar ¨La Poesía Dialectal Porteña¨, de Alvaro Yunque. Pampa Aparentemente, la voz pampa no tiene ningún vaso comunicante con el lunfardo, pero, realmente, sí lo tiene en una de las acepciones, tal como se la ha utilizado en la Argentina, y hasta debemos afirmar que son varias acepciones. Veamos, entonces el tema, tal como lo planteo. Pampa es una voz quichua, que significa ¨gran llanura¨. En todo América designa la llanura extensa (¿y sin arboleda?). Excepto el ombú. Pampa se denomina al caballar que tiene manchada de blanco la superficie anterior de la cabeza, inclusive una o las dos partes laterales de la cabeza. El nombre pampa, escuché una vez, obedecería al hecho de que los indios también llamados pampas tenían cierta predilección por este caballo, pero además por su apego a la tierra, que era la pampa. La pampa tiene connotaciones históricas, sociales y económicas; tal es el caso de la ¨pampa húmeda¨. Pero la palabra tiene muchos más significados que los expuestos, porque pampa designa: 1. Algo primitivo, algo simple o vigoroso. 2. La expresión ¨lo pampa¨ quiere decir ´un tanto violento, directo, en ocasiones torpe´. 3. ¨Pampa y la vía¨ alude a una situación de carencia total (es interesante el origen de esta expresión, al que me he referido ya en un comentario radial). 4. Pampa identifica también a toda persona con antepasados indígenas y está incluída así, la palabra, en algunos textos y considerada, en cierto sentido, lunfardismo (por ejemplo, Juan Francisco Palermo, en ¨El Corazón del Arrabal¨, publicado en 1920, utilizó este vocablo con ese significado ; Gobello la incluye también con el mismo sentido, pero Emilio Dis, afirma que ¨pampa¨ se denomina a: -el extracto de las jugadas y los números mejor premiados, que aparecen en los diarios. -la persona que tiene oscura la tez y el pelo negro; el mulato, aindiado o zambo (hijo de negro e india o de indio y negra); y -a la pobreza, o la miseria, la indigencia, la falta de recursos, tal como lo mencioné más arriba. Pero, más todavía y como conclusión, ya se advierte cómo siendo una palabra de origen quichua se ha extendido su uso, se ha difundido y enriquecido su semántica con el correr del tiempo de tal manera, que tanto con el sentido específico y como primera acepción o tanto en sentido genérico y en su diversidad de acepciones, es una palabra que forma parte del idioma argentino y legitimada en tal carácter. Líneas arriba, dejé como interrogante la cuestión acerca de que la pampa no tiene arboleda y mencioné al ombú, que en realidad no se lo considera árbol, científicamente. No creo que haya que llevar este asunto al extremo y exigir que para que exista la pampa no haya arboleda, pero es un concepto muy extendido y no son pocas las fuentes que nos llevan a pensar que los grupos aborígenes tenían ese concepto, por lo menos el de que en la pampa no hay muchos árboles.

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COSAS DEL TANGO Y EL LUNFARDO- Eduardo Giorlandini<br />

No es superfluo recordar, como se ha hecho reiteradamente con razón, que el cambio cultural sufrido<br />

por la agresión injusta y la barbarie con ropaje de ¨civilización¨, alteró profundamente usos,<br />

costumbres y lenguaje, sin perjuicio de otros cambios importantes. Pero las gentes de las ciudades<br />

fueron formando su idioma con la inmigración y otras fuentes, como la aborigen. Y, en determinado<br />

momento de nuestra historia, el <strong>lunfardo</strong> fue también motivo de agresión, con los intentos<br />

de prohibición de palabras a partir de 1935 y hasta 1945 aproximadamente.<br />

Con el advenimiento de los gobiernos constitucionales tuvo mayor desarrollo el estudio y la difusión<br />

de la presencia aborigen en las culturas <strong>del</strong> pueblo argentino y a la inversa, inclusive, algunas<br />

provincias instrumentaron programas de educación bilingüe. ¨Esto se hizo con falencias, sin<br />

el debido apoyo oficial ni el acompaña-miento técnico necesario, pero al menos comenzó a sentar<br />

precedentes innovado-res en un terreno muchas veces adverso a la tolerancia de las diversidades<br />

cultura-les, como es el campo educativo¨ (Isabel Hernández, ¨Segunda Carta Abierta a la<br />

Argentina no Indígena¨).<br />

Empero, todavía hay mucho que reparar, pues, como lo señala Juan Carlos Depetris, en ¨Confinamiento<br />

de Pampas y Ranqueles en los Ingenios de Tucumán¨: ¨La crueldad con los indios no<br />

fue monopolio de españoles. Los gobernantes criollos intensificaron el despojo de tierras, familias,<br />

lengua y costumbres. El destierro forzado se utilizó para desarticular las últimas comunidades<br />

indígenas <strong>del</strong> sur¨. Aquí, en nuestro país, tenemos suficientes comprobaciones.<br />

A partir de estas generalidades me referiré específicamente a los indigenis-mos incorporados a<br />

nuestro lenguaje popular.<br />

Pucho<br />

Ya me he referido a algunas generalidades acerca de este asunto y a<strong>del</strong>anté que puntualizaría algunos<br />

casos particulares, de indigenismos incorporados al <strong>lunfardo</strong>, como substrato de un futuro<br />

idioma.<br />

Había mencionado algunas voces. Ahora me referiré a una de las más populares: la palabra pucho.<br />

José Gobello, en su ¨Nuevo Diccionario Lunfardo¨(1991) anota varias acepciones: residuo, resto;<br />

colilla, punta; cigarrillo. Así mismo anota dos expresio-nes: ¨de a puchos¨, ´poco a poco´ y ´con<br />

los restos de las cosas´; y ¨sobre el pucho¨, ´al instante´. Entre las fuentes menciona a Gutiérrez,<br />

¨El Chacho¨ y a Sicardi, ¨Libro Extraño¨. En su ¨Nueva y Vieja Lunfardía¨ se basa en Fray Mocho.<br />

El mismo Gobello, en la obra citada en primer término, deriva el vocablo de la palabra quechua<br />

puchú, ´residuo´.<br />

Guillermo Alfredo Terrera, en ¨Sociología y Vocabulario <strong>del</strong> Habla Popular Argentina¨, escribe lo<br />

siguiente: ¨Pucho: proviene de la voz puchu que equivale a sobra o resto de algo. De allí que a los<br />

cigarrillos que han sido fumados se les diga puchos, pues son restos o sobras de un cigarrillo. La<br />

palabra puchito es, precisamente, un poquito, un pedacito de algo¨.<br />

Casi todos los diccionaristas y estudiosos publicistas han registrado la palabra: Emilio Dis, Federico<br />

Cammarota (que cita a José Vicente Solá), Juan Carlos Guarnieri, Tino Rodríguez, etcétera,<br />

en el área de la lunfardía. Figura asimismo en diccionarios de americanismos, pero extrañamente<br />

no lo registra Fernando Hugo Casullo, al menos en dos de las ediciones de ¨Diccionario de Voces<br />

y Lunfardas y Vulgares¨.<br />

Felix Coluccio lo incluye en su ¨Diccionario de Voces y Expresiones Argenti-nas¨, obra en la que,<br />

como referencia literaria consigna los versos <strong>del</strong> <strong>tango</strong> de Juan de Dios Filiberto, ¨Malevaje¨:<br />

¨No me has dejado (sic)<br />

ni el pucho en la oreja,<br />

de aquel pasao malevo y feroz;<br />

ya no me falta pa completar<br />

más que ir a misa

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