Cosas del tango y del lunfardo - edUTecNe

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edUTecNe COSAS DEL TANGO Y EL LUNFARDO- Eduardo Giorlandini minado lenguaje delincuencial, o canero, o malandraco. El primero es mucho más amplio y comprende todo el mundo del delito; el segundo está limitado a lo carcelario y, finalmente, el tercero fue motivo para consignarlo en una comunicación académica de mi autoría, con el fin de deslindar aquellas actividades en algunas épocas permitidas y reglamentadas legalmente pero rechazadas por la gente que es consecuente con las buenas costumbres, la religión y la moral. Tal es el caso de los vocablos originados y difundidos en los quecos, firulos, tambos, prostíbulos o quilombos -incluyendo su versión vésrrica-. Pero lo cierto es que tales áreas idiomáticas llegaron a los ámbitos del derecho penal porque después de existir en la realidad social se incorporaron a los expedientes. Vicente Capparelli, en los tiempos en que la policía instruía los sumarios en la provincia de Buenos Aires y siendo jefe de la Unidad Regional de Lanús, me contó allí acerca de la cantidad de palabras que ¨el loco¨ Prieto utilizaba y se reflejaban en sus declaraciones; algunas inventadas, pero luego difundidas y de conocimiento de los jueces penales. Además del lenguaje por señas desarrollado en las cárceles, antiguamente corrían en algunos tribunales -en los juzgados penales, con más especificidad- las abreviaturas. Y estas creaciones idiomáticas tampoco fueron excluídas del derecho canónico, como el caso de A. ´absolución´. En los textos lunfardos se registra SD, ´sobreseimiento definitivo´ y SP, ¨sobreseimiento provisorio´. Un LC era antiguamente un ´ladrón conocido´, siendo RH la sección ´robos y hurtos´ de la Policía Federal. Existían y todavía existen voces jergales como ambulancia, ´camión celular en que se traslada al preso´; frescolai, ´sentenciado´; enchufado, ´preso´; encanado, ´preso´; lavandero, ´abogado penalista´; paseo, ´procedimiento policial por el que un detenido es llevado de un lugar a otro´ y otras voces que, como ómnibus (´ley que regula diversas materias´) ha pasado a formar parte de la nomenclatura jurídica y del lenguaje general. Más, reitero, una cosa es la nomenclatura jurídico-penal y otra la jerga forense penal que, en casos, se identifica con el lunfardo histórico (antigua jerga de la mala vida -delincuencial, carcelaria y malandraca- constituída en fuente del lunfardo, hoy sublengua). Reitero un concepto: una cosa es la nomenclatura jurídico-penal y otra la jerga forense penal. En ocasiones es difícil distinguir el orbe al que pertenecen los vocablos, porque no pocas veces la palabra pasa de la jerga a la nomenclatura científica o al uso común en determinada disciplina. Así como en el derecho laboral muchas palabras de los ambientes de trabajo pasaron al convenio colectivo de trabajo, o al estatuto profesional (que es una ley), en materia de jergas caneras (propias de la cárcel), o delincuenciales, o malandracas (relacionadas con actividades permitidas bajo ciertas condiciones pero repudiadas moralmente) sus vocablos penetraron en el mundo de la antropología, la psiquiatría, la sociología y la psicología criminales. No es exagerado afirmar que Benigno Baldomero Lugones fue el fundador de la antropología criminal en la Argentina, al estudiar el vocabulario y las técnicas de los delincuentes hacia fines del siglo pasado. Después, con respecto al lenguaje, hicieron algo similar Antonio Dellepiane y Eusebio Gómez. El primero, publicó ¨El Idioma del Delito y Diccionario Lunfardo¨ y el segundo fue un destacado penalista. Dellepiane fue profesor de Historia General del Derecho en la Universidad Nacional de Buenos Aires. El conocimiento de la jerga, como del idioma en general, es necesario para interpretar los comportamientos. He observado cómo algunos jueces penales se interesan por el conocimiento de esta vertiente del lunfardo histórico (hoy día el ámbito del lunfardo es mucho más amplio, casi general como sublengua). ¿Quién desconocía antiguamente qué era el manyamiento? Dellepiane explicaba que se trataba del reconocimiento que hacía la policía (de manyar, ´mirar´): ¨Llaman, los lunfardos, manyamiento, a la revista que hace de ellos la Policía de la Capital, en ciertos días determinados de la semana, a fin de que todos los agentes los conozcan, para poder aprehenderlos cuando los encuentran

