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Cosas del tango y del lunfardo - edUTecNe

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COSAS DEL TANGO Y EL LUNFARDO - Eduardo Giorlandini <strong>edUTecNe</strong><br />

dencia, en general. La literatura popular y particularmente la poesía popular -gauchesca y lunfarda-<br />

los sainetes y las letras de <strong>tango</strong>s, coadyuvaron a su perduración y difusión. Según cómo se<br />

mire se los podría considerar lunfardismos o argentinismos, sin desconocer su génesis, de acuerdo<br />

con cada hipótesis.<br />

Entre los autores que no desdeñaron el uso de indigenismos debemos citar a José Hernández,<br />

Fray Mocho, Evaristo Carriego, Antonio Dellepiane, Ricardo Rojas y, otros, que no utilizan pero sí<br />

reproducen o citan frases o poemas. No los despreciaron los payadores ni los letristas tangueros<br />

como Enrique Cadícamo o poetas como Carlos de la Púa.<br />

Gracias a los antecedentes mencionados y a la gente que ha reparado en los idiomas originales<br />

de nuestros primeros pobladores en nuestros países, como substractum de nuestra cultura -no<br />

desdeñable e insoslayable-, los estudios e investigaciones son intensos y tienen plena vigencia,<br />

cuando no el reconocimiento público y oficial de una lengua en determinadas provincias argentinas.<br />

Pues se trata de idioma ricos y milenarios; en casos, se esbozan planes para la enseñanza,<br />

como el mataco por ejemplo.<br />

Más todavía, es necesario difundir los indigenismos e incorporarlos a nuestro idioma vivo, porque<br />

se notan influencias en favor <strong>del</strong> inglés, en comunidades como las mataca (Formosa) y mapuche<br />

(Patagonia).<br />

Además de lo expresado con relación a la inserción de los indigenismos en la literatura popular,<br />

de modo muy especial deberíamos mencionar su presencia en nuestro folclore y en las letras de<br />

las canciones de todo el país, entreverados con la letrística urbana y popular. Se lo ha recordado<br />

al Santiagueño Sixto Palavecino, como ¨cultor de la música de su provincia y luchador inclaudicable<br />

por la supervivencia de la quechua¨ y además como traductor <strong>del</strong> Martín Fierro a la lengua<br />

ancestral de los santiagueños.<br />

Precisamente, en Santiago <strong>del</strong> Estero, se ha hablado bastante de las ¨espléndidas morochas de<br />

ojazos negros¨, utilizándose un vocablo de origen quechua, acerca de lo cual escribí: ¨La palabra<br />

al parecer deriva <strong>del</strong> quechua, muruchu. Así que es una palabra nuestra, pero de origen quechua¨.<br />

Con relación a esta misma lengua, ¿cómo podríamos prescindir de las palabras alpaca,<br />

cóndor, guano, mate, pampa, papa o vicuña? Algunas de éstas -como mate y pampa- fueron<br />

trasladadas al <strong>lunfardo</strong> con otros significados.<br />

Don José Gobello incorporó a su ¨Diccionario Lunfardo¨ la palabra locro, como perteneciente al<br />

lenguaje general: ¨Comida compuesta de maíz pisado cocinado en agua, carne, porotos y otros<br />

ingredientes. Del quechua rokkro: cierto guisado¨. Como se ve, se trata de un vocablo con una<br />

leve transformación. Otros diccionaristas no lo han tenido presente, en el campo <strong>del</strong> <strong>lunfardo</strong>. Sí,<br />

en cambio, Felix Coluccio, en su ¨Diccionario Folklórico Argentino¨, con algunas otras especificaciones<br />

y con la grafía ¨rokro¨, citando, asimismo la copla:<br />

¨Para comer un locro<br />

Yo necesito:<br />

Maíz, porotos y carne<br />

Y el ají frito¨.<br />

La aceptación y uso de los indigenismos en el <strong>lunfardo</strong>, según los distintos conceptos que se<br />

tengan de ellos, se ha debido más a la buena disposición y a la actitud fraterna de nuestra gente<br />

humilde, de nuestros letristas y poetas, de nuestros literatos y, en fin, artistas.<br />

En la historia, por el contrario, por parte de las autoridades no sólo que no existió una actitud<br />

razonable sino que desde la conquista comenzó el proceso de destrucción cultural y también <strong>del</strong><br />

idioma o, mejor dicho, de las lenguas aborígenes.<br />

A la vez, nuestras razas incorporaron voces <strong>del</strong> español, <strong>del</strong> idioma nacional u otras lenguas. En<br />

algunos lugares, por ejemplo en el sur, se escuchaba y se escucha en los descendientes onas,<br />

algunos vocablos comunes al argentino rural o parecido al italiano, como cuando se habla de los<br />

¨paisanos¨, es decir los hermanos, los miembros de la misma raza.

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