COSAS DEL TANGO Y EL LUNFARDO - Eduardo Giorlandini edUTecNe en la calle o en cualquier sitio público. El acto de manyamiento se practica en el Depósito de Contraventores que tiene la Policía en la calle 24 de Noviembre, y que los lunfardos han bautizado con el nombre de estaro o estaribel de manya-miento...¨. En ocasiones y hasta no hace muchos años se podía hacer en la calle o en otro lugar, pasándose los policías la información, pero específicamente era el que describe Dellepiane: los demorados, en una sala eran observados desde una mirilla. Este tipo de vocablos pertenece prevalentemente a la jerga, pero no por ello es desdeñado por las disciplinas científicas, ya citadas. Para una mejor interpretación de este asunto debo recordar que no limito el contenido de mis estudios a la dogmática jurídica. La norma jurídico-positiva no excluye las áreas que cubren la totalidad de la vida humana; en materia penal se nutre con temas propios de la criminología o la sicología, ejemplificando. En materia carcelaria, hay normas que regulan las relaciones en el ámbito carcelario; una de ellas, conocida hace muchos años, prohibía el uso del lunfardo en la cárcel. A la sociología criminal y al lunfardo les interesa el conocimiento de las voces carcelarias. Aquí consignaré algunas recopiladas hace veinticinco años, de uso en el Establecimiento de Encausados de la ciudad de Bahía Blanca (Unidad 4). La utilización de muchas de esas palabras me fue confirmada por el entonces director de la mencionada Cárcel Departamental, señor Guillermo R. Durán. Otras las he conocido por la frecuentación que tuve con encausados por razones profesionales en la especialidad, entre 1970 y 1973. He aquí el muestreo: ALAMBRE (HACER EL). Matar con un alambre, con forma de lazo, apretando en la garganta de la víctima. Nota: la expresión fue difundida por el motejado ¨loco Prieto¨. BOBO. Reloj. Nota: porque trabaja todo el día y no cobra, igual que el corazón. BRIYO. Azúcar. Nota: en el lunfardo general es ´diamante´. BULÍN. Celda. Nota: en el lunfardo general es ´habitación´. CATRERA. Tarima. Nota: id., ´cama´. CONCHERA. Calentador Notas: a) tiene relación con ´calentar´ sexualmente; b)la mecha está colocada en una ranura que tiene la forma de órgano sexual femenino (se trata de cierto tipo de calentador usado antiguamente). CROTO. Mono Nota: se refiere al atado de ropa y/u otros objetos. CUATRO-CINCO: cuarenta y cinco. Nota: pistola 45 m. CHELE. Leche. Nota: es un vesrreísmo. CHOSÚN. Zuncho. Nota: vesrreísmo; cuchillo pequeño hecho por el preso con un trozo de zuncho. EJECUTAR. Homicidio//Matar. Nota: un vocablo legal, en materia procesal; relacionado con la pena de muerte, asimismo, en las legislaciones que contienen este tipo de sanción. FATE. Correspondencia. Nota: desconozco el origen.

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COSAS DEL TANGO Y EL LUNFARDO- Eduardo Giorlandini<br />

minado lenguaje <strong>del</strong>incuencial, o canero, o malandraco.<br />

El primero es mucho más amplio y comprende todo el mundo <strong>del</strong> <strong>del</strong>ito; el segundo está limitado<br />

a lo carcelario y, finalmente, el tercero fue motivo para consignarlo en una comunicación académica<br />

de mi autoría, con el fin de deslindar aquellas actividades en algunas épocas permitidas<br />

y reglamentadas legalmente pero rechazadas por la gente que es consecuente con las buenas<br />

costumbres, la religión y la moral. Tal es el caso de los vocablos originados y difundidos en los<br />

quecos, firulos, tambos, prostíbulos o quilombos -incluyendo su versión vésrrica-.<br />

Pero lo cierto es que tales áreas idiomáticas llegaron a los ámbitos <strong>del</strong> derecho penal porque después<br />

de existir en la realidad social se incorporaron a los expedientes. Vicente Capparelli, en los<br />

tiempos en que la policía instruía los sumarios en la provincia de Buenos Aires y siendo jefe de<br />

la Unidad Regional de Lanús, me contó allí acerca de la cantidad de palabras que ¨el loco¨ Prieto<br />

utilizaba y se reflejaban en sus declaraciones; algunas inventadas, pero luego difundidas y de<br />

conocimiento de los jueces penales.<br />

Además <strong>del</strong> lenguaje por señas desarrollado en las cárceles, antiguamente corrían en algunos<br />

tribunales -en los juzgados penales, con más especificidad- las abreviaturas. Y estas creaciones<br />

idiomáticas tampoco fueron excluídas <strong>del</strong> derecho canónico, como el caso de A. ´absolución´. En<br />

los textos <strong>lunfardo</strong>s se registra SD, ´sobreseimiento definitivo´ y SP, ¨sobreseimiento provisorio´.<br />

Un LC era antiguamente un ´ladrón conocido´, siendo RH la sección ´robos y hurtos´ de la Policía<br />

Federal.<br />

Existían y todavía existen voces jergales como ambulancia, ´camión celular en que se traslada<br />

al preso´; frescolai, ´sentenciado´; enchufado, ´preso´; encanado, ´preso´; lavandero, ´abogado<br />

penalista´; paseo, ´procedimiento policial por el que un detenido es llevado de un lugar a otro´ y<br />

otras voces que, como ómnibus (´ley que regula diversas materias´) ha pasado a formar parte de<br />

la nomenclatura jurídica y <strong>del</strong> lenguaje general. Más, reitero, una cosa es la nomenclatura jurídico-penal<br />

y otra la jerga forense penal que, en casos, se identifica con el <strong>lunfardo</strong> histórico (antigua<br />

jerga de la mala vida -<strong>del</strong>incuencial, carcelaria y malandraca- constituída en fuente <strong>del</strong> <strong>lunfardo</strong>,<br />

hoy sublengua).<br />

Reitero un concepto: una cosa es la nomenclatura jurídico-penal y otra la jerga forense penal. En<br />

ocasiones es difícil distinguir el orbe al que pertenecen los vocablos, porque no pocas veces la<br />

palabra pasa de la jerga a la nomenclatura científica o al uso común en determinada disciplina.<br />

Así como en el derecho laboral muchas palabras de los ambientes de trabajo pasaron al convenio<br />

colectivo de trabajo, o al estatuto profesional (que es una ley), en materia de jergas caneras<br />

(propias de la cárcel), o <strong>del</strong>incuenciales, o malandracas (relacionadas con actividades permitidas<br />

bajo ciertas condiciones pero repudiadas moralmente) sus vocablos penetraron en el mundo de la<br />

antropología, la psiquiatría, la sociología y la psicología criminales.<br />

No es exagerado afirmar que Benigno Baldomero Lugones fue el fundador de la antropología<br />

criminal en la Argentina, al estudiar el vocabulario y las técnicas de los <strong>del</strong>incuentes hacia fines<br />

<strong>del</strong> siglo pasado. Después, con respecto al lenguaje, hicieron algo similar Antonio Dellepiane y<br />

Eusebio Gómez. El primero, publicó ¨El Idioma <strong>del</strong> Delito y Diccionario Lunfardo¨ y el segundo fue<br />

un destacado penalista. Dellepiane fue profesor de Historia General <strong>del</strong> Derecho en la Universidad<br />

Nacional de Buenos Aires.<br />

El conocimiento de la jerga, como <strong>del</strong> idioma en general, es necesario para interpretar los comportamientos.<br />

He observado cómo algunos jueces penales se interesan por el conocimiento de<br />

esta vertiente <strong>del</strong> <strong>lunfardo</strong> histórico (hoy día el ámbito <strong>del</strong> <strong>lunfardo</strong> es mucho más amplio, casi<br />

general como sublengua).<br />

¿Quién desconocía antiguamente qué era el manyamiento? Dellepiane explicaba que se trataba<br />

<strong>del</strong> reconocimiento que hacía la policía (de manyar, ´mirar´): ¨Llaman, los <strong>lunfardo</strong>s, manyamiento,<br />

a la revista que hace de ellos la Policía de la Capital, en ciertos días determinados de la semana,<br />

a fin de que todos los agentes los conozcan, para poder aprehenderlos cuando los encuentran

